Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El despertar de la primavera por ItaDei_SasuNaru fan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

¿Conocen la historia de Hades y Perséfone?

 

Notas del capitulo:

 

También en AO3, por si le gusta más esa interfaz ♥

 

 

El despertar de la primavera

 

 

 

I.

 

La Titanomaquía terminó como terminan todas las guerras y dio inicio a una nueva era. Fueron muchos años de lucha (o la medida de tiempo que puedan usar las deidades de la época) y de sangre celestial derramada sin sentido. Y no es que a Minato le agradara la pelea, es más bien que odiaba perder, y eso fue razón suficiente para unirse al caos, entregar cuerpo y divinidad a la causa y enterrar de una vez por todas, en lo más lóbrego del Inframundo, a los nueve demonios que arrasaron la tierra, junto con quien osó controlarlos. Eso era algo con lo que Minato podía vivir.

Por supuesto, la conclusión de la batalla solo fue el comienzo de nuevas cosas. El mundo entero estaba hecho ruinas, los líderes que habían dirigido la victoria (él entre ellos) decidieron separar los territorios, tanto mortales como astrales, a gobernar. En honor a la verdad, hicieron falta muchos combatientes por encontrar y fueron muchos los dioses a los que hubo que cuidar con celo, para devolverlos a todo su esplendor, para que ayudasen a su vez a construir de nuevo los cimientos de la creación. Fue a ellos a quienes Minato entregó su devoción.

En consecuencia, quedaron cuatro planos a gobernar y cuatro dioses. Cuatro entidades que destacaron en la historia de esa masacre, por su buen juicio y espíritu de justicia. Fueron ellos los elegidos para tomar la decisión final.

Después de un tiempo incalculable, perdido en un concilio que no querían tener, se hizo claro que nadie quería reclamar nada para sí. Fue la ambición de Kayuya y sus hijos la que creó todo ese sufrimiento. Nadie quería imitar ese mal paso, nadie quería repetir los mismos errores. Ni siquiera por una buena intención.

Aunque después de otra eternidad colmada de aburrimiento, ninguno de los cuatro tenía fuerzas para continuar debatiendo. Cuando uno de ellos propuso en broma que se lo dejaran al azar y sacaran los papeles con los nombres de cada reino de una bolsa, los tres restantes comenzaron a escribir en un pergamino cualquiera, a cortar el papel y a usar el primer saco que se les cruzara en el camino.

Pocos momentos más tarde, el azar le otorgó el paraíso a Sarutobi, la tierra a Hashirama, los mares a Tobirama y Minato fue coronado como el primer, el único y el último Rey del Inframundo. El dios de la muerte.

Minato creyó que no era tan malo, después de todo.

 

 

 

Todo cayó en su lugar al final. O no al final, porque el tiempo, ya dijimos, funciona de otra forma para los cuerpos celestes, pero se entenderá que todo tomó sentido, con la lenta seguridad de lo inevitable. El dominio de la muerte adquirió, después de otro siglo, el solemne aroma de los cementerios abandonados y eso era lo más benigno que Minato podía esperar para su reino, considerando sus residentes.

No era tan malo, seguía diciendo. Nada habla mejor de la muerte que el polvo que desprende la madera de un ataúd recién finalizado o la pesadez del olor de la tierra recién removida. Había una teatralidad en todo aquello que le sentaba de maravilla. Mantenía lejos a la gente indeseada.

Muchas veces Sarutobi ofreció el paraíso a Minato —por su juventud, por su corazón puro, por ser el mejor de todos ellos, por su habilidad para inspirar lo mejor en los demás—, pero rechazó los ofrecimientos, todas las veces. El azar había decidido y estaba seguro de que el Hades era donde podía contribuir de mejor forma al equilibrio del mundo.

—Pero debe ser solitario aquí —mencionó Sarutobi, en una de sus tantas visitas a través de los años.

—Nunca estoy solo —respondió el dios infame, mirando de reojo el río en que viajaban todas las almas de los fallecidos.

Sarutobi sonrió de una forma muy triste, pero no insistió. Su expresión resignada dijo lo necesario.

Minato tuvo la suficiente humildad para concederle parte de la razón, pero ya no había marcha atrás. Dio la conversación por finalizada y se sintió muy maduro al respecto.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).