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Daitoua Mahoujin por metallikita666

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Notas del fanfic:

Esta historia surgió en mi cabeza tras por fin tener el tino de ceder a la curiosidad y a las recomendaciones, y comenzar a escuchar The Gallo. Suelo decir que no me gusta arrepentirme de nada en la vida, pero a como me pasó con Dir en Grey, lamento de alguna manera no haberlos buscado antes. Asimismo, las conversaciones con mi hitsuji-senpai sobre el asunto de Gara y sus fanboys trajeron esta idea a mi mente, la cual poco a poco comencé a modelar para que pudiese adaptarse también al deseo que ya hacía tiempo tenía de escribir un trío BDSM, dada la atinencia de la gente que aquí participa con el tema. Para no hacer la excepción, en algún momento creí que sería una pieza corta; no obstante, me enorgullece mucho presentar este four-shot cuyas partes, por razones de comodidad, iré subiendo con un pequeño intervalo de por medio.

Daitoua Mahoujin” es una de esas lindas y problemáticas aglomeraciones de kanji acostumbradas por The Gallo, cuyos seis componentes pueden identificarse burda y rápidamente como “gran”, “este”, “Asia”, “demoníaco”, “método” y “grupo/formación”, dando como una de las traducciones aproximadas “el gran equipo demoníaco de Asia del este”; pero en donde también (y con un kanji distinto al medio) “mahoujin” es un cuadrado mágico. Así pues, ya que la magia es una de las temáticas centrales de The Gallo, este fanfiction cuenta con cuatro vértices, que son sus cuatro capítulos. A saber: Preludio, El Cordero, El Gallo y La Oveja.

Notas del capitulo:

Por un asunto de epítetos, hago las aclaraciones de las ex bandas de los tres involucrados, así como sus procedencias:

Makoto “Gara” Asada, actualmente en Merry. Ex After Effect. De Gunma.

Rei Igarashi, actualmente en Marco. Ex Jackal, Jive, Jisedai Excite y Geese Purple (nombre de sesión de Marco). De Tokio.

Joshua “Jojo” Joestar (evidentemente, no es su nombre real; pero sí su stage name completo), actualmente en The Gallo. Ex The Skull Fuck Revolvers, Jojo with Tokyo Himitsu Club (nombre de sesión de The Gallo). De Hokkaido.

Los personajes incidentales –presentes o nombrados- son Yuu y Nero de Merry (guitarra, batería), Akira y Shunsuke de Marco (guitarra, bajo), y Wajow de The Gallo (guitarra).

 

Los créditos de los epígrafes son todos de The Gallo:

Daitoua Mahoujin, del álbum Nero.

Musou, del álbum Nero.

Ryuusei, del álbum Nero.

Inma –Belphegor-, del álbum Diavolo.

 

Por el momento, me referiré únicamente al hecho de que todo el fic en realidad, pero predominantemente esta primera parte, es muy montañarrusesca. Es decir, que su tono no es para nada extraño a lo que ha venido siendo mi estilo en los últimos tiempos, por lo que si ya tienen experiencia con eso, sabrán seguirme el paso y adaptarse a mi ritmo con la ensalada de emociones.

Bon appétit!

“Estás condenado, colgando del cuello

Podrías tener pesadillas con la horca

Podrías ver el infierno

Podrías ver el final.” Daitoua Mahoujin

 

Rei suspiró pesadamente luego de dejarse caer por fin en el sillón. Akira se había ido minutos antes, por lo cual el único del grupo que quedaba en la sala todavía era Shunsuke.

El bajista miró apenado a su cantante, debido al evidente cansancio que denotaban las acciones ajenas. Luego ladeó la cabeza y sonrió.

-Vas directo a casa… ¿no?-

El rubio de largas raíces oscuras devolvió el mohín.

-Sí, es la idea...- Pero en eso, sintió que su móvil vibraba en su bolsillo. –Agh, a ver…- Con fastidio, sacó el aparato y desbloqueó la pantalla. –Pero qué caraj… Oh, bueno. Wajow.-

El pelinegro rio aún más y detuvo la intención de retirarse: en su lugar, se recargó en la pared, junto al sillón que ocupaba el vocal.

-¿Qué dice? De seguro quiere que lo acompañes a algún sitio.-

-A lo mejor… Pero yo solo quiero dormir.- Repuso Igarashi, mientras leía el mensaje enviado por el guitarrista peliblanco. –Hmm… Me está invitando a merendar algo en un lugar que no conozco… pero que parece ser cerca de aquí.-

-Déjame ver.- Shunsuke se acercó para mirar mejor la pantalla del móvil de su compañero, y tras algunos segundos estudiando las coordenadas enviadas, asintió. –Es verdad, no es lejos. Como unas diez o doce cuadras.-

De todas maneras, el del tatuaje de la hannya[1] no dejó de arrugar la cara.

-¡Ja, ja! Oh, vamos, Rei… Podría servirte para sacar un poco de tensión.- Acotó el sonriente pelinegro. Pero de nuevo, no pudo cambiar el semblante del otro, quien le miraba más cansado que renuente. –Bueno, siempre puedes decirle que no…-

-Es que me da cosa.- Admitió el vocalista, con el ceño fruncido pero un gesto de lástima que terminaba siendo jocoso. –El enano es tan simpático y divertido… que como que no puedo negarme.-

Ambos hombres rieron con libertad por fin, y Shunsuke retomó su postura de retirada.

-Espero que disfruten la velada, y que esos cafés no terminen en botellas…- Acotó maliciosamente. -Nos vemos mañana, ¿vale?-

-¡Nos vemos!- Ratificó Rei, y le envió un mensaje al de Hokkaido para confirmar su asistencia.

A fin de cuentas, un rato junto al guitarrista de The Gallo y sus historias locas y evidentemente inventadas, pero no por ello menos entretenidas, no le vendría mal de ninguna manera. Lo ayudaría a despejar su mente, tan atareada con la grabación de su próximo disco: el primero desde la salida de no uno, sino dos de sus compañeros.

 

***

 

Al llegar frente al local sonrió al tiempo que maquinalmente negaba con la cabeza, pues se dio cuenta de que el punto de encuentro no era otra cosa que un maid café: una extravagancia que solamente le permitiría al pequeño peliblanco en día de semana, y en la que solo a él acompañaría. Ambos amigos gustaban de aventurarse en las galerías de antros casi arcanos, pero nunca antes lo habían hecho sin los correspondientes maquillaje y atuendo de por medio para pasar medianamente desapercibidos.

Empujó la puerta pero pronto cedió en el esfuerzo pues notó cómo una de las chicas que trabajaban en aquel establecimiento se aprestó a recibirlo. Por lo cual, simplemente se inclinó tras ingresar.

-¡Bienvenido a casa, amo! ¿Busca mesa para uno?- Preguntó la muchacha tras saludar como era lo establecido, sosteniendo entre sus brazos las cartas de postres, cafetería y comidas ligeras.

Unos zapatos blancos de generosa plataforma y tacones se encargaban de dejarla hasta casi la altura del cuello del vocalista. En cuanto al atuendo, el vestido era de color rosa y los complementos, blancos: delantal, peto, medias y tocado.

-Ehh, no. En realidad, me cité con alguien aquí.- Declaró el cantante de Marco en un tono moderado, todavía un tanto incómodo por la elección de Wajow un martes a la tarde.

-En ese caso, por favor dígame su nombre.- Pidió la mesera sin dejar de sonreír, y de inmediato sacó un papelito de uno de los bolsillos secretos de su amplia falda rosa. De seguro, aquel contendría los nombres de las personas que se hallaban en los reservados y mesas más apartadas.

Qué demonios.

-Rei Igarashi.- Declaró el rubio por fin.

Pero su respuesta pareció ser suficiente para la chica, quien volvió a guardarse el papel sin siquiera, al parecer, haberlo revisado detenidamente.

–¡Sígame por favor, Igarashi-sama!-

Naturalmente, al otro solo le quedaba hacer como ella decía, por lo cual recorrió el largo pasillo del local con la vista al frente. De reojo, no obstante, pudo notar que afortunadamente la mayor parte de la clientela estaba en lo suyo, si bien se trataba de las mesas más expuestas.

-Es aquí.- Anunció la sirvienta, deteniéndose afuera de un cubículo que tenía una cortina bajo el dintel, la cual estaba esperablemente extendida. -¡Que se diviertan! Y por favor, no dude en llamar para lo que necesite.-

El vocalista esperó hasta que la muchacha se retirara para poder respirar un poco más tranquilo.

-Jodido hobbit…-

Luego, puso su mano en la cortina con intención de apartarla; acción que realizó de un solo movimiento al tiempo que ingresaba en el cubículo. Empero, su cuerpo se paralizó por completo apenas la tela le permitió divisar lo que se hallaba al fondo del aposento.

O mejor dicho, a quien se hallaba al fondo de aquel recinto.

No se trataba del guitarrista peliblanco. En su lugar, sentado con las piernas hacia un lado y recargando el peso en el brazo izquierdo mientras era alimentado a cucharadas por otra camarera… estaba él.

Ese tipo odioso y despreciable. El motivo de su más profunda rabia y envidia.

Jojo.

-¿Pero qué… demonios… haces tú aquí?- Interrogó un furioso Rei, el cual, no obstante, no deseaba asustar a la muchacha que le daba a comer la torta de chocolate al otro vocalista. -¿Dónde está Wajow?-

Una ancha y maquiavélica sonrisa en el rostro del menor, quien continuaba comiendo, fue la respuesta necesaria para que el rubio entendiera el sinsentido de su propia interrogante.

-…Maldito…-

-Oh, vamos, Rei-chan; no seas así.- Dijo por fin Joshua. Luego palmeó el almohadón que estaba a su vera, del lado contrario al que se ubicaba la mesera: una jovencita de largo y lacio cabello negro, atado en dos coletas altas. –Ven. Siéntate aquí y hablemos…-

Esperablemente, el mayor se exaltó ante tanto y tan meloso cinismo.

-¡Yo no tengo nada que hablar contigo! ¡Sí, ya me di cuenta de que esto era una trampa, de que eres un imbécil -cosa que ya sabía- que toma el teléfono de sus compañeros a escondidas, y que lo que querías era reírte de mí en mi cara! Listo, eso fue todo. ¡Me voy!-

Y volteando sobre sus talones, el cantante de Marco se preparó para largarse de una vez por todas de ese estúpido lugar, al que de todas maneras no habría querido entrar siquiera en aquellas circunstancias.

-Espera, Rei. Que de lo que quiero que hablemos es sobre Gara-sama.-

Igarashi se odió a sí mismo por la manera en que su cuerpo se paralizó totalmente al escuchar aquello. Unas pocas palabras, míseras, habían sido suficientes para hacer tambalear su voluntad.

-¿Qué hay… con eso?- Preguntó quien estaba a punto de retirarse, aunque resistiéndose a voltearse.

Todo lo que deseaba era evitar el cuadro de aquella mueca burlista y antipática que tanto le repelía.

-Quiero hablar contigo sobre él.- Contestó el de melena bicolor, y después se limpió los labios con el dorso de la mano al tiempo que le hacía una seña a la chica para que se detuviera. –Tengo una idea… para que tú y yo nos le acerquemos…-

Sabía que no podía esperarse nada bueno del menor, pero aun así, su inconsciente lo tentaba con insistencia para que por lo menos lo escuchara. ¿Qué perdería por darle oídos a su enojosa cháchara durante un rato? No muy convencido, accedió a girarse, mas no se allegó.

-Acercarnos… ¿tú y yo?- Replicó el rubio, señalando primero a Joestar y luego a sí mismo. Acto seguido, sonrió con ironía. –Tan considerado de tu parte, Jojo-kun… Pero dime, ¿qué carajo te va a importar a ti lo que a mí me pase a ese respecto; especialmente, siendo que tú ya tuviste la oportunidad de compartir estudio con él?- Su tono era ácido, pero el más joven permanecía con el mismo gesto de inocente tranquilidad, agitando sus estúpidas pestañas postizas mientras le miraba. –Ni por un momento confiaría en ti…-

Entonces, y contra lo esperado por el vocalista de mayor edad, Joshua se levantó de donde estaba y se dirigió lentamente a él. Su cuerpo se movía con cadencia, embutido en unos pantalones ajustadísimos y bajos que, como era usual, dejaban a la vista buena porción de su ropa interior femenina; mientras que la parte superior iba semicubierta por una miniseta de mangas largas, rosa con estrellas negras, a tono con su melena. En su rostro, y de entre sus múltiples perforaciones, solo portaba la de su ceño, ceja derecha, narina izquierda y sub labial central.

El más joven dio vuelta alrededor del rubio y luego se posicionó tras de él, posando sus manos en aquellos descarnados y marcados hombros. El contacto hizo que Igarashi se tensara, pero el efecto se intensificó apenas el cantante de The Gallo se aproximó a uno de sus oídos.

-¿Y tú en serio te piensas… que lo único que quiero hacer yo con él… es compartir estudio?...-

-Pe-pero… qué…- Instintivamente y a un tiempo, Rei abrió sus ojos al máximo y encaró al otro.

-¿Que qué estoy insinuando?- Lo interrumpió el chico, retrayendo sus manos. –No lo estoy insinuando, Rei: lo estoy diciendo. Afirmando, ratificando, declarando.- Seguidamente, Joestar rio con amplitud al ver la mueca de desconcierto ajeno. –Me muero por él al igual que lo haces tú; y no, todavía no tuve la oportunidad de que estuviéramos juntos haciendo otra cosa… que no fuera grabar coritos delante de un tonto micrófono…-

El rubio estaba sin palabras, y no sabía si sentir más rabia a causa de la facilidad con que el más chico hablaba de su respetado ídolo; de su excesiva liviandad, o de la manera en que parecía proponerle un plan que no tenía ni pies ni cabeza. ¿Qué carajo podrían hacer ellos para llamar más la atención del cantante de Merry, que no incluyera caer en poses ridículas de fangirls chillonas y exasperantes, si ya todas las referencias inequívocas habían sido utilizadas, al menos de su parte?

-¿Qué te hace creer que yo tengo ese tipo de intenc…?-

-¡Ay, Rei; por el amor de dios!- Exclamó el vocalista de los numerosos piercings faciales, perdiendo un poco la paciencia. –Sí, sí: ya vas a salir con que tú sólo quieres acercarte más a Gara-san para conocerlo, charlar, hablar sobre composición y letras, hacerte su amigo y qué sé yo. ¿Pues sabes qué? No te creo. Porque eso no te lo crees ni tú.-

Jojo, con las manos en la cintura, clavó en el otro su invasiva mirada, al tiempo que levantaba una ceja y una de sus comisuras comenzaba a curvarse.

-Bien; de acuerdo.- Concluyó el mayor, más apenado que derrotado. -Es solo que nunca imaginé que tú… también pensaras en eso.- Dijo al final, con un suspiro.

-Ja, ¡esa es buena!- Notando que al menos por el momento había conseguido que el cantante de Marco desistiera de irse, el de melena bicolor se apartó de él y volvió hacia donde estaba la muchacha ataviada de criada francesa. –Hombres, mujeres, travestidos, zorras, eunucos, vírgenes… ¡lo que sea! Este cuerpo no está para desperdiciarse…- Rey y señor de su momento, el torneado músico se pasó las manos por el torso lenta y provocativamente, sabiendo a la perfección que su interlocutor no dejaba de mirarle. -Pero como sea. Es claro que yo también lo admiro por su talento, lo cual hace justamente que le desee de otra manera. Y no soy lo suficientemente tonto o ingenuo como para creer que solo a mí me pasa…-

Después de que el de melena bicolor advirtiera que sus razones habían surtido el efecto deseado en el pelicorto al dejarlo sin palabras debido al grado de visible turbación, volvió a tomar su lugar junto a la mesera, quien diligentemente le había estado esperando con la cuchara en la mano.

-Oye, Rei, dime: ¿te gustó la chica que te trajo hasta aquí?-

El interpelado seguía aturdido, por lo que le tomó unos instantes comprender que le habían preguntado algo.

-Ehh… ¿qué?- Dudó, sacudiendo la cabeza ligeramente, como para ordenar sus pensamientos. -¿Por qué? ¿Para qué me haces esa pregunta?-

-Caray, hombre. ¿Tan difícil es responder… a eso?- Jojo había vuelto a recibir otro bocado de torta, el cual se encontraba masticando. –Que si te gustó… uhm, la chica. Necesitamos una para ti y quiero saber si te gustó esa… o prefieres a otra. Bah, da igual.- Resolvió por fin el menor tras engullir. –Natsumi-chan, ¿podrías decirle a alguna de tus compañeras que venga? Y que traiga otro postre; lo que sea. Si a él no le gusta, me lo comeré yo.-

-¡En seguida, amo Jojo!- Contestó ella y, de inmediato, se puso de pie. Segundos después, pasó al lado de un pasmado Igarashi.

-¿Pero qué cuerno haces, infeliz?- Se quejó el cantante de Marco, exasperándose por la desvergüenza del más joven. -¿¡En qué momento dije que aceptaba hablar contigo!?-

Jojo solamente se encogió de hombros.

-Hace más o menos tres minutos que lo estás haciendo.-

Con la cara ardiendo del enfado y la impotencia, pero sabiendo que no podría irse de ahí hasta que no comprendiera bien a qué se refería Joshua con el famoso plan para acercarse a su ídolo, Rei se aproximó a la cortina con el objetivo de correrla nuevamente y así indicarles a las chicas que no entraran sin antes pedir consentimiento. Posteriormente, se allegó más a aquel que seguía degustando el oscuro pastel como si nada hubiera pasado.

-No estoy interesado en ninguna de las meseras y no quiero comer ninguna porquería dulce, así que déjate de ridiculeces.- Lo encaró, aunque sin elevar demasiado la voz. –Me importa un bledo si a ti no te preocupa tu reputación o la de tu banda, ni lo que se pueda decir si ellas comentan lo que hablamos, pero a mí sí. Así que no las quiero dentro.- Apenas el de Hokkaido dio a entender que asentía a la exigencia, Igarashi siguió. –Sólo quiero que me digas de una buena vez… qué demonios es lo que tienes en mente, y por qué necesitas de mí para llevarlo a cabo. Después de todo, tú tienes sus contactos...-

-Necesito de ti por la sencilla razón… de que dos son mejor que uno.- El cantante de The Gallo miró al rubio con un gesto de sardónica obviedad que, por supuesto, al pelicorto le chocó. –Y lo que tengo en mente es muy simple: entraremos a su casa y cuando llegue… lo sorprenderemos. Tú ya sabes cómo.-

-Estás loco. Estás completamente loco, y tus series te tienen mal de la cabeza.- Igarashi clavó en el más joven una mirada de desprecio. -Tú, más que un Jojo, eres Dio.-

Entonces Joshua sonrió con total amplitud: con su tan única, taimada y retorcida sonrisa.

-Absolutamente. En especial, si se trata de, al igual que haría él, conseguir algo que ansío y con lo que me he encaprichado al punto de la obsesión.-

 

***

 

A eso de las diez de la noche de ese día, Igarashi y Joestar se dirigían al edificio en el cual estaba ubicado el departamento de Gara. El más joven se había comunicado con el guitarrista líder de Merry para confirmar los horarios de Asada, argumentando que deseaba citarlo en aras de hacerle unas consultas y pedirle opiniones, pero que prefería evitar molestarlo directamente durante horas de ensayo o grabación. Al final, Yuu le contó que se hallaban en la etapa de finiquitar todo lo relativo al lanzamiento y promoción del nuevo disco, por lo cual en esos días ya no les correspondía ensayar, pero sí asistir a extendidas reuniones que, por lo general, terminaban tarde.

-No sé qué carajos hago aquí… acompañándote en este disparate.- Soltó el de más edad, apenas el chico aparcó su auto detrás del complejo habitacional.

Ambos iban vestidos con la misma ropa que tenían cuando se encontraron. Rei, como sabía que estaría en labores de estudio la mayor parte del tiempo, había elegido para ese día un jeans descolorido y una simple camiseta negra.

Jojo volteó a mirarlo con hastío. Con un gesto como si dijera: “¿aquí vas de nuevo con eso? Creí que ya lo habíamos hablado”.

-Tú no me caes bien, ¿entiendes?- Explicó Igarashi. –Lo único que nos une es que ambos hacemos música dentro de los parámetros de este movimiento, y nuestra amistad con Wajow-kun. Nada más. Yo, técnicamente, te odio.-

Esperablemente, tal parlamento hizo que el de melena bicolor se sonriera.

-Tú no me odias. Me tienes envidia, que es diferente.- Acto seguido, le lanzó al otro una mirada pícara, cuya intención remarcaron sus ojos fuertemente maquillados. –Y la razón de eso es el tercer motivo que nos une, y que se te olvidó nombrar.- El de Hokkaido apuntó con su dedo índice hacia el reproductor de música de su auto. –El tipo este del corsé.-

Semejante razonamiento fue suficiente para finalizar la discusión.

El rubio se bajó del auto, caminó unos pasos y se posicionó detrás del vehículo, esperando al más joven para que abriera el maletero. Una vez que este lo hizo, le indicó al de cabello corto que tomara una pequeña pero pesada valija, la cual contenía las herramientas básicas del coche.

-¿Seguro… que con esto será suficiente?- Preguntó un incómodo Igarashi, mirando a todos lados. –Me siento como un maldito ladrón…-

-Qué exagerado.- Bromeó el otro, y después cerró el baúl. –Si no le vamos a robar pero ni una cuchara[2]. Y sí, es suficiente con lo que hay ahí. Ya verás.-

Jojo pretendió seguir su camino hacia la entrada lateral del complejo, pero percibió que el mayor no le seguía. Así que se detuvo y lo interpeló.

-¿Y ahora qué pasa?- Inquirió, mas no fue necesario esperar réplica.  –Oye, no estés tan nervioso. ¿Quieres un cigarrillo?-

El de melena bicolor acompañó su ofrecimiento con un gesto que daba a entender que tenía los tabacos en su bolsillo, a lo que el otro asintió con la cabeza. Entonces, Joshua se acercó.

-Toma.- Le dio uno de los pitillos y luego sacó otro para sí mismo, repitiendo el procedimiento con el mechero. –Tranquilízate; no va a pasar nada terrible. Sí, vamos a entrar a casa de Gara-sama sin su permiso, forzando un poco la puerta… pero nada más. Respecto de lo otro, se va a sorprender de vernos ahí, eso es claro.- Rei clavó en él su severo atisbo al tiempo que daba la primera calada. –De acuerdo, se va sorprender… mucho. Probablemente se enoje. Pero aunque esto es muy inusual, no somos totalmente desconocidos. Y después… nos encargaremos de hacerlo feliz…-

El rubio, después de unos momentos, solo suspiró.

-Tienes razón, idiota. A veces me encantaría ser tan descarado como tú.-

Para Joestar, aquello sin ninguna duda había sido un halago.

-Pues esta es la oportunidad para que lo intentes. ¡Andando!-

Haber decidido no ponerse ropa distinta, y mucho menos algo tan llamativo como monos de un solo color –preferentemente oscuro- y accesorios para cubrir sus rostros o cabellos realmente era pasar desapercibidos ante los vecinos o cualquier otra persona que pudiera verlos ahí. Después de todo, la gente de ese complejo estaría relativamente acostumbrada a ver hombres maquillados, con peinados raros, cabellos de colores y faldas porque, si bien el vocalista de Merry no necesariamente calzaba en todas esas categorías, solía reunirse con sus amigos del medio en casa. Su baterista, solo por nombrar a alguien realmente cercano, sí que seguía portando orgullosamente aquellos estandartes de la movida.

Ambos cantantes subieron las escaleras y se dirigieron a la puerta con el número correcto, delante de la cual se detuvieron una vez que comprobaron que no hubiera nadie cerca. Rei depositó en el suelo la valijita que llevaba consigo y después miró a Jojo.

-Muy bien… Ahora, observa.- Habló el más joven en un susurro mientras se inclinaba.

El de Hokkaido abrió la maleta cuidadosamente y extrajo de ella una palanca que, si bien no era enorme, se veía pesada. La manipuló para colocarla entre la puerta y el marco, a la altura del pestillo, y una vez ahí la empujó para hacerla entrar en el cerradero. Al ser el punto exacto de contacto, el pestillo cedió fácilmente, y como el procedimiento se llevara a cabo con la fuerza justa, el marco no sufrió daño alguno. Tras un leve sonido, la puerta pudo ser abierta con solo empujarla.

Igarashi estaba boquiabierto, con los ojos como platos y casi sin poder pestañear por el poco tiempo que aquello le había llevado al menor. En resumen: asombradísimo.

-Tu próxima línea será: “¿Cómo demonios hiciste eso, Jojo?”-

-¿Cómo demon…? Ah, mierda.- El rubio de inmediato cayó en cuenta del truco, e irremediablemente sonrió. Luego se agachó para tomar la valijita, y apenas se incorporó empujó al otro con su cuerpo, pues todavía se encontraba muy nervioso y temía que alguien los viera. –Sí que eres pesado, caray. Ya, métete de una vez.-

Una vez dentro y apenas escuchó que la puerta en efecto se había cerrado, Igarashi pudo respirar un poco más tranquilo. El vocalista de The Gallo, por su parte, tentó la pared para dar con el apagador, el cual accionó de inmediato. La que se encendió fue la lámpara central de techo.

-¿Se puede saber… dónde aprendiste a hacer eso?- Interrogó el pelicorto, aunque anticipando que probablemente el otro lo ignoraría o argumentaría cualquier evasiva.

-Hay muchas cosas que todavía no sabes sobre mí, mi querido Rei.- Dijo el menor, alejándose de la puerta para adentrarse en el comedor e inspeccionarlo: este, a su vez conectaba con la sala de estar en un solo aposento. –Esa es una de ellas.-

La luz había revelado una estancia principal mucho más amplia en comparación con el que solía ser el tamaño promedio de los departamentos en la ciudad. Dichas dimensiones podían encontrarse a las afueras de la zona habitacional más concurrida, pero eran difíciles de imaginar en una localidad como en la que estaban. Por esa razón fue que ambos vocalistas se quedaron observándolo todo en silencio durante unos segundos.

El interior del departamento no podía calificarse de lujoso, si bien era sobrio y elegante. Parecía estar armonizado bajo la consigna de “poco, pero justo y a tono”, lo cual esperablemente captó la atención de los músicos menores, pues ninguno de ellos se adscribía estrictamente a esa tendencia. Jojo era recargado, abigarrado y extravagante; mientras que Rei, si bien estaba de acuerdo en parte con la filosofía de que menos es más, resultaba mucho más desprolijo y relajado.

El rubio estaba mirando los adornos de los estantes cuando en eso advirtió que el menor había ido hacia la cocina, y que revisaba los cajones de lo que parecía ser la cubertería.

-¿Tienes hambre… de nuevo?- Preguntó de mal modo, aunque con un dejo de cautela luego de que advirtiera que Joshua examinaba de cerca los grandes cuchillos.

Como si se recordara a sí mismo que casi no conocía al desquiciado exhibicionista de las diez o doce perforaciones en la cara, con el cual había decidido embarcarse en semejante empresa.

-Sí. Mucha.- Respondió el de melena bicolor con un tono indescifrable. Luego volteó hacia el mayor, encontrando en su cara la esperada sombra de palidez. -¡Pero para eso tengo chocolate!-

Y posteriormente a soltar el cuchillo sobre la mesada de granito –cuyo estrépito hizo dar un respingo a Igarashi- sacó de sus apretados bolsillos una barra del mencionado dulce y se acercó a la sala sonriendo, dejándose caer después en un sillón.

-Ugh. De veras que a veces no sé qué pensar de ti…-

Pero el menor solo se dedicó a comer su chocolate.

-¿Quieres?-

-No, gracias.- Rei devolvió su mirada a las inmediaciones. –Estaba pensando… ¿qué haremos mientras él llega?-

-Podríamos preparar la cena. ¿Sabes cocinar?- Inquirió el de Hokkaido, subiendo los pies al descansabrazos del sofá para ponerse más cómodo.

-Ehh… No. Bueno, sí. Más o menos.- El rubio se incomodó relativamente al ver al más chico hacer eso, si bien se contuvo de decirle algo para no parecer gruñón. –Pero no tengo la confianza suficiente para hacerlo en casa de otra persona. Y menos para prepararle algo tan improvisado… a alguien así…-

-De acuerdo. En ese caso, podemos hablar solamente.- El ex The Skull Fuck Revolvers se detuvo para fijar sus ojos en la golosina, mientras le quitaba parte del envoltorio de aluminio. –Dime una cosa, Rei… ¿por qué eres tan fan de Gara-sama?-

El cantante de Marco frunció el ceño y apretó los labios. Además de todo de lo que se había ido dando cuenta, Joshua resultó un perfecto entrometido.

-¿Qué te hace pensar que quiero hablar de eso contigo?- Soltó, con brusquedad. -De lo que sí deberíamos conversar es sobre qué carajo le vamos a decir cuando llegue y nos encuentre aquí…-

-¿El hecho de que es probable que con nadie más puedas sincerarte de una manera en verdad honesta, por miedo a que secretamente te juzguen?- El de cabellera bicolor, tras ignorar la sugerencia del pelicorto, alzó una ceja para acompañar su réplica. –Me interesa saberlo porque tú eres mayor que yo, y es posible que tengas una edad parecida a la de Makoto-senpai. Lo cual es curioso porque eso casi nunca sucede…- Dicho aquello, Joestar bajó los pies del mueble y se acomodó en él de la manera convencional. –En mi caso, tengo varios ídolos. Ya todo el mundo se imaginará mi devoción y agradecimiento hacia Araki-sensei[3], pero naturalmente, la cosa no queda ahí.-

Rei decidió tomar asiento en uno de los sillones libres: total, no había nada más que hacer, y de repente, el parloteo del otro cantante empezaba a cobrar algo de sentido. Inconscientemente, le intrigaba saber qué iría a decir el menor sobre Asada, o cuál era la imagen que este tenía a sus ojos.

Jojo se levantó del sofá y, todavía con algo de chocolate en la mano, empezó a recorrer lentamente la sala mientras hablaba.

-También están mis referentes en la música, de los cuales hay algunos japoneses y otros, occidentales. Y conforme vamos especificando el asunto… Gara-sama se convierte en uno de los más importantes y cercanos…-

En ese punto, Joshua se había posicionado casi detrás del sillón donde estaba el rubio.

-De acuerdo, pero… ¿qué significa para ti en concreto?- Interrogó el pelicorto. -¿Qué lo diferencia de Araki-san o de cualquier otro? Y todavía más importante… ¿qué carajos te hizo concebir este plan descabellado y arrastrarme a mí en él?...-

El vocalista de menor edad llevó sus dedos embarrados de chocolate derretido al rostro de Igarashi: específicamente, hasta sus labios, subiendo por los costados de su definida mandíbula y embadurnándole las mejillas y comisuras.

-Que ningún otro me gusta tanto como para que desee revolcarme con él hasta que no haya un mañana…-

El atrevimiento provocó que el del tatuaje de la hannya se estremeciera. Apenas pudo reponerse, se volteó y se levantó casi que de un salto, con los ojos totalmente abiertos y la mano en la mejilla.

-¿¡Qué mierda haces, tarado!?- Gritó, mirando con asco sus propios dedos embarrados del oscuro dulce. –¡Al carajo contigo! ¡Te juro que te mato si te vuelves a acercar a mí de esa manera!-

A pesar de su reacción, resultaba complicado para el cantante identificar qué cosa era la que en realidad lo había enfurecido: sabiendo, como en efecto sabía y había comprobado ya, que Joshua no tenía reparos en decir lo que fuera en términos de obscenidades. ¿Era acaso que no soportaba que nadie hablara en su cara sobre faltarle el respeto a su ídolo como si de una ramera se tratara? O tal vez, y remotamente, lo en verdad perturbador era el contacto de alguien a quien necesitaba tener lejos, lo más lejos posible, porque con sólo lo avistado resultaba claro que de tenerle cerca, sería imposible dejarle ir... sin haberle avasallado lo suficiente…  

Cuando Joestar –quien por supuesto estaba muy tranquilo y se dedicó a lamerse los dedos mientras Igarashi lo increpaba- iba a abrir la boca para responder, se escuchó la puerta girar sobre sus goznes.

Había llegado el dueño de la casa.

-¿Jojo-kun?-

Ahí estaba el castaño vocalista con semblante de absoluta extrañeza, la mano en el pomo y un tono que delataba lo inverosímil que se le hacía semejante cuadro al interior de su piso. El de Gunma vestía unos vaqueros grises, botas de caña alta y una camisa a cuadros negros y rojos.

-¿Pero qué… qué haces aquí?- Pocos segundos después, volteó hacia el rubio. –Y tú eres… ¿Rei Igarashi, de Marco?- Al pronunciar aquel nombre, el entrecejo de Asada se arrugó. El mayor de los tres dio un paso al frente y sus ojos se abrieron violentamente. -¿¡Me quieren decir qué demonios hacen en mi casa, y cómo coño fue que entraron!?-

El enojo anterior que había manifestado el rubio mutó en absoluta vergüenza y deseos de salir corriendo de ahí, al tiempo que lamentaba profundamente que esa, que era la primera vez en que oía de labios de su ídolo su nombre y el de su banda, tuviera que ser en semejantes circunstancias. Maquinalmente miró hacia la puerta y luego dirigió la vista hacia el cantante de The Gallo, quien con un gesto le dio a entender que ni loco se le ocurriera abandonarle ahí. Que a eso habían ido juntos, y juntos tendrían que afrontar las consecuencias.

Rei intentó darse ánimos a pesar de los nervios, pensando en lo irónico que sería que fuera él precisamente quien acabara usando la técnica secreta de la familia Joestar.

Ante la falta de respuesta de los menores, el dueño del piso se cabreó todavía más y azotó de un manotazo la puerta.

-¡Les estoy hablando! ¡Contesten!-

-Ga-gara…sama… Ehhh…. Yo… N-nosotros…-

Con los ojos abiertos de par en par y más blanco que un papel, Igarashi miró al de melena bicolor, rogando internamente que la histriónica charlatanería ajena lograra sacarlos de ese terrible apuro. Jojo no se veía tan asustado como él, pero sin duda estaría sobresaltado por la manera imprevista y atropellada en que se presentó aquel encuentro.

De pronto, el más joven de todos suspiró y colocó las manos en su cintura.

-Vinimos a hacerle una pequeña visita… como los lindos fanboys que somos.- Dijo, encogiéndose de hombros y levantando las manos hacia los lados después, para rematar con una sonrisita tonta y convenenciera.

-¡Todo fue idea de Jojo!- Acusó el rubio de inmediato mientras señalaba al de Hokkaido, temiendo las consecuencias de la estúpida justificación que el otro acababa de dar. La cual, por cierto, era bastante certera.

Makoto se pasó la mano por la cara.

-¿Se puede saber… qué edad tienen ustedes?...-  

-Oh, bueno, el mes que viene cumplo trein…-

-¡Joshua, TÚ CIERRA EL PICO EN ESTE MISMO INSTANTE!- Ante la terrible orden, dada en un tono que mágicamente hizo desaparecer cualquier intención de siquiera rechistar, ambos intrusos se mordieron los labios con miedo. -¿¡Y cómo mierda me sales con que “venían a hacer una visita”!? ¡Eso se llama vil y vulgar invasión de la propiedad privada, y saben muy bien que puedo llamar a la policía y armarles un escándalo por haber hecho una cosa así!-

Entonces, a Joestar sí que se le borró hasta el indicio de sonrisa y –mirando intermitentemente a Rei y a Asada- desesperado, juntó las manos.

-¡No, no! ¡Por favor, senpai: todo menos eso!- Al decir aquello, se inclinaba repetidamente para rogar. Igarashi no podía creer lo que estaba presenciando. -¡Sería terrible para el prestigio de nuestras bandas, para nuestras carreras! ¡Por favor, sea clemente y perdone nuestra insolencia! ¡Le juramos que jamás volverá a suceder una cosa siquiera parecida!-

Pero Gara no parecía aplacarse, y más bien fue como si ver las súplicas del más chico de sus kouhai lo enojara aún más. Entonces, se volteó hacia el rubio.

-¡Ey, tú, Rei!- Al escuchar la demanda, el interpelado se estremeció. –Dime cómo cuerno entraron aquí, ¿¡cómo le hicieron!? ¡Y cuidadito con mentirme!- 

-A-a-abrimos…-Inició el cantante de Marco, balbuceando. Luego habló, aunque más maquinalmente que otra cosa, a causa de la inquietante impresión que sentía. –Jojo-kun abrió… ¡con una palanca! ¡Una de las palancas que estaban entre las herramientas de su coche!-

-¡Con que una palanca, eh!- El castaño rápidamente inspeccionó los alrededores con la vista, notando la valijita que los descuidados menores dejaron cerca del estante adyacente a la puerta, el cual contenía los zapatos y pantuflas. Sobre, esta, sin siquiera mostrar señales de que se la hubiera querido guardar, sobresalía la famosa herramienta. –¡Esa debe ser la porquería!- Exclamó el cantante de Merry. Luego fue hacia el sitio y tomó el utensilio en sus manos. –Ya vas a ver…-

Y con toda la furia que sentía y el instrumento en la diestra, se le abalanzó al de los numerosos piercings y le tomó de la cabellera por detrás de la cabeza con brutalidad, arrancándole un quejido. Rei estaba siendo presa de una espantosa taquicardia, amén de que sentía que los ojos se le iban a desorbitar, pues jamás en su vida se imaginó que su tan querido y admirado ídolo pudiese ser una persona tan violenta.

-Gara-sama… ¡no!- Rogó el más joven, haciendo su mejor esfuerzo por soportar el dolor del tirón. -¡No, por favor!-

-¡Gara-sama…! ¡Asada-senpai, ya basta!- Suplicó Igarashi, aunque demandante. Su ceño se frunció al tiempo que apretaba los puños y hacía su mejor esfuerzo por no ir hacia adelante. -¡Suéltelo, déjelo ir! Por dios, ¿¡qué es lo que pretende hacer!?-

Makoto lo miró con ojos enfurecidos.

-¿Cómo que qué pretendo?- La pregunta fue casi lanzada con odio. -¡Pues darle su merecido a este descarado abusivo, que cree que porque lo invitamos a grabar con nosotros un par de veces, ya puede hacer lo que se le venga en gana!-

La desesperación del pelicorto era abrumadora. Encima de la enorme decepción que sentía que se había llevado tras conocer la verdadera forma de ser de aquel a quien tanto respetaba y admiraba, se veía impelido a interceder por el despreciado colega que lo metió en tan espantoso embrollo. Pero es que su animadversión tampoco llegaba a ser suficiente como para que le deseara el mal al vocalista de The Gallo.

-¡Pero, por favor! ¿Que no puede ser más razonable?- Replicó, intentando moderar sus palabras a pesar de todo. Total, consideraba que lo que sobre el de Gunma tuviera que decir un admirador con relativa fama pero ignorado por tanto tiempo, le sería insignificante a aquel. -Ya entendimos que hicimos las cosas mal, y le juro que nos morimos de vergüenza a causa de ello. Pero sea lo suficientemente civilizado como para aceptar nuestras disculpas y dejarnos ir. ¡No hemos dañado ni tomado nada de su propiedad! ¡Si apenas llevamos unos diez o quince minutos aquí!…-

Momentáneamente, pareció como si el duro reclamo del rubio hubiese hecho efecto, pues el mayor bajó la mano que sostenía la herramienta. Empero, cuando dio la impresión de que iba a suavizar el brusco agarre en la melena de Joshua, lo que hizo fue torcer la muñeca y aferrarse más al ondulado cabello.

El de Hokkaido soltó un gruñido de dolor.

-Lo siento, Igarashi, pero esta es mi casa y por lo tanto, son mis reglas.- La mirada fría y exenta de cualquier tipo de empatía se sintió como un cruel látigo para el desafortunado seguidor. -Así que dime… ¿Es que acaso quieres tomar el lugar de Jojo-kun? Sólo me abstendré de golpearlo con esta palanca si tú te ofreces en vez de él…-

Ese jodido sujeto tenía que estar demente.

El cantante del tatuaje de la hannya comenzó a inspirar violentamente por la nariz, para –a los segundos- acabar resollando por la boca. No sabía qué demonios hacer ante tan atroz propuesta, y le parecía que sin duda todo lo vivido hasta el momento, desde que su senpai arribó, había sido una pesadilla. Jadeando, miraba la cara de angustia del de Hokkaido, y por más que creía que en cualquier otro momento habría disfrutado hasta cierto punto la situación del latoso infeliz, lo cierto es que estaba muy acongojado por lo que iría a sucederle.

Ya fuera porque se sentía responsable al ser mayor y a pesar de eso no haber frenado la descabellada iniciativa, o en virtud de aquellos momentos previos en que tuvo la impresión de que Jojo no era una mala persona al preocuparse por cómo se sentía y ofrecerle de sus cosas, Rei dio un paso al frente.

-¡De acuerdo!- Exclamó con voz fiera, pero bajando la mirada con resentimiento. –Está bien; déjelo ir. Yo tomaré su lugar…-

-Muy bien…-

Gara liberó a Joestar, quien inmediatamente se alejó de él con semblante espantado. Luego se llevó las manos a la cabeza para masajearse un poco el cráneo tras el inclemente agarre en su cuero cabelludo.

-Rei-kun… ¡no!-

-¡Tú te callas, carajo!- Volvió a reconvenirle Asada, blandiendo la pesada palanca, amenazante. –Te callas y te quedas, para que aprendas lo que les sucede a los que se las dan de listos conmigo y planean estupideces…-

Igarashi se acercó al castaño músico con la mirada baja, pues lo que menos deseaba en esos instantes era verlo a la cara. Su profunda decepción resultaba tan dolorosa que en lo único que pensaba era en salir de ahí y olvidarse para siempre de Gara, de Merry, de Jojo y no estaba seguro si hasta de la música por un tiempo indefinido. Tendría que pensárselo.

-Ya estoy aquí.-

-Arrodíllate.-

El pelicorto suspiró pesadamente y, después de unos instantes, hizo como le decía el mayor. Aquello era tan humillante y decepcionante a la vez, que solo atinó a cerrar los ojos para procurar que el maldito momento pasara rápido.

Para poder despertar de la pesadilla y, que al abrirlos, estuviese en su casa y Gara hubiera desaparecido hasta de su memoria.

 


[1] La (máscara) hannya es utilizada en el Teatro Noh y representa a un demonio femenino celoso. El vocalista de Marco tiene un tatuaje con este diseño en la parte superior de su brazo derecho.

[2] La imaginería de The Gallo, aparte de con gallos y magia, está muy relacionada también con cubiertos y platos. Así que la alusión no es tan vana como podría parecer.

[3] Hirohiko Araki es un mangaka japonés, creador entre otras obras de JoJo’s Bizarre Adventure. Un shonen/seinen con muchísimos fanáticos dentro y fuera de Japón; entre ellos, por supuesto, el más joven de los protagonistas de este relato.

Notas finales:

¿Y bien? Espero que la alusión del principio junto con el epígrafe les hayan generado al menos una ligera sospecha sobre que no todo serían puras bufonadas de Jojo y simpáticas quejas por parte de un hastiado Rei, aunque obvio que valía reírse si el momento así lo requería.

Para no variar, y en este relato con bastante más razón, hay por ahí salpicadas algunas referencias a JJBA que el amable e iniciado lector sabrá identificar, y que sinceramente espero que hayan sido de su agrado. Ciertamente, en algún momento me planteé hacer de esta historia un pequeño arco paródico/tributo del Jojo vishualero, pero dado que Joshua en realidad no es el protagonista de este fic -o al menos es claro que la narración no está focalizada en él- la idea no se concretó, y preferir usar los recursos de su banda para ilustrar y caracterizar la mayoría de cosas. Aun así, es probable que este Preludio sí pueda ser tenido como la JoJo’s Visual Adventure: Corset Crusaders al menos de manera no oficial, que para rematar con lo atípico, está centrada en el jojobro XD

Hoy, 5 de junio de 2018 y fecha de cumpleaños de JoJo Gallo –ya que no llegué a tiempo con la de Rei (lol)- damos inicio a esta publicación.

¡Nos vemos en una semanita, y ojalá les haya gustado! :D


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