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Vacaciones... en los hoteles de la perdición por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

Naruto no es mío.

Notas del capitulo:

Espero que les guste este fanfic. Y, por fin, aquí está la secuela del bar de la perdición.

“Feliz cumpleaños” Kawarama palmeó con las manos, mientras una mujer de cabello castaño le lanzaba una sonrisa hechicera. La madre de la chica estaba cerca, también feliz. Cortó los pedazos mientras, el joven besaba a la muchacha. El terno Armani de uno contrastaba bastante con la ropa simple de las dos, también con la casa normal en la que estaban, más no parecía importarle. Amaba a su novia. Sin embargo, alguien ahí no tenía la misma idea.

“Miku, querida, ven a ayudarme con los platos. Oh, no, Kawarama-kun. Eres un invitado, nosotras lo hacemos” la mayor de las dos se llevó a su hija a la cocina, donde su expresión cambió completamente. “Oye, tú ¿hasta cuando vas a dejarlo así?” se puso la mano en la cintura. “El punto de camelarte a ese galán es que nos saques de aquí, no que lo diviertas como un mono amaestrado.”

“Lo sé, mamá, es que… no puedo presionarlo” chasqueó la lengua, molesta. Había trabajado mucho para pasar de ser la secretaria de Kawarama Senju a su novia, tratando de mostrarse como una buena chica… con la vista en el dinero. “No puedo sacar el tema del matrimonio así”

“Pues más vale que idees algo, porque se te va a escapar” su progenitora gruñó. Cogieron los platos, colocando sus máscaras de nuevo en su sitio. el Senju no se dio cuenta de lo que pasaba, conversando animadamente con ellas. Estas le respondían con igual alegría, soltándole indirectas acerca de relaciones y bodas. Pronto fue muy tarde y él se excusó, diciendo que debía ir a casa. Miku lo acompañó hasta la puerta, dándole gracias por la preciosa gargantilla que le regaló por última vez.

“Y… ¿Qué es lo que realmente quería tu madre?” preguntó el castaño claro antes de ir a su auto. A pesar de que la zona donde ella vivía era de clase media, era relativamente segura, incluso con su propio vigilante.

“¿Te diste cuenta?” ella se mostró sorprendida, aunque no tenía por qué. Cualquiera con un mínimo de cerebro se hubiera dado cuenta de las intenciones de la mayor. “Es que… está preocupada por nosotros” él se interesó aún más. “No te vayas a confundir, le caes muy bien, pero… muchas chicas estos días hacen cosas que no deben y sus novios no les cumplen… y se quedan… ya me entiendes.”

“Oh… bueno… ¿ella piensa eso de mí?”

“¡Claro que no!” se apresuró a negar, fingiendo ruborizarse. “Le he puesto en claro que nosotros no somos esa clase de pareja, más no puedo culparla. Soy su única hija, después de todo” se pasó una mano por el pelo. “Además… dice que le resulta raro que no me hayas presentado a tu familia después de tantos meses juntos.”

“Pues… es complicado” además de mortal, quería añadir. Sus padres estaban bien… cuando no tomaban en demasía o trataban de alejar a las parejas de sus dos hijos solteros. Sus hermanos eran otra historia. Hashirama no estaba tan mal, era muy sociable y divertido… todo lo contrario de su esposo, Madara, el afamado rey de los medios, que era capaz de helarle la sangre a cualquiera sólo con una mirada. Los dos juntos en una sola habitación eran una mezcla volátil, porque el pelinegro no tenía mucha paciencia con las idioteces de su marido o las travesuras de sus hijos. Y hablando los hijos, ellos también eran de cuidado. Itachi y Shisui estaban bien, pero Sasuke era una auténtica pesadilla con pulmones capaces de llenar un estadio, cosa que sólo empeoró conforme aumentaba su edad. Luego estaba Itama, que dormía con mitad de la ciudad si no más y era tan promiscuo que incluso se hizo su propia cadena de hoteles y bares para serlo en cualquier parte. Finalmente estaban Tobirama e Izuna, tan workahólicos que uno pensaría que estaban más casados con su trabajo que entre ellos… al menos hasta que los atrapabas siendo desvergonzados en prácticamente cualquier parte. Kagami… estaba bien, era un buen chico. A veces le tenía pena por vivir con esos locos, pero él no dejaba que le afectase… y eso era todo. Al menos toda su familia cercana.

“¿Qué tan complicado puede ser? ¿Acaso temes que me rechacen?” preguntó ella, aplicando un poco de presión emocional. Eso funcionaba a las mil maravillas, especialmente cuando hacía uso de su puchero. “¿O es que te sientes avergonzado de mí?”

“¿Avergonzado? No, claro que no, es que yo…” trató de explicarse Kawarama, haciendo que ella internamente sonriera al verse victoriosa. Muy pronto avanzaría, se casaría con ese tonto y se volvería más rica que cualquier otro. Además… conocer a otros galanes adinerados no estaba de más. Siempre podía sacar unos cuantos billetes más de sus carteras chantajeándolos con fotos sexuales y otras cosas. “no quiero que te asustes”

“Tontuelo, nada que esté relacionado contigo puede asustarme” dijo la muchacha dulcemente, manteniendo la vista fija en el dinero. “Te quiero tanto que lucharía por aceptar lo más escalofriante para seguir contigo.”

“Es precisamente lo que quiero evitar” contestó él, rodando los ojos. Su novia no tenía la menor idea de lo terrible que podía ser la familia Senju, incluso en comparación con el resto de la alta sociedad. “Mira… no hablemos más de esto. Es tu cumpleaños y no quiero arruinártelo por completo.”

“Pues… supongo que si no soy tan importante, no debería quejarme” habló la interesada antes de irse para hacerlo sentir culpable. Él se quedó petrificado, metiéndose a su auto rápidamente. Miku era importante… muy importante para él. incluso estaba pensando en hacerla su esposa. Claro que se habría decidido más rápido si no fuera porque al hacerla su prometida tendría que presentarle a su familia, su completamente loca familia. Un poco deprimido, condujo hasta el único bar de lujo en el que podría beber gratis.

“Hola, guapo” el joven rápidamente se alejó de las chicas lujuriosas, sentándose en la barra con actitud cohibida. Por eso es que no le gustaba ir a los bares de su hermano… de hecho, a ningún lugar regentado por Itama Senju, el nuevo casanova de la familia.

“¡Kawarama-sama! Es un gusto verlo por aquí otra vez” la chica que estaba sirviendo los tragos lo saludó. Era una de las empleadas más antiguas de su hermano y una de sus tantas ex amantes. No se acordaba su nombre en ese momento, pero sí de su talento como barman. “¿Qué le sirvo?”

“Whiskey, nada más” ella sonrió antes de ponerle el licor en una copa bonita, que no podría haber sido comprada más que por Itama, cuyo buen gusto era legendario. “Demonios, tenía que pedir conocer a mi familia.”

“¿Quién?” la muchacha estaba acostumbrada a escuchar las quejas de los clientes y darles un concejo, una suerte de servicio gratuito que daban tanto ella como su jefe. Antes había escuchado los pesares de Hashirama Senju y ahora haría lo mismo para con su hermano menor.

“Mi novia” siguió él. al menos reconocía que su hermano y los empleados de ese lugar daban un buen servicio a la hora de brindar sexo y concejos. “Quiere conocer a todos”

“¿De verdad?” ella entornó los ojos. Conocía a la chica en cuestión, Nobunaga había pasado por ahí tras investigarla, soltando la sopa tras unos cuantos tragos y un pequeño regalo de su empleador que sin duda había usado en Shinobu Uchiha. Hum… ojalá hubiera tenido una cámara. Volviendo a la novia… “Debe querer dar el siguiente paso en su relación.”

“Quizás, pero… mi familia es terriblemente difícil de tragar. Tú misma lo sabes, has estado en la alcoba con mi hermano” la muchacha asintió, alcanzándole otro whiskey. Los Senju sin duda eran difíciles de manejar. “Temo que la espanten.”

“Si no puede tolerarlos, entonces es mejor que terminen” fue su concejo. Kawarama la miró con confusión. “Lo siento, pero es la verdad. No sabes si vas a seguir amándola dentro de unos meses y ellos siempre serán tu familia, los querrás a pesar de todo. Y, como dice el dicho, la sangre es más fuerte que el agua.”

“Supongo que tienes razón” terminó el trago rápidamente. Miró la copa, preguntándose si debía pedir otra antes de recordar que vino conduciendo y tenía que irse a menos que quisiera pasar la noche en uno de los cuartos de Itama, donde quién sabe cuantas personas se habían acostado. “Debo irme ahora, he conducido hasta aquí y a nadie le haría gracia que me estrellara de camino a casa.”

“Sólo piensa lo que te dije. Si quieres que la relación funcione, tienes que asegurarte de que las personas que más te importan se lleven bien, ¿de acuerdo?” la barman le dedicó una sonrisa dulce al despedirse. Claro, lo que quería no era arreglar las cosas entre dos tortolitos, sino deshacerse de esa rastrera para tranquilidad de un amigo. Y si eso requería desplegar un arsenal tan amplio como la familia Senju… pues bueno, peor para la involucrada. El castaño salió del bar, montándose en su auto. Rápidamente fue a casa, agradeciendo que no hubiera mucho tráfico a esta hora. Al llegar se recostó en su cama, pensando en lo que había dicho la empleada de su hermano. Suspiró, cogiendo el teléfono. Era hora de la verdad…

“Hola, ¿mamá?” preguntó cuándo alguien cogió el teléfono. A esta hora siempre era su madre quien contestaba. Butsuma Senju no podía despertar después de irse a la cama, después de todo. “¿Qué tal están? Quería preguntarles si todavía van a pasar las vacaciones de invierno en la ciudad…”

“No, querido” la voz de Namie Senju le llegó, dulce como siempre. Lo que él no sabía es que la mujer no estaba sonriendo. De hecho, tenía una cara de lo más fastidiada. “Pensamos que sería mejor cambiar y vamos a pasarla en ese precioso refugio de montaña en los Alpes suizos que solíamos visitar cuando ustedes eran pequeños” su hijo sonrió, recordando el lugar. “¿Por qué preguntas? ¿Acaso quieres unírtenos?”

“Estaba pensando pasar las vacaciones con ustedes, sí”

“¿Acaso pasa algo malo?”

“Al contrario, quiero presentarles a alguien” dijo él alegre, pensando que dentro de poco tendría el placer de presentar a Miku a sus padres sin la presencia de sus hermanos, que lo arruinaría todo. “Y creo que dos semanas en los preciosos Alpes suizos, en una mansión salida de los cuentos de hadas, será la mejor oportunidad.”

“Oh, querido, esperábamos pasar unos cuantos días solos” se excusó ella. El Senju menor sintió un poco de duda, pero decidió que si no lo hacía ahora, no lo haría nunca, así que seguiría con todo. “Aunque… seguro podemos preparar un cuarto extra para ti.”

“Te prometo que no haremos mucho ruido” prácticamente saltó él. “Ya lo verás, seremos los mejores huéspedes que hayas tenido. Y… seguro que se llevan bien con la persona que llevo, es encantadora.”

-En la mansión Senju-

“No lo dudo, hijo” dijo Namie antes de colgar, lívida y rígida de furia. Ya había mandado a investigar a la cazafortunas con la que estaba saliendo su hijo y lo que tenía delante no le hacía ni la más mínima gracia. A su costado, Butsuma sentía ganas de pegarse la cabeza contra la pared. Normalmente se acostaba a una misma hora, pero justo ese día quiso leer una novela… ¿sólo para terminar escuchando esto? ¿Y por qué demonios sus hijos habían terminado así? Él los había criado bien. “Esto no pinta nada bien”

“Y que lo digas” él replicó, volteándose para ver a su esposa sin salir de la cama. “Esos muchachos no pueden haber ido peor. Dos son gays, uno es peor que un sátiro y el cuarto es un…”

“Ohhhh, puedo aceptar a los gays y con alegría. Después de todo hicieron bonitos matrimonios con gente medianamente respetable” ella blandió el teléfono que aún tenía en la mano como un arma, haciendo que su esposo se acobardara. “Incluso puedo aceptar al promiscuo, que hizo de su modo de vida un negocio. Lo que no puedo aceptar es que uno de mis hijos pretenda presentarnos a una prostituta…”

“Por favor, baja la voz” le pidió su marido. Namie gruñó, bajando su mano. Sin querer había comenzado a gritar, algo completamente indigno de una señora de su clase. “Además dudo que este romance dure. Podrían terminar mañana mismo.”

“Ahhhhh, claro que no va a durar, yo me haré cargo de eso” levantó el aparato de nuevo y por un segundo su esposo creyó que iba a terminar en su cabeza… o en la pared, pero la mujer simplemente marcó un número que se sabía de memoria. Esperó unos cuantos toques. Cuando el castaño creyó que estaba a punto de colgar, alguien cogió el teléfono del otro lado. “Hola, Itama, cariño”

“Hola, mamá” escuchar la voz de su hijo más… problemático, por así decirlo, le dio mala espina a Butsuma. Namie no solía llamarlo por voluntad propia, él simplemente se aparecía por la casa cuando le apetecía hablar con sus familiares. Y vaya conversaciones que tenían. “Mira, ahora estoy ocupado, pero te llamaré en la…”

“Oh, no voy a tardar mucho tiempo” añadió ella rápidamente, sin querer enterarse nada de la apretada agenda sexual de su benjamino. “Es que quería invitarte a nuestra villa de invierno en los Alpes suizos a pasar las vacaciones.”

“Bueno… no sé si tenga tiempo por estas fechas, pero seguro que consigo hacerme un hueco dentro de uno o dos meses, quizás más.”

“Itama, cielo… creo que no me estás entendiendo” la madre siguió con un tono dulce que no engañaba para nada a su retoño. “Ven aquí o te encontrarás en una situación tan desesperada que ni siquiera tus putas querrán acercarse a ti. Y sabes que es una amenaza que fácilmente podría cumplir.”

“¿Dijiste las vacaciones?” su voz estaba un poco más sumisa que hace unos minutos. “¿Tiene algo que ver con la nueva relación de Kawarama?” no hubo respuesta. “Ahí estaré”

“Gracias, cariño” se despidieron antes de colgar. Entonces Namie caminó tranquilamente hacia su cómoda, sacando una pequeña agenda de color negro. La abrió, buscando números mientras su marido la observara como si estuviera loca. Por supuesto, tener a Itama cerca podía poner en peligro cualquier relación sentimental, más no creía que fuera suficiente para hacerlos romper, especialmente si la chica era lista.

“¿Qué se supone que estás haciendo?” preguntó, todavía debajo de las cobijas. 

“Shhhh, no me desconcentres” su mujer marcó otro número, uno que sabía causaría problemas. “Hola… ¡Minato, querido, ¿Cómo has estado?!” ella realmente sonaba animada. “Escucha, pensábamos pasar las vacaciones en nuestro refugio de Suiza y de repente me acordé de que tú y Kushina también querían ir a alguna parte… ¿al Caribe, no?” asintió. “Bueno, tenemos muchas habitaciones en casa y creo que podemos llevarnos nosotros a Naruto-kun.”

“¡Estás loca!” Butsuma levantó la cabeza tan rápido que su cuello debería haberse roto. La fémina lo ignoró, siguiendo con su atención en su sobrino.

“¿De verdad? Justo estábamos pensando en con quién dejarlo” el rubio sonaba feliz del otro lado de la línea. “No es lo suficientemente maduro como para pasar dos semanas solo en casa, simplemente la destrozaría. Y nadie más quiere cuidarlo, así que tu sugerencia nos viene de perlas.”

“Qué bueno haber sido de utilidad” ella siguió, sonriendo malévolamente. “La verdad es que me había sorprendido que no se lo llevaran con ustedes de vacaciones. Siempre tratan de hacer cosas como esas en familia…”

“Sí, pero… queríamos un poco de tiempo para nosotros” Minato se rascó la cabeza un poco incómodo. “¿Realmente quieres hacer esto, tía? Porque sería un grandísimo favor y… no sé lo que va a decir mi tío.”

“Déjalo, querido, yo me encargo de él” la mujer aseguró, sonando lo más dulce posible. “Y no te preocupes, cielo, que yo entiendo. Llevo años casada, sé de la necesidad de pasar un tiempo a solas con tu compañero… Quiero decir… tengo cuatro muchachos y los adoro a todos ellos, pero a veces hay que mandarlos lejos para disfrutar.”

“Pues sí… supongo” el Namikaze murmuró pensativo. “Le digo ahora mismo. Gracias por esto, Kushina se va a poner loca de alegría… y Naruto también. Muchas gracias por el favor.”

“No te preocupes, cariño, cuando quieras” Namie colgó, en seguida pasando las páginas de su agenda mientras se esposo se levantaba, dispuesto a arrancar el cable del teléfono. “Ni te atrevas a tocarlo.”

“¿Es que quieres terminar de matarnos? ¡Nos has comprometido a cuidar al pariente más molesto que tenemos! ¡Y para colmo de males has invitado a Itama al refugio!” se mordió la lengua. “Aunque eso puedo entenderlo, podría mostrarle a Kawarama el error que está cometiendo al…” se cortó. “¡De todas maneras, tienes que terminar!”

“¿Terminar? Aún ni he comenzado” siguió revisando el pequeño librito. Se esposo se encogió, cuando ella se ponía así era imparable. “Estoy decidida a terminar con esta relación… de raíz.”

“¿Qué… qué vas a hacer?”

“Lo que sea necesario”

-En otra parte-

“Hummmmmmm” Itama miró su teléfono, recostado en la cama de su apartamento mientras muchas muchachas desnudas bailaban delante de él. se suponía que eran bailarinas para su club, más por cómo iban vestidas podrían bien ser zorras. Por supuesto… eran zorras muy exclusivas. Para él sólo lo mejor. Una de ella se acercó a él, tratando de lucir sensual para que se la llevara a la cama. “Ahora no estoy muy de ánimo.”

“¿Acaso tiene algo que le preocupe, Ita-sama?” ella se agachó, abriendo la boca muy grande. Él ni la miró, no estaba de humor para eso. Simplemente sentía demasiada curiosidad…

“Me pregunto por qué mi madre me ha llamado” cuestionó en voz alta, observando el auricular.  “Normalmente me evita por mis actividades nocturnas… o simplemente porque reprueba mi estilo de vida, basado más en el… placer” acarició la cabeza de la chica como si de un perro se tratara “específicamente al placer que te pueden dar otros.”

“Todos lo saben” otra de ellas se acercó, moviendo sus dedos lentamente más y más cerca de sus tetillas, como deseando acariciarlo. “Su marca es la perdición”

“No, querida, mi marca es DE la perdición” sonrió, haciendo que una tercera se acercara. Esta tenía un busto enorme, una natural copa D que haría a cualquier heterosexual salivar. Por desgracia, él era bisexual y le ponían de igual manera los penes que los pechos, así que sabía controlarse. “Mi lema en la vida es que tienes que tener un poco de diversión en ella… quizás perdición sería la palabra más indicada… antes de encontrar tu camino. Porque si no… quizás simplemente erres.”

“¿Ha errado usted alguna vez?”

“Claro que no, cariño, yo sigo en la etapa de perdición. Y creo que seguiré así por algún tiempo… hasta ese momento” rascó la parte inferior de la barbilla de una de las chicas, como si ella fuese un perro. “Respecto a la llamada… ¿Qué mejor aliado para una madre que quiere deshacerse de la novia de su hijo que un montón de parientes insoportables?” sonrió, jalándola a su lado. “Esto se pondrá bueno.”

“¿Piensa algo divertido, Ita-sama?”

“Oh, sí, muy divertido” cogió su teléfono. “Quizás deberíamos hacerlo un poco más divertido… hace tiempo que no me consigo una mascota con la cuál jugar” revisó sus contactos hasta encontrar uno. “Oh, este sí que me servirá. Sobre todo en la situación en la que me encuentro, a punto de aburrirme a muerte en casa de mis padres.”

“¿No va a usarnos a nosotras, Ita-sama? También es nuestro juego favorito” la de los pechos grandes maulló, levantando el escote a punto de reventar.

“Querida, si algo he aprendido es que en esta clase juegos” presionó el botón de llamada. “Los deseos prohibidos son más convenientes” esperó pacientemente a que sonara. “Me pregunto qué hará mi madre para poner a la interesada al límite, a quién pedirá que venga y qué harán estos a continuación” se relamió los labios. “Ya quiero saber.”

Notas finales:

¿Qué les pareció? El próximo tendrá un poco más de lo que les gusta, sobre todo porque Hashi y Mada aparecen brevemente. Bueno... espero que lo disfruten. ¡Review!


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