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EL ÚLTIMO RESCATE por Artemisa El Britannia

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Notas del fanfic:

Por si no quedo muy claro vuelvo a repetir lo anterior. 

 

Este fanfic es un One Shot, pero la página no soporta tantas palabras y lo terminaba por cortar a la mitad, así que decidí subirlo en dos capítulos para que no haya ningún problema, así que no se espanten si sienten que se corta de manera muy brusca. 

Notas del capitulo:

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo. 

Capítulo 1

 

Se encontraba en su casa limpiando con música a todo volumen de fondo, la escoba era su micrófono y los muebles sus espectadores que al finalizar de cantar a todo pulmón y con toda la pasión de su alma, le gritaban que querían oír otra canción.

Todo era perfecto en su vida en ese momento, no tenía tarea, estaba escuchando a su banda favorita, en la estufa se estaba cocinando una deliciosa lasaña que se comería al finalizar de limpiar su casa, si le daba tiempo podría ir a la tienda del abuelo de Yugi para comprar o cambiar cartas por la tarde y si corría con suerte cenaría con ambos, lo cual cerraría con broche de oro su hermoso y pacifico día.

Claro que no contó con que una llamada le cambiaría la vida por completo.

Ring, ring.

 

-          Buenas tardes, residencia Wheeler – Joey sonrió al pronunciar esas palabras, ya que siempre las personas que le marcaban acababan poniéndose nerviosos al escuchar la palabra residencia.

-          Buenas tardes, mi nombre es Nohemí Valtierra y me estoy comunicando del Hospital General de Domino, ¿se encuentra el Sr. Joey Wheeler? – a Joey se le borro la sonrisa de inmediato y pensó lo peor, todas y cada una de las personas que conocía se le vinieron a la cabeza como si se tratara de una mala película de terror.

-          Soy yo, ¿pasa algo malo? – su voz tenía un tono de miedo y cierta desesperación por saber rápidamente lo que había pasado, así soltó la escoba y le bajo al volumen de su estero para poder escuchar mejor a la mujer que le marcaba. 

-          Lamento molestarlo, hace 2 semanas recibimos a un paciente que estuvo en una fuerte colisión y entró en coma por todo este tiempo – Joey trató de hacer memoria para saber a quién no había visto en el últimas semanas, pero nadie se le venía a la cabeza – el día de hoy despertó con amnesia y lo único que recuerda es su nombre, ¿abría la posibilidad de que viniera al hospital para poder llenar algunos formularios?

-          Por supuesto, voy en camino.

 

Joey tomo sus llaves, el casco de su motocicleta y un sobre con el dinero que había estado ahorrado, en caso de ser necesario, durante el camino siguió pensando en todos sus amigo y se reprochaba una y otra vez haber olvidado a uno de ellos y que ese uno se encontrara en el hospital herido y con amnesia, llegó lo antes posible y en la recepción lo atendió una doctora con semblante amable.

 

-          Perdone que le hayamos marcado de manera tan abrupta en domingo, pero no sabemos nada del paciente y por la gravedad de sus heridas no pudimos reconocerlo, ya se encuentra estable y lo vamos a canalizar a rehabilitación para que pueda recuperar sus funciones motoras al 100%, tenemos suerte de que el mejor cirujano del país trabaje aquí – Joey agradecía que la mujer tuviera tanta delicadeza para hablar de los daños, pero a cada palabra se sentía un peor amigo y le asustaba ver “lo grave” que se encontraba – sígame por aquí, una vez nos diga el nombre del paciente podremos llenar los formatos correspondientes – Joey sintió que el pasillo que lo llevaba a terapia intensiva era un túnel del horror donde cada sonido que hacían las máquinas de los demás pacientes eran puñaladas para él, para su conciencia y sobre todo para su corazón. Al entrar a la habitación vio 5 máquinas diferentes unidas a la persona recostada, una infinidad de medicamentos colgando en bolsas y casi todo el cuerpo estaba lleno de vendajes que le impedían moverse de manera correcta, Joey sintió un escalofrió al ver sólo los ojos y la boca descubiertos de todo el vendaje que tenía el rostro, se acercó lentamente y espero a ver alguna reacción para poder hablar y reconocer a la persona que estaba en la cama - debo retirarme por cuestiones de trabajo, cuando reconozca al paciente puede pasar al módulo donde lo recibieron para llenar los formularios – Joey asintió y se quedó a solas esperando, fueron los minutos más largos de su vida, pero cuando el paciente abrió los ojos se le fue el alma al cielo.

-          ¿KAIBA? – no podía creer que el CEO fuera el que estuviera en tan mal estado… parecía que le había pasado un tráiler encima.

-          Joey Wheeler – el rubio se sorprendió de que lo llamara y de que reaccionara a su presencia, jamás pensó que su archienemigo sólo lo recordara a él.

-          Kaiba… hola… - Joey se había trabado por completo, no sabía que decir, no sabía qué hacer y mucho menos entendía la situación, todo el peso de su corazón ahora se había hecho más grande, ¿Cuándo había sido la última vez que había visto a Mokuba?, ¿cómo era posible que no se hubiera enterado de la desaparición de tremenda figura pública? En ese momento se le prendió el foco, tomó su teléfono y empezó a buscar entre sus contactos el número del hermano menor del castaño, debía decirle donde estaba y rápido – vuelvo en un momento - salió del cuarto y empezó a marcar, pero nadie atendía eso lo ponía nervioso, ya que pensó que tal vez al menor también le había pasado algo y por eso nadie había podido encontrar al castaño y los buitres que tenía por socios había ocultado su muerte para evitar pérdidas o simplemente esperando que Kaiba jamás apareciera de nuevo, lo intentó más de 10 ocasiones y en la última llamada donde había puesto su último gramo de esperanza por fin Mokuba contestó.

-          Joey, estoy resolviendo un asunto… y me es imposible atenderte en este momento – Joey notó el tono extraño en la voz de Mokuba y entonces se le vino a la mente todas esas conversaciones donde el menor hablaba mal de los socios de su hermano aquellas que siempre terminaban con la misma frase “si Seto desapareciera seguramente acabaría encerrado en la mansión esperando mi muerte”, pensó que tal vez eso estaba pasando así que decidió hablar en código, el niño eran un genio, seguramente lo entendería de inmediato.

-          Perdón que te moleste sere breve lo juro – espero la aprobación del menor y continuo – Yugi está en el hospital, por un accidente automovilístico y tiene amnesia, así que me haré cargo de él hasta que puedas venir a verlo – Mokuba al otro lado del teléfono se le hizo extraña esa declaración, ya que el rubio era buen amigo del tricolor y jamás pensó que le diría que fuera a verlo – bueno te dejo con tus pendientes y salúdame a tu hermano – así colgó la llamada dejando al pelinegro pensando. Al colgar no sabía qué hacer, ¿cómo iba a sacar a Kaiba de ese hospital sin que llamara la atención? Por dios era la figura más pública del mundo, regresó a la habitación y se dio cuenta de que el castaño había vuelto a dormir, así que tenía que planear la forma de ser lo más discreto posible en lo que recuperaba la memoria y podían salvar a Mokuba del arresto domiciliario al que seguramente había sido sometido.

 

Tomó de nuevo su celular y le marcó a Yugi, debía tener a alguien de confianza a su lado, porque solo no iba a poder con toda esa farsa, al terminar de contarle lo que sucedido al tricolor decidió esperar a que llegara al hospital y así decidir qué hacer, mientras tanto observaba como sonaban las máquinas y se preguntaba ¿cómo iba a salir el poderoso CEO de ese problema?, por dios estaba literalmente inmóvil, sobre una cama lleno de mangueras por todos lados, se veía tan indefenso que hasta cierto punto sentía pena por él, a pesar de que siempre había sido una mala persona con todos los que lo rodeaban nadie merecía tener esa clase de accidentes.

Pasaron 30 minutos donde contemplaba cada aparato, cada parte de su cuerpo con tanto detenimiento como tratando de buscar algún indicio que le dijera que el hombre recostado en esa cama no era Kaiba, pero al recordar el color de sus ojos supo que no había ningún error, no había conocido a nadie con el mismo color de ojos que tenía ese dragón malhumorado, aún con amnesia parecía que ese azul eléctrico podía matarte si lo desafiabas.

 

-          Joey, llegue lo más rápido que pude, ¿cómo está? – volteó a ver a la cama y al ver a la momia viviente frente a sus ojos supo que era más grave de lo que su amigo había explicado por teléfono – por dios… Kaiba… ¿qué le pasó? – el rubio le contó toda la historia con lujo de detalles e incluso la parte donde Mokuba había actuado raro y que por las dudas había hablado en código para que el pelinegro no tuviera problemas en caso de que los accionistas de su empresa lo tuvieran secuestrado – no puedo creer que otra vez hayan intentado matar a Kaiba… debo admitir que poco les faltó para lograrlo… ahora sólo deben esperar a que Mokuba cumpla la mayoría de edad para que les ceda completamente Kaiba Corp. – ambos se quedaron pensando en que ser rico era demasiado complicado y que las novelas no eran tan dramáticas como pensaban.

-          Necesito que me ayudes a darle una identidad, seguramente ya lo dieron por muerto, por eso sigue a salvo, pero en cuanto se enteren de que está aquí no dudaran en matarlo – Yugi vio a su amigo y se puso a pensar lo mejor posible, pero cada idea era aún más absurda que la anterior, pero no tenían muchas opciones, cuando terminara de recuperarse sería más que obvio quien era el que se encontraba en esa cama.

-          Esa no es una mala idea – Joey volteo a ver a su amigo con cara de no entender nada – que piensen que de verdad está muerto, si le damos una identidad falsa hasta que pueda moverse un poco más y después lo sacamos, nadie sabrá que es él – el rubio vio a su amigo y sonrió, era una excelente idea, solo debían de evitar que le quitaran el vendaje de la cara –

-          ¿Yami sigue de viaje en Egipto? – Yugi vio con sorpresa a Joey y asintió con la cabeza – entonces hay que decirle a la enfermera que Yami es el que está aquí postrado y hay que decirle que no vuelva por un tiempo, hasta que podamos sacar a Kaiba del hospital.

-          Es una buena idea, pero donde vamos a esconderlo… todo el mundo sabe quién es – Yugi seguía preocupado por los hermanos Kaiba, después de todo Mokuba les había contado todos los intentos de saboteo, boicoteo y asesinato que habían sufrido por culpa de la avaricia de los accionistas de Kaiba Corp. Y el ver al castaño ahí tirado luchando por su vida le hacía darse cuenta de que no iban a descansar hasta obtener el control de toda la empresa.

-          Por el momento hay que vigilarlo y sacarlo de aquí antes de que le quiten la venda del rostro, después nos preocupamos de como esconderlo del mundo, además tiene amnesia no lo podemos enviar a salvar a Mokuba… sería como lanzarlo a una cueva llena de lobos hambrientos – ambos amigos se vieron a los ojos y supieron que esa sería la misión más complicada de sus vidas, debían de salvar de nuevo a Kaiba, cosa que se estaba volviendo un hábito muy regular para ambos.

 

Joey llenó todos los papeles junto a Yugi fingiendo que era Yami el que se encontraba convaleciente en ese hospital, como el pelirrubio era la única persona que reconocía el ojiazul se había decidido que él lo cuidaría en el hospital, para empezar un vínculo de confianza y así poner manos a la obra en cuanto saliera de ahí.

Le preguntó a la doctora como era posible que su amigo fuera el único de ese choque que había terminado en ese hospital y la doctora le contó que el día del accidente los hospitales más cercanos se saturaron de pacientes y que Yami había sido el último cuerpo que habían encontrado y al no haber espacio en los demás hospitales ellos lo habían recibido, pero al parecer a todas las autoridades se les había olvidado que lo habían dejado ahí, así que no lo habían reportado, además como había estado al borde de la muerte por una semana completa decidieron no notificar a ninguna autoridad, ya que pensaban que no sobreviviría.

Joey pensó que Kaiba tenía un ángel increíble cuidándolo, porque prácticamente había sido escondido por el hospital y como nadie había reportado que uno de los lesionados había acabado ahí, no habían investigado si el que había sobrevivido era el castaño y además al reportarlo posteriormente a la policía había generado un expediente diferente al de todos los demás que había sobrevivido a la colisión. El rubio pensó que tenía mucha suerte ese castaño, mientras ayudaba a la enfermera a limpiar sus heridas el teléfono del rubio sonó, mostrando en la pantalla el nombre de Mokuba, así que salió a contestar para no levantar sospechas.

 

-          Hola Joey – el menor hablaba serio, pero a la vez cansado, su voz sonaba como un susurro tenue que apenas era audible.

-          Mokuba, hola – el rubio no sabía si hablar o no, pero decidió esperar alguna señal del menor para poder contar lo que había pasado.

-          ¿Cómo esta Yugi? – preguntó con incomodidad.

-          Aún está muy lastimado y no sabemos si quedara bien después de lo que pasó – Mokuba suspiró y volvió a hablar.

-          Si necesitas ayuda no dudes en avisarme – Joey pensó que pedir cualquier cosa al menor de los Kaiba haría que revelaran su posición y que empezaran a investigarlos.

-          No hay problema, todos estamos con él así que la ayuda sobra – Mokuba soltó un pequeño gemido como si fuera a llorar, pero se contuvo y Joey sintió pena por él, pero aún no podían ir a salvarlo, necesitaban un poco más de tiempo.

-          Suerte Joey y gracias por avisarme – así colgó de inmediato y el rubio se sintió más tranquilo de que Mokuba supiera que su hermano estaba bien, ahora debía mantenerlo a salvo por un tiempo y después ir a salvarlo.

 

 

Habían pasado 3 semanas desde que había empezado a cuidar de Kaiba, se había hecho una costumbre que saliendo de la escuela corriera al hospital para cuidarlo, sus horarios se habían ajustado demasiado y Tristán había estado cubriendo sus turnos en el trabajo para que no lo fueran a despedir, el castaño había mejorado bastante en esas semanas e intentaba recordar su vida antes del incidente, pero lo único que recordaba era cuando abrió los ojos, a la doctora haciéndole preguntas, pero sin poder responder  ninguna, lo único que pasaba por su mente era el nombre de Joey Wheeler, lo cual era bastante gracioso, ya que no sabía quién era, pero lo tenía en su mente todo el tiempo.

Al ver al rubio en el hospital lo identificó de inmediato y por primera vez desde que había despertado se sintió tranquilo, todos los días iba a verlo y cuidaba de él, en los días de terapia le daba muchos ánimos para que saliera a delante, le hablaba de todas las cosas que hacía en la escuela, le hablaba de sus amigos y a veces se quedaba callado pensando y eso le preocupaba, ya que al parecer cargaba con un enorme peso en los hombros.

Todos los días se esforzaba por recuperarse y así poder ayudar al rubio que lo cuidaba diariamente, había más personas que iban al hospital junto con Joey, pero con ellos no sentía la misma confianza no porque fueran malas personas al contrario habían sido amables, lo habían tratado bien e incluso le habían metido un par de dulces de contrabando, pero cuando los veía siendo tan cercanos con Joey… tan amigables algo se le revolvía en las tripas, mucho más cuando el castaño llamado Tristán se colgaba del rubio como si fuera un mono, siempre que veía eso fingía sentir dolor para que esas orbes miel solamente lo miraran a él y lo mimara, su corazón se estrujaba tanto que sentía que se quedaba sin aire por eso procuraba separarlos de inmediato.

 

-          Es hora de llevar a Yami a terapia, nos vemos en la escuela mañana ¿de acuerdo? – Joey corría de manera discreta a sus amigos cuando iba a terapia, ya que tenía miedo de que se les saliera el nombre real de su protegido o bueno eso se decía cada vez que lo hacía, porque muy en el fondo de su corazón le agradaba ser la única persona que cuidaba de Kaiba, jamás en su vida había sido organizado, cuidadoso, responsable o constante, pero justo en esos momentos era el enfermero perfecto para el castaño.

-          Nos vemos mañana Joey – Tristán abrazó a su amigo y se despidió de Kaiba de lejos, a pesar de que sin memoria era agradable no podía evitar sentir desconfianza de él, se había dado cuenta de que veía de manera profunda e insistente a Joey, que fingía dolores para que no se acercara a él y que sonreía con cierta maldad cuando se quedaba a solas con el rubio, no podía decir nada por miedo a que sus amigos lo criticaran, pero no podía evitar sentir celos de la atención que recibía el CEO.

 

 

Ya había pasado mes y medio desde que había empezado a cuidar de Kaiba, lo había ayudado en la rehabilitación, a ponerse al día con la noticias del mundo, le había explicado que por el momento no podía contarle muchas cosas de su pasado, ya que se encontraba en una situación crítica y tenían que ser discretos con su presencia en el hospital o sino estaría en problemas. Kaiba no entendía mucho del porque sería peligroso y hasta cierto punto se sentía frustrado por no saber más de su vida, pero confiaba en el rubio y si él le decía que era por su bien le haría caso.

Ese día le quitarían por fin varios de los vendajes de las manos y de los pies, adicional le quitarían las vendas que tenía por antifaz y así ver si necesitaba alguna clase de reparación en el rostro, pero al parecer Joey no estaba muy feliz con eso, había estado demasiado nervioso todo el día diciéndole a los doctores que no creía que fuera saludable que expusieran la piel del rostro del ojiazul, pero el doctor quería cerciorarse del daño que había recibido debido al impacto del carro, al final Joey tuvo que aceptar la decisión del doctor, ya que le había prometido que si no tenía mayor daño le podría dar el alta en esa semana y podría irse.

Joey se había comportado como león enjaulado durante la visita y Yugi el niño ojón que acompañaba a su rubio a cualquier trámite que se tratara de él parecía igual de nervioso y estaba comiéndose sus dedos en una esquina del cuarto donde se encontraban 3 enfermeras y dos doctores retirándole los vendajes de manera tortuosamente lenta, después de corroborar miembro por miembro que tuviera sensibilidad y movilidad empezaron a retirar las vendas del rostro y fue ahí donde notó que el rubio y su amigo tricolor tenían una cara de espanto y miedo que no podían ocultar. Al terminar de quitarle todos los vendajes los doctores se le quedaron viendo por más de 10 minutos fijamente y hacían pruebas de sensibilidad para asegurarse que estuviera bien y que solamente fueran traumatismos leves por el choque.

Al terminar de hacer las pruebas todos se quedaron callados y los doctores se veían entre ellos, pero no emitieron ningún comentario causando que Joey empezara a sudar frío y que el tricolor tuviera un tic nervioso en su ojo derecho por la cantidad de estrés que estaba manejando en ese momento, entonces los doctores decidieron emitir su diagnóstico.

 

-          El joven… Yami está en óptimas condiciones, al parecer la rehabilitación ha rendido sus frutos y no hay mayores daños en su cuerpo, su rostro también está intacto… lo que nos causa mucho ruido es que los hematomas aún no desaparecen, eso es lo que hace que su rostro se vea así de hinchado y las heridas aún no cicatricen al 100%, me temo que por el momento tendremos que mantenerlo vendado de esa parte hasta que cierren, pero dejando eso de lado… se puede ir a casa.

Joey y Yugi se le quedaron viendo a Kaiba y se dieron cuenta que prácticamente era imposible reconocerlo con tanto moretón y heridas en la cara, así que respiraron tranquilos de saber que aún mantenían la identidad secreta del chico sin problemas y lo mejor le darían el alta sin quitarle el vendaje, ambos se vieron y sonrieron con emoción de saber que la misión iba bien hasta ese punto, ahora fuera del hospital le podrían explicar que era lo que había pasado y le ayudarían al CEO a salvar a Mokuba, ahora que él estaba bien sólo era cuestión de tiempo para poder ayudar al menor de los Kaiba. 

 

Al salir del hospital Kaiba llegó al departamento del rubio, no sentía que estuviera en casa como se imaginó que se sentiría, pero el saber que viviría con el rubio lo hizo sentirse importante, poderoso, su vida era más perfecta de lo que creía, compartiría el espacio del rubio y no había nada que los separara, había ganado la batalla contra el mono que ahora lo veía con cierta molestia y que al parecer no se sentía feliz, al pensar que ese mono le podía quitar al rubio le hacía hervir la sangre no quería que nadie se interpusiera entre ellos, pero algo en su interior le decía que no era sano tanta posesividad, pero sus acciones eran más rápidas que su raciocinio y siempre acababa separándolos.

Cuando por fin se instaló en la sala para poder estar en un lugar de fácil movilidad y donde tenía todo a la mano se recostó en la cama que le había puesto Joey y olía la ropa que traía puesta, podía detectar el aroma tan característico del rubio, veía todo el lugar y no se sentía cómodo, lo veía demasiado pequeño y colorido, no es que le molestara, pero ese departamento gritaba que sólo era del rubio y que él jamás había vivido ahí, le dolía en el corazón pensar que Joey sólo era amable con él por su amnesia y no precisamente porque fueran algo más.

 

-          Joey Wheeler – el rubio estaba preparando la cena cuando escuchó su nombre y corrió a ver que necesitaba el castaño.

-          ¿Qué pasa? ¿te sientes mal? – Joey revisó a su inquilino, pero las manos del castaño lo detuvieron y lo obligaron a sentarse para poder hablar seriamente con él.

-          Ya salimos del hospital, ¿puedes decirme quien soy yo realmente? Todos en el hospital me llamaban Yami, pero sólo ustedes me llaman Kaiba y siempre tuvieron miedo de que los doctores me revisaran… ¿por qué mi familia no me visitó? ¿Qué es eso que me ocultan? – Joey vio al castaño y sus ojos reflejaban muchas dudas y miedos, jamás pensó que vería al gran Seto Kaiba en ese estado, indefenso, tierno, adorable… increíblemente paciente, tranquilo y siendo un ser humano normal.

-          Es una historia muy larga, deja que termine la cena y te contare todo… pero debes prometer que confiaras en mí y no querrás hacer ninguna locura… y que harás todo lo que Yugi y yo te digamos – Kaiba lo vio a los ojos y sintió como si fuego saliera de ellos, lo que ese rubio le ocultaba debía ser demasiado grande como para que le hablara de esa manera, nunca lo había visto tan serio.

-          Lo prometo – el rubio sonrió y se levantó para terminar de cocinar y porque no, también para pensar como le diría al castaño todo lo que estaba sucediendo en su casa, en su vida… ¿debería decirle que ellos jamás se llevaron bien?, no quería que terminara esa amabilidad y cariño que el castaño le profesaba, tenía ideas muy locas de como terminar los problemas del castaño… y una de ellas era secuestrar a Mokuba y que los tres vivieran ahí siendo personas normales, olvidando Kaiba Corp.

-          Bien, por dónde empezar… - el rubio le sirvió la cena al castaño y él se sentó en la cama – tal vez no me creas, pero antes del accidente nosotros no nos llevábamos bien, en varias ocasiones tuvieron que evitar que te moliera a golpes – el castaño no podía creer que fuera enemigo de aquel hombre que le había mostrado tanta bondad y que había cuidado de él con tanto esmero – con quien me llevo muy bien es con tu hermano pequeño – Kaiba abrió los ojos como platos, ¿tenía un hermano pequeño? – no creas que él no te quiere o algo así, él te ama y en estos momentos debe de estar sufriendo por no poder estar contigo, pero si él viene o saben que estas aquí será un gran problema.

 

Joey le contó todo lo que sabía de la vida de Seto Kaiba, por lo que había leído en revista, por lo que había conocido de él en la preparatoria y lo que habían vivido a través de las batallas para salvar al mundo, el castaño había escuchado con atención toda la historia, de cierto modo incompleta ya que el mismo rubio desconocía varios detalles por la poca fraternidad que antes habían tenido y la verdad se le hacía increíble todas las aventuras que había vivido por culpa del ojón que tenía por amigo, que si bien no parecía que le hubiera molestado en su momento, por como lo describía el rubio seguramente había sido un fastidio que él estuviera presente.

-          Actualmente tenemos la creencia de que tu hermano esta prisionero en tu mansión y que los accionistas de Kaiba Corp. Están esperando a que cumpla la mayoría de edad para que seda todos los derechos de la empresa y así deshacerse de él como quisieron hacer contigo – vio como los ojos del castaño se llenaban de lágrimas de frustración, enojo e impotencia, pero no podían ir por el menor aún – sé que es cruel que te pida que no vayas tras Mokuba, pero no estás en condiciones de salir, eres un blanco fácil de eliminar en estos momentos y sin querer ser cruel, tu hermano estará a salvo mientras no cumpla la mayoría de edad y para eso todavía falta, así que Yugi y yo decidimos ayudarte a ti primero y a la primera oportunidad que tengamos ayudar a Mokuba. Por el momento necesitamos que vuelvas a ser el CEO de Kaiba Corp. Seto Kaiba – el castaño no estaba tan seguro de querer ser esa persona, era demasiado malvado y no quería perder lo que había ganado con el rubio, quería ser libre de todos aquellos que le causaban daño, quería vivir tranquilo a salvo y sin preocupaciones… esos momentos a lado del rubio le parecían increíbles y no quería perderlos.

-          No quiero volver a ser Seto Kaiba – Joey volteó a ver al castaño y se sorprendió de sus palabras, jamás pensó que quisiera dejar la vida de lujos que había vivido desde que había sido adoptado por Ganzaburo, además que para el castaño su empresa siempre había sido como su joya suprema, siempre tuvo la creencia de que después de Mokuba, su empresa era lo más importante que tenía y era parte de su identidad, pero no lo culpaba ahora que veía todo desde otra perspectiva cualquier ser humano común no quisiera la presión de ser dueño de una empresa multimillonaria que sólo traía problemas al dueño y que hacía que su vida peligrara cada 5 segundos.

-          Si quieres… - Joey se quedó callado, no podía aprovecharse de que no recordaba nada para pedirle que se quedara con él, quería que Seto Kaiba decidiera quedarse, vivir tranquilos sin tantos lujos, pero felices – mejor vamos a dormir ya son las 10 de la noche y debes descansar para recuperar tus fuerzas.

 

Joey camino a su habitación dejando al castaño solo en la sala, no podía meterlo a un cuarto, ya que por la gravedad de sus lesiones aún no podía moverse mucho y en la sala tenía todo a su alcance, al estar recostado se sentía la ansiedad que no lo dejaba dormir al punto donde no pudo más con él y fue a ver si el castaño no necesitaba algo, para su sorpresa el hombre estaba durmiendo tranquilamente, lo tapo con las cobijas correctamente y regresó a su cuarto a seguir pensando en que hacer ahora con el castaño y su amigo Mokuba.

Todo pronóstico indicaba que seguramente acabaría durmiendo con los peses si seguía ayudándolos, pero no podía dejarlos solos, además de que había pasado peores peligros tratando de salvar el mundo junto a Yami, así que ayudar a los hermanos Kaiba no podía ser tan malo, sólo debía asegurarse de que nadie se enterara de que él había ocultado al mayor de los hermanos y así ayudar a uno de sus mejores amigos. Joey se quedó quieto más de 10 minutos en la cama pensando ¿por qué Kaiba sólo lo había recordado a él?

Se había hecho esa pregunta una y otra vez desde que había visto los ojos azules en el hospital, esa pregunta había calado tanto en su interior que algo le decía que la razón de que Kaiba lo recordara era porque lo odiaba tanto que el rencor que existía en su interior no le permitía olvidarlo, mentiría si dijera que no le importaba, pero la verdad cada que lo pensaba le dolía el corazón jamás se imaginó que existiera esa cantidad de odio, detuvo sus pensamientos cuando sintió un par de lágrimas corriendo por sus mejillas, las limpió de inmediato y sólo se recordó a sí mismo “en cuanto recupere la memoria se ira de tu vida y no lo volverás a ver”, con el sentimiento de intranquilidad por ese pensamiento se fue a dormir.

 

Había pasado otro mes mientras cuidaba de Kaiba y había logrado que recuperara sus funciones motoras en las piernas, ya caminaba por la casa, de manera lenta, pero al fin y al cabo solo. Había sido un mes difícil, ya que había tenido que dejar al castaño solo en su casa y tenía miedo de que le pasara algo malo, pero él debía de empezar a trabajar nuevamente o sino de verdad acabaría en la calle de la miseria, Tristán le había dado el dinero que había ganado trabajando por el rubio y eso le había ayudado bastante, pero aun así no podía seguir abusando de la amabilidad de su mejor amigo, así que dejaba a Kaiba desde la mañana y regresaba por la tarde noche con él, a pesar de sentirse cansado siempre sonreía al ver al CEO en su casa sentado esperándolo, se sentía como si fueran una vieja pareja de enamorados.

Al trabajar cerca de Kaiba Corp. Tenía la facilidad de escuchar los chismes de los empleados de la empresa y en más de una ocasión había escuchado que preguntaban por Kaiba, pero al parecer habían cubierto la “muerte” del castaño con el rumor de que se había ido a USA para abrir un nuevo corporativo para el mercado americano y eso había absorbido completamente al CEO y se encontraba arreglando ese asunto.

No era tan descabellado lo que decían, cuando Mokuba cediera todos los derechos de la empresa a los inversionistas seguramente lo mandarían un tiempo a Estados Unidos y en el “regreso” morirían ambos hermanos en un misterioso avionazo… vaya si fuera detective sería muy bueno deduciendo los planes de los criminales. Diariamente le llegaba con noticias nuevas del exterior y el castaño parecía preocupado por su hermano, Joey se había encargado de mostrarle fotos de Mokuba y de varios reportajes que le habían hecho a su persona, pero cada vez que los leía estaba más y más seguro de que no quería volver a ser Seto Kaiba… era una horrible persona, además de que al parecer era el terror de todos.

En todas las fotos que había visto de él en las revistas no sonreía, tampoco parecía amistoso y nadie parecía querer estar a su lado, en la única que había tenido una mediana sonrisa casi imperceptible, era donde los paparazis lo había capturado infraganti saliendo de un evento de su hermano, donde el menor parecía muy feliz, pero él solamente podía sacar una pequeña sonrisa que nadie al parecer pudo ver.

 

-          Kaiba, adivina que encontré, el álbum de la preparatoria, bueno no lo encontré yo Yugi me lo prestó para que puedas ver algunas fotos que nos tomamos contigo, así podrás tratar de recordad esa época – el castaño volteo a ver el libro que le ofrecía el rubio y lo tomo, de cierta manera tenía miedo de encontrar lo mismo que en las revistas y en los periódicos, a un ser sin sentimientos posando para una foto por compromiso.

-          Gracias Joey – el rubio aún no se acostumbraba a que lo llamara por su nombre, no le había contado a Kaiba que generalmente lo llamaba perro por miedo a que volviera la frialdad de la costumbre, pero sabía que en cuanto escuchara ese apodo de nuevo el CEO habría vuelto de entre los muertos y se iría de su vida.

 

El castaño abrió el álbum con miedo, pero en la primera foto logró ver algo que jamás imagino, Joey estaba junto a él con evidente cara de molestia y parecía que ambos estaban peleando, pero no le sorprendió la pelea ya sabía por boca del rubio que eso era normal, le sorprendía que en esa fotografía él sonriera, de manera amplia, marcada y honesta, a diferencia de las demás fotos que había visto, tenía el rostro y los hombros relajados, en sus ojos podía ver la diversión del momento. Empezó a revisar rápido todas las fotos de la preparatoria donde salían él y el rubio, en todas era igual se veía feliz.

Volteó a ver a Joey y entonces algo hizo click en su cabeza, como si se tratara de un remolino de imágenes que no tenían sentido, pero que iban tomando forma una por una en su cabeza y se ordenaban de manera rápida cronológicamente, al borde de causarle vértigo, vómito y ansiedad al mismo tiempo, todos sus recuerdos volvieron a su cabeza. Cuando la última imagen de él manejando y siendo víctima de un ataque que lo había hecho volcarse de manera estrepitosa había cruzado su cabeza, empezó a vomitar y a llorar.

Joey al ver la escena corrió de inmediato a socorrer al castaño, llevaba una cubeta, una toalla para limpiarlo y además toda la caja de medicamentos que debía de tomar para evitar complicaciones, cuando termino de devolver toda su comida, el rubio limpió con paciencia el rosto del castaño, lo ayudo a recostarse nuevamente y le dio su medicamento, para poder empezar a limpiar el piso que estaba hecho un desastre, pero en su cara se veía la preocupación genuina por la reacción del castaño a las fotos de la preparatoria, algo en su interior le decía que posiblemente ya había recordado todo y esos eran los efectos secundarios, pero su cabeza se negaba a esa posibilidad quería pensar que todo era culpa de algo que había comido en mal estado o cualquier otra cosa, pero se negaba a pensar en lo que posiblemente sería su realidad a partir de ese momento.

 

-          Todo bien Kaiba… ¿recordaste algo? – la pregunta salió como un sollozo que el castaño detecto de inmediato, ese sollozo le había partido el corazón en tantos pedazos que se quedó callado por varios minutos, pensando en la respuesta.

-          No, solamente tuve vértigo y no pude controlarlo…. – él al igual que el rubio no quería perder esos momentos que estaban viviendo y que solo duraría hasta que pudiera poner a su hermano a salvo.

-          ¿En serio? – al voltear a ver al rubio vio tanta felicidad en su rostro que casi muere deslumbrado.

-          Si, en serio – él también sonrió y a pesar de que sentía mal de mentirle, no podía evitar querer mantenerlo a su lado.

 

 

 

Ya era de noche y estaba pensando en todo lo que había vivido con el rubio desde que había despertado en el hospital y la verdad se sentía demasiado tonto, cómo había sido posible que solo lo recordara a él, se sonrojó por quinta vez en esa noche y volvió a dar vuelta sobre la cama y entonces se puso a pensar en el por qué solo había acordado al rubio que ahora lo cuidaba.

 

Flash back

 

Había decidido acudir a una escuela pública para llevarle la contraria a Ganzaburo, no quería tomar ninguno de los caminos que ese hombre le había dicho que siguiera, se negaba a obedecerlo ya había muerto y sus pensamientos también debían de quedarse en la tumba como toda su existencia.

Al llegar a la escuela vio a tantas personas de su edad que casi podía sentir como salía el salpullido en su piel, era alérgico a la estupidez humana y a la edad de 15 años todos los seres humanos eran estúpidos, así que decidió no entablar conversación con ninguno de los que ahora lo veían con sorpresa entrar a la escuela, sabía que eso pasaría después de todo se había anunciado por todo lo alto la muerte de Ganzaburo y que él tomaría las riendas de Kaiba Corp.

Varios habían tratado de hablar con él durante las primeras horas, pero reconocería cualquier cara de hipocresía a kilómetros, por lo cual decidió fingir que no escuchaba nada e ignorarlos de manera fría y tajante, no iba a dejar que nadie sacara provecho de él en nombre de lo ridículamente llamado “amistad”, así que para la mitad del día ya todos se habían dado cuenta de que no estaba interesado en convivir con ellos y tampoco iba a hablarles, así que todo el salón decidió fingir que no existía y literalmente lo mandaron al exilio social.

Ese mismo día a la salida ya se estaba arrepintiendo de no haber entrado a la escuela de jóvenes prodigio que Ganzaburo le había dicho que era perfecta para él por su alto coeficiente intelectual, así que pensó en las posibilidades de terminar en el suicidio si continuaba en esa escuela tan mediocre, pero sus ojos captaron lo que se podía llamar para los simples mortales “amor a primera vista”, era un chico rubio que iba corriendo por todo el pasillo rumbo a la salida, sus cabellos parecían destellar más que el sol, su sonrisa era tan transparente que rivalizaba con el agua más cristalina, de figura delgada que aún estaba desarrollándose y de ojos tan puros como el ámbar, lo vio corriendo hacía él y entonces entró en pánico, su cerebro no reaccionaba, sus músculos se había atrofiado y por eso no podía moverse, su corazón bombeada sangre tan rápido que empezaba a dolerle la cabeza por el exceso de sangre en la misma, el rubio pasó a un costado de él sin prestarle la menor a tención y justo cuando lo rebasó escucho lo que para sus oídos eran taladros que los rompían y para su corazón era la herida más grande que alguien podía dejar “Tristán no me dejes solo, vamos a casa juntos” volteo a ver quién era el famado Tristán y entonces supo quién sería su peor enemigo de por vida, un simio que justo en ese momento llevaba a la luz amarilla sobre su espalda.

Durante todo el camino de regreso a su empresa estuvo pensando en el rubio del pasillo, todo lo que había vivido ese día se había borrado de manera automática, ni siquiera podía recordar los nombres de los maestros y eso que había sido fácil memorizarlos, al llegar a su escritorio empezó a maquilar en cómo hablar con el chico de brillante sonrisa, por lo que notó no iban en el mismo salón, así que para el siguiente año debía de asegurarse de quedar en el mismo grupo que él, debía hacer que lo viera y después si aceptaba empezar a salir.

Claro que en ese momento no contemplo el carácter del que podía llamarse el amor de su vida, era rebelde, soberbio, orgulloso y le encantaba retar a la autoridad, además de que era despistado, torpe, despreocupado, desalineado y perezoso, todos los defectos que él no toleraba en ninguna persona, pero que en el rubio parecían tan adorables que podría comérselo vivo.

En su segundo año en la preparatoria sobornó al director para que pusiera a todos los amigos del rubio en el mismo salón que él, no iba a mentir se sentía nervioso y pensaba en la infinidad de temas de conversación que podrían tener, se imaginaba siendo el caballero de la brillante armadura que llegaba a reclama a la princesa, pero al llegar al salón y hacer su entrada triunfal listo para aceptar cualquier conversación que viniera del chico que le robaba el sueño se dio cuenta de que aún no llegaba, al parecer tenía el mal hábito de llegar tarde, lo dedujo al ver la cara del maestro por verlo llegar tarde, además de su ácido comentario “Es bueno ver que no pierde ese buen hábito de la puntualidad joven Wheeler”, se dio cuenta de cómo había sonreído con picardía y su corazón de nuevo fue flechado sin miramientos, todo gesto o acción que realizara parecía cada vez más perfecta, pero lo mejor que le había pasado ese día era saber el apellido de su sueño dorado.

Al terminar la clase tomó su libro fingiendo leer para evitar que alguien se acercara, además le daba la ventaja de ver de reojo al rubio sin que se diera cuenta. En menos de un parpadeo notó que todos murmuraban y se le quedaban viendo, entonces supo que ya habían corrido el rumor de quien era él, no faltaba mucho para que ese chico también se acercara para que lo atosigara con preguntas banales sobre su vida, así que esperanzado en que le dirigiera la palabra, sólo notó como le susurraba su amiga algo al oído, lo volteó a ver por menos de 5 segundos sólo para volver su mirada hacía sus amigos que parecían acompañarlo a todos lados y soltar la bomba que unas horas después le causaría una indigestión del tamaño del universo “Si bueno, la verdad es que no me importa quien sea, solamente quiero llegar a la cafetería para poder comer pan de yakisoba” y así tomó del brazo de su simio amigo y salieron rumbo a la cafetería a comer.

Por fuera lucía muy normal, pero por dentro sentía como se desplomaba el castillo de ilusión que había creado durante el desayuno, al parecer era amor no correspondido, pero lo peor del asunto es que ni siquiera se había esforzado en tener una relación con él, simplemente había desechado la idea de que existían en el mismo plano y había decidido ignorarlo, ¿así se sentía la gente cuando él los golpeaba con su indiferencia?, al parecer sólo era un mortal más que compartía el mismo espacio que el rubio y por esa simple razón tenía la facilidad de ignorarlo.

Durante una semana había hecho gala de su conocimiento, de sus destrezas atléticas, incluso se había rebajado a hacer equipo con la mujer que luego lo acompañaba para mostrar que no era tan malo como decían los rumores, pero al parecer no había sido suficiente ni uno solo de sus intentos para llamar la atención del culpable de su insomnio había rendido frutos, él siempre estaba ocupado en cualquier cosa que fuera más interesante, leía revistas sobre el duelo de monstruos, jugaba con sus colores, revisaba sus cartas una y otra vez, se mandaba papelitos con el simio o con el ojón, pero ni una sola de sus miradas fue para él, simplemente fue ignorado por completo.

Así que uso algo más drástico, si el rubio no lo veía en la vida real lo vería hasta en la sopa de ser necesario, así que empezó a jugar duelo de monstruos, ganaba todos los torneos a los que era invitado, había conseguido cartas raras con el fin de que lo admirara o se deslumbrara por su basta estrategia, había creado las plataformas holográficas para que el duelo fuera lo más real posible y así se pudiera dar cuenta del nivel de alcance que tenía, pero ni eso había funcionado simplemente pasaba la hoja ignorando sus reportajes y sus hazañas como si no fueran nada.

En su tercer año se estaba dando por vencido de llamar la atención del rubio, sus celos, su envidia, su ansiedad y su impaciencia lo habían convertido en un monstruo compulsivo de tener la mayor atención posible, se había dedicado a maltratar, humillar y sobajar a cuanta persona pasaba por su camino para que ese rubio que le robaba el sueño lo volteara ver, al punto de lastimar al abuelo del ojón por conseguir la cuarta carta rara que lo podía vencer, no quería que lo viera derrotado por lo cual se había asegurado de que nadie más la tuviera, posiblemente ese había sido su peor error, después de sus actos había perdido completamente la batalla, ahora lo veía hasta con cierto desprecio por su actitud.

Lo cual le comía el alma por dentro, sin contar que los inversionistas de su empresa se habían unido a Pegassus para derrocarlo y así obtener su empresa, básicamente era una desgracia tras otra, ya que también se habían llevado a su hermano y debía de rescatarlo. Pero bueno eso había sido poco, después lo habían encerrado en un juego de realidad virtual, mandado a matar y un sinfín de cosas que había pasado, todo en beneficio de que los buitres que tenía por socios se quedaran con todo por lo que había trabajado.

En el segundo intento de asesinato se había dado cuenta de que si tenía al rubio cerca era una desventaja hacía su persona, si su socios se daban cuenta de que tenía pareja o estaba enamorado acabarían matando al rubio en cualquier momento, así que creo una barrera cuando notó que él y sus amigos querían convivir como si se conocieran, no quería admitirlo, pero no toleraría que su sol dejara de brillar, por lo cual procuraba que todos aquellos que se juntaran con su cachorro se mantuvieran lejos del radar de sus enemigos, debía mantener a su rubio a salvo, aun si le costaba jamás poder estar a su lado.

 

End flash back.


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