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Amor Yaoi
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A los pies del heredero. por Cam Rams

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Notas del fanfic:

esta historia la estare subiendo a la par de otra; no es yaoi... 

me inspire de la misma, elpero les guste.

 

I

 

Año 2008, en unas de las ciudades de Turquía.

En una habitación donde se hallaban el living comedor y la cocina; una mujer se encontraba en cama, solo era un colchón viejo cubierto de telas maltratadas, respiraba agitada por la fiebre. Aun cuando su aspecto estaba demacrado por la enfermedad su hermosura era evidente… un niño de unos diez años entro con una botella de agua y medicina que ha ido a comprar.

 – ¡Mamá! –Se hinco en la orilla sacando las píldoras para disolverlas en un poco de agua en un vaso –traje la medicina, te pondrás bien –sonreía.

 La mujer le devolvía la sonrisa a su pequeño, levantando la mano y acarició el rostro de su niño, mira con añoranza su cabello y ojos.  

 –hijo mío… mi querido y pequeño hijo…

 –mamá bebe por favor.

La mujer lo hizo despacio rogando en cada sorbo poder soportar un poco más, unos años más.

 –Mi pequeño… escúchame, trae de mi cajón una bolsa de tela roja –el niño obedeció y fue buscado entre las cosas que habían en la habitación hasta que dio con ella y se la llevo.

 – ¿esta?

 –sí…  –se comenzó a enderezar.

 –Mamá debes estar acostada –le decía el niño, mas, ella no hacía caso.

 –Mi pequeño –tomo la bolsa, agitada, solo el sentarse le pedía un gran esfuerzo.

Por más que pidiera más tiempo, su cuerpo le decía que ya era el momento, de adentro de la bolsa saco un collar de perlas grandes y blancas separadas por unas en forma de colmillos cada cinco piedras de las treinta, mostrándoselo le dijo

–hijo, siempre lleva esto contigo, no te lo quites por nada en el mundo…

 – ¿Por qué mamá?

 –solo no lo hagas, te ayudara a encontrar tu destino… recuerda… el destino no siempre es amable… pero, debes enfrentarlo… para poder seguir, jamás… te dejes vencer  –lo colgó en el cuello del niño besando con todo su amor aquella pequeña frente tapada con los cabellos plateados y rebeldes, mientras él miraba extrañado el collar – ahora dormiré –se comenzó a recostar –porque no le cantas a tu madre… arrúllame como yo lo hacía contigo ¿recuerdas el poema?

 –sí, el de la princesa que se va del lado de su amado ¿verdad?

 –así es hijo mío… mi amado Inu Yasha.

La voz dulce del niño recitaba en arrullo placentero el poema enseñado por su madre.

–           “¿de qué me sirve esta bebida de la inmortalidad a mí, ahora que nunca nos volveremos a vernos de nuevo y gasto mis días derramando las suficientes lagrimas para flotar sobre su estela?…”

La mujer sonreía. Una de las perlas comenzó a cambiar de color al tiempo que ella comenzaba a cerrar los ojos “no puedo evitar que ocurra, este collar te ayudara a mantenerte vivo… solo espero no caigas. No me odies cariño mío; tus ojos lloraran lágrimas de sangre, tu corazón pedirá clemencia… no debes flaquear, no te dejes vencer mi pequeño y amado Inu Yasha…”. El niño al percatarse dejo de cantar. Se agacho cobijándola sonriente, parecía tan tranquila, beso su frente con cariño.

 –recupérate pronto mamá… me iré a trabajar.

Salió del remolque que hacía de su casa caminaba a una tienda de circo que ya llevaba un año asentado ahí y el actual dueño no deseaba salir del país. Inu Yasha al ver pasar frente a él a un chico, a unos cuantos metros un poco más alto que él corriendo

– ¡Hey, no debes estar aquí! ¡Espera! –Lo comenzó a seguir – ¡te digo que pares! –el chico se detuvo e iba a voltear.

 –Inu Yasha, debemos apurarnos o nos regañaran –un chico moreno dos año mayor que él lo hizo voltear al llamarlo.

 –Kouga, lo sé, solo que ese sujeto… –volteo apuntando molesto, pero no estaba, lo busco sin éxito – ¿dónde rayos se metió?

 –eso no importa es trabajo de los guardias… aunque yo no vi a nadie –lo tomo de la mano comenzando a irse – ¿Y ese collar?

 –Me lo dio mi madre –sonrió, eran pobre y él ocupaba el dinero en medicina para su madre, por lo que ese regalo lo iba a valorar y cuidar.              

 –es bonito, sobre todo la perla negra.

 – ¿negra?

Llegaron a dentro, las vio sorprendido de que la del medio estuviese de dicho color, intento limpiarla, pero nada, en cambió se dio cuenta de que tenía un extraño y hermoso brillo.

 –ya era hora, tienen que limpiar el escenario.

 –¡¡sí, señora!! –dijeron al unísono.

 –¡¡¡QUE NO SOY SEÑORA, MOCOSOS!!! –grito, pero, ellos ya habían corrido riéndose de ella.

 –siempre que se enoja se le ven las arrugas jajaja…

 –jajajaja… es verdad, Tsubaki puede ser solo cinco años mayor que yo, pero, se ve más vieja jajaja…

 –se cree mucho por ser una de los que sale en la función, yo algún día seré uno de los principales.

 –vaya, Inu Yasha… aspiras a alto…

 –no será “arto”

 –No, alto… los principales están en los columpios –apunto a lo alto de la carpa donde se hallaban los trapecios, de solo mirarlos le dio vértigo.

 –bueno, pero será cuando sea grande… y es lo que deseo, volar.

 –sí, claro –se burló y comenzó a limpiar el escenario.

 –No te burles –le lanzo el paño con el que debía limpiar los asientos cayéndole en la cara.

 –hey ¿Qué harás si el líquido cae en mis hermosos ojos cafés?

 –lo siento Kouga no creí… –el paño le cayó de vuelta –hey…

 –eres idiota… ponte a trabajar –le sonrió… entre juegos y risas limpiaban todo.

El padre de Kouga había llevado a la madre de Inu Yasha cuando ella aun lo tenía en su vientre, se habían criado juntos casi como hermanos a pesar del hecho de que la madre de Inu Yasha era extranjera. Kouga desde los 8 años estaba solo por la muerte accidental de su padre en uno de sus trucos de magia.

Terminaron la limpieza justo a tiempo.

 –bien, Kouga hoy te quedas con nosotros ¿verdad?

 –…cla…claro…  –el rostro de Kouga no oculto su dolor, dándole la espalada antes de que Inu Yasha lo notara, se pusieron en camino e Inu Yasha recogió cuatro piedras.

 –mira ya soy capaz de hacer malabares y he practicado un poco en la cuerda floja… también aprendí trucos de magia… le hago show a mamá, un día podríamos hacerle uno los dos, tú con tus piruetas en el aire…

 –Inu Yasha.

La voz suave de su amigo lo freno dejando caer dos de las cuatro piedras al girar a verlo pues se había detenido, estaban enfrente del remolque de Inu Yasha.

 – ¿Qué te ocurre? Si no quieres, no te obligare –dijo al verlo triste con la mirada en ese suelo de piedras y tierra mezclada, la gente comenzaba a ingresar al circo, la función pronto comenzaría.

 –…tú… sabes que siempre estaré contigo ¿verdad?

 –claro que lo sé, yo también.

 –Sabes que yo te quiero… y que no importa si solo fuéramos nosotros dos… siempre te voy a cuidar.

 – ¿Qué quieres decir? Mamá nos cuida a los dos.

 –… cuando vine a buscarte, la señora Iza…

 –ella estaba durmiendo ¿verdad? –dijo sonriendo, mas, la cara afligida de Kouga borro su sonrisa.

 –ella no volverá a despertar, Inu…

No escucho más y entro a toda prisa.

 –¡¡MAMÁ!!

La mujer estaba tal como él la había dejado, la habitación estaba oscura, su cuerpo iluminado por el sol que pasaba por la puerta, con paso tembloroso se comenzó a acercar sonrió.

–mamá… Kouga se quedara con nosotros hoy… mamá… mamá –se agacho y la meció con cuidado –…debes despertar… para que comas… mamá… mamá…

Kouga comenzó a entrar.

 –lo siento, Inu…

 –mamá, ¡MAMÁAAAAA…! –grito desgarrando su garganta y dejando caer sus lágrimas, la vida de la mujer se había extinguido.

 

Año 2016, Turquía, en Estambul, el circo se había movido no hacía mucho más de tres meses a esa localidad, después de viajar por otros lugares del país.                       

 –hey, ¿han visto a Inu Yasha? –Kouga le preguntaba a los que se encontraban por el paso, siendo ya un joven de 19 años. Con la musculosa se denotaba su cuerpo entrenado, el moreno de ojos cafés y cabellera larga y negra tomada en una cola, era el actual mago del circo.

 – ¿Dónde más? Búscalo con los gatos…

 –bien…

Se fue donde estaban los gatos del circo y hay estaba acostado en medio del tigre y el león de ya dos años.

–hey, Inu Yasha.

Éste abrió los ojos y los gatos también, la cabellera plateada de Inu Yasha había crecido bastante.

Él también era parte del espectáculo, no como lo había imaginado, pero, hace menos de dos años habían traído a estos dos ejemplares e Inu Yasha había hecho que comieran y que obedecieran convirtiéndose en domador y sus rasgos resultaron ser llamativos para los espectadores. Sus ojos ambarinos y cabello no cano, no albino, sino como la plata antigua eran diferentes a los de cualquiera, aunque agradecía que ahora fuese eso, pues había hecho varios papeles en el circo como malabarista, bailarín, de payaso, mago, incluso ya había subido a los trapecios, entre otras cosas.

 – ¿Qué quieres? Kouga –se comenzó a rascar la cabeza.

 –solo desayunar, hoy te tocaba a ti…

 –Es verdad… –se levantó caminando para salir, desde el día que Inu Yasha había quedado solo, Kouga y él habían comenzado a vivir juntos.

 –No entiendo cómo lo haces –miro a los felinos que tranquilamente se acomodaban para seguir durmiendo.

 –hacer qué… ya lo he dicho es intercambio…

 –realmente no te entiendo.

 –nada hay que entender, son animales… ellos entienden y no son tontos  –al comenzar a salir se toparon con que el dueño del circo, esteba hablando con unos hombres.

 – ¿Qué estará ocurriendo?

 – ¿y yo qué voy a saber?

 –Inu Yasha –fue llamado por el dueño y éste se acercó –lleva a estas personas con los felinos.

 – ¿Quiénes son?

 –protectora de animales.

Una identificación apareció frente a su cara al intentar leer las letras le bailaban, vio a las personas que estaban detrás y les dijo.

 –bien, pero no necesitan dispararles, no son peligrosos… a no ser que ustedes los ataquen.

Los comenzó a guiar dentro de la carpa, tal vez ahora ellos podrían estar en un lugar mejor y él podría hacer lo que realmente quería desde chico permanecer en los trapecios.

 –oigan, los vienen a buscar… los llevaran a un lugar mejor –abrió la jaula, estos se acercaron.

 – ¡cuidado! –gritaron los demás, pero Inu Yasha solo los acaricio.

 –tendrán una nueva casa y estarán con otros como ustedes… así que ustedes ganan ¿no creen? –se comenzó a acercar a la puerta y saliendo les comenzó a dar paso.

Los rugidos alertaban a los demás, sin embargo los felinos seguían a Inu Yasha como si nada, estando cerca de la jaula donde se lo iban a llevar uno de los que estaban cerca de ella temeroso subió el rifle alertando al tigre que se detuvo. Un disparo que logró esquivar alerto también al león, comenzaron a correr esquivando los disparos, los gritos despavoridos de los hombres ahí presentes, solo alteraban más a los animales.

–¡¡les dije que bajaran las malditas armas!! –grito Inu Yasha que corriendo trataba de calmar a los felinos.

Los disparos seguían al igual que los gritos, sintió dos piquetes y todo se volvió negro, lo último que recuerda es a Kouga correr a él y más atrás una figura humanoide que brilla con luz propia…

 

Las horas pasaron e Inu Yasha se despertó en su remolque, recostado en la cama que usaban, un poco más allá se encontraba Kouga preparando unas cuantas cosas.

 –mi cabeza…  –se quejó sentándose en esa cama, lo que hizo voltear al moreno.

 –creí que dormirías hasta mañana… ¿cómo te sientes?

 –mareado… ¿Qué ocurrió?

 –se los llevaron… y fuimos despedidos.

Inu Yasha miro incrédulo a su amigo.

–los felinos hicieron un gran alboroto y destrozaron bastante antes de ser dopados…

 –entiendo… pero, ¿tú por qué…? –miro el suelo.

Kouga dejo lo que hacía para ir al lado de él y sentarse a su lado.

 –Inu Yasha, no te preocupes por eso…

 –pero…

Lo miro molesto consigo mismo en pensar que por su culpa Kouga también estuviera desempleado, la mano del moreno se posó en su cabeza.

 –no pienso dejarte solo –lo abrazo dejando escapar disimuladamente un suspiro.

 – ¿Qué haremos? –le pregunto dejándose abrazar.

 –mañana iré a buscar trabajo, se dónde están recibiendo personas.

 – ¡yo también iré!

Kouga se paró y fue a servir lo que había preparado, estar demasiado tiempo con Inu Yasha abrazado podía ser malo para él.

 –es mejor que no, porque no entras a estudiar…

 – ¿Qué dices?

 –tienes 17 años, lo mejor es que estudies…

 –no soy un estúpido, sé lo suficiente… y tendré 18 dentro de poco.

 –Con excepción de leer… –el entre cejo de su amigo se juntó  –espera entonces que me paguen el primer mes…  –dijo sentándose en la mesa junto con un Inu Yasha que parecía molesto.

 – ¿Por qué?

 –tu cabello… si buscas trabajo con ese cabello pensaran que lo decoloraste, que eres un rebelde o yo que sé…

 – ¡es así de nacimiento! –se paró enfadado.

 –lo sé, pero… aunque le digas eso…

 –No me teñiré –se sentó pesadamente en la silla cruzándose de brazos –mi madre me decía que estuviera orgulloso de mi herencia.

 –por eso, no te preocupes, yo buscare trabajo… mi obstinado Inu Yasha, no me importa si eres mi mantenido.

 –tampoco quiero eso… con lo que sé tratare de encontrar trabajo, tal vez en algún espectáculo, aprendí de todo en el circo, incluso a pelear contigo…

 –come se enfría… mañana saldré temprano, tú decide que hacer, no me opondré –la sonrisa del muchacho saco una en él –bueno, siempre puedes ponerte de bailarín de danza del vientre estilo turco.

 – ¡ni muerto! – comenzó a comer.

 –no digas eso eras una gran atracción –una mirada de odio de parte de su amigo le mostro que debía dejar ese tema.

 

La hora de dormir para Kouga era las más complicadas, ambos dormían en la misma cama y las confusiones  de Kouga aumentaban. Inu Yasha ya dormía cuando él se encontraba contemplándolo, siempre había pensado que su amigo era atractivo, pero sus sentimientos poco a poco fueron cambiando ¿desde cuándo? Desde el día que lo vio bailar en medio de un acto de magia, temía que decirle algo lo hiciera odiarlo. Lo miraba y su confusión aumentaba, dejo salir un suspiro y volteo dándole la espalda, el miedo era mayor.

A la mañana siguiente cuando despertó Inu Yasha, Kouga ya no estaba, él tal como lo dijo salió también a buscar trabajo, pero, como le dijo Kouga no lo contrataban. La tarde comenzaba a transcurrir, y él sentado en un parque miro su reflejo en la fuente y recordó.

               –mamá, ¿cómo era papá?

Las lágrimas se habían agolpado en los ojos de su madre cuando él a los 6 años le pregunto.

               –el hombre que más amo en la vida, tiene tu hermoso cabello y tu color de ojos, hijo mío… en tus venas corre de su sangre…

               –Los demás niños dicen que soy raro…

               –siéntete orgulloso de tus rasgos… mi querido Inu Yasha…

Las manos de su madre habían acariciado su rostro con aquella mirada que para Inu Yasha no era para él, los cálidos brazos de su madre lo rodearon, haciéndolo decidir no volver a preguntar, aunque su madre de cuando en cuando le hablaba con nostalgia pocas cosas de aquel hombre que compartía su sangre con él.

Dejo salir un suspiro al cerrar los ojos entonces vio el collar, una segundo piedra negra.

 – ¿Qué le pasa a este collar? De blanco al negro.

De pronto escucho a dos hombres hablar.

 –… están recibiendo para cuidador, al parecer han estado robando en la construcción nueva, quieren a alguien fuerte, lo malo es que tendría que volver a mi color de cabello, no quieren una mala imagen.

Inu Yasha suspiro y se encamino a su remolque, saco las pinturas que usaba para los actos y comenzó a pintar con eso su cabello y poniéndose fijador para cabello con el que evitaría mancharse su ropa o cuello, dejo que se secara para luego tomarlo en una cola y se miró en el espejo.

 –se parece al cabello de mamá.

El reflejo de una figura apareció detrás de él asiéndolo voltear, aunque no logro ver nada  

– ¿Qué rayos? 

Una tercera esfera se volvió negra, sin más se fue.

Al llegar nervioso a la entrevista, entro en su turno y al salir detrás de él salió quien los estaba enlistando diciendo que el puesto estaba ocupado, la prueba se basaba en una pelea con él, solo querían a alguien fuerte e Inu Yasha se lo había demostrado con creses. Se retiró con las ganas de encontrar a Kouga y decirle que ya tenía trabajo, para ello lo fue a buscar al trabajo, bien sabía dónde estaba, barias veces le dijo que su maestro de kapoeira le había dicho que trabajara con él, Kouga le había enseñado lo que sabía para pelear. Tras verlo salir se puso enfrente.

 –Tu cabello…  –fue lo primero que le dijo su amigo.

 –lo pinte con el maquillaje que usaba para la cara, con el que hacia las líneas en mis mejillas –se comenzaron a encaminar.

 –te pareces a la señora Iza con el pelo negro… pero ¿Por qué?

 –conseguí trabajo…

 – ¿Cómo? ¿En qué?

 –de cuidador en la nueva construcción.

 – ¿estás seguro?

 –claro, ¿lo dudas?

 –bien, vamos a comprar la cena y una tintura… esa al lavarte se saldrá –le tomo un mechón de cabello.

 –creí que…

 –Le pedí prestado y el domingo nos cambiamos –dijo mostrándole los billetes.

La cara de Inu Yasha al saber que se cambiaban del remolque que para él era su única casa, no sorprendió a Kouga

–nos llevaremos todo…  

Inu Yasha asintió sonriendo

 –Tu collar volvió... –apunto a su collar y miro a otra parte “sinceramente el deseo de proteger esa sonrisa, me va a destruir… si tan solo pudiera matar este sentimiento que ha ido creciendo poco a poco”

 –Ya son tres –las miro –no sé por qué cambian.  

 –o…oye, Inu Yasha…

 – ¿sí? –le llamaba la atención el tono nervioso de su amigo.

 – ¿Qué harías… si yo decidiera casarme? –la sorpresa en la cara de Inu Yasha se tornó en dolor.

 –yo…  –no fue capaz de mantenerle la vista a su amigo

Kouga no guardo su asombro y metiéndose por un callejón lo puso contra la pared.  

– ¿Qué umm…? –sus labios fueron silenciados por los del moreno, un beso temeroso de parte de Kouga.

 –Inu Yasha si me aceptas… jamás me iré de tu lado.

El menor estaba sorprendido, pero el escuchar esas palabras de la boca de su amigo “si no lo acepto…”

 –s…si –dijo mirando el suelo –si eres tú, está bien.

 –Inu –le subió la cara para volverlo a besar con mimo a quien nervioso solo cerraba los ojos, al separarse no pudo evitar sonreír y decirle –olvidaba que no tienes experiencia.

 –Déjame en paz –dijo molesto y sonrojado.

Nunca se había preocupado de esas cosas, siempre se metía a aprender algo más centrándose por completo en ello.

 –Vamos a la tienda –le sonrió con dulzura su ahora pareja.

 –s…si –“supongo que tendré que acostumbrarme… no es malo, supongo” comenzó a caminar a su lado.

“perdóname, sé que no es lo mismo que siento por ti, pero sé que lograre que te enamores de mí” pensó Kouga ofreciéndole un pequeño empujón para que se relajara y comenzaran a jugar como de costumbre.  

Se introdujeron a la tienda, un pollo asado con papas fritas y la tintura negra para el cabello de Inu Yasha, en el camino conversaban animados de como seria su vida de ahora en adelante, todos sus planes e ideas eran para vivir una vida juntos. La tarde declaraba el fin de ese día. Ya comenzaban a cruzar la calle, cuando una luz los paralizo, eran las luces de un camión que se acercaba a ellos a gran velocidad, el ruido de la bocina y la luz cegadora les hizo contener la respiración.

Kouga veía todo en cámara lenta, quiso empujar a un paralizado Inu Yasha, pero su cuerpo no se movía, una luz oscura se desprendió del collar de Inu Yasha, que paralizado veía al frente.

Inu Yasha entre la luz fue capaz de ver una silueta, sin rostro, sin figura definida, solo era una luz más segadora que la del camión, una explosión hizo caer a Inu Yasha hacia atrás.

 –¡¡Inu Yasha…!! –grito Kouga, un dolor como si en sus ojos se clavasen cristales lo obligó a cerrar los ojos.

 

El camión pasó y de ellos nada había.

 

Un agua oscura estrepitosamente se desbordo de una fuente de oro vaciándola por completo y casi mojando a una mujer que la ocupaba y cubría su rostro con un velo morado.

 – ¡Maldición! –exclamo molesta –no pude finalizar mi cometido.

 –mi reina, al parecer uno de ellos está protegido…

 –eso es evidente, pero necesito ese collar que puede dominar el poder que es capaz de destruir todo lo existente, con el mi hijo dominara los imperios.

Se descubrió el rostro dejando ver su hermosura, aquel cabello negro azulado y sus ojos azul verdoso, su piel clara expuesta gracias a la ropa reveladora que traía puesta denotaban su belleza. Miro hacia un rincón oscuro de donde se escuchaba la voz suave de un hombre.

–debemos encontrarlos a como dé lugar…

 –así será mi señora. 

 

Cuando Inu Yasha despertó se vio en un lugar desconocido, se sentó mirando a su alrededor, parecía un bosque, pero, si miraba un poco más allá alcanzaba a ver lo que parecía un ambiente semiárido. Si no estaba mal parecía medio día, busco con la mirada a Kouga y solo encontró las bolsas de las compras que tenía amarrada a su mano.

 –¡¡AYUDAAA…!! –el grito de una niña lo hizo pararse e ir a donde lo había escuchado, encontrando a una niña de no más de 7 ó 10 años que acorralada trataba de cubrirse de una especie de gato salvaje, la niña estaba escondida entre el hueco de un árbol.

 – ¡hey! –llamo la atención de aquella criatura, miro los ojos hambrientos y la herida sangrante que tenía en la pata trasera.

Rompió la bolsa y le lanzo el pollo asado. El gato salvaje la olfateo para luego tomarlo entre sus fauces e irse. Inu Yasha comenzó a acercarse a la niña que parecía petrificada.

–hey, ¿estás bien?

La niña lo miro, sus ojos se inundaron con lágrimas.

–hey, no llores, ya estás bien… –se sintió complicado al ver sus lágrimas rodar.

 –¡¡PAPÁAAA…!!

En unos segundos Inu Yasha estaba rodeado de espadas.

 – ¡aléjate de la Señorita!

Comenzó a caminar hacia atrás.

 –yo solo…  –vio como un hombre se acercaba a la niña y ésta extendía los bracitos a él, el cabello de plata fina, vestido con una túnica de lino blanco, fino y pulcro sujetado con un cinto de color dorado.

 –Rin ¿estás bien? ¿Qué ocurrió? –la voz varonil y altiva del hombre le desagrado a Inu Yasha, mas, la niña parecía no importarle acurrucándose en su pecho mientras temblaba.

 –me… me quiso comer… –dijo soltando el llanto de nuevo.

 –Destácenlo –sentencio.

 

Por otro lado Kouga sentía lagrimas cálidas salir de sus ojos, el dolor le impedía abrirlos.

 –Inu Yasha, Inu Yasha… –lo llamaba deseando escuchar una respuesta.

La sensación de sus manos le decía que no estaba tocando asfalto, sino tierra, no había sentido golpe alguno ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Qué le había ocurrido a Inu Yasha? El imaginarse que le ocurriera algo provocaba un dolor mayor que el de sus ojos  

–¡¡INU YASHA!!

 – ¡¿Quién eres?! –Escucho la voz de un hombre con autoridad y sintió el frío de la hoja de una espada en su cuello desde la espalda – ¿Qué estás haciendo en mi jardín?

 –no sé dónde estoy, ni quien eres… pero, busco a un chico, mi amigo, Inu Yasha… estábamos cruzando, cuando un camión…

 – ¿camión? –el tono del hombre parecía confundido

 –sí, los focos nos segaron, mi cuerpo no se movía, del collar de Inu Yasha apareció un resplandor oscuro y no lo sé, sentí como si algo explotara y como si cristales se enterraran en mis ojos… nada más… no sé ¿Dónde estoy? ¿Morimos? ¿Dónde está Inu Yasha? –sintió alejarse el filo, pero no alejaba su angustia.

 – ¿un resplandor oscuro de un collar?

 –sé que suena a que estoy loco, pero…

 –focos, camión… tus ropas son extrañas.

Kouga por el comentario se quedó escuchando  

– ¿Cuál es tu nombre? ¿de dónde vienes?

 –Kouga…  –escucho los pasos alejarse, para luego volver a escucharlos acercarse a él –yo… Turquía.

 – ¿Turquía? Kouga, levántate

El tono de orden le molestaba, pero en su condición nada podía hacer solo obedecer y rogar porque Inu Yasha estuviera bien, al pararse sintió el roce de una tela.

 – ¿Qué…? –alejo el rostro del tacto y sostuvo la mano.

 –tranquilo solo veré tus ojos, ¿puedes abrirlos? –soltó la mano.

 –Lo intentare –comenzó poco a poco a abrirlos con dolor, viendo nublado y algo borrosa la figura de alguien frente a él, que usaba para él una especie de vestido.

 –Ya veo –mojo un paño y comenzó a limpiarle los ojos con cuidado luego le vendo los ojos –lo mejor es que los dejes descansar.

 – ¿eres médico? –pregunto pensando en las suavidad en el tacto de esas manos.

 –no… pero eso no limita el deseo de aprender otras cosas, quiero que me hables de esas cosas extrañas que dijiste, a cambio te daré hospedaje en mi palacio.

“¿palacio?” se preguntó Kouga extrañado

 –y una vez te recuperes, si encuentro interesante tu información te ayudare a buscar a tu amigo –eso si le intereso.

 –trato hecho… aunque no sé qué es lo que quieres saber… a todo esto ¿cuál es tu nombre?

 –soy el príncipe del imperio Babil, el príncipe Miroku.

 – ¿Dónde estoy? –dijo confundido.

 –en Babil.

 – ¿eres un príncipe?

 –así es.

Kouga trataba de digerir la información “un príncipe… Babil… ¿Babilonia? acaso no es un país que ya no existe ¡¿Dónde demonios estoy?!”.

 

Inu Yasha aun estando rodeado de espadas, mira como aquel hombre comienza a retirarse con la niña para evitar que viese esa escena.

 – ¡hey, espera! ¡Yo no le hice nada, solo la ayude!! –le grito tratando de avanzar, aunque solo le sirvió para darse cuenta que no eran espadas de juguete, puso su mano en el rasguño que se hizo en el cuello “esto debe ser una broma ¿Qué demonios pasa?”

Los hombres esperaban que su señor se retirara para evitarle la horrenda vista a la princesa, quien al escuchar el grito de Inu Yasha a su padre, vio sobre su hombro.

 –padre, él dice la verdad… un gato salvaje fue quien me quería comer –dijo al fin tratando de dejar de llorar –no le haga daño, por favor –pidió dulcemente.

Él miro a lo lejos que se acercaba un caballo a gran velocidad, bajo a la niña cuando este freno el caballo y bajo arrodillándose ante él.

 –Señor Sesshoumaru –mantuvo silencio esperando le permitiera hablar.

 –Habla –ordeno.

 –su señor padre lo ha mandado a buscar.

 –Puedes retirarte –miro a la niña que un paso más atrás de él miraba a su salvador –libérenlo –dijo sin más.

 –Que petulante –se quejó entre dientes Inu Yasha  – ¡Hey, tú! ¿No piensas disculparte? Me quisiste matar sin que lo mereciera…

 – ¡cuida tu lengua si no quieres perderla! –de nueva cuenta una espada amenazo su garganta, pero al ver que solo era una, golpeo con una patada el estómago del soldado y apretando el puño lo dirigió a la cara del tipo.

 –¡¡a mí que me importa quién es!! –lo noqueo.

Los otros se iban a abalanzar a él.

 – ¡alto! –grito la niña caminando a Inu Yasha, el padre de la niña comenzó a voltear para ver mejor a quien antes había salvado a Rin.

El pelo negro, los ojos ambarinos le llamaron la atención, aquella decisión reflejada en su mirada preparado para luchar, casi como invitándolo, pero algo lo sorprendió un momento… miro con más detención aquellos movimientos toscos para él y la forma tan extraña de vestirse, al darse cuenta que la palabra de la pequeña eran pasada a llevar con gran agilidad apareció en medio de los que peleaban, los soldados a penas lo vieron se echaron para atrás, no así Inu Yasha que lo ataco, aunque sus golpes solo tocaban el aire, frustrándolo, un golpe en el estómago lo dejo sin aire cayendo de rodillas, sorprendiendo a los soldados al no quedar inconsciente.

 –Rin les había dicho “alto” –miro molesto a sus soldados y todos se arrodillaron en petición de clemencia.

 – ¿Qué… demonios? –comenzó a levantarse sujetando su estómago, aun le faltaba el aire –como si fuera a hacerte caso… al único que le haría un poco de caso es a Kouga… tú… 

Otro golpe con mayor fuerza lo doblo obligándolo a devolver el contenido de su estómago, otra vez no caía inconsciente, solo de rodillas y parecía querer pararse otra vez, el entre cejo de Sesshoumaru se frunció acertando un golpe en la nuca de Inu Yasha haciéndolo caer esta vez sí inconsciente.

 –Padre –la niña miro a su benefactor y a su padre.

 –Traigan los caballos –ordeno.

 –Padre –se preocupó de que lo fuera a dejar ahí siendo que el gato salvaje estaba por los alrededores, sin mirarla siquiera le dijo.

 –no te preocupes. Tú –miro a uno de sus soldados que ya había regresado con su caballo –llévalo en tu caballo.

 –si señor –dijo aun cuando no les daba gracia, lo tomo y lo acostó como si fuese un costal, para luego subirse él detrás, otro se hizo cargo de quien Inu Yasha había dejado inconsciente y Sesshoumaru se llevó a Rin frente a él que recargo su espalda en su padre sonriendo.

 –Gracias papá –pronuncio en un susurro audible solo para él.

Quien llevaba a Inu Yasha se quedó un poco más atrás, pues deseaba desahogarse golpeándolo, si éste despertaba, pero desde atrás venia para su sorpresa el gato salvaje haciendo que el caballo se alertara y comenzara a correr, provocando que los demás también se dieran cuenta sembrando el caos. Sesshoumaru fue capaz de controlar su caballo junto con un grupo de sus soldados, y los demás poco a poco lo lograron con excepción de quien llevaba a Inu Yasha que era seguido por el gato salvaje, de un salto hizo caer al jinete, a la vista de todos, para luego matarlo. Inu Yasha con el galope del caballo comenzó a despertar, pero al moverse se cayó de éste.

Los otros se comenzaron a acercar, sin embargo aquel gato se paró frente a Inu Yasha mirándolos dispuesto a atacarlos. Inu Yasha al abrir por fin los ojos vio al gato que le daba la espalda amenazando a quienes lo querían llevar, miro entonces la pata del felino y más allá un cuerpo, no le costó mucho saber que pasaba.

 –Hiciste que se abriera tu herida –le dijo enderezándose un poco.

El gato solo volteo para verlo cuando fue atravesado por una espada dejando por un momento helado a Inu Yasha que al buscar al culpable vio a Sesshoumaru con el brazo estirado en señal de que él la había lanzado

– ¿Por qué demonios hiciste eso?

No hubo respuesta, solo lo vio bajar del caballo dejando a la niña arriba y comenzar a caminar hacia él.

– ¡te estoy hablando! ¡Él solo me ayudo porque le di de comer!! ¡¡Los felinos son orgullosos y odian deberle nada a nadie!!

 –deberías cuidar tu boca ante el amo Sesshoumaru –le dijo uno de los soldados.

Sesshoumaru saco la espada que en un movimiento sacudió la sangre de esta.

 – ¡no me puede importar menos!

 –Será mejor que guardes silencio –le dijo Sesshoumaru.

 – ¡primero muerto que obedecerte! ¡No sé dónde mierda estoy, ni qué paso con Kouga, pero de algo estoy seguro y es que no soy de aquí! ¡Puede que seas un Señor o Amo de estas tierras, pero nada tiene que ver conmigo!

 –llévense a Rin a mi palacio –les ordeno.

Y cuando se fueron giro a ver a un Inu Yasha que seguía gritándole que no era nada para él.

 –si no quieres escucharme, déjame ir.

Sesshoumaru comenzó a caminar hacia él. 

– ¡¿quieres pelear?! –se puso en guardia –antes me tomaste desprevenido.

 –¡¡cuántas veces debo decirte que te calles!! –lo golpeo en la cara haciendo que callera arrodillado –escoria como tú no entiende nada, ¿Qué te deje ir? No seas estúpido, ¿sabes lo que tienes en el cuello?

Inu Yasha miro su collar dándose cuenta que estaban las perlas todas negras.

 –pero ¿Qué…?

 –por ese collar te comenzaran a cazar… no dudo que esa bruja tenga que ver, hablaste de alguien, dalo por muerto.

 –¡¡jamás!! –le grito quedando agitado, el solo pensar que Kouga estuviera muerto lo angustiaba –voy a encontrarlo y nos iremos de éste…

 – ¿sabes cómo?

Inu Yasha se quedó callado el tono de ese hombre lo enervaba no podía decir que tuviera sentimiento alguno.

–Te quedaras en mi palacio –sentencio.

 – ¿Por qué tengo…? –sus luces fueron apagadas por un golpe en su estómago ya adolorido.

 –No perderé la llave para cambiar esa estúpida predicción, no sé qué capricho del destino te trajo a estar en mis territorios –lo tomo poniéndoselo en el hombro –pero no dejare pasar la oportunidad de conseguir el poder que deseo.

 

Al llegar vio a Rin siendo regañada por su aya, la anciana Kaede. Un hombre de avanzada edad se acercó a él.

 –amo Sesshoumaru, eso…  –se quedó mirando lo que traía en el hombro su amo.

 –Jaken, abre la puerta –le ordeno estando cerca de su habitación, aun cuando le sorprendió lo hizo, solo basto una mirada de su amo luego de entrar para que el entendiera que deseaba que cerrara la puerta.

Justo cuando la puerta se cerró tiro a Inu Yasha a su cama, viéndolo rebotar quedando su cabello estrellado en el colchón, tomo un momento para observarlo, la extrañas ropas para él, el pantalón de tela negro, la camisa en color perla desabrochada los primeros botones y esa chaqueta del ambo que Inu Yasha se había puesto para ir a buscar trabajo, se acercó para tocar la tela de estos extraños vestidos, no supo definir de qué tela eran, fue a tocar el collar y una corriente hizo que retirara la mano.

Inu Yasha comenzó a abrir los ojos.

 – ¿Qué de…? –se alejó de él al verlo tan cerca, y miro su alrededor  – ¿Dónde…?

 –En mi palacio –lo interrumpió mirando aun sus dedos –para ser exactos en mi dormitorio –lo miro.

 –no me vengas con que eres raro… ¿Qué me estabas haciendo?

Sesshoumaru se paró de la cama mirándolo con molestia.

 –tu collar… si me lo entregas, te dejare libre.

Inu Yasha toco el collar.

–pero si es como se supone solo el portador elegido puede usar su poder.

 –No sé de qué demonios estás hablando, pero este collar es importante para mí, no te lo daré –lo miro desafiante.

 –eso creí… te ofrezco un trato: trabaja para mí y podrás buscar tranquilamente a tú amigo, incluso dejare que ocupes de mis hombres –le dijo confiado de que no rechazaría, pero…

 –No –dijo sin pensarlo Inu Yasha bajándose de la cama.

 – ¿Qué? –se molestó quien lo veía caminar a la salida –no sabes que puedo hacer que te ejecuten.

El cuerpo de Inu Yasha se cimbro por un momento

–alzaste la mano contra un noble.

 –noble… claro y lo volvería hacer ¡¡si éste me quiere matar sin que lo merezca!!!

 –¡¡estás en mis territorios, fácilmente puedo hacer que te azoten por eso!!!

 –¡¡vaya maldito príncipe que eres!! ¡¡Usas tu poder para amenazarme en vez de usarlo para algo de provecho!!

 –¡¡ ¿Qué estás diciendo?!! –lo iba a golpear por su insolencia, pero…

 –¡¡¡ACASO LOS NOBLES NO DEBEN PROTEGER A LOS PLEBEYOS!!!

Sesshoumaru guardo silencio por un momento, la sorpresa de aquellas palabra lo había consternado bajo la mano con la que lo golpearía.

–mi madre cada vez que hablaba de mi padre decía que él siempre velaba por el bien de los que lo necesitaran.

 – ¿tu padre es noble?

 –mi madre siempre hablaba de él como un hombre de poder, no lo conocí y yo no lo soy… 

Miro la espaciosa alcoba del príncipe, aquella cama King en la que había estado acostado, el sillón forrado de terciopelo, las alfombras de seguro tejidas a mano, el mármol que cubría las murallas, pisos y pilares, los diseños hechos a mano en oro, la plancha de plata pulida que hacía de espejo de cuerpo entero y llego al dueño de todo eso, la tiara en su frente de oro que sujetada en sus oídos les daba la imagen de que fueran en puntas, una luna hecha de lapislázuli se veía en su frente, los rasgos de aquel hombre de mirada dorada y afilada, eran suaves al tiempo que varoniles, “perfecto” fue el pensamiento que paso por la cabeza de Inu Yasha, las marcas en sus mejillas solo lo hacían ver sobrenatural, los aros de oro, al igual que los collares, anillos, brazaletes y pulseras que engarzados con piedras preciosas, no hacían más que realzar su belleza, se sentía fuera de lugar casi como si fuera un crimen que él, alguien que no tiene nada, estuviera ahí parado cerca de ese perfecto espécimen de hombre, entre más lo pensaba más le molestaba. Sesshoumaru camino hacia un baúl y sacando algo se lo tiro a la cara a Inu Yasha. 

– ¡¿Qué estas…?! –al verlo se dio cuenta que era un traje…

 –Cámbiate, si andas con esos extraños ropajes estarás en peligro –Inu Yasha lo miro extrañado –salvaste a Rin, ese es el pago… iré a la ciudad, te dejare ahí –también parecía molesto.

 – ¿Por qué tengo que creerte? ¿Por qué voy a estar en peligro según tú?

 –no tengo porque responderte, sino lo quieres me da igual, solo estoy pagando la deuda de mi hija –la voz mal humorada del príncipe hizo que Inu Yasha se lo volviera a pensar mirando la fina tela, pero su orgullo hizo que la tirara a la cama.

 –no la necesito.

Sesshoumaru estaba comenzando a perder los estribos con ese mocoso tan estúpido.

 –Bien –dijo para luego comenzar a salir de su habitación con cara de pocos amigos –sal, te dejaremos en la ciudad –le dijo en tono de orden.

Salió y vio a la niña que se había cambiado el vestido y enjoyada al igual que Sesshoumaru, ahora si parecía una princesa, todo el lugar era impresionantemente ostentoso para Inu Yasha, claro era un palacio. Los seguía desde atrás, mirando a la niña que al mirar a  ese hombre sonreía aun cuando el otro parecía estar más que fastidiado. Todo le parecía extraño: las vestimentas, el palacio, el que aun usaran espadas. Toco su cuello donde tenía el rasguño “si tan solo Kouga estuviera aquí, él sabría que hacer…” las palabras de Sesshoumaru diciéndole que lo diera por muerto erizaron su piel “espero que este bien” al salir y ver qué era lo que los llevaría freno de golpe, un par de carros tirados por caballos.

 – ¿carros? –dijo casi sin voz.

Podía no tener muchos estudios, pero sabía lo que eran, las películas romanas le habían enseñado, gustaba de los documentales antiguos de diferentes civilizaciones, nunca entendió por qué le llamaba la atención las guerras de esas épocas antiguas, tal vez porque a su madre le gustaba, pero ahora no lo emocionaba ver un carro, miro alrededor sin encontrar nada que le fuese conocido “¡¿Dónde demonios estoy?!”

 – ¿Qué esperas? –le dijo el anciano que paso por su lado.

 Sesshoumaru ayudo a subir a Rin al carro, miro de reojo a un preocupado chico que seguía a Jaken al otro carro.

 –padre ¿Qué pasara con él? No se ve bien –se preocupó la niña.

El mayor la miro y subió comenzando a mover el carro.

 –no te preocupes por eso.

La niña miraba a un ensimismado Inu Yasha que los seguía arriba del carro con Jaken.

Al llegar a la ciudad su consternación creció más aun, las calles estaban hechas de piedras, unas murallas separaban una parte de la ciudad con la otra, el horizonte declaraba el desierto a lo lejos de aquella montaña.

 – ¡¿Qué demonios es esto?! –no pudo evitar gritar.

 –Cálmate…  –le sugirió Jaken que había saltado ante el grito –estás en el imperio Hitit del gran rey Inu no Taisho.

Inu Yasha sintió que sus piernas comenzaban a flaquear. Cruzaron las murallas y el anciano continuo.

–estas son las murallas que dividen la ciudad imperial de la ciudad de los comunes. El príncipe Sesshoumaru fue llamado por su padre al gran templo, pues hoy es el día que mi amo será reconocido como heredero del gran rey Inu no Taisho –los ojos del anciano brillaban emocionado, pero para Inu Yasha todo eso no le podía importar menos, quería saber dónde estaba.

Un edificio de grandes proporciones lo sorprendió aún más que la cantidad de gente que estaba reunida, bien podía pensar que era todo el pueblo, pero al ver las puertas de aquel gran templo vio de pie a un hombre que aun cuando se encontraba a metros de él lo paralizaba con su presencia, sin embargo, más que asustarlo lo maravillaba sin poder quitarle la vista de encima. Los carros se detuvieron y él aun lo miraba, y como si ese hombre sintiese la mirada de él, dirigió la suya a él. Un escalofrío recorrió la espalda de Inu Yasha y más al ver que parecía querer acercarse, pero, una mujer de elegantes ropas recatadas lo detuvo e hizo que lo dejara de mirar.

 –no seas igualado niño, ¿Cómo te atreves a mirar al rey a la cara sin su consentimiento?

 –Y… y a mí que me importa –aún se sentía intimidado y emocionado, una mezcla extraña de sensaciones, miro de reojo donde se encontraba Sesshoumaru, definitivamente era su hijo, se encontraba saludando a unos hombres sentados en unas sillas a los pies de la escaleras.

 –Mi padre ya me dijo, pero quédese a la ceremonia –la niña se había acercado a él y con una gran sonrisa se lo pedía, cómo decirle que no.

 –bien…

Desde arriba Inu no Taisho miraba en la dirección de aquel al lado de la pequeña niña sonriente, y junto a él la mujer que al ver lo que su esposo veía en su rostro se vio el asombro, era a quien había traído y traía puesto el collar, miro hacia las sombras del templo para luego devolver la vista. Rin lo había puesto junto a Jaken y ella.

 –Sesshoumaru –la voz grabe de su padre lo llamo y este se puso frente al primer escalón –haciende a la gloria y ven ante mí –este comenzó a subir escalón por escalón.

 

 –tu padre es el primogénito.

 –no, no lo es…

 –entonces porque tiene que ser reconocido –pregunto Inu Yasha sin dejar de mirarlo.

 –eso no es de tu incumbencia –le reclamo Jaken.

 –una profecía de un oráculo dijo que padre sería quien trajera a la representación de…

 –Princesa Rin, no creo que deba hablar esto con un extraño como… –la regaño.

 –con que una profecía –lo interrumpió Inu Yasha, cada vez entendía menos donde estaba.

 –sí, padre tiene que demostrar su valía… el desea un país sin guerras, un país pacífico –se sorprendió, no lo creía –bueno, mi padre jamás lo ha dicho, pero yo creo que es por eso –eso si lo creía posible, que solo era la ilusión de su hija.

Estando Sesshoumaru ya en la mitad del camino Inu Yasha comenzó a retirarse chocando con alguien que cubierto con una capa se veía un poco más bajo que él.

 –lo siento.

 –No, yo lo lamento –a Inu Yasha lo confundió la voz dolida de ésta persona.

 – ¿estás bien? No te lastime ¿o sí?

 – ¿he? no… yo… lo siento –termino de decir en el mismo tono, golpeándolo en el estómago con el mango de la espada que traía bajo la capa que lo cubría por completo.        

 – ¿Qué…? –iba a defenderse, pero, un piquete de una aguja lanzada cual dardo, apago sus luces.

 – ¿Por qué te entrometes? Yura –miro hacia uno de los tejados de las casas donde se encontraba una mujer con ropas ligeras, cabello corto y negro, que jugaba con unas agujas tan delgadas como cabellos entre sus dedos.

 –Parecía que necesitabas ayuda –salto, cayendo sin problemas cerca de él  – ¿Por qué lo capturas?

 –no es de la incumbencia de un asesino del desierto.

 –¡¡Que frío!! ¡Tú eras uno también!! ¡Tú eras nuestro…! –la espada en su garganta la callo.

 –Prefieres que corte tu lengua Yura –dijo en un suspiro de desagrado quitando la espada.

 –¡¡No te volveré a ayudar!! –le grito furiosa.

 –Ten –le lanzo un cráneo rojo a las manos –para tu colección –le dijo a una sorprendida chica que se le iluminaron los ojos, retirándose feliz –sinceramente, preferiría morir –se inclinó dónde Inu Yasha, despejo su frente con su mano –lo siento, pero tu destino ya está sellado… llévenselo –les dijo a unos hombres que estaban ocultos.

 

Sesshoumaru al llegar un escalón por debajo de su padre se inclinó, el silenció solemne se interrumpió por la voz del rey.

 –Sesshoumaru, tercer hijo del gran rey. Aun cuando no has logrado cambiar la visión del oráculo, has mostrado en combate tu valía, tienes mi admiración –Sesshoumaru se sentía dichoso con las palabras de su padre –ahora, el senado o tú, mi reina ¿tienen algo que decir?

 –Yo, mi amado y adorado rey –hablo dulcemente la reina unos pasos detrás de él haciendo que volteara a verla.

 

 –Esa bruja –reclamo Rin entre dientes.

 –No debe decir esas cosas, princesa Rin –la regaño Jaken, aun cuando él pensaba de la misma manera “¿con qué saldrá a hora esa bruja?”

Rin miro a su lado dándose cuenta de que su salvador ya no estaba, miro a todos lados, pero nada, suspiro, ni siquiera le pudo preguntar el nombre, devolvió la mirada a su padre.

 

La reina se encontraba al lado del rey.

 –siento que aún no está listo para esto, mi visión, mandada por los dioses, así lo decía.

 –Así te lo han dicho –dijo en tono casi seco.

 –Sí, mi rey –se inclinó en reverencia ante él.

 – ¿acaso el senado piensa lo mismo? –miro a los hombres que se encontraban sentados a los pies del templo.

 –yo apoyo a la reina –se puso de pie uno y a él lo siguieron otros.

 –el senado está dividido –miro a los cielos y luego a su hijo que aun hincado ante él esperaba sus palabras –de esta manera no se puede continuar –un disgusto se apodero de Inu no Taisho y de Sesshoumaru, sin embargo al estar en esa situación nada podían hacer, el rey en estas cosas no tenía poder por si solo –Sesshoumaru levántate –éste lo hizo sin alzar la vista –frente a los dioses, aun no eres digno de ser uno de mis herederos, desciende –lo dejo descender altivo hasta la mitad –Sesshoumaru –lo detuvo –inclínate y mírame –Sesshoumaru obedeció –aun cuando para los dioses todavía no eres apto para ser uno de mis herederos, para mí ya eres apto para regresarte el título de príncipe, mi casa es tu casa… me has mostrado tu lealtad todos estos años.

Sesshoumaru no pudo evitar sorprenderse al igual que la reina. Le había quitado el titulo como tal, por la visión que siendo su hijo lo llevaría a la muerte… siendo obligado por el senado a hacerlo vivir fuera del palacio imperial como cualquier otro noble, convirtiéndose en general de una división de las tropas y ahora general. 

–Príncipe Sesshoumaru, general de las tropas resguardadas por el dios de las tempestades, tienes mi reconocimiento y el de nuestro reino –alzo las manos al pueblo que ovacionaron al rey –estas a la mitad del camino, espero pronto tenerte en la gloria hijo.

 –No lo defraudare, rey padre –la sonrisa de su padre le arrebato una a él.

 –ve con los dioses, hijo mío.

Inclino la cabeza y se levantó para comenzar a bajar, dirigió su mirada a su hija y sirviente que lloraban emocionados, pero no vio a ese muchacho irritante para él, al bajar miro hacia los del senado y estos inclinaron su cabeza. Se dirigió a los carros y su mirada paseo por los alrededores.

 –Él se fue padre –le dijo la niña.

 –no lo busco a él Rin –le dijo subiéndola y él detrás para comenzar a irse “que estúpido” pensó e hizo que los caballos se movieran.

 

En otro lugar Inu Yasha comenzó a despertar se sobo el cuello y escaneo el lugar con la mirada, suspiro al ver que era otro lugar desconocido, uno de sus pies se encontraba encadenado a la muralla, parecía un calabozo “esto es una maldita pesadilla” pensó dejando salir un suspiro, aun no se creía nada de las cosas que estaban pasando, todo le era tan irreal ¿poderes? ¿Príncipes? ¿reyes? Todo le parecía absurdo, pero aun sentía la fría hoja de las espadas en su cuello y los golpes que había recibido y el grillete que apresaba su tobillo. Tomo su collar “madre ¿Dónde estoy? ¿acaso este collar me trajo? Y si es así ¿también trajo a Kouga? Ya no quiero ni pensar” la angustia comenzó a sobre cogerlo.

 –¡¡Maldito sea, ese estúpido Sesshoumaru!! –escucho la voz de una mujer acercarse, miro el grillete que mantenía cautivo su pies y sonrió, el haber vivido en el circo le había enseñado varias cosas.

 

Las puertas se abrieron dándoles paso a la reina y a quien lo había llevado, con desconcierto miraban el lugar y el grillete desarmado.

 –no puede ser, necesito ese collar ¿Cómo…? –El sonido del rechinar de la puerta la interrumpió en su asombro, miraron en esa dirección viendo como este del otro lado se reía con la puerta ya cerrada mirándolos por la pequeña apertura  –¡¡TÚ!!

 – ¿Qué les pareció mi magia? –se burló y comenzó a correr, no sabía hacia donde debía ir, pero estaba seguro que no debía quedarse ahí.

Los gritos de esa mujer furiosa no demoraron, le recordaba a Tsubaki.

Los soldados comenzaron a seguirlo por la orden dada por la reina.

 –maldición esto parece un laberinto… 

Vio una escala y sin pensarlo la subió, los guardias le pisaban los talones, saliendo encontró unos jardines y al mismo hombre que antes había visto, el padre de Sesshoumaru, por un momento se sintió paralizado, no obstante, los pasos de los guardias de inmediato lo hicieron reaccionar e iba a pasarlo. Pero lo sostuvo del brazo volteo a verlo. La cara de una mujer joven y hermosa se sobrepuso en la cara de Inu Yasha dejando al rey atónito y haciendo que lo soltara, mirándolo irse, la guardia salió al igual que la reina.

 –¡¡mi rey!! –lo llamo la reina sorprendida de verlo ahí.

 –explícame esto Kaguya ¿Quién es ese chico?

 –Ese chico, mi señor, si no lo devolvemos a donde pertenece traerá muchas desgracias –se acercó a su esposo que parecía mirar a la nada, a un recuerdo lejano y doloroso. La reina no podía perderlo “ese tipo tiene la llave a mi deseo, si cae en las manos de otro…”

 –devolverlo –repitió para comenzar a retirarse el rey “Izayoi, desde las tierras de Nergal has enviado a alguien para traer de regreso tu recuerdo”, se detuvo y volteo para decirle –no, tráele ante mí –la mirada del rey detuvo todo intento de persuadirlo, estaba decidido a que se hiciera así, solo fue capaz de hacer una reverencia como aprobación “hare que te arrepientas de haber aparecido frente a mí”

              Inu Yasha corría con todas sus fuerzas tratando de hacer distancia, pero cada vez habían más guardias tras él, cansado se metió entre unos árboles, agotado, tomo el collar regalado por su madre recordando las palabras de Sesshoumaru “por ese collar te comenzaran a cazar…” presiono sus ojos “¿Qué fue lo que me diste? Madre”.

 –¡¡¡AHÍ ESTÁ!!! –el grito de uno de los soldados lo sobresalto con miedo intento escapar solo para ver que estaba rodeado.

 

Por otro lado Sesshoumaru ya había llegado a su palacio y Jaken ya se encargaba de comunicar a todos la noticia de que su señor volvía a tener el título de príncipe, pero por ahora algo molestaba al príncipe que entrando vio a su hija ir con Kaede, aun si intentaba que no le molestara lo hacía, acostumbrado a que todo se hiciera como él lo quería “¿cuál es el problema de ese mocoso? Acaso no le dije que lo ayudaría con encontrar a quien buscaba… ¿Por qué rechazo? Quien más que yo puede proveerle ayuda ¿Cómo se atreve a rechazarme? A mí, él príncipe de estas tierras” entre más lo pensaba más le molestaba.

 –Algo le molesta amo bonito –se le acerco Jaken, él lo vio como quien veía a un adefesio y lo era –hay algo qué pueda hacer por usted –el príncipe camino unos pasos y comenzó a decirle sin detenerse.

 –ve al acantilado y mide su profundidad.

 –el acantilado, pero amo bonito ¿Cómo lo mido?

 –lánzate desde la cima.

 –oh, cla…  –Jaken se detuvo de golpe y comenzando a llorar –que cruel amo bonito, eso es muy cruel de su parte… yo, Jaken… su sirviente más leal se siente muy triste…

 –Ya es suficiente.

Una invisible sonrisa se le vio en la comisura de los labios haciendo que pobre de su sirviente se sintiera peor. Salió a sus jardines, una puntada en su pecho lo hizo detenerse, se acercó a los establos.

 –Hakudoshi, trae a mi caballo.

 –si señor –el muchacho de tez clara, cabello blanco y ojos violetas trajo consigo a un caballo, los ojos del animal de pelaje castaño y crin verde azulosa se fijaron en su dueño para luego inclinarse ante él.

En veloz galope recorrió las calles como si su caballo volara “¿Por qué tengo este punzar en mi pecho? ¿Por qué la cara de ese sujeto no se aparta de mi mente? Malditos ojos orgullosos” sus manos dirigían las riendas con gran precisión.

 

Por otro lado, la mirada orgullosa de Inu Yasha no declinaba, había peleado con varios, pero eran demasiados, terminaron por amordazarlo y amarrar sus manos se encontraba cansado, no había comido o bebido nada, sumando a eso que no ha descansado realmente. El cansancio era demasiado sobretodo el estrés. Lo llevaron a un almacén cerca del palacio imperial, lanzándolo a los pies de alguien. Inu Yasha al verse en esa posición comenzó a con esfuerzo enderezarse; no estaría de rodillas, ni a los pies de nadie, tambaleante lo logro y alzo la vista a quien estaba frente a él.

 – ¿Cómo te atreves a mirarme a la cara si mi consentimiento? –dijo molesto, ante la mirada orgullosa y molesta que le brindaba el menor  – ¡¿Cómo te atreves a mirarme tú que no eres nada?! –le grito.

Inu Yasha sintió su cuerpo temblar y por inercia desvió la mirada, le temía, la presencia de ese hombre era intimidante, mucho más que la de su hijo.

–Arrodíllate –le dijo, pero no obedeció  – ¡Arrodíllate! –le grito molesto.

El cuerpo de Inu Yasha tembló visiblemente y sus piernas flaquearon por un momento, mas, no se arrodillo, enervado alzo la mano para abofetearlo y obligarlo que se arrodillara, Inu Yasha al ver la acción por la sombra solo apretó los ojos y manos “alzar la mano ante un noble es pena de muerte” las palabras de Sesshoumaru le hacían detener el impulso de luchar, y menos contra quien su instinto le grita es más fuerte que él. El rey apretó la mano pues no era capaz de golpearlo, de pronto un bullicio llamo su atención.

 –príncipe Sesshoumaru…

 –¡¡que me den paso!!

La voz de su hijo venia de afuera del almacén, Inu Yasha dirigió la vista a la puerta dándole la espalda al rey, que sintiéndose agraviado tomo su espada.

 –¡¡padre!! –grito y este lo miro molesto.

Sesshoumaru se arrodillo.

–padre este hombre, por favor regrésamelo –todos estaban sorprendidos –él salvo a mi hija, le debo y… 

Inu no Taisho entendía que quería decir su hijo.

 –Retírense –les dijo a los soldados que sin demora los dejaron solos –solo necesitas el collar.

 –Ha salvado a mi hija, le debo –repitió –lo he nombrado mi consejero.

Inu Yasha en medio de ellos no entendía nada.

 –levántate Sesshoumaru –él se levantó  – ¿tu consejero? ¿Qué consejo te puede dar alguien como él?

 –él ve la vida de una forma diferente, te hace cuestionarte las cosas…

 –Quítale la mordaza –Sesshoumaru se acercó a Inu Yasha y se la quitó, susurrándole “solo habla cuando te pregunte algo” las marcas en su boca mostraban cuan firme había tenido puesta la mordaza.

 –dime, qué harías si alguien trae a ti recuerdos desagradables del pasado… emociones que creías muertas, heridas que pensaste sanadas… ¿Qué harías con esa persona?

Inu Yasha subió la vista clavando su mirada en los ojos del rey que lo miraba con dolor y odio a la vez, se obligó a dar un paso.

 –… avanzar –el rey no comprendió –si al ver una persona que se parece a otra que me ha dañado de alguna forma en el pasado y el sufrimiento vuelve con su recuerdo, es porque jamás lo supere… pero que culpa tiene esa persona que me hizo recordarla… es como acusar a un bebe por el crimen de su padre al violar a su madre –los presentes abrieron los ojos de par en par –todos conocemos personas que nos lastiman, que nos mienten, engañan y abandonan, pero es acaso ¿imposible ver los buenos momentos?

 –Sesshoumaru tu consejero no es más que un niño idealista –dijo al escucharlo.

 – ¿Idealista? –repitió Inu Yasha –no, solo me canse de odiar… odie mi pobreza que me quito a mi madre a una corta edad, odie a mi padre por no estar para mi madre y para mí, odie mi destino y el tener que ser una carga para un niño solo dos años mayor que yo… pero de nada me serbia odiar todo, qué importaba, las cosas no iban a cambiar… tome todo mi odio y lo centre en aprender nuevas cosas…

 – ¿dejar de odiar?

 – ¿de qué le sirve el odio? ¿No es solo para lastimarse más a usted mismo? esa persona ya no está ¿verdad? –La mirada del monarca era distante, Inu Yasha sonrió –sino ha podido olvidar a esa persona, tal vez es porque no le odia –la expresión de sorpresa en el rey desconcertó hasta a su hijo –tal vez solo está molesto, con deseos de saber ¿Por qué? Uno jamás termina de conocer a la gente, pero al mismo tiempo uno puede saber que es capaz de hacer.

 –a veces las personas te defraudan –dijo con dolor.

 –no es así.

 –explícate.

Sí, le resultaba interesante como perturbador al ver que era fácil ser sincero con ese niño, le hacía recordar que era humano, el deseo de verlo doblegado había menguado solo por escucharlo hablar.

 –no son las personas las que nos defraudan, sino el juicio erróneo que hacemos de ellas…

 –Nos defraudamos a nosotros mismos –concluyo el monarca.

 –así es.

 –Puedes llevártelo…  –miro a su hijo –como has dicho ve la vida de otra manera y te hace replantearte lo que crees… solo espero no sea como quien había conocido con el mismo don.

 –tendré cuidado padre.

El rey miro a su hijo y a Inu Yasha retirarse, ciertamente le hacía eco las palabras de Inu Yasha y otras que volvían a él como susurro “permítase llorar mi rey, que es su dolor el que lo ahoga, permita que la luz lo abrace para que la oscuridad lo deje en paz… pero debe saber que debe dejar que la herida este al descubierto para que pueda sanar” aun sentía los cálidos brazos que lo rodearon ese día, cuando se sintió humano, cuando su frio encontró un calor que le pudo menguar.

             

Sesshoumaru e Inu Yasha ya casi salían de los almacenes, Inu Yasha estaba unos pasos más atrás del príncipe estaba agotado, se detuvo aun tenía sus manos atadas.

  – ¿Por qué rayos quieren todos con mi collar? –pregunto mirando con desafió al príncipe.

 – ¿la reina también busca tu collar? –volteo Sesshoumaru.

 –tú no eres diferente… si solo él… –dijo apoyándose en una de las murallas.

 –voy a soltarte las manos… ¿deseas saber si está vivo?

La pregunta lo hizo temblar siendo notorio para el mayor que desataba las cuerdas

–piensa en esa persona.

Inu Yasha cerró los ojos, Sesshoumaru con una mano saco de entre su cinto un espejo y lo puso frente al rostro del muchacho, asomo la cara por un costado para poder ver bien.

–abre los ojos y di su nombre.

 –Kouga –dijo abriendo los ojos temeroso de lo que pasaría.

En el espejo se reflejó a su amigo, que con ropas similares a las de Sesshoumaru se encontraba de pie, el moreno parecía hablarle a alguien, pero tenía los ojos vendados.

 –sus ojos… ¿Qué le ocurrió? –se asustó.

 –no lo sé… que un plebeyo como tú mire a la nobleza a la cara con esa mirada desafiante es algo…

 –Yo creo que se creen mucho –dijo molesto.

 –no dudo que él no haya tenido suerte, y a él por mirar a un noble a los ojos se los arrancaran, algunos países hacen eso.

Inu Yasha parecía estar temblando y sus ojos a punto de derramarse, sin aviso comenzó a correr a la salida “Kouga… no es verdad, tus ojos…” 

– ¡hey! Maldición –corrió tras de él si hacia un escándalo ahí sería un gran problema, logro sostenerlo del brazo  – ¿Dónde crees que vas?

 –…Kouga…voy…  –decía agitado sus lágrimas se deslizaban.

 –ni siquiera sabes donde está.

 –No me importa… yo… por favor –tomo las ropas del príncipe apoyando la frente en ese pecho –si algo le pasa a Kouga… yo…

 –Él está vivo, no te basta –este meneo la cabeza –por ahora confórmate con eso –lo miraba y no entendía ¿Por qué era tan vulnerable por ese hombre? “tienes fiebre y aun así quieres correr a él sin siquiera saber dónde está” –no puedo saber dónde está, pero no está en este país.

 – ¿Cómo lo sabes? –lo miro con ojos acuosos, la cara de Inu Yasha lo sorprendió por un momento. 

 –las telas de esa calidad solo pueden ser pagadas por gente noble de alto rango y su cinto tenía un emblema que no pertenece a ninguna de las armadas de este país.

 – ¿emblema? –repitió confundido.

 –no puedo dejar que te vayas, necesito tu collar.

Inu Yasha lo miro con desprecio alejándose de él.

–pero a diferencia de la reina lo necesito con su portador, a cambio, buscare a… él y los enviare de regreso a su hogar.

 –déjame… déjame verlo una vez más –pidió en tono suave.

 –una vez por día confórmate con eso –comenzó a caminar molesto, se detuvo al no escucharlo caminar  – ¿Qué esperas?

Inu Yasha comenzó a caminar ¿Qué más podía hacer?

 –espero tu palabra sea lo que tienes con más valor –dijo caminando a su par.

Sesshoumaru tomo su brazo y su quijada obligándolo a verlo.

 –ante los mil dioses Hitit juro encontrar a quien buscas y regresarlos a sus hogares, que los dioses sean mis testigos de este juramento, si no lo cumplo que las desgracias y calamidades caigan sobre mí, pero si me traicionas de alguna manera que en ti y los tuyos sean las desgracias –lo soltó y continuo su camino.

Inu Yasha lo siguió en silencio aun lo perturbaba la imagen de Kouga, pero aquel acto de ese hombre lo había sorprendido. Estando en la puerta lo miro ir a donde estaba el caballo, una interrogante se formó en su cabeza ¿Cómo supo dónde estaba?

 – ¡hey! ¿Cómo sabías donde estaba?

Las manos de Sesshoumaru se detuvieron de acomodar las riendas de su caballo, él también se lo preguntaba, su cuerpo solo se movió, algo dentro de él le gritaba donde ir…

 –tu collar… –termino por decir era la única explicación que encontraba, era atraído por el collar.

Inu Yasha toco el collar comenzando a bajar los escalones de piedra que daban a las afueras del palacio del rey. Un mareo lo detuvo cuando aún le quedaban poco más de la mitad, apretó los ojos sosteniendo su cabeza su vista se borró sintiendo sus piernas debilitarse, trato de seguir bajando…

 – ¿Cuánto más…?  –no pudo decir más al ver el cuerpo de aquel chico caer.

Soltó las riendas de su caballo y en un momento estuvo en las escaleras sosteniendo a quien por poco cae desde poco más de 10 escalones. Temblaba febril con la respiración agitada. El pecho de Sesshoumaru dolía oprimido  lo tomo en brazos comenzando a bajar los escalones viendo que en el final se encontraba la clara marca de su pisada al dar un salto para subir dichas escaleras miro al inconsciente que parecía balbucear.

 –Kou…ga  –fue lo que le pudo escuchar.

Dejando salir un suspiro Sesshoumaru lo puso como si fuera un costal y subió el después tomando las riendas comenzó a cabalgar. ¿Quién ese Kouga? ¿Por qué lo llama aun estando así de débil?  ¿un hermano? ¿un amigo? ¿Su pareja? Miro la espalda del inconsciente “su pareja” pensó al recordar la expresión en el rostro de Inu Yasha, aquellas lágrimas y la genuina preocupación, tan expresivo como un niño en la pureza de sus sentimientos.

Al llegar a su palacio vio a Rin que estaba con Kaede y un poco más atrás su sirviente.  

 – ¿Cómo lo ha encontrado? –pregunto Rin, pero Sesshoumaru nada dijo y se fue dándole señal a Jaken para seguirle –padre está algo extraño, ¿no lo cree? Señora Kaede.

 –princesa, el príncipe Sesshoumaru tiene sus razones para hacer las cosas, déjele solo.

Subiendo a la segunda planta entro a una de las habitaciones que Jaken abriera para él. Dentro Sesshoumaru había tirado a Inu Yasha a la cama, este tenía fiebre, no quería que otros supieran del collar, aunque muchos eran ignorantes de esos temas no quería arriesgarse, tras suspirar con desagrado comenzó a quitarle la ropa tan extraña para él, la chaqueta del ambo, la corbata, la camisa, los extraños zapatos y los calcetines, pero lo que más le extrañaba eran lo que cubría sus piernas, sin saber cómo quitar el cinturón pues no era como los que conocía, no veía que traspasara el extraño material del cinturón y aun si tiraba no lograba deshacerlo, tras intentar unas cuantas veces decidió dejarlo, molesto quiso arrancarlo, pero se detuvo, con verlo se dio cuenta que tenía un cuerpo entrenado, ni una pisca de grasa, entendía porque en el primer golpe no había caído, humedeció un paño y comenzó a limpiarle el cuerpo a quien contraía sus músculos al sentir el frio paño dejando salir un suave quejido, el pecho sopesaba agitado, un cuerpo trabajado pero no demasiado marcado; su mano detuvo su labor, miro el rostro del inconsciente aquellos labios que entre abiertos dejaban salir la agitada respiración, sus mejillas rojas por la fiebre y esos ojos orgullosos que ahora estaban cerrados y se apretaban… su mano viajo a quitarle los cabellos del rostro, pero antes de que lo tocara…

 –…kou…ga…  –murmuro Inu Yasha deteniéndolo.

Sesshoumaru tomo el paño  para luego dejarlo en su frente.

 

Las horas pasaron y cuando Inu Yasha despertó dio un salto aun pensando que lo estaban cazando, el paño cayo en sus piernas, se dio cuenta que no tenía puesto más que el pantalón con el cinturón, miro el rededor, no reconoció la habitación. Levantándose se puso la camisa y salió, encontrándose con un pasillo y frente a él unas ventanas, mirando con recelo miro un jardín interno.

 –Veo que despertaste  –escucho la voz del sirviente de Sesshoumaru y recordó lo sucedido.

 – ¿Dónde estoy?  –pregunto.

 –en el palacio del príncipe Sesshoumaru, niño ignorante.

 –y ¿Dónde está Sesshoumaru?

 – ¡insolente! ¡¿Cómo te atreves a llamarlo solo por su nombre?!

 –… no me interesan las cosas de este lugar… me llevaras con él ¿o seguirás perdiendo el tiempo?

Resignado Jaken lo llevo de mala gana, en la primera planta al poco caminar  vio que se hallaban comiendo, padre e hija, ella sentada en cojines y él en una especie de diván, siendo servido por dos criadas… aun si no le gustaba reconocerlo era la perfecta imagen de un príncipe que además su belleza sobresalía, usando una túnica sin manga y solo de un lado puesta dejaba ver su cuerpo perfectamente esculpido.

 –siéntate y come –le ordeno Sesshoumaru, pero se quedó de pie.

 –no sé cómo llegue, pero me voy.       

 –sinceramente eres estúpido, me pregunto si de dónde vienes todos son como tú o tú eres la acepción.

Inu Yasha no soportaba las palabras de aquel príncipe y se acercó a él con la clara intención de golpearlo, golpe que Sesshoumaru con tranquilidad esquivo. 

– ¿eso es todo?

Rin se apartó e Inu Yasha continúo. Puños y patadas eran esquivadas por un tranquilo príncipe que recorría el amplio lugar, un golpe de parte de él le bastó para desequilibrar a Inu Yasha y que callera hincado frente a él

– ¿es suficiente para ti?

Inu Yasha comenzó a levantarse.

 –Te sacare los intestinos…  –dijo empuñando las manos y abalanzándose a él.

 –amo bonito

Sesshoumaru miro al anciano y sonriendo se corrió justo en el momento en que Inu Yasha trataba de golpearlo, haciendo que chocara con Jaken y que ambos cayeran al suelo.

 –Jajajaja gracias por el pequeño entretenimiento –la cara sonriente de Sesshoumaru enervo a Inu Yasha aún más, se burlaba de él y nada podía hacer, se levantó comenzando a retirarse.

 –Espere –lo quiso detener Rin.

Ese chico no sabía lo que estaba haciendo, verdaderamente era estúpido ante los ojos de Sesshoumaru ¿Por qué alguien como él era el portador del collar? En un abrir y cerrar de ojos estuvo frente a él obligándolo a dar un paso atrás.

 –no dejare que te largues, si la reina está involucrada ten por seguro que tu cabeza rodara –su cuerpo de solo pensarlo se tensó tragando con aspereza.

 –Confía en mi padre –dijo la niña –él te ayudara.

 –se más educado mocoso –lo increpo Jaken.

 –cállate cara de sa…

 –olvidas lo que te dije al rescatarte.

Bajo la cabeza tratando de recordar ante los mil dioses Hitit juro encontrar a quien buscas y regresarlos a sus hogares, que los dioses sean mis testigos de este juramento, si no lo cumplo que las desgracias y calamidades caigan sobre mí, pero si me traicionas de alguna manera que en ti y los tuyos sean las desgracias”. Su suelo tembló al recordar la imagen de Kouga con los ojos vendados. Exaltado tomo las ropas de quien tenía al frente. 

 –dime que lo recuerdo mal…  –dijo trémulo.

 –No te mentiré y no puedo saber qué es lo que pensaste –fue la respuesta que le dio el príncipe.

 –sus… sus ojos  –dijo sin deseos de confirmarlo.

 –Vendados  –término  –así es.

Las rodillas de Inu Yasha flaquearon un momento, nada entendía ¿Por qué estaban ahí? ¿Qué le había pasado a Kouga? ¿Dónde estaba ese lugar?

 –ven conmigo  –le dijo Sesshoumaru.

Pero él no se movía de su lugar absorto en sus pensamientos. Todo había comenzado desde que su mamá le había dado ese collar ¿Por qué? Una mano lo sujeto sacándolo de sus pensamientos viendo el entrecejo fruncido del príncipe.

 –Que vengas  –le ordeno jalándolo y guiándolo.

Como si estuviera en trance miraba la cabellera plateada que se deslizaba al caminar. Subieron escaleras y fue dirigido a donde antes él despertó. Sesshoumaru lo soltó para cerrar la puerta y se dirigió al balcón.

Inu Yasha se sentía cansado, de seguro si cerraba los ojos y luego los abría despertaría viendo la cara de Kouga frente de él durmiendo en la cama en aquel viejo remolque y…

 –Reacciona de una vez  –dijo con tono severo Sesshoumaru obligándolo a aceptar la realidad.

 –… ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué…?  – ¿Qué es lo que estaba pasando? Quiso preguntar pero de alguna manera sentía que entre más supiera menos podría decir que era un sueño.

 –no eres de este mundo…

Inu Yasha lo miro sin entender. Sesshoumaru miraba la noche que estaba iluminada provocando que Inu Yasha saliera y siguiera el campo de visión del príncipe viendo en el cielo… sus ojos comenzaron a abrirse al comenzar a entender lo que veía.

 – ¡Que de…!  –su voz se congelo.

En el cielo se veía la luna plateada, pero era lo que se veía a un lado lo que lo consterno. Una luna que sin importar como tratara de verle era la tierra. Se veía de un menor tamaño.

 –sé cómo mandarte de regreso a tu mundo, pero mis poderes fueron sellados, junto con algunas de mis memorias, tu collar es lo que me puede guiar a encontrar los 5 objetos que me faltan… la reina ya ha hecho su movimiento, ella necesita tu collar y tu cabeza, yo necesito el collar y tú con vida o deberé buscar otro portador… te doy mi palabra de enviarte a ti y a tu… y a él, a su mundo solo debes encontrar los objetos.

 Inu Yasha no había entendido la pausa de ese hombre que lo miraba fijamente ¿Qué era todo esto? ¿Acaso murió y todo esto era el otro mundo? ¿o estaba en coma?.

–no sé para qué quiere el collar la reina, pero yo…  –era primera vez que lo diría en voz alta, pero si con ello podía hacer que ese chico trabajara para él lo haría  –este imperio está muriendo de a poco y sé que es por perder a su guardián si recobro mis poderes y soy capaz de convocarle… poder salvarlo, por ello acepta y velare por ti y tu regreso a tu hogar junto con aquel… no permitiré que a estas tierras le pace lo mismo que hace eones a Egit

La seriedad y determinación de la voz de aquel príncipe lo paralizaba, los ojos dorados y afilados que parecían ver a través de él, tomo el collar, no podía procesar todo lo que había escuchado ¿Qué debía hacer?.

 

 

Notas finales:

hasta el siguiente capitulo.


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