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Intentémoslo una vez más por JadeJary

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Notas del fanfic:

De verdad lo lamento, sin querer borré todo un fanfic queriendo borrar un solo capítulo que había subido mal.

Notas del capitulo:

Un usuario llamado Jessica me escribió avisándome de que había resubido un capítulo, o sea, seleccioné mal el archivo, y sin querer borré todo el fanfic queriendo borrar solo ese.

La incomodidad en la expresión de Malfoy pudo haber sido el tener que recibir a la persona que lo salvó en su último año en Hogwarts, la persona a la que habría preferido tener que estar eternamente agradecido sin necesidad de verlo, antes que recibirlo con una taza de té caliente, enfrentándose a la vergüenza de haberse arrepentido de todas las desiciones que tomó antes de escapar de Voldemort y la lucha, de aceptar que no fue tan valiente como Harry,   y ayudarlo como debería haberlo hecho.

Por suerte Harry también actúaba como si nada hubiese pasado entre ellos antes de terminar la guerra, como si fuesen solo viejos compañeros de escuela, con la única diferencia de estar en casas distintas, con familias distintas, sin oportunidad de conocerse a fondo… Como si no se conocieran a fondo.

-Es una casa muy grande como para vivir solo –por fin habia dicho algo. Desde que llegó con un chico de unos cinco años en brazos a la puerta de su casa, estaba callado sentado en el sofá, sin decir el porqué de su visita.

El chico de cinco años tenía pelo azul, no parecía ser hijo suyo, además de que todos sabrían si Harry se hubiese casado o hubiese tenido hijos, todos los diarios lo habrían tenido en la portada, siendo el héroe del mundo mágico… Draco miró al chico de pies a cabeza, jugaba con los sillones al costado del sofá, y en su interior temía un poco que de tanto saltar en sillón a sillón cayera al suelo de frente lastimándose. Como si le importaran los chicos a alguien como él, en verdad le habría gustado tener algo más seguro para que un chico de su edad jugara.

Draco dejó las tazas con té sobre la mesa, se sentó frente a Harry más por costumbre que por querer verle la cara.

-Perdón por no avisar –Draco se atrevió a mirarlo de una vez, y Harry se veía bastante incómodo, jugando con las patas de sus anteojos-, podrías haber no estado, o estado ocupado.

-No soy un hombre ocupado, no trabajo… Mis padres son ricos.

Harry rió con la voz ronca, y Draco sin darse cuenta relajó los hombros que anteriormente estaban tensos.

-No sabía que tenías un hijo, pensaba que no estabas casado.

-No es mi hijo, bueno, no mi hijo biológico –Harry miró en dirección al nene con pelo azul y alzó las comisuras de los labios-. Sus padres son Remus y Tonks, yo sería solo su padrino si ellos no hubiesen muerto en la guerra.

Draco miró al chico sentado en el sillón, y se preguntó cómo es que escucharía eso sin apenas inmutarse.

-Debes ser un buen padre, uno muy bueno.

Sobre la chimenea reposaba un reloj de arena, corría muy lentamente, y le hizo recordar que aún no sabía el porqué de la visita. No es que quisiera echar a Harry de su casa, pero se sentía algo incómodo.

-Harry… ¿por qué viniste?

-¡Papi! Papi, quiero ir al baño.

El chico comenzó a saltar frente a ellos con las manos entre las piernas, con el rostro rojo y los ojos vidriosos. Draco se levantó del sofá con tanta prisa que casi tira su taza de té, y lo acompañó al baño sin decir nada. Cuando estaban volviendo, el dedo del niño apuntó a la puerta de su habitación, y él no escondía nada muy malo como para que un chico se lastime.

-Si prometes no romper nada puedes quedarte, tengo una radio y algunas revistas sobre la cómoda.

El chico asintió efusivamente y Draco lo dejó perderse dentro. En realidad se sentiría más cómodo si pudiera hablar con Harry sin tener que ser escuchados por un chico de cinco años.

Cuando llegó al living no dijo nada, se quedó tieso frente al marco de la puerta, mirando a Harry de espaldas. Este miraba las fotos sobre la chimenea, no habían muchas, solo las suficientes como para que su madre no lo moleste al caer de visita, las que ella elegía. Solían ser las que se tomó antes de la guerra, las que no tenían malos recuerdos, como cuando era chico y volaba en escobas con ayuda de su padre, o desembolviendo regalos en navidad, o en el equipo de quidditch.

-No puedo saber si estás enojado, ¿lo sabes?

Harry se dejó caer de nuevo sobre el sofá, y Draco ya no quería verlo de frente asi que se apoyó en el marco de la puerta.

-No sé cómo reaccionar. Tengo al héroe del mundo mágico frente a mí, sin capa de auror y con un chico de cinco años en brazos.

A medida que hablaba alzaba más la voz, y su cara dejaba de tener la inexpresividad mantenida desde la llegada de Harry.

-No te debo nada, Potter. Ni te recuerdo, si no volvías no me acordaba de tu nombre.

-Draco –la voz de Harry logró calmarlo, pero la angustia que había almacenado en el pecho ya le habían sacado un par de lágrimas-, para. Preguntaste porqué había vuelto… Llevo cinco años siendo el padre de Ted, y no es que pueda dejarme pensar en otra cosa que no sea él o el trabajo de auror… Por eso es difícil que pregunten cosas que no puedo responder.

Harry miró a Draco de manera dulce, no parecía resentido ni molesto, ni nada. Se dejó sonreír un poco incluso y relajó bastante el ambiente.

-Ayer fuimos a comer a casa de Hermione, a Ted le agrada porque hay chicos para jugar, y cuando volvimos a casa me preguntó cosas de cuando era chico. Si jugaba quidditch, si tenía buenas calificaciones, si tuve novias… Pasó mucho tiempo escuchando anécdotas de Ron.

A Draco le empezó a latir el corazón casi por encima de la caja torácica.

-Ya basta… -le ardían las mejillas y no quería seguir con eso-, ya pasó mucho tiempo. No debiste haber venido, quiero que te vayas.

Harry se acercó a Draco hasta tenerlo en frente, le acarició el pelo con la ternura de años de recuerdos y salió de la habitación para ir a buscar a Ted. Cuando volvió con el chico dormido en brazos Draco ya había abierto la puerta, y estaba juntando las tazas con té frío en ellas para ir a la cocina. Harry no dijo nada, de hecho era muy entendible la respuesta, pasó el marco, cerró la puerta y se fue antes de escuchar que desde la cocina se oía la respiración agitada de Draco que inundó la casa entera.

 

 Llegando la noche no pudo comer, y prefirió irse a acostar. No podía hacer de cuenta que no le afectaba, pasó muchos años haciendo de cuenta que no lo extrañaba o no lo recordaba como para tener que verlo de un dia a otro y sacar a relucir toda la angustia acumulada, y los sentimientos a flor de piel. No podía dormir y nno sabía qué hacer. Dejó abrir la ventana para que entrara el gato que a veces se colaba a su habitación, no era suyo pero en la soledad le ayudaba a sentirse acompañado, incluso servía para escucharlo, aunque no entendiera un palabra.

-No puedo creerlo, vuelve después de cinco años y cree que no va a afectarme. Sigue siendo tan insensible como en aquel entonces…

Draco se sentía mejor diciendo las cosas en voz alta, acariciando al gato.

-En ese entonces si me enojaba por cualquier cosa él aparecía con su capa de invisibilidad y me llevaba a la biblioteca de noche. No queríamos que nadie supiera, en cuarto dejamos de ser enemigos, y a finales de quinto año… me distancié. Los bandos eran muy distintos y yo no quería cargar con la culpa. Éramos buenos amigos, y me gustaba mucho. Fui lo suficientemente tonto como para creer durante un momento que podía confesarle lo que sentía.

El gato empezó a ronronea de más, y en un rato se cansó de las caricias, se desperezó y se bajó de la cama para dormir en el suelo. Aunque sea la primer vez cerró la ventana y se quedó con el gato de compañía, después de todo la situación lo ameritaba.

Notas finales:

De verdad lamento que se hayan perdido todos los comentarios. Si vuelven a escribir voy a responder con gusto


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