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El regalo por zandaleesol

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Título:El regalo


Personajes: Remus/James/Sirius Remus/Harry/Sirius


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, sólo los tomo prestados para divertirme con ellos, no percibo ningún beneficio económico.


Advertencia: Universo Alterno Tríos. Otras.




Capítulo 1.


Apenas rompía la pálida aurora cuando él se encontró de pie frente a la cama de su padre, observándolo con preocupación. Esa era una fecha difícil para el hombre de ojos castaños. Aunque también para él, pese a que su padre y todos los demás pensaran lo contrario. Era el día en que se celebraba la amistad y el amor. Para James era difícil porque aún extrañaba a su madre a pesar de los años que habían transcurrido desde su muerte. En aquel día de celebración su padre tenía amistad, la amistad incondicional de sus amigos, Sirius y Remus, pero le faltaba el amor de su esposa, Lily.



Para él también era lo mismo, tenía grandes amigos, pero le faltaba el amor. Sí porque a pesar de sus diecisiete años y estando a unos meses de graduarse aún no conocía el amor. Aunque siempre conseguía citas fácilmente y ese día no era la excepción, no podía decir que el día del amor y la amistad era gran cosa para él.



Era algo extraño, pues no conocía el amor, pero sí sabía que estaba enamorado desde hacía mucho tiempo. El problema era que amaba y tenía la certeza de que jamás sería correspondido, porque la persona dueña de su corazón ya tenía pareja, y sabía a ciencia cierta que eran muy felices juntos, pues les veía a diario en la escuela. Sabía que lo único que podía hacer era guardar en un lugar muy recóndito de su corazón esos sentimientos. Eran demasiadas cosas las que hacían de ese amor algo imposible.



La primera. El hombre al que amaba era demasiado mayor y lógicamente a pesar de tener él ya diecisiete años aún le veía como un niño. Segundo, existía un lazo entre ellos muy importante, eran ahijado y padrino. Por tal motivo aunque él no tuviera diecisiete años, Sirius jamás le vería como otra cosa que su ahijado. Tercer motivo y quizá con más peso que los dos anteriores, Sirius estaba casado con Remus. Bueno y si deseaba agregarle más motivos a todo eso, pues Remus era un hombre increíble. Totalmente atractivo, no era extraño que Sirius estuviese enamorado de él desde que eran unos adolescentes. Por otra parte Remus era la persona más gentil y dulce que él había conocido en su vida. Remus era un hombre demasiado especial, por eso a veces le costaba no pensar en él de modo romántico aunque sabía que estaba enamorado de Sirius, su padrino.



Y si quería agregarle un bono extra al desastre amoroso que era su vida, pues su padre moriría si llegara a saber de sus sentimientos por Sirius. Lo amaba demasiado a James como para desear decepcionarlo a ese punto. Aunque a veces de la daba por pensar que su padre efectivamente estaba algo decepcionado. Estaban a unos meses de acabar ese último curso y él aún no daba señas de querer tener una relación con alguien.



Había intentado muchas veces relaciones tanto con chicas como chicos. Aunque estaba seguro que le atraían más los muchachos. Pero nada había dado resultado. Su última relación había durado apenas unos meses con el capitán del equipo de Quidditch de Ravenclaw. Se había divertido tras el inicio del último curso, pero luego del regreso a la escuela tras las vacaciones de Navidad, simplemente descubrió que el dejar de ver a su novio durante tres semanas había bastado para enfriar su pasión. Dio por concluida la relación pese a que el muchacho era muy guapo. Ningún muchacho de la escuela se comparaba con su padrino. Sirius le quitaba el sueño.



-Papá… ya es de mañana.



No hubo ningún movimiento que le indicara que su padre le había oído. Se acercó a la cama y le removió.



-No es necesario Harry, estoy despierto.

-Como es sábado quise venir a desayunar contigo -explicó el muchacho de ojos esmeraldas.



James finalmente se volteó para enfrentar a su hijo.



-¿No desayunaras con Ron y Hermione?

-Quiero hacerlo contigo. Además luego ellos tienen planes para hoy.

-¿Y tú, tienes algo especial?

-Nada.

-¿Nada? No puedo creerlo. Un muchacho guapo como tú y no tiene con quien compartir este día.

-Recibí algunas invitaciones, pero la verdad no tengo ganas de tener citas con nadie.

-No es necesario ir a una cita sólo en plan romántico, también existe la amistad.

-Papá, eso es algo que sólo tú piensas. La mayoría de las chicas y chicos que me enviaron cartas era con intenciones de romance y no estoy para eso.

-¿Y qué pasó con el capitán de Ravenclaw?

-Después del regreso de vacaciones no volvimos a hablar.

-Adivino que fuiste tú quien se alejó de él.

-Sí, así fue.

-Harry, eres muy joven, tienes derecho a divertirte con gente de tu edad. Yo no digo que lo tomes demasiado en serio, pero si no haces el intento de conocer a alguien ¿Cómo vas a enamorarte?



Harry prefirió guardar silencio. No iba a confesarle a su padre que estaba enamorado de Sirius.



-Tú lo has dicho soy joven, tengo tiempo de sobra para conocer a alguien.



James sonrió paternalmente.



-¿Y entonces qué harás hoy si no tienes cita?

-No sé, supongo que iré a la biblioteca a estudiar un poco.

-Hoy sábado.

-Bueno si quieres me quedó aquí contigo, supongo que tú tampoco tienes una cita para hoy.



James soltó una estridente carcajada.



-¿Por qué te ríes así?

-No te imaginas con quien intentó Sirius que tuviera una cita hoy.



Al escuchar el nombre de su padrino Harry se tensó.



-¿Con quién?

-Con madame Hooch.

-¡Por Merlín! No es que sea tan fea, pero definitivamente no tiene nada que ver contigo.

-Sí, y creo que ella también lo ve así, porque no hizo caso de las insinuaciones que le hizo Sirius al respecto.

-Menos mal, bueno no digo que no te vendría mal una cita con alguien en este día, pero la de Sirius no era una buena alternativa.



James guardó silencio por un segundo.



-Sé que extrañas a mamá.

-Sí la extraño. No puedo evitar recordar nuestras citas de San Valentín.

-Ojala pudiéramos irnos lejos, no tendríamos que soportar este día espantoso.

-Bueno pensemos que aunque no tenemos amor, tenemos amistad. Por otra parte no es tan terrible no tener una cita romántica hoy.

-Es frustrante ver todos esos corazones y tonterías cuando uno no tiene a la persona que ama a su lado.



James miró a su hijo con bastante asombro.



-Pues para alguien que no está enamorado esa afirmación es bastante significativa.

-¿A qué te refieres? -preguntó Harry.

-Bueno hablas como alguien que sí está enamorado.

-No hablo por mí papá, lo hago por ti.

-Claro -asintió James, mirando a su hijo con suspicacia.

-Tus amigos estarán celebrando juntos hoy al igual que los míos -dijo Harry para distraer a su padre.

-Y están en todo su derecho. Sirius y Remus se aman y no son culpables de que yo esté solo.

-Papá, ¿de veras que no has logrado interesarte por nadie en todos estos años?



James salió de la cama.



-No. Ninguna mujer superaría a tu madre jamás.



Harry pareció meditar por algunos segundos.



-¿Y un hombre? -preguntó el muchacho -. Tal vez si te interesarás en un hombre, pues no tendrías que compararlo con mamá.

-La verdad nunca lo había pensado -respondió James sinceramente.

-Tal vez deberías pensarlo seriamente papá, podría ser que encontraras un remedio para tu soledad.



James movió la cabeza como si la idea le pareciera demasiado extraña.



-Voy a darme una ducha para que desayunemos.

-Está bien, te espero en la sala -respondió Harry levantándose de la cama y saliendo de la habitación.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Sirius y Remus ya desayunaban en su habitación privada.



-Me gustaría que pasáramos por las habitaciones de James, antes de ir a Hogsmeade.

-No creo que sea una buena idea Sirius.

-¿Por qué no? —preguntó confuso el hombre de pelo negro.

-James suele deprimirse mucho en este día, ya sabes… extraña mucho a Lily —respondió Remus mientras le daba un sorbo a su café.

-Por lo mismo debemos darle nuestro apoyo, también es el día de la amistad.

-Sí, tienes razón. Antes de irnos pasamos a saludarlo. No estaría bien saludarle recién cuando regresemos por la noche.

-Definitivamente no es correcto.

-Sabes quizá debimos programarnos para estar con él este día. Nosotros podemos celebrar el día del amor a diario, tal vez deberíamos pensar en James solamente -dijo Remus.

-Ya conoces a James, jamás permitiría que nos priváramos de celebrar por quedarnos haciéndole compañía. Además no creo que pase el día totalmente solo, Harry tampoco tenía planes para hoy.

-En James puedo entenderlo, pero Harry… es joven y atractivo, tiene mucho éxito tanto con chicas como con los chicos, no entiendo.

-Estoy seguro se da cuenta de que para su padre este es un día difícil de sobrellevar.

-Pero él es joven, tiene derecho a disfrutar estos momentos -respondió Remus.

-Tú lo has dicho, es joven, el que realmente me preocupa es James. Yo no digo que deba olvidar a Lily, pero no sé debería buscar a alguien.

-Me parece difícil si no sale jamás de la escuela y aquí dentro no veo a nadie adecuada para James.

-No sabía que fueras tan exigente en tus gustos -dijo Sirius con una sonrisa.

-Si no lo fuera no estaría contigo. Traías de cabeza a media escuela… y aún lo haces -respondió Remus mientras se acercaba a besar a Sirius.

-Nunca me importó en aquella época, porque para mí sólo existías tú… igual que ahora.



Remus sonrió y volvió a concentrarse en su desayuno. Aunque en realidad no podía dejar de pensar en la tristeza que debía sentir James aquel día.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



El apetito de Harry esa mañana era casi nulo, tal como le sucedía a James.



-¿Realmente no tienes ningún panorama para hoy Harry?

-No papá, en serio nada en absoluto.



James movió la cabeza en señal de negación.



-Eso está muy mal Harry, eres tan joven.

-No te preocupes tanto, tengo toda la vida por delante para…



La oración de Harry quedó interrumpida por los golpes que sonaron en la puerta.



James se levantó para abrir. Ahí en la puerta con una sonrisa ancha y ojos brillantes estaba Sirius.



-Sirius, Remus, ¿qué hacen aquí? ¿No se supone que se iban de paseo?

-¿Sin pasar a saludar antes? -preguntó Sirius poniendo la manos en jarras -. Eres mi amigo del alma.



James sonrió con alegría. La amistad de Sirius y el tener a Harry fueron los motivos que le hicieron seguir adelante después de la muerte de Lily.



-Tú también eres mi amigo del alma… aunque no lo digo muy a menudo.



Sirius le dio un fuerte abrazo a James. Eran contadas las ocasiones en que se permitía mostrar tan abiertamente su afecto.



Harry desde la mesa observaba la escena con una mezcla de alegría y tristeza al mismo tiempo. Para él Sirius era el hombre más maravilloso del mundo, nadie podía compararse con él.



Sirius dejó de abrazar a James y miró sonriente hacia donde estaba Harry, observándolo con fijeza.



-¿Qué pasa Harry, acaso tu padrino no merece un abrazo en este día? -dijo el hombre en tono de reproche.



Harry se levantó medio tembloroso, haciendo un esfuerzo por dominar sus emociones.



Sirius le prodigó de un abrazo tan efusivo como el que le había dado a James.



-Feliz día del amor y de la amistad, Harry.



Harry deseó con toda su alma entregarse a lo que sentía su corazón y cerrar los ojos por un segundo para percibir más intensamente ese abrazo, pero Remus y su padre ya habían roto el abrazo que se habían dado y ahora los observaban con una sonrisa.



-Feliz día para ti también, Sirius -respondió el muchacho de ojos esmeraldas dando las gracias por ese breve momento de felicidad.

-¿Y para mí no hay abrazo? -preguntó Remus un mohín de disgusto.



Harry fue el primero en romper el abrazo, era para él una mezcla extraña de felicidad y suplicio al mismo tiempo. Se acercó a Remus. El hombre de ojos dorados le apretó con fuerza y afecto. Harry le respondió de igual modo, llevado tanto por el sentimiento de culpa y de inmenso cariño que tenía por Remus. No podía evitar sentirse un poco traidor por amar en secreto a Sirius.



-Feliz día de la amistad y el amor Harry. Este día no sería tan especial para Sirius y para mí si no los tuviésemos a ustedes -dijo Remus mientras

-Lo mismo digo Remus -respondió Harry.



James y Sirius los observaron sonrientes. Sirius aún tenía la mano puesta en el hombro de James.



-¿Estás bien? -quiso saber Sirius.

-Claro que sí, ¿por qué no iba a estarlo?

-Bueno…

-Todo está bien Sirius, no te preocupes.



Después de una breve conversación relativa a lo alborotados que debían estar la entrada al castillo con tanta gente preparándose para ir a Hogsmeade, Sirius y Remus se marcharon sintiéndose aún culpables por dejar al padre y al hijo solos. Pero James se había puesto en sus trece y les había exigido que cumplieran con los planes que tenían para festejar ese día y que se olvidasen de él y de Harry.



Las siguientes horas pasaron bastante lentas para ellos. James se dedicó a corregir redacciones de los alumnos y Harry a ponerse al día en algunos trabajos que tenía atrasados. De ese modo la mañana se les hizo más breve y se detuvieron para compartir el almuerzo.



James después de comer se sintió algo somnoliento, la noche anterior no había sido muy buena y le dijo a Harry que iría a tenderse en la cama por un rato. Antes de que se marchara el muchacho le pidió prestada la capa de invisibilidad que su padre guardaba cuidadosamente en su armario.



-¿Piensas ir a Hogsmeade? -preguntó James mientras iba a su habitación por la capa.

-No, sólo quiero dar una vuelta, tal vez vaya a ver a Hagrid, no creo que tenga una cita hoy tampoco.

-Hmm… eso no lo sabes -dijo James deteniéndose en la puerta de la habitación para voltearse a mirar a su hijo.

-Es cierto, no lo sé. Siempre está muy solo también, al igual que tú papá.

-Así es, supongo que para él debe ser más triste, esta ha sido mi opción, pero en el caso de Hagrid supongo que encontrar a alguien que lo acepte debe ser difícil.

-Sí, bueno así es la vida hay quienes nacieron sin suerte en el amor.

-Yo fui muy afortunado de que tu madre al final me correspondiera.

-Menos mal porque de no ser así yo no estaría aquí ahora.



James sonrió alegre.



-Es cierto, y no podría ver a diario esos que me recuerdan a tu madre.



James entró a la habitación. Regresó con la capa y se la tendió a Harry.



-Pues ya sabes la regla -advirtió el hombre de ojos castaño.

-Sí, no te preocupes nadie lo sabrá… te la regreso mañana.
¿Qué harás ahora?

-Voy a dormir un rato, después seguiré con la corrección de redacciones.

-Nos vemos más tarde entonces.

-Sí. Que te diviertas… dentro de lo posible -dijo James.



Harry salió de la habitación algo más animado. En cuanto estuvo en el pasillo se puso la capa y se fue hacia el vestíbulo.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



La tarde para Harry resultó más entretenida de lo que había esperado, la compañía de Hagrid siempre era agradable, pero en esa tarde en especial la apreciaba mucho más, después de todo su amigo semi gigante estaba tan solo como su padre. Regresó al castillo casi al filo de la hora de cenar, casi no se había dado cuenta del tiempo.



Cuando llegó a la habitación de James, éste aún dormía así que debió despertarlo.



-Papá… despierta, los elfos ya nos sirvieron la cena.



James se incorporó somnoliento.



-¿Tanto dormí?

-Pues parece que sí, cinco horas para ser exactos.

-¡Por Merlín! No tenía idea que estuviese tan cansado. Bueno supongo que es cosa de los años.



Harry sonrió.



-Los años no tienen que ver… lo que pasa es que casi todas las noches te quedas trabajando hasta tarde y después igual debes levantarte temprano.

-Sí, bueno mejor pensar que es cansancio y no la edad -dijo James mientras salía de la cama.

-Date prisa estoy muriendo de hambre -apremió el muchacho a su padre mientras iba hacia la sala.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



La cena que compartieron padre e hijo fue agradable. Olvidaron por completo que día era aquel y simplemente conversaron de diversos temas y apenas sintieron el paso de las horas, hasta que James se dio cuenta de que era la hora del toque para los alumnos.



-Harry, será mejor que regreses a tu sala común son casi las nueve, te descontaran puntos si eres descubierto por algún Prefecto.

-¿Olvidas que los dos prefectos de Gryffindor son mis mejores amigos? Y que además Ron y Hermione deben estar entretenidos en cosas más interesantes que vigilar que los alumnos no estén fuera del dormitorio.

-Sí, pero están los prefectos de las otras casas y de seguro que no lamentaran quitarles unos puntos a Gryffindor que va a la cabeza en la competencia por la copa.

-Está bien, me voy -respondió el muchacho levantándose del sofá donde había estado sentado tan cómodamente.

-Puedes llevarte la capa para que no te descubran -sugirió James, guiñándole un ojo a Harry.

-Gracias papá, te la regreso mañana.

-Bien -respondió James mientras conducía al muchacho hacia la puerta.



Luego de un rápido abrazo Harry desapareció bajo la capa, James se quedó observando el vació hasta que dejó de oír los pasos de su hijo en el suelo de piedra.



Una vez que se quedó solo miró con desanimo en derredor. No tenía sueño después de haber dormido durante cinco horas seguidas. Se acomodó en el sofá frente al fuego y ahí permaneció viendo crepitar las llamas. Este día en especial la soledad le abrumaba más que nunca, habían pasado dieciséis años desde la muerte de Lily y él aún la extrañaba, a pesar de saberse joven aún sus expectativas futuras no eran muy halagüeñas. Hizo un esfuerzo por apartar pensamientos melancólicos, era mejor no pensar. Aún tenía redacciones que revisar así que dedicaría el tiempo a eso hasta que le diera sueño.



Sin embargo cuando ya se había levantado y caminaba hacia el escritorio lleno de pergaminos, unos golpes sonaron en la puerta. No era Harry quien había regresado. Fue hasta la puerta y abrió.



Remus y Sirius tomados de la mano le miraron sonrientes. Sin esperar invitación se adentraron en la habitación.



-Menos mal que estás levantado todavía -dijo Sirius.

-Harry se ha marchado hace poco -fue la respuesta de James mientras recibía un apretón en el hombro de parte de Sirius a modo de saludo.

-¿Se quedó contigo todo el día? -preguntó Remus curioso mientras se acomodaba en el sofá.

-No, por la tarde estuvo con Hagrid, pero vino a cenar conmigo.

-Le decía a Remus que este había sido un día deprimente para los Potter, por eso vinimos a hacerte compañía un rato.

-Vamos, no es para tanto… además el día ya acabó -respondió James mientras se sentaba en el sofá junto a Remus.

-No aún no termina, recién pasan de las nueve -corrigió Sirius.

-Da igual, para mí no es nada especial -respondió James en tono desdeñoso.



Sirius intercambió una mirada con Remus.



-No da igual James -dijo Sirius mientras sacaba una botella de whisky de fuego de entre su túnica -. Compré esta botella en Hogsmeade para que celebráramos los tres como los buenos amigos que somos.

-Yo paso -dijo James.

-No seas aguafiestas -reconvino Remus dándole un suave codazo -, no te vendrá mal un poco de whisky… te sentirás más alegre y relajado.

-Hmm… está bien, espero que no estén planeando emborracharme.

-Jamás haríamos algo así -respondió Remus sonriente -. Además la idea es que te relajes solamente, no que dejes de ser dueño de tus cinco sentidos.

-Eso me tranquiliza -dijo James.



Sirius fue hasta la alacena y buscó tres vasos. Destapó la botella y puso una medida bastante generosa en uno de los vasos. Y fue justamente ese vaso el que le entregó a James.



El hombre de ojos castaños recibió el vaso con una sonrisa divertida.



-Se supone que no quieren emborracharme -dijo James.



Luego Sirius le entregó un vaso a Remus.



-Nosotros bebimos un poco de whisky antes de venir aquí -repuso Sirius acomodándose en el espacio que estaba vacío junto a James.



Chocaron los vasos y brindaron por la amistad y el amor. James bebió un sorbo largo de su vaso; en cambio Remus y Sirius apenas probaron el líquido.



-Hace tiempo que no bebía whisky de fuego -dijo James mientras se pasaba la lengua por los labios -, la verdad es que se siente bien.

-Con este vaso será suficiente -apuntó Remus -, no estás acostumbrado, no queremos que te emborraches, James.

-¿Ah no? Yo pensé que la idea era beber para estar más alegre.

-¿Te sientes más alegre? -preguntó Sirius mirándolo fijamente.

-Hmm… sí, creo que sí y también más relajado.

-Eso está bien -dijo Sirius mientras comenzaba a masajearle suavemente la nuca a su amigo.



James no estaba acostumbrado a ese tipo de contacto, se sorprendió un poco, pero le resultaba agradable sentir los suaves dedos de Sirius acariciándolo de ese modo.



-¿Cómo se siente esto? -preguntó Sirius con voz susurrante.

-Bien… se siente bien…



Remus observó por unos segundos a James y luego puso su tibia mano en la espalda y también comenzó un suave masaje.



-Remus… -murmuró James cerrando los ojos -, así que el plan es darme un agradable masaje y luego mandarme a la cama a dormir.



Se formó un breve silencio. Pero luego la voz de Sirius sonó suave.



-Bueno el whisky y el masaje son para que te relajes efectivamente, pero la idea no es llevarte a la cama para dormir precisamente.



James que tenía los ojos cerrados los abrió lentamente y volvió sus ojos hacia Sirius con evidente confusión.



-James, queremos hacer algo especial por ti esta noche.



El hombre de ojos castaños aún estaba confuso y volvió su rostro hacia Remus.



-Eres nuestro amigo, eres parte de nosotros -dijo el hombre de ojos dorados.

-Sí eso lo sé, yo… ustedes son mis mejores amigos.

-Y los amigos pueden darse regalos especiales, sobretodo en un día como este -susurró Remus mientras acercaba sus labios a los de James.



Aquel beso a pesar de ser suave sorprendió mucho a James que presa de un repentino pánico intentara levantarse.



-No pasa nada James… sólo ha sido un beso -dijo Sirius poniéndole la mano en el hombro para retenerlo en el sofá.



James volvió el rostro hacia Sirius y antes de que dijese algo los labios de su mejor amigo ya estaban sobre los suyos. El besó de Sirius lo sentía menos tímido que el de Remus. El asombro y el miedo crecían dentro de él. Pero junto a los sentimientos anteriores se despertaban otros, hacía años que no experimentaba un beso. Desde que se había casado con Lily jamás besó a otra mujer, y nunca había besado a un hombre. Apartó bruscamente su boca.



-¿Qué demonios hacen? ¿A caso se han vuelto locos? -preguntó James intentando escapar del sofá, sin éxito por supuesto porque los fuertes brazos tanto de Remus como de Sirius le obligaron a permanecer sentado.

-James, cálmate -dijo Remus -. No tiene nada de malo.

-¡Qué no tiene nada de malo! ¡Por Merlín! Son mis amigos, y los amigos no se besan en la boca -refutó James alarmado.

-Claro que lo hacen -respondió Sirius con tono tranquilo -. James queremos demostrarte cuanto te queremos y lo importante que eres para nosotros.

-Sirius, eso lo sé, siempre lo he sabido, no es necesario que… que…

-James, nuestra intención es darte algo especial, en un día especial, eso es todo -señaló Remus.

-Está bien -respondió James dejando escapar el aire de los pulmones -. Lo siento, es que no lo esperaba… nunca me besó un hombre.



Sirius sonrió.



-Y no tiene nada de malo James, debes abrir tu mente a nuevas posibilidades -dijo Sirius.

-¿Quieres decir que debería pensar en estar con un hombre? -preguntó James con el ceño fruncido.

-Durante estos años no has estado con ninguna mujer porque piensas que traicionarías a Lily. Nosotros lo entendemos, por eso queremos mostrarte otras posibilidades -dijo Sirius.



James abrió los ojos, tras escuchar esas palabras comprendió las intenciones de sus dos amigos.



-Será mejor que se quiten cualquier idea extraña que… -comenzó James, pero Sirius le interrumpió.

-James, no confías en nosotros -respondió Sirius.

-Claro que confió en ustedes, esto no tiene que ver con…

-Tiene que ver, James -intervino Remus -. Deseamos darte un regalo especial, pero sólo podrás aceptarlo si confías en nosotros.



James guardó silencio.



-No dejaste de confiar en mí ni en Remus ni siquiera en los tiempos más difíciles -repuso Sirius -. Remus desconfiaba de mí y yo de él, en cambio tú no lo hiciste… seguiste creyendo en nosotros ciegamente.

-Y siempre será así -respondió James con voz segura.

-Entonces acepta nuestra compañía esta noche -dijo Sirius -. Lo único que deseamos es hacerte feliz.

-Sólo esta noche James -intervino Remus -, si después quieres olvidarlo y jamás hablar de ello, nosotros respetaremos eso.



Esas palabras que sonaban tan seguras en labios de sus amigos comenzaban a hacer mella en las reservas del hombre de ojos castaños. No dudaba del afecto de sus amigos, ni de su sinceridad, pero tenía miedo, algo así podía cambiar radicalmente la amistad que habían mantenido por más de veinte años.



-Muchachos… yo confió en ustedes y en el afecto que sienten por mí -dijo James con tono pausado -, pero me asusta que algo así pueda cambiar nuestra amistad, los quiero y no soportaría perderlos.



Sirius y Remus intercambiaron una mirada. Cada uno tomó una mano a James.



-Lo que nos une hace más de veinte años es algo más fuerte que el afecto y la amistad… Ni Voldemort, ni Pettigrew con su traición lograron romperlo… nada podrá, te lo juro -dijo Remus con voz segura.



James se quedó mirando al hombre de ojos dorados por algunos segundos. Luego con lentitud acercó sus labios y besó suavemente los de Remus. A continuación se volteó hacia Sirius e hizo lo mismo. Era la aceptación que Remus y Sirius habían esperado.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



La cama en la que dormía James era bastante estrecha. Era comprensible. Remus rápidamente se encargó de ampliarla con un hechizo, eran tres y necesitarían espacio para maniobrar a sus anchas.



James no podía ocultar su nerviosismo y tampoco quería hacerlo.



Remus dejó su varita en la mesa de arrimo y luego se sentó en la cama para comprobar si era tan cómoda como se veía.



Sirius aprovechó aquello para apegarse a James y masajearle los hombros con suavidad.



-Estarás bien, te lo prometo -le susurró en el oído.



James sonrió.



-Eso espero, estoy bastante falto de práctica… y además no sé cómo… no sé si cumpliré con las expectativas -dijo James con tono avergonzado.

-No debes preocuparte por nosotros -respondió Sirius mientras comenzaba a repartir pequeños besos en el cuello de su amigo -, lo importante es que te sientas bien, déjate llevar por lo que sientas.



Aquellas palabras le infundieron más confianza a James. Ladeó la cabeza ofreciéndole su cuello a Sirius, que se dedicó a besarlo suavemente, sin prisa alguna.



Remus sin dejar de observarlos comenzó a desabotonar su túnica, luego la dejó caer para quedar con el torso desnudo. Se acercó a James y fue a besarlo directamente en la boca; primero suavemente sobre los labios, después comenzó a adentrarse despacio en su boca. James gimió con visible placer.



-Te comprendo, besa condenadamente bien -susurró Sirius en el oído de James.



El hombre de ojos dorados se detuvo justo a tiempo para que James volviera a respirar.



-Eres exquisito James -dijo Remus casi sin aliento.



James sólo atinó a reírse, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo porque esta vez fue Sirius quien se apoderó de sus labios. El hombre de ojos castaños pudo comprobar que la forma de besar de Sirius era totalmente diferente, aquel beso le pareció más ansioso y demandante, pero le resultaba tan maravilloso como el de Remus.



El deseo comenzaba a apoderarse de los sentidos de Remus. El fuego comenzaba a crecer dentro de él, terminó de quitarse la túnica, quedando completamente desnudo.



James no se percató de aquello hasta que Remus se apegó a su espalda y rozó con su miembro semi erecto en su trasero. La reacción de su cuerpo fue tensarse en forma automática, y por lo mismo rompió el beso que estaba compartiendo con Sirius.



-Tranquilo -murmuró Remus -, es sólo para que te acostumbres a sentirme cerca nada más…



Sirius acarició la mejilla de James.



-Esta noche somos tuyos. Conocerás la gloria cuando estés dentro de Remus -dijo Sirius.



James parpadeó varias veces.



-Yo… yo pensé que…

-¿Qué? -dijo Sirius y sonrió en forma ladina -¿Qué íbamos a follarte hasta dejarte exhausto? No, este es un regalo para ti, estoy ansioso de tenerte dentro de mí.

-Yo ya he dicho que no…

-Será sencillo ya lo verás -apoyó Remus -, te ayudaremos, lo disfrutarás como loco.



Tras estas palabras Remus se subió a la cama y se dedicó a observar como Sirius ayudaba a James a desnudarse.



Pese a los años de amistad y de ilimitada confianza, para James era difícil mostrarse desinhibido. No era que jamás hubiese visto a sus amigos desnudos, pero el estar en una situación tan íntima lo avergonzaba a su pesar. Hacía años que él mismo no se mostraba desnudo ante nadie. Sin embargo las caricias suaves, pero seguras de Sirius lo tranquilizaron por completo.



James comprendió que la clave de todo aquello era la confianza. Sí, debía confiar en sus amigos como lo había hecho siempre. Remus y Sirius jamás harían algo para lastimarlo. Decidió echar fuera de su mente todos esos pudores que le impidieran disfrutar de aquel momento único e irrepetible, porque de eso sí estaba absolutamente seguro, esta situación entre sus mejores amigos y él no volvería a repetirse.



Para sorpresa de James, que siempre había imaginado a Remus como un hombre pasivo debido a su carácter gentil, fue éste quien abrió el juego primero.



Remus comprendía a la perfección lo que James necesitaba esa noche y él estaba dispuesto a dárselo. Sabía que James debía liberarse lentamente de sus pudores, por eso se dedicó a prodigarle de besos suaves y caricias no demasiado atrevidas, mientras la atenta mirada de Sirius le aprobaba.



El instinto natural de James pronto comenzó a despertarse, aunque se notaba que se reprimía aún y hacía esfuerzo por mantener el control. Los músculos tensos de su cuerpo así lo indicaban.



Sirius decidió ir en ayuda de Remus.



-James no te resistas… déjate llevar, no luches contra tus deseos -dijo Remus.



El hombre de ojos castaños cerró los ojos e hizo un esfuerzo por relajarse. En ese momento escuchó la voz de Sirius muy cerca de él.



-Te quiero James -susurró Sirius.



James abrió los ojos y se encontró con el rostro de Sirius casi encima del suyo. Le observó por unos segundos y luego levantó la mano y acarició la mejilla del hombre de pelo negro.



-Yo también te quiero Sirius -respondió James, luego volvió sus ojos hacia Remus -, a ti también te quiero Remus.

-Lo sé -dijo asintiendo con una suave sonrisa el hombre de ojos dorados.



A partir de ese momento las reservas de James desaparecieron por completo. En esa cama que jamás compartiera con alguien más, permitió que sus insólitos amantes mimaran su cuerpo con todo tipo de caricias. Las primeras algo tímidas, las siguientes más audaces, tanto que lograron revivir su apetito carnal, casi extinto por el paso del tiempo; volvió la memoria de las sensaciones, la memoria del placer y del deseo. Le resultó agradable en extremo el que Sirius masturbara su miembro con tanta aplicación, sin duda que su amigo era un maestro en el arte de dar placer. Remus tampoco se quedaba atrás con esos besos que lo incendiaban de lujuria, ahora comprendía el origen de la fidelidad de Sirius, no podía existir en el mundo otra persona que besara como Remus.



El primer orgasmo lo encontró a James aprisionado entre dos cuerpos húmedos y tan calientes como el suyo. La sensación la consideró casi sublime, se dejó ir entre gemidos de placer. En ese momento a su cerebro turbado por el deleite no le parecía suficiente decir: «Los quiero». El único reconcomio dable en ese instante era: «Los amo» Y lo repitió varias veces, pero sin sentir que era suficiente decirlo, también debía expresarlo; primero buscó la boca de Sirius y lo besó con apetito feroz; y antes de quedar sin aliento hizo lo mismo con Remus.



A partir de aquella explosión súbita de los sentidos de James, todo lo que vino luego no fue sino fuego, pasión, excesos y locura desatadas. El hombre de ojos castaños que había pasado años sin vivir la exaltación que podía brindarle el sexo, ahora simplemente se entregaba a la vorágine que enardecía su cuerpo. La primera «víctima» de este arrebato fue Remus. James sintió que tocaba las mismísimas estrellas cuando se sintió aprisionado dentro del hombre de ojos dorados, sin embargo el paroxismo de la felicidad le fue brindada al momento de escuchar los gemidos que dejaba escapar de sus labios Remus, en el supremo instante en que él le embestía certeramente.



Sirius se sintió feliz compartiendo con su amigo algo tan valioso para él como era el afecto de Remus. La felicidad de su amigo era también la suya.



James finalmente se desplomó sobre Remus, tras la culminación. Sirius sonrió satisfecho, confiaba en que esta experiencia contribuyera a que su amigo fuese un poco más feliz. Confiaba en que James recuperara aquella pasión por la vida que tenía cuando eran aún unos alocados y jóvenes estudiantes de Hogwarts.



Sirius dejó resbalar sus dedos por la húmeda espalda de James, mientras éste poco a poco iba recuperando la calma y su respiración volvía a la normalidad.



Por fin James se movió para liberar el cuerpo de Remus que aún soportaba su peso. Se dio la vuelta para enfrentar la mirada de Sirius.


-¿Cómo te sientes? -preguntó éste último.

-Abrumado -fue le escueta respuesta de James.

-Te comprendo, Remus provoca ese efecto.



En ese instante Remus se incorporó para mirar a James y a Sirius.



-Pues yo también me siento abrumado -dijo el hombre de ojos dorados -. ¿Dónde habías estado escondiendo tanta fogosidad, James?

-Honestamente no lo sé, jamás creí que esto podría sucederme.

-El asunto es bastante sencillo, eres un hombre joven que ha estado demasiado tiempo solo reprimiendo su naturaleza -terció Sirius.

-Sí, creo que tienes razón -concedió James.



Los tres hombres silenciosos parecieron meditar sobre lo sucedido.



-¿Quieres que nos marchemos ya? -preguntó Sirius mientras alargaba su mano para acariciar la mejilla de James.

-Esta es la primera vez en años que no me siento tan solo y vacío, quédense conmigo… por favor -terminó pidiendo James.

-No será un sacrificio, ¿no es así Canuto? -dijo Remus.

-Definitivamente no lo será, Lunático -respondió Sirius dejando escapar una risa estridente.



Remus se levantó de la cama para alcanzar su varita. Invocó unos cuantos hechizos para limpiar las evidencias tanto de la cama como las de los cuerpos de sus compañeros y del suyo propio. Luego de aquello se deslizaron bajo las sábanas manteniendo la cercanía. James besó a cada hombre y luego se entregaron insensiblemente al sueño y a esa fatiga de agradable sabor que había provocado en sus cuerpos aquel momento asombroso.



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