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EL EXTRAÑO (oneshot) por juda

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-¿Quien es el frígido que está en la esquina del salón? -susurró el rubio al oído del pelinegro.

El pelinegro giró disimuladamente mientras se llevaba el vaso a la boca y miró.

Lo había visto llegar con Daniel pero no lo conocía.

-Por qué frígido? -preguntó sin dejar de mirarlo.

El pelinegro era el menor del clan y estaban en el cumpleaños de Raul. Cada uno de los amigos podía llevar a más gente y en la casa, al momento de los hechos, había alrededor de 30 personas.

Daniel, el mayor de los 6 amigos fue el último en llegar y cuando ingresó, Jerónimo lo primero que hizo fue fijarse en el amigo que había llevado con él: un castaño de semblante serio que lucía un traje oscuro.

El extraño se había sentado en un rincón y Daniel andaba dando vueltas por toda la casa, saludando a conocidos y desconocidos sin hacerse demasiado drama por su acompañante.

-No se ha movido de ese lugar en la media hora que lleva aquí. Ha estado todo el tiempo con su celular y sabes qué? tampoco es como que está escribiéndose con alguien... está leyendo!

-Y como lo sabes? -preguntó el pelinegro acercándose aun más a su amigo.

Los dos hablaban desde la esquina contraria al castaño, estaban junto al refrigerador con una botella de cerveza cada uno.

-Porque me acerqué con la intención de saludar pero ni siquiera se dio cuenta de que me senté a su lado.

-Y por qué te acercaste? -cuestionó Jerónimo mirándolo a la cara, intrigado.

El rubio hizo un trago a su cerveza, y sin quitar los ojos de su objetivo, explicó.

-Por que está más bueno que el pan! quería saber si había posibilidades de que me lo cogiera.

Jeronimo elevó las cejas.

-Pablo... y si vino con Daniel y es algo de él?

-Algo como qué?

-No sé! vino con él!

Pablo le devolvió la mirada con el ceño arrugado.

-¿Tu crees que tengan algo? Daniel estuvo dando vueltas por la casa desde que llegó! y para ser sincero -siseó acercándose al oído del menor -creo que anda tras la polla de Francisco!

Jerónimo aspiró aire abriendo grande los ojos.

-Por qué dices eso? viste algo fuera de lo normal?

-No lo escuchas reír como estúpido cada vez que Francisco hace o dice alguna pelotudez?

Jerónimo dudó mientras miraba nuevamente al castaño que seguía en la misma posición con el celular al frente.

-Daniel se ríe así siempre, Pablo!

-Ok -se decidió el rubito -le preguntaré a Daniel si tiene algo con el frígido y si me dice que no, iré tras su culo. ¿Viste a Dany?

-Creo que está en el segundo piso, al menos lo vi subir hace un rato.

-Ok. Nos vemos compañero!

-Pablo! -lo llamó cuando lo salir vio caminando decidido, el rubito giró y lo miró con las cejas en alto, como incitándolo a que dijera lo que tenía que decir lo más rápido posible. -Vinimos juntos en tu auto.

-Jero, ya eres mayor de edad, si logro acorralar a ese culo... regresas en taxi.

Y se fue, tropezando, chocando con los demás, escaleras arriba.

Enano de mierda!

Regresó la mirada hacia el castaño y lo encontró mirándolo. No solo eso. Lo encontró mirándolo y el castaño entró en un pequeño pánico y retornó apurado a su lectura.

Jerónimo sonrió de costado, miró hace las escaleras y vio a Pablo  pasar corriendo por un corredor y tomar el otro: aun no encontraba a Daniel.

Volvió a mirar al castaño y el castaño bajó la mirada nuevamente.

Ok... y si aprovechaba que parecía no pasar desapercibido ante el castaño bonito?

Pero y si era pareja de Daniel?

El castaño levantó los ojos, lo observó y le hizo una pequeña sonrisa.

A la mierda Daniel, si era su pareja tendría que estar con él, cuidándolo de que nadie la clavara el diente... porque Jerónimo sentía que los dientes le crecían!!

El pelinegro también le devolvió una pequeña sonrisa y caminó hacia él.

Vio al castaño ponerse nervioso y mirar hacia la escalera, Jerónimo también lo hizo pero como no vio ni a Daniel ni a Pablo, siguió caminando.

Todos los asistentes a la fiesta vestían ropa cómoda, se divertían, hablaban alto, bailaban, bebían casi sin control... el único de traje y corbata sentado en un rincón, leyendo en el celular era el castaño y aunque estaba en un rincón oscuro, resaltaba.

Jerónimo llegó hasta él.

-Hola! -saludó metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón de cuero, el castaño levantó los ojos y sonrió tímidamente mientras bajaba la pierna derecha que tenía sobre la izquierda e invertía la posición. -Puedo sentarme? -preguntó el pelinegro señalando el lugar del sillón vacío y el castaño asintió mirando ligeramente hacia las escaleras y regresando la vista a su celular.

Jerónimo se sentó junto a él y con el pretexto de preguntar qué leía, se aproximó aun más, rozando las piernas con las del castaño.

-Parece interesante, es una novela?

El castaño volteó y lo miró, lo miró profundo, a Jerónimo la pija le babeó en el bóxer.

-Tengo un vehículo bastante cómodo en la calle. ¿Te interesa ir ahí? o prefieres que te pase el título de la novela que estoy leyendo?

Jerónimo se asustó, ni en sus mejores sueños había pensado que se le podría dar tan fácil. Miró hacia las escaleras y luego se le acercó al castaño.

-¿No viniste con Daniel? -preguntó tragando saliva sin entender qué había hecho de bueno en su vida pasada para tener tanta suerte.

-Ok -respondió cerca, muy cerca, casi rozándole los labios. Jerónimo percibió su aliento caliente con olor a menta. -Parece que no te interesa salir. Es un policial negro, Mr. Mercedes se llama la novela, si quieres te puedo pasar el pdf para que la leas.

Jerónimo tragó grueso, quería mirarlo a los ojos pero esos labios lo tenían hipnotizado... ¿podría hacerle esa jugarreta a Dany? era su mayor!!! podría convertirse en un vil traidor?

Miró hacia las escaleras, vio a Pablo intentando bajar por entre la gente, y le tomó la mano al castaño.

-No me interesa la novela.

Y el castaño sostuvo fuerte esa mano, se levantó con rapidez y lo guió a la salida.

Chocaron con varios, a Jerónimo se le cayó el vaso con la cerveza pero no pudo importarle menos. Iba girando constantemente, con el corazón en el boca, apurado antes que Daniel bajara. Pablo ya había llegado a la planta baja y miraba en todas direcciones, buscando al castaño.

El castaño abrió la puerta, el frío entró de golpe y Jerónimo sintió las manos grandes del hombre en su cintura pequeña, conduciéndolo hacia la esquina.

Jerónimo se estremeció a los pocos metros, afuera la temperatura caía por debajo de los cero grados y él había salido desabrigado.

-Ya llegamos -le dijo el hombre tomándolo por los hombros, acurrucándolo en su cuerpo y Jerónimo sintió que se le aflojaban las piernas.

Pasó mirando el vehículo de Daniel y siguió un buen trecho hasta llegar a una camioneta. El castaño abrió la parte trasera y Jerónimo se introdujo sin miramiento, sin dudas. El castaño miró hacia la casa una última vez antes de meterse y cerrar la puerta.

Jerónimo parpadeó en la semioscuridad, podía percibir un colchón inflable. Iba a preguntar porque tenía eso cuando el castaño lo abrazó fuerte desde atrás, le mordió el cuello y le pellizcó los pezones por sobre la ropa.

El celular comenzó a sonar, medio estupidizado lo sacó: era una llamada de Pablo.

-No contestes -le rogó el castaño chupando el lóbulo de la oreja y Jerónimo apagó el aparato.

Giró, estaban de rodillas los dos en el pequeño lugar y el castaño aprovechó para besarlo, pasándole las manos por el rostro hasta llegar al cabello y enredando los dedos en el mismo, casi tironéandolo con un poco de violencia erótica. Jerónimo se quejó sobre sus labios y el castaño le mordió la boca.

-Cómo te llamas? -preguntó agitado el pelinegro.

-Tomás -respondió casi hiperventilando el castaño.

-Yo soy Jerónimo -dijo cerrando fuerte los ojos cuando sintió las manos heladas del castaño acariciándolo por debajo de la camisa y luego esas mismas manos comenzando a desnudarlo con desesperación.

-Es un placer enorme conocerte, Jerónimo -gimió el hombre de voz grave mientras se prendía de uno de sus pezones y lo succionaba con fuerza, produciéndolo un dolor punzante que rondaba el placer.

El pelinegro gimió fuerte y Tomás aprovechó para adherirse nuevamente a su boca mientras lo recostaba en el colchón y comenzaba a desabrocharle el pantalón. 

Se lo bajó de un tirón hasta debajo de la cadera, puso las manos grandes a los costados y comenzó a subir, acariciando, explorando la piel. 

A la altura de las costillas paró un segundo e inspeccionó con los dedos, adorando lo que tocaba. Jerónimo estaba un poco ido, tenía los ojos fuertemente cerrados y jadeaba.

-Vi que tenías tatuajes -le dijo con voz grave en el oído y Jerónimo sonrió, sin abrir los ojos.

-Si. Los tengo.

El castaño bajó hasta la cadera, se metió la pija babosa del pelinegro en la boca y comenzó a dilatarlo con la saliva espesa que se le escapaba por todas partes.

Jerónimo quiso sentarse para acomodar al castaño de tal manera que los dos pudieran darse sexo oral, pero el hombre le puso la mano en el pecho y lo empujó suavemente hasta regresarlo a su posición inicial.

-Quiero tocarte, quiero chuparte yo también -jadeó agitado el pelinegro y el castaño hizo más ruidos de succión.

Jerónimo sentía la pija mojada y caliente dentro de la boca de ese hombre y estaba peligrosamente cerca del orgasmo.

-Voy a acabar, no quiero así. Así no! -gimió elevando las manos, intentando frenar el aire, el mundo, el universo que se le acumulaba en los testículos.

El castaño se elevó, se desprendió el pantalón, sacó la pija mojada y dura, se puso un preservativo, le quitó el pantalón al hombre hermoso acostado en su camioneta, se puso entre sus piernas y lo penetró... casi sin darle respiro, casi sin dejarlo reaccionar, casi llevándolo a la instancia de la locura.

Jerónimo gritó ronco cuando lo sintió adentro. Quiso besarlo pero el hombre estaba tan concentrado en su cuello, adherido como ventosa, que no podía hacer mucho más que apretarlo a su cuerpo en un abrazo demoledor.

El castaño le lamía el cuello hasta el hombro, iba y venía en un camino delirante. A veces se entretenía con el lóbulo de la oreja, susurrándole cochinadas que a Jerónimo lo ponían al límite.

A Jerónimo comenzaron a temblarle las piernas que tenía alrededor de la cadera del hombre y Tomás se elevó, puso los pies en sus hombros y comenzó a embestirlo como si la humanidad dependiera de que su pija masajeara la próstata del hombre hermoso.

Jerónimo se masturbó temblando, con una mano en el pecho y la otra en la pija y gritó cuando alcanzó el orgasmo. Gritó fuerte y las piernas le temblaron aun más. Tomás las acarició con firmeza mientras seguía penetrándolo casi en un movimiento delirante y Jerónimo no podía darle final a su orgasmo, se extendía, se extendía, una y otra y otra vez, todas las veces que Tomás siguió penetrándolo y Jerónimo ya no podía ni gritar porque estaba ido y el placer se estaba tornando doloroso hasta que por fin alcanzó el orgasmo el castaño y cayó rendido sobre su cuerpo.

-Eso fue brutal -susurró sin fuerza el pelinegro, el castaño sonrió con los ojos cerrados, acostado sobre él.

Se levantó, quiso sentarse pero cayó rendido a un costado y cuando lo hizo la camioneta se movió fuerte y Jerónimo sintió un tintineo de cosas de metal hacia el fondo.

Estuvieron en silencio, intentando regular la respiración, aproximadamente 2 minutos.

-Tengo un pequeño fetiche con los tatuajes. Me excitan. -le aclaró el castaño en la oscuridad y Jerónimo sonrió complacido.

-Los tengo en las manos y en el brazo.

Silencio.

-Dónde más? -preguntó Tomás.

-Sólo ahí.

Lo sintió moverse en la oscuridad y luego se prendió una luz, Jerónimo cerró los ojos con potencia cuando lo enfocaron.

El castaño había prendido la linterna de su celular y le inspeccionaba el pecho, tocándolo con las yemas de los dedos, llegó hasta sus pezones y los pellizcó suavemente.

Jerónimo se contorsionó con el cuerpo aun sensibilizado y rió.

-Deberías entrar a la fiesta, yo lo haré en un par de minutos. No creo que sea conveniente que regresemos juntos.

-Ok -respondió el pelinegro vistiéndose presuroso.

Tomás abrió la puerta de la camioneta y Jerónimo bajó. No sabía como encarar el tema.

-Estás con Daniel? -preguntó de pasada, mirando hacia otro lado.

-No.

Y Jerónimo lo miró a los ojos, emocionado.

-Crees que habría alguna posibilidad de que nos veamos de nuevo?

El castaño se acomodó la corbata, se acercó y lo besó en los labios con tanta delicadeza que Jerónimo suspiró en el gesto.

-Dame tu número. Te llamaré -le dijo con voz gruesa, Jerónimo se lo dictó con el pecho temblando de ansiedad.

Algo se movió en el fondo de la camioneta y el pelinegro miró hacia ahí. El celular de Tomás enviaba escasa iluminación al lugar donde habían estado antes y pudo ver el brillo de varios cuchillos colgados del techo, al final de la cajuela... ese había sido el tintineo metálico que escuchó con anterioridad.

Aspiró aire asustado, miró a Tomás y Tomás aun agendaba el número.

-Listo, regresa a la fiesta -susurró besándolo de nuevo con los labios húmedos, abarcándolo entero y Jerónimo cerró los ojos e imaginó que tal vez los cuchillos estaban relacionados con su trabajo. Tal vez los vendía, tal vez no eran de él, tal vez los había comprado para cocinar... alguien que cogía y besaba como ese hombre no podía tener cuchillos en su camioneta por alguna razón turbia! y era amigo de Daniel!!!! Daniel era un histérico en cuanto a sus amistades. Si era amigo de Dany tenía que ser un buen hombre.

Tomás lo abrazó, lo tocó! lo tocó entero, hasta le masajeó la pija y luego lo dejó partir.

Jerónimo ingresó a la casa estupidizado, absolutamente estupidizado. Tenía una sonrisa boba en la cara que se le fue por completo cuando vio a Pablo gesticulando mucho con Daniel. Los dos tenían los celulares en las manos. Jerónimo recordó que había apagado el suyo y disimuladamente lo prendió.

Le llegaron las notificaciones y las llamadas perdidas, algo había sucedido. No lo llamaban de esa manera por nada. Levantó los ojos y vio a Pablo encontrarlo en medio de la gente y correr hacia él.

-JERÓNIMO DONDE ESTABAS?

-TE ESTUVIMOS LLAMANDO, PENDEJO -gritó Dany un poco histérico y Jerónimo se asustó.

-Salí a fumar un cigarrillo -mintió y Pablo lo abrazó fuerte.

Estaba temblando?

-Qué pasó??

-No viste al frígido?

-No, no lo ví!

-No vino con Dany -gritó Pablo y Jerónimo observó al mayor.

-Qué?

Daniel los empujó hacia la vereda para que pudieran conversar con mayor tranquilidad y cuando Jerónimo salió vio que la camioneta ya no estaba.

-Cuando llegué, toqué el timbre y ese muchacho llegó y se paró a mi lado -explicó Dany -Le pregunté si venía a la fiesta y me dijo que si, entonces quise saber con quien y me explicó que había salido un momento a tomar aire, pero que llegó contigo.

Jerónimo abrió grande los ojos.

-Conmigo?

-Si!!! le dije: con quien viniste? y me respondió "con Jerónimo" por eso nos asustamos. Pablo me dijo que tu no lo conocías. Cuando bajamos para advertirte que tuvieras cuidado con ese extraño porque había ingresado a la fiesta sin conocer a nadie y no te encontramos, entramos en crisis.

-Creímos que te había pasado cualquier cosa -gimió de nuevo Pablo abrazándolo fuerte.

Y Jerónimo tragó duro.

Con quien había cogido?

Cómo es que sabía su nombre?

Quien era?

y por qué tenía la camioneta con cuchillos?

Regresó la mirada hacia la esquina, intentando encontrar alguna explicación, pero no entendía nada. Había cogido con un loco? había cogido con un extraño psicótico? quien era Tomás?

Recordó cuando le inspeccionó el pecho con la linterna del celular, se le había cruzado por la mente que buscaba más tatuajes... ¿lo había confundido con alguien? No. Seguramente no, porque a Daniel le había dado su nombre.

Abrazó a Pablo y ocultó la cara en su cuello. ¿Con quien había estado? de pronto todo el subidón de adrenalina por el sexo se le fue a la mierda... de pronto: tuvo miedo.

 

 

FIN

¿FIN?

El EXTRAÑO tendrá su continuación en el fic EL EXTRAÑO SANGUINARIO.

Gracias por sus lecturas.


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