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Vampire Knight Reborn por MissWriterZK

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Notas del capitulo:

He aquí el primer capítulo. No tiene muchas diferencias con el manga, quizá describo un poco más... Espero que lo disfruten y leer sus opiniones.

Ren estaba acabando sus clases del día para poder ir al lugar donde se celebraba aquel «baile» de vampiros de la más alta clase en el que su hermana Ai sería la principal protagonista, dado que era la hija de Yuuki y Kaname Kuran, los sangrepura más poderosos y respetados, además de que dicho hombre había sacrificado su vida por el bien de la convivencia con la humanidad, arrojando su corazón al horno de la forja para poder seguir fabricando armas anti-vampiros. 


Su amiga la ayudó a llegar, aunque algo en sus palabras alertó una parte de su mente. Había algo que no encajaba, pero no se encontraba lo suficientemente centrada como para darle demasiada importancia. Lo más importante para ella en esos momentos (bueno, en todos los momentos) era su hermana. 


Mientras la menor de la nueva familia conformada por Zero y Yuuki se iba abriendo paso entre la multitud, la última sangrepura Kuran estaba metida de lleno, escuchando todo tipo de comentarios referidos a su hermana pequeña y notando cómo le hervía la sangre. 


En especial, los comentarios de aquella anciana que tachaba a Ren de ser una deshonra y un monstruo nacido de una unión que jamás debía haber existido. Según ella, no solo era la culpable de haber acabado con la estirpe pura Kuran, sino que la noble sangre se había mezclado con la sucia sangre de un cazador de vampiros.


—¡Ya basta! ¡No dejaré que hables así de mi hermana, zorra! —alzó la voz furiosa, tomando a la anciana por los hombros y mirándola amenazante.


—Hermana… —suspiró, negando levemente y acercándose para tomarla por la muñeca con un agarre firme, pero delicado empezando a caminar y notando como la contraria se relajó instantáneamente al sentir su contacto— Déjalos que digan lo que quieran. No me molesta… La gente tiene que hablar sobre las cosas que no entiende. Solo me importa lo que piensa nuestra familia y yo misma, pero, en especial lo que tú piensas de mí y tú piensas que soy lo mejor… Así que soy feliz digan lo que digan —susurraba, guiándola entre la multitud.


La mayor abrió sus ojos con sorpresa, notando cómo se sonrojaba levemente y cambiando las posiciones, siendo ella quien la llevaba, esta vez, de la mano, para presentarse ante la organizadora de aquella celebración. Después de aquella pequeña charla decidieron salir, encontrándose de frente con la compañera de Ren, quien dijo algo sin sentido y le colocó una especie de collar.


Ai no sabía muy bien de qué se trataba, pero algo le hizo reaccionar instintivamente apareciendo detrás de dicha joven para golpearla y dejarla inconsciente, comenzando a forcejear hasta que pudo quitarle dicho artefacto. Ambas resultaron gravemente heridas y el aroma a sangre fresco hizo que la pequeña Kiryuu despertase los instintos que tanto intentaba controlar.


«Maldición. Esa mirada llena de amor que me ha dedicado… Ella me ama y ha arriesgado su vida a pesar de que esta noche tuve un sueño en el que bebía hasta la última gota de su sangre. ¡¿Cómo puedo ser así?!» pensó para sí misma, intentando borrar la sed de sangre de su cabeza, pero su garganta quemaba y sus colmillos afilados no pretendían volver a la normalidad hasta sentirse totalmente saciada.


—Hermana… —murmuró, mirándola de forma complicada, sintiendo cómo su consciencia iba pasando a un segundo plano mientras su hermana mayor la abrazaba y se disculpaba por algo de lo que no era culpable.


—Perdóname, Ren… No pude protegerte… —decía entre sollozos, abrazándola fuerte— Tuve que hacerlo tan deprisa que… Incluso cuando quise proteger tus órganos vitales has acabado de esta manera…


—Tú también estás bastante desmejorada… —susurró con una voz débil.


«Es tan hermosa, atenta y adorable… No puedo más, no después de haber perdido tanta sangre. Estoy sedienta… Necesito más» Aquellos pensamientos pasaron por su mente al mismo tiempo que extendía una de sus manos para poder acariciar la suave y pálida piel de su rostro.


—Bebe todo lo que quieras —Ren la miró con unos ojos color carmesí y ella le dedicó una dulce mirada y una pequeña sonrisa.


No obstante, se detuvo en seco tomando su propia mano y regresando a tener los ojos de aquel color habitual que había heredado de su padre. Tenía una expresión horrorizada en el rostro debido a sus instintos.


—No… No quiero que me odies. No quiero que lo sepas… —murmuraba, empezando a llorar porque no quería decepcionarla ni dejar de ser querida de aquella forma, temiendo que todo pudiera cambiar si se dejaba arrastrar por sus deseos más primarios.


—Quiero saberlo… Quiero saber qué es lo que piensas. Quiero que podamos comprendernos la una a la otra, Ren… —susurró, envolviéndola entre sus brazos y mirándola a los ojos, juntando sus frentes de forma tierna.


Eso fue todo lo que necesitaba para acabar con el poco autocontrol que aún mantenía. Aquella mirada, aquellas palabras y la forma que tuvo de abrazarla… Fueron demasiadas emociones fuertes que procesar y acabó besándola en la forma más pasional, la vampírica, totalmente fuera de sí. No era ella, sino su parte vampírica y la que representaba sus secretos y deseos más profundos. Descendió hasta su cuello y lo recorrió con su lengua para acabar hundiendo sus colmillos y comenzando a beber aquel líquido que llevaba ansiando desde hacía tanto tiempo. No había forma de olvidar aquella sensación embriagante que al fin conseguía calmar el fuego de su garganta que incluso llegaba a dificultarle el respirar. La suave, pálida y tersa piel de su cuello era increíblemente satisfactoria de morder. Aún recordaba el sonido de sus colmillos desgarrando su piel y escuchaba cómo tomaba la sangre.


La mayor de ellas no se sorprendió, simplemente se sonrojó levemente y posó su mano en la nuca de su hermana para facilitar la tarea de beber su sangre. Cuando sintió su lengua y la forma que tuvo de morderla no pudo evitar temblar y soltar un pequeño jadeo casi inaudible, mirándola a sus ojos carmesí y manteniendo sus labios cerrados como una medida para evitar que algo más saliera por ellos.


Sus heridas se fueron curando a un ritmo sorprendente gracias a la ingesta de sangre y no cualquier sangre, sino la de la persona que más amaba que resultaba ser una sangrepura. Bebió hasta sentirse totalmente satisfecha, bebiendo de la misma forma que la primera vez de su padre, sin control. Había estado conteniéndose por demasiado tiempo. Cuando Zero llegó al lugar, dado que sintió cómo la sangre de su hija era derramada, descubrió que su otra hija era la culpable. Las separó y cubrió a ambas con chaquetas, tomando en brazos a una Ai inconsciente, pero con una sonrisa feliz en el rostro, lo cual le hizo extrañar y negar levemente.


Yuuki no tardó nada en llegar, corriendo hasta abrazar a su pequeña con fuerza y mirar a Ai descansando en los brazos de Zero. Se aferró con fuerza a la espalda de su hija mientras derramaba algunas lágrimas de frustración por los tiempos en los que les había tocado vivir a sus hijas.


—Ren… ¿Quién cree que es tu compañera para decir que sabía a la perfección los deseos de Kaname? Él jamás podría haceros daño a ninguna de las dos. Él se sacrificó para protegernos a todos y por un futuro mejor —dijo furiosa, con un tono de voz gélido sin soltarla que hizo que Zero se acercara y abrazara a ambas.


—Ya ha pasado, Yuuki. Las niñas están bien y no pienso descansar hasta encontrar al cerebro detrás de esto. No me importa si cuento con autorización policial o no… Han tocado a mi familia —susurró el peliplata, besando la cabeza de la castaña para besar más tarde la de su hija y acabar besando la frente de la que aún estaba débil y descansaba su cabeza en su hombro.


—Zero, regresemos a casa… Ai necesita descansar…


Él asintió, siguiendo a su mujer quien llevaba a Ren de las manos. No tardaron demasiado en llegar a casa, dejando a Ai en su cama para que pudiera descansar. La peliplata no dejó a su hermana sola, se sentía responsable y culpable por su situación. Parecía no despertar a pesar de que habían pasado varias horas.


Aquellos momentos en los que pudo contemplar el rostro relajado de su hermana, sabiendo que estaba en aquella situación por haberse arriesgado a protegerla… No pudo evitar sentirse más determinada que nunca a ser una cazadora de vampiros. Ella solía entrenar con su padre e ir a la galería de tiro para despejar su mente y dejar de pensar en su hermana y el acto de beber su sangre. Se llevó la mano a sus labios si cerraba sus ojos, aún podía saborear aquel exquisito sabor que pudo calmarla por completo. Con aquel lazo sanguíneo que compartían pudo saber que ella sentía esa misma sed y necesidad por su sangre desde que nació prácticamente… Igual que tomó el recuerdo de que ella estuvo enamorada de su padre cuando era pequeña.


Se levantó, besando su frente y acariciando levemente su largo y sedoso cabello castaño antes de marcharse de la habitación, llegando hasta donde se encontraban hablando sus progenitores. Parecían estar conversando sobre el reciente suceso y ella esperó para escuchar un poco y tener idea de qué era lo que decían. Sabía que estaba mal, pero no podía evitarlo si tenía que ver con su hermana mayor.


—¿No ha despertado aún? —preguntó el cazador, mirando a su mujer con cierta preocupación, recibiendo una suave negativa por su parte, haciendo que un suspiro se escapara de sus labios— ¿Estará bien?


—Sí… Ella es fuerte. Estaba algo herida y Ren bebió bastante de su sangre para curar sus heridas y satisfacer su sed… Puede que intente ocultarlo, pero ambos sabemos que solo ellas pueden acabar con la sed de la otra —suspiró, riendo levemente puesto que aquella situación le recordaba a Zero y a ella cuando eran simples estudiantes— Se nota que es tu hija… Aguantar hasta tal punto de perder el control por el miedo a ser odiada… —picó, haciendo que él apartara su mirada avergonzado. Acercándose a él para abrazarlo y buscar consuelo entre sus brazos, aspirando ese aroma a perfume y a él mismo que tanto amaba— No pude proteger a las niñas… Debería haber tenido más cuidado…


—Pues se nota que Ai es hija de Kaname. Es como un Kaname mujer… ¿Recuerdas cómo quería proteger su inocencia y actuaba como su escolta personal cuando comenzó a ir al colegio? Creo que Ren es su Yuuki personal —contestó con una pequeña sonrisa, acariciando su largo cabello castaño para reconfortarla, besando su cabeza con delicadeza.


La pequeña que escuchó aquello no pudo evitar sonrojarse levemente al verse comparada con ambos de sus progenitores y descubrir que su hermana mayor se comportaba igual que su padre hacía con su madre. Aclaró levemente su garganta para poder hablar con normalidad y no levantar sospechas.


—Papá, mamá —llamó su atención, haciendo que volteasen para verla. Tenía una mirada decidida y una expresión inflexible en su rostro de porcelana— Voy a convertirme en cazadora de vampiros. Estoy cansada de ser la que es protegida. La muerte de un sangrepura no tiene nada que ver con la muerte de un vampiro noble y yo no quiero que vuelvan a hacerle daño…


Sus padres abrieron sus ojos con sorpresa ante sus palabras, aunque esbozaron una pequeña sonrisa. Sabían que acabaría ocurriendo… La sangre Kiryuu corría por sus venas, al igual que la Kuran, aquella joven era lo mejor que podía resultar de dicha mezcla. Tenía la templanza, determinación y el aspecto de su padre, los rasgos de los dos, el aura de su madre y sus poderes. Aún no había acabado de desarrollarse y ya era así de poderosa, si en el tiempo restante recibía el adiestramiento por parte del cazador vampiro, no habría nadie que pudiera vencerla. Zero y Yuuki se miraron por unos momentos a los ojos, asintiendo al mismo tiempo.


—Está bien… Te entrenaré —suspiró Zero, pasando una mano por su cabello plata al pensar en todo lo que eso supondría—. Si quieres proteger a un sangrepura, debes, como mínimo, alcanzar su nivel. No voy a tener piedad porque seas mi hija, Ren.


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