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El Heredero por midhiel

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El Heredero

Capítulo Uno

1879. Castillo de Westchester, Escocia

El conde Charles Francis Xavier se sirvió lo que quedaba de la botella de whisky y se arrojó pesadamente en el sillón. No estaba exactamente borracho porque no le quedaba suficiente alcohol en la licorera. Décadas atrás había sido una de las más surtidas de su tierra pero ahora consistía en un almacenamiento de botellas vacías y sucias, triste recuerdo del esplendor de una época que no iba a volver.

Charles había sido el único hijo y heredero de Lord Brian Xavier y su esposa Lady Sharon. Una familia opulenta dueña de Westchester, el territorio más próspero de Escocia. Descendían de línea directa de Robert, The Bruce, el legendario rey escocés, que muchos asociaban con el mítico Arturo. Charles había nacido en una cuna de oro comparada con la de un rey y había crecido lleno de lujos y honores. Toda su vida había sido un caudal de privilegios y buena fortuna hasta que cometió el terrible error de casarse con Lady Moira, del clan MacTaggert. La mujer resultó ser la arpía en persona y después de dilapidar joyas y dinero en apenas tres años, y deshonrar el apellido Xavier con una vida escandalosa en plena y estricta época victoriana, abandonó a Charles y a su hijo de un año y se marchó quién sabe a qué reino europeo para continuar llevando su vida disipada.

Charles quedó devastado, sin esposa, con un bebé, y su fortuna y nombre hechos polvo. Pero lo que más le había dolido era que verdaderamente había amado a Moira con todo su corazón y su traición le quitó las ganas de vivir. Se entregó al alcohol y se volvió un beodo como lo había sido su madre al quedar viuda. Usó el poco dinero que le quedaba para viajar a Londres y perderse en los callejones plagados de opio y láudano. Buscó burdeles sucios y se entregó a los brazos de mujeres que solo podían ofrecerle sexo barato. Terminó por malgastar el resto de su herencia y ahora solo contaba con el castillo de Westchester, una propiedad milenaria que se estaba viniendo abajo.

Charles pensaba que había tocado fondo. Lo único que lo había mantenido con vida desde que Moira lo dejó, había sido su hijo, David, y por él más de una vez se había frenado cuando estuviera a punto de ahogarse en una sobredosis de láudano o muchísimas copas de absenta.

David había sido su pasión, su único motivo para existir y ahora que se habia quedado literalmente sin dinero tenía que entregarlo a un matrimonio que sospechaba que no lo haría feliz. En un acto desesperado había firmado un acuerdo con el barón germánico Erik Magnus Lehnsherr, un hombre salido de las entrañas de la burguesía que había sabido hacer negocios y se había convertido en uno de los personajes más ricos de su tierra. Tan rico que se había comprado el título de barón y se había casado con la heredera más buscaba de Prusia. Hacía seis años que había quedado viudo con dos gemelos, Wanda y Peter. Por asuntos comerciales deseaba abrirse camino en Gran Bretaña y para ello había decidido casar a su hija con un noble inglés. Pero los aristócratas ingleses, aunque fascinados con la ascendencia germana de su reina, no veían con buenos ojos a un comerciante rico alemán, “advenedizo berlinés” lo habían llamado despectivamente. Así que el barón buscó y buscó tanto, que obligó a sus delegados a subir a Escocia y allí se encontraron con la familia Xavier, rica en balsones pero venida a menos. Práctico para los negocios y acuerdos, el barón envió a su secretario personal, Kurt Wagner, para que cerrara el trato.

Charles estaba hasta el cuello de deudas y no le quedó más opción que aceptar. Ahora tenía que despedir a su hijo porque una de las condiciones del contrato era precisamente que, contra la corriente, fuera el heredero y no la heredera quien se mudara al país extranjero a conciliar la boda. Estaba a punto de perder a la única persona que le importaba: su adorado y dulce David.

Charles bebió el whisky de un sorbo y comenzó a chupar del pico de la botella. Después la arrojó contra la pared y se hizo añicos. Se cubrió la cara con las manos y se masajeó los pómulos, mientras murmuraba.

-Perdóname, perdóname, David.

Por la ventana del castillo, se veía el paisaje verde de las Tierras Altas de Escocia y la niebla que cubría los campos. El sol se iba escondiendo y la noche se presentaba nublada. El joven heredero partiría por la mañana probablemente para no volver nunca más. Charles no dejaba de pensar que tenía apenas quince años y su prometida diecisiete. No era justo para David pagar las deudas de su padre. Pero la buena estrella con la que Charles había nacido lo había dejado hacía mucho tiempo, catorce años para ser exactos, la noche, la desoladora noche traicionera, en que Moira MacTaggert lo dejó.

……………………

¡Hola!

Esta es una historia que tenía dando vueltas en la cabeza desde hace más o menos un mes. Tal vez haya mpreg más adelante. Lo comento por si les agrada la idea. Es un fic de universo alternativo como se habrán dado cuenta.

Ah, aunque todavía no se demostró, los personajes conservarán sus mutaciones.

Espero que les guste.




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