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21 de Diciembre por maxi anime

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Notas del fanfic:

Hola gente hola gente como están aquí maxi anime con un nuevo fic que es como un complemento de cuando los dorados NO pudieron cuidar de un bebé cofcof digo Cuidando de un Bebe XD.

Solo para quienes no recuerdan o solo porque si les explico esto pasa casualmente cuando Shura termina de cuidar de Regulus, hay menciones del capítulo, y ese mismo cuando el pequeño estaba haciendo sus desastres a cuidados de Camus, Shura y Aioros fueron a buscar a Carlos, quien apareciera al día siguiente cuando Aphrodite cuidara de Regulus.

¿Alguna vez se preguntaron cómo fue el encuentro? ¿Cómo paso? ¿Qué día era? Bueno aquí les traigo este complemente que responderá cualquiera duda y si tienen más dudas, otro fanfiction viene en camino

Nota lo que esta en cursiva es lo que se hablan en español, el resto es en griego o en el idioma que hablen en el santuario que todos entiendan XD

Notas del capitulo:

Nota lo que esta en cursiva es lo que se hablan en español, el resto es en griego o en el idioma que hablen en el santuario que todos entiendan XD

Entro a la habitación principal de su templo sintiendo gran pesar sobre si, lanzo el sobre marrón que en sus manos llevaba sobre la cama y acongojado comenzó a buscar entre sus muebles una caja  de madera antigua que dejo en la cama una vez la encontró. Se sentó un momento para pensar, dejando a un lado su brillante armadura la cual fue a colocarse a una esquina donde lo observaba, y juraba lo estaba juzgando.


Abrió la pequeña caja con pesar, donde había algunas hojas de papel con un logo visible en ellas.  La dirección de donde provenían era de España, miro hacia el techo de la habitación, donde la constelación de capricornio se veía en su esplendor. Internamente se preguntaba que debía hacer, aunque todo estaba ya decidido por las autoridades superiores, el Patriarca y la diosa Athena, ahora solo quedaba confesar.


Guardo todo en la caja de madera junto a al pequeño papel ese mismo dia había vuelto a ver después de mucho tiempo, se cambió colocándose un pantalón de vestir color gris, una camisa celeste, con un chaleco marrón y un sobre todo color marrón claro de abrigo, seguramente en España estaba haciendo frio, sus zapatos marrones completaron el conjunto. Preparo un bolso pequeño con una muda de ropa por si necesitaría y con algunas cosas más que indispensables para su corto viaje, de posiblemente un día, y solo así se dirigió a la novena casa, donde seguramente su guardián lo esperaba.


Entro a la habitación sin anunciarse, Aioros estaba en la cama sonriendo amigablemente con un libro en manos, y al sentir su cosmos adentrarse lo bajo para mirarlo con una sonrisa. Miro con desolación al de sagitario antes de acercarse a la cama, mientras el dueño de casa cambio drásticamente su sonrisa demostrando su preocupación al verlo así.


— Tengo algo que decirte — exclamo el de capricornio sentándose en la cama, a un lado del de sagitario, abrió la caja sutilmente, aunque un poco cohibido. — Recuerdas las apuestas.


— Oh si, él habito que adquiriste en mi ausencia y que ayer me entere, ya he leído todo lo que me detallaste — dijo con seriedad. — Eres bueno en las cartas por el dinero que ganaste, espero lo usaras bien.


— Hay algo que no te agregue ahí, por no saber cómo reaccionarias — le interrumpió sacando  aquellas hojas en la caja. — Tengo un hijo.


— ¿Qué? — pregunto Aioros alarmado, no por el hecho de aquella confesión sino por las posibilidades que en su cabeza comenzaban a imaginarse.


— No es lo que piensas, déjame explicar — respondió apenado, el de sagitario asintió, permitiéndole hablar. — Hace cuatro años, en el auge de las apuestas comenzamos con retos que, como habrás leído en la nota que te detalle, trataban de cumplir con lo que aparecía en una propaganda publicitaria, un día yo perdí y la que me toco fue esta — explico mostrándole un muy desgastado papel, que a pesar de los años aún se leía de que trataba, era una publicidad alentando a la donación de esperma. — Quería hacerlo bien, como se debe, así que fui a España a hacer la donación, tarde seis meses en poder cumplir con todas las obligaciones, una vez cumplí con el reto regrese al santuario.


— Eso no es malo, más bien…


— Es que no termina aun — le interrumpió sonrojado. — Una pareja escogió mi muestra, después de muchos tratamientos finalmente tuvieron un hijo, me entere de aquello cuando la clínica de fertilidad me mandó una carta alentándome a volver a donar— continúo mostrándole algunos papeles que estaban dentro la caja.


— Shura.


— Pero ahora debo ir a España a recogerlo, por órdenes del patriarca — le volvió interrumpir al de cabellos castaño. Comenzó a guardar cada tofo de regreso a aquella pequeña caja de madera — Adiós Aioros


— Shura.


— Perdóname Aioros — exclamo con pesar, tomo el sobre y se dispuso a irse, sin mirar atrás, seguramente con aquello estaba todo dicho.


En el coliseo esperaba el avión privado de la fundación Graad, listo para que el santo de capricornio lo abordara. Subió las escaleras antes de dar un vistazo hacia el santuario, esperando algo que quizás no llegaría, a alguien que lo detuviera.


Dentro del avión se sentó dejándose caer pesadamente contra el primer asiento que encontró antes de agarrarse la cabeza, en sus adentros sentía aquello le estaba matando lentamente, una absurda apuesta que término de una manera que jamás pensó, y una relación que apenas duro un suspiro por aquella situación. El sonido de los motores del avión lo saco de sus pensamientos, fue cuando noto que la puerta del avión se cerraba con lentitud, segundos antes de un solo salto el castaño de ojos claros entro.


— Perdonen, se me hizo tarde. — exclamo Aioros mirando al piloto, quien se fue a la cabina. Ni lento ni perezoso se sentó a lado del de cabellos azabaches sin perder su siempre feliz sonrisa. — Quiero que me digas todo ¿Por qué Shion lo quiere en el santuario?


— Aioros — miro con sorpresa.


— Como les dije a ti y a Seiya ayer en la mañana, si quiero formar una familia junto a aquel que amo en un futuro, y aquel que amo eres tú, Shura de Capricornio — acoto  fijando la mirada seria sobre el español. — Quiero saberlo todo


— Sus padres fallecieron en un accidente de auto recientemente — respondió sonrojado.


— Aunque aún me tengo mucho que aprender de la actualidad, Shura, ¿Al donar Semen tu no debes renunciar a tu paternidad?


— No existe paternidad al donar — respondió girando los ojos. Sin pensarlo más tomo aquel sobre marrón y lo abrió para sacar varios papeles —No existe ningún otro familiar salvo el donante, ira a un orfanato sino me hago cargo.


— ¿Qué más sabes de él? ¿Dónde nació? ¿Cuándo nació? Quiero saberlo todo de nuestro hijo, al que vamos a buscar — pregunto con entusiasmo una vez pudo comprender la cuestión, si era verdad una situación inimaginable, un hijo anhelado, amado, que acaba de perder a sus padres y su único familiar era un completo desconocido.


— Lo único que sé, por el comunicado que me mando la clínica de fertilidad,  Nació en España, el 21 de diciembre.


— ¿Es broma?


— Desearía lo fuera.


Tres horas después el avión de la fundación aterrizo,  eran casi las tres de la mañana y sin demora el equipaje de los dos santos dorados fue revisado, a pesar que llevaban cada uno un bolso al hombro. Un hombre de traje oscuro los esperaba con letreros que no tenían escritos sus nombres sino el símbolo de sus signos, claramente era un enviado de la fundación Graad, que los llevo hasta un auto estacionado fuera y este los trasladaría hasta un hotel donde pasarían la noche.


Ninguno de los dos santos dorados durmió en las pocas horas que estuvieron en el hotel supuestamente para descansar,  el chofer les explico un poco el itinerario a realizar y les iría  a buscar en un par de horas. Su falta de sueño no fue porque no lo intentaran sino porque demasiados pensamientos invadían sus mentes y solo se intensificaba al cerrar los ojos.


El de capricornio no podía evitar imaginarse la angustia de lo que seguiría apenas llegara frente al niño,  el desazón del menor que apenas conocerlo se vería alejado de su país natal, y sumado a eso el cambio de una vida acomodada a una austera en el santuario. Mientras los pensamientos de Aioros eran más alentadores, su vasta experiencia criando a Aioria hasta que se convirtió en santo dorado le daba pie a imaginar las posibilidades, incluso ya daba por hecho que tendría que casarse con Shura  en un futuro no muy lejano para completar una linda fotografía familiar.


Nueve de la mañana, fue la hora pactada donde el chofer pasaría a buscar a los dos santos de Athena y así fue, puntualmente un auto se estaciono en la entrada, uno más amplio que el que los llevo, era el mismo chofer por lo que no desconfiaron y este les abrió la puerta. Apenas se centraron notaron porque el auto había cambiado, era una especie de limosina, y tenía asientos que los miraban a ellos, y en esos asientos estaba la diosa Athena y su fiel sirviente Tatsumi.


La joven heredera de la familia Kido miro de una manera mucho más solemne que de costumbre o como la recordaban los dos santos dorados, parecía conmovida por lo que veía y no era para menos, mientras el sirviente miraba con molestia.


— Shura, primero quiero hablar contigo, se me ha informado todo con respecto al pequeño — exclamo finalmente la mandataria en cuanto el auto comenzó a avanzar. — Sé que eres su única familia, y también ambos damos por hecho que la orden explicita de Shion fue que te hicieras responsable, yo no soy así, no voy a obligarte, te preguntare ¿Es eso lo que tú quieres hacer?


— Si — respondió con total seguridad en su mirada.


Ante aquella respuesta tan segura no pudo pedir más y desvió la mirada al de Sagitario, quien sonrió ante escuchar las palabras de Shura. — Aioros ¿Qué haces aquí? —


— Soy actual pareja de este cabezota — respondió sonriendo mientras señalaba al de cabellos azabaches.


— Fue una decisión conjunta.


— No, yo acepto lo que decida — exclamo sereno. — Amo a Shura por quienes es y todo lo que le rodea, no puedo ponerme en contra, aunque se avecina una batalla complicada de pelear.


— Tiene tres años, la tienes fácil — acoto Shura en voz alta sin darse cuenta de sus palabras, a lo que tanto la diosa como Aioros lo miraron, por lo que no tuvo que tardar en explicar. — Debo vincularme también con él y tienes un don mágico de llevarte bien con los niños.


La diosa sonrío detrás de aquellas palabras, le agradaba sabe que de sus santos algunos estaban ya guiando sus vidas hacia más allá del deber, todo había comenzado con Aioria y Marin, a quienes dio su bendición cuando le dijeron sobre casarse. Esperaba que en el futuro no muy lejano todos hicieran exactamente lo mismo, Aioros y Shura parecían acabar de dar el primer paso, aunque la relación era curiosa dado el pasado que ambos llevaban en sus espaldas, en especial el caballero capricornio, pero no podía sentirse más gratificada, si sus leales guerreros eran felices no podía pedir más.


Durante el trayecto Tatsumi se encargó de dar algunos papeles que considero importantes, una coartada bien armada legalmente y que evitaría demora en la entrega del menor. Shura leyó los papeles con atención, según ese papel tenía un sueldo muy bueno dado por la fundación Graad, donde trabajaba, tenía una propiedad a su nombre con todos los servicios y en un buen vecindario, vivía en Grecia. En si la coartada tenia verdad, él era Caballero dorado al servicio de la diosa Athena, quien era la presidenta de la fundación Graad, por tanto era su empleado, tenía un propiedad que era su templo, las doce casas era su vecindario y vivía en Grecia, aunque el santuario en dichos era un lugar secreto y aislado.


La limosina paro frente a una casa, Athena explico que la casa vecina era la residencia del niño pero desde la muerte de sus padres se encontraba viviendo en la casa frente donde estacionaron, justo al lado, donde se lo cuidaba hasta que estuviera la resolución de un juez sobre qué pasaría, resolución que Shura tenía en las manos. Aioros y Shura agradecieron las atenciones de su diosa con la coartada y demás papeles legales, claramente todo lo había solucionado ella para hacerles más fácil lo que seguía en términos de papeles, bajaron de la limosina y fueron directo a la casa donde el auto estaciono en frente.


Shura toco la puerta sintiendo gran temor, por primera vez desde que se había convertido en santo dorado, nunca titubeo, jamás se había permitido sentirse angustiado, pero aquella situación ya lo superaba. Aioros no tardo en percibir la angustia que emanaba de Shura y coloco su mano en el hombro del español, estaría a su lado pasara lo que pasara, afrontarían aquello juntos.


— ¿Si? — les interrumpió una mujer que salió a atender, de largos cabellos castaños y mirada serena.


Buenos días, mi nombre es Alejandro. — exclamo Shura mirando sereno y luego señalo la casa de al lado. — El niño de la casa vecina, tengo entendido aquí se encuentra.


 —Sí, aquí esta— le respondió ante su afirmación, su mirada cambio totalmente al escuchar aquellas palabras, ahora más parecía amenazar con sus ojos fijados en el par.


Vengo por el— explico fijando la mirada, no se dejaría sentir intimidado, a pesar de su angustia presente mantendría su porte serio, de aguerrido caballero.


¿Es familiar?


Si — respondió dejando ver de su gran cantidad de papeles en mano algunos con un sello.


La mujer tomo los papeles y les dio una rápida leída mientras les daba paso, tanto Shura como Aioros quienes no se movieron, continuaron en la puerta a esperar que la dueña del hogar llamara al niño.


¿No van a pasar? — pregunto manteniendo  fijada la mirada en ambos, quienes no se inmutaron. — Yo a usted no lo conozco, nunca lo he visto, no puedo entregarle


La comprendo — le interrumpió manteniendo su postura. — ¿Qué necesita saber mí? ¿Si tengo trabajo? Si, trabajo en una fuerza de seguridad, ¿Si tengo un buen pasar económico? Lo tengo ¿Si puedo darle una buena calidad de vida al niño? Puedo, y nunca le faltara nada. Sobre los bienes de su familia está bien guarecido hasta que el cumpla 18 años de edad como esta explícito en la orden del juez. Mi deber es, según la ley lo ordena, hacerme cargo y hasta que cumpla la mayoría de edad velar por el,  por tanto he de encargarme que no le falte techo, comida o vestimenta.


La mujer negó con la cabeza ante tales palabras, el papel en sus manos afirmaba lo que dijo el de cabellos azabaches. Le regreso aquel trozo de papel, firmado por autoridades especialistas en el tema, y los volvió a invitar a pasar,  pero ambos se negaron nuevamente.


Viene a llevárselo así como así, sin tiempo para la vinculación siquiera.


 — No disponemos de mucho tiempo — remarco Shura manteniendo su rostro indiferente.


Aquella mujer que miraba desafiante se dio media vuelta para adentrarse a la casa, en ese instante Shura dio un largo suspiro mientras Aioros coloco su mano en el hombro del español.


— Se español, ¿Qué es la vinculación?


— Estrictamente hablando es un tiempo, tiempo para generar un vínculo entre ambos, para ir después a la guarda provisoria que durara algunos meses — respondió pesadamente. — Me gustaría hacer las cosas de esa manera, darle tiempo necesario para adaptarse.


— Lo va a hacer, yo estaré a su lado todo el tiempo de ser necesario — le alentó el de cabellos castaños.


Minutos después aquella mujer de apariencia acaudalada regreso, ocultándose detrás de sus pies se veía al niño, no mayor de tres años el cual miraba temeroso.


El pequeño no llegaba al metro de alto pero estaba cerca, sus ojos verdes podían notarse, sus cabellos eran negros azabache y su tez blanca, un poco pálida. Llevaba puesto un pantalón beige, zapatillas blancas, un buzo azul marino con el cierre abierto dejando notar una remera blanca debajo.


 Shura se agacho para estar a la altura del más pequeño y suavizo la mirada cuanto pudo. — Hola, me llamo Alejandro — exclamo con lentitud. — ¿Cómo te llamas? — pregunto mirándolo, pero el pequeño solo se escondió. —Vengo por ti.


El pequeño apenas lo miro cabizbajo, sin dirigirle la mirada antes de comenzar a sollozar. Tenía miedo, miedo de aquel desconocido que apareció de la nada, que lo miraba y sus ojos fijos en el solo aumentaban aquel miedo que lo invadía.


Pasaron varios minutos hasta que el de capricornio decidió hacer las cosas un poco más agiles, no podían seguir perdiendo más tiempo, debía llevarlo a la casa vecina donde prepararían las maletas del pequeño.  Se levantó para acercarse hasta donde estaba el menor y lo llevo a sus brazos.


El pequeño asustado comenzó a llorar, sintiendo gran temor, temor de aquel hombre que comenzó a caminar hasta salir de la casa que lo había acobijado aquellos días desde la muerte de sus padres, mientras la vecina miraba con desaprobación aquello. Cuando abrió los ojos después de unos minutos se vieron dentro de su antigua casa y fue cuando lo bajaron al suelo, sin pensarlo más comenzó a correr por toda la casa buscando su lugar seguro.


 Shura lo siguió hasta donde el pequeño entro, un cuarto de color azules con dibujos en las paredes, todos relativos al mar. El pequeño se había ocultado en una cama que casualmente asemejaba a un barco por su forma.


Es muy bonito — dijo acercándose hasta la cama, donde el pequeño se había ocultado bajo las frazadas. — ¿Es tu cuarto?


No recibió respuesta hasta que dos toques a la puerta lo interrumpieron, era Aioros con algunas valijas en sus manos, bastante grandes. El de sagitario asintió con la mirada y fue hasta el mueble que era evidentemente el guardarropa,  y comenzó a guardar todo en las maletas. Pronto cada valija estaba completa al punto que casi no cerraba, quedando solo la cama, Shura asintió cuando Aioros se acercó para decirle que era hora de irse.


Carlos — exclamo Shura abriendo la cama, mirando al pequeño asustado. — Debemos irnos ya.


— Nunca fuiste bueno con los niños he, con razón no tuviste discípulos cabra — bromeo Aioros acercándose a la cama. — Hey amiguito, yo me llamo Aioros ¿Cómo te llamas?


Carlos — dijo entre sollozos.


Es muy bonito nombre — sonrió. — ¿Tienes miedo? No debes temernos, nosotros no te vamos a hacer daño ¿Estas triste?


No quiero.


¿Qué no quieres? — pregunto mirándole con dulzura. — Ya sé, no quieres irte con nosotros ¿Verdad? ¡Hey! No llores.


— No quiero.


— Aioros, es mejor llevarlo al auto…


— No está bien llevarlo llorando, tampoco engañarlo, debe ir porque quiere ir y no porque se lo obliga — replico seriamente. — Me recuerda a ti cuando vine a buscarte ¿Te acuerdas? — acoto mirando al pequeño, el cual comenzó a sollozar. — Es mejor hablar con la verdad.


— Aioros no creo que…


— Sé que tus padres te querían mucho y te cuidaban — interrumpió al español. — Ahora ellos ya no están, y no puedes cuidarte tu solo ¿Cierto? Eres pequeñito, vi que apenas alcanzas la perilla de la puerta, mucho menos podrás cocinarte, lo que es muy peligroso para ti.  


— Aioros — volvió a interrumpir Shura, notando que el pequeño estaba sentándose en la cama.


No vamos a remplazar a tus padres, te cuidaremos y a brindaremos nuestro cariño. — acoto notando como poco a poco el menor cambiaba su mirada y sus sollozos desaparecían. — Y por eso debes venir con nosotros ¿Está bien?


Bueno — exclamo bajando la mirada mientras salía de la cama.


Abrazo — actuó antes de continuar.  Lo levanto en brazos, le hizo un ademan a  Shura para que se acercara, quien asintió y los abrazo a ambos.


— Gracias Aioros — susurro Shura, en ese instante el heleno le dio al pequeño y comenzó a sacar fotos. — ¿Qué haces Aioros?


— Vamos a replicar su cuarto en tu casa, llevaremos los muebles también — respondió. —  Debe sentirse a gusto con nosotros y no veo otra manera.


 — Aioros, creo que no será posible llevarlos, se realista— susurro.


— Tu olvidas con quien estás hablando, nada es imposible para mí — sonrió pellizcándole la mejilla.


Aioros termino por guardar dentro de una maleta vacía las sabanas y el acolchado que estaba sobre la cama, ya con todo cerrado llevo cada maleta afuera donde los esperaba el auto de la fundación Graad que en la noche los había recogido, que afortunadamente tenía un gran portaequipaje. Shura solo se ocupó de mantener al pequeño en sus brazos y subió junto con él al asiento trasero, mientras el niño miraba con asombro todo el auto y tan pronto pudo comenzó a apretar los botones para bajar las ventanas.


No son juguetes — le reto.


Hace frio, mejor las cerramos — acoto Aioros cerrando las ventanas. — Se un poco más amable con el Shura.


Aioros sentó al pequeño en el asiento en medio de ambos, mientras Shura estaba contra la puerta que daba contra la calle, Aioros estaba en el asiento que daba contra la acera. Sentado en medio el niño mantuvo su mirada baja.


Fue entonces cuando el auto comenzó a avanzar con lentitud con solo un destino fijo, el hotel donde los dos caballeros de Athena se hospedaban. De vez en vez el chofer miraba con intriga hacia el asiento de atrás, donde todo permeancia en silencio, no era una situación muy agradable, el niño se veía asustado, Aioros intentaba animar la situación y Shura solo miraba por la ventana sin prestar atención.


Camino al hotel Aioros vio un lugar de comida rápida y como los ojos de Carlos se iluminaron tan solo al mirar por la venta, sonrió con el gesto y le pidió al chofer que pararan en aquel lugar para almorzar. La alegría del niño era fácilmente distinguible, Carlos parecía había recibido la mejor noticia del mundo al saber que irían a aquel local de comidas rápidas, y tan pronto el auto se detuvo bajo para correr a toda prisa hasta el establecimiento.


Aioros y Shura lo siguieron a su paso encontrándolo en el mostrador para pedir el pedido. Aioros levanto a Carlos en brazos para que le señalara que quería comer, Shura negó con la cabeza al ver la cantidad de variedad en el menú de comida rápida.


Esa trae juguete — señalo sonriendo alegremente.


— Ese menú será, el menú para niños, una superhamburguesa  para mi ¿Qué te gustaría Shura?


Una ensalada — respondió sin dejar de ver el menú.


No venden eso aquí…la hamburguesa vegetariana será, con refresco, papas y ¿Qué quieres de postre? — acoto Aioros señalando. — Lo que tú quieras Carlos.


Eso — señalo directo a una imagen donde había lo que parecía un vaso de helado.


Aioros se encargó de buscar una mesa,  no era complicado entre tanta gente mientras Shura llevo la comida de la mejor manera que pudo. Carlos tan pronto se sentó busco entre la caja de su comida el juguete que traía de regalo, un pequeño auto de color azul, y comenzó a jugar con él en la mesa mientras comía.


Shura estaba tranquilo mirando con seriedad, delante suyo aquel niño lloroso había cambiado de manera abismal cuando comenzó a hablar con Aioros, mientras el no pudo sacarle palabras el de sagitario lo hizo sin problemas, tenía mucho que aprender. Aioros estaba a la derecha de Shura, mirando al niño delante de él que jugaba alegremente, por un segundo imagino una foto familiar donde los tres estarían dadas las fechas, vestidos con unos suéteres ridículos de navidad y gorros festivos.


Después de almorzar fueron directamente al hotel, el pequeño había quedado dormido en el camino y solo basto en subir hasta la habitación para recostarlo a dormir en una de las camas de la Suite.


— ¿Qué sigue? — pregunto Aioros sonriendo mientras cobijaba al niño en la cama.


—  Que despierte e irnos a Grecia — respondió mirando pensante, haciendo cálculos rápidamente.  — El santuario tiene una hora adelantada, y son tres horas de viaje, por lo que si tomamos el avión a las tres de la tarde llegaríamos a las 7 al santuario…


— Hoy no es un día como cualquier otro, Shura, podemos demorar nuestro regreso — le interrumpió colocando su mano en el hombro. — Carlos merece no pasar amarguras y ser feliz en este día.


— En eso concuerdo, pero no podemos demorar en regresar al santuario, mi permiso fue de un día y tú te escapaste — recapacito el español.  


— Shion me deja hacer lo que quiera, ¿Recuerdas? Soy el santo modelo, el que fue más allá del deber — sonrió mostrando su sonrisa socarrona.  Se levantó de la cama de un salto y fue a la puerta— Regresare en un rato.


Shura no respondió al verlo irse, se mantuvo siempre observando al pequeño de cabellos negros opacos dormir, se veía tranquilo a su mirar y no podía imaginarse la angustia que pasaría cuando en unas pocas horas viajaran  Grecia, donde vivirían, donde desconocería el idioma, a un lugar donde no había niños de su edad para relacionarse, un mundo completamente diferente. En su adentro quería ahorrarle la desazón que pasaría, mucho habría sufrido Carlos tan solo con la muerte de sus padres, pero no podía hacer nada para disminuir aquella carga emocional, su permiso del santuario era solo por un día para arreglar aquel asunto.


 Aioros regreso tiempo después con algunas bolsas entre manos, el español sonrió con aquel gesto y juntos comenzaron a decorar la habitación aprovechando que el niño aun dormía. Para cuando Carlos despertó la habitación se veía más vistosa y alegre, con globos, cintas de varios colores y en el centro de la mesita ratona un pastel.


 — Un pajarito me conto que hoy es tu cumpleaños ¿Es verdad Carlos? — exclamo Aioros acercándose con su caja en manos.


Si — asintió temeroso.


Vamos a celebrarlo ¿Cuántos años cumples?


Cuatro — respondió mostrando su manita, dejando levantado 4 dedos.


Debes pedir tres deseos — interrumpió Shura acercando al pastel con cuatro pequeñas velas en medio encendidas.


¿No es uno? — pregunto Aioros dejando el regalo a un lado.


Son tres — le corrigió Shura y tan solo dos segundos después el pequeño pelinegro apago las velas de un solo soplo.


El resto de la tarde paso rápidamente, el niño abrió los regalos pero no tan alegremente como los mayores esperaban, más bien parecía que lo hizo por obligación, encontrando en una caja un tren de juguete y en la otra un auto. Después que comer del pastel Aioros se sentó al lado de Carlos, a pesar del tiempo debía confrontar aquello que más temía, primordialmente por las reacciones del niño, debían decirle que subirían a un avión.


Carlos — llamo el de sagitario al pequeño, un poco conmovido, que jugaba de manera muy distraída con sus nuevos juguetes a la mano. — Alejandro y yo no vivimos aquí — acoto tomándole las manos. — ¿Alguna vez has subido a un avión?


¿Un avión? — pregunto alzando la mirada, dejando sus juguetes a un lado.


Es como un vehículo, como el automóvil o las bicicletas, el avión vuela por los cielos para llevar a las personas a donde tienen que ir. — explico Aioros sonriendo.


Nuestros trabajos, casa, amigos y familia no se encuentran en España, sino en Grecia — continuo  Shura explicando calmadamente.


¿Se van a ir? — pregunto comenzando a sollozar.


No llores — le miro Aioros conmovido y lo abrazo. — Debemos irnos y tú viajaras con nosotros.


Shura suspiro pesadamente mirando la escena frente a él, el pequeño parecía estar a punto de llorar por angustia y Aioros intentaba mantenerlo calmado. Aioros lo miro haciéndole un simple gesto, invitándole a que se uniera al abrazo y así mantener tranquilo al pequeño Carlos, quien ya estaba llorando casi en silencio, el de cabellos azabaches asintió y seco las lágrimas del menor para luego abrazarlo, sería una larga noche.


Si los cálculos del de capricornio eran correctos llegarían al santuario pasada la media noche, y siendo aún más justos en el momento que los caballeros de bronce estarían haciendo sus rondas en las ruinas, los caballeros de plata durmiendo y probablemente solo tres o cuatro dorados despiertos en las guardias nocturnas. Miro la hora con cierta inquietud, esperaba encontrarse con el menor número de caballeros posibles y que en el santuario no se comenzara con un cuento de palabras mal intencionadas a Carlos.


Llegar una hora antes del vuelo parecía ser buena idea, en un principio, pero no contaban con que Viajar en un avión privado parecía tener grandes privilegios para los caballeros de Athena, todo se hacía en una sala completamente distinta a la de los vuelos comerciales, con su propio lugar apartado para el chequin, y demás, lo unico que compartía con los demás que viajaba en otros vuelos era entrada al aeropuerto y los negocios que se encontraba en la parte baja de la terminal, y al ser todo más ágil por ser tres pasajeros para un avión tenían mucho tiempo libre.


Cuando llego la hora de subir al avión Carlos tenía en sus manos sus juguetes nuevos, un osito abrazado, algo viejo y desgastado, que se negaba a soltar. Apenas hicieron el chequeo que no tardo mucho, apenas si los revisaron, Aioros llevaba colgando consigo su maleta un poco más cargada y Shura en sus manos tenía un par de cosas que había comprado especialmente para tener a Carlos entretenido en las tres horas de vuelo. Afortunadamente el vuelo en el avión privado de la fundación no tuvo ninguna demora, aunque el equipaje que eran los muebles de la habitación de la casa de Carlos viajaría por otros medios por no entrar dentro del avión.


Primera clase — exclamo Carlos apenas subió y vio la poca cantidad de asientos, muy grandes y bonitos.


Así es, viajaremos en primera clase—  Aioros lo miro sonriendo, aunque no tenía idea de lo que hablaba el niño, solo verle feliz le bastaba. Siguió al pequeño hasta donde se sentó, en uno de los primeros asientos que vio y le coloco el cinturón de seguridad. — Listo para volar.


Espera — interrumpió Shura sacando de su bolsillo un pequeño frasco, apenas lo abrió le coloco unas pocas gotas en cada oído al pequeño, por lo que Aioros lo miro. — Mientras estábamos esperando en el aeropuerto leí una guía de viajar con niños…es para aliviar la presión al despegar…Aioros ¿Preparaste su mamila?


¿Aun usa mamila? — pregunto sorprendido. — Eres todo una mamá gallina cabrita


— No me digas mamá gallina y mucho menos cabrita delante de él, no quiero tome esa costumbre.


Soy niño grande — interrumpió mirando tímidamente.


Si, eres niño grande — acoto Aioros revolviéndole el cabello.


Shura se sentó en el asiento de al lado donde se sentó Carlos y continuo leyendo aquellas pequeñas revistas con consejos, sería un vuelo corto pero a la vez largo con el pequeño a su lado y  se sentía más preparado con esa pequeña teoría en sus manos. Aioros sonrió y se sentó justo frente a ambos, sintiéndose afortunado de que el avión privado de la fundación era un avión ejecutivo con asientos enfrentados, así que no se perdería nada de vista y a la vez estaría atento por cualquier cosa que pasara.


Tres horas de viaje después el avión aterrizó en el coliseo, pasado la media noche en Grecia. Carlos había dormido todo el camino y despertó cuando Shura lo levanto en brazos para llevarlo camino por las doce casas, pero se encontraba en una delgada línea entre dormirse o despertarse. Y tal como Shura previno no había signos de presencia alguna de los caballeros de plata u bronce mientras se acercaban a la primera casa.


Mu de Aries se encontraba haciendo guardia cuando diviso a sus camaradas que venían llegando, recordó verlos salir en la noche anterior y no se esperaba que volvieran tan pronto. Cuando los vio acercarse comenzó a notar con mayor nitidez que el caballero de capricornio tenía algo en brazos que poco a poco fue tomando forma, hasta que finalmente logro ver a un niño.


— ¿Qué? — exclamo mirando a los dos llegar.


— Hola Mu, ¿Nos dejas pasar?


— Tienes un alumno, Shura — señalo sorprendido, no esperaba que capricornio se tomara la tarea de adoctrinar a un niño y al verlo detenidamente era muy pequeño, le recordaba a Kiki cuando era un infante que apenas caminaba, muy inquieto y escurridizo.


— No es un discípulo — respondió desviando la mirada. — Es mi hijo.


Mu entonces no necesito de leer la mente de Shura para saber que acontecía, recordaba la temporada de apuestas tres años atrás, la temporada de Aldebarán en Jamir cuando todo se salió de control hasta que se calmó y había escuchado algo sobre los retos, era de suponer que el niño tenía su originen en aquello pero decidió no indagar, algún día Shura lo diría y ese no era el momento de hacerlo. — Felicidades — dijo haciéndose a un lado para dejarlos pasar. — Se te parece mucho.


— Gracias — exclamo Shura agradecido, seguramente casas arriba otra seria la historia.


— ¿Quiénes más están haciendo guardia? — pregunto Aioros amablemente.


— Todos a excepción de Dohko y Milo — respondió. — Debido a la ausencia de Aioria y de ustedes el patriarca Shion ordeno que todo aquel que no tenga niños pequeños que cuidar ha de hacer guardia,  Milo quedo exento al haber cumplido su guardia nocturna en el día de ayer, Camus hoy cumplirá la guardia y Regulus quedara a Cuidado de Milo para llevarlo por la mañana a Piscis.


Los caballeros de la novena y décima casa asintieron y agradecieron por la información, continuaron su camino por las escalinatas a paso lento, en pos de que Carlos se durmiera en el trayecto, cosa que a simple vista no pasaría.


En tauro Aldebarán estaba dormido, podía sentirse desde fuera el potente roncar del taurino por lo que ambos caballeros pasaron de largo sin demora. En géminis otra fue la historia, Saga apenas los vio acercarse y diviso al niño, desde la entrada y apenas comenzó con un sermón bastante extenso y no solo para pedir explicaciones,  y sin más remedio ambos se quedaron a escucharlo, agradeciendo que el niño no comprendiera nada de lo que escuchaba. Cáncer fue pasar de largo y a casi corriendo pero siendo cuidadosos, el guardián no se encontraba, pero las máscaras si estaban y lo peor que podían permitir era que el pequeño viera aquel espectáculo. Leo también fue pasar de largo, Aioria aún estaba en su luna de miel y no había guardián que impidiera el paso.


En virgo Shaka los esperaba sentado en la flor de loto en medio del gran pasillo, estaba despierto, era evidente ya que al meditar su cosmos se mantenía elevado y al mismo tiempo levitaba.


— Shaka ¿Podemos pasar? — pregunto Aioros cortésmente.


Shaka apenas se movió, esbozando una sonrisa como pocas, haciendo un simple gesto para permitirles el paso a los recién llegados.


— Gracias — exclamo Shura antes de comenzar a caminar.


Los siguientes templos fueron también pasar de largo hasta capricornio, Dohko se encontraba durmiendo, Milo no estaba en Escorpio y ya en el noveno templo Aioros hizo un ademan para encaminar al de capricornio hasta la recamara principal del templo de sagitario, donde recostaron al menor en la cama.


— Ve a anunciarnos con Shion — le dijo con serenidad Aioros. — Yo le cuidare.


— Regresare pronto — exclamo cansado antes de levantarse de la cama.


Llegar a los del patriarca pensó sería algo rápido, pasaría las casas siguientes sin demora, después de todo en Acuario estaba Regulus y seguramente tanto el guardián del onceavo como del octavo estaban ahí durmiendo con el niño. Apenas llego a la entrada diviso al onceavo guardián con su armadura brillando de esplendor.


— Te esperaba durmiendo — exclamo mirando con severidad.


— Tengo guardia, volviste muy pronto de tu misión.


— Mañana te explico, el patriarca me dio menos de un día para hacerlo todo ¿Puedo pasar? A ti no me molestaría presentártelo después de todo.


— ¿Presentármelo? — pregunto sorprendido por aquellas palabras, no quiso indagar más, hizo un ademan permitiéndole el paso a Capricornio y este paso sin demora.


En la doceava casa todo estaba en total silencio, seguramente el guardián del templo y su visita proveniente del cuarto templo estaría durmiendo por lo que no se molestó por dar aviso, solo paso de largo directo al templo donde el patriarca Shion se encontraba.


— Su santidad, he regresado — exclamo con seriedad inclinándose ante el mandatario.


— Me alegro que regresaras capricornio ¿Has cumplido con lo que te encomendé?


— Así es patriarca.


— Debes comprender que esta clase de actos no son permitidos en el santuario, he de dejarlo pasar debido a que fue en un momento de ausencia mía y que Saga les daba demasiadas libertades — enfatizo mirando con severidad bajando del trono. Camino a paso lento y su rostro se suavizo mirando al más joven, quien aún no levantaba su cabeza y miraba directo al suelo — Comprendo que tienes gran predisposición al deber y a la responsabilidad, y no es una decisión a fin muy sencillas, aun así es la mejor.


— Perdone mi impertinencia pero no me convenzo de ello — exclamo bajando la mirada. — Él ha crecido en un ambiente muy diferente al santuario, no estoy seguro que se adapte.


— Capricornio ¿Trajiste al niño aquí? — su rostro cambio de manera drástica ante tales palabras, miro con incredulidad mientras retrocedía.


— Debía hacerme responsable de mis actos— levanto la mirada demostrando seguridad en sus palabras. — ¿Quería que lo deje en un Orfanato?


— Te dije con claridad que terminaras con el asunto Capricornio y seria castigo por tu imprudencia.


— Tenemos un concepto distinto de terminar con los asuntos — refuto. —  A mi juicio no es lo correcto abandonarlo.


— De todas formas ya está hecho — miro con severidad. — Regresa a tu templo a cumplir con tus obligaciones.


— Patriarca, si usted me permite, pido su permiso para ausentarme de mis labores en tanto el niño…


— Las responsabilidades no deben abandonarse, Capricornio, aunque cambiara el ambiente que te rodea — le interrumpió con severidad.


Shura bajo la mirada, podía sentir que claramente Shion le estaba aumentando el castigo por sus actos imprudentes. Se levantó súbitamente y se dio media vuelta, iría directamente a Sagitario a avisar a Aioros que tenía que cumplir con su guardia.


— Capricornio. — le interrumpió Shion en su andar. — Espero que ese niño no se convierta en una carga.


— Se llama Carlos — dijo dándose media vuelta. — Y no lo será, se lo aseguro.


Salió del templo del patriarca no sin antes revisar el horario de guardias previamente establecidas, leyó las guardias con gran seguridad, agradeciendo que Aioros no tenía obligaciones algunas que cumplir, mientras él tenía que hacer su guardia nocturna en los recorridos por los alrededores del santuario. Fue directo al templo del Centauro donde Aioros esperaba, recostado en la cama mirando al pequeño dormir, quien ahora llevaba puesta una remera bastante grande, que seguramente le llegaba hasta los pies a pesar de estar cubierto por las sabanas.


 — Se me acabo  contemplación ¿He? — exclamo sin perder su fiel sonrisa al notar al de capricornio entrar. — ¿Qué haces con tu armadura puesta?


— Tengo guardia nocturna ¿Podrías cuidarlo esta noche?


— Eso ni se pregunta, como tu pareja el también se convierte en mi responsabilidad — respondió con amabilidad.


— Aioros…gracias.


— No hay porque — acoto antes de ver al de capricornio salir por la puerta. Desvió su mirada al pequeño que dormía tranquilamente en la cama, seguramente en la mañana comenzaría un largo periodo donde el pequeño debería de adaptarse  a una vida completamente distinta, sumado a eso la vinculación. Miro su reloj despertador, uno digital que tenía la fecha fija en lo alto, ya era 22 de diciembre y sonrió, sería un largo camino pero lo transitaría de igual manera como transito el camino en su sacrificio por Athena, caminaría hacia adelante sin mirar atrás, con gran determinación, al lado de quien tanto amaba y esperando lo que el mañana deparara.


Mientras afuera Shura salió sin demora a cumplir con sus obligaciones, aunque su mente tenia demasiadas cosas dando vueltas. Era feliz de saber que su decisión era correcta, que Aioros lo apoyaba, ahora solo le quedaba transitar un camino distinto al del guerrero, el camino de criar a un niño que no sabía si se convertiría en un caballero de Athena, o no.  Muy en sus adentros se negaba a que fuera a ser un simple soldado. Mientras caminaba sonrió orgulloso,  y si debía entrenarlo porque así las estrellas lo decían lo haría sin dudarlo,  si no debía entrenarlo y debía entregarlo a otro que lo guie por el camino de los caballeros lo haría aunque vigilaría bien el futuro maestro que tenía que ser un dorado a su juicio sino era él.


 


Fin

Notas finales:

Espero les gustara, llevo escribiendo este pequeño relato…SON 18 PAGUINAS, mucho tiempo, borre muchas cosas, cambie otras hasta que me quedo como me gusto, bueno más o menos nunca termino tan a gusto.

Si se preguntas ¿No era que actualizarías Nos Conocemos de nuevo? ¿Y la lucha del amor?

La respuesta es sí, estoy trabajando pero es difícil, ambos capítulos 21 están en proceso, no sé cuándo los publicare pero quizás, antes de lo esperado, el tiempo lo dirá.

FELICES FIESTA Y FELIZ NAVIDAD, PROSPERO AÑO NUEVO

Posadata: YA ME RECIBI EN MI CARRERA


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