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Segundas Oportunidades por Aryam

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Notas del fanfic:

¡¿Qué tal?!

Hace millones de años que no escribo de esta pareja, así que espero les guste y le den una oportunidad. Lo interesante pasa a través de los capítulos, los que no serán mucho. 

Es un tree-short –entre comillas –y voy con el segúndo capítulo.  

 

Notas del capitulo:

Declaimer: Los personajes del universo Naruto no me pertenece, sino a su creador Kishimoto.

Prólogo.

 

Sus manos acariciaban con calma aquel níveo y firme cuerpo, desde sus hombros hacia su pecho y bajando por ese vientre plano, sin contener el morder entre besos su piel por el camino que estaba tomando y dejar cualquier expectativa para volver a esos labios, saboreando estos en un beso hambriento por dominio.

– Dame… algo de aire.

Tomó distancia por petición ajena y uso esos segundos para contemplar al chico que tenía en su cama, de unos diez años menor, que después de calmar la respiración y tener las mejillas ardiendo acalorado, vuelve a besarle, recibiendo gustoso su boca, cuerpo, las caricias tras la nuca de los cabellos, todo. Lo necesario para manifestar que no lo soltaría y él menos pensaba hacer lo contrario, no a sus treinta años.

Estaba tan duro, ansiando al otro, que ya no sabía quién era el hormonado entre los dos –todo dicho sea por las bromas que suele decirle al otro– y parecía ser que su amante lo sabía, teniéndolo de un momento a otro entre las piernas y con su boca engullendo su miembro.

– Ah, nunca me cansaría de tu boca.

Gruño; tomando su cabeza por los cabellos grises para marcarle el ritmo y disfrutando la placentera sensación del calor junto a la humedad de su boca, agregando lo bien que se sentían las caricias de la lengua al pasearse por la extensión de carne.

– Kakashi… 

Y no aguantar más, corriéndose en su interior, viendo algo nublado por el clímax al menor limpiarse los labios con la mano como tragar la esencia y devolverle la mirada de forma insinuante. Retomando la cercanía con sus labios, probando el sabor propio en los ajenos y tan conocidos.

¿Qué estaba mal con él?

– ¿Aún puedes aguantar? –Consultó con una calma extraña su amante y lo trajo a la realidad, dando una mirada rápida al pene de este, sonriendo al contemplar su erección. La diestra fue la respuesta envolviendo su pene.

– ¿Qué crees tú? –El menor cerró los ojos y suspiró, entreabriendo estos después antes de sonreír.

– ¿Uh? Que me des… como cajón que no cierra.

Muerde su cuello al oír eso, con las comisuras de los labios tensas por la sonrisa que no pensaba borrarse. – Deberías dejar de leer esa pornografía barata.

– Hey, no te ah… metas con mis libros.

 

Las risas fueron por parte de ambos, acostumbrados a las burlas aún en momentos como esos –y que eran mejor que estar peleando–, besándose y ser uno,  llenando aquella habitación de sonidos.

 

El privilegio de las segundas oportunidades.

 

_____________________________________________________________

 

Capítulo 1.

 

¿Qué pensarías si después de la muerte y teniendo otra oportunidad de vivir, recuerdas lentamente cada cosa de una vida que ya fue?

Obito vivió bajo ese estilo de vida, la cual creía que todo finalizaba una vez muerto y con Rin a su lado, pero una vez abrió los ojos, respiró, hablo… creció; se fue percatando que había algo extraño. Sintiéndose bajo la lupa y parte de las piezas que no encajan en un puzle, uno que empezó a armar lentamente ante cada recuerdo que llegaba a su mente desde su tierna infancia y evitando caer en la locura o el pánico.

Al crecer en una familia normal y sencilla, sus primeras memorias vinieron con sus padres, que con solo diez años descubrió quienes eran de su pasado. Asombroso o no, fue fácil para él vivir con ellos por el amor que le tenían y porque le resultaba gracioso, sobre todo si luchó con ellos: Sasuke  de padre y Naruto de madre con cuerpo de mujer. Lástima que toda diversión culminó cuando tuvieron su segundo hijo y de ahí nació Itachi, el que se notó el interés de su padre Sasuke por él de forma inmediata. Por suerte, Naruto era lo bastante cercana con él para no llegarse a sentirse mal y sentirse apartado.

De ahí su vida fue eso, ver personas que una vez conoció y otras no, disfrutando de una segunda oportunidad ante lo gracioso que podía llegar a ser.

Su único lamento fue encontrar a su amada Rin, esa amiga que tanto apreciaba después de la muerte y  que era su amor, fuese su profesora en la primaria a sus trece años de edad, quedando en shock. Aun así, fue muy atento con ella y le ayudaba en cuanto estuviese a su alcance a hacerlo, buscando transmitir sus sentimientos de ese modo al tener claro que nunca lograrían ser algo más, quizás la siguiente vida. Quién sabe.

Ya en la adolescencia y la juventud, encontró a cada integrante de Akatsuki, algunos ninjas de otros lugares que en el paso pelearon con él, preguntándose si su maestro y Kushina-san estarían al otro lado del mundo, porque no eran sus abuelos. Sin olvidar a Kakashi, el idiota de su amigo que no hacía presencia también, dudando ya al crecer el verlo. 

 

Con veinte y cuatro años conoció a una chica llamada Shion, la cual se llevaron bien en primera instancia. Era linda, seductora y encantadora, con mucha personalidad. Comentando sus sueños de mujer independiente, porque no quería ser sacerdotisa como la mayoría de las mujeres de su familia y a él eso le cautivo, además de su risa contagiosa, las bromas que soltaba que hacían que se doblara de la risa. Empezando a salir, conocerse más y terminar prendado por alguien que no era Rin, lo que le acarreó varias confusiones antes de decidirse por empezar una relación seria con Shion y casarse. Conviviendo a su lado tres años, ya egresado de la carrera e integrándose a ayudar al trabajo familiar de su padre y su abuelo, Madara. Un viejo bastante quejón que gustaba de jugarle malos ratos, pidiendo a la vida que ya se lo llevará al no soportarlo – mucho había sido tener una experiencia con él.

Fue así que su existencia estuvo llena de esos momentos fundamentales que en su vida pasada no tuvo; desde el amor de familia, hasta de logros que no incluían tener que sacarse un ojo o medio morir por ideales empujados por la pérdida o la locura, teniendo al final alguien que lo amara y formar una familia, o eso pensó. Porque luego del nacimiento de su hijo que llamó Minato  –muy idéntico a su maestro, pero en miniatura y suponiendo que se debía a los genes de su madre–  ya su vida no fue la misma. Shion luego del parto, comenzó a sufrir de depresión y lo arrastró a él en ese proceso, teniendo que divorciarse por su bien como el de su hijo, creyendo que así ella le daría cabida a su vida al menor al poseer más espacio, consiguiendo nada más que se alejara definitivamente. 

“Lo siento, yo realmente no quería esto y extraño mi libertad.” Expresó su exesposa en una pequeña nota, llevando su ropa y objetos personales de ella. 

Más que doloroso esos cinco años, fueron unos llenos de enfado y molestia, esa que todos podían sentir a la distancia sin estar él presente; opacándose con el tiempo, si no es que querían joderlo. Ni Rin, podía dar su vida a ello, habría hecho tal cosa.

 

Ahora, ¿cómo había encontrado a Kakashi y terminar teniendo sexo con él? O, mejor dicho,  ¿qué le llevó a dar con él? ¿Qué se le había metido en la cabeza la sola idea de besarle?

 

Aquel mundo que había caído, ya no eran de ninjas y sí, había un abanico de actividades diferentes por hacer, eligiendo  ser publicista y se encarga de ello en la empresa familiar – el clan– Uchiha. No es que le agrade mucho, pero se tiene algunos privilegios como el no llegar tan temprano o ir solo a juntas, si deseaba –en ocasiones, al menos que fueran primordiales –, con tal de cerrarle la boca al viejo Madara. Lo peor se lo llevaba Itachi, el genio que le gusta las cosas complicadas y tratar con tiburones dispuestos a ir por las cabezas de la presidencia, que no son parientes de Kisame. Sí, mal chiste.

Fue una noche donde no podía faltar como anfitrión de una fiesta de la empresa –al ser el de la idea– y no podía dejar a Minato solo, menos con Naruko que también andaría allá. Así que buscó por el internet y dio con una empresa que daba el mejor servicio de niñeras a clientes exclusivos, que sin ser uno se decidió por serlo. El pago había sido lo de menos, tal vez pudo haberse ahorrado el dinero al hallar otro familiar, pero al leer los tipos de niñeros que habían disponible a esas horas y el cuidado que el servicio presentaba, no le iba mal; además de que descubrió el nombre “Kakashi” entre varios jóvenes para escoger. Dio “click” en ese niñero a ver cómo le iría, creyendo que sería mucha coincidencia que entre tantos Kakashi’s en el mundo, se topara con su viejo rival; no obstante,  pronto descubriría que el mundo es un pañuelo.

 

En su departamento que tenía casi cerca de la capital de Osaka, se ubicaba. Y ahí se le apreciaba intentando arreglarse la maldita corbata mientras tenía tiempo y el niñero no llegaba, sintiendo alivio que Minato fuese tranquilo para no ponerse a llorar por no jugar con él (mostrando sus Transformers), sino que al ver que se encontraba ocupado le dio por ir jugar a sus aires al negarse. A veces se preguntaba si sabía quién era, más este le atrapaba viendo y sonreía, apartando sus pensamientos por la plenitud de su hijo. – “Es demasiado enano para darse cuenta” – se decía.

El timbre sonó y fue a abrir la puerta, quedando en shock al toparse de lleno con quien pensó nunca vería frente a su puerta, un joven de 19 años –lo sabía por la información que leyó de la página del servicio – con la misma apariencia de Kakashi. ¡Puf! ¿Qué apariencia? Era el mismo Hatake con apariencia de adolescente entrando en edad adulta y eso. Complexión delgada, usando ropa cómoda e informal de colores oscuros, junto a un cubre bocas y una altura de cinco centímetros menos a su lado, que tan metido estaba al teléfono móvil no se fijó en la cara que puso.  

 

– ¿Residencia… de Namikaze Obito? –Escuchó la voz neutra del menor, percatándose que al parecer leía la información en su móvil y por eso no le dedicaba la mirada. Frunció el ceño Obito, sintiéndose irritado de la nada y salir del asombro, cruzando de brazos.

– Así es –Mira la hora en una pared, sin poder tener que quejarse de la hora. Fue puntual, pero –  ¿Qué mala educación es esa de no ver a los ojos? ¿Vienes de baby brothers?– siempre tenía de qué discrepar, sonriendo altanero y el menor alza la cabeza, parpadeando al verlo.

– Lo siento y sí. –Inclina levemente la cabeza en señal de saludo, pasando una mano tras los cabellos después. – Solo quería confirmar lo que decía la ficha donde usted acepta mis servicios.  Kakashi, un gusto.

– ¿Es acaso una excusa? – Arquea una ceja. Claramente no le cree nada y, como ya es costumbre en humor mostrar desprecio o enfado, se aparta mientras camina al interior del departamento, dudando qué hacer ante la presencia de su ex-rival ahí. – Cierra la puerta y ven conmigo, tengo a alguien que presentarte.

– Eh, sí… – Le oye musitar y caminar tras él, notando sus ojos tras la espalda, hasta que llegan al cuarto de su hijo. – Minato, su hijo, ¿no es así?

– Exacto. – Asiente con un movimiento de cabeza, cambiando su rostro al ir donde el mencionado que jugaba en el piso y no puso queja alguna al ser cargado, volviendo la mirada firme a Kakashi. – Tiene cuatro años, no suele hablar mucho.

De Kakashi apenas puede saber que está a gusto con el menor porque ve sus ojos, raramente, sonreírle a Minato y en su interior le decía que tal vez tendrían gran empatía, sobre todo si el menor estiraba la mano por más cercanía con el niñero.

– Acércate, mi hijo no muerde, niño. – Molesta al otro, que parece despertar e ir hacia ellos, enlazando unos dedos con Minato.

– Es lindo. –Alude el comentario Kakashi, respondiendo mejor a la sensación que le da su hijo. Aceptando aquello para sus adentros. – Será un gusto cuidar de ti, Minato-chan~

Obito no contiene girar los ojos, pasando sin mucha ceremonia su hijo en brazos de Kakashi.

– Como sea, este es el cuarto de Minato. Puedes estar acá por él, ir a la cocina, el baño o la sala, pero no ir a las otras recamaras. ¿Está entendido?

– Más que claro… –Le ve asentir y después oye sus pisadas cuando vuelve a la sala, suponiendo que fue tras de él. – Una de las reglas de mi trabajo es no inmiscuirme en la vida privada de mis clientes y limitarme a cumplir el servicio que contrató.

– Ugh… – Casi le dio migraña al oírle hablar como un robot intentando ser simpático, logrando completamente lo contrario. Por otro lado, una de las cosas que lo motivó a tener el servicio, era por lo mismo y no quería a nadie inculcando en la recamara o dejarle sin nada en la nevera. – Genial. – Atina a decir, oyendo el móvil al fondo en la recamara y recordar que iba tarde, corriendo ante los ojos del niñero y su hijo por unas cosas, regresando luego con el aparato en la oreja. Su madre le llamaba insistente. 

– ¿Siempre es así?

La mirada vuelve al Kakashi de aquel mundo, oyendo un poco de lo que dice mientras su madre no deja de hablar y quejarse, descubriéndole conversarle a Minato.

– Me alegra volver a conocerte.

– “¿Volver a conocerte?” – Se dice para sus adentros sin entender a ese Kakashi que toma asiento en la sala, preguntándose si habría oído mal. Terminando por colgar el móvil e ir por una gabardina donde guarda la billetera junto las llaves, regresando con ellos. – Hey, Kakashi.

– ¿Diga? –Voltea el joven, ladeando la cabeza.

– Me voy, cualquier cosa que pase, me avisas.

– Lo tengo presente, la empresa me dio su número para casos de emergencia.

– Sí, lo sé… –Revuelve los cabellos de su hijo, sonriendo a este y borrando al mirar al otro, inseguro de ese Kakashi. –Pobre de ti o te la verás conmigo. No miento.

– Claro, tenga buena noche.

– Adiós. – Camina a la puerta, dudoso, que en cuanto toca la perilla de esta es detenido por un brazo y al girar, encarar con firmeza, esa que queda en nada cuando unas manos atrapan su corbata.

– Disculpe, pero su corbata. – La deshace y quita, mirando descolocado su actuar. – Se ve mejor sin ella y es más a la moda.

– Ah, sí… gracias. – Logra modular, dedicando una aturdida mirada antes de escapar por la puerta y dejar su cabeza en el departamento. Debía recordar la fiesta, sí la fiesta.

 

 

Desde ese día, Obito se estaba cuestionando que plan tejía su destino contra él con la llegada de Kakashi.

Notas finales:

¿Les gusto? ¿Quieren que siga?

¡Unos buenos reviews animarían mucho!

Acepto comentarios, apoyo y sugerencias.


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