Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

OHANA Parallel por Kitty Pasta

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

OHANA Parallel puede leerse de forma separada, pero algunos eventos tienen estrecha relación con OHANA. En esos casos, haré una pequeña aclaración de contexto para que se entienda.

Notas del capitulo:

Contexto del capítulo en relación a OHANA: Seis meses antes de adoptar a Peter, Tony tuvo un accidente al explotar su auto y fue internado en el hospital donde trabaja su mejor amigo Stephen Strange. Ya recuperado, se reencuentran en la fiesta en su honor. En dicha fiesta, Stephen también conocerá a un frío hombre que lo flechará por completo...

Cuando supo que Pepper Potts estaba organizando una fiesta para celebrar la recuperación de Tony, Stephen envió su confirmación de inmediato. Había pasado momentos muy angustiantes por su amigo, a quien había visitado diario en el hospital en donde casualmente él se desempeñaba como jefe de neurocirujanos. Tener la confirmación de que ya estaba fuera de peligro y que volvería a su casa era algo que lo alegraba infinito. No se perdería esa fiesta por nada del mundo, de modo que ese día se retiró antes del trabajo y volvió a su departamento para prepararse con tiempo. Una fiesta en casa de Tony Stark era un acontecimiento, y él quería estar a la altura.


(...)


En cuanto llegó a la Torre Stark, las miradas empezaron a converger sobre él: miradas femeninas apasionadas, pues se había preocupado por lucir tan elegante como pudiera. Esa noche lo movía solo el interés por su amigo y no buscaba ninguna conquista, pero tampoco podía presentarse como un zarrapastroso. En el espejo del ascensor se echó un vistazo disimulado y se arregló el pañuelo torcido, sonriendo a continuación.


-Caramba... ¿Pepper? ¡Qué guapa estás!- elogió al llegar al piso de Tony y ver como la pelirroja oficiaba de anfitriona para los recién llegados. Pepper Potts, la mejor amiga del dueño de casa, había dejado a su hija con una niñera para poder organizar aquella noche en homenaje a él; lucía en verdad espléndida con un vestido de seda azul, y lo saludó con mucha efusividad y confianza.


-Stephen, que bueno que viniste... no tienes ni idea de lo importante que es tu presencia.


-¿Y Tony? ¿Dónde está?


-Allá en la sala, conversando con Rhodey y un amigo suyo... ¡por favor, pasa y ve a saludarlo de inmediato! Preguntó por ti. Está muy contento de estar en su casa otra vez, seguro que quiere darte un abrazo y agradecerte por tu ayuda.


-Supongo que se refiere a mis visitas. Su cirujano fue otro.- Pepper sonrió con indulgencia.


-Tus visitas fueron tan importantes como la propia cirugía.


Eso era cierto. A falta de familia propia, los amigos eran lo mejor para sobrellevar los momentos difíciles, y a Tony Stark le sobraban amigos. No los interesados y oportunistas, sino amigos verdaderos como él, Pepper, James y... de pronto lo vio e interrumpió su tren de pensamiento.


-¡Stephen, hombre, viniste!- gritó Tony para hacerse oír por sobre la música y las conversaciones, haciéndole señas para que se acercara. Stephen lo hizo y lo abrazó con confianza, le palmeó la espalda y volvió a abrazarlo. La emoción de verlo allí otra vez, sano, era tan grande que no alcanzaban las palabras, por lo que tardó al menos dos minutos en ver al coronel Rhodes y al otro sujeto mirándolos con fijeza.


-Te lo dije, los mejores amigos- afirmó riendo James.


-Esperen, yo los presentaré- intervino Tony al recordar que era su casa.- A James ya lo conoces, claro. Y este buen señor es Everett Ross, que trabaja en el Departamento de Estado... ¿puedes creerlo? ¡Todo un personaje!- rió.- Agente Ross, éste es mi amigo, el doctor Stephen Strange, toda una autoridad en neurocirugía.


-Doctor Strange, es un placer.


-El placer es mío, agente- contestó despacio, sintiendo un increíble cosquilleo en la mano que sostenía a la de su interlocutor. No sabía por qué pero ese contacto se le hizo de lo más cálido, y observó al hombre con un interés que hasta entonces solo le había reservado a las mujeres bellas.


Everett Ross no se parecía en nada a los demás amigos de Tony: lucía un traje gris bastante serio, cabello gris y corto peinado de modo formal, ojos gris azulados que no reían de forma alocada como la de otros; en conjunto, producía la impresión de ser alguien formal y rígido, el típico agente del gobierno que destacaba por su frialdad. Era más bajo que él, de modo que mientras estuvieron parados debió mirar hacia abajo y eso, por algún motivo, se le hizo muy tierno. Para ese entonces ya habían pasado un par de minutos, y el agente Ross vaciló con incomodidad.


-¿Sucede algo, doctor? Se ha quedado mudo.


-Lo siento, no pretendía incomodarlo- se disculpó Stephen al recordar donde estaban y con quienes.- Es que... tuve la sensación de haberlo visto en otra parte antes.


-Bueno, no es imposible. Aunque yo diría que es la primera vez que nos vemos.


-Tal vez me confundí con otra persona. De nuevo, mil disculpas.


-¡Doc, deja de incomodar a mis invitados y toma un trago!- intervino Tony de buen humor, acercándole un whisky con hielo.- Brindemos. Hace mucho que no se me permite tomar alcohol, pero este es un buen momento para recomenzar. ¡Salud por mí!


Stephen rió y participó del brindis, pero no pudo mantener la vista apartada del agente Ross. ¿Por qué lo fascinaba tanto? Lo que le había dicho no era una mentira, en verdad le recordaba a alguien, pero ese no era motivo suficiente. Por su parte Ross, poco afecto a fiestas enormes como esa, no se sentía muy cómodo que digamos con esa atención indeseada del doctor Strange. No le estaba haciendo nada, pero era obvio que no dejaba de mirarlo. ¿Por qué lo hacía? Cuando James se marchó a buscar algo de comer y Tony se levantó a saludar a unos amigos recién llegados, se quedó a solas con él y su nerviosidad aumentó. Realmente se sentía fuera de su elemento.


-¿No le agrada la fiesta, agente Ross?


-No, yo no diría eso- se atajó Ross con cierto sobresalto- es solo que... no es lo mío. Me pone contento ver al señor Stark recuperado, pero tal vez deba despedirme y regresar a casa.


-Por favor, no se vaya- pidió Stephen de golpe, mirándolo tan fijo que Ross no supo si sonrojarse o enfadarse por tanto atrevimiento. No estaba acostumbrado a ser objeto de esa atención, además el doctor Strange era tan... tan llamativo, por decirlo de alguna manera. Las damas no cesaban de echarle miradas furtivas llenas de admiración, incluso deseo, así que, ¿cómo no sentirse raro cuando ese playboy no dejaba de penetrarlo con la mirada? Carraspeó e intentó recuperar su aplomo, tarea bastante complicada.


-¿Tiene algún motivo para pedirme eso, doctor Strange?


-¿Eh? Bueno...


-Le agradecería que no sea tan impulsivo- declaró bebiendo un trago para disimular sus nervios y parándose luego con aplomo.- Más allá de mis deseos, mi agenda es muy estricta. Debo madrugar mañana por lo que no puedo quedarme mucho tiempo, ¿sabe?


-Una vez más le pido perdón- claudicó Stephen, abochornado de sí mismo. No se reconocía en ese hombre vacilante y taciturno, prendado por completo de otro hombre que parecía incómodo con su cercanía. Jamás le había pasado algo similar y no sabía qué hacer, y lo peor es que debía tomar una decisión rápida. En ese momento vio de reojo a unas chicas que lo saludaban coquetamente, y entonces lo supo.


"Yo soy Stephen Strange. Y definitivamente tengo que portarme como siempre lo haría, por más que él sea un hombre".


-Agente Ross, sé que tal vez le parezca un chiflado o algo así, pero le juro... le juro que siento que lo conozco de algún lado. ¿De otra vida, quizá? ¿De otra realidad?


Ross se atragantó con el whisky y esta vez se sonrojó sin remedio. Miró a todas partes para ver si alguien les estaba prestando atención, y como no era así preguntó despacio:


-Doctor Strange. ¿Usted está intentando coquetear conmigo?


-¿Estoy dando esa impresión?


-Sí.


-Bueno, pues tiene usted razón.- Stephen se inclinó mucho sobre él y le habló en susurros, disfrutando enormemente de la carita confundida de Everett.- No he podido apartar la vista de sus ojos desde que entré a esta sala. Eso debe querer decir algo, es una señal del destino.


-Es una señal de que está borracho- respondió indignado el mayor haciendo amago de irse; con rapidez Stephen tiró de su mano y lo obligó a sentarse de nuevo, hablándole esta vez de tan cerca que casi parecían besarse. Ross se agitó y miró con pánico a su alrededor, pero aún seguían sin ser observados. Tragando saliva, encaró a Strange con una mirada cargada de indignación.


-No estoy ebrio ni mucho menos. Estoy siendo muy sincero al decirle que me vuelven loco sus ojos, su rostro, y todo usted... ¿me permitiría demostrárselo?


-¡No se atreva!- amenazó temblando.- ¡Estamos en una casa llena de gente, no se atreva a intentar...!


-Oh, ¿el problema es la gente? Entonces vamos a otro sitio un poco más privado- invitó con el corazón en la boca, sintiendo como la tensión sexual entre ellos crecía a un nivel insostenible. Ross, hipnotizado por la sensualidad de Stephen, por su mirada lasciva y sus manos que con mucha discreción le tocaban la cintura, tragó saliva de nuevo y asintió con debilidad, sin poder creer lo que estaba haciendo. Él no era así; no era una chica quinceañera que se dejaba impresionar con unas pocas frases de conquista, no era un promiscuo ni tampoco iba a fiestas con la esperanza de conocer a alguien. Sin embargo, allí estaba junto a un hombre que parecía querer devorarlo y deseando que lo hiciera. No sabía si morirse de la vergüenza o aceptar sanamente que el amigo de Tony lo había flechado.


-¿Qué es... qué es lo que tiene en mente?- preguntó con un hilo de voz.


Stephen iba a contestarle cuando una chica rubia y alta pasó por allí y lo saludó con la mayor de las confianzas, rompiendo el hechizo que lo unía a Ross. Pudo ver el momento exacto en que los ojos grises del agente volvían a la normalidad y se llenaban de ira, como si no pudiera creer lo que había estado a punto de hacer con él. Maldijo por dentro. ¿Por qué tenía que aparecer esa mujer en el momento justo en que seducía a su precioso Evie?


-Doctor Strange, fue un gusto conocerlo- espetó con ironía.- Señorita. Que la pasen bien.


-¡No, no, espera...! Oye, ¿puedo saber de dónde te conozco?- preguntó con mal tono a la rubia, que lo miró ofendida por su falta de tacto.


-¡La otra noche en el bar me dijiste que te encontraría aquí y la pasaríamos bien!


Stephen no solía ser maleducado y menos con una mujer, pero en aquella ocasión no se sintió con ganas de fingir modales y se deshizo de ella rápido para ir a buscar a Ross. El corazón parecía que se le iba a salir del pecho. ¿Dónde, dónde estaba? Necesitaba encontrarlo y decirle que lo suyo no era un chiste, ni una fanfarronada, que apenas lo viera había caído ante su encanto y deseaba sus labios con urgencia. Ni siquiera le importaba que fuera un hombre. Maldiciendo una vez más buscó a Pepper entre la multitud y ni bien la localizó corrió hacia ella.


-Pepper, dime, ¿has visto a Ross?


-¿Cuál de los dos?


-Un caballero como de esta estatura, cabello gris, traje serio. Creo que vino con James a la fiesta.


-¡Ah, ese Ross! Everett. Sí, se fue hace unos minutos. Saludó a Tony y se marchó, creo que no tenía más tiempo para quedarse y... ¿a dónde vas?- preguntó la pelirroja al verlo salir del piso como una luz.


"Tengo que encontrarlo, tengo que encontrarlo como sea" fue su único pensamiento mientras bajaba a la playa de estacionamiento privada de la Torre Stark. Por cierto que allí había docenas de autos estacionados, pero como la mayoría de sus dueños seguían en la fiesta el movimiento era nulo. Por eso, no tardó más de unos segundos en localizar el único auto que parecía estar a punto de arrancar. Corrió hacia allí y se topó cara a cara con Ross, que se quedó atónito al verlo.


-¿Qué demonios...?


-¡Por favor, para!- gritó acercándose más y abriendo la puerta de su auto sin permiso, logrando que una vez más el mayor se indignara. Pero tenía que hacerlo.


-¡Doctor, se está pasando de la raya y no voy a...!


-Te quiero- lo interrumpió cerrando la puerta y abrazándolo, con toda la naturalidad del mundo. Ross se quedó estático y aprovechó para estrecharlo más, enredando los dedos en su cabello y olfateando su colonia. Era una fragancia deliciosa, lo mismo que él. El calor que emanaba de su cuerpo no hacía sino aumentar a cada segundo, y pronto su inteligencia se quedó corta a la hora de encontrar palabras que describieran sus sentimientos. ¿Era eso amor a primera vista?


-¿Qué... qué tonterías dice? ¿Cómo que me quiere si no nos conocemos?- cuestionó Ross totalmente rojo. Los brazos de Stephen lo rodeaban con firmeza y su pecho era el refugio más bello para apoyar su rostro, cosa que intentó evitar hasta que ya no pudo más. Stephen lo guió hasta él y pronto quedaron pegados el uno al otro, inmersos en una especie de sueño dorado.


-Me gustas mucho, agente Ross. Me fascina tu boca, tu mirada. Te quiero conmigo, te quiero besar y sentir tu...


-¡Cállate!- ordenó con escasa convicción que dejó aún más en evidencia su deseo. Stephen sonrió y le levantó el rostro, lamiéndose los labios.


-¿Por qué no intentas callarme tú si tanto te molesta lo que digo?


-¡Idiota! ¡Eres un idiota!


-Estoy esperando...


-Maldito engreído, me las pagarás por...- Stephen acalló de una vez sus protestas con un delicioso beso profundo, introduciéndole la lengua y disfrutando de cada segundo como nunca antes en la vida. Everett no se resistió, al contrario, se rindió y lo rodeó por el cuello con ambos brazos para reducir aún más el espacio entre ellos. El sabor de su boca y su entrega lo excitó y se las arregló para sentarlo sobre su regazo, disfrutando así el doble al poder acariciarle la cintura y el trasero. Ross tuvo un escalofrío y se separó, jadeando con pena y mirándolo con el orgullo herido.


-Eres un Casanova... digno amigo de Stark... ¿se puede saber qué me hiciste para que me esté comportando así? ¿Eh? ¡Responde!


-Hay una respuesta fácil a eso. Yo te gusto tanto como tú me gustas a mí.


-¡Eso es imposible! ¡Nos acabamos de conocer!


-¿Y qué?


-¿Cómo "y qué"? ¡No somos niños, no existe el amor a primera vista!


-¿Ah, no? Tu mirada caliente y esto de aquí dicen lo contrario- afirmó tocándole la entrepierna y disfrutando de su mirada asesina tanto como de su bulto.


-¡Pervertido!


-¿Quieres que me vaya?- interpeló, dejando de tocarlo y alzando los brazos en señal de rendición.- Tú dime.- Ross entró en un debate furioso consigo mismo y gimió con rabia, reconociendo frustrado que no quería que parara. Serio y rígido por naturaleza, tener que admitir ante ese doctor cachondo que lo deseaba era una humillación difícil de superar. Pero no tenía de otra. Strange lo había deslumbrado, su voz sensual y sus manos expertas y ágiles eran todo lo que quería en ese momento.


-Te vas a comprometer con esto o te mato... ¿me oíste? No pienso arrojar mi dignidad al fango por unos cuantos besos, si me quieres de verdad tendrás que demostrármelo.


-Como tú quieras, cariño. ¿Qué tal si empezamos en mi departamento? Ahí te lo demostraré tanto como quieras.- Ross amagó con darle una bofetada pero Stephen le atrapó la mano y se la besó, con un brillo travieso en los ojos que lo desarmó por completo. Tampoco le permitió bajarse de su regazo, al menos hasta que el ruido de pasos que se acercaban hizo que Everett se bajara de golpe y se arreglara el traje arrugado, incapaz de mirarlo de frente. Le ardía todo el cuerpo.


-Iremos a mi casa. No confío en ir a la tuya.


-Me parece muy bien. Puedo demostrarte mi amor en cualquier parte.


(...)


Ross se cubrió pudorosamente con una sábana, mirando hacia la puerta que comunicaba su dormitorio con el baño. Stephen estaba allí, pero no tardaría en salir y volver a su lado, y todavía no tenía una respuesta clara de lo quería de él. Eso lo atemorizó, hasta que un dolor proveniente de su trasero hizo que su temor se transformara en rabia y cambiara por centésima vez de opinión.


"Voy a echar a ese sinvergüenza de aquí, sí, eso voy a hacer".


Pero no pudo. Stephen salió del baño desnudo y sonriente, y con la misma expresión pícara se acostó a su lado, lo besó en la boca y lo dejó completamente flojo. Al recordar todo lo que habían hecho cerró los ojos para no tener que enfrentarlo, pero el menor aprovechó eso para darle una lamida que le erizó la piel.


-¡Basta ya, Stephen! Déjame...


-No puedo. Tengo ganas de más Ross, de mucho más delicioso Ross...


-Te odio- masculló.


-Te amo, señor agente.


-Degenerado.


-Presumido.


-¿Cómo te atreves?


-¿Cómo te atreves tú a seducirme con esa carita tan bella?


Everett se puso rojo otra vez y le dio la espalda, pero Stephen igualmente lo abrazó y lo besó poco a poco en el cuello; sus gemidos llenaron de nuevo el ambiente, gemidos tan gozosos que negar que lo estaba disfrutando hubiera sido ridículo.


-No se lo vas... a decir a nadie. Tengo que mantener mi reputación- exigió fingiendo dureza, pero por dentro deseando que Stephen no lo soltara nunca.


-Prometido... pero, a cambio, quiero que hagas algo.


-¿Q... qué...?


-Déjame oír tu voz más fuerte- pidió con una gran sonrisa expectante.- Si no sé cuánto te gustan mis caricias, no me dejarás más remedio que tocarte sin parar hasta averiguarlo.

Notas finales:

Un Stephen Strange seductor consumado y un Everett Ross de mal carácter, ¿qué podría salir mal? 


Bienvenidos a este nuevo fanfic que empiezo hoy, oneshots llenos de amor, picardía y referencias. ¿Pudieron pescar alguna? Si hay lectores fanáticos de Sherlock, probablemente sí :D 


Cada capítulo contará la historia de una pareja diferente. Y no, no todas serán slash; aunque pocas, hay parejas hétero que no estoy dispuesta a romper. Habrá capítulos de Quill y Gamora, de DraxTis. Quizá uno Scarlet Widow. Al ser historias autoconclusivas, no tengo apuro por decidir los temas. Por ahora, lo que puedo decir es que todo estará hecho con el corazón.


Pueden encontrarme en FB como Kitty Pasta Historias BL. Que sepan que OHANA Parallel no será semanal como OHANA, pero los capítulos serán un poco más largos. El objetivo es el mismo de OHANA: devolverles aunque sea un poquito de las sonrisas que perdieron tras el final de Endgame. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).