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De Migrañas y Clint Eastwood por Dagi

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Notas del fanfic:

Supernatural no nos pertenece, solamente soñamos con Destiel.

No beta.

OTP cita es de la página cutiepieprompts y de un anónimo que inicio la idea.

Historia corta: este fic fue escrito hace meses atrás al mismo tiempo que otro fic nuestro, Be Lovin. En ambas historias, y en ese momento, pensabamos en cómo Dean podría ser sincero con sus sentimientos. Decidimos dejar este fic y otros que estan en la serie aniversario para estas fechas, no tiene modificación y es todo lo que salió de nuestras cabezas en ese mes de Mayo.

Ah, y lo de Clint Eastwood es porque Dean se confiesa con un diálogo de la película Los Puentes de Madison.

Ocurría con frecuencia. Al menos en los últimos meses. Dean se encontró nuevamente abatido por una migraña.

Otro día agitado, sin una gota de respiro, trajo consigo un cúmulo de estrés que más tarde derivó en un malestar general o como él la llamaba, La pequeña molestia. Un apodo inoportuno porque aunque Dean deseaba suavizar el problema, lamentablemente la migraña no tenía nada de pequeña.

Dean ya podía oír en su mente la voz de su hermano regañándolo por aquel pensamiento.

De inmediato gimió al sentir un dolor pulsátil e intenso en su cabeza. Fue en busca de su medicamento prescripto mientras trataba de mantenerse estable. La sensación de mareo le llegaba en oleadas y las ganas de vomitar era insoportable.

Hijo de puta, empeoraba con cada paso que daba.

Dean encontró el último blister junto con otros medicamentos de venta libre. Dio gracias a lo que sea por las pastillas que aún le quedaban. Tragó dos análgesicos y bebió abundante agua.

Se sostuvo en la pared de la sala y esperó un segundo antes de seguir el camino a su cuarto. En esos momentos tenía una gran sensibilidad a la luz y sus ojos dolían. Una vez que llegó al dormitorio Dean corrió las cortinas, dejando todo a oscuras.

Se devistió con apuro y sólo se quedó en su ropa interior. Se ponía tan mal que necesitaba con urgencia arrastrarse hasta la cama y olvidarse del mundo.

Acurrucado bajo las sábanas, Dean apoyó la cabeza sobre la almohada. Trató de dormir con el único fin de que si volvía a despertar podía sentirse mejor.

O eso rogaba.

...D&C...

Una voz lo levantó del sueño autoimpuesto y abrió sus ojos, perdido. Su vista se adaptó a la oscuridad y sólo pudo ver una figura junto a la cama.

—¿Cas?—llamó con una voz quebrada.

—Sí. Soy yo—habló suavemente —. ¿Cómo te sientes, Dean? Vine lo más pronto posible al recibir tu mensaje.

¡Oh, santa mierda! Dean podía confirmar que Cas era un verdadero amigo. Venir y dejar todo por él, provocaba que algunas lágrimas se asomaran a sus ojos.

—¿En una escala del uno al diez? —gruñó—. Suponiendo que diez es la mierda máxima... un ocho, Cas.

Dean sintió la mano helada de Cas en su frente y casi ronroneó por el contacto. Al instante, la perdida de aquel toque le hizo lanzar un quejido involuntario.

—No te preocupes, Dean. Descansa todo lo que puedas—repuso tranquilo—. Te traeré comida.

Dean podía oír la voz de Cas alejándose.

—Cas... no, espera...

—¿Sí?

—Sólo... Sabes... Contigo aquí, el dolor constante es casi soportable.

—Gracias, Dean—murmuró.

...D&C...

Dean perdió la noción del tiempo y la próxima vez que se despertó, Cas le tenía preparado una sopa de verduras.

Su estómago estaba mejor y sin ningún tipo de amenaza. La luz de la lámpara tampoco parecía fastidiarle demasiado.

—Hablé con Sam. Llamó mientras estabas durmiendo.

Dean sorbió una cucharada del líquido caliente mientras asentía. Cas continuó hablando y Dean siguió la charla a medias. Su mirada se centraba en los labios de Cas y en como la tenúe luz del espacio iluminaba su rostro, haciendo brillar sus ojos azules.

Él trago saliva al sentir como la boca se le secaba de repente.

Estaba feliz de tener compañía. Más que eso, estaba feliz de que Cas estuviera con él, cuidándolo.

Siempre había sido al revés. Él era quien procuraba que todo estuviera bien, relegando en muchas ocasiones su propio bienestar.

Pero con Cas... Era muy diferente. Completamente diferente.

Ellos eran los mejores amigos desde hace mucho años, pero por valorar esa amistad, Dean nunca se detuvo a pensar sobre sus emociones. Él tenía un sentimiento profundo que ya era difícil de ocultar, y que no podía decirlo en voz alta por temor a que ya nada fuera lo mismo.

Dean parpadeó, saliendo de sus pensamientos cuando Cas lo llamó, tocando su antebrazo.

Saltó nervioso y Cas frunció el ceño preocupado.

—Dean... ¿Estás bien?

Dean se quedó en silencio, porque no creía que las palabras pudieran salir con facilidad de su boca.

Sabía que Cas lo observaba y esperaba una respuesta, pero sólo asintió nuevamente.

¿Qué podía decirle?

"¡Oye! No te lo tomes a mal, Cas... Pero hace segundos pensaba en ti... demonios, en besar tus labios".

¿Cómo decirle que ya no le bastaba con solamente ser su amigo?

En un tenso silencio, Dean acomodo el tazón con el caldo en la mesa de noche y se desplomó en el enredo que era su cama. Cerró los ojos y respiró hondo. Era incapaz de enfrentar la situación.

Dean escuchó movimiento y sintió un repentino peso adicional en la cama. Así supo que Cas había decidido quedarse un tiempo más.

Se sobresaltó al sentir los dedos de Cas por su cabello y el inicio de un suave masaje en su cabeza.

Dean se relajó con la atención y suspiró de placer.

—Mmm... se siente muy bien, Cas.

Esperó por una respuesta, pero jamás llegó.

...D&C...

Dean despertó lentamente y se acobijó aún más en las mantas.

¿Cuántas veces ya había hecho esa acción? Ya ni lo recordaba.

Dean percibió un calor extra y se sorprendió al ser consciente que estaba acurrucado contra el cálido cuerpo de Cas. El hombre se encontraba durmiendo a su lado y su cabeza se apoyaba sobre la cabecera en una posición incómoda.

Él sabía que tenía que alejarse, pero se sentía a gusto con la cercanía. Hace tiempo que no compartía la cama con alguien. No después de entender que estaba enamorado de Cas.

Sin pensarlo, Dean extendió su mano para poder tocarlo, pero Cas parecía tener un sentido de alerta que hizo que se levantara de golpe.

Dean se movió, tomando toda la distancia posible y casi cae al suelo.

—H-Hey... —se aclaró la garganta.

—Lo siento, Dean... me quede dormido— se excusó con la voz tomada por el sueño.

—¿Qué hora es? No creo que sigan siendo las diez de la noche.

Cas agarró el teléfono y miró la hora en la pantalla.

—En realidad son las dos de la mañana, Dean.

¿Dos de la mañana? ¿Realmente había pasado más de cinco horas desde el comienzo de su jaqueca?

Su dolor había disminuido bastante. El medicamento había surtido efecto, pero todavía quedaba una sensación fantasma que no estaba dispuesta a desaparecer.

Cas se levantó, rodeó la cama y le servió un vaso con agua.

Dean se quedó mirando a Cas y notó su cansancio.

La culpa lo inundó enseguida.

—¿Estás mejor?

Dean lanzó una sonrisa.

—Muy bien—mintió con rapidez —. De hecho, Cas...  Ya puedes irte cuando quieras... Y-Yo puedo seguir por mi cuenta.

Ambos se quedaron en silencio. Dean se maldijo por su actitud esquiva que hacía las cosas más difíciles.

No pudo escapar de la mirada penetrante que Cas le devolvía.

—Estás muy distante.

Dean elevó sorprendido las cejas.

—¿D-De qué hablas, Cas?

—¿Acaso te molesta que este aquí? Dean... —se detuvo, dudando en seguir—. ¿Quieres... realmente quieres que me vaya?

Dean negó con la cabeza desesperado y de inmediato se arrepintió de hacerlo. Apretó los dientes y siseó.

Cas miró la expresión de dolor en su rostro y se acercó a su lado.

Dean volvió a enfocarse. Debía tratar de explicar lo que sentía. Cas había malinterpretado sus intenciones.

—Cas... Es todo lo contrario —dijo cuando pudo hablar—. Soy un desastre en estos momentos y yo... Y yo no quiero necesitarte.

—Ya veo... no me necesitas.

Mierda.

—¡No! No es así... —la voz de Dean aumento de tono.

—¿Por qué?

—¡No quiero necesitarte, porque no puedo tenerte, Cas!

Ya lo había dicho. Ahora podía esperar que su amistad sobreviviera o lo peor de aquí en adelante.

Cas rozó la mano de Dean para llamar su atención.

—¿Es eso un problema para ti, Dean?—susurró.

¿Un problema? Era más que eso. Su jodido corazón estaba en juego.

Dean levantó la mirada y fue sincero.

—¡Jesús! Mi único problema es perder a mi mejor amigo—agregó molesto consigo mismo —. Mi único problema, Cas, es que tengo miedo de pedirte que te quedes conmigo, porque no sé si sientes lo mismo... porque no sé si lo harás.

—Dean—Cas tomó su mano y le sonrió con un cariño infinito que llegaba a sus ojos—. Sólo tienes que pedirmelo.

Dean soltó el aire que retenía y esbozó una sonrisa liberadora.

Todo podía ser tan fácil y tan complicado.

Jaló a Cas hacia sus brazos y fue correspondido en el acto.

—Quédate, Cas—murmuró en su oído—. Quédate hoy, mañana y el tiempo que quieras... Quédate. ¿Está bien?

Sintió el cosquilleo de la nariz de Cas en su cuello y un largo suspiro.

—Pensé que nunca me lo dirías. Esperé... Durante todos estos años, esperé por ti, Dean.

—Lo siento por ser un idiota que no puede hacer nada bien.

Se separaron unos centímetros para mirarse y ser testigos de su mutua confesión.

Los dedos de Cas trazaron un recorrido por su mandíbula y Dean sintió las caricias en su mejilla. Cerró los ojos por un momento y se inclinó ante el toque íntimo.

—Cas—susurró enocionado. Su corazón latía con mucha intensidad.

Dean se inclinó y presionó un beso en su frente y luego en la punta de la nariz hasta bajar con suavidad hacia su boca, tomando los labios de Cas y siendo correspondido por él.

El beso fue como un Vals; una unión lenta, cariñosa, prolongada y fluida.

Se apartaron y sus miradas se volvieron a encontrar. Ambos sonrientes, con sus mejillas coloridas y sus corazones hinchados por tanto amor.

Cas bajó la cabeza para acariciarle los labios una vez más y Dean se dejó llevar por la profundidad de Cas, sintiéndo su sabor y pidiendo más.

La recompensa vino cuando Dean levantó los cobertores, esperando que Cas comprendiera su pedido.

Cas apagó la luz de la lámpara mientras se devestía. Cuando se acostó junto a Dean lo rodeó con los brazos y tiró de él en un fuerte abrazo.

Dean tarareó de alegría y sin querer apartarse le dijo:

—Te amo, Cas.

Notas finales:

Gracias por leer.


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