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Seamos una familia por Lola_Star

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen.

Escribí esto porque la idea llevaba rondandome varios días. Ojalá les guste (y me dejen algún review). 

Notas del capitulo:

Espero que les guste :)

Hatori Yoshiyuki, alfa de 28 años, despertó aquella mañana como cualquier día. El otoño enfriaba cada vez más, por lo que le costó un poco salir de la cama. Su vida era rutinaria y sin grandes sobresaltos desde que hubiera comenzado a trabajar en el departamento Esmeralda de Marukawa Shoten. No es que fuera su trabajo soñado editar mangas shojou, pero recibía un buen sueldo y le causaba mucha satisfacción cuando los mangas en los que trabajaba se vendían bien.

Después de desayunar y cambiarse, partió hacia el trabajo. Iba en metro pues se resistía a comprar su propio automóvil al ver el embotellamiento de las calles. Solo debía soportar ir apretado por algunos minutos, y no estar horas tras los semáforos.

Cuando llegó vio que su jefe, Takano Masamune, y su compañero editor, Onodera Ritsu, ya habían llegado, y que en el departamento flotaba cierta aura tensa. Detectó en el cuerpo de ambos el aroma del otro, Hatori era un alfa después de todo, y uno con muy buen olfato. Supo que esos dos habían pasado la noche juntos (otra vez). No es que le importara mucho, pero le divertía ver cómo Onodera se negaba a aceptar que babeaba por su jefe. Seguramente a Takano también.

A los minutos llegaron Kisa Shouta y Mino Kanade, editores también, y luego de algunos saludos, cada uno se enfocó en su trabajo.

—Hatori —le llamó Takano— ven un momento.

A diferencia de Onodera, él no se asustaba cada vez que Takano lo llamaba.

Caminó tranquilo hasta el escritorio de su jefe.

—Hoy vendrá una autora con una propuesta de manga. Ya me envió algunas páginas por correo electrónico, y me parece que puede ser interesante. ¿Te importaría revisarlo?

—De acuedo.

—Bien. Enviaré la información a tu correo electrónico. Programé la reunión para las cuatro de la tarde, ya sabes, en el primer piso.

Hatori asintió y regresó a su puesto. Las propuestas de manga se revisaban en un sector del primer piso especialmente diseñado para ello. Revisó el correo hallando los datos de la autora. Su nombre era Yoshikawa Chiharu, de 18 años. Se sorprendió mucho al ver la edad. Probablemente era una chica recién salida de la preparatoria, y era extraño porque los mangakas generalmente asistían a la escuela de artes y trabajaban como ayudantes antes de lanzarse a escribir sus propios mangas. Pero si Takano había accedido a revisar su propuesta, es porque tenía potencial. Esperaba que valiera la pena.

El día pasó cómo cualquier otro. Recibió una llamada de una autora informándole que se había lastimado la muñeca derecha, y eso le causó un pequeño tirón de estrés porque era probable que no pudiera acabar el capitulo antes de le fecha límite. Ahora, además, debía ingeniarse una manera de remediarlo.

Diez minutos antes de las cuatro, se levantó de su lugar para ir a encontrarse con la autora. Era bueno siempre llegar antes que ella para darle cierta seguridad en la compañía, y que si su propuesta era muy buena, no fuera a irse con otra revista.

Se sentía algo cansado porque estaban a mitad de ciclo. Se sentó en el cómodo cubículo, entrelazó los brazos sobre la mesa y esperó un poco. Pasado un minuto, una persona se detuvo a su lado.

—Buenas tardes… —susurró una voz suave, aunque no supo definir si era femenina o masculina.

Vaya sorpresa la que se llevó al girar. Hatori arrugó el entrecejo porque eso definitivamente no se lo esperaba. No era una mujer, sino un chico, un omega sin duda. Piel pálida, ojos azul oscuro, cabello castaño, complexión delgada, baja estatura, y ... un bulto entre los brazos. El olor a leche materna y la manta de ositos indicaban que allí, muy bien abrigado, llevaba un bebé.

—Buenas tardes. ¿Es usted Yoshikawa Chiharu?

—Si —sonrió alegre—, ¿es usted Hatori Yoshiyuki?

Quedó absorto por un momento. ¿Era una maldita broma? ¿Un niño adorable con un bebé?

—Si, siéntate por favor —le indicó el asiento del frente.

—Lo lamento, yo…sé que no es adecuado traer un bebé a una reunión tan importante como esta —habló mientras sostenía con un brazo el bulto, del que solo alcazaba a ver un pedacito de piel ya que estaba muy envuelto en la manta, y con el otro hurgaba entre la pañalera que descargó a su lado— pero no tenía con quién dejarlo, y no venir tampoco era una opción. Pero no se preocupe, lo alimenté y le cambié el pañal antes de venir, así que debería dormir tranquilo por al menos dos horas —sonrió, sacando un sobre grueso que puso sobre la mesa.

Aun absorto, Hatori logró articular un par de palabras.

—Pensé...que sería una mujer —estiró los brazos para tomar el sobre y revisarlo.

—Ah...eso —se sonrojó, un poco más de lo que ya estaba— es que leí que podía usar un seudónimo y, como es un genero más bien femenino, pensé que las chicas se animarían más a leerlo si creen que el autor es una mujer.

—¿Cuál es tu verdadero nombre?

—Yoshino Chiaki. ¿Hay algún problema por eso? —puso cara de preocupación.

—No...solo...lo leeré —contestó, fijándose en los dibujos.

Aunque su cara no lo demostró, le sorprendió bastante la calidad del dibujo. El trabajo era minucioso, muy limpio y atractivo, también lindo, ‘como las cosas que les gustan a las chicas’ pensó Hatori.

La historia era sobre una chica pobre que vive solo con su padre, quien realiza duros trabajos para poner comida en la mesa. Una noche, la chica encuentra a una perrita herida mojándose en la lluvia, y aunque sabe que su padre le reprochará por recogerla, decide llevársela a casa. Al otro día descubre que no es una simple perrita, sino una guardiana de un mundo mágico, quién le regala un collar que le brinda superpoderes, en agradecimiento por ayudarla. Los villanos vienen a buscar a la guardiana para terminar el trabajo que han comenzado, y la chica, con sus nuevos poderes y la ayuda de la perrita, que se transforma en una loba enorme, vence a los malos y es invitada a convertirse en una guardiana del mundo mágico. También se muestra que ella está enamorada de un chico de su escuela, que al parecer, secretamente también es un guardián. Al final del capitulo va a buscarla otra chica con poderes mágicos, la que podría ser su nueva mejor amiga y confidente.

El corazón de Chiaki latía con mucha fuerza. Había escuchado que algunos editores eran muy crudos al dar sus opiniones, incluso groseros, y que si no era lo suficientemente bueno, lo enviarían a casa sin ninguna oportunidad. Sabía que no debía alterarse, porque su cuerpo podía liberar adrenalina que iría a parar en su leche materna. Le pidió disculpas mentalmente a su bebé, quien dormía plácidamente, muy tranquilito ya que estaba envuelto en el aroma y el calor de su papi.

Cuando escuchó la voz de Hatori, después de lo que le parecieron siglos, dio un pequeño brinco en el asiento. Afortunadamente, no despertó a su bebé.

—Aunque algunos elementos de la historia son bastante cliché, el diseño de los personajes y el vestuario son muy buenos. Puedo imaginar a las chicas queriendo disfrazarse de esto. La forma en que llevas la narración hace que el lector quede atrapado rápidamente.

Chiaki suspiró al escuchar esos buenos comentarios, relajando un poco el fuerte agarre con el que a penas se daba cuenta que sostenía a su bebé.

—Habrá que hacerle unas pequeñas modificaciones para mejorarlo, pero creo que no será problema.

Un nudo se formó en la garganta de Chiaki. Se había estado aguantando toda esa tensión, y si era lo que pensaba, publicarían su historia, y le pagarían por ello.

—Creo que estás de suerte. Una de mis autoras se lastimó la muñeca y no podrá tener el capitulo listo para la fecha de entrega. Propondré llenar su espacio con este One-Shot, si puedes prometerme que tendrás las modificaciones listas en dos semanas.

Al no recibir respuesta, Hatori finalmente levantó la mirada. No entendió por qué, pero verlo llorar hizo que le doliera el pecho. Ya había presenciado antes las lágrimas de algunas de sus autoras, sobretodo ante los bloqueos mentales o los retrasos con las fechas de entrega, pero nunca al darles la aceptación a una propuesta.

Un par de lágrimas lastimeras bajaban por las mejillas de Chiaki, que apretaba los ojos y la garganta en un vano intento por no seguir llorando.

Hatori pensó que parecía un niño pequeño, asustado y perdido. Se levantó de su lugar, quitó la pañalera del asiento de Yoshino, colocandola sobre la mesa, y se sentó junto a su ‘nueva autora’.

—Venga, respira profundo. Está bien —instintivamente le acarició la cabeza, descubriendo que su cabello era maravillosamente suave y sedoso.

Hatori pensó que en esa pañalera debía haber pañitos húmedos, y no se equivocó. Le alcanzó uno a Yoshino para que se limpiara las lágrimas y los mocos. Este realmente lo necesitaba.

El calor de ese hombre a su lado, su agradable perfume masculino, aquella paciencia con que esperaba, le hicieron calmarse. Se sintió muy tonto cuando finalmente dejó de llorar.

—Uh, lo siento… —quiso que la tierra se lo tragara.

—No te preocupes. Una parte de mi trabajo también se trata de lidiar con estas cosas.

—¿En serio? —Chiaki levantó la mirada, encontrándose con los azules de Hatori, y enseguida la apartó, sonrojándose un tanto más.

Hatori lo halló adorable. También se fijó en la carita durmiente del bebé, que desde ese angulo, podía ver perfectamente. Era bastante pequeño, ‘de pocos meses de nacido’, concluyó.

—Si, a veces las autoras se desesperan y se ponen sentimentales. ¿Ya te sientes mejor?

—Si...gracias.

—Genial —se levantó del asiento porque sentía que, pasado el momento, invadía el espacio personal del chico, y no quería que se llevara una mala imagen de él.

Chiaki se lamentó un poco de que se hubiera alejado tan pronto, abofeteándose mentalmente luego, porque no era correcto tener esos pensamientos hacia el que podría ser su futuro editor.

Hatori recogió las hojas y las guardó en el sobre.

—¿Te molestaría esperar mientras escaneo esto? ¿O prefieres escanearlo tú y enviármelo por correo?

—No...yo espero...no tengo escáner…

Hatori no se equivocó. Le brindó una sonrisa fugaz antes de marcharse de la sala hacia una de las recepcionistas, para pedirle el favor de que escaneara las páginas y enviara los archivos a su correo.

Regresó con Yoshino, a explicarle el proceso de publicación, que necesitaba una cuenta bancaria para los depósitos, y que dependiendo de la recepción del público, podría considerarse un primer tomo.

Chiaki escuchaba atentamente, ya tenía una cuenta bancaria, así que eso no sería un problema. Estaba muy emocionado.

—Lo revisaré con más calma y te enviaré por correo las correcciones…

Entonces algo llamó la atención de Hatori. El bulto que su acompañante llevaba en brazos...se movía.

—Oh, despertaste… —dijo decepcionado Chiaki, quien aflojó un poco la manta para que el bebé pudiera mover sus manitas con más libertad, de otra forma lloraría, porque su papi ya sabía como era. Lo cambió de posición, de forma que Hatori podía verlo. Su carita aun se veía somnolienta, pero a cada segundo, sus ojitos iban a abriéndose más, señal de que no estaba dispuesto a seguir durmiendo, al menos no por un rato.

Hatori aprovechó la interrupción para regresar por las hojas, que calculó, ya estaban escaneadas. Todo el camino no pudo dejar de pensar lo jodidamente tierno que era ese chico y su bebé. ¿Dónde diablos estaría el padre de la criatura y cómo había permitido que se presentara a una entrevista con el nene en brazos? Debía calmarse, o su lado blando podía aflorar, y él debía mantener una actitud profesional.

Al sentarse de regreso en la mesa y ayudarle a guardar el paquete en la pañalera, ya que Yoshino tenía las manos ocupadas con el bebé, agudizó el olfato, rastreando los aromas de los que tenía en frente. Le sorprendió de sobremanera que no halló más olores. Nada, solo los aromas del bebé y de Yoshino, que por cierto, tenía un aroma suave y dulce, como a gardenias, que se le antojó muy agradable.

Entonces...¿el chico estaba solo con su bebé? Sintió un ligero malestar ante de la idea.

El nene miraba alrededor y agitaba las manitos de vez en cuando. Estaba cubierto por un mono blanco a juego con un gorrito que le cubría la cabeza. Aun siendo tan pequeño, podía decir que era muy parecido a Yoshino; hasta tenía los mismos ojos azul oscuro.

—Tendré una reunión con mi jefe mañana para hablar sobre el contrato. Te lo enviaré cuando esté listo, debes leerlo detenidamente.

Se percató de que el bebé se quedó quieto en cuanto comenzó a hablar y lo miraba fijamente. Hatori también se lo quedó mirando.

—Así que...debo esperar hasta mañana —intervino Yoshino, ante el silencio repentino de Hatori.

—Si, es el procedimiento normal. Me pondré en contacto contigo ante cualquier eventualidad —respondió sin quitarle los ojos de encima al bebé, que siguió moviéndose en cuanto escuchó la voz de su papi.

—Si llegara a aceptarse mi manga para un primer tomo…¿usted sería mi editor?

La pregunta descolocó a Hatori.

—Bueno...es lo común que el editor que recibe y acepta la propuesta sea el mismo que continua con el mangaka en proyectos posteriores. Pero si el mangaka llegara a solicitarlo, puede cambiar de editor.

Chiaki sonrió aliviado.

—Qué bien. Después de ver cómo logró calmarme, sé que podremos trabajar muy bien juntos.

Hatori sintió una corriente de alivio recorrerle al saber que no pensaba cambiarlo.

—No se confíe antes de tiempo sensei, puede que no sea una persona muy agradable si no cumple con sus plazos.

Chiaki casi pudo ver cómo un aura oscura emanaba de Hatori. Le dio un poco de susto, pero también se alegró mucho cuando escuchó que lo llamó sensei.

—E...entiendo.

—Eso es todo por hoy —Hatori extendió la mano en señal de cerrar el trato—, debo felicitar al pequeño por su buen comportamiento —sonrió, algo poco común en él.

Chiaki se embobó un poco con la sonrisa del hombre, que como tenía los ojos puestos en su bebé, no notó su expresión boba. Estiró pronto la mano y la estrechó contra la fuerte y grande de Hatori, quien fue consciente enseguida de la tibia, suave, y delgada palma de Yoshino.

—Haru es muy tranquilo —dijo Chiaki cuando sus manos se separaron— solo llora cuando tiene hambre, sueño o el pañal sucio. No da muchos problemas. Es mi pequeña bendición —besó su cabecita, gesto que pareció agradarle al bebé porque, le pareció a Hatori, que hizo una mueca parecida a una sonrisa.

Hatori sintió ternura. Pocas veces en su vida había sentido eso, pero le invadió completamente, como si estuviera flotando en una nube.

—Me alegra escuchar eso —se puso en pie, haciendo una pequeña reverencia—, espero regresen bien a casa. Yo debo volver a mi trabajo.

Chiaki se puso en pie enseguida para corresponder la reverencia.

—Usted también, Hatori-san.

Hatori se retiró, dejando atrás al chico con el corazón en la mano.

Notas finales:

:O 

;)


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