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Identidad. Post Cherik. Xavierine por midhiel

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Notas del fanfic:

 

 

 

Regalo de cumpleaños para mi amiga KiKaLoBe.

 

Es la primera vez que emparejo a Charles con alguien más y será Logan porque es una de tus parejas favoritas. Tiene un post Cherik también.

 

Espero que te guste.

 

 

Uno

 

 

 

 

-Charles, ¿puedo pasar?

 

El telépata oyó a Scott Summers detrás de la puerta del despacho y lo autorizó mientras hacía a un lado el libro que estaba leyendo junto al escritorio.

 

El joven entró con su expresión rígida y perenne detrás de los lentes oscuros, que hacían imposible dilucidar sus emociones. Sin embargo, Charles sintió que estaba preocupado aun sin leerlo. Se dio cuenta porque percibió ligeramente su mente atribulada y por el hecho de que hubiese venido a su despacho cuando tenía que estar con los demás entrenando.

 

-¿Qué pasa, Scott?

 

-Se trata de David.

 

Charles movió instintivamente la cabeza hacia el ventanal. No podía verlo pero sabía que a esa hora su único hijo solía jugar en el jardín. Suspiró, él también lo había notado taciturno en el desayuno y demasiado cerrado para el niño entusiasta y extrovertido de nueve años que era. Ahora se preguntaba por qué no se había detenido a hablarle en ese momento.

 

-Sí, hoy lo vi así – admitió -. Gracias, Scott. Platicaré con él.

 

-No es la primera vez que lo veo así – confesó el joven. Charles lo miró con interés -. Hace un par de días estaba pensativo y también la semana anterior. Lo siento, fue en la temporada que viajaste a Washington, por eso creí que te estaría extrañando pero ya estás aquí y sigue igual.

 

El telépata se alejó con la silla del escritorio hacia el ventanal. Quiso buscar la mente de su hijo pero estaba lejos.

 

-Una vez más, gracias, Scott.

 

-De nada – contestó el joven y se retiró.

 

Charles siguió con la mirada los jardines. Pensó en qué podía estar inquietando a su niño y recordó una conversación ligera, que habían tenido un par de semanas atrás cuando lo acostaba. David le había preguntado directamente quién era su madre y el telépata le había contestado con evasivas. Cuando el pequeño insistió, Charles tomó una decisión de la que no se sentía orgulloso: lo tranquilizó mentalmente para que se durmiera y así dio por finalizada la plática. A él le costaba brindarle esa respuesta aunque su hijo se lo mereciera.

 

………………

 

David era un niño que había sido feliz desde que viniera al mundo. Había crecido en la mansión, rodeado del cariño de los mutantes, personas distintas en sus aspectos y con habilidades peculiares, y gracias a ellos, el niño había aprendido desde la cuna a aceptar las diferencias. Su padre le había enseñado a amar, ser justo y proteger a los débiles, y por esa idea de justicia, David sentía que tenía derecho a conocer a su madre. Nunca la había visto, o al menos, no la recordaba, ni siquiera sabía su nombre de pila. Había escuchado que algunos adultos como Jean, Kurt u Ororo, mencionaban a una tal Moira en el pasado de su padre, pero nada más. Semanas atrás había decidido preguntárselo a su progenitor directamente, mas Charles quiso esquivar el tema y después, David no pudo seguir preguntando porque se durmió. Por la mañana su padre tuvo que viajar por varios días y ya no le quedó oportunidad.

 

Ahora quería volver a intentarlo y se planteaba cómo conseguir que su padre le respondiera. Si no, tendría que tomar medidas más drásticas como quizás hurgar en los cajones del dormitorio de su progenitor, o, en los de su despacho, pero eso no estaba bien porque sonaba a engaño y robo.

 

David pensaba en todo aquello mientras se columpiaba sin ganas en el área de juegos del jardín. Otros niños, mayores y menores que él, estaban divirtiéndose en el tobogán, riendo y gritando en grupo. Él los miraba alicaído.

 

“David,” la voz serena de Charles resonó en su mente. “Acércate a la fuente que te estoy esperando.”

 

El niño saltó del columpio y corrió por el camino empedrado hacia la fuente que coronaba la entrada a la casa, casi una cuadra más lejos. Llegó jadeando.

 

Su padre estaba ubicado junto a la fontana para que el pequeño pudiera sentarse en el borde de piedra, como solía hacerlo para chapotear con el agua.

 

Charles esperó a que tomara asiento. No quiso leerle la mente pero notaba lo atribulada que estaba. Le acarició la mejilla, mientras lo observaba admirándose por enésima vez del parecido que guardaban ambos. David tenía el aspecto de un mini Charles en apariencia física pero poseía el espíritu resuelto e impulsivo de su otro progenitor.

 

-Hace un tiempo me preguntaste quién era tu madre y yo no quise responderte – confesó desde el corazón. Parpadeó un par de veces porque estaba arrepentido -. Tengo la obligación de decírtelo pero no pude aquella vez – se mordió el labio inferior y parpadeó otra vez, ahora para retener las lágrimas -. No puedo.  .  . lo siento, David.

 

-¿Fue Moira? – el niño trató de cooperar, conmovido.

 

A Charles lo sacó de su pena el estupor.

 

-¿Moira? ¿De dónde sacaste ese nombre? ¿Por qué la mencionas?

 

-Solían decir que, bueno – balanceó las piernas -, dicen que ella fue alguien especial para ti.

 

-Sí, una amiga que nos ayudó a vencer a Apocalipsis, ¿recuerdas que te conté de ese monstruo que llegó para secuestrarme y cómo todos peleamos juntos para destruirlo?

 

David sonrió con entusiasmo.

 

-Es mi historia favorita de las aventuras de X-Men, papá.

 

-Bien – asintió Charles con calma -. Moira MacTaggert estuvo allí para ayudarnos. No es mutante como yo, o como tus amigos, o como tú, pero nos ayudó y confiamos en ella.

 

-Pero no fue mi madre – quiso el niño que quedara asentado.

 

-No – sonrió su padre con calma. Guardó silencio mientras lo miraba directo a los ojos. Costaba pero tenía que decírselo -. Tu madre, mejor dicho, tu otro padre fue un mutante muy poderoso, uno del que me enamoré hace tiempo y él – suspiró -, él también me amaba a su manera.

 

-¿Dónde está ahora?

 

-Ya no está más – respondió Charles a punto de quebrarse. Tanto había evitado esa conversación para no llegar a este punto -. Él falleció, David.

 

El niño quiso seguir preguntando pero su padre se cubrió la cara con la mano y lloró. Nunca lo había visto tan vulnerable y triste antes. Lo abrazó y sintió culpa por haberle provocado el llanto.

 

-No, David – suspiró Charles y respiró profundo para tragarse las lágrimas, sin embargo, no podía detenerlas -. No te culpes porque tienes derecho a saber, soy yo .  .  . Lo siento.   .   .

 

El pequeño lo abrazó con más fuerza. Estaba confundido y destrozado. Ahora tenía muchas más dudas pero no quería seguir preguntando.

 

Charles tardó en reponerse. Finalmente su llanto se volvió sollozos y deshizo el abrazo.

 

-Eres una persona maravillosa, hijo – aseveró con orgullo. Lo miró a los ojos y le acarició las mejillas con los pulgares -. Mereces saber la verdad y yo tengo la obligación de dártela, pero te pido – suspiró nuevamente -, te pido que me tengas paciencia. Esta noche, después de cenar, cuando vaya a acostarte, te lo contaré.

 

David asintió, mientras sonreía. Estaba ansioso por conocer sobre su otro progenitor porque necesitaba saber su origen. Su padre le preguntó para cambiar de tema cómo le había ido en la escuela, a qué jugaba cuando él lo llamó, y qué pensaba hacer más tarde. David le respondió que no tenía planes y Charles le propuso que lo acompañara a su despacho para leer juntos. Otro niño hubiera desechado la invitación pero David adoraba leer y saber del mundo, y su padre tenía unas enciclopedias magníficas en su despacho, llenas de imágenes e historias fascinantes.

 

-Bien – sonrió el telépata cuando su hijo aceptó -. Deja que termine unos asuntos y te llamo.

 

-Sí, papá.

 

Charles regresó a la casa. Consultó el reloj y por la hora dedujo que Hank lo estaría esperando para reunirse por unos asuntos sobre el nuevo programa de simulación del equipo X-Men. Sin embargo, estaba seguro de que no hablarían de eso precisamente. Hank McCoy era uno de los pocos que conocían la historia trágica de David, y al decir trágica, se referían a su llegada a la mansión.

 

El telépata le contó la plática que había tenido con su hijo y la promesa que le había hecho. Frecuentemente Hank solía quedarse de pie cuando estaba en el despacho de su amigo pero al escuchar este tema prefirió sentarse. Charles le había hablado desde detrás del escritorio y ahora se acercó a la licorera a servirse un trago. Le ofreció uno pero Hank declinó con un gesto.

 

-¿Qué le dirás, Charles? ¿Le contarás todo?

 

-No puedo decirle con nueve años que su padre vino hasta aquí a morir para traerlo al mundo – suspiró, mientras bebía un trago largo -. ¿Qué le voy a contar? ¿Qué le puedo decir de esa tragedia sin mentirle?

 

Hank trató de estudiar la situación con más objetividad.

 

-Me parece que te estás enfocando en esa noche fatídica, Charles, y David realmente no querrá saber de eso. Tal vez más adelante pero no ahora. ¿Por qué, en cambio, no te enfocas en lo que recuerdas de él? ¿Por qué no le cuentas lo que él significaba y sus momentos felices?

 

-¿Crees que no vaya a plantearme cómo nació sabiendo que tiene dos padres varones con lo despierto que es?

 

-Y le puedes contestar que se lo explicarás más adelante pero que por ahora él necesita conocer su identidad, que es exactamente lo que está buscando y que para saber sus orígenes necesita conocerlo a él a través de tus ojos.

 

Charles bebió lo que quedaba en el vaso y permaneció meditando. Hank tenía razón, desde su dolor él solo pensaba en el aspecto trágico dejando de lado la verdadera cuestión de David: sus raíces. También notó que ninguno de los dos había mencionado el nombre de su amante porque nadie lo hacía desde aquella noche. Charles porque no podía pronunciarlo y los demás, como un acuerdo implícito.

 

-Me culpo, Hank – reconoció, mientras miraba por el ventanal en lontananza -. Podrías decir que no tenía la necesidad de rastrearlo después de nuestra discusión pero tuve que haberlo hecho. Fue mi orgullo, la arrogancia de la que él varias veces se quejó, la que me hizo permanecer aquí, de brazos cruzados, después de la pelea.

 

Hank bajó la cabeza. Como el mejor amigo del psíquico conocía la historia mejor que nadie.

 

-Solo te diré que un teléfono tiene dos líneas – trató de quitarle el peso del remordimiento -. Podías haberte conectado a Cerebro pero él también podía haber venido antes a verte, al menos para que lo supieras.

 

-¿Cómo iba a hacerlo? – reclamó.

 

-Me refiero a antes de que lo secuestraran – contestó Hank y alzó la cabeza -. Él tuvo bastantes meses para regresar a Westchester y eligió no hacerlo. Si no se atrevía a viajar por su estado, podría haber enviado a alguien – se acomodó los lentes, nervioso -. Entiendo que Erik sufrió pero no dejes que la culpa recaiga en ti.

 

Charles sintió un vacío inmenso al oír el nombre. Su amigo notó muy tarde que lo había mencionado.

 

-Lo siento – murmuró Hank y se masajeó el puente de los lentes.

 

El telépata juntó aire y le contestó.

 

-Está bien. Esta noche tendré que pronunciárselo a David – dejó el vaso -. Gracias por el consejo.

 

Hank no sabía si lo había ayudado lo necesario o no porque era un tema difícil que el niño pedía y no se le podía seguir negando.

 

Charles movió la silla hacia el escritorio otra vez.

 

-Voy a llamar a David, que me está esperando para leer.

 

Hank se puso de pie.

 

-Con respecto al modelo nuevo de simulación – señaló una carpeta, que había dejado sobre el escritorio al entrar. Charles apoyó la mano en ella -. Léelo cuando puedas – se acomodó los lentes -. Pienso que la interface es mejor y Jean me ayudó proyectando imágenes para darles forma a los nuevos Centinelas.

 

-Estoy seguro de que hiciste un trabajo excelente, Hank – lo felicitó Charles -. Te pido un último favor: ¿podrías buscar a David? Debe estar en la sala o en el jardín esperando.

 

Su amigo asintió y cerró la puerta.

 

El niño entró quince minutos después. Se notaba que Hank había tardado en encontrarlo. Corrió hasta la escalera junto a los estantes para bajar los libros que conocía de memoria. Su padre sonreía ante su entusiasmo y al verlo tan enérgico y decidido no pudo evitar recordar a su amante.

 

-Erik – musitó, pronunciando el nombre por primera vez en nueve años. David volteó hacia él y bajó con cuidado sosteniendo un libro grande -. Él se llamaba Erik, Erik Lehnsherr.

 

-¿Como Magneto? – el niño había oído de ese mutante porque había jóvenes y niños en Westchester que lo admiraban. Se contaba del discurso que había pronunciado frente a la Casa Blanca a comienzos de los setenta y que fue la declaración de emancipación de los hermanos mutantes. Se acercó a la silla de ruedas y dejó el libro sobre el escritorio -. ¿Se llamaba como Magneto?

 

-Tu padre era Magneto, David – confirmó Charles y sonrió -. Me sorprende que hayas escuchado hablar de él, a decir verdad, no tanto porque fue un mutante reconocido y suelen nombrarlo. ¿Qué más sabes de él?

 

David hizo un ademán para sentarse sobre las rodillas de su padre y este lo ayudó acomodándolo sobre sus piernas. Era un momento íntimo y el niño necesitaba su calor.

 

-Era un mutante muy poderoso, podía controlar los metales – comenzó el pequeño y miró el portaplumas metálico, que Charles tenía sobre el escritorio, junto a libros, papeles y un retrato suyo -. Estaba convencido de que los mutantes son, somos superiores. Papá – lo miró a los ojos -, aunque yo no tenga poderes, ¿tú estás convencido de que los desarrollaré más adelante porque soy su hijo?

 

-Sé que eres un mutante porque Cerebro me lo confirmó – contestó el telépata. Una vez había rastreado la mente de su hijo con esa máquina y se le había presentado de tono rojizo -. ¿Qué más sabes de él?

 

-Que una vez habló frente al presidente y frente a todo el mundo, diciendo que los mutantes no teníamos que sentirnos avergonzados de ser lo que éramos, sino unirnos en una especie de ¿hermandad?

 

-Así es.

 

-También que ayudó a reconstruir esta casa cuando se destruyó y que te conocía a ti y a varios más.

 

-Sabes bastante pero te falta conocer lo principal – sonrió Charles con orgullo y lo acomodó mejor en su regazo -. Nos conocimos hace muchísimo cuando yo lo rescaté del agua, trabajamos juntos, creamos el primer equipo de mutantes y nos enamoramos.

 

-¿Se enamoraron como novios? – quiso saber David maravillado -. ¿Así como Scott y Jean?

 

-Como ellos – confirmó su padre. Se daba cuenta de que mencionar a Erik le estaba costando menos de lo que había temido -. Tuvimos nuestros encuentros y desencuentros porque sabes que yo pienso que los mutantes y los no mutantes somos iguales y debemos convivir en paz, y él pensaba que no, después de ese discurso ante el mundo tuvo que huir del país y estuvo mucho tiempo escondido pero luego volvió, ayudó a reconstruir la casa y me visitó por un largo tiempo.

 

-¿Ustedes solían salir como Jean y Scott?

 

Charles pensó antes de responderle.

 

-No, viajamos un tiempo juntos para encontrar mutantes con la primera máquina Cerebro que diseñó Hank, pero después nos encontrábamos en esta casa y pasábamos el tiempo aquí.

 

-¿Y estabas enamorado?

 

-Mucho, y él de mí.

 

David se calló. Charles notó su mente más tranquila ahora que le había quitado las dudas. Sorprendentemente el niño no deseaba saber más por el momento porque se sentía satisfecho con lo que le había contado.

 

-Dicen que él murió – comentó el pequeño después de un rato -. ¿Es cierto?

 

-Sí, David – suspiró el telépata e hizo todo el esfuerzo por sonreírle para no angustiarse -. ¿Algo más que quieras preguntarme ahora?

 

-No – sacudió la cabeza y le devolvió una sonrisa genuina -. Ahora sí quiero leer contigo.

 

Charles se sintió aliviado y admiró su inocencia. Padre e hijo pasaron un rato, tranquilos y reconfortados.

 

 

…………………

 

 

Erik le había reprochado en vida muchas veces que su problema era esa falsa humildad con la que camuflaba su arrogancia. Charles era soberbio, con un ego más alto que el de Magneto. Por eso después de que discutieran por un tema que ahora ya el telépata ni siquiera podía recordar, Erik se había marchado ofendido. Charles ni se había molestado en rastrearlo, aun cuando lo extrañara enormemente. Sí, era definitivamente su orgullo porque bien podía haber utilizado la máquina una vez y ¿quién sabe? Quizás habría detenido la tragedia.

 

Magneto también podría haber regresado a Westchester pero como siempre, esperaba que Charles diera el primer paso. Se podía decir que uno y otro habían tenido parte de la culpa. Ahora ya era tarde para lamentarse y el único consuelo que le quedaba al telépata era su hijo: David Charles Xavier.

 

Charles había querido darle también el apellido Lehnsherr pero Hank opinó que podía traerle problemas con las agencias de inteligencia mundiales. Magneto había sido un mutante buscado y habría sido necesario dar a conocer el parto clandestino dentro de Westchester y poner a la escuela en el foco de una tormenta. Por eso optó por nombrarlo solo Xavier y anotar a su madre como desconocida. Además, ¿cómo explicaría a las autoridades que el niño había sido engendrado por dos padres? Poco y nada se sabía todavía de los mutantes y que pudieran gestar sin importar el sexo podía ser una nueva fuente de discriminación por parte de la sociedad.

 

………………………

 

Cuando Hank volvió a cruzarse con Charles en un pasillo cerca de la cena, lo encontró más tranquilo. El telépata le explicó que ya había platicado con David y que las cosas habían salido mejor de lo planeado, hasta se podría decir que había sido redentor para Charles recordar a Erik.

 

-¡Cuánto me alegro! – sonrió McCoy -. Hoy agregué el simulador al circuito y fue todo un éxito.

 

Ororo los interrumpió al llegar corriendo.

 

-Jean acaba de aterrizar – anunció. Hank sopló. Había diseñado el jet para manejarlo él mismo pero la joven era tan inteligente, que había aprendido a volarlo sola -. Vino con un mutante, que dice que conoció hace años cuando estuvieron secuestrados en la base de Stryker. Tiene el aspecto de un lobo y lleva una medalla con la inscripción “Wolverine.”

 

-Logan – musitó Charles, recordando al mutante que los había ayudado a cambiar el futuro.

 

-Él dijo que algún día volvería – recordó Hank, acomodándose los lentes.

 

Ororo los miraba sin entender.

 

-¿Dónde está? – le reclamó Charles.

 

-Lo bajaron al laboratorio. Jean lo está atendiendo con Scott y me pidieron que te buscara a ti, Hank. También que te avisara, Charles.  

 

Los tres se dirigieron rápido hacia el laboratorio.

 

……………….

 

Logan yacía boca arriba en la camilla con Jean revisándole los signos vitales bajo la mirada inquisidora de Scott. Tenía el torso desnudo y dejaba al descubierto sus pectorales. Un pantalón corto era todo su atuendo ya que sus pies estaban desnudos. Tenía una mezcla de sangre en los nudillos, la propia causada por la salida de las garras y otra de algún desconocido con el que se hubiese estado peleando. A pesar de que se encontraba inconsciente y había perdido sus recuerdos, era tal su trauma reprimido que Charles se frotó la frente al entrar, aturdido con tantos pensamientos oscuros.

 

-¿Estás bien? – le preguntó Hank al ver su expresión.

 

-Sí, solo atiéndelo con Jean – ordenó el telépata.

 

La joven se hizo a un lado al ver a McCoy y se preparó para seguir sus instrucciones. Charles se acercó a la camilla para observar a Logan. Puso la mente en blanco para que esa memoria atormentada no lo hiriese y lo examinó. Wolverine se veía parecido al mutante que lo había visitado del futuro y no al mismo tiempo porque tenía líneas de expresión en la cara que delataban lo que había sufrido. El telépata recordó la breve plática que habían sostenido los dos durante el viaje a Washington para detener a Raven, los nombres que le pidió que no olvidara como los de Jean, Storm y Scott, y la súplica para que lo ayudara en el futuro. Era el mismo Logan que ahora necesitaba de él.

 

-Charles – lo interrumpió Hank -. Hay que dejarlo descansar, ya le apliqué un sedante. Scott – miró al joven -. Ayúdame a preparar a una de las salas de internación. Allí lo dejaré monitoreado por las computadoras. Dormirá toda la noche.

 

Los demás asintieron. Hank lo cargó en brazos y con Scott abandonaron el laboratorio. Ororo los siguió por si necesitaban ayuda.

 

Jean se acercó al telépata cuando quedaron solos.

 

-Lo conocí cuando escapó de Alkali Lake, cuando enfrentamos a Apocalipsis.

 

-Sí, recuerdo que me hablaste de él, Jean.

 

La joven suspiró con pena.

 

-Tenía los recuerdos reprimidos por un trauma muy fuerte, por eso rescaté algunos, se los saqué a la luz, y lo dejé ir. Era escalofriante porque cuando entré en su mente, toda su historia, desde la niñez, había sido una mezcla de sufrimiento y abandono. Es extraño – suspiró, melancólica.

 

-¿Por qué es extraño?

 

Jean lo miró.

 

-Porque fui la única que no le tuve miedo. Scott estaba aterrado, podía sentirlo aunque tratara de disimular. Es entendible porque lo vimos masacrar a los hombres de Stryker.

 

-Logan o James Howlett, como se llama realmente, es una excelente persona – apuntó Charles -. Gracias a él me convertí en quien soy hoy. Hank y yo lo conocimos hace mucho tiempo, aquella vez vino para ayudarnos y hoy debemos ayudarlo nosotros.

 

Jean no pudo evitar asociar mentalmente a ese mutante sufrido con Magneto, que había soportado mucha angustia desde el Holocausto. Rápido trató de cambiar el pensamiento pero ya fue tarde porque Charles leyó la relación que había hecho.

 

-Los niños ya deben haber cenado – comentó Xavier, consultando su reloj -. Tengo que acostar a David – y así se despidió de su pupila favorita y rodó la silla hacia el ascensor. Antes de que la puerta se cerrara, le sonrió -. Todo está bien, Jean. Pensaste lo que cualquiera podría haber pensado. Erik y él guardan muchas semejanzas. Los dos fueron sobrevivientes.

 

La muchacha se sorprendió de que nombrara a Magneto con tanta naturalidad. Quiso replicarle un “lo siento” pero ya el ascensor se había cerrado.

 

Charles subió a la planta alta suponiendo que su hijo estaría en su dormitorio a esa hora. No se equivocó. David se estaba lavando los dientes cuando su padre entró. Salió del baño ya vestido con su pijama a rayas y Charles le quitó las sábanas para que se acomodara en el lecho. Una vez que estaba acostado, el niño preguntó:

 

-¿Cómo te enamoraste de Magneto?

 

-Erik – corrigió Charles con una sonrisa de triste añoranza -. Magneto era el nombre que usaba para los demás, para mí, para aquellos que le importábamos, él se llamaba Erik. Aunque tú deberías llamarlo papá, ¿no te parece?

 

El niño asintió aunque siempre había empleado el término solo para Charles y le parecía extraño nombrar de esa forma a alguien a quien solo había conocido de oídas.

 

Su padre continuó.

 

-¿Quieres saber cómo me enamoré de él, en qué momento? – David asintió de cuenta nueva -. Bien – le acarició el puente de la nariz -. Muchos años antes de que nacieras, cuando lo conocí, la agencia de la CIA nos llevó a él, a Hank, a mí y a varios más a unas instalaciones para que los ayudemos a encontrar a otros mutantes como nosotros. Tu padre no confiaba en los agentes, a decir verdad – sonrió con melancolía -, no confiaba en los no mutantes en general, los llamaba homo sapiens, recuerdo. El asunto es que como estaba empecinado en encontrar a otro mutante llamado Shaw, a quien la CIA perseguía también, pensó en escaparse una noche para seguir su camino solo. Yo lo encontré y le dije que no lo detendría pero le demostré que conmigo y los demás tendría una oportunidad para no continuar trabajando solo. Esa fue la primera vez que leí en su mente la esperanza. Sentí que tenía esperanza en mí y eso me conmovió. A la mañana siguiente comprobé que había decidido hacerme caso y quedarse.

 

-Pero, ¿cuándo te enamoraste realmente? – insistió el pequeño con ansias.

 

-Cuando probamos a Cerebro por primera vez, esa misma mañana, él me miró a los ojos de una manera dulce y me llamó rata adorable de laboratorio. Logró que me desconcentrara y tuve que pedirle que se callara.

 

David rio y su padre rio con él. Después Charles se puso serio al seguir recordando.

 

-Me enamoró su mirada llena de ternura porque aunque tenía el casco de la máquina puesto, lo leí sin querer.

 

-Y, ¿qué leíste?

 

-Que estaba locamente enamorado de mí – Charles soltó un suspiro y se restregó los ojos con los dedos. Tenía ganas de llorar pero no de tristeza esta vez sino de emoción -. Así me enamoré de él pero él me amaba desde antes, tal vez desde la noche anterior, cuando estaba a punto de escaparse y yo lo descubrí, o tal vez cuando lo saqué del mar, no sé.

 

-¿Nunca le preguntaste cuándo se había enamorado él de ti? – cuestionó David con toda su inocencia.

 

Charles se sorprendió de que jamás se le hubiera ocurrido hacerlo.

 

-No, lamentablemente.

 

-Está bien, papá – respondió el niño y sonrió -. Lo importante es que ustedes se querían – bostezó enormemente.

 

Su padre comprendió que se estaba venciendo por el sueño así que lo arropó, le besó la frente y apagó el velador sobre la mesa de luz.

 

-Buenas noches, David.

 

-Buenas noches, papá – musitó el pequeño con otro bostezo.

 

Charles esperó a que se durmiera para abandonar la habitación. Después se dirigió a la planta baja para platicar con Jean sobre Logan. Ella le explicó que mientras exploraba la zona de la frontera canadiense con el jet, buscando alguna base antimutante, aterrizó cerca de un bar abandonado en medio de la carretera. Quería interrogar a los lugareños con su telepatía. En la parte trasera del establecimiento, encontró a Logan trenzándose con puños y garras con siete no mutantes más fornidos que él. Jean leyó que se trataba de hombres de Stryker. Ella los durmió a todos y se metió en la mente de Logan para controlarlo e indicarle que abordara el jet porque la joven no tenía la fuerza para cargarlo si se desvanecía también. Ya en el vuelo lo adormeció y de esa forma lo había traído.

 

Charles la felicitó por su actuación.

 

-Hay algo más – añadió Jean con cautela -. Si Stryker llega a enterarse de que lo refugiamos aquí y viene y descubre que además tenemos.   .    .

 

-No te preocupes – le sonrió su mentor para darle confianza -. Logan necesita un hogar y en cuanto al coronel Stryker, ya nos ocuparemos de él si busca hacernos daño.

 

…………………………

 

Este es el primer capítulo. Es la primera vez que escribo de esta pareja como puse antes, en realidad, es la primera vez que emparejo a Charles con alguien que no sea Erik.

 

Gracias por leer.

 

¡Feliz cumpleaños, Kika!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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