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To the beautiful you por OldBear

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Lunes 10

Tuvo un ligero escalofrió cuando alcanzo el nivel de las mazmorras. Era casi como estar fuera bajo la nieve, nunca llegó a entender como los Slytherin podían vivir todo el ciclo escolar en ese lugar sin congelarse, y más en invierno. Suspiró pesadamente al tiempo que se pasaba una mano por el cabello. Lo habían encomendado a una sencilla misión que no tardaría más de dos minutos en realizar, y gracias a McGonagall, quien lo había visto entrar al castillo, perdió más de veinte minutos entre galletas y té.

 

Una sonrisa de reproche y un “tenía mucho que no se dignaba a visitarnos, señor Potter” no le había dejado más alternativa.

 

Minerva había hecho grandes cambios en la oficina que antiguamente le pertenecía a Dumbledore, pero no había podido deshacerse del plato con caramelos de limón sobre el escritorio, ni pudo evitar el ofrecerle uno en cuanto entro en la oficina.

 

Se detuvo cuando estuvo frente al despacho de Snape. Observó la puerta con detenimiento; tenía mucho tiempo que no veía a Snape, y no entendía por qué se sentía tan ansioso. Pensó que debería sentirse preocupado, después de todo se había retrasado a la hora acordada, de seguro su exprofesor estaría enojado por llegar tarde, y con justa razón. Prefirió  tomar una buena bocanada de aire y tranquilizarse, se aseguró que el glamure estuviese bien y tocó.

 

………………………………………

Snape levantó la vista en cuanto escuchó que tocaban su puerta. Estaba haciendo unas anotaciones sobre modificaciones a una poción que tenía que hacer para la enfermería del colegio. Pensó acertadamente que sería el Auror que le habían asignado.

 

Aun con el Señor Tenebroso muerto, había muchos mortifagos de los cuales preocuparse y cuidarse. Muchos ya habían demostrado que eran capaces de dar la vida por vengar la muerte de su señor. Snape estaba cooperando creando y modificando ciertas pociones. Específicamente él estaba trabajando en una modificación de la poción matalobos, a la vez que abastecía al Ministerio. Luego de la muerte de Voldemort, y gracias al esfuerzo de muchos, el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas se había transformado bastante. Pero no fue hasta que Hermione fue colocada como la encargada, que dio el cambio que realmente necesitaba el mundo Mágico. Ahora era un departamento que no solo regulaba, sino que ayudaba a todas las criaturas. En el caso de los hombres lobo, les facilitaba el obtener la poción. Y Severus era el encargado de abastecerlos, además de que estaba trabajando de a ratos en ella, intentando mejorarla. Y otros estaban ayudando en diferentes pociones. Al principio venia un simple mensajero que recogía la lista de lo que necesitaba, la llevaba al Ministerio, le traía lo que había solicitado, y cuando la poción estaba lista, se la llevaba.

 

Pero un grupo de mortifagos decidió que las criaturas mágicas, como su señor decía, eran una escoria, y no tenían derecho a lo que se les estaba dando.

 

Atacaron todos los encargos que pudieron. Incluyendo el almacén del Ministerio donde las guardaban, además de las casas de los pocionistas que colaboraban. Snape, al estar en el colegio, corrió con suerte de no ser atacado. Hogwarts estaba demasiado protegida para que los mortifagos intentaran atacarlo. El Ministerio tuvo que tomar fuertes medidas de seguridad. Incluyendo el reemplazar a los mensajeros por Aurores. Los pedidos y encargos se hacían a razón de un mes, por lo que no les quitaría mucho tiempo de su trabajo, y de esta forma el transporte seria más seguro. Así que, como antes lo hacía con el mensajero, veía a un Auror tres veces por mes. El cual recogía la información de lo que necesitaba, le traía los ingredientes y se llevaba las pociones.

 

El Auror que le había tocado a Severus siempre llegaba con minutos de retraso, lo que obviamente le hacía enojar. Y ese día no sería diferente. Así que cuando abrió la puerta, tenía una de sus miradas más furiosas y estaba dispuesto a gritarle al incompetente Auror por su impuntualidad.

 

Hasta que vio que era Harry.

 

—Potter

 

Harry solo pudo asentir mientras se balanceaba de un pie a otro. No era la pose que un Auror debería tener, pero hacia mucho que él y Snape habían adquirido algo de confianza. Severus tuvo que recordar respirar, hacia algunos meses que no veía a Harry. No que dejara de pensarlo. Pero nada se comparaba a la realidad, y menos cuando portaba su uniforme.  Aun cuando no le agradaba el peligroso trabajo del menor, no se podía negar que el uniforme le quedaba demasiado bien. Notaba que había cambiado desde la última vez que lo vio, estaba más delgado, y con unas considerables ojeras, pero lo atribuyó a la carga de trabajo que debía de tener el departamento de Aurores con los constantes ataques de mortifagos que últimamente iban en aumento. También traía el pelo más corto y bien peinado. Pensó fugazmente que se veía mucho mejor cuando andaba despeinado.

 

Tardó casi una eternidad en darse cuenta que Harry le había hecho una pregunta, y tardó otra eternidad en entender que le había preguntado sencillamente “como se encuentra?”.

 

No supo cómo responder a eso, en verdad se sentía fuera de lugar. Su cerebro se había desconectado en menos de un segundo al verlo tan de improviso. Era como si su mente solo pudiera concentrarse en reconocer cada detalle del Auror, y grabarse cada centímetro de su rostro, y cada cambio descubierto, para poder recordarle a gusto por si no volvía a verlo en varios meses más. Pero se enfoco rápidamente en contestar algo y no parecer tan idiota.

 

— ¿Qué hace aquí?— se golpeó mentalmente luego de decir eso, incluso por poco se golpea la frente contra la puerta, Potter pensaría que su presencia no era bienvenida, cuando era todo lo contrario.

 

Pero para su suerte, Harry pareció tomárselo bien.

 

—Un poco tosco, ¿eh Snape?—dijo mientras hacia una especie de sonrisa. Snape se hizo a un lado para dejarlo pasar.

 

—Pensé que estaría atrapando a los malos y firmando autógrafos ¿no es usted el Auror Maravilla?—no había comenzado de la mejor manera, pero se esforzó para no volver a parecer un idiota, (o por lo menos no tan idiota) mientras durara la visita del Auror.

 

Harry se encogió de hombros al tiempo que Severus cerraba la puerta tras de sí. El más joven permaneció callado por un momento, observando sin disimular el lugar donde se encontraba. La última vez que estuvo en aquel despacho fue la noche antes de la última batalla. Había descubierto que  Severus era un espía para Dumbledore la misma noche que tuvo que matarlo, y en ese momento fue el único apoyo que Severus tenía. Fue una odisea evitar que mandaran al hombre a Azkaban luego de la guerra, pero Harry luchó hasta el último minuto, incluso duró dos meses peleado con Sirius, quien no quería aceptar la inocencia del pocionista. Pero Harry se mantuvo firme.

 

—Vengo a buscar la lista de lo que necesita para las pociones.

 

Severus seguía recargado contra la puerta mientras Harry tomaba una silla de las que estaban frente a su escritorio, para girarla y sentarse.

 

— ¿Y qué hay del Auror asignado?  Albert, Alfred…

 

—Angus. — Harry sonrió ante eso— Tuvo un accidente en su última misión, se lastimó la rodilla y no podrá caminar en algunos días. Creo que se encargara del papeleo mientras tanto. Así que me asignaron a usted. Tendrá que soportar mi presencia tres veces al mes.

 

La sonrisa de Harry fue bastante amplia y sincera. Y Severus no pudo evitar sentirse inmensamente feliz ante la noticia.

 

— ¿Sera algo temporal?— en verdad rogaba por qué no fuera temporal. Pero intentó poner su cara más neutra mientras caminaba hacia su escritorio.

 

Harry volvió a encogerse de hombros al tiempo que giraba la silla, cuando el otro se sentó tras el escritorio. Severus pensó que debería ofrecerle té y algo de comer.

 

—Solo té, gracias. Y sobre lo otro, supongo que no. Lo más probable es que a él le asignen a otra persona. A menos que usted pida que lo vuelvan a encargar, tal vez se podría…

 

— ¡No!—le interrumpió Severus demasiado alto para su gusto. Carraspeó un poco, y se sirvió algo de té cuando un elfo apareció con la bandeja—no me malentienda Potter, el señor Adam…

 

—Angus

 

—Angus—se corrigió Snape, verdaderamente no le interesaba aprenderse el nombre del estúpido Auror— el señor Angus era un verdadero dolor de cabeza. Preferiría que este cambio se mantenga.

 

—Ósea que me prefiere a mí— dijo Harry sonriendo débilmente detrás de su taza.

 

Severus se pensó por un momento lo que podría decir. Muchas cosas llegaron a su cabeza, pero se conformó con decir una verdad a medias: —Usted es más soportable.

 

 

Harry volvió a sonreír ante el comentario. Tantos meses sin ver al pocionista le hicieron olvidar lo tranquilo que se sentía cuando estaba en su compañía. Severus habría querido quedarse toda la tarde en compañía del Auror, pero el chico tenía que irse. Además de que le contó todo el tiempo que lo retuvo McGonagall, y que probablemente su superior le diría algo por la clara tardanza. Mientras buscaba la lista que tenía preparada en uno de sus cajones, Snape notó que la bebida de Harry estaba casi intacta,  pero el muchacho se escudó diciendo que había tenido suficiente con lo que había comido en el despacho de Minerva. Snape tomó nota mental de que tal vez el té era muy amargo para el gusto del otro, y que mejor podría ofrecerle al Auror un café de los que tanto le gustaban.


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