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En la guerra y en el amor todo se vale. por Sioa Shun

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Notas del fanfic:

San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. Sábado 1 de mayo del 2019.

Notas de Sioa: ¡Hola gente linda! Bueno, volví con otro fic que me viene dando vueltas en la cabeza ya no sé cuánto tiempo pero quería terminar al menos uno de mis fics antes de ponerme a escribir otro porque sino nunca terminó ninguno.

Aviso importante: Este fic no sigue una ubicación temporal en el manga de Sekaiichi Hatsukoi, la pareja principal es la trifecta, Kirishima Zen x Yokozawa Takafumi, leí las seis o siete novelas (no recuerdo ahora cuántas son exactamente) pero no sigo el manga así que no tengo ni idea de si se desarrolla más la pareja o no. Les pido que me corrijan si me equivoco pero teniendo en cuenta que cuando comenzaron a salir estos dos Hiyori tenía diez años ¿O no? Pues esto se ubicaría tres años, Hiyo ya tiene trece en esta historia. Solo aclarar eso, por el momento creo que no voy a hacer ninguna otra acotación, los veré al final del capítulo para el resto de aclaraciones. Espero que lo disfruten, es mi primer fic que tiene como protagonista a la Trifecta así que cualquier crítica o sugerencia es bien recibida, ahora si, ya los dejo leer.

En la guerra y el amor todo se vale.

Capítulo 1: La nueva vecina.

By Sioa Shun Uchiha-san.

Era un fin de semana normal, como cualquier otro en su vida, se levantó temprano después de escuchar movimientos en la casa y vestirse con un sencillo pantalón de jean y una remera de algodón obscura de mangas cortas salió de la habitación, no sin antes darle una última mirada a el bulto durmiente en la cama y sonreír débilmente.

Con pasos tranquilos fue al baño, cepillo sus dientes, se lavó la cara, peinó su cabello obscuro y luego se dirigió con andar relajado a la cocina.

-¡Buenos días, Onii-chan! - Saludó la hermosa niña que se encontraba parada frente a la estufa vigilando el revuelto de huevos que preparaba, su cabello largo y castaño estaba recogido en una coleta alta, vestía un pantalón de jean no muy ajustado, medias blancas, una blusa de color rosa pastel sin estampados de margas cortas y un delantal rojo a lunares blancos con un pequeño volado en la parte inferior.

-Buenos días, Hiyo.- Saludó con una sonrisa sincera, de esas de las que él solo podría dedicarle a esa bella niña, bueno, ya no era una niña estaba mucho más alta, ya casi alcanzaba su hombro, la chica había tenido un estirón importante ese verano y aunque sus facciones seguían siendo dulces y delicadas incluso en su estilo de vestir se notaba que esa chica no era ya la misma infante que conoció hacía tres años, ya tenía trece años, era toda una preadolescente, una hermosa jovencita. -¿En qué te ayudó para el desayuno? - Preguntó con calma mientras tomaba un delantal negro sin ningún tipo de adorno, su delantal, después de tanto tiempo la residencia Kirishima empezaba a llenarse lentamente de sus pertenencias, como un cepillo de dientes propio junto a su peine sus lociones y su maquina de afeitar en el baño, su delantal en la cocina, un par de sus trajes en el armario de Kirishima, la planta que su madre le había regalado la última vez que había ido a visitarla que ahora crecía fuerte y bien cuidada en el balcón.

-¿Puedes hacer el café mientras yo termino esto, Onii-chan?- Preguntó con alegría la castaña.

Yokozawa no esperó otra orden y comenzó a moverse por la estancia con la seguridad de quien conoce el contenido de hasta el último de los cajones, buscando el grano de café en la repisa superior para luego buscar el moledor bajo la bacha del lavaplatos. -¿Cómo dormiste Hiyo? Anoche te veías muy cansada.

-Si, los exámenes se vuelven cada vez más difíciles.- Comentó la chica con un leve puchero en sus labios. -Me alegra de que hayan terminado, estudie mucho las últimas semanas ahora al fin podré ver más a Yuki-chan. ¿Vos como dormiste, Onii-chan?

El hombre sonrió, hermosa era esa época donde lo más problemático de tu vida era un examen escolar, a veces desearía volver a ser tan joven, pero luego recordaba ciertas cosas y no, mejor quedarse donde estaba, no quería volver a pasar por el secundario, gracias a Dios eso era algo que solo se vive una vez.

-Muy bien Hiyo, gracias por preguntar, aunque tu padre me dejó sordo con cómo ronca.- Contestó con simpleza mientras se disponía a poner el grano molido en la cafetera para dejar haciendo el café. -¿Tienes planes de salir hoy con tus amigas? Te has esforzado mucho en tus exámenes, seguro quieres salir a divertirte con ellas.

-Oh, no, todas están ocupadas hoy.- Se lamentó con la mirada algo triste, sacando los huevos revueltos de la sartén para disponerse a ponerlos en un plato y luego buscar un par de frutas que pelar y cortar en cubos para acompañar la comida principal del día. -Yuki-chan saldrá con su mamá hoy, Nanami-chan me dijo que iría a visitar a sus abuelos este fin de semana, Hachi-chan me dijo que hoy era el cumpleaños de su hermanita así que no puede salir hoy...

-Ya veo, bueno, quizás si tu padre tiene tiempo podríamos salir los tres hoy.- Propuso no muy seguro, sabía que Kirishima estaba a cierre de ciclo y estaba tapado de trabajo el día anterior se había quedado con él hasta las tantas de la madrugada haciendole compañía mientras el hombre continuaba trabajando, su autor principal estaba trayendole problemas, al parecer nuevamente Ijuuin-sensei había entrado en una nueva espiral de depresión y estaba muy atrasado con el nuevo tomo del manga estelar de la revista JapunThe Kan.

-Tiene mucho trabajo, no quiero molestarlo.- Contestó la chica sin perder la sonrisa.

Esa era su rutina casi diaria, desde que había comenzado una relación tres años atrás con Kirishima Zen el editor en jefe de la revista Japun de shounen manga en la editorial Marukawa Shoten su vida había dado un giro de trescientos ochenta grados en muy poco tiempo, en aquel entonces él tenía el corazón roto por quien fue su primer amor Takano Masamune, y Kirishima había sido quien lo ayudó bastante a la fuerza y con métodos poco ortodoxos a dejar atrás esa decepción para enfocarse en un nuevo amor. Su relación con el editor había pasado ya por muchos problemas pero de alguna forma que no llegaba a comprender seguía en pie a pesar de todo antes de darse cuenta había sido arrastrado por su pareja a situaciones de lo más bizarras como por ejemplo vacaciones familiares los tres juntos, fines de semana de salidas familiares, él teniendo que participar en festivales escolares "padre-hija" cada vez que el castaño estaba demasiado ocupado como para hacerlo y finalmente prácticamente vivir juntos.

Yokozawa pasaba más tiempo en la residencia Kirishima del que estaba dispuesto a reconocer en voz alta, cuánto mucho pasaba una o dos semanas al mes en su apartamento de soltero y ni siquiera siendo estas en días consecutivos, por lo general era arrastrado a seguir a su pareja a casa para cenar juntos con su hija, Hiyori, y luego siempre con alguna excusa tonta, Kirishima lograba convencerlo de quedarse a dormir. Aunque siendo honestos cada vez eran menos las excusas, Yokozawa no las necesitaba ya para quedarse a dormir en esa casa.

Su rutina diaria consistía en levantarse temprano, preparar el desayuno junto a Hiyo, comer los tres y luego ir a trabajar con su insufrible novio a la editorial tras despedir a la chica. Al principio era él quien peinaba y ayudaba a la chica a prepararse para ir a clases, pero hoy en día Hiyori ya se peinaba sola, elegía su ropa y alistaba sus cosas y cada vez eran más frecuentes algunas malas contestaciones cuando preguntaba inocentemente si estaba segura de tener todo listo, la adolescencia estaba haciendo ya estragos en la siempre tranquila y juiciosa castaña.

El y la niña habían hecho buenas migas desde el principio, para él era mucho más fácil tratar con niños o con animales que no lo juzgaban por su duro exterior y quería a la joven Kirishima como si se tratara de su propia hija, no había forma de que pudiera negar eso. Hiyo era la niña de sus ojos.

Cuando tuvieron el desayuno servido se quitó el delantal para dejarlo prolijamente sobre el gancho en que correspondía en la cocina y sonrió al escuchar a la chica despedirse diciendo que iría a despertar a su padre.

Con calma se sentó en el que ya podía considerar su lugar en la mesa a la derecha de la cabecera donde se sentaba Zen y pudo ver desde allí el altar que descansaba en un mueble en el otro extremo de la habitación.

Ver aquello siempre lograba bajar sus ánimos. El altar de Sakura era su recordatorio constante de que su estadía en esa casa no era permanente. Habían tenido ya esa charla con su pareja muchas veces, Kirishima siempre le reafirmaba que él no tenía planes de volver a casarse con otra mujer, que era feliz con su osito salvaje y le reprochaba su falta de confianza en sí mismo, diciéndole que lo amaba y que no pensaba dejarlo por nadie, soltando siempre alguna de sus estupideces o cursilerías que a él tanto le fastidiaban y avergonzaban.

Sin embargo no podía evitar pensar cada vez que miraba el altar o notaba a Hiyori crecer que ese no era un lugar que él debiera ocupar, ahí, sentada en la mesa a la derecha del editor debía haber una mujer dulce y capaz que amara al castaño y a la niña, que estuviera dispuesta a formar un hogar bien constituido y tomar el rol de una buena madre para guiar a la niña que estaba por entrar a una de las etapas más difíciles de su vida.

Con cada mes que pasaba él sentía que el tiempo se le agotaba, que la fantasía en la que vivía tan feliz tarde o temprano iba a derrumbarse, él se había negado desde siempre a decirle la naturaleza de su relación a Hiyori y eso seguía siendo así, para la niña él solo era un buen amigo de su padre pero el teatro se les caería pronto ya que la castaña no era tan fácil de engañar ahora que ya no era tan ingenua, empero, con una mano en el corazón tenía que decir que una parte muy egoísta en él se negaba soltar la felicidad que tenía en ese hogar.

Estaba dividido, sabía que él no era lo mejor para los Kirishima, lo mejor sería una mujer hermosa, amorosa, dispuesta e incondicional, sin embargo, no se sentía capaz de ceder el lugar que estaba ocupando. Cada vez que veía la foto de Sakura en el altar se disculpaba con ella por saberse no digno de estar ocupando esa casa como el amante de Kirishima.

-Buenos días...- Las palabras arrastradas y la voz rasposa del susodicho lo hicieron bajar de la nube tóxica de sus pensamientos y enarcó una ceja con preocupación al ver el deplorable estado en que se encontraba el castaño.

-Buenos días, ey, Kirishima, te ves fatal ¿No deberías descansar un poco más?

-¿Ay, mi osito está preocupado por mi?

-Andate a la mierda.

-Oh ¿Por qué no puedes decirme algo lindo en las mañanas? - Se quejó con un infantil puchero en sus labios el editor.

-¿Aún sigues medio dormido? ¿Queres que te despierte a patadas? Si estas de animos para bromear entonces no estás tan mal.

-Deberías ser una buena esposa y recibirme con un "Zen, querido, el desayuno está servido"

-Hacele un favor al mundo y morite atragantado con el café.- Pidió rodando los ojos.

Hiyo se sentó junto a ellos en la mesa, a la izquierda de su padre y frente a Yokozawa con una enorme sonrisa decorando sus labios. -Papá no deberías molestar a Onii-chan tan temprano, te portas como un niño.- Regañó divertida, tomando su taza con el estampado de un osito con un moño rosa para luego dar un sorbo a su chocolatada.

-Oh, mi propia hija me regaña. - Se quejó teatralmente mientras le daba un sorbo a su café.

-Si no fueras un idiota eso no te pasaría.- Alegó Yokozawa con una sonrisa suave en sus labios, esas peleas matutinas también eran parte de su rutina y sería una vil mentira decir que no las disfrutaba, pero ciertamente estaba algo preocupado por el aspecto demacrado del editor. -¿Tienes aún trabajo que hacer?

-Si.- Se lamentó el editor dejando caer sus hombros con cansancio. -Lo siento, no podré quedarme con ustedes hoy, tengo que ir a casa de Ijuuin Kyo-sensei está teniendo una crisis muy dura esta vez, si no voy yo veo bastante imposible que otro editor pueda lograr hacer que trabaje. Mi equipo es eficiente, pero Kyo-sensei es imposible cuando se pone así, no ha tenido una crisis tan mala desde hace seis años.

-Está bien, papá, entendemos que estés ocupado. - Contestó alegremente la menor. -Pero cuidate, es verdad que te ves muy cansado.

-¡Ay! ¿Qué hice para merecer una hija tan maravillosa como tu, Hiyo?- Preguntó estirando su brazo para pasarlo sobre los hombros de la niña e incorporarse de su silla para poder besar su rostro.

-¡Papá! ¡No hagas eso! ¡Ya no soy una niña! - Protestó intentando quitarse de encima a su acaramelado progenitor.

-¡¿Qué?! ¡Nunca vas a estar lo bastante grande como para que no pueda llenarte de besos! ¡Sos mi bebita!- Se quejó el hombre besando exageradamente las mejillas, la frente y las manos de su casi adolescente hija mientras ella intentaba evitarlo.

-¡PAPÁ!

-¡Kirishima-san, por Dios! ¡Dejala en paz! ¡Sos insufrible! - Se quejó el oso salvaje de ventas de Marukawa, rodando los ojos entre los chillidos de la chica y las protestas de su pareja.

Sentándose de nuevo en su lugar, el editor cruzó sus brazos. -No seas traidor.- Protestó mirando al otro hombre en la mesa. -Se supone que me tienes que apoyar en esto, ella es mi bebita.

-Ah...- Suspiró resignado mientras veía a Hiyo acomodarse el cabello mientras continuaba desayunando con gesto algo molesto y las mejillas arreboladas por las excesivas muestras de afecto de su padre.

-¿Qué se supone que significa ese suspiro, Takafumi?- Se quejó mientras comía un poco del revuelto de huevo y picoteaba algo de las frutas cortadas.

-Que sos insufrible.- Contestó encogiéndose de hombros.

Kirishima estaba a punto de contestar cuando sonó su celular e hizo una mueca. - Disculpen, tengo que atender.- El hombre se apartó de la mesa hablando por el aparato mientras masajeaba el puente de sus nariz con dos dedos con evidente hartazgo. El castaño siempre era alegre, tenía muy buen humor y era conocido en la editorial por ser un jefe agradable y simpático pero muy comprometido, todos lo querían y lo admiraban pero claramente estaba muy estresado y cansado en esa ocasión y había levantado un poco la voz, sin llegar a gritar, mientras hablaba con un subordinado. -Tengo que irme, lo lamento, intentaré no llegar demasiado tarde. - Alegó tomando la taza de café de la mesa mientras se iba apresurado al cuarto para ponerse algo un poco más decente que la ropa de entrecasa.

Hiyori y Yokozawa compartieron una mirada, ambos sabían que el hombre no iba complir con eso de no llegar muy tarde y ambos suspiraron mientras terminaban de desayunar, para cuando estaban llevando las cosas a la cocina para lavar, secar y guardar los platos escucharon al castaño trotar rápidamente al en dirección al genkan y gritar desde ahí "¡Los veo más tarde!" antes de escuchar la puerta abrirse y luego cerrarse de un portazo algo descuidado.

-Bueno, tu padre no estará en todo el día pero si quieres podemos hacer algo juntos, Hiyo.- Dijo mirando a la niña de reojo mientras él secaba y guardaba las cosas que la chica le alcanzaba.

-No hace falta Onii-chan, estaré en mi habitación quiero estar un rato en la computadora. - Explicó alegremente.

-Está bien, estaré en el living si me necesitas. - Aceptó con una sonrisa tranquila y luego vio a la preadolescente perderse en el pasillo seguida de Sorata en dirección a la habitación.

Al verse solo decidió dedicarse a limpiar y ordenar un poco la casa, necesitaba mantenerse algo ocupado mientras estaba solo, sus pensamientos habían estado rondando parajes obscuros no solo desde esa mañana sino desde hacía una semana cuando después de una tranquila cena Kirishima le había soltado una bomba nuclear encima al proponerle vivir juntos.

El castaño lo había bombardeado con argumentos irrefutables, como el hecho de que prácticamente ya vivían juntos, que muchas de sus cosas ya habitaban el departamento, que llevaban una estable relación de tres años y que aquel era un paso lógico a seguir, ya habían incluso pasado vacaciones juntos, la casa estaba llena de fotos de ellos tres en sus viajes a la playa, al campo e incluso fotos con los padres de Kirishima a quienes había conocido después de que él lo llevará engañado a una cena familiar hacía poco más de un año y desde entonces varias veces había interactuado con ellos, la madre de Kirishima era una mujer amable y entrada en años, dulce y muy atenta, siempre preguntaba por él y a veces mandaba algún presente con Hiyo cuando la niña iba a visitar a sus abuelos y el padre de Zen era un hombre muy alegre, sumamente bromista y de gustos simples, entendía de dónde había sacado su novio su personalidad, aunque bueno, él era para darle de comer aparte.

La verdad era que desde la propuesta se sentía inquieto, era un paso importante y no estaba seguro de querer tomarlo, pensamientos como los de esa mañana no estaban dejándolo tranquilo, sentía que él era un obstáculo para esa familia, no quería ser el responsable de impedir que una mujer mejor clasificada que él formara parte de esa hermosa familia sin embargo estaba tan acostumbrado a la calidez de ese hogar y a la felicidad que le brindaba que sabía que sería imposible renunciar a ellos. Estaba entre la espada y la pared.

Él era un hombre de ya treinta y un años con un trabajo exigente que muchos podrían pensar aburrido, un carácter del diablo, un gesto amargo en el rostro y sin nada que ofrecer realmente ¿Cómo podía ser tan egoísta como para quedarse junto a Kirishima? Un hombre jovial, exitoso profesionalmente hablando, atractivo, carismático, con una maravillosa hija que necesitaba una madre que la guiara en los difíciles caminos de ser una adolescente.

Él no podía ser una madre, para empezar era hombre pero aparte de eso simplemente no tenía la capacidad de fungir como una buena esposa, tal como lo había dejado claro el propio editor esa mañana, ni siquiera era capaz de recibir a su cansado novio con una bienvenida cariñosa a la mesa del desayuno cuando sabía que el otro estaba dejando la vida en el trabajo y que un gesto como ese podría hacerle más fácil el resto de su complicado día.

Él no era "tierno", por mucho que el editor se empeñara en decir que sí lo era, todo en el era tosco y arisco, como un gato callejero que te va a sacar un dedo con las uñas si quieres acariciarlo, él no podría espera al castaño con una sonrisa y ofrecerle con tono mimoso "Zen, cariño ¿Prefieres tomar una ducha o cenar primero?"

Sentía escalofríos recorrerle la espalda solo de imaginarse a sí mismo en tan penosa situación.

Intentado no deprimirse o enloquecerse continuó con la limpieza de la casa, totalmente absorto, intentando dejar su mente en blanco para no seguir dando vueltas a ese gastado y torturante tema.

-¡Onii-chan! - El gritó de Hiyori lo sacó de su ensoñación y se giró sorprendido a ella.

-¿Qué? ¿Qué pasa Hiyo?

-¡Estoy llamando hace diez minutos!- Protestó con un puchero la chica antes de negar suavemente con su cabeza. -¿No escuchas todo ese ruido? Creí que eras vos.

-¿Ruido? No, no escuché nada, Hiyo.- Contestó silenciando para entonces escuchar voces y ruidos fuertes que venían del pasillo del edificio. -Parece que es afuera.

-¡Iré a ver!- Antes de pudiera decirle nada, la castaña había salido del apartamento para pararse curiosa en la puerta.

En el pasillo pudo ver a varios hombres, llevando muebles y cajas al departamento que estaba enfrente en diagonal al suyo. ¡Genial! ¡Nuevos vecinos! Sonriente regresó al genkan para ponerse su calzado y luego salió de la casa para ir a curiosear.

La puerta del apartamento estaba abierta de par en par y se asomó un poco tocando a la puerta un par de veces para ver si alguien le atendía, es de buenos vecinos ir a dar una bienvenida y ofrecer ayuda si se la necesita.

-¡Va!- Se escuchó el fuerte grito de una mujer desde dentro mientras ella se movía un poco a un costado para no estorbar a los trabajadores que entraban cargando cajas o muebles desarmados.

-¿Dónde dejamos esto, señora? - Se escuchó la consulta de uno de los sujetos.

-Por ahora solo dejen todo aquí, muchas gracias. - Volvió a escuchar la voz de la mujer y luego la vio asomarse a la entrada, mirándola con sorpresa antes de sonreírle alegremente. -Oh, buenos días ¿Qué se te ofrece pequeña?

-"¡Qué bonita!"- Fue lo primero que pensó al verla, era una mujer joven, ella no le daría más de veinticinco años, alta y pálida, sus ojos eran verdes y sus cabellos de un hermoso cobrizo anaranjado, sus rasgos eran ligeramente asiáticos pero se notaba muy claramente que aquella mujer tenía ascendencia europea también, no solo por sus facciones, sino porque medía por lo menos un metro ochenta, mucho más que la mayoría de la población femenina de Japón. -Ah ¡Buenos días! ¡Soy Kirishima Hiyori! Soy su vecina de enfrente, solo veía a darle la bienvenida al edificio, señorita.

-Oh, pero qué educada.- Comentó jovial la mujer. - Es un gusto conocerte, me alegra saber que tengo buenos vecinos.- Contestó dulcemente haciendo una leve reverencia frente a la chica. -Soy Shinka Reika, como puedes ver me acabo de mudar, espero que podamos llevarnos bien ¿Puedo decirte Hiyo-chan? - Preguntó con amabilidad.

-¡Si, claro!- Aceptó la castaña con una sonrisa. - ¿Necesita ayuda con algo, Shinka Onee-san? - Preguntó educadamente mientras veía a los hombres salir del departamento.

-Ahora que lo dices, si, sería bueno tener algo de ayuda, vivo sola y recien llego a la ciudad así que no tengo quien me ayude con todo esto pero no quiero molestarte jovencita, seguramente tengas algo más divertido que hacer un sábado que ayudar a una solterona a ordenar su casa. - Bromeó entre risas la colorada.

-No tengo nada que hacer ¡La ayudaré con gusto! ¡Para eso están los vecinos, Shinka Onee-san!

-Bien, pasa, pasa, disculpa por todo el desastre.- Dijo pasando el genkan, donde la castaña se quitó los zapatos respetuosamente y luego siguió a la dueña de casa hasta el living que era un laberinto de cajas y muebles desarmados. El departamento era amplio, tenía un comedor pequeño donde estaba la mesa aún desarmada y envuelta en papel film y carton junta a cuatro sillas, en la cocina había un par de cajas sobre la mesada con una heladera a medio acomodar contra la pared y en el living había un juego de dos sillones individuales, uno de dos cuerpos, una mesita de centro de madera y tres bibliotecas contra la pared junto al mueble donde suponía que iría un televisor y muchas más cajas.

-No se preocupe, Shinka Onee-san, acaba de llegar es entendible.- Contestó con alegría la niña.

-¡Oh! ¡Qué amable! En serio me salvas Hiyo-chan, ordenar todo esto yo sola será una tortura.- Comentó alegremente la mujer. -Quería empezar por mis libros, será lo que más trabajo llevará pero tengo que armar los muebles también, no sabía por dónde empezar.

-Bueno ¿Qué le parece si mientras usted arma los muebles yo acomodo sus libros?- Propuso con una sonrisa.

-Eso sería una buena idea, ven.- Con calma guió a la chica hasta las bibliotecas que era los unicos modulares a los que ya les había quitado el papel burbuja y el cartón y se las enseño. -Mira ¿Qué tal si empiezas por esta? Ahí pondré todos mis mangas.- Explicó tomando una de las cajas rotuladas para abrirla frente a la menor.

-¿Le gusta el manga?- Preguntó impresionada la Kirishima menor mientras veía curiosa la caja, arrodillándose frente a ella para empezar a sacar ordenadamente los tomos, curioseando los títulos.

-¡Me encanta! Soy una gran fanática.- Explicó sonriente la mujer. -¿A vos te gusta Hiyo-chan?

-¡Si! Me gusta mucho el shonen y el shoujo.

-Bueno, ya que vas a ayudarme con todo esto, puedes llevarte cinco tomos de lo que sea que llame tu atención ¿te parece? Luego me los devuelves. - Propuso con una enorme sonrisa.

-¿De verdad? - Contestó emocionada, sonriendo ante las palabras de su vecina, realmente parecía una persona sumamente agradable, se sentía cómoda allí.

-Si, de verdad. Ire a arreglar las cosas en el comedor, me llamas si tienes una duda con algo ¿Si, Hiyo-chan?

-Si, Shinka Onee-san.

La colorada se movió despacio hasta el comedor mientras los trabajadores continuaban trayendo cosas y ella ensamblada la mesa, quitaba el embalaje de la sillas y luego intentaba poner en condiciones la cocina. Para cuando los trabajadores habían terminado de dejar todas sus pertenencias y se habían despedido ella había conseguido dejar las cosas medianamente presentables.

Hiyo estaba impresionada con la cantidad de títulos shonen, shoujo y shosei que su vecina poseía, además tenía toda la colección de The Kan, inclusive las ediciones especiales y los dos art-books que Ijuuin-sensei había publicado.

-¿Cómo vas Hiyo-chan?- Preguntó la mujer acercándose a ella con dos tazas. -Disculpa pero solo pude encontrar té ¿Quieres?- Consultó tendiendole una de ellas.

-Si, gracias Shinka Onee-san.- Algo sonrojada tomó la taza, ella estaba más acostumbrada a la chocolatada, pero el té tampoco estaba mal, además ya no era una niña, quizás debería dejar las cosas tan infantiles como la chocolatada, ya tenía trece años. -Voy muy bien, tiene muchísimas cosas aquí.

-Si, bueno, me gusta mucho leer y antes de darme cuenta llegué a tener una gran colección de cosas.- Comentó entre risas mientras dejaba su taza sobre la mesita baja cercana a ellas para disponerse a ayudar a la niña. -¿Viste algo que te gusta?

-Me gustan muchas cosas, yo también sigo mucho de los mangas que usted tiene aquí.

-¿De verdad? - Consultó alegremente.

-Si, tiene muy buen gusto aunque hay varios títulos que no conozco.

-Bueno quizás me permitas hacerte una recomendación sobre qué llevarte para leer ¿Te parece?- Comentó alegremente mientras empezaba a acomodar los mangas ordenadamente en la estantería entre risas.

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Empezaba a impacientarse y preocuparse, Hiyo se había marchado cerca de las once de la mañana, aun no daba señales de vida y ya pasaban de las cuatro de la tarde, ni siquiera se había presentado a almorzar.

Él había limpiado toda la casa en ausenta de la niña, incluso el propio cuarto de la menor y había preparado el almuerzo esperando que ella llegara a comer con él. Ya sin poder controlar su preocupación salió al pasillo, él se había asomado poco después de Hiyori se fuera para ver a que se desbía el escándalo y había notado que en el departamento de enfrente alguien se estaba mudando, había visto a Hiyo entrar ahí, así que suponía que debía seguir allí.

Tomando su llave cerró la puerta de la residencia Kirishima y se encaminó al departamento cercano para tocar un par de veces a la puerta esperando pacientemente ser atendido.

-¡Ya va!- Se escuchó el grito femenino desde el interior y él se removió algo incómodo, cuando la puerta se abrió, le asombró encontrarse con una hermosa joven, probablemente universitaria o recién salida de la univercida de cabellos cobrizos anaranjados, tan alta como él, de hermosos ojos y con ropa de entrecasa, apenas llevaba una camiseta de tirantes blanca que dejaba a la vista el tatuaje de un atrapasueños en su brazo izquierdo y un largo pantalón de algodón de color negro.

-Eh.. ¡Buenas tardes! Estoy buscando a una niña, Kirishima Hiyori.- Empezó a explicarse mientras hacía una leve reverencia, sin poder evitar que su rostro se mostrara tan serio como de costumbre.

-Ah, usted debe ser su padre, pasé por favor.- Pidió la colorada abriendo la puerta y cediendo la entrada a su casa. -Es un gusto conocerlo, Kirishima-san, Hiyo-chan es una gran niña, esta ayudandome con algunas cosas, soy Shinka Reika, su nueva vecina.

Yokozawa sintió sus mejillas arder un poco al ser confundido como el padre de Hiyori, pero era lo más lógico que podía pasar en esa situación, aún así agradeció con una inclinación de cabeza la invitación de la joven y entró en el departamento. -No soy el padre Hiyo, lamento la confusión, soy Yokozawa Takafumi, soy amigo de su padre y estoy cuidado de ella mientras Kirishima-san está trabajando.- Explicó lo más claramente que pudo.

-¡Oh! Lamento el malentendido Yokozawa-san, aun así, por favor, pase. - Pidió guiandolo a al living donde la cabecita castaña de la preadolescente se asomaba entre decenas de cajas ya vacías, libros en el suelo y montañas plásticos y cartones de embalaje. -Perdón por este desastre.- Volvió a disculparse haciendo una leve reverencia.

-Descuide, es entendible.- Comentó el hombre caminando con pasos algo incómodos por la residencia ajena. -Hiyo. - LLamó a la niña que se giró ante su voz. -Son las cuatro de la tarde, no has venido a almorzar.

-¡¿Tan tarde es?! - Preguntó sorprendida la niña levantándose del suelo con un libro en sus manos. -No me di cuenta, Onii-chan, estaba ayudando a Shinka Onee-san y no me di cuenta de la hora.

-Mis disculpas, Yokozawa-san, nos entretuvimos demasiado charlado mientras ordenamos, ni siquiera hemos parado para almorzar.- Comentó la mujer con gesto algu culpable. - De todos modos no tengo nada que comer aquí, tengo que ir a hacer la compra. Hiyo-chan, deberías volver a casa para almorzar.

-Oh pero Shinka Onee-san si usted no ha comido nada tampoco, Onii-chan ¿Puede ella venir a comer con nosotros?

-Hiyo-chan, no te preocupes por mi.- Pidió la mujer avergonzada, haciendo una leve reverencia ante el serio hombre. -No se preocupe por favor, estoy bien.

Yokozawa miró a ambas mujeres, notando el gesto suplicante en la carita de Hiyo y suspiró. -Shinka-san, usted también necesita comer, traeré el almuerzo y si así lo desea yo también podría ayudarla un poco con todo esto, parece mucho para que usted tenga que hacerlo sola.

-Muchas gracias, Yokozawa-san.

-¡Gracias Onii-chan!- Gritó alegremente la preadolescente, dándole un corto abrazo al hombre que luego se despidió para ir a buscar el almuerzo.

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Eran las siete y media de la tarde, le dolía la cabeza al punto de sentir que iba a explotar, ninguno de sus viejos trucos habían servido para hacer que Ijuuin-sensei se dignara a dibujar ni una mísera página del manga, el hombre estaba profundamente frustrado y deprimido y había terminado por rendirse con él por ese día, pidiéndole que descansara pero haciéndole prometer que el lunes lo quería a primera hora en la editorial, esperando que al estar en ese ambiente de trabajo en mangaka encontrará la suficiente motivación como para continuar con su trabajo.

Entró a su casa con andar abatido y gritó con la voz enronquecida. -¡Ya estoy en casa! - Sin embargo lo único que lo recibió fue un adormilado Maow que venía de Sorata quien dormitaba sobre el sofá del living donde todas las luces estaban apagadas.

Kirishima miró confundido la hora, no era tan tarde como para que su hija y su novio se hubieran ido a la cama, miró la cocina y estaba vacía, fue a su cuarto y también lo estaba, se encaminó entonces al de su hija y nada, ni una mosca.

-¿Se fueron sin mi?- Se preguntó rascando su cabeza con una mano parado en medio de su vacío departamento. Sus amores no podían ser tan crueles de haberse ido a cenar fuera sin él ¿Cierto? Palpó su bolsillo y marcó el número de su amante, llevando al aparato a su oreja con el ceño fruncido, dos tonos después en cuanto fue atendido habló sin dejar que quien lo atendía siquiera lo saludara. -¿Dónde están? ¡LLegué a casa y solo esta Sorata! ¿Me abandonaron solito a mi suerte? ¿Pueden ser tan crueles? ¡Y yo que esperaba encontrar mi osito con delantal haciendome la cena!

-¡Kirishima-san, deja de decir idioteces!- Se escuchó la exasperada vos del agente de ventas desde el otro lado de la línea.

-¡Oh, pero es que llegué y no hay nadie!- Se quejó frunciendo el ceño.

-Estamos en el departamento de enfrente, tienes una nueva vecina y Hiyo y yo estuvimos ayudandola a instalarse, estábamos por regresar pensamos que volverías más tarde.

-¿En frente? ¡Ahí voy! Si es una nueva vecina será educado presentarme.- Tras sus palabras cortó la comunicación, dejó su maletín y se encaminó al departamento que estaba en diagonal frente al suyo y tocó dos veces a la puerta antes de que esta se abriera. -¡Buenas noches! Soy Kirishima Zen, me dijo mi amigo que él y mi hija están aquí ¿Puede ser? - Preguntó amable y alegre aunque las ojeras y el gesto casado en su rostro era casi aterrador.

-Oh, buenas noches, soy Shinka Reika, su nueva vecina, si están aquí, pasé por favor. - La mujer le hizo lugar y al entrar en el living todo estaba despejado, con la ayuda de Yokozawa habían logrado dejar el comedor, el living y la cocina perfectamente presentables, todo en su respectivo lugar y ya habían sacado a la basura todas las cajas vacías y los desperdicios de embalaje, ahora solo quedaban el cuarto de la joven que estaba con cajas hasta el techo, pero ella quería encargarse sola de su habitación.

-¡Papá! - Hiyo corrió a él para darle un suave abrazo. -Bienvenido, perdón, creímos que ibas a llegar más tarde y nos entretuvimos. ¿Cómo te fue en el trabajo? Te ves cansado.

-Bien, Hiyo, me fue bien, mañana podré descansar.- Comentó el hombre con una sonrisa tranquila para su hija, no quería preocuparla diciéndole que su día había sido una probada del infierno.

Yokozawa se acercó con pasos calmados, mirando a su amante con una ceja arqueada, se veía como si una bestia lo hubiera masticado y luego escupido. -Te ves terrible...- Murmuró con cierta preocupación. -Ahora iremos a casa y Hiyo y yo haremos la cena mientras te duchas.

-Aww, eres tan buena esposa, Takafumi. - Bromeó el editor olvidado que no estaban solos o mejor dicho sin importarle la mujer presente.

-¡Kirishima-san!

Shika no pudo evitar reírse, tenía vecinos interesantes al menos parecía las cosas en su nuevo hogar habían empezado con el pie derecho. -Bueno, Hiyo-chan, Yokozawa-san muchas gracias por su ayuda, sin ustedes no habría logrado terminar de acomodar las cosas tan rápido, me alegra saber que la gente de Tokyo es tan amable y que tengo tan buenos vecinos.

-¿No eres de aquí, Shinka-san?- Consultó Kirishima sorprendido.

-No, vengo de Sapporo, acabo de mudarme a la ciudad.- Explicó con tranquilidad la mujer. -Me surgió una buena oferta de trabajo y quise tomar el riesgo.

-¡Ah! ¡Es cierto! ¡Shinka Onee-san no has ido a comprar comida!- Dijo de pronto Hiyo al recaer en ese detalle. -Papá, Onii-chan ¿Puede cenar con nosotros? ¡Ella no debe quedarse si comer!

-¡Oh! ¡Hiyo-chan! Eres muy amable, pequeña pero no puedo importunar así, tu padre recien llega de trabajar y yo...

-No se preocupe, Shinka-san, mi hija tiene razón, no puede quedarse sin cenar, permita que le de la bienvenida a mi casa, usted a cuidado bien de Hiyo y e mi gruñon amigo todo el día.- Interrumpió Kirishima con una sonrisa amable.

-Muchas gracias.- Dijo totalmente conmovida con la calidez con que estaba siendo recibida y dió una profunda reverencia.

Antes de darse cuenta estaba en la residencia de los Kirishima, sentada a la mesa con el editor mientras el agente de ventas y la preadolescente preparaban la cena en la cocina tras ellos. -Y dígame ¿Su esposo? ¿Acaso no se mudó con usted?- Preguntó con cierta curiosidad el castaño.

-¿Esposo? ¿Perdone?- COnsultó confundida la pelirroja.

El castaño señaló entonces la mano izquierda de la mujer con una ceja arqueada. -Asumi que era casada, por la sortija...

Entonces los ojos verdes de la chica repararon en su mano y comenzó a reírse relajadamentemente mientras se quitaba el anillo con tranquilidad. -¡No soy casada! El anillo es solo para evitar a algunos hombres indiscretos.- Comentó mostrándole el objeto. -Vea es solo un anillo simple, olvide que lo tenía puesto, me lo coloqué esta mañana para lidiar con la gente de la mudanza, he tenido algunas malas experiencias antes y esta fue la sugerencia de una amiga, la verdad funcionó, nadie me dijo nada.

Kirishima entonces soltó una carcajada alegre. -Inteligente concejo el de su amiga.

-¡Kirishima ven y ayuda a poner la mesa!- Se quejó Yokozawa quien veía y escuchaba la charla desde la cocina profundamente incómodo, no le agradaba ver a su novio hablando tan tranquilamente con aquella mujer, él también había asumido que era casada al ver el anillo pero no había sido tan descarado como el castaño como para atreverse a preguntar donde estaba su esposo.

Pronto estaban disfrutando de la cena, Hiyo explicaba con alegría que su nueva vecina le había prestado cinco tomos de un nuevo manga que ella no conocía y narró con energía todos los traspieses de la mudanza, como que su Onii-chan había ayudado a instalar el televisor y armar algunos muebles complicados con algunos accidentes menores de por medio.

-Ya veo, así que pasaron una gran tarde ocupada.- Alegó sonriente Zen, quien a pesar de sentirse agotado siempre tenía tiempo y energía para escuchar a su hija. -Por cierto, Shinka-san, dijo que vino aquí por una propuesta de trabajo ¿Cómo hizo para postular desde Sapporo? Recien esta terminado sus estudios ¿Cierto?

Ahora fue el turno de la mujer en estallar a carcajadas. -¿Tengo cara de universitaria?

-Si, la verdad si.- Como siempre contestó sin pelos en la lengua el editor.

-Pues no lo soy, Kirishima-san.- Contestó divertida la mujer. -Tengo treinta años, hace mucho que dejé la facultad, soy licenciada en literatura y profesora de Inglés.- Explicó con una sonrisa tranquila. -Tenía un buen trabajo en Sapporo pero sentía que necesitaba un cambio así que decidí mandar algunas solicitudes por internet junto a cartas de recomendación de la empresa para la que trabajaba y cuando tuve una respuesta favorable vine a hacer un par de entrevistas, conseguí el puesto y aquí estoy, el lunes comienzo.

-Debe ser complicado.- Comentó escuetamente Yokozawa mirando con cierto recelo la forma atenta en que Kirishima hablaba con la nueva vecina.

-Bueno, trasladarse siempre es difícil y cambiarse de ciudad aún más, pero estoy ansiosa, me gusta la aventura y esta parece que será una interesante.

-¡Ese es el espíritu! Seguro le irá muy bien en su nuevo trabajo, Shinka-san.

-¿Usted cree? Muchas gracias, Kirishima-san, solo espero que mi nuevo jefe no sea un dolor en el trasero como el anterior.- Bromeó la mujer provocando la risa de su anfitrión.

-Seguro le tocará un buen jefe Shinka Onee-san.- La alentó Hiyo con una gran sonrisa.

-Eso espero, muchisimas gracias por su hospitalidad, no me esperaba esto, en serio soy muy afortunada.- Comentó la mujer sonriendoles a los presentes una vez terminó la cena. -Si me permiten me gustaría ayudar a lavar los platos, han sido demasiado atentos conmigo el día de hoy y prometo compensarlo.

-¡No tienes que compensar nada Shinka-san! Debe estar agotada después de la mudanza.- Alegó Kirishima. -Y fue un gusto tenerla cenando con nosotros.

-Oh, bueno, en ese caso yo creo que mejor me retiro para dejarlos descansar... ¡Ah! ¡Antes de que lo olvide! ¿Saben donde hay un marcado aquí cerca? Mañana tendré que ir a comprar comida y varias cosas indispensables.

-¡Ahora le hago un mapa, Shinka Onee-san!- Hiyo se levantó para buscar lápiz y papel para luego hacerle un plano a su vecina que lo tomó agradecida y tras despedirse de esa extraña familia se regresó a su nuevo hogar.

Hiyo se encargó de limpiar todo y luego fue a su cuarto a descansar, por su parte Kirishima fue a darse un baño y Yokozawa esperaba a su pareja en la cama intentado leer con su ceño fruncido.

¿Qué había sido todo eso? Estaba molesto, Kirishima había sido tan amable y alegre como siempre con su nueva vecina pero sentía un revoltijo desagradable en su estómago, sabía lo que era solo que no quería admitirlo.

Esas risitas durante la cena le habían dado ganas de vomitar, cuando la mujer resultó no estar casada todo él se había puesto en alerta, estaba siendo exagerado, sabía que por sobre eso de hecho estaba siendo ridículo pero es que odiaba ver a mujeres tan ridículamente prendadas del carisma del editor.

¿Cómo podía ser que él se hubiera vuelto tan asquerosamente posesivo? Los celos se lo estaban comiendo vivos y estaba haciendo un enorme esfuerzo por no escupir bilis al castaño cuando entrara en el cuarto. No tenía nada que reclamar ¿Qué iba a decirle? "¡No seas tan amable con esa mujer! ¡No me agrada!" Sonaba estúpido hasta en su cabeza, solo habían ayudado a una nueva vecina, nada más.

Kirishima entró en la habitación vistiendo solo un pantalón de pijama de tela fina y sonrió al ver a su pareja murmurando algo entre dientes como si estuviera gruñendo mientras apretaba un libro abierto entre sus manos, aunque claramente no estaba leyendo.

Eso le hizo sonreír, había notado las miradas y la molestia del oso gruñón de Marukawa durante la cena, quizás se había excedido un poco, había tenido la intención de poner un poco celoso a su pareja solo por molestarlo, no había coqueteado con la nueva vecina pero si había sido casi galante y claramente Yokozawa estaba peleando consigo mismo para no hacerle una escena. Era jodidamente enternecedor.

Con pasos calmos y sigilosos se subió en la cama mientras le quitaba el libro de la manos al menor. -Deja eso, ahora estas conmigo.- Alegó acercándose a besar sus labios por un apasionado instante. -No estes pensando en locuras, Shinka-san no me interesa.

¡Odiaba que Zen fuera capaz de leerlo con tanta facilidad! Su rostro se había sonrojado levemente ante sus palabras y gruñó con fastidio. -Te das demasiada importancia ¿Quién dijo que yo estuviera celoso?

-No engañas a nadie, Takafumi.- Alegó mordiendo despacio su labio inferior. -Cuando te portas tan tierno y orgulloso me dan tantas ganas de...

-¡Cállate!- Lo silenció apartando al castaño de él antes de que fuera a hacerle nada. -Necesitas dormir, pedazo de idiota, vas a caer inconsciente en cualquier momento ¡Así que déjate de estupideces y dormite!

-Nunca estoy lo suficientemente cansado como para no querer hacer cosas contigo, Takafumi.- Alegó metiéndose bajo las mantas para abrazar las caderas del menor, atrayéndolo a su cuerpo.

-¡Ni se te ocurra! Hiyori está despierta y vos estas hecho un esperpento, así que no me jodas y dormite.- Alegó dándole la espalda, sonrojándose al sentir el tibio pecho desnudo del editor pegar a su espalda y sus cálidos labios paseandose por su cuello.

-Al menos dame un besito de buenas noches.

-¡Que te jodan!- Protestó sintiendo entonces una gran mano tomándolo de la barbilla para obligarlo a girar el rostro y poco después le siguió la sensación de la boca de Kirishima sobre la propia.

-Buenas noches, Takafumi, y no te hagas ideas locas, en serio ¿Cómo podría gustarme ella que ni la conozco en lugar de mi osito gruñon?

-Buenas noches Zen, duermete de una vez que se estan muriendo las pocas neuronas que te quedan. - Protestó girándose de nuevo pero arrimando un poco su cuerpo al del mayor, sintiéndose un poco más relajado con aquellas absurdas palabras.

¿Qué tan bajo había caído como para rendirse tan fácilmente frente a Zen? Los pensamientos de esa mañana volvieron a su mente ¿Podría realmente alejarse de los Kirishima si una mujer digna se presentaba para cubrir el puesto que él tenía? Sacándolo de sus pensamientos sintió los fuertes brazos afirmandolo un poco más fuerte y cerró sus ojos, sintiendo la respiración suave del mayor contra su cuello, parecía que el editor finalmente había caído rendido a su agotamiento.

-.-.-.-.- Continuará. -

Notas finales:

Buenoooo ¿Qué les pareció el capítulo? Creo que es algo lento y enredado pero ya iré puliendo la idea al principio siempre es complicado poner claras las cosas, espero que esto haya llamado lo suficiente su atención como para darle una oportunidad a la historia.

¡Estaré esperando sus comentarios y sus votos! Sus ideas y aportaciones pueden ayudarme bastante, dentro de poco será en cumpleaños de Kirishima, quería tener esta historia lista en parte por eso, sé que no tiene que ver con una temática de cumpleaños, pero esta sería mi aporte al fandom de la trifecta para su cumple.

Creo que lo único que me queda por añadir es que Shinka Reika es un personaje de mi invención, que espero que llegue a agradarles. Aunque el fic pueda parecer algo dramático tranquilas que como todo lo que escribo tendrá mucho romance y comedia también :D Por otra parte la imagen de este capítulo es un dibujo que me hicieron hace años, ella es Shinka, imagínenla con ojos verdes y cabello cobrizo anaranjado. El dibujo me lo hizo un amigo hace años, por favor respentenlo y no lo descarguen. 

Las veré en el próximo capítulo.

Sioa Shun Uchiha-san.


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