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"Corazones marchitos" por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

He querido recibir el nuevo año 2020 con este songfic cuya canción me inpiró fue Spieluhr de la banda de metal industrial Rammtein y de la cual no gano ninugún lucro al utilizar. Así mismo, los personajes de Saint Seiya nombrados aquí son propiedad intelectual del gran señor Masami Kurumada. Sin más que agregar, gracias a los que leen y de corazón, que disfruten de la lectura.

 

O-o-O-o-O

El ritmo de su respiración era pesado, con cada nuevo latido que daba su valiente corazón de guerrero podía sentir un suspiro de vida escaparsele de su cuerpo. Los parpados comenzaban a parecer de plomo segundo a segundo y el dolor de las heridas internas y externas estaban dejando de sentirse en sus nervios. La pequeña niña que ahora le costaba la vida y el honor se encontraba a salvo, había cumplido bien con su papel de protector aunque ahora la vitalidad se le apagara como el sol ante la oscuridad de una eterna noche sin luna.

Pareciera que finalmente el dios Zeus se apiadaría de su alma cansada y de forma lenta el sueño de la muerte lo envolvió para llevarlo a los Elíseos...

O-o-O-o-O

Los pasos culpables hacían eco sobre la alfombra rojo sangre, aquel que yacía en el magnífico trono, enmascarado bajo un anonimato cobarde disfrazado de poder le miró por detrás de la rígida careta de metal azulino oscuro. Y su voz gruesa resonó con una interrogante cuya respuesta le haría sonreír con maldad en la faz diabólica, y llorar en el interior débil.

—¿Has destruido a ese traidor?

El menor suspiró, las blancas manos se volvieron puños palpitantes y sus labios se contrajeron con pesar antes de responder con juvenil voz enfundada en una frialdad producida por la madurez a la fuerza.

—Así es, gran patriarca. Aioros de Sagitario ha perecido ante mi, pero no había rastro de Athena —mintió ante esto último.

—No te preocupes por ella Shura, enviaré a buscarla dentro de poco. Lo que me importaba era que ese maldito desapareciera, no merecía estar entre nosotros —rió con malignidad, el de cabellos noche se dio la vuelta dispuesto a abandonar ese lugar y así entregarse al dolor de su pérdida.

O-o-O-o-O

Una criatura muere, según parece
quería estar sola.
El corazón pequeño estuvo quieto durante horas
se la declaró muerto.
Es enterrado en arena mojada
con una caja de música en la mano…

O-o-O-o-O

Los demás caballeros escuchaban los hechos recién ocurridos con rostros de sorpresa algunos, de incredulidad otros. No podían creer que Aioros de Sagitario pudiera cometer todos aquellos pecados de los que se le acusaban aún cuando ya se sabía que hubo muerto a manos de Shura de Capricornio por ordenes del patriarca Arles en calidad de traidor. Mas uno de los guerreros presentes mantenía la mirada baja aguantando las inmensas ganas de romper en llanto, su hermano se había marchado para nunca más volver, estaba solo ahora frente a la sentencia de ser el hermano de un traidor.

Esa misma semana Aioria fue a aquella tumba que aunque sabía vacía, estaba hecha con la intención de albergar un recuerdo, los demás dorados quisieron hacer aquel gesto en honor de tanto que el arquero les había dado en el pasado y durante el tiempo que lo conocieron, pues fue un caballero en todo el sentido de la palabra. Leo se hincó sobre la tierra húmeda que dejara una tormenta ya pasada y que había facilitado formar el montículo donde descansaban múltiples flores blancas. Y entre el lodo del fondo, Aioria recordaba una pequeña caja cuya música lo ayudaba a dormir en las noches de su infancia, Y que colocara antes de que el sepulcro fuera llenado de tierra humedecida.

—Llévate mi melodía contigo, hermano para que no me olvides, yo nunca te olvidaré...

O-o-O-o-O

La primera nieve cubre la tumba,
ha despertado con dulzura a la criatura.
Una noche de invierno
despertó el pequeño corazón.

O-o-O-o-O

Los años pasaron como estrellas fugaces, todo cambió para bien y para mal, enfrentamientos y dioses malignos aparecieron pero todo fue superado. Su alma hace mucho había encontrado una paz que le fue arrancada desde su cabeza, pero gracias a Athena todo había terminando, pero ahora algo nuevo aquejaba su consciencia condenándolo a la siniestra tortura de enloquecer en silencio por la culpa de sus pecados pasados, que aunque ya perdonados, no dejaban de gritarle que debía pagar por el dolor de un inocente. Ahora las pesadillas se hacían cada vez más frecuentes y vividas, podía ver a aquel hombre al que condenó a la muerte. Su hermoso rostro se formaba en sus sueños y esos tentadores labios formaba una sonrisa comprensiva.

En uno de esos viajes oníricos llegó incluso a sentir el tibio tacto de Aioros abrazándole, y esa noche, Saga se despertó agitado y llorando desoladoramente, sintiendo el dolor de perder a alguien que durante tanto tiempo amó y que su debilidad no le permitió defender y proteger.

—Aioros… Aioros, perdóname por favor, yo te amaba pero no pude protegerte… —se abrazaba a si mismo presa de un dolor interior, aún de noche se levantó de su cama para pronto y con todo el sigilo que pudo, abandonar su templo con una única dirección en el pensamiento.

Era de madrugada una tenue nevada caía, estaba oscuro y sombrío pero a Saga no le importaba todo aquello mientras lloraba con amargura sobre la tumba vacía de Aioros, ahora cubierta con un pulcro y frío manto blanco y brillante.

O-o-O-o-O

Al cubrir el hielo a la criatura
se pone en marcha la caja de música.
Una melodía en el viento,
y desde lo profundo canta la criatura.

Galope galope jinete.
Y ningún ángel se eleva.
Mi corazón ya no late más.
Sólo la lluvia llora en la tumba.
Galope galope jinete.
Una melodía en el viento.
Mi corazón ya no late más.
Y desde lo profundo canta la criatura.

O-o-O-o-O

Los pesados pasos de las botas de una armadura se dejaban escuchar dentro de las paredes de ese magnífico templo de paso, produciendo un eco que el guardián residente no llegaba a escuchar. Una melodía perdida en su memoria llenaba el ambiente congelándole la sangre al que iba de pasada. Los ojos verde oscuro se dilataron y la piel se le erizó de pies a cabeza. Esa melodía él la conocía.

—La melodía que Aioros le cantaba a Aioria cuando su caja de música se estropeaba… —susurró con un hilo de voz, y a su mente acudieron imágenes de aquel hermoso hombre de ojos esmeralda y rizos castaños brillantes al sol y tan suaves como el algodón— Aioros…

Shura salió de prisa del quinto templo, Aioria posiblemente estaba hundido en sus recuerdos junto con una terrible nostalgia. Descendió las casas restantes lo más rápido que pudo, no le importó que estuviera lloviendo en esos precisos momentos, necesitaba ir a aquel lugar donde el recuerdo del hombre que amaba mantenía viva su esperanza de algún día poder estar juntos, pedirle perdón y amarlo hasta que su esencia desapareciera por completo de ese mundo.

Las lágrimas de Shura cargadas de dolor, de culpa y de un sufrimiento eterno caían sobre la tierra de la tumba de su amado, confundiéndose con las lágrimas del cielo nublado, y los gritos de desesperación suplicando un perdón que no podría escuchar, se volvían uno con los truenos que partían el cielo sobre su cabeza. Le ardía el alma recordar que sus manos fueron las culpables de acabar con la vida de Aioros, de que su corazón dejara de latir, dejando el suyo sangrante y solitario…

Saga y Shura sufrían con equivalencia el dolor de haber enterrado un corazón que ambos amaban, y que querían ser amados por él. Ni el uno ni el otro conocían los sentimientos del contrario hacia Aioros, pero aún así tendrían que pagar la condena, Saga por haber sido el autor intelectual y Shura el autor material de aquel crimen, y eso sería llorando entre sueños y reviviendo momentos pasados que ya no volverían.

Shura estaba empapado hasta el alma de tanto llorar, había quedado afónico por gritar y maldecir su suerte y el que siguiera vivo cuando no podía estar con el amor de su vida. Mientras tanto, Saga acababa de despertar nuevamente gritando y llorando, las ojeras en su rostro eran ya notorias y esto preocupaba a Kanon, quien sabía el porqué de los ataques de su gemelo y ahora lo abrazaba para tranquilizarlo. De nuevo había soñado con Aioros y eso lo hacia sufrir porque nunca podría sentirlo ni verlo, no podría amarlo como tanto deseaba.

O-o-O-o-O

La luna fría en todo su esplendor
escucha los gritos en la noche,
y ningún ángel se eleva.
Sólo la lluvia llora en la tumba.

Entre la fortaleza de su tumba
jugará con su caja de música.
Una melodía en el viento,
y desde lo profundo canta la criatura.

Galope galope jinete.
Y ningún ángel se eleva.
Mi corazón ya no late más.
Sólo la lluvia llora en la tumba.
Galope galope jinete.
Una melodía en el viento.
Mi corazón ya no late más.
Y desde lo profundo canta la criatura.

Galope galope jinete.

Mi corazón ya no late más…

O-o-O-o-O

—Diosa Athena, estoy desesperado, mi hermano está perdiendo la cordura ya casi no duerme y cuando lo hace despierta bruscamente con ataques de pánico y ansiedad…

Kanon se veía genuinamente preocupado por su gemelo, ellos habían limado muchas asperezas desde que los conflictos entre dioses se calmaron, ahora ambos vivían juntos en Géminis pero al ex marina le dolía ver el sufrimiento de su hermano. Athena al ver el estado del joven hombre se preocupó también pues no era la primera vez que le comunicaban algo referente al estado de Saga, un par de días atrás Deathmask había hablado con ella y con Shion sobre los gritos que escuchaba de la tercera casa en las madrugadas, el italiano se encontraba también mortificado por lo que pudiera estarle ocurriendo a su compañero pero no se inmiscuía para evitar ser indiscreto o causar alguna ofensa en los gemelos y era por eso que prefirió contárselo a ella y al patriarca que son la autoridad en el lugar.

Athena se había quedado pensativa en lo que podría estar ocurriendo pero ahora no sólo con Saga, sino también con Shura, y esto ella misma lo supo porque podía sentir el dolor y la perturbación en el cosmos de este santo y eso le carcomía el alma a la joven por no saber el motivo que mantenía a sus caballeros en ese inmenso sufrimiento.

—Calma por favor Kanon, te aseguro que buscaré la manera para ayudar a Saga —dijo la joven diosa al tiempo en que daba apoyo al geminiano colocando una de sus pequeñas manos sobre el hombro de él—. Lo mejor será que vayamos en este instante, no podemos dejar que Saga siga así por más tiempo debemos saber lo que aqueja su alma antes de que vuelva a pasar una desgracia.

—Como usted diga, mi señora. Se lo agradezco mucho, Saga… es la única familia que tengo y no quiero volver a perderlo…

—No lo perderás, caballero. Te aseguro que no volverás a pasar por eso. Ven, demonos prisa.

Kanon asintió siguiendo a la muchacha rumbo al templo de Géminis.

O-o-O-o-O

La tormenta de sentimientos tanto buenos como malos no le dejaba vivir, él había matado a su más grande amor pero no había sido por convencimiento propio, no, Shura sabía de quien era la culpa de que haya cometido tan atroz acto en contra de Aioros pues él nunca fue ningún traidor ni mucho menos alguien malvado. Cuando Athena les brindó su perdón y los trajo de nuevo del Inframundo, él y Saga se sinceraron y se pidieron el perdón que realmente nadie más que ellos mismos se podían dar. Pero en este momento al español se le había olvidado todo eso y es por ello que con las botas de entrenamiento cubiertas de lodo del panteón, y el cuerpo mojado por la lluvia torrencial, se dirigía presuroso al templo de los gemelos para poder confrontar al causante de toda su desdicha y desquitarse de ser posible por haber asesinado a lo único bueno que había tenido en ese lugar.

Un trueno surcó el firmamento de una tarde gris, Athena y Kanon no le tomaron importancia al capricho de las nubes de ponerse a llorar de nueva cuenta en cualquier instante, ambos siguieron caminando en descenso para poder ayudar al mayor de los peli-azules, sin imaginar lo que se encontrarían al llegar.

Deathmask sintió un cosmos poniéndose agresivo momento a momento, el italiano sabía de sobra de quien era aquella energía que pasaba por su templo, salió para tratar de calmar a su amigo, cuando Shura estaba así no eran buenas noticias para nadie por lo que muy preocupado el de Cáncer siguió a Capricornio a una distancia prudente, tal vez en el momento correcto pudiera hacer algo por él. Pero de algo estaba seguro; nada bueno podía salir en el estado actual del español.

Los minutos corrían y en Géminis, Saga había sentido la turbación de cosmos que se acercaba con velocidad a su casa, conocía bien esa energía.

—Shura, ¿qué es lo que te ha puesto así…?

Su pregunta al viento no tendría contestación por ahora, pero pronto sabría el porqué de tan inmenso dolor en el cosmos de su compañero.

El paso se hizo lento ahora que estaba en el lugar que deseaba, Saga salió de sus aposentos sin su armadura. Así como Shura él sólo vestía con las ropas de entrenamiento, con pasos calmos aunque cansinos se colocó frente a su inusual visitante, el de cabellos negros miraba a su camarada, su rostro se veía cansado y en sus ojos, redondos círculos oscuros hacían más profundas las gemas verdes claras que Saga llevaba por ojos, muestra clara de noches de desvelo o quizás insomnio. Mientras tanto el gemelo hacía su propia exploración del contrario, notando los ojos verde oscuro, rojizos e hinchados probablemente por un llanto imparable, el cuerpo fuerte por completo empapado y algunos mechones negros se adherían al blanco rostro de fruncido ceño y facciones serias.

—Shura, tu cosmoenergía habla por ti. Has venido con la intención de pelear. ¿Por qué? —Saga preguntó sin emoción alguna en su varonil voz. Shura lo miró con intensidad.

—Tú deberías saber por qué, Saga. Por tu maldita culpa perdí a quien más he amado en esta vida —respondió con todo el dolor que en su corazón cargaba.

—Espera, ¿de qué estás hablando?

El entrecejo de Saga se frunció al escuchar las palabras del menor. ¿A caso Shura se estaba refiriendo a Aioros? Sería imposible, nadie amaba más que él a Sagitario.

—¡Maté a Aioros para complacer tu maldita hambre de poder! —explotó Shura elevando cada vez más su cosmos— No te imaginas cuanto lo amaba, pero tú me convertiste en su asesino… —apretó los puños mirando al mayor con odio.

—Sé que fue mi culpa por no ser lo suficientemente fuerte como para pelear contra la maldad que consumía mi alma. No es una excusa Shura, pero creía que ya te había quedado claro que ni tú, ni yo, ni nadie pudo hacer nada. Estaba perdido y me arrepiento de tantas cosas, en especial de destruir tu sentido de justicia ordenándote acabar con Aioros, cosa que cumpliste con tal de no caer bajo el título de traidor… Shura, no puedo regresar el tiempo, sólo te pido que me perdones por todo el daño que te hice a ti y a los demás y en especial a Aioros porque… porque yo también lo amaba.

—¡Mientes, cállate Saga! —Shura se había alterado cuando escuchó la confesión del peli-azul— ¡Eso es mentira, tú nunca has amado a nadie, y ni se te ocurra decir que lo hiciste con Aioros porque no tienes ningún derecho! Yo si lo amé y aún lo hago, aunque él esté muerto por tu causa, yo aún lo amo.

—Tú eres solamente un niño Shura, no entiendes el sentimiento verdadero de amar. No sabes lo que es soñar todas las noches con tener al hombre que amas y al caer en la realidad, darte cuenta de que eso nunca podrá ocurrir —le dijo con rabia, Shura bufó.

—¿Es por eso que tienes esa enorme cara de cansancio, Saga? Qué patético eres, tú no sabes lo que es tener que vivir llorando sobre una tumba vacía sintiendo que eres el peor ser sobre la tierra al castigar a quien no merecía tanto dolor.

Death quien estaba oculto detrás de unos pilares se impresionó por lo que estaba escuchando, nunca se imaginó que ese par compartieran un sentimiento tan enorme por quien no podía estar con ellos, él recordaba a Aioros y no los culpaba por amarlo, Sagitario siempre fue un hombre de bien que gustaba de ayudar a los demás y su sonrisa parecía iluminar el lugar al que fuera, pero ahora aunque no estuviese vivo causaba un conflicto entre dos almas afligidas y solitarias que se culpaban de su ausencia.

Y el de Cáncer no era el único sorprendido, Kanon y Athena habían llegado hace poco alarmados por el cosmos del español que subía amenazante, al llegar escucharon cada palabra que los que estaban en conflicto se habían dicho. Kanon negó y la muchacha sintió un nudo en la garganta, era verdad que Aioros estaba muerto por haberla protegido a ella de la maldad de Saga, pero aunque anteriormente había intentado traer a la vida al arquero, los dioses se lo habían negado, pero Athena entendía que el joven partió antes de lo que debía y por eso ella se había decidido hoy más que nunca a traer a ese hombre que tantos vacíos había dejado tras su muerte injusta.

—Shura, Saga —llamó la deidad con la voz temblorosa—, por favor lo hemos escuchado todo, les pido que no se culpen por la muerte de Aioros pues la única culpable fui yo y por eso, es mi deber como su diosa mitigar el dolor de sus almas y acabar con el tormento de la culpa que sus corazones cargan.

—Athena… —Saga no sabía que decir y Shura no sabía como tomar lo que la joven decía.

—Ya lo he intentado antes pero ahora estoy dispuesta a que se cumpla. Traeré a Aioros de Sagitario a la vida a costa de lo que sea —sentenció con decisión ganándose la mirada sorprendida y esperanzada de los hombres en el lugar.

O-o-O-o-O

El día de los difuntos
escucharon esa melodía desde los terrenos de Dios.
Allí la desenterraron,
salvaron el pequeño corazón de la criatura.

O-o-O-o-O

Habían pasado algunas semanas hasta que por fin un día, Athena llamó a todos los caballeros al templo principal. Tenía una noticia que darles.

Los guardianes de oro, plata y bronce estaban reunidos en el gran salón del trono ansiosos por aquello que se les iba a comunicar. De un momento a otro apareció la joven diosa junto con Shion, el patriarca.

—Caballeros míos —inició una vez estuvo frente a todos—, a dos de los caballeros de oro les hice una promesa algunas semanas atrás, y a pesar de que en ese momento él no estuvo presente, sé que a Aioria de Leo le alegrará mucho esta noticia también. En oportunidades pasadas intenté de muchas maneras que todos mis guerreros estuviesen completos, pero a pesar de mis esfuerzos no se me permitía traer a quien le debo mi vida desde que era una bebé. Pero es hasta ahora que les puedo decir que gracias a muchos encuentros, peticiones, tratados y pactos que no los involucran a ustedes ni al bienestar de la Tierra, hoy puedo decirles que cumplí mi palabra y el caballero dorado Aioros de Sagitario volverá a estar entre nosotros y tomará su puesto como guardián dándole así una segunda oportunidad de vivir en la nueva paz que ahora tenemos —concluyó con una sonrisa ante el murmullo y el júbilo que sus guerreros comenzaban a mostrar entre ellos al escuchar que aquella leyenda sería traída de nuevo.

Pero a tres santos de oro la noticia los había hecho sentir una explosión dentro de sus pechos, Aioria estaba llorando de alegría arrodillado en el suelo , siendo consolado por Deathmask, no había podido contenerse volvería a ver a su amado hermano después de tanto tiempo llorándole en una soledad nostálgica y ahora volvería a abrazarlo como cuando era un niño.

Shura era sostenido por Camus pues casi cae de la impresión que le causaba saber de nuevo con vida a ese hombre a quien asesinó hace ya tantos años y cuyo corazón deseó para si. Al igual que Saga, éste abrazaba a Kanon mientras las lágrimas inundaban su rostro, el saber que volvería a ver a Aioros era algo que le llenaba de dicha y al mismo tiempo de angustia pues los años no hubieron pasado en vano, y tarde o temprano, para bien o para mal, tanto él como Shura tenían mucho por decir y más aún, por hacer...

Galope galope jinete
una melodía en el viento
mi corazón ya no late
y desde lo profundo canta la criatura
galope galope jinete
y ningún ángel se eleva
mi corazón ya no late
sólo la lluvia llora en la tumba

Galope galope jinete
una melodía en el viento
mi corazón ya no late
y desde lo profundo canta la criatura

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer.


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