Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Sabes que día es hoy? por albert2822

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de este fic no me pertenecen. Pertenecen a su autor y creador.

Notas del capitulo:

Hola a todas y a todos. Estoy feliz porque después de año y medio he decidido volver a escribir. Y espero que con más proyectos además del que hoy presento.

 

Sobre el fanfic, espero que os guste tanto como a mi escribirlo y pensarlo. En las notas finales, comentaré algo que para mí es importante y que va muy ligado con la historia.

 

Nada más, espero que disfrutéis y si es así no dudéis en comentarme que siempre me hace mucha ilusión leer vuestras opiniones y comentarios.

¿Soy idiota al emocionarme tanto por algo como esto? Quizás. No sé. Puede. Tal vez no. Seguro. Para nada. Definitivamente, no, me lo merezco y punto. Después de todo lo que he aguantado. Pues nada Sanji, abre los ojos poco a poco y disfruta, que te lo has ganado. ¿A ver? Nada por aquí, tampoco nada por allá. ¿Quizás se haya caído? No creo, si duermo cual zorrillo del monte, acurrucado y si me despiertas te araño. Mis nervios están empezando a hervir como una de mis cacerolas y puedo llegar al máximo punto de ebullición en cualquier momento como esto no se solucione pronto. Espera, rubia de bote, pero que tonta has sido. Claro que aquí no hay nada, debe de estar en la cocina. ¿Cómo no? Ale, ponte mono. Un poquito de hermosura por aquí –que para decir verdad, eso ya viene de fábrica, siendo modestos- y un poquito de elegancia por allá –la cual se ha fabricado a base de encantos natos y duros entrenamientos en el restaurante del viejo- y para acabar, una pizca de enseñar cacho y a buscar lo que es tuyo. Además, seguro que eso te levanta el humor para preparar un rico desayuno para cuando se despierte la jauría de lobos famélicos.

¿Recordáis cuándo he dicho aquello de que era demasiado imbécil por entusiasmarme por algo así? Pues se ve que el karma me tiene manía porque me la ha devuelto bien duplicada. Porque cómo no fuera que aquello que buscaba fuera invisible, en esa cocina no había objeto alguno que me emocionara más allá de una ristra de cebollas cuando las tenía que preparar. A ver, tranquilízate, seguro que aparecerá algo por alguna parte. Seguro que tengo que buscarlo más a fondo porque lo habrá escondido muy bien, para darme más subidón cuando lo encuentre. Seguro que es algo que me encanta y que me hará muy feliz por el resto del día. ¡O seguro que se le ha olvidado a ese cretino de mierda, espadachín del tres al cuarto cuya tercera espada solo vale para peleas porque para otras cosas deja mucho que desear, que solo piensa en las batallas cual troglodita de la edad antigua y que quiere ser el mejor del mundo cuando no me llega ni a la suela de los talones, y eso que yo solo uso cuchillos en la cocina! No te cabrees Sanji, a  ver si va a dar lugar que un día lo hagas filetes y se lo des de comer a los reyes marimos. Hui, que chiste, al menos lo devolvería a su hogar de nacimiento: el fondo del mar. Venga, que tú eres el razonable y calmado. No te pongas en lo peor, seguro que hay una explicación para esto.

Claro que la había, pero no la que esperaba ni la que iba a recibir en ese momento. Cuando acabé de despotricar mentalmente, escuché lo que he denominado como “el rugido de las fieras al amanecer”, aquello que se había convertido en mi rutina diaria en el barco.

-¡Sanji! ¡Comida!- no hace falta que lo grites tanto, capitán, que te van a escuchar hasta en la isla vecina. Para una persona con semejante recompensa, la dejas sin comer unas horas y lo puede vencer hasta el narizota de Usopp.

-Voy a empezar a prepararla ahora, capitán- voy a intentar apaciguarme un poco porque ya he amanecido bastante contentito por hoy como para ir a peor- ¿Dónde está el resto?

-Las chicas se están duchando y Franky y Brook han ido a revisar las redes de pesca para la comida- Muchísimas gracias Usopp por tu tan generosa respuesta pero has obviado lo más importante, ¿dónde coño se ha metido ese musgo andante? Descontando los que me has nombrado y los que hay en esta habitación, el trio neuronas –como llamo yo a Usopp, Chopper y Luffy cuando se juntan a hacer idioteces, es decir la gran mayoría de veces- y yo, todavía falta uno.

-¿El cabeza melón se ha vuelto a perder o algo?- porque como no tenga una buena excusa, se la carga.

-Se levantó temprano y subió a su sala de entrenamiento. Dijo que no le molestáramos- Tendrá huevos el tío, y encima exigente. Me dan unas ganas de subir ahí arriba a patearle el trasero y lanzarlo por la borda que no veas- Sanji, ¿te encuentras bien? Estás rojo. A ver si vas a tener fiebre.

-¡Largaos de la cocina y dejarme preparar esto en paz, y si pregunta el cara repollo por su almuerzo, qué tenga huevos y baje él mismo a por él!- Mis gritos de loca endemoniada espantaron a mis compañeros de la habitación. En el fondo sé que ellos no tienen culpa  ninguna, pero ahora mismo no puedo pensar en otra cosa que no esté ligado al mundo del asesinato, y quien se me cruce por delante puede sufrir las consecuencias.

-Sanji, pero la comida…

-¡He dicho que largo!- le cerré la puerta en la nariz de mi capitán. Total, es de goma y seguro que no le ha hecho nada. Además, él se lo ha buscado por volver cuando ya lo había dejado bien claro. 

Al cabo de un rato, cuando mis nervios y mis ansias de sangre se habían apaciguado un poco –que no del todo- terminé de preparar el desayuno para mis nakamas. En cuanto los llamé, se abalanzaron sobre la comida cómo si llevaran días sin probar bocado. Menos mal que les había apartado su ración a las chicas en otra mesa que sino no probaban ni las migajas. Y allí estaba yo, absorto en mi mundo en medio del caos absoluto y de la vorágine de comida volando, platos vacíos y sucios y peleas por ver quien se comía la última porción de comida. Será imbécil, saltándose el desayuno como si fuera el rey del mambo. Claro, cómo se nota que él no lo prepara que aquí algunos nos dejamos la piel y el sudor para tener al resto bien alimentados y con fuerzas para luego recibir semejante agradecimiento. En cuanto lo vea, se la carga, ya te digo. Y mientras seguía despotricando en mi mundo, no escuché la voz que me estaba hablando en ese momento.

-Sanji, ¿tienes algo que hacer ahora? Necesito que nos ayudes a Brook y a mí a rellenar los barriles de cola para el Sunny- apenas oí la petición de Franky y le contesté que sí por inercia, sin saber muy bien ni lo que me había dicho ni lo que me pedía.

-Muchas gracias, Sanji-san. De normal nos ayuda Zoro, pero como hoy está tan ocupado, no queremos molestarlo- escuchar ese nombre hizo que mi mente regresara de lleno a la conversación que transcurría delante de mí. ¿Con que de normal os ayuda ese rufián de verdosa cabellera? Ahora va a resultar que es una hermanita de la caridad. Será con el resto porque conmigo se porta cual amo mandón, me tiene como su sirviente. Que si tráeme esto para aquí, que si hazme esto allá. Me falta el delantal y la cofia para ser su chacha particular. Bueno, más bien su porno chacha.

-Es una pena que no nos pueda ayudar Zoro. Él viene y en un momento descarga los tres barriles y los vuelve a colocar llenos con lo que pesan y todo. Si es que para algo tienen que servir esos músculos.

-¡Pues esta vez me encargare yo y ya veréis como nunca más vais a querer que ese patán os ayude!- Ja, si se creen que esa mierda lechuga con patas es mejor que yo lo tienen claro. Y encima elogiándole. Eso, subirle más el ego que ya bastante subidito lo tiene, pasando de las comida, teniendo a la gente como su esclavo y olvidándose del día que es hoy.  Recalco lo de olvidándose de que día es hoy.

De la furia que tenía, me levanté de la mesa y bajé a rellenar esos dichosos barriles, creyendo que la tarea iba a ser más sencilla de lo que era. ¿Cómo puede llevar ese impresentable los tres barriles llenos él solo? Si a mí uno me está costando la vida. Pero tenlo claro que no le voy a dejar ganar. Yo puedo con esto y  mucho más, si he podido con ese imbécil, esto no es nada comparado. Así que después de mucho esfuerzo, mucho sudor y mucha cabezonería por mi parte, terminé la tarea antes de que Franky y Brook terminaran el almuerzo. Eso sí, necesité de un largo descanso más tarde para poder recuperar las fuerzas que había empleado para mover esos pesados toneles.

-Ale, ya los tenéis rellenados y colocados en su sitio. La próxima vez llamáis a ese vago de mierda para que os eche una mano- con cierto retintín y con la palabra en la boca, me despedí de mis dos amigos intentando disimular mi cansancio causado por la tarea que acababa de realizar.

-Parece que hoy Sanji-san se ha levantado con el pie izquierdo.

-Yo creo que lleva demasiado tiempo sin hacer eso que se está subiendo por las paredes- aunque mi cuerpo estuviera exhausto, todavía podía escuchar lo que estaban murmurando mis compañeros. Por ese mismo motivo, no tuve más remedio que actuar y les lancé un par de botellas de cristal a la cabeza, o al menos eso intenté porque mi nivel de cansancio era tal que ninguna de ellas consiguió impactar de lleno en su objetivo.

-La próxima vez os va a ayudar quien yo me sé.

Echando pestes regresé de nuevo a mi lugar de descanso: la cocina. Resulta extraño decir que era mi sitio preferido del barco para poder relajarme y serenarme, pero así era. Daba igual que me pasara medio día –a veces, más de medio- preparando la comida de esos ingratos y de Nami-swam y Robin-chan, pero disfrutaba haciéndolo. Que puedo decir, mi pasión es la cocina y últimamente me daba más alegrías que otras pasiones que tenía a mí alrededor. ¿Será que debo olvidarme de tonterías y centrarme en lo que realmente importa, ser el mejor cocinero y perseguir mi sueño de encontrar el All Blue? Ese siempre ha sido mi sueño. Sin embargo, ¿después qué? Llevo pensando en eso un tiempo, desde que estuve dos años entrenando en esa isla infernal. Quiero cumplir mi sueño y ayudar a que mis nakamas cumplan el suyo, especialmente Luffy, pero después de eso… Cada uno tomará su camino, formará su familia y yo… yo no quiero estar solo. Me niego. A pesar de todo, no quiero perderlo. A él no, otra vez no. Baka-Sanji, ¿qué coño te pasa a ti hoy? Ahora te pones a comerte la cabeza con esas idioteces como si no tuvieras faena que hacer: terminar la comida, lavar los platos, limpiar la cocina, preparar el tentempié de tarde de las chicas. Será mejor que deje de pensar en eso y me centre. Total, aunque no quiera perderlo, él solo se pierde con ese estúpido sentido de la orientación con el que ha sido bendecido.

Así hice. Aparqué mi cacao mental a un lado y me centré en preparar una rica comida para todos, aunque algunos no se merezcan ni las sobras, y cuando digo algunos me refiero a ese tonto césped insensible. Después de unas horas entre fogones, cacharros sucios y mil y un ingredientes, terminé de prepararlo todo y llamé al resto.

-¡A comer!- y antes de que salieran las últimas sílabas por mi boca, unas famélicas fieras entraron a la cocina flechadas y comenzaron a arrasar con todo lo que había por su paso.

-Sannghi eesxtoo está buennnsximmo- capitán, cuantas veces te he dicho que hablar con la boca llena es de mala educación. Aunque bueno, te lo perdono por lo que me has dicho sobre la comida.

-Está tan bueno como siempre- gracias Nami-swam.

-¡Sanji es el mejor cocinero del mundo!- dejar de hacerme halagos. Aunque después del día que llevo, no están de más si soy sincero.

-Sanji, ¿no comes nada?

-No tengo mucha hambre, Robin-chan- para no mentir, tengo el estómago cerrado y no tengo apetito alguno. Lo he intentado pero nada.

-Esta mañana apenas has probado algo del desayuno. ¿Te ocurre algo? Me preocupas- No quiero ver a Nami ni a Robin preocupadas por mí, pero… será mejor que haga algo para que vean que estoy bien.

-¿Qué os apetece merendar esta tarde? Aquí el chef Sanji está a su disposición, señoritas- eso es, desvía la atención del tema principal y actúa como siempre. Así verán que no hay nada por lo que preocuparse.

-Lo primero para un cocinero es alimentarse bien uno mismo para poder alimentar al resto. Debes prestarte más atención a ti y dejar de pensar en el asiento vacío que hay al otro lado de la mesa – Robin siempre tan atenta y considerada con todos. ¿Tendrá razón? Seguro que la tiene, pero aun así, cuesta no pensar en ello-Sea lo que sea que tengas en la mente cocinero-san, ya se pasara.

Siguiendo el consejo de Robin, despejé a un lado todo lo que me pasaba por la cabeza e intenté comer algo, aunque fuera poco. No debía dejarme llevar por mis emociones, ni tenía que darle pie a que se apoderaran de mí. Sabía que todo eso no me llevaría a nada. Pero ya no solamente estaba enfurecido, sino que estaba dolido. Me daba absolutamente igual que se hubiera olvidado del día que es hoy, pero no soportaba la idea de que me ignorara, de que pasara de mí durante todo el día. ¿Acaso he hecho algo mal? ¿Estará enfadado conmigo por algo? ¿Habrán cambiado sus sentimientos? Mil y una preguntas acechaban mi mente mientras pegaba bocado a la poca comida que me entraba en mi cuerpo. Como podía, iba aparcándolas pero era una ardua tarea y yo no estaba en mi mejor momento. Decidí hacerle caso a Robin, al menos de apariencia, y mientras ya lidiaría yo solo con mis problemas para que ninguno de mis queridos compañeros se preocupara más por mí.

La tarde transcurrió lenta y pesado. Como si el tiempo se hubiera dilatado enormemente y los minutos se hubieran convertido en largas horas infernales. Me encerré en mi lugar de descanso una vez que acabo la comida y no salí en toda la tarde a excepción de cuando llevé la merienda a las chicas medio zombi pero con una sonrisa falsa. La noche había caído ya y hacía un rato que tenía lista la cena para los chicos, pero no tenía fuerzas para afrontar otra comida más sin él. Otro reproche más, otra ausencia por su parte. En todo el día no se había dignado ni una sola vez a bajar de sus aposentos, cual señor rey, ni tan siquiera una voz o un grito para avisar de que todavía estaba vivo o algo. Únicamente aquellas instrucciones en la mañana de que no le molestáramos. ¿Acaso se ha parado a pensar ese gilipollas en las molestias que está causando él con esa actitud antisocial y egocéntrica que lleva todo el día? Si simplemente escuchara su voz, quizás podría calmarme y enfrentar todo aquello. Si simplemente estuviera delante de mí, me hiciera caso, existiera para él… Ya está bien, reacciona idiota. Si las palabras no servían para nada, unas buenas ostias en las mejillas habían servido para sacarme de mi bucle de melancolía y dolor. Anda, ves a llamarles para cenar antes de que se enfríe la comida y no esté buena, que bastante trabajo te ha costado.

-¡Chicos, la cena está lista!- asomé la cabeza por la puerta de la cocina y pronuncié aquellas palabras esperando una avalancha de animales hambrientos.

Pero ese no fue el caso. Ante mis ojos no había nadie. Miré por toda la cubierta y allí no había un alma alguna. Todo estaba sumido en un horrible silencio que hacía bonita y todo a mi triste y melancólica tarde encerrado en la cocina. Ni que hubieran sido abducidos o algo mientras yo no miraba. Solo falta que caigan ahora del cielo. Será que tengo ascendencia de pitonisas o algo porque si antes lo digo, antes ocurre. Un objeto grande, pesado y de un lustre verde como las praderas impactó sobre mi cabeza causando que ambos cayéramos al suelo con un terrible dolor en el cogote.

-¡Pero qué coño!- refunfuñé tras recuperarme del golpe sin apenas entrever lo que había pasado ni lo que estaba a punto de suceder.

-Lo sentimos Sanji, no queríamos que te golpeara en la cabeza- escuché una voz familiar un tanto en la lejanía y seguí con la cabeza la dirección de la que provenía aquel sonido. Se traba de la angelical voz de Nami que se encontraba junto al resto de mis compañeros en la puerta de la sala de entretenimiento de ese cabeza marimo.

-Pero, ¿de qué va todo esto?- seguía totalmente aturdido, ya no sé si por el golpe o por la situación en la que me encontraba.

-Es hora de que habléis y os dejéis de tonterías- pero ¿de qué hablas Luffy? ¿Hablar con quién?

-Nosotros nos quedaremos aquí arriba un rato para no molestaros. Avisar cuando acabéis e intentar no romper nada del barco, que no me da la vida para más de vuestras peleas- ¿qué estás diciendo Usopp? No sé de qué va todo este teatro. Sólo sé que mis nakamas se habían metido en la sala de entrenamiento y de nuevo volvía a brotar el silencio, pero esta vez con un aire de peligro y suspense.

Cuando me volví a quedar solo, me dio tiempo a comprender de qué se trataba toda aquella artimaña urgida por mis compañeros. A mi derecha y a poca distancia de donde yo me encontraba, se hallaba un sujeto que me resultaba bastante conocido y que se había mantenido callado en toda aquella escena aunque por el chichón prominente que asomaba por su cabeza, pude entender de qué se trataba.

-¿Podemos hablar?- Hui, no me digas, pero si ahora se digna a hablar y todo ese ingrato musgo andante. Después de todo el día, ahora el niño quiere hablar.

-No tenemos nada de qué hablar- mantente firme y tajante y no te dejes amedrantar por ese idiota.

-Por favor- no insistas, ni te pongas ñoñoso conmigo que eso no va a funcionar, aunque en el fondo me muera de ganas.

-No tengo tiempo para hablar con un felpudo marimo como tú. Tengo que ir a llamar a esos idiotas antes de que se enfríe la cena y luego se quejen- me levanté del suelo y me dirigí hacia las escaleras que llevaban hasta aquella sala de entrenamientos que tantos dolores de cabeza y buenos recuerdos me había dado.

-No vayas- noté como una férrea mano agarraba mi mano y no lo soltaba, no tenía intención alguna de hacerlo. No tuve más remedio que detener mi paso e intentar lograr una forma para liberarme.

-¡Suéltame!- golpeé con una fuerza su brazo pero nada- Suéltame, si no quieres recibir una paliza aquí mismo.

-¿Estás enfadado?- ¿En serio tienes narices de preguntar eso? Manda huevos- Conmigo.

-¿Por qué tendría que estarlo? ¿Acaso tengo motivos para ello?- su cara imperturbable, su mano que cada vez me aferraba más fuerte mi brazo  y su rostro sereno me ponían de los nervios. Me enfurecían y estaba a punto de estallar en cualquier momento.

No sé qué efecto pudo tener aquella pregunta sobre él, si se sentiría culpable, enfadado o yo que sé, pero provocó que aflojara la fuerza de su mano sobre mi brazo y me permitiera liberarme de sus garras y huir. Hui a mi zona de seguridad, a mi terreno por así decirlo, a la cocina. Dejé de lado mis intenciones de ir a llamar a mis amigos y me refugie en aquel lugar. Pero de poco sirvió, porque aquella planta de dos patas me siguió.

-No huyas- ¿dónde voy a huir ahora si te has plantado en la puerta y es la única salida, imbécil?- Por favor.

-¡Márchate! – y como un acto reflejo, involuntario aunque quizás un poco a sabiendas, le lancé un cuchillo de cocina. Por suerte y gracias a sus grandísimas habilidades de combate, pudo  esquivarlo sin mayor problema.

-Pero, ¡¿qué coño te pasa ti?! ¿Acaso quieres matarme, joder?- pues esa sería la mejor opción. Te quitaría de en medio y me evitaría dolores de cabeza y futuros problemas contigo. Aunque en el fondo, me reconfortaba saber que no le había pasado nada- ¡Eres tú el que se está comportando como un crío, actuando impulsivamente!

-¿Qué soy yo el que está siendo infantil y el que se está comportando como un idiota? Venga, no me hagas reír- esto es el colmo. No, si ahora la culpa de todos los males la voy a tener yo. Venga ya, capullo de mierda.

-¡Qué has podido matarme, idiota!- y da gracias a que no lo he hecho, que ganas no me faltan.

-¿En serio me estás reprochando mi actitud? ¿Tú? El que no ha dado señales de vida en todo el día, ni siquiera una voz. El que no se ha dignado a aparecer por ninguna comida, desperdiciando un montón de alimentos. El desagradecido que no sabe valorar el trabajo de los demás, lo que el resto hace por él, lo que yo hago por ti, cretino de mierda- No lo puedo evitar más y toda la furia y el genio del día terminó por salir explotando- El que ni se acuerda del día que es hoy. Eres basura, te odio.

-¿El día de hoy? ¿De qué me hablas? Qué yo sepa no es nuestro aniversario, ni de cuando nos besamos por primera vez, ni de cuando lo hicimos ni de cuando nos volvimos a encontrar después de dos años, ni tan siquiera es el aniversario de cuando nos pilló la marina haciéndolo en aquella pradera. No es nada, joder- ¿de veras no lo recuerdas, idiota?- No hay motivos para tener esa actitud de mierda, joder.

-¡Es el aniversario de nuestro amor, imbécil!

-¿Eh? ¿De nuestro amor?- el rostro del marimo parecía confuso por vez primera desde que llevaban conversando, o más bien, despotricando cual locas- ¿A qué narices te refieres con eso?

-¿No lo recuerdas, marimo-baka? Cuando estuvimos en aquella isla, hace unas semanas- a pesar de los nervios de la situación, Sanji puso todo su afán en tranquilizarse y poner en su sitio la cabeza estúpida de aquella ensalada parlante- ¿No recuerdas el festival que estaban preparando tan ilusionados sus habitantes? Si estuvimos viendo los preparativos juntos, idiota.

-¿El festival de la pasada isla? ¿Qué vimos los dos juntos, a solas supongo?- parecía que por aquella cabeza verdosa habían crecido telarañas del tiempo que llevaba vacía sin neuronas.

Baka, baka, baka, baka!- con furia y esta vez con más ahínco, comencé a pegarle golpes en la cabeza para que despertara de su largo letargo de idiotez crónica de siempre.

-¿Te refieres a ese estúpido festival dónde se reunían las parejas una vez al año, se daban regalos y celebraban su amor por todo lo alto?- al final, algo de claridad entre tanta espesura verde- ¿Eso qué día era?

-¡Es hoy, marimo de mierda!- dios, es mucho más cortito de lo que pensaba. Me dan ganas de apalearlo hasta que reaccione o se quede más estúpido que antes, una de dos. Las dos me sirven- Me levanté estúpidamente emocionado esperando tener un regalo en mi cama y nada, luego fui a la cocina y más de lo mismo. Para colmo, no aparece tu jeto en todo el día ni siquiera algún grito de dolor o algo. Pensé que hoy iba a ser uno de los días más felices de mi vida y sin embargo, es una mierda. Todo por tu culpa, por no haberte acordado de algo tan importante como de qué día se trataba hoy.

-Ya cálmate, idiota. A veces eres demasiado infantil e intranquilo para estas cosas, tonto- no intentes engatusarme con tus delicadas caricias reconfortantes que no lo vas a lograr. Pero tú sigue- ¿Acaso importa celebrar algo tan superfluo como eso?

-¿Estás llamando superfluo a nuestro amor?- en lugar de enfadarme aún más, aquella estúpida pregunta formulada por el insensible del marimo me entristeció. Tanto así que no puede sofocar las lágrimas que comenzaron a brotar por mis ojos de manera incontrolada y sin previo aviso.

-Ei, no te pongas así, tonto. Ya sabes que no me gusta verte llorar- de nuevo las estratégicas caricias del peliverde me intentaron engatusar con sus encantos.

Aunque después de todo lo que había pasado, del día que llevaba, sin verlo ni oírlo, sentir su tacto sobre mi cuerpo aunque estuviera enfadado, hacía palpitar mi corazón como si quisiera salir en cualquier momento. Y mientras intentaba aguantar las sensuales artimañas del cabeza musgo, me serené para poder escuchar la buena explicación que llevaba esperando todo el santo día.

-¿Sabes que no tenemos necesidad de andar celebrando un día de nuestro amor, no? ¿Acaso nuestros sentimientos varían dependiendo del día y hoy son más fuertes que nunca porque simplemente alguien se haya inventado una festividad como así? Lo nuestro va más allá de eso. No necesitamos un día para festejar lo que el uno siente por el otro, porque es algo que vivimos intensamente cada uno de los días de nuestras vidas, de igual manera. Yo hoy te quiero igual que ayer e igual que mañana, igual que dentro de un año, veinte y cincuenta. No necesito nada más. Tú eres mi celebración de cada día.

-Pero…-¿acaso acababa de escuchar semejante declaración de amor por parte del cretino de mierda de cabellera musgosa? Me quedé atónito, totalmente paralizado y a punto de caerme al suelo ya que mis fuerzas habían menguado. Si no hubiera sido porque sus brazos me agarraban fuertemente, ahora mismo estaría desplomado y totalmente desbordado por la situación.

-Pero cómo sabía qué te ibas a poner así, porque te conozco idiota, y en realidad sí que me acordaba de que día es hoy, me he pasado todo el día preparando algo delicioso para ti. Por eso no quería que nadie me molestara, ni me viera cagándola una y otra vez como un imbécil con una receta tan sencilla. Por eso decidí hacerlo en mi sala, apartado de todos y de ti. Aunque mis habilidades para la cocina son un desastre y he tardado un día entero en hacer algo aparentemente decente para que tú te lo comieras-¿me estás diciendo que el manazas cabeza repollo, que solo es útil para blandir la espada y poco más, se ha pasado un día entero dedicado a prepararme la cena con sus tan poco delicadas manos? Puedo morir ahora mismo y revivir tres veces que mi vida seguiría copada de felicidad- Pero cómo no vayamos rápido, se van a acabar la poca comida que he podido sacar comestible.

-Zoro…-simplemente y sin más remedido, me rendí. Me rendí ante él, ante sus brazos reconfortantes y sus sabrosos labios, ante semejante declaración de amor improvisada, ante tal acto de amor que después de todo me resulta hasta inmerecido, ante su amor del cual no puedo pedir nada más.

-Hacía tiempo que no me llamabas por mi nombre. Me gusta que me llames así- es verdad, me he pasado todo el día despotricando sobre él y nombrándolo de mil y una formas despectivas. Qué será que tiene su cabellera que tiene tanta facilidad para el mote. Pero la verdad es que a mí también me gusta cuando te llamo por tu nombre, porque es cuando estamos más cerca los dos- Para qué quede claro, no estamos celebrando hoy nuestro amor porque eso lo hacemos siempre, incluso cuando peleamos. Simplemente me gusta verte feliz, hacerte feliz porque te amo y no hay más.

-Quiero comer, Zoro…-le susurré al oído una vez que me separé de sus labios.

-Te daré toda la comida que quieras, Sanji.

 

 

 

Notas finales:

Quería comentar cuales han sido mis sentimientos al escribir esta historia.

 

Publicando el capítulo un día como hoy y viendo de que trata, es normal pensar en seguida en la festa de San Valentín. Es muy importante celebrar el amor, sea del tipo que sea y con quien sea, y cualquier oportunidad de celebración es bienvenida.

 

Pero como explica Zoro, no vivimos esos sentimientos una única vez al año, sino cada día, en cada momento de nuestras vidas. Tenemos que tener eso en mente siempre: buscar motivos cada día para celebrar el amor con la personas o personas que amas, y nada más. Porque para el amor, hoy es un día cualquiera.

 

 

 

 

 

Y después de dejar mi reflexión (es mi opinión y puede diferir con la del resto), simplemente agradeceros que hayais leído la historia y espero leeros pronto y presentaros nuevas y mejores historias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).