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Ángel ||Destiel|| por Dark_Ness

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Notas del fanfic:

    Especial de Halloween ♥

Notas del capitulo:

    Bien, este capítulo he tratado de subirlo de subirlo desde octubre y al principio no me dejaba; y pues, olvidé intentarlo otra vez :')

—Esto es estúpido.

—Tú eres estúpido.

     Dean volteó los ojos tan duro que pudo ver la parte trasera de su cabeza. ¿Y cómo no, si su hermanito lo había arrastrado hasta esa estúpida atracción en la feria?

     Estaban en octubre, y el final del mes estaba cerca. Las calabazas decoraban las afueras de las casas del vecindario, y funcionaban como una moderna linterna muy graciosa; a los niños les gustaba pasar por las aceras y comparar que casa estaba mejor decorada, entre esos estaba Sam. Ese año, Dean ya había cumplido la edad suficiente como para dejar de acompañarlo a pedir dulces por el vecindario; ya era un chico grande, y Bella Talbot lo había invitado personalmente a la fiesta que daría en su casa.

    Dean estaba feliz, sabiendo que al fin bebería las garrafas de cervezas y estaría de parranda hasta el amanecer; o así fue, hasta que Mary Winchester llegó de su trabajo con dos boletos para la nueva feria que estaba en el pueblo. Los ojos claros y brillantes de Sam resplandecieron con la maravillosa noticia; y Dean sonrió, alegre por su hermano; hasta que Mary le notificó que tenía que acompañar a Sam.

     ¿Y qué día era la función de la feria? Pues, el mismo día de la fiesta de Bella.

— ¿Cómo te puedes dejar engañar por esto, Sammy? Esta feria está llena de puro perdedores. —Dean explicaba con hastío el funcionamiento promedio de una feria mientras caminaba junto a Sam. La noche estaba cayendo y el rojo sangriento del atardecer se oscurecía en tonos violáceos; las estrellas brillaron mientras la luna se asomaba orgullosa entre las nubes. Dean se decepcionó por aquella pérdida.

—La fiesta también está llena de puros perdedores; y en la mañana ni siquiera sabrás que hiciste porque el licor adulterado te hará perder la cabeza —Sam era tan inteligente a su tierna edad, que Dean se asombraba de que supiera cómo funcionaba el mundo. Pero no podía tomarlo en serio con su disfraz de hombre lobo, no al menos si la cola que le colgaba de la cadera se movía de un lado a otro— Además, esta será la última feria a la que podemos asistir juntos antes de que te vayas.

    Dean sintió un enorme nudo en su garganta. Era cierto, Dean se iría en Navidad con su papá a estudiar al otro lado del país; y dejaría atrás a todos sus amigos, a su familia, y el sitio en donde había crecido. Sam era muy pequeño como para acompañar a Dean y a John al otro lado del país; y aunque tuviera la edad suficiente, Mary nunca dejaría que su ex esposo se quedara con los chicos.

    De cierta forma; esa sería la última actividad memorable que compartiría con Sam. Por ello, relajó su hostilidad ante la dichosa feria, y recorrió todo el camino con su hermano menor sin quejarse. 

    Durante todo el rato, Sam tenía la adrenalina bombéandole en el sistema; miraba de un lado a otro en la oscuridad y le contaba a Dean sobre todas las criaturas sobrenaturales que podían cruzar entre la noche de brujas. Estaba tan extasiado como cuando abría sus regalos en Navidad; pero el hermano mayor no compartía esa alegría con él. Para Dean, todo el cuento de fantasmas y seres sobrenaturales no era más que una vil mentira creada para vender y promocionar películas  de muy mala calidad.

    Cuando llegaron a la colorida y cliché feria; Dean le dio los boletos al chico que estaba de turno. Al compartir la mirada, ambos se dieron cuenta que estaban compartiendo una condena en un sitio estúpido; sólo que con lugares cambiados. El chico de la taquilla le dio la bienvenida a los hermanos y les ató en la muñeca dos brazaletes de color naranja chillón; como aquellos que usaban los policías en los conos para impedir el paso a ciertos lugares.

    Dean le dio absoluta libertad a Sam después de cruzar la entrada de la feria, con la condición de verse en el puesto de los algodones de azúcar a las once para irse. Dean no lo sabía, que esa sería la última vez que vería a su hermano.

***

    Los minutos pasaban, y el pobre adolescente se aburría en proporciones astronómicas al no encontrar nada de su agrado. La oscuridad le impedía ver con claridad a su alrededor, a pesar de que habían un sinfín de focos unidos en cables por encima de su cabeza. La música ruidosa de feria le estaba irritando los oídos, y lo único que podía comer eran esas rancias palomitas de maíz o los empalagosos algodones de azúcar. Dean quería irse a su casa, sacar la reserva de licores de Mary, y beber toda la noche hasta ver estrellas detrás de sus ojos.

—Jovencito, ¿le gustaría pasar treinta minutos en la experiencia más espeluznante de su vida? —la voz de un tipo lo sacó de sus pensamientos. Se veía como el típico vendedor de informerciales asquerosos y aburridos de la televisión. Dean empleó todo su autocontrol para no colocar los ojos en blanco— Serían diez dólares por la función.

— ¿Y no quieres un diamante también? —el vendedor rió ante el sarcasmo del chico.

—Serán cinco dólares si logras encontrar un acompañante, ¿te animas? 

    Dean estaba a punto de soltar una maldición, cuando detrás del vendedor apareció un chico que lo dejó sin palabras. Eran tan... hermoso, como belleza masculina, de esa que Dean adoraba en secreto.

—Serán cinco dólares, Balthazar; él entrará conmigo —la voz ronca e hipnotizante del chico no dejó elegir a Dean. Balthazar (el vendedor), rió ante la cara de bobo del adolescente frente a él, y aceptó sus cinco dólares— Sígueme.

    Dean siguió al chico misterioso dentro de la casa embrujada sin dar pelea. Balthazar rió entre dientes; sabiendo que tenía otra víctima entre sus garras.

***

— ¿Cuál es tu nombre? 

—Castiel.

    Dean estaba atontado, era como si de repente estuvieras drogado por la belleza de Castiel. 

    Tenían cerca de ocho minutos caminando dentro de la casa embrujada de la aburrida feria, y Dean había ignorado las señales a su alrededor. Tal vez los lamentos pudieran producirse por una pista de audio, y se escuchaban dentro de la casa gracias a un buen sistema de sonido; pero los cuerpos y la sangre eran muy reales como para ser de imitación.

    Castiel era un chico serio, pasando por encima de los rastros de sangre y mugre del suelo; no se inmutaba con nada del escenario, y Dean estaba alargando la baba por él sin darse cuenta. Parecía una especie de ángel. Aunque, tal vez un ángel malo.

— ¿Trabajas aquí? —Dean trató de sacarle información. Estaba más que seguro que no había visto jamás a Castiel en su vida; por lo que no podía vivir en Kansas junto a él— Nunca te he visto por aquí.

—Trabajo solo en el último día de la cosecha; cuando uno de mis amos me convoca —la voz de Castiel estaba causándole cosas raras en el estómago a Dean; como si muchas y muchas mariposas estuvieran revoloteando— Ten cuidado en donde pisas; podrías caerte.

    Dean miró hacia abajo momentáneamente; observando lo que podía ser unos grilletes oxidados. Eso lo sacóde su ensoñación; y pudo entender lo que decían los lamentos.

  «No confíes en el ángel »  

    De repente, observó la habitación a su alrededor. Las paredes estaban forradas de piel, olían como si estuvieran en descomposición, y goteaban un líquido espeso y asqueroso. Pero Castiel, percatándose de que su invitado estaba perdiendo el efecto de su encanto; se giró suavemente y lo encaró. Dean observó esos hermosos ojos azules, como el cielo calmado; y vislumbró la maldad absoluta en ellos. 

— ¿Qué sucede, Dean? ¿Ya no me quieres cerca? —Castiel se acercaba más y más a Dean. Él no tenía a donde escapar— ¿Puedo besarte?

    Decir que Dean se resistió, peleó, y escapó de Castiel sería lo ideal; puesto que es el héroe del relato. Pero había algo que Dean aprendió en el colegio mientras leía fragmentos de la mitología griega; y es que, todos los héroes pueden ser vencidos alguna vez.

***

    Era increíble como las cosas podían cambiar tan repentinamente. Primero entras en una feria, y luego nunca sales. Resulta que parte de la función de Balthazar, era promoverle a cada visitante un compañero hacia la casa embrujada;  compañero que, tiene la capacidad de ajustarse físicamente al gusto del visitante. Dean no fue la excepción. 

    Él quedo irrefutablemente enamorado de Castiel. ¿Fue tal vez uno de los encantos de esos viles súbucos, o íncubos, en ese caso? Podría ser. Sin embargo, Dean no conocía las consecuencias de enamorarse de uno de ellos. 

    Balthazar se lo explicó rápidamente. Estaba condenado toda la eternidad a servirle cuando el quisiera. Y todo gracias a su ignorancia. ¿Quién diría que su destino sería servir eternamente al lado de Castiel para un lunático?

———

¡Feliz Halloween! Y recuerden, no confíen en una cara bonita, en especial en octubre ;)

 


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