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Gravity Children por AlmaTheBest

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Notas del fanfic:

Un mundo más moderno dentro de Saint Seiya, donde han pasado poco más de 200 años.

- Waaaah... - Bostezó Eneas con ganas. – Ah señor, qué sueño tengo. ¿Tú no, Eiríkur?


- Me gustan los viajes en barco. – Dijo él a través de su lenguaje de signos.


- Mierda... ¿Por qué Roshak habrá elegido un viaje así de aburrido? Ah...


- Supongo que al señor Sadachbia le gustará. He oído que le encantan los viajes en barco.


- Si yo pudiera congelar el agua y caminar me ahorraría tiempo y esfuerzo en estar perdiendo el tiempo en un barco, ¡Odio tener tanto sueño!


- Pero puedes volar, ¿No?


- Meh... Aún no domino del todo el manejo con la armadura. Es un poco complicado.


Hacía poco tiempo que Eneas se había convertido en el caballero de oro de Sagitario, escogido y reconocido por la propia armadura y después por la diosa Atenea reencarnada en esta nueva era. Ella era Sophia, una chica de su edad a la que Eneas no soportaba básicamente. Eiríkur era su mejor amigo, la primera persona que se había acercado a él desde que tenía memoria. El resto de aprendices eran sujetos perezosos sin ambición que pasaban olímpicamente de él y se alejaban, algo que sin duda disgustó a Eneas. Los dos tenían una buena relación, más Eiríkur apenas veía a Eneas como a un buen amigo sino como al amor de su vida. Se enamoró de él a primera vista.


- Todo por culpa del tal Hakudoshi. – Volvía a quejarse, mirando el horizonte apoyado en la madera de la cubierta. El viento les daba de lleno pero hacía un día agradable.


- No sabía que le odiabas tanto.


- No le odio es sólo que pienso que no puedo fiarme.


- Bueno tu cabeza te dice muchas cosas. – Eiríkur continuaba con el lenguaje de signos. Era su único modo de comunicarse pues era mudo de nacimiento. – Siempre has hecho caso a tu instinto así que... ¿Qué te dice?


- Mi instinto me dice que puedo confiar en Hakudoshi pero... no sé.


- Entonces... - Eiríkur sujetó la mano del rubio. – Síguelo, siempre has sido bueno en eso, ¿No?


Eneas acabó sonriendo, asintiendo con la cabeza. El caballero de oro de Piscis tenía razón. Debía hacerle caso a su intuición, que era su guía más fiel. Muchas veces su padre, Aquiles de Leo, también le había mencionado el tema. Parecía que sólo porque ahora se había convertido en el caballero de oro de Sagitario, todo el mundo se volcaba en su intuición. ¿Qué demonios tenía de especial eso? Al principio pensó que se libraría de la carga de ser "el hijo de" si se volvía un caballero pero todo indicaba que no era así. La gente seguía viéndole de la misma manera, lo cual... no le gustaba demasiado. Era un ataque constante a su autoestima.


Roshak, el caballero de oro de Escorpio, era el que había tomado la decisión de ir a Londres en barco, que por cierto, era demasiado lento para el gusto de Eneas. Aún así Eiríkur estaba dispuesto a que su compañero de quince años pudiera disfrutar del trayecto. Para Eneas esta era su segunda misión y para bien o para mal, Hakudoshi, el hijo de Hécate, tenía que ir con ellos. Nadie sabía la razón pese a que Eiríkur tenía sospechas que Sadachbia tenía ciertos conocimientos sobre esa curiosidad acerca del dios.


Ambos jóvenes solamente sabían que había un grupo conocido como Gravity Children que representaba una amenaza, sin embargo, la intuición de Eneas no le decía lo mismo y el único en confiar en ello era Piscis. Eiríkur había estado comprobando que el instinto de Eneas no solía fallar. Entraron de nuevo en el barco, en un salón bastante amplio. Parecía uno de esos lujosos, pues Sagitario no dejaba de mirar de un lado a otro como si no quisiera perderse ningún detalle. Algo como eso hacía reír a Eiríkur.


- Oh con que aquí estabais. – Apareció Roshak. Tenía su espinoso cabello azul atado en una larga y alta coleta. Sadachbia estaba sujeto a su espalda, como un koala. Echaba la mona tan felizmente como el vago sin remedio que era.


- Qué otra cosa podríamos hacer. Nos hemos pasado un buen rato en cubierta. – Decía Eneas por Eiríkur. - ¿Qué hace Sadachbia? – Señaló.


- Dormir, ¿No lo ves?


- ¿Duerme de esa manera?


- Es mi koala personal, ¿Algún problema?


- Venga haya paz. – Intentó decir Eiríkur con su lenguaje de signos.


- Ah, me muero de hambre... Iré a pillar algo de comer.


- Tráenos algo, ya de paso. – Pidió Sagitario.


- Y una leche. Mueve el culo tú mismo.


Eneas resopló, más aún cuando Eiríkur se echó a reír. Para él no había tenido gracia. El caballero de oro de Escorpio le resultaba un tanto desagradable a la hora de tratar con él. Es como si lo menospreciara. Lo curioso es que Acuario dormía en su espalda, tan feliz. Era algo que Eneas no podía comprender. ¿Qué clase de relación tenían esos dos? Al final, ambos jóvenes vieron a sus compañeros desaparecer rápidamente. Roshak había ido en dirección a la cocina del barco dispuesto a arrasar con todo para llenar su estómago, y quizá compartir algo con Sadachbia aunque éste no parecía más que decidido a dormir. Realmente parecía un koala pegado a su eucalipto.


Eneas y Eiríkur compartieron miradas, el primero desconcertado, el segundo con una mueca divertida.


- Son los tíos más raros que he visto nunca...


- Pues no te queda nada todavía. – Rio Eiríkur, siendo observado por su amigo. – Aún tienes que conocer a Wan, ese tío es sin duda el más extraño de todos nosotros.


- ¿Te refieres a Libra? Bff... - Hizo ver como si temblara. – He oído cosas tan malas de él que ni siquiera me apetece imaginarme su cara.


- ¡Ja, ja, ja! Qué cruel eres.


- No soy cruel. – Protestó.


Eneas se sentó en la mesa, sin apenas modales. A Eiríkur no le importó, total, estaban solos. El caballero de oro de Piscis contemplaba los ojos violetas de su interlocutor. Era la primera vez que conocía a una persona con ese color en la mirada, lo cual... hacía que para él, Eneas fuera más especial. Bajó la cabeza al notar cómo el rubor subía a sus mejillas. Se había puesto colorado de la vergüenza al pensar en eso. Menos mal que Eneas no le estaba mirando, el muy ingenuo se dedicaba a observar más la sala. Nunca había estado en un lugar así, de hecho, nunca había visto el mar. Para él todo era nuevo. ¿Estas eran las ventajas de ser caballero de oro? ¿Poder viajar a un sinfín de lugares? La sola idea le encantaba. Muchas fueron las veces en las que pensó en viajar pero siempre careció de los recursos suficientes.


- ¿Eneas? – Eiríkur quiso llamar su atención. Se había dado cuenta de la seria expresión del muchacho. - ¿Estás bien? – Le indicó con sus gestos cuando aquellos ojos del color de la amatista se posaron sobre él.


- Sí, es sólo que... pensaba en mi padre. – Respondía. – Hasta que no me he convertido en caballero... no tenía mucha libertad. No creí que podría sentirme así de feliz con esta independencia, con estar fuera del Santuario, viendo el mar, o este barco tan estupendo. No sé... todo esto me encanta.


- Suerte que antes te quejabas sobre la lentitud del viaje.


- Je, je. Sí. Perdona, soy un poco caprichoso a veces.


Eiríkur no dijo nada pero se acercó a Sagitario. Aprovechando que Eneas seguía sentado en la mesa, el albino apoyó su cabeza en el regazo del otro, sorprendiéndole. Hubo un momento de silencio y Eneas se relajó al percibir la calma de su compañero. Ahora no sentía tanto esa carga de ser el hijo del poderoso Aquiles de Leo, uno de los caballeros de oro más respetados del Santuario. Era más libre siendo otro caballero de oro más, ¿Pero hasta qué punto llegaba esa libertad? Aún dudaba de ello.


- Oye, Eiríkur. – Le llamó. El otro le miró. - ¿Alguna vez... has estado en Londres?


- Alguna que otra. – Indicó con señas. – Algunas bandas de rock actúan allí de gira así que he tenido la oportunidad de ver la ciudad.


- ¿Y cómo es? ¿Es grande? Nunca he visto una ciudad.


- ... ... ... ¿Nunca... has visto una ciudad? – Repitió, bastante incrédulo.


- De verdad de la buena. Siempre he estado en el Santuario.


Eiríkur se lo quedó mirando un par de minutos más, llegando a incomodar un poco a su interlocutor que era un año más pequeño que él. Entonces empezó a reírse, avergonzando al otro. Al caballero de Piscis más que absurdo y tonto le parecía tierno y demasiado adorable. No le molestaba que Eneas nunca hubiera salido del Santuario cuando careció del poder para ello, a él le encantaba enseñarle cosas nuevas. La sola reacción, a veces exagerada, de Eneas era algo digno de ver.


- Lo siento, es que es demasiado divertido. – Se excusó el albino. – Pues... Londres es una ciudad muy grande, mucho más que el Santuario.


- ¿Eeeeh? ¿En serio? – Abrió la boca. Eiríkur le miró con una sonrisilla.


- Sí, vive muchísima gente. Además, los nuevos trenes son espectaculares y algunos edificios son una pasada y hay muchas otras tecnologías que serían un poco difíciles de explicarte ahora mismo.


- Oh, parece que sabes un montón Eiríkur. Ahora tengo curiosidad...


- Ja, ja, ja. Ya lo sé. – Guiñó un ojo. – Te prometo que te enseñaré cuanto pueda. Ahora... disfrutemos del viaje.


Roshak había escogido uno de aquellos barcos de hacía un porrón de años atrás aunque hoy en día esta clase de navíos eran una rareza. A Eiríkur le parecía agradable el estilo simple pero lujoso que tenía. Así que empezó a enseñarle algunas salas a Eneas y así, ambos compartieron más tiempo hasta volver a cubierta. A ambos les había llamado la atención una cosa: no habían visto al hijo de Hécate por ninguna parte. ¿Dónde estaría? Como podía levitar y literalmente volar, ninguno sabía si aquel <<joven>> se habría ido muy lejos.


El viento soplaba, más aún por el movimiento del barco. El aire mecía la ropa de cada uno, ya que no usaban sus armaduras de oro. Ambos observaban el mar y Eneas miraba curioso la espuma e incluso algún que otro pez bajo el agua. Eiríkur le miraba a él con una sonrisa. Sagitario era como un niño explorando un mundo nuevo, ¡Y nunca mejor dicho! El Santuario apenas había hecho cuatro mejoras contadas y modernas, parecía más un mundo de hace uno o dos siglos que no uno tan moderno como en el que vivían realmente. Una de las diferencias más notables del Santuario era que se había expandido un poco más de modo que ahora había muchísimas más personas viviendo en él.


- Me he estado preguntando por qué Hakudoshi accedió a venir con nosotros tras lo de Jamir. – Habló Eneas, que luego miró a Eiríkur, quien tomó asiento a su lado. Era más cómodo que permanecer de pie.


- Imagino que como un dios que es, tendrá sus motivos. – Indicó con sus señas. – Tú mismo has dicho que tu instinto te dice que no tiene mal corazón, ¿No?


- Ya pero me inquieta. No todo es instinto.


- En tu caso sí. – Eneas le miró con protesta. Eiríkur se rio. – Sabes que es cierto.


- Ya... - Fue una respuesta seca. - ¿Sabes Eiríkur? Aún intento comprender por qué la armadura de Sagitario me eligió. ¿Qué opinión tienes tú de eso?


- He oído rumores sobre que las armaduras tienen voluntad propia y no sólo eso, también pueden ser el recipiente de las almas de guerreros caídos.


Eneas bajó la mirada. Desde que tenía uso de razón siempre se había visto atraído por la armadura de Sagitario que yació solitaria en el templo de dicho signo. Nunca entendió por qué. Es como si la propia armadura le estuviera llamando constantemente. Era algo confuso e inquietante. ¿Qué clase de interés podría tener la voluntad de una armadura en un muchacho sin potencial como él? Pensó en lo que Eiríkur le había dicho, acerca del tema sobre "recipientes de almas". Nunca había imaginado que una armadura podría ser... algo como eso.


- ¿Piensas que haya algún guerrero que esté dentro de la armadura? – Preguntó Eneas.


- Es posible, ¿Por qué no? – Se encogió de hombros. - ¿Te asusta?


- Bueno... no mucho. – Sonrió. – Los que pueden llevar estas armaduras de oro son aquellos que hayan servido a Atenea, en tal caso... sé que serían unas buenas personas.


- Así que estaba en lo cierto. El nuevo caballero de oro de Sagitario es en realidad un novato. – Interrumpió una voz.


Ambos se giraron automáticamente. Detrás de ellos se encontraba Hakudoshi, mirándoles de manera impasible y bastante fría. El silencio que se formó fue tenso e incómodo para Eneas pero no para Eiríkur. Piscis por alguna razón se sentía cómodo cerca del hijo de Hécate. Con calma, el dueño del kimono negro se acercó a ellos y se alzó en el aire, flotando en el mismo para tocar con sus pies la barandilla de metal en la que los otros dos estuvieron apoyados.


- Ya se me hacía extraño a mí que no estuvieras por aquí. – Dijo Eneas. - ¿Dónde estabas?


- Haciendo unas cosas. – Evadió la pregunta. – No nos queda mucho para llegar a Londres, tan sólo un par de días como mucho.


- Dos días... - Repitió Eneas, estirándose en la madera de la cubierta pero teniendo a Hakudoshi a la vista. - ¿En serio no sabías que soy un novato?


- Lo sospechaba. La mente humana es compleja.


- ¿A qué te refieres? – Comunicó Eiríkur con su lenguaje de signos.


- Ustedes ya deberían saberlo a estas alturas. – Hakudoshi se sentó encima de la barandilla, sin tener que agarrarse al metal para mantenerse estable. No tenía miedo a caerse y con razón. – Como hijo de Hécate tengo la capacidad de leer la mente y el corazón de los seres humanos, en cualquier momento.


- Ya... así que era eso. – Dijo Eneas. – Se me pasó por la cabeza cuando estuvimos en Jamir. Sabías predecir todo lo que diríamos, actuando en consecuencia.


- Ya, pero eso es increíble. – Eiríkur intentaba romper la tensión.


Ninguno dijo nada, así que de nuevo reinó el ruido del barco y el mar. A Eneas no se le hacía algo agradable que hubiera alguien metido en sus pensamientos capaz de leérselos tal cual. Era como si invadieran toda su privacidad. No imaginaba que no era algo que Hakudoshi pudiera controlar. Era una habilidad latente en él, fuera del alcance de su voluntad. Eiríkur por su lado permanecía relajado. No le importaba si el hijo de Hécate se dedicaba a sacar los trapos sucios de su vida, que pocos serían desde luego.


- Tú sabes por qué vamos a Londres, ¿No es así? – Preguntó Eneas. Eiríkur le miró desconcertado.


- Sí, así es. – Respondía Hakudoshi. – Veo que tu diosa no te lo ha contado.


- No me llevo bien con ella. Es un poco insoportable.


- ¿Eres un caballero bajo su servicio y tu relación con ella es tan nefasta? – El dios había alzado las cejas y se puso a reír. A Eneas no le importó. – Vaya... eres más peculiar de lo que imaginé.


- Espera, espera, espera. – Se reincorporó. - ¿Me estás llamando raro? ¿Es eso?


- Eneas. – Quiso pararle Piscis.


- No, es que si me estás llamando raro ya sí que no.


- Oye tranquilízate. – Hakudoshi sonrió de manera traviesa. – Que yo sepa... no te estoy comparando con Leo.


Eso silenció a Sagitario que mantuvo sus ojos violetas sobre los de color ámbar del otro albino. Aquello era tocar un tema bastante delicado. Eneas siempre había sido comparado con su padre, todo el mundo había tenido grandes expectativas sobre él y luego le llovían las críticas cuando no hacía lo que la gente esperaba. Por eso no había tenido amigos hasta que los doce caballeros de oro se habían reunido al Santuario después de tanto tiempo. Cuando quiso aislarse, siempre huyó a la Montaña del Norte que por alguna razón era un lugar restringido del Santuario desde hacía mucho.


Cuando Eneas volvió a mirar a Hakudoshi, su intuición fue exacta: había tensión en el hijo de Hécate. Quiso preguntar pero se olvidó de ello, recordando que el dios a lo mejor ya le habría leído la mente aunque observó que no le había devuelto la mirada en plan: <<sé lo que piensas>>. Tuvo la impresión de que estaba en otro mundo.


- La razón por la que cuatro caballeros de oro fueron enviados a Londres, o sea, ustedes, es porque en aquella ciudad existe un grupo de súper humanos que suponen una amenaza. – Hakudoshi rompió el silencio. Eneas y Eiríkur intercambiaron miradas, siendo el primero el traductor para el segundo usando el lenguaje de signos.


- ¿Por qué? – Preguntó Eiríkur con señas cuando lo entendió.


- ¿Súper humanos? ¿Más caballeros? – Ladeó la cabeza, casi tocando con el lateral de la misma su hombro izquierdo.


- No son caballeros exactamente. – Respondía el otro. – Son conocidos como los Gravity Children. Un experimento llevado por humanos para crear otros humanos en gravedad cero, adquiriendo habilidades especiales como ustedes.


- ¡Waow! ¿Eso existe? ¡Eiríkur, no me lo habías dicho!


- Ni siquiera me había planteado esa posibilidad. – Se excusó el aludido.


- Se realizó una investigación durante años. Para eso, construyeron un edificio que llega hasta el espacio. – Alzó la mirada hacia el cielo despejado. – Esos humanos nacieron y crecieron en esas duras condiciones y son inmunes a la gravedad de este planeta.


- ¿Y... cómo sabes tú todo eso?


Hakudoshi miró a Eneas y la intuición de éste volvió a estar presente. Algo preocupaba al albino o mejor dicho: parecía tener alguna relación, por pequeña que fuera. Eiríkur pareció pensativo por su parte. Nunca había imaginado que existiría esa clase de gente capaz de hacer algo así para vete a saber qué objetivo en mente. Le parecía algo muy peligroso y más si el Patriarca les había enviado a ellos cuatro. Hakudoshi simplemente se unió porque le dio la gana. Bueno de esa manera contarían con un mayor apoyo.


Sin embargo Eiríkur había notado un detalle: cuando el hijo de Hécate se quedó ensimismado en sus propios pensamientos no había leído los de Eneas y los de él. Quizá es que esa capacidad suya tenía cierta limitación. ¿Incluiría eso las mentiras?


- La cuestión es que deben eliminar a tantos como puedan, así que cuando lleguemos asegúrense de tener cuidado. No vayan a pifiarla.


- Tampoco somos tan malos... - Dijo Eneas por lo bajo.


- Tú eres el más inútil de todos, así que te convendría mantener la boca cerrada.


- ¡¿Aaah?! – Eso definitivamente le había enfadado.


- Está bien, déjalo Eneas. – Le persuadió Piscis.


Parecía que esos dos no iban a terminar de llevarse bien. Eneas, sin embargo, lo dejó estar. No valía la pena tan siquiera molestarse por alguien como el hijo de Hécate. De ese modo y en calma, salvo por las bromas pesadas de Roshak de Escorpio, pudieron llegar a Londres después de dos días tal y como había dicho Hakudoshi. Eneas contempló la ciudad, cargando con la caja de la armadura en su espalda cubierta por una tela para ocultarla mejor y que no llamara así la atención. Eneas contempló la ciudad con los ojos bien abiertos. No podía creerse lo que veía. Edificios altísimos y brillantes, incluso parecían reflejar imágenes en movimiento, ¡Cosas que para él eran realmente extrañas!


Pero lo mejor de todo eran esos tubos que parecían trasladar una especie de cápsula en la que parecía haber personas dentro. Fue alucinante. Pero no había rastro de los trenes de los que Eiríkur le habló y caminando por las calles de Londres, miró a su compañero mientras Roshak lideraba el grupo. Hakudoshi se mantenía ligeramente detrás del caballero de oro de Escorpio.


- ¿Dónde están esos trenes de los que me has hablado antes? – Preguntó Sagitario.


- ¿Qué? ¿Todavía no te has dado cuenta? – Sonrió con diversión y señaló los tubos. – Esos son los trenes. Se llaman Hyperloop, es un sistema de comunicaciones entre las distintas ciudades del mundo, los hay en todas partes incluso en mi país. – Explicaba felizmente. – Lo que ves ahí son cápsulas en las que viajan un total de treinta pasajeros a mil doscientos veinte kilómetros aunque depende también de la distancia.


- ¡¡Waah!! ¡Eso parece mucho!


- Lo es. Si quieres podremos probarlo cuando nos dejen.


- ¡¿En serio?! ¡Me encantaría!


- Claro que sí. – Esbozó una amplia sonrisa. – Mira, eso que se desplaza son coches de última generación. Son autónomos, nadie los conduce. Tienen un sistema de coordenadas por el cual es posible que se desplacen hasta el lugar al que uno quiere ir, también tienen un sistema de comunicación para que intercambien información con otros vehículos, así se evitan accidentes y que las carreteras se colapsen.


- No entiendo mucho lo que eso quiere decir pero qué pasada... - Eneas estaba boquiabierto.


- Son sistemas inteligentes. Simplemente eso.


Eiríkur le siguió enseñando muchísimas cosas, como por ejemplo los edificios. La mayoría tenían hologramas especiales para evitar que los pájaros silvestres se chocaran contra los cristales e hicieran algún desastre, eso con el fin de proteger a las especies que surcaban el cielo. Los accidentes y las muertes de muchas aves se habían evitado gracias a ello y hoy en día era obligatorio hacerlo. Otros edificios contenían los típicos anuncios, pero ninguno de ellos de apuestas. Se habían prohibido los anuncios en los que apostar el dinero en juegos o casinos. Además de eso, Eiríkur le contó a Eneas que las vías especiales que veía en las carreteras, estaban pensadas para los Hyperbus, autocares que podían pasar por encima de los coches circulando por las carreteras y no dificultar el tráfico. Eso había facilitado un montón las cosas pues la gente que usaba este transporte público ya no llegaba tarde y tampoco debía esperar tanto. Había un control total de la energía y no se desperdiciaba nada, de modo que ahora las ciudades gozaban de un ambiente menos contaminado lo cual influyó potencialmente en las personas que ahora estaban más sanas.


A su vez, las personas podían comprar en un supermercado virtual mientras esperaban llegar a su nuevo destino, ¡Y la compra se enviaba automáticamente en sus casas! Este servicio era gratuito por el momento. Otros si no querían comprar, podían hablar con familiares que estuvieran en otra parte del mundo a través de la Telepresencia, un software muy moderno que hacía un holograma de la persona, permitiéndole estar ahí de manera virtual; también se usaba en fiestas como Navidad o cuando era fin de año en caso de que las personas no pudieran reunirse físicamente con sus seres queridos.


Eneas sintió envidia. Esto era el paraíso comparado con el Santuario. ¿Cómo pudo tener una vida tan simple mientras existían esta clase de lugares tan geniales? Nunca imaginó que algo así podría ser... real. Y mientras más seguían avanzando más le gustaba al caballero de oro de Sagitario. La gracia vino cuando les tocó coger uno de esos autobuses gigantes. Al entrar, el espacio interior era enorme e incluso había para televisión y todo. Era genial. El interior tenía las luces apagadas salvo por unas pequeñas de color azul que daban un ambiente relajador. Simplemente resultaba muy cómodo. Quizá por eso la gente prefería el transporte público.


- Mi padre nunca me dijo que existían estas cosas... me encanta.


- Bueno, supongo que el señor Aquiles prefirió una vida más sencilla. Nadie le culparía por ello.


- ¿Cómo es que tú sabes tanto de esto, Eiríkur? Quiero decir... ¿Tu entrenamiento no ocupó la mayor parte de tu vida?


- No realmente. Tuve tiempo para estudiar tecnología y algo de ingeniería. Me gustan esos temas, son muy útiles.


- Oh. Entonces... ¿Te obligaron a ser caballero o algo por el estilo?


- Qué va. Es sólo que me preocupa mucho que aparezca una amenaza en este mundo que ponga en riesgo la vida de mi familia y mis seres queridos. Ellos me han apoyado mucho y me han hecho muy feliz, así que... - Alzó la mirada para mirar a Eneas. – Quiero proteger este mundo porque es el mundo en el que ellos viven.


Eso era muy bonito. Eneas lo comprendió enseguida y le pareció algo lógico. En parte Eneas también hubiera querido lo mismo... una familia donde ser feliz y poder elegir por su cuenta, pero no fue así. Su padre lo decidió por él. Sagitario no sabía cuál iba a ser su futuro pero sin duda quería que en ese futuro estuviera Eiríkur y sus nuevos amigos a su lado. Estaba cansado de la soledad y no poder pasarlo bien por no tener amigos.


- Eneas tío, pareces un crío. – Habló Roshak repentinamente, sentado delante de él. - ¿Nunca has ido por ahí, de viaje aunque sea?


- ¿Tengo cara de haberlo hecho?


- Lo que Roshak quiere decir es que parece como si todo fuera nuevo para ti. – Por fin Sadachbia optaba por hablar. El Hyperbus era tan ligero que no había ruido mientras iba por las vías de la carretera.


- Nunca he salido del Santuario, mi padre me habría matado.


- ¡BUAHAHAHA! – Rio el hombre del cabello azul. – Ay... eres patético. ¿Eiríkur te hace de niñera, niño pequeñitoooo?


- ¡Ya cállate, Roshak! – Protestó Eneas. Eiríkur dio una patada detrás para molestar al caballero de oro de Escorpio.


- ¡Ey, ey! ¡Dos contra uno es injusto!


- Tanta energía me abruma... quiero echarme una siesta... - Bostezaba Sadachbia.


<<.Estoy rodeado de idiotas...>>, Hakudoshi rodó la vista, apoyando su cabeza en el dorso de su mano derecha.


- Sadachbia, tú ya has dormido antes en el barco, ¿Cómo puedes seguir con sueño todavía? – Eneas no podía creérselo.


- ¿Qué pasa, no lo sabías Eneas? – Roshak le miró con esos ojos rojos que poseía. Era como ver un par de rubíes. – Sada ganó el concurso de A Ver Quién Duerme Más.


- ¿Eh? ¿Existe un concurso así? – Se sorprendió.


- ¡JA, JA, JA, JA! – Rio entonces Escorpio. – Madre mía, ¡Pero qué inocente eres!


- Ya deja de gastarle bromas, Roshak. – Le reprendió Eiríkur con señas.


- Ah... no sabía que era una broma. Vaya... - Sagitario llevó su mano a su nuca, sonriendo un tanto avergonzado. – Me la he tragado de pleno.


- ¡Y tanto que te la has tragado! ¡JA, JA, JA! – Roshak no controlaba la risa. No le prestaba atención a la gente de su alrededor que intentaba mandarle a callar. Hacía oídos sordos. - ¡Ey, ey! – Se quejó cuando Eiríkur daba patadas detrás de su asiento.


- Deja de molestar a Eneas. – Indicó con cara asesina.


Roshak protestó con cuatro insultos y dejó de incordiar. Sadachbia se quedó dormido a la velocidad de la luz. Eneas y Eiríkur tuvieron tiempo para hablar de cualquier cosa, mayormente de tecnología. Pese a que Eneas entendía pocas cosas le gustaba prestarle atención a su compañero y Eiríkur estaba feliz de poder compartir una de sus grandes pasiones con aquel que le había robado el corazón. Hakudoshi por su parte actuaba como si la cosa no fuera con él. Tenía otras cosas en mente y por esa razón no leía los pensamientos de nadie, estaba demasiado metido en sus propios asuntos.


Cuando bajaron del Hyperbus, vieron a distancia una enorme torre que terminaba desapareciendo más allá de las nubes donde la vista no alcanzaba. Eneas se quedó boquiabierto pero por alguna razón, la armadura de oro de Sagitario pareció reaccionar, vistiéndole por propia voluntad.


- ¿Qué estás haciendo, idiota? – Protestaba Roshak. – Quítatela anda.


- Eh que no he sido yo. – Respondió el muchacho de inmediato. – Ha sido... la propia armadura. – Dijo mirándose a sí mismo. – No entiendo por qué.


- Las armaduras también son seres vivos. – Intervino Hakudoshi. – Perciben el peligro. Estará intentando decirte que debes ir protegido incluso antes de que nos acerquemos allí.


- Pues vamos bien, ya estamos llamando la atención. Fíjate. – Señalaba Roshak.


- Lo siento, pero aunque quiera la armadura no me hará caso. – Eneas alzó las manos, encogiéndose de hombros bastante resignado.


- No tiene caso perder el tiempo con quejas. Vayamos de una vez.


- ¿No sabes qué clase de lugar es? Parece... impresionante. – Decía Eneas.


- Es la Torre Tropaheum. Tiene muchos años de historia detrás. La fueron modificando a medida que avanzaba el tiempo y el mundo se hacía más moderno. – Contó Hakudoshi. – Andando.


El dios se puso a levitar para ir hacia el destino final. Roshak, con Sadachbia sujeto a su espalda fue tras el hijo de Hécate. Eiríkur puso su mano sobre el hombro de Eneas y le mostró una sonrisa, haciendo que Sagitario asintiera. Fueron tras los otros tres y a medida que se acercaban, más grande se hacía la torre. Eneas no dejaba de mirar hacia arriba cada vez más boquiabierto. Es como si esa torre no conociera un final. Desde luego la persona que hubiera ayudado en su construcción era un genio.


Cuando estuvieron delante de la torre, no había ningún mecanismo de apertura. Eneas no tenía ni idea de cómo entrar y miró a sus compañeros. No parecía haber manera de forzar una entrada, algo confirmado por Hakudoshi quien alegó que el metal estaba demasiado refinado para que incluso él con su inmenso poder, pudiera hacer algo. Eso inquietó a Eneas. Roshak ofreció intentar calentar y enfriar las paredes del metal para intentar romperlas pero fue inútil. El hijo de Hécate aseguró que el metal no cedería, era demasiado resistente a la corrosión. No hicieron más que estar ahí de pie, intentando pensar ideas.


Hakudoshi se giró repentinamente, haciendo que los otros tres lo hicieran. Sadachbia seguía sujeto a la espalda de Roshak para no variar. ¿Él caminar? Ni de coña.


- Veo que no soy la única en querer entrar en la Torre del Tropaheum. – Habló la muchacha. Era de cabello castaño corto y fino. Usaba una sudadera negra.


- ¿Quién eres tú? – Preguntó Roshak, desconcertado.


- Me llamo Gazelle, soy la que pidió ayuda al Santuario.


Ahí fue cuando Eneas se percató que la chica decía la verdad. El Patriarca había mencionado que una joven les había hecho llegar una carta. Aunque ninguno sabía qué clase de relación guardaba ella con los Gravity Children pero la intuición de Sagitario fue clave a la hora de captar otra idea: ella sabía cómo llegar hasta esa gente a la que supuestamente tenían que eliminar. A Eneas eso de <<eliminar gente>> no era algo que le gustara. Prefería no tener que hacerle daño a nadie.


- Tú conoces la ruta a seguir para entrar dentro de la torre. – Intervino Hakudoshi, con su característica expresión de indiferencia. – Quiero que nos muestres el camino.


- A eso he venido precisamente.


- Todo esto es muy raro. – Opinaba Roshak viendo que Hakudoshi comenzaba a seguir a la muchacha de por lo menos dieciséis años. - ¿Y si es una trampa?


- No lo es. – Respondió Eneas de inmediato, captando así la atención. – Tenemos que seguirla, no es peligrosa.


- ¿Y cómo estás tan seguro? – El caballero de Escorpio no lucía convencido.


- Llámalo instinto. – Sonrió el rubio.


Eiríkur observó en silencio a Eneas. Si él estaba de acuerdo, no dudaría en apoyarle y seguirle. Así pues, el grupo terminó acompañando a los otros dos que se habían adelantado a ellos. Hakudoshi no era precisamente alguien que esperara a los demás. Se alejaron bastante de la torre y entraron en una casa bastante extraña para el gusto de Eneas. Era redondeada con varias cúpulas de vidrio transparente en el que se veía parte del interior del hogar. El techo gozaba de una zona con placas solares e incluso un jardín trasero bastante amplio. Pero al entrar le gustó más. El techo parecía dividirse en varias secciones de madera de distinto tono y color e incluso había un pilar central al que estaban adheridas unas escaleras de caracol metálicas bien decoradas.


- Waaaaow... - Se quedó boquiabierto. Le encantaba la casa.


- Bonita casa. ¿Vives tú sola? – Preguntaba Roshak por curiosidad.


- Qué va. Vivimos muchas personas en ella. – Respondía Gazelle. – Imagino que no querréis descansar.


- Es evidente. – Resoplaba el hijo de Hécate.


Gazelle les miró una sola vez y empezó a bajar esas escaleras de caracol. Los chicos la seguían aunque Eneas casi se caía y rodaba escaleras abajo porque se distraía con su alrededor, haciendo reír a Eiríkur en el proceso. Le encantaba su reacción, le resultaba adorable. Sin embargo, el ambiente acogedor de la casa cambió totalmente. Es como si ante ellos se abriera paso una especie de fábrica gigante con engranajes gigantes y otras máquinas que ninguno sabría identificar cuáles eran ni para qué servían.


- Por aquí. – Indicó Gazelle.


Se metieron en un ascensor ancho y bastante amplio. Eneas miraba a través del cristal preguntándose hasta dónde abarcaba esta fábrica tan extraña. Es como si fuera sacado de un cuento de ciencia y ficción. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, se encontraron con una especie de templo con una pasarela metálica que llevaba hasta lo que parecía ser un campanario con la figura de Jesucristo en negro. Eneas sintió repelús. Ninguno sabía cómo todas las chicas que habían visto ir y venir, podían tener una clase de vida así. ¿Eran mecánicas? ¿Ingenieras? ¿Monjas? ¿Estudiantes? ¿Qué demonios eran ellas?


- Esta es la entrada a la Torre del Tropaheum.


- Me parece ridículo que haya que hacer todo ese jodido caminito para llegar hasta aquí. – Se quejaba Roshak.


- La torre ha estado protegida durante miles de años. Su fundador tuvo la idea de hacer una torre capaz de llegar más allá del cielo con el fin de que los humanos comprendieran que la grandeza del dios del viento y que le ayudaran a hacer un mundo más pacífico. Pero mucho tiempo después la gente que tomó este lugar corrompieron ese objetivo y el dios del viento desapareció. Corre la leyenda que se reencarnó en un humano o que vive escondido en alguna parte de esta torre, esperando a que un corazón puro pueda escucharlo. – Contaba Gazelle. – Nosotras, las Machinist Giant, nos encargamos de rezar cada día para que esas plegarias lleguen al dios del viento.


- ¿Y tiene algo que ver con esa puerta? – Señaló Eneas.


- Sí, en principio los rezos eran la manera de abrir el portal pero desde que aquella gente tomó este lugar hace años... es como si hubiesen cambiado las leyes de la torre. Sólo una vez al año se abre y cada vez que sucede... salen los Gravity Children y hacen una masacre durante una semana antes de que se cierre de nuevo el portal.


- O sea que el portal permanece abierto durante ese tiempo.


- Sí. No sabemos cuándo volverá a abrirse.


- No podemos perder el tiempo esperando a que se abra. – Dijo Roshak. – Hay que abrirla de alguna manera. ¿No sabéis cómo?


- Me temo que no.


- ¿Tan peligrosos son esos Gravity Children? – Preguntó Eneas repentinamente.


Eso creó un silencio en general. Gazelle no pareció dispuesta a hablar tan fácilmente sobre ese tema. Eiríkur comprendió por qué el rubio cuestionaba aquello. Debía ser cosa de su intuición. Eneas no era un chico que disfrutase de la batalla si podía evitarla, era de los que prefería entender al adversario y encontrar una forma más pacífica, al menos dentro de lo posible. Por eso, el caballero de oro de Piscis imaginaba que el instinto de Eneas estaría indicándole que esos Gravity Children no podrían ser tan mala gente. Había algo más que estaba oculto.


Hakudoshi tampoco quiso comentar nada al respecto pero era consciente de lo que Eneas pensaba. Leer su mente era como leer un libro abierto frente a los ojos. Ese chico era demasiado transparente, pues incluso alguien sin su capacidad también podría entender a Sagitario, como le ocurría a Piscis. Todos vieron que Eneas caminó hacia el portal, alzando sus ojos amatistas para observarlo con detenimiento.


- Yo... no creo que sean tan malos. – Hizo saber.


Sorprendentemente Roshak observó cómo Sadachbia bajaba de su espalda. Era algo raro en una situación como esta. Caminando con relativa lentitud, el caballero de oro de Acuario se puso al lado de Sagitario, mirándole con esos ojos completamente negros, como si en lugar de ojos sólo tuviera las cuencas vacías. Daba un poco de grima de no ser por esa entrañable y amistosa sonrisilla que mostraba los dientes descuidados de su dueño.


- En realidad no lo son. – Habló.


- ¿Eh? – Hicieron todos en una reacción en cadena, incluida Gazelle.


- Durante mis viajes me topé con el caso de esta gente. En realidad no dejan de ser personas como tú o como yo, Sagitario. – Contaba. – Quizá su manera de expresar su deseo de libertad es asesinando.


- ¿Qué tontería es esa, Sada?


- Pensadlo un momento. – Respondió Acuario, girándose a mirar a los demás. – Los Gravity Children pasan la mayor parte de su vida aquí encerrados, detrás de este portal que da acceso al mundo exterior al que ellos no tienen permitido estar más que una sola vez. Así que... ¿Por qué asesinan una vez salen? ¿Por qué sólo salen una vez al año y luego regresan?


- Mierda, odio que hagas estas cosas. – Roshak rascaba su cabeza. Odiaba ponerse a pensar.


- Son gente modificada a través de su ADN. – Habló Hakudoshi. – La gente que los creó quizá sean capaces de controlarlos.


- Así es. – Asintió Sadachbia. – Los manipulan y la manipulación es control sin importar el método. Así que no son libres, de hecho... buscan esa libertad. Pero la gente cree que son peligrosos, los temen y prefieren que continúen encerrados.


- ¿Y no podemos hacer nada por ellos? – Preguntaba Eneas.


- Existe una Gravity Children que tiene una influencia importante en los otros. – Respondió Gazelle. Su expresión estaba triste por alguna razón. – Llevo un tiempo intentando encontrar la manera de abrir este portal, rezando, creando piezas especiales pero nada...


- ¿Eso es posible? – Indicaba Eiríkur con señas.


- Quizá sea posible, sí. – Hakudoshi se encogió de hombros.


- ¿Quién es esa Gravity Children de la que hablas, Gazelle? – Habló Sadachbia.


- Se llama Moly, he hablado algunas veces con ella. No es del todo humana. Tiene orejas y una larga cola. No creo que sea exactamente un gato... no sé.


- ¿Otra modificación genética? – Se interesó Roshak.


- Moly me contó que ella es la única de la primera generación de los Gravity Children que queda viva. Los demás, que tenían partes del cuerpo que no eran humanas, murieron.


- Eso significa que hay distintas generaciones. – Sentenció Hakudoshi.


Era lógico pensar en ello. Sin embargo la prioridad era abrir la puerta. Roshak intentó romperla pero fue inútil. Nada de lo que intentase, ni usando sus técnicas como caballero de oro sirvieron. El metal era resistente, duro y refinado. Eneas miró a Eiríkur y éste a él. Los dos parecían pensar lo mismo y Hakudoshi se percató de ello. Los tres se pusieron de acuerdo en que deberían probar entrar en la torre desde fuera así que los acompañó, pidiendo a Roshak y a Sadachbia que se quedaran con Gazelle. Para no perderse por la casa, otra chica les guió. Ella se llamaba Kururu y su pierna derecha era robótica. Al parecer pasó por una mala experiencia.


Una vez fuera, Eneas intentó volar usando las alas de la armadura de Sagitario y con suerte, ésta respondió. Es como si la propia armadura escuchara sus deseos. Eiríkur se subió a su espalda y ambos se alejaron del <<hogar>> de las Machinist Giant. La Torre del Tropaheum era tan inmensamente alta que no era difícil verla a gran distancia y menos frente a los ojos de Eneas. No había nada que esos ojos no vieran. Eiríkur se agarraba a él con fuerza, confiando en su compañero. Era la primera vez que volaba junto a él y le parecía una gran y fuerte sensación. ¿Así de libre se habían sentido los caballeros que habían sido escogidos en Sagitario?


- Veo un hueco. – Dijo Eneas.


Se dirigió hacia allí automáticamente y lo que encontró fue una entrada a gran altura que desde lejos ni desde el suelo terrestre se veía. Logró aterrizar con éxito y asegurarse de que era algo estable para permanecer ahí. Al asomarse lo que vio es una construcción metálica que acababa desapareciendo en la oscuridad de abajo y en la que había arriba. Respiró algo inquieto. No tenía una buena sensación.


- Eiríkur. – Lo llamó, poniéndose de pie tras haber estado agachado para asomarse y ver lo que había debajo de sus pies. - ¿No crees que se respira un ambiente... turbio?


- Yo diría que no es un lugar en el que se reciban visitas... y al que nadie externo es bienvenido. – Respondió con señas.


Entonces oyeron un sonido y se pusieron alerta. Venía desde arriba. Eneas sacó el arco y la flecha, ambos de oro y se preparó. Eiríkur también se puso en guardia, sin saber qué es lo que aparecería frente a ellos. Sin embargo ocurrió en cuestión de minutos. Fue la espera que les pareció eterna y tensa. Una chica apareció, con unas orejas muy parecidas a las de un gato, y una cola delgada y estrecha que se hacía ligeramente más ancha hacia el final. Aparte de su llamativo pelo corto y rosa, eran esos ojos azules tan grandes, la pupila no era redonda y negra sino con una X y una cruz encima, ambas en blanco. Parecía poder volar gracias a unos propulsores en sus zapatos.


Se detuvo frente a ellos, mirándoles unos instantes antes de acercarse un poco, sonreír como si fuera una niña pequeña ilusionada y marchándose tan rápido como había venido. Eneas y Eiríkur se quedaron quietos sin saber qué había pasado ni quién era ella. Entonces cayeron en la cuenta... ¡Era Moly! No podía ser otra de los Gravity Children.


- ¡Oye, espera! – Llamó Eneas, lanzándose al vacío para descender. Eiríkur lució alarmado y se tiró para no dejarle solo. - ¡Espera! – Siguió llamándola. - ¡Tú eres Moly! ¡Eres ella! ¡Estoy seguro! ¡Gazelle nos habló de ti!


Entonces la chica del cabello rosa se giró, volando de espaldas. Parecía sorprendida. Vio al muchacho caer y a Eiríkur a unos metros detrás. Eneas pudo frenar usando las alas de la armadura de Sagitario, cogiendo a Piscis a tiempo. Eiríkur respiró aliviado. Moly se dedicó a dar vueltas alrededor de ambos después de un previo y breve acercamiento para ver el rostro de Sagitario más de cerca. Eneas no sabía cómo lidiar con esta situación pues no comprendía por qué Moly había aparecido justo ahora. Ni siquiera sabía si podría hablar.


- Gazelle está al otro lado de la puerta. Nos ha hablado mucho de ti. – Dijo Eneas, dejando y ayudando a que Eiríkur se pusiera en su espalda para estar más cómodo. Moly abrió la boca y de su garganta pareció salir un sonido melódico. Ella sonrió y se alejó rápidamente. - ¡Espera!


Fue inútil. Moly no esperó. Eneas miró a Eiríkur y ambos asintieron y la siguieron juntos. Descendieron rápidamente pero Eneas tenía que evadir algunos obstáculos que había en medio. Estaba bastante oscuro así que era bastante difícil poder localizar cualquier cosa que hubiese delante. Sin embargo, Moly era capaz de emitir una luz blanca que guiaba el camino de Eneas. Eiríkur optó por usar su cosmos intentando que surgiera el efecto, consiguiéndolo con un poco de esfuerzo. Todo era una única dirección, o eso pensaba Eneas.


Vieron que esa especie de túnel con diferentes cámaras terminaba. Al pisar suelo firme, un pasillo ancho y grande se abrió paso hasta sus ojos. Eiríkur bajó de su espalda, quedándose a su lado. Los dos pensaban sobre si era buena idea avanzar pero Eneas lo hizo a sabiendas que ahora que estaban dentro de la Torre de Tropaheum no les quedaba otro remedio. Moly estaba a distancia frente a ellos, parecía esperarles mientras continuaba flotando en el aire por esos propulsores. Movía la cola de una manera tan inquieta que lucía mucho más infantil e impaciente. Parecía tener ganas de volver a ver a Gazelle. Observando que los hombres jóvenes se acercaban, Moly giró sobre sí misma un par de veces y volvía a alejarse, esperando de nuevo. Definitivamente era como una niña pequeña. Moly avanzó por un enorme hueco que había y que parecía simular un abismo. Saltó por él, alarmando a los otros dos que vieron que la chica salía disparada por los aires hacia arriba como si estuviera en un parque de atracciones. Se lo pasaba bien.


Eneas y Eiríkur volvieron a intercambiar miradas y el segundo se encogió de hombros. No les quedaba de otra. Imitaron a Moly y acabaron en un pasillo superior. Eneas se estaba deprimiendo ya con tanto pasillo. ¡Esto era un maldito laberinto! Sin embargo tanto Eiríkur como él eran capaces de oír unos ecos débiles que procedían de la zona superior de la torre. Podrían ser los otros Gravity Children, quizá. Eneas temía encontrárselos y que pudiera desatarse una batalla. No creía estar preparado para enfrentar a esa gente, más aun cuando desconocía sus habilidades.


Moly los volvió a guiar y acabaron en una sala parecida a la que Gazelle les mostró al llegar a ese portal. Debía ser el otro lado del mismo. Había incluso una pasarela pero ésta tenía un tono dorado. Lo que sorprendió a los chicos es que este lado del portal tenía varios engranajes y parecía que se requería una gran fuerza física para poderlos mover a voluntad. Tanto Eiríkur como Eneas sabían que ellos poco podrían hacer. Moly se mantuvo frente al portal, flotando todavía en el aire. Parecía indecisa.


- No creo que haya una manera de abrirla desde aquí. – Eneas se acercó a las puertas, haciendo varios toques. – Y creo que si no son varias de ellas, entonces es que son gruesas, de modo que no podrán escucharnos desde el otro lado.


- ¿Y qué hacemos pues? – Indicaba Eiríkur con señas. – Esta tecnología es demasiado avanzada para mí.


- Podríamos hacer algo si Moly tuviera los conocimientos necesarios para abrir el portal pero... - Miró a la muchacha. – No parece que sea así.


Entonces Moly se dedicó a dar vueltas por los engranajes, en silencio. No daba la impresión de ser capaz de comunicarse de manera verbal y tampoco como Eiríkur con el lenguaje de signos. Quizá su comunicación estaba en sus patrones de veloz melódica. Eso les dificultaba todavía más el poder hablar con ella. Sin embargo algo más los sorprendió, otra vez. Abrieron los ojos cuando contemplaron cómo Moly era capaz de mover los engranajes con un poco de esfuerzo. Ambos caballeros de oro de Atenea intercambiaron miradas, de nuevo. Poco a poco el portal fue abriéndose, mostrando efectivamente que eran varias puertas.


Pronto vieron a sus compañeros, a Gazelle y a Kururu.


- ¡¡MOLY!! – Gritaba Gazelle feliz, corriendo hacia la joven del cabello rosa que salió disparada hacia ella, abrazándola y alzándola del suelo para devolverla a éste. Eneas se fijó que Gazelle tenía una especie de dispositivo en la oreja derecha conectado a su cabeza.


- ¿Qué es eso que lleva?


- Puede que sea una especie de sistema inteligente para entender patrones de lenguajes en formas no verbales ni corporales. Conveniente para el caso de Moly. – Señalaba Eiríkur.


- Vaya así que la idea de entrar desde fuera era acertada. – Roshak se cruzó de brazos. - ¿Y ahora qué hacemos?


- Tenemos que hablar con los Gravity Children y convencerles de que ellos son libres y que pueden hacer una vida normal si lo desean. – Explicaba Sadachbia. - ¿Huh? – Observó cómo de alarmada se puso Moly cuando escuchó esa idea. Su voz sonaba como si realmente fuera un peligro. - ¿Qué? ¿Qué...? Uh, me está dando una pereza intentar entenderla...


- Dice que hay un par de Gravity Children que son peligrosos. – Habló Gazelle.


- ¿No me digas que son...? – Reaccionó Kururu. Gazelle asintió. – Santo cielo. Dejar a esos dos es peligroso.


- ¿Quiénes? – Eneas se mostró desconcertado.


- Nikki y Niké fueron los Gravity Children de la segunda generación, y son los más... crueles. Hasta donde he visto, son capaces de establecer patrones de comportamiento de las personas en poco tiempo después de verlas por primera vez, también son unos genios de la planificación y saben cumplir su objetivo sea cual sea la circunstancia por mucho que cambien las cosas. Se adaptan a todo con una rapidez abrumadora. – Explicaba Kururu. – He estado estudiándoles todo cuanto he podido y sé que son muy peligrosos. Cada vez que la Torre de Tropaheum se abría y los Gravity Children quedaban libres durante doce horas... los dos que más muertes causaban eran Nikki y Niké, ellos lideraban a los otros. Sólo había uno del grupo que se negaba a obedecer y a ser parte del grupo. – Miró a Moly que volaba alrededor de los chicos o se acercaba curiosa a los engranajes a distancia del portal.


- Supongo que ser de la primera generación la hace distinta. – Opinaba Roshak.


- Eso creo. No estoy segura de cuál es la diferencia de una generación a la otra ni por qué se establecen distintas personalidades si todos los Gravity Children han sido creados del mismo modo.


- Pues lo tenemos muy fácil. – Sonreía Roshak. – Vamos a matar a esos dos problemáticos y el resto dependerá de lo que ocurra.


- No me parece bien que tengamos que hacer eso. – Intervenía Eneas. – Piénsalo, Roshak... puede que ahora sean nuestros enemigos pero puede que les necesitemos para el futuro. No veo viable acabar con sus vidas sólo porque tengamos este tipo de información. En realidad... - Se giró para mirar el interior de la torre, aquella pasarela de oro. – Siento que su situación es totalmente distinta a la que creemos.


Sus palabras captaron la atención de los demás menos de Roshak, él hizo oídos sordos. Al final terminaron entrando de todos modos en la torre. Gazelle y Kururu se quedaron en el otro lado y acordaron mantenerse en contacto con ellos, dejándole a Eneas y a Sadachbia unos dispositivos conectados a los que llevaba Moly. De esa manera se comunicarían a distancia, con hologramas incluidos. A medida que ascendían guiados por Moly que encabezaba el grupo, podían escuchar lo mismo: el silencio que gobernaba el interior de la torre. A Eneas le resultaba aterrador sabiendo que un peligro les esperaba más arriba. No sabía quiénes eran Nikki y Niké pero si eran tan letales como les explicó Kururu...


De todos modos su intuición insistía en decirle que no debían acabar con ellos. Si eran tan poderosos, les necesitarían para la próxima guerra santa contra Hades que todavía no había iniciado. Cuantos más aliados tuviesen mejor y no es porque se preocupara por Sophia, la nueva Atenea de esta era moderna. ¿O tal vez sí se preocupaba por ella? Después de todo era la única mujer que había conocido en su vida.


Conforme seguían ascendiendo, el silencio era interrumpido de manera intermitente por un pequeño eco que venía desde mucho más arriba. La oscuridad cada vez los rodeaba más. Eneas podía ver que a los lados de las paredes metálicas donde era capaz de distinguir tuberías de toda clase y de distintos tamaños, había unas cámaras que parecían tener alguna función. Gazelle les iba comentando que había movimiento en la parte superior de la torre y que tuvieran cuidado. Kururu informó que Nikki y Niké solían tener la costumbre de permanecer activos durante mucho tiempo, y que quizá eran ellos los que causaban aquellos ecos.


Llegaron a una sala bastante grande. La luz que Moly emitía les servía de guía. Parecía ser la única Gravity Children que era capaz de desprender luz de manera voluntaria. ¿Hasta dónde llegaría el avance de las tecnologías? Eneas no paraba de sorprenderse. Más este lugar no le transmitía un sentimiento acogedor. Era de todo menos eso. Parecía una cárcel, un sitio frío y sin calor humano, sin luz. Empezaba a entender poco a poco por qué los Gravity Children no dudaban en salir disparados de la Torre de Tropaheum esas doce horas desde que se abría el portal que ahora Gazelle y Kururu mantenían cerrado, por precaución. Eneas ya había comprobado que había un sitio por donde entrar al exterior.


De repente, al pensar en ello una duda cruzó por su cabeza. Si él y Eiríkur habían entrado desde fuera... ¿Por qué los Gravity Children permanecían dentro? ¿Acaso no serían conscientes? La voz melódica de Moly llamó su atención, ella parecía indicarles que la siguieran. Todos oían cómo Gazelle le dedicaba cálidas palabras a la joven del pelo rosa.


- Este lugar me da escalofríos. – Indicó Eiríkur caminando por la sala.


- Sí, a mí también. – Coincidía Eneas. – Creo que vamos a estar en peligro. Nos están vigilando.


- ¿Cómo lo sabes? – Preguntó con señas.


- Lo noto. Lo siento. Lo percibo.


Eiríkur tenía en cuenta las palabras de su joven compañero. Siempre tenía presente el instinto y la intuición de Eneas, pocas veces fallaban. Mirando a Roshak podía ver que también parecía inquieto. Era capaz de percibir el riesgo al que se estaban exponiendo. Sadachbia, por su lado y sujeto a la espalda de Escorpio... echaba la mona, tan tranquilo. Aquello sorprendía a Piscis y a Sagitario que vieron que Gazelle hablaba con Moly. Parecía que se querían mucho esas dos. Tal vez fueran pareja.


Cuando salieron de esa sala para encontrarse con la siguiente parte que debían volar, esperaron a que Moly lo hiciera. Ella miró el holograma de Gazelle, expresando algo con su voz. Se giró para mirar a los chicos y que ellos observaran a Gazelle.


- ¿Qué pasa, Gazelle? – Preguntó Eneas.


- Me temo que este es el punto más peligroso de la torre. – Comunicaba ella. – Moly está preocupada por vosotros. Esta parte de la torre parece que tiene menos oxígeno y si tardáis mucho en subir... podríais morir.


- Oh, por fin un reto de verdad. ¡Esto se pone interesante! – Celebraba Roshak.


- No tan rápido. – Apareció Kururu en el holograma. – No podéis avanzar más de este punto. Más arriba ya no hay oxígeno.


- ¡¿Queeeeeeeee?! – Gritó Eneas. - ¡¿Pero qué dices?! ¡Esto es una...! ¡Nos hemos matado para subir hasta aquí! – Señaló hacia atrás.


- Acabo de descubrirlo. – Se justificaba Kururu. – Ninguna de nosotras ha entrado antes dentro y toda la información que tenemos la recibimos a través del traje de Moly.


Los chicos se fijaron en la ropa de la chica con cola. Ahora que se daban cuenta y si se fijaban lo suficiente, había pequeñas lucecillas que la recorrían, imitando el sistema nervioso humano. Era un sistema transmisor. Con razón Moly estaba inquieta. Esto era todo lo máximo que podían llegar. Ninguno estaba seguro de lo que tenían que hacer ahora. Por un lado querían continuar pero no querían morir todavía. Por alguna razón, las miradas terminaron posándose todas sobre Eneas. Éste sintió la presión avenirse encima de su persona. El joven caballero de oro de Sagitario tuvo que reflexionar las opciones que ahora tenían.


- ¿Qué nos recomendáis hacer, Gazelle, Kururu? – Preguntó. Ellas permanecieron en silencio, pensativas pero mirándose mutuamente y Gazelle observaba a Moly de vez en cuando. La joven del pelo rosa parecía inquietarse por algo en concreto externo a ellos.


- Tenéis que volver. – Sentenció Kururu. – Y cuanto antes. Los patrones de movimiento están acelerándose.


- ¿Y eso qué significa?


- Que van a por vosotros. Marchaos de ahí, deprisa.


- Moly, cuida de ellos. – Pidió Gazelle. – Y ten cuidado cariño. – Dijo antes de apagar el holograma.


- ¡¿Cariño?! – Preguntaron Roshak y Eneas. Moly les miró con una sonrisa, asintiendo con una preciosa expresión de vergüenza y felicidad.


Entonces Moly se puso en marcha con los demás. Eneas resopló y Eiríkur sonrió con torpeza. Roshak volvía a maldecir y a insultar, pero terminó yendo con ellos. No era lo que quería hacer pero era lo que debía de hacer. Bastantes broncas se había llevado ya por parte del Patriarca, ¡Y con razón! Además, debía pensar que no era sólo su vida la que estaba en juego. Sadachbia también estaba ahí con ellos por mucho que estuviese echando la siesta. El caballero de oro de Acuario podría estarse días durmiendo y estar más fresco que una lechuga. Nadie sabía cómo se lo montaba para dormir tanto.


El hecho de descender les pareció mucho más rápido pero aquellos ecos pequeños empezaron a hacerse más fuertes. Moly se iba agitando y se notaba por la luz que desprendía. Ésta se hacía más grande conforme más estrés tenía, corriendo el riesgo de deslumbrar a los demás por accidente. A Eneas le era sencillo bajar por poder volar pero Roshak se las tenía que ingeniar, aunque a veces simplemente se dejaba caer. Sus piernas eran resistentes para alturas importantes, de lo contrario no serviría como caballero y ni tan siquiera lo sería. Eiríkur miró hacia atrás y pudo reconocer un par de sombras veloces. Avisó de ello a Eneas dando palmadas en su hombro. Eso fue suficiente.


- Nos están alcanzando. – Anunció Sagitario.


- ¡Mierda! – Se quejaba Roshak. - ¡¿Pero tan rápidos son?!


Ahora parecía más una carrera contrarreloj. Eiríkur se las apañó para encender el holograma y que Eneas pidiera abrir el portal, pero Kururu se negó. Aquello no provocó más que el miedo de Sagitario. ¿Acaso esas dos chicas pretendían matarles ahí dentro? No podía ser. Kururu les dijo que debían de al menos debilitar a Nikki y a Niké si querían salir. Sin embargo, la alarma desapareció cuando una compuerta metálica bloqueó el paso. Oyeron cómo algo se estampaba un par de veces. Quedándose quietos, esperaron. Querían asegurarse de que tal vez el peligro había pasado.


- ¡Vamos, vamos, vamos! – Dijo Eneas. Los otros le hicieron caso. - ¡Moly! ¡¿Qué estás haciendo?! – Se alarmó cuando observó que la chica se había quedado quieta, mirando la compuerta. Eneas permaneció ligeramente detrás de ella.


Roshak se detuvo. Moly se giró a mirar a Sagitario y su voz intentó comunicarle algo que el chico no pudo entender. Entonces Gazelle apareció en el holograma.


- Moly quiere encargarse de esto ella. Por favor, no la dejéis sola. – Moly reprochó al oírla. – Quiero cuidar de ti así que no dejaré que estés sola ante esos monstruos.


- Muy bien, entonces les plantaremos cara.


- Por fin sale algo coherente de tu boca. – Habló Roshak.


Entonces la compuerta fue destruida de una manera brutal. Básicamente fue reducida a cenizas. De aquel fuego abrasador capaz incluso de destruir aquel metal, surgieron varias personas, entre las cuales destacaban dos gemelos: Nikki y Niké. Parecía mentira pero el más cruel de ambos no era otro que Niké con esos ojos azules y ese pelo castaño corto y totalmente desordenado en puntas. Nikki tenía el pelo ligeramente más largo y usaba un pañuelo amarillo alrededor de la cabeza. Eneas y el resto se prepararon.


- Vaya, vaya, vaya... mira hermanito... si son los caballeros de Atenea. – Niké también se mantenía en el aire gracias a un traje especial ligeramente distinto al de Moly.


- No esperaba verles tan pronto. – Nikki era más serio. - ¿Dónde está aquel tipo albino?


- ¿Hakudoshi? Quién sabe.


- ¿De qué conocéis a Hakudoshi? – Preguntó Eneas. Los gemelos no respondieron, solamente sonrieron como unos zorros traviesos y pasaron directamente al ataque.


No necesitaron establecer contacto físico. Liberaron una enorme energía que los envió hacia el abismo que tenían debajo de ellos. Moly se preocupó pero mientras Nikki y Niké avanzaban hacia los caballeros, otros Gravity Children se pusieron a su alrededor. Moly les miró, con las manos en el pecho y sin intención de hacerles ningún daño. Esquivó varias ofensivas y se protegió de otras. Entonces, liberando su propio cosmos, creó una Atmósfera Infinita de ondas de choque que los alejó de ella pero no demasiado lejos. Dentro de aquella oscuridad de debajo, Moly contempló el brillo de una tremenda explosión causada por la combinación de fuego y aire de los gemelos. Esos dos no iban a tener piedad de Eneas y los demás.


- Moly tienes que huir de ahí. – Avisó Gazelle. – Los chicos necesitan tu ayuda. – La joven del pelo rosa miró dudosa a la chica y ella le mostró una sonrisa, asintiendo con la cabeza para darle confianza. – Puedes hacerlo. Eres de la primera generación, eres diferente a ellos. No dejes que esos chicos mueran y... no permitas que Nikki y Niké crucen el portal, si no Kururu, las chicas y yo...


Aquella idea horrorizó a Moly. Pese a que Gazelle se mostraba en su holograma, Moly le dio un beso como si estuviera delante de ella y tras ver de nuevo la sonrisa de Gazelle, Moly se decidió. Las explosiones seguían teniendo lugar debajo de ella; los otros Gravity Children se mantenían quietos la mayoría y unos pocos saltaban de un lado a otro. Entonces Moly cerró los ojos y concentró su energía. La luz que emitía se desvaneció por un momento muy breve en el cual volvió a surgir con una inmensa fuerza. Empezó a girar sobre su cuerpo, creando una especie de campo magnético que obligaba a los otros Gravity Children a girar en torno a ella como la Tierra lo hacía con el Sol. Fue tal la magnitud del poder que usaba que parte de las estructuras metálicas de su alrededor comenzaban a ser aplastadas y dañadas. Muchos Gravity Children fueron lanzados literalmente por los aires, desapareciendo en la oscuridad que había por encima de Moly quien aprovechó esa oportunidad para aumentar su velocidad y ayudar a Eneas y a los demás.


Roshak mostraba signos de estar heridos e incluso Sadachbia parecía haberse pasado a la acción, aunque de una manera más defensiva. Era capaz de frenar a los gemelos por un corto espacio de tiempo. Nikki y Niké percibieron la presencia de Moly y no era para menos con la luz que ella trajo consigo. Se desató una lucha entre ella y los otros dos que ostentaban un poder peligroso para los caballeros de Atenea. Eneas miraba cómo de veloces se movían cada uno pero entonces algo cruzó por la mente de Sagitario... ¿Dónde estaba Hakudoshi? Ni siquiera notó el momento en el cual le perdió de vista. No les vendría nada mal su ayuda.


- Hemos detectado algo en la cumbre de la torre. – Anunció Kururu repentinamente en el holograma que llevaba Eneas.


- ¿Qué? ¿Y eso qué significa? – Preguntó él.


- Que hay gente allí. Intentaré averiguar de quién se trata pero...


- ¡Proteged a Moly! – Apareció Gazelle. - ¡Ella os necesita! ¡No puede sola contra esos dos!


- Para que sean un par de mocosos son fuertes, ¡Jeh! ¡Nada mal! – Celebraba Roshak. - ¡A por ellos!


- ¡Roshak espera...! – Quiso detenerlo Eneas pero fue inútil.


Escorpio nunca le escuchaba, quizá porque no era nada más que un adolescente. Su intervención hizo que Moly pudiera tener un breve espacio de descanso. Mantener una lucha con Nikki y Niké era complicado, y sobre todo muy intenso. Se notaba que esos dos se valían de su mutua cooperación y trabajo en equipo pues mientras que uno parecía ser capaz de crear fuego, el otro dominaba completamente el aire y sus distintas formas, asemejándose peligrosamente a las habilidades de ella. Roshak provocó la caída de varias bigas que se llevaron por delante a Nikki pero Niké parecía tan liviano que es como si realmente la gravedad no fuera un problema para él.


Esa batalla duró horas entre ellos y se detuvo cuando repentinamente Hakudoshi apareció. Nikki y Niké le dieron bastantes problemas al hijo de Hécate pero no fueron capaces de derrotarlo tal y como esperaron. Dado que los Gravity Children no dejaban de ser humano y por ello seres vivos... Sadachbia optó por hacerles perder el conocimiento a ambos gemelos con una de sus técnicas relacionadas con la sangre. Hakudoshi se las apañó para paralizarlos a ambos y entonces el portal se abrió después de confirmar la retirada de los otros Gravity Children que se habían refugiado en las zonas superiores de la torre donde ellos no tenían acceso.


- ¡¡Moly!! – Gazelle fue la primera en acudir y la aludida al oír su nombre voló hasta ella, haciendo que ambas girasen en un cálido abrazo.


- Ah, estoy lleno de magulladuras. Mierda. – Se quejaba Roshak.


- Ah, señor... - Suspiraba Eneas. Eiríkur parecía sonrientemente feliz y miró a Hakudoshi con dudas.


- Son unos auténticos inútiles. – Habló el hijo de Hécate cruzado de brazos. – NO os puedo dejar solos sin que luego deba de salvaros el culo.


- ¡Eh! ¡Eso no es justo! – Protestaron Eneas y Roshak a la vez.


- ¡Nos hemos comido todo el marrón nosotros solos! – Siguió Eneas.


- Uh... chaval eso suena fatal.


- ¡Tú cállate!


- ¡¿Cómo que me calle?! ¡Ven aquí!


- ¡¡AAAH!! – Salió corriendo.


Eiríkur se puso a reír mientras dejaba que Sadachbia se apoyara en él en un intento por dormir. Hakudoshi se llevó la mano a la cara, negando con la cabeza. Kururu observaba todo con calma y una sonrisa en la cara, acercándose a Nikki y Niké que estaban tirados en el suelo. Ajenas a todo esto, Gazelle y Moly se daban abrazos y toda clase de mimos, incluso Gazelle dejaba que Moly la alzara del suelo de manera juguetona. Hakudoshi era el que parecía estar asqueado por ello y no porque fuera homófobo. Roshak continuó persiguiendo a Eneas para darle un buen golpetazo en la cabeza y dejarle un espectacular chichón, algo de lo que Sagitario no se salvó.


Después Roshak subió a Sadachbia a su espalda y quien rápidamente empezó a dormir agarrándose a su compañero. Tras un rato, miraron a los gemelos en presencia de Moly.


- ¿Qué hacemos con ellos? – Preguntó Roshak.


- Todavía es peligroso que estén fuera de la torre. Pero les pondré esto. – Kururu enseñó otro dispositivo. – Nos dará la información que necesitemos de ellos y además podremos vigilarles: saber lo que dicen y lo que hacen. De esa manera podré conocerlos mejor y evaluar qué hacer en el futuro.


- Pareces muy interesada en estos dos desgraciados. – Eneas aún se tocaba la cabeza. El golpe de Roshak le había hecho daño al parecer.


- Quiero que los Gravity Children entiendan que fueron creados por gente de mal corazón pero que su verdadero origen está en el fundador de esta torre que deseaba la paz en este mundo. Estos chicos tienen el poder para ayudarnos a hacer un mundo mejor. – Kururu miró a Eneas. – Estoy segura que con el tiempo podremos entendernos con ellos.


- Ah... no me entran muchas ganas de eso, la verdad. Han estado a punto de matarnos VARIAS VECES.


- No seas aguafiestas, Eneas. – Protestaba Gazelle. – Hemos puesto mucho esfuerzo y además, Moly también ha estado en peligro.


- Recuerden que fui yo quien les salvó el culo a esta pandilla de inútiles. – Hakudoshi flotaba en el aire, estando tumbado y con las manos detrás de la cabeza. – Deberían entrar más en el Santuario en lugar de hacer tantas tonterías.


- Gracias, eres muy amable. – Decía Eneas con cierto sarcasmo.


- No pretendía serlo. De hecho con ustedes sólo me apetece enviarlos de cabeza al infierno, seguro que allí sí que aprenderían a velocidades de vértigo.


- Je, je... bueno ya vale. – Intervino Kururu. - ¡¡Y vosotras dejad ya los mimos!! – Reprochó al ver a Gazelle y a Moly que volvían a lo suyo entre pequeños besitos y muchos abrazos. Eran hasta diabéticas.


- Déjalas, ellas al menos se quieren. – Soltaba Eneas restándole importancia. No notó la mirada inquisitiva de Eiríkur, quien daba la impresión de querer hacer esas mismas cosas diabéticas con él. - ¿Qué hacemos?


- Cerraremos el portal antes de que se despierten.


- ¿Queeeeeeeeeeeeee? ¡Yo los quería apalear un poco más! – Ahí estaba Roshak con su faceta infantil. Eneas se echó a reír.


- Venga, vámonos.


Y así fue. Se alejaron del portal que finalmente se cerró. Esta vez Moly no regresó al interior de la torre. Parecía más feliz fuera que dentro. Entonces discutieron sobre lo que hacer y salió el tema de la comida. Roshak fue el primero en salir corriendo dispuesto a arrasar la nevera de las chicas. Gazelle y Kururu se miraron pálidas y salieron tras el caballero de Escorpio, Moly fue con ellas. Los que se quedaron ahí fueron Eneas, Eiríkur y Hakudoshi.


- Mañana voy a tener tantas agujetas que no me voy a poder ni mover. – Comentaba Sagitario.


- Eso te pasa por flojo.


- Ah señor... - Suspiró. – Odio la manía que me has cogido.


- Qué va. Es mi manera de mostrar mi afecto.


- Pues vaya manera... en lugar de animarme me deprime. – Lloriqueaba.


Eiríkur se rio y los tres fueron a la casa. Se quedaron sorprendidos al ver cómo Gazelle hacía que Moly se probara vestidos nuevos y algunos le quedaban muy bien, de no ser porque su cola levantaba la falda y aunque Eiríkur prefería no mirar por educación, Eneas sí lo hizo pero porque era más inocente que la leche. Kururu estaba en la cocina suplicándole a Roshak dejar la nevera tranquila, aunque luego sacó una barra de metal y empezó a atizarle con ella, provocando que el hombre de pelo azul saliera huyendo despavorido, casi como un gato. Sadachbia no se despertó pese al jaleo.


Moly pareció enamorarse de un vestido blanco y al girar sobre sí misma, hizo que por poco Gazelle tuviera una hemorragia nasal. Eneas la observó como si fuera la cosa más extraña del mundo por no entender su actitud. Eiríkur seguía pensando que le encantaría tener momentos diabéticos con Sagitario, sin percibir la mirada de Hakudoshi sobre él, y quien le empujó, provocando que Eneas reaccionara al instante antes de que cayera. Los dos quedaron tan cerca que el albino se quedó más rojo que un tomate y miró al hijo de Hécate que silbaba como si la cosa no fuera con él. Las chicas, por su lado... Gazelle había convertido a Moly en su musa del postureo. Con su cámara de última generación que hacía imágenes de buena calidad e incluso permitía imágenes en movimiento, no paraba de inmortalizar a Moly que curiosa exploraba la cámara con ella y de paso ambas se hacían fotos.


Kururu pasó por allí después de que Roshak saltara por encima de las chicas y haciendo caer a los chicos excepto a Hakudoshi. Por poco Kururu atizaba por accidente a Moly de no ser porque Gazelle la cogió de la muñeca y le plantó un beso en toda regla. Eiríkur se puso rojo, por segunda vez, al contemplar eso. ¡¡QUÉ MALDITA ENVIDIA!!


- Oye creo que Eiríkur se va a poner enfermo. – Señalaba Eneas a su compañero.


- Lo que tiene es otra cosa. – Dijo Hakudoshi ignorando que Piscis le hacía el gesto de mantenerse callado. – Tiene... mal de amores. – Eiríkur terminó de llevarse las manos a la cara, estirándose la piel. Fue algo un poco grotesco pero el pobre estaba histérico.


- ¿Mal de amores? – Repitió Eneas, ignorando que Gazelle prácticamente se comía a Moly a besos, ¡Sin piedad! Lo peor es que Moly se lo tomaba como un juego y participaba con ganas. – No entiendo muy bien lo que es eso, pero está bien.


- ¡JA, JA, JA! – Rio Hakudoshi. – Ya lo entenderás.


- ¡Lo he decidido! – Gazelle alzó la voz después de dejar un poco en paz a Moly. - ¡Me voy a casar con Moly!


- Ala, ala... eso es un poco precipitado. – Dijo Eneas. – No os veo casadas la verdad.


- ¡¿Ah nooooo?! – Puso cara aterradora.


- ¡Vale, e- era broma! ¡Una broma! – Se escondió detrás de Eiríkur. – Caray qué miedo que da.


Eiríkur se rio y dejaron que las cosas siguieran tal cual, con las quejas incluidas de Roshak por los golpes certeros de Kururu y su barra metálica. Algún que otro golpetazo le caía a Sadachbia pero, por increíble que sonase, ÉL SEGUÍA DURMIENDO. Gazelle quiso invitar a Moly a bañarse con ella en privado pero a Hakudoshi le pareció algo inadecuado en un momento así, por dicha razón no las dejó marchar y convenció a Gazelle de que se lo pasaran todos bien en su breve instancia en la ciudad. A ella le pareció bien y al resto de las chicas, que de tanto en tanto aparecían, también.


FIN


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