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Best Part of me por meyagatha

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Notas del capitulo:

holiii nada solo queria compartirles un hermoso fic que hicimos con mi friend preciosa. Es de given y la pareja es yukifuyu espero que les guste <3

¿Cuál es la mejor parte de mí?

Era una mañana cualquiera, una de invierno, un 14 de febrero; la noche anterior había nevado dejando una blanca y resplandeciente capa cubriendo las calles de la ciudad y a mi parecer  la nieve en invierno resultaba mágica: cuando se acumulaba era suave, no obstante, al congelarse ésta cambiaba completamente y al derretirse desaparecía sin dejar huella. Era hermosa. La nieve era como mis sentimientos hacia él.

 Suspiré acomodando el peso de mi cuerpo sobre la pared más cercana, la guitarra en mi espalda pesaba, podía escuchar a las personas quejarse del clima dentro del terminal de buses y como si fuese un imán atraído hacia él mis ojos lo encontraron: él estaba corriendo, con el cabello convertido en un desastre y una ropa demasiado ligera para la estación a la que le hacía honor su nombre.

Él se acercó, con el aliento perdido, apoyando una de sus manos sobre mi hombro y  me miró con esos ojos, sí, el me miró con esos bonitos y grandes ojos que todo me lo que quitaban.

“Lamento la demora, los buses estaban atrasados” Su palma se sintió cálida sobre mis ropas, pude vislumbrar su aliento entre el aire, sonreí, tenía un intenso latido dentro del corazón y la cabeza caliente.

“No tiene importancia, además yo soy el primero en llegar” Con mi mejor máscara y dando un increíble debut, le mentí “Los demás deben estar atrasados” Ellos nunca llegarían.

“Puedes olvidarte de Hiiragi,  me dijo que hacía mucho frío para salir” Mafuyu chasqueó la lengua con el ceño tenso, y las manos convertidas en un nudo “Al menos pudo inventar una mejor excusa que quedarse en cama” La expresión fue linda, encantadora, cada una lo era.

“Ya los conoces” Me encogí de hombros, pude escuchar los aplausos del espectador, pude ver las rosas a mis pies “Espera” Fingí que mi teléfono había vibrado para sacarlo del bolsillo de mi chaqueta “Shizusumi me acaba de escribir” El rostro del más bajo se encontraba tenso y nervioso “Él tampoco vendrá” mentirle estaba mal.

“De todas formas, nunca espero nada de esos dos” No obstante la culpa de esos engaños era mía, fui yo quien les pidió que me dejasen a solas con él.

“De todas maneras deberíamos ver la película nosotros dos” Pude escuchar lo agitada que se encontraba su respiración “Sé que la has estado esperando” Yo era tramposo.

“Lo sé, pero…” Él se acarició el cuello, evadiéndome “Dos hombres viendo una película un 14 de febrero es algo penoso” Sus mejillas habían enrojecido y  él trato de esconderse en aquel gigantesco suéter “Mejor deberíamos regresar” pero mi mano sobre su muñeca se lo impidió. Fue eléctrico.

“¿Tienes otra cosa que hacer hoy?” Él estaba cerca, su cabello tenía un aroma dulce y nostálgico, el roce fue tenso y significativo.

“No, pero…” Empecé a caminar hacia afuera de la estación, ignorando sus protestas “Lo mejor sería regresar”  no quería estar a solas conmigo. Mafuyu era malo expresándose, no obstante, era tan simple de leer y aquello me gustaba. Él lo hacía.

“Entonces puedes considerarme como tu cita por hoy” Sí, yo hacía trampa porque sabía que él estaba enamorado, aunque no entendía el por qué.

Mafuyu Sato se me había confesado hace un par de días: Una tarde después de clases, cuando las luces se habían ocultado para ser reemplazadas por oscuridad y estrellas, cuando el cansancio de los exámenes había pasado él tomó mi mano, con el rostro completamente sonrojado y una mirada brillante de expectación y miedo.

 Sus palabras fueron simples y mortales: “estoy enamorado de ti”  y yo,  yo fui destruido al saber que mi amor era correspondido por él, pero no entendía, no lo hacía para nada ¿Por qué demonios él me amaba cuando podría tener a alguien más? Mi respuesta nunca había sido entregada.

Quería que fuese especial y era tramposo, no obstante, la historia ya estaba escrita entre nosotros dos: me encontraba  Destinado a caer por él y por ello  no quise soltar su muñeca hasta llegar al centro comercia.  La calefacción del lugar consiguió que él se sobresaltara, decoraciones con globos rojos, corazones, música empalagosa, parejas por doquier y risas, fueron lo que encontramos del otro lado. Él parecía incómodo.

“Aún queda tiempo para que empiece la función”  parecía distante “¿Qué te parece ir a comer algo?” Antes de que él me respondiera nuestros pies nos habían llevado a un local de hamburguesas.

“Es buena idea” De todas maneras él me contesto “Yuki” Amaba como mi nombre sonaba al ser pronunciado por él. Lo quería escuchar siempre.

“¿Sí?” La fila estaba corta y los trabajadores disfrazados, había aroma a aceite en el aire y grasa en el piso “Escuché que una chica te invitó a salir hoy” Mi mano se deslizó con suavidad por su mejilla; él era perfecto. Todo lo que necesitaba lo estaba acariciando con mis palmas.

“¿Eso que tiene?” No me importo nada más que hundirme en esa mirada “¿La debería haber aceptado?” Y me gustaba verlo celoso por culpa mía, me gustaba verlo feliz. Él me gustaba tanto.

“Solo me preguntaba la razón por la que la rechazaste”  era obvia y la tenía escrita, cualquier otra persona se habría dado cuenta de la cara de enamorado que tenía cuando lo miraba a él “Solo eso” Cualquier persona menos él.

“Pensé que sería más divertido pasarlo con ustedes” El amor volvía a las personas torpes y estúpidas “Además, no necesito una novia” Nosotros éramos la perfecta ilustración “Te tengo a ti para eso” Le revolví el cabello, acercándome a la caja, no quise ver su expresión. Me flecharía.

Un combo de parejas, una mesa sucia, sillas de madera astilladas, manteles de papeles, habían pocas personas dentro del local, la calefacción era agradable, sus manos habían agarrado una de las hamburguesas, dejé la guitarra a mi lado, junto a un gran ventanal con corazones dibujados. La lámpara que colgaba sobre nuestros asientos era rosa, lo hacía ver lindo.

 Acomodé mi rostro sobre mi palma; Mafuyu siempre lo era y Había caído con lentitud enamorado de esos gestos.

“¿Por qué trajiste la guitarra al cine?” Los ojos de Mafuyu se encontraban clavados sobre la funda a mi lado.

“Porque se supone que con Hiiragi íbamos a ver algo” Otra mentira “No tengo más opción que cargarla el resto del día” Él era ingenuo y se las tragaba aunque parecía que no.

“Ya veo” Pero me amaba. El amor cegaba y entorpecía a las personas.

“¿Nos vendrás a ver cuándo hagamos nuestro debut?” El pan de mi hamburguesa estaba quemado, la carne un poco cruda, el sabor era desagradable; oxidado, sin embargo “Será en un par de semanas” Era delicioso porque estaba con él. Y era tan vergonzoso pensar y haberme dejado manipular con tanta facilidad por alguien más.

“Iré” Por un par de ojos coquetos y un rostro bonito “¿Quién de ustedes es el que canta?” Me llevé la mano hacía el pecho, tenía un estruendoso e intenso latir en mi interior. Estaba bien si era por él.

“Yo lo hago” Mi mano se deslizó sobre la mesa, rozando la suya “También escribí una canción” Ambos sostuvimos una mirada en el aire, estaba tenso y era difícil respirar “Una de amor” Una para él.

“Eres talentoso, me sorprendería que no lo hicieras” Talento no era el que tenía, sino inspiración. A Mafuyu le gustaba la música, la tarareaba en la azotea de la escuela, en mi casa, antes de irse a dormir, su voz era melodiosa y profunda, era delicada pero eléctrica. Y yo.

“Es una para ti” Tan solo quería transmitírselo a él.

“Yuki” Sus manos retrocedieron sobre la mesa, su rostro vaciló entre la pena y la seriedad “No deberías jugar con los sentimientos de los demás” Su mirada decayó hacia el piso del local “Ya sabes cómo me siento” Tuve una dolorosa presión dentro del pecho y la garganta, tuve un ardor en cada vena de mi cuerpo y una insoportable presión en la cabeza. No jugaba.

“Aún no te he contestado la confesión” No lo hacía “No te deberías precipitar” Solo buscaba un momento especial.

“No tienes que hacerlo, lo dije por impulso” Pero aquel momento no existía y parecía que lo estaba decepcionando.

“Mafuyu” Él me amaba “Nosotros” Y yo lo amaba de vuelta “Oye, ¿Me estas escuchando?” Él no me miró, sus hombros habían decaído, la fastidiosa música de la radio parecía estarse burlando de mí “No lo dije con esa intensión” Si él me amaba y yo le correspondía, ¿Por qué era tan difícil de expresar?

“Deberíamos apresurarnos para comprar las entradas” ¿Por qué las palabras para explicárselo eran tan complicadas? Él significaba tanto, tanto que sobrepasaba mi propio entendimiento.

“Aún queda tiempo” Tanto que en estos mismos instantes lo quería besar,  de manera dulce y lenta “Podríamos hacer alguna otra cosa” Tanto que me aterraba y aunque entre nosotros dos yo era el extrovertido popular, él era quien había juntado el valor para confesarse.

“¿Tienes algo en mente?” Este chico, quien esta temblando al frente mío, con una mueca de desagrado, con un corazón herido entre sus manos, se había atrevido entre nosotros dos. Las cartas estaban sobre la mesa.

“Podríamos ir al arcade a jugar” Perderlo todo en dos palabras, solo necesitaba de un momento.

“Tú eres realmente malo jugando” Uno que fuese especial “Pero bien” Cada uno lo era con él. Tomé su mano y él no me apartó. Podía escuchar un intenso palpitar en alguno de nosotros dos.

“Mafuyu…” Y yo era tramposo, porque en esos ojos podía ver lo mucho que él me amaba “No es nada” En el brillo que se formaba dentro de ellos, en lo profundo y hermoso que se volvía su color, en mi reflejo dentro de esa bonita mirada; Lo veía en la forma en que él abría sus labios con lentitud como si quisiera ser besado. Quien quería besarlo era yo.

El arcade se encontraba repleto de parejas, había globos con helio en la entrada del local, un gigantesco cartel rosado que anunciaba las promociones de los juegos,  una canción romántica y poco significativa entre los parlantes de la boletería y yo tenía las manos sudorosas y los pasos torpes al tenerlo tan cerca.

 Cerca siempre habíamos estado, no obstante, había un chispa diferente entre nosotros dos, algo había cambiado desde aquellas palabras. Quizás no. Tal vez los dos nos encontrábamos jugando, pretendiendo que éramos amigos cuando las caricias no eran algo normal pero  me gustaba tocarlo, me gustaba mirarlo, escucharlo, verlo sonreír y no lo quería lejos de mi lado,  no lo soportaría.

 Mientras él dormía mis dedos delineaban sus labios suplicando por más y era cobarde mientras él era valiente, él era la otra pieza de mi corazón; lo tenía roto y vacío, teñido por la soledad pero  yo estaba ahogado en él. El invierno era de la nieve y  la nieve le pertenecía a él: Mafuyu Sato.

“Yuki” Era un desastre, buscaba un momento especial, no obstante, me encontraba paralizado por culpa de estos sentimientos, eran implacables, se me estaban desbordando, los traté de contener con mis manos; se mancharon “Oye” Dentro de ese caos él me agarro de la chaqueta, captando mi atención.

“¿Sí?” Él me entrego una sonrisa, esa clase de sonrisa con la que cualquier persona se enamoraría.

“No tienes que estar tenso conmigo” Él me regaló las palabras que necesitaba para regresar a mí “Estamos bien” Que él no fuese capaz de escuchar lo estruendoso que estaba corriendo mi palpitar “Estamos juntos un 14 de febrero” era imposible.

“Es verdad” Quizás él lo sabía “Solo me distraje un segundo” tal vez siempre lo había sabido.

“Ya que estamos atrapados aquí” lo tenía escrito sobre la frente, lo tenía atorado en una canción “Deberíamos de disfrutar nuestra cita” En esa mirada supe que estaba condenado en aquella relación, jodido hasta los huesos.

“¿Por fin admites que esta es una cita?” ¿Qué sería de mí sin Mafuyu?

“Lo hago” No sería nada “Estamos en una cita” Él era mi todo, mi vida, mi corazón, mi Mafuyu Sato.

La atmósfera fue agradable entre nosotros dos, con las manos tomadas y risas nerviosas comenzamos a recorrer el arcade; había un latido delator entre nosotros dos y una tensión caliente. La culpa era del 14 de febrero. El dinero de la tarjeta fue gastado en juegos de disparos, en intentos por bailar, en una replica de baloncesto en donde él me ganó con una bonita sonrisa altanera y altiva, en juegos donde había que derribar un objetivo en el cual los dos fracasamos.

Éramos un par de hombres entre todos esos niños, pero nada importó porque  estaba con él y el estaba conmigo.

Él me amaba, y demonios, aunque no entendía el por qué, era tan feliz de haber recibido esos sentimientos pero  no los merecía.

 Había una simulación de guitarra entre todos esos puestos, me acerqué, colocando una canción al azar para empezar a tocar. Sus ojos sobre mis movimientos se convirtieron en electricidad, mis dedos fueron fuego en aquel juguete, sudor sobre mi frente, hambre en mi garganta. Quería ser  la razón de su asombro y admiración pero me deslizaba por las grietas de su amor, quería amarlo con lentitud. Yuki Yoshida era un desastre.

“Realmente sabes tocar” Aquellas palabras fueron pronunciadas en un suspiró, la sangre se me heló.

“¿Estabas subestimando mis habilidades?” Él se acomodó a mi lado, mirando cada movimiento de mis manos sobre las cuerdas.

“No” Su respuesta fue sincera “Nunca dudo de ti” Tan sincera que el rostro me ardió “Yuki, eres genial” Todo el cuerpo me calcinó por culpa de ese chico. Tenía las piernas nerviosas y la cabeza a punto de explotar.

“Si quieres aprender te podría enseñar a tocar” Sus ojos brillaron con una belleza hechizante “Yo” Mis dedos se convirtieron en nudos húmedos al ser el centro de su atención “Te puedo enseñar en mi casa o algo así” me sonrió, de manera suave y gentil y yo tragué, me faltaba aire.

“Eso me gustaría mucho” Él ni siquiera lo intentaba, Mafuyu no estaba haciendo nada, sin embargo, yo estaba cayendo por él.

“Tú podrías enseñarme a cantar” Él contuvo una risilla entre sus labios; tentadores y prohibidos “Te lo digo de verdad” Yuki Yoshida hace mucho tiempo había caído por Mafuyu Sato.

“Yo no sé nada de canto profesional, no creo que te pueda enseñar algo” Era fácil entre nosotros dos “Además tú cantas bien” No. No lo era. Todo tenía sentido “Al menos a mí me gusta tu voz, Yuki” Solo que no lo tenía, era un caos, estaba tan enamorado de él.

“Podríamos hacer un dueto” Como si él hubiese estado esperando aquellas palabras él asintió, con una expresión con la que me robó el corazón. Me toqué el pecho; estaba vació y hueco, estaba entre sus manos.

“Un dueto suena bien” La canción del juego terminó, su mano me fue extendida para que me bajará de aquella pequeña plataforma, la tomé. Una vida la sostendría.

“Mafuyu” La atención del castaño se encontraba sobre las empalagosas decoraciones del local y las parejas riendo “¿Puedo ir esta noche a tu casa?” Era impudente y era egoísta, su boca tirito para cerrarse y dibujar una sonrisa sobre él.

“¿No quieres dormir solo luego de ver una película de terror?” Sus palabras tuvieron un tono de broma. Él se estaba burlando de mí.

“¿Acaso me protegerás si me da miedo?” En lugar de contestar le regresé la pregunta. Tenía un nudo en la garganta y un burbujeó en el estómago, tenía miedo pero quería más. Amar era extraño y confuso. 

“Lo haré” Habían veces en que no lo entendía “Siempre he cuidado de ti, Yuki” Habían veces en las que él me podía desarmar con suma facilidad “Aunque eras más lindo de pequeño” Encogí los hombros pretendiendo indignación y  mi mano se había deslizado sobre su cintura, ninguno se atrevió a decir nada en aquella complicidad.

La mejor parte de mí.

“Ya no seré lindo, pero me he puesto guapo con los años” Él frenó sus pasos, tomando mis mejillas entre las palmas de sus manos, sus dedos recorrieron mis orejas, deteniéndose en mis perforaciones, sus caricias fueron chispas; me quemaron la piel, su mirada me había convertido en esclavo. Era adictiva y letal, era un disparo en el corazón.

“Creo que sí” Todo mi rostro se tiñó en escarlata porque  el me estaba mirando a los ojos, con una sonrisa tan bonita que me había derretido el corazón “Que no se te suba la popularidad a la cabeza” Pero la cabeza la tenía llena de él.

“Si se me sube” Mi mano regresó a la curva de su espalda, sobre sus caderas “Bájame con lentitud” Los gritos de los demás, la fastidiosa música y las decoraciones fueron irrelevantes y lejanas al tenerlo a él.

“Prometo hacerlo” Era él quien siempre me salvaba “Ahora compremos las entradas”

No recuerdo como llegamos hacia nuestros asientos en una solitaria y oscura habitación, no recuerdo haber subido aquel piso extra en el centro comercial ni haber hecho la fila para comprar, tan solo puedo conmemorar la sensación de mis brazos entre su cuerpo, me encontraba  completamente embelesado por él.

 Aunque la sala del cine se encontraba fría, tenía la respiración agitada y caliente, tenía las manos ansiosas sobre el regazo, había dejado mi guitarra en un asiento contiguo. Tragué con dificultad intentando concentrarme en la función, sin embargo, quería hacer cosas de pareja con él y era tan vergonzoso que estaba  mal. Amarlo era complicado. Había juntado todas las cosas que tenía para dárselas a Mafuyu, y aunque él las había aceptado, no podía evitar pensar que no eran suficientes. La relación entre nosotros dos era especial, desde un inicio nos habíamos pertenecidos, era romántico pensar que estábamos destinados, no obstante, me tiré de los cabellos, era un desastre, ¿Por qué demonios él me amaba cuando podría amar a alguien más?

“Te ves aburrido” Su aliento fue húmedo y caliente sobre mi oreja.

“No estoy aburrido” Era vulnerable y pequeño cuando se trataba de él “Solo estaba pensando” Aunque él lucía entretenido con la trama del filme, sus ojos prefirieron enfocarse en los míos, eramos un hechizo que no se podía romper.

“¿En qué estaba pensando el gran Yuki Yoshida?” Una maldición “Tengo curiosidad” A donde quiera que vaya pensaba en él, Mafuyu siempre estaba en mi cabeza.

“El tipo que nos vendió las entradas en el cine me resultaba familiar” Él estaba en todo lo que veía. Esté donde esté.

“¿Familiar?” Puedo verlo y olerlo.

“Sí, creo que es el guitarrista de otra banda” Esté donde esté “No tiene importancia en realidad” Lo estaba amando. Al apretar con fuerza el brazo de mi asiento, este se levantó, eliminando la separación entre nosotros dos. Mafuyu se encogió de hombros, tratando de restarle importancia.

“Había escuchado que en este cine se podía hacer eso” Golpeé mi asiento, pidiéndole que se acercará.

“La película me está dando algo de miedo” Aquella mentira era tan evidente como desastrosa.

“Eres un hombre adulto” Él no la compró “¿Qué harás cuando tengas que impresionar a tu novia?” De todas maneras sus piernas se deslizaron hacia mi lado, acomodé mi brazo sobre sus hombros, él era pequeño y delicado.

“No quiero impresionar a ninguna chica” Él era la mejor parte de mí “Al único que me interesa impresionar es a ti” Él se río, dejando que su nuca descansara sobre mi hombro, el palpitar en mi pecho fue estridente y eléctrico, mis palmas habían comenzado a sudar.

 “No estás haciendo un gran trabajo” El roce entre nosotros dos fue mortal, estaba seguro de que él podía escuchar mi respiración a su lado, estaba seguro de que él ya lo sabía. Yo lo amaba, y aquel amor era imposible de ocultar pero el momento, debía encontrar un maldito momento para responder aquella confesión y arriesgarme y saltar. Perderlo en dos palabras.

“Entonces me esforzaré más” ¿Valdría la pena arriesgarlo por una relación?

“Yuki” ¿Qué pasaría si él terminaba? ¿Qué pasaría si él se daba cuenta que el indicado no era yo? Me rompería el corazón.

“¿Sí?” ¿Qué pasaría si él se preguntaba por qué demonios me amaba? Cuando podía tener a alguien más.

“No estés tan nervioso” Ninguna de esas preguntas importó cuando él me miró, él sostuvo mi otra mano sobre su regazo; de manera suave y dulce “Solo soy yo” Lo único que supe aquella tarde fue que yo lo amaba.

“Eres tú” Y él me amaba de regreso. ¿No era encantador?

La mejor parte de mí es él.

 La mejor parte de mí era aquella que estaba sosteniendo mi corazón entre sus manos mientras mirábamos una película. La mejor parte de mí tenía los ojos más lindos del mundo y el mundo más lindo dentro de ellos, tenía unos labios que me incitaban a la tentación, tenía el cabello del color del atardecer. La mejor parte de mí  rompía todas mis inseguridades y yo no podía hacer otra cosa más que amarlo.

Amar era una palabra curiosa, estaba tan sobreexplotada, se podía decir entre mentiras, se necesitaba de un momento especial para recitarla pero  Lo único que quise en aquella cita fue encontrar uno para regalársela. Quizás era real con él, solo quizás.

Lo sostuve hasta que las luces de la sala se encendieron y las personas empezaron a salir. Mafuyu parecía feliz y eso significaba todo para mí. Con las manos entrelazadas salimos del centro comercial y  había empezado a llover, aquella lluvia había empezado a derretir la nieve a nuestro alrededor, él y yo corrimos hacia el paradero de autobuses más cercano; era estrecho y el techo era de plástico, el asiento de metal estaba frío y  él se acercó, con el cuerpo tiritando. Podía escuchar cada gota retumbar en mi cabeza.

“Por eso Hiiragi no quiso salir” Él se abrazó a sí mismo, me quité la chaqueta para cubrirle la espalda “No tienes que hacer eso” Le quedaba grande,lucía tan lindo.

“Yo tengo otras tres capas de ropa” Le golpeé la frente con suavidad; era un regaño “Te dije que te abrigaras” Él chasqueó la lengua, sus pies estaban colgando sobre el asiento, sobre los charcos que se habían empezado a formar.

“El pronóstico no dijo nada acerca de una lluvia” Las gotas sobre el pavimento y su respiración fueron los únicos sonidos que hicieron eco en aquel lugar. Él se aferró a mi chaqueta, cerrando los ojos; sus pestañas eran largas y curvas, su cabello parecía húmedo.

“Seguramente habrá un retraso en los buses” Eché mi espalda hacia atrás, mis zapatillas ya se encontraban empapadas y mis emociones desbordantes “Estaremos un buen rato aquí” Había tensión entre nosotros dos. La podía saborear.

“Al menos la película fue buena” Él dejó escapar aquel pensamiento. Sonreí, aquella cita se había sentido como un éxito.

“La trama fue cliché”  frunció el ceño, indignado. Mafuyu era tanto.

“Eres tú quien se la pasa viendo documentales de música” Tanto que era la única parte de mí que podía ser salvada.

“Mafuyu” La mejor. Abrí el estuche para sacar la guitarra de su funda, la acomodé sobre mi regazo, con el cuerpo de la guitarra en la mitad de mi pecho, y el clavijero a la altura de sus ojos “¿Quieres escuchar una canción?” No esperé su respuesta para que mis dedos se deslizaran con lentitud entre las cuerdas.

Quería que él supiera cual era la mejor parte de mí.

Una dulce y suave canción empezó a ser tocada, sus ojos se encontraban inmersos en mis movimientos, el frío del invierno fue irrelevante, él estaba cerca, él tenía mi corazón.

Mis pulmones están negros, mi corazón es puro,
mis manos tienen cicatrices de noches pasadas.
Y mi cabello es fino, y se está cayendo
de lugares de los que no debería.
Me siento un poco inseguro.

Mis ojos están cruzados,
pero siguen siendo azules.
Me muerdo las uñas y digo la verdad,
paso de estar delgado a tener sobrepeso,
va fluctuando día a día.
Mi piel está tatuada, pero la tinta también se difumina.

Tenía un mar de sentimientos atorados en mi interior: nunca tenía las palabras correctas para él, lo parecía decepcionar, cuando él estaba en cada uno de mis recuerdos, cuando su existencia era lo que le daba sentido a la mía y aunque no se lo podría transmitir en aquel presuntuoso momento especial quería que él lo entendiera. Yo lo amaba. 


Pero él me quiere, él me quiere,
¿Por qué demonios me quiere
cuando puede tener a cualquier otro?
Oh, tú me quieres, tú me quieres,
¿Por qué demonios me quieres
si ni siquiera yo me quiero a mí mismo?

Mis manos fueron dolorosas entre las cuerdas de mi guitarra, el sonido de la lluvia se había mezclado con mi voz, su cuerpo parecía estar temblando, mi palpitar era la percusión que estaba utilizando. Era cobarde y dudaba, no lo quería romper, no lo quería perder, no obstante, ¿Qué sería de mí sin él? Mafuyu Sato era mi mundo.

Cariño, la mejor parte de mí eres tú.
Y últimamente, todo tiene sentido.
Oh, cariño, estoy tan enamorado de ti.

Y él era la mejor parte de mí. Con una voz trepidando en un invierno despiadado, con una cita en la que le mentí, con esos bonitos e ingenuos ojos, quise que él lo escuchara. Había electricidad entre nosotros dos. Mi pecho se había convertido en mi guitarra, él estaba tocando mis cuerdas, estaban tensas y parecía que se iban a romper. Me estaba desbordando entre esas letras.


Le doy muchas vueltas y sigo perdonando,
pierdo mi teléfono y hago apuestas,
y nunca tomo el tren a tiempo,
siempre media hora por detrás.
Tus preocupaciones aún no han visto nada.
Pero tú me quieres, tú me quieres,
¿Por qué demonios me quieres tanto
cuando podrías tener a cualquier otro?
Sí, sí, él me quiere, él me quiere,
y seguro que jamás me dejará ir,
y me enseñará a amarme a mí mismo.

Tenía cientos de razones para evitar aquellas palabras y omitir mi declaración, había infinitas cosas que podían salir mal entre nosotros dos. Sí, él podría terminar conmigo, él podría dejarme y en un instante años de amor se podrían convertir en odio. Era frágil e incierto, como nieve que se derretía para no dejar rastro por culpa de la lluvia, había miles de razones para no hacer nada y excusas en las cuales me ocultar. Las había...

Porque, cariño, la mejor parte de mí eres tú.
Últimamente, todo tiene sentido.
Oh, cariño, estoy tan enamorado de ti.
Cariño, la mejor parte de mí eres tú,
últimamente, todo tiene sentido.
Oh, cariño, estoy tan enamorado de ti
Cariño, estoy tan enamorado de ti
Oh, cariño, estoy tan enamorado de ti.

Pero ninguna de ellas me importó. No más. Estaba tan enamorado de él que cualquier riesgo lo aceptaría. Mis dedos detuvieron sus movimientos sobre las cuerdas de mi guitarra, la lluvia se había vuelto torrencial, el cielo se había teñido de escarlata, sus ojos se encontraban cristalinos y brillantes, sus mejillas y su nariz rosadas. El techo del paradero no había soportado la lluvia, los dos nos encontrábamos empapados, dejé la guitarra de lado para tomar sus mejillas entre mis palmas, estaban cálidas, me cosquilleó la piel. Su aliento sobre mi rostro. Me acerqué.

“Esa se escucha casi como una canción de amor” Sus palabras escaparon nerviosas, él desvió la mirada hacia el charco que se había formado a nuestro pies, él regresó a mí.

“Es porque es una canción de amor” Mi pulgar acarició sus mejillas; estaban ardiendo a pesar del frío de la tarde. Sus ojos fueron indescriptiblemente hermosos bajo aquel atardecer, con la lluvia siendo cómplice de nuestras mentiras.

“Decirle eso a alguien que está enamorado de ti es un poco cruel” Me gustaba la nieve, era suave como su piel, podía cambiar de forma al congelarse como nuestra relación con el tiempo y al derretirse.

“Te estoy respondiendo tu confesión” No quedaba rastro alguno, solo se esfumaba como mi temor. Me acerqué, nuestras narices de rozaron, ambas respiraciones se escucharon nerviosas. Él se aferro a mis brazos, pude sentir el aleteo de sus pestañas, me mordí la boca, había un palpitar entre nosotros dos, había chispas y electricidad.

“¿Eso significa?” Más que la nieve lo que amaba era el invierno.

“Que estoy muy enamorado de ti, Mafuyu Sato” Mis labios sobre los suyos estaban destinados a encontrarse.

Los labios de Mafuyu eran cálidos y suaves, dulces, nostálgicos, fueron todo lo que imagine y más. Mis palmas apretaron sus mejillas, las suyas estaban sobre mi cuello, el asiento del paradero estaba frío y los dos estábamos completamente mojados, no obstante, el calor entre nuestras bocas nos mantuvo respirando. Tenía un intenso cosquilleo dentro del pecho, y ardor en la sangre, sonreí mientras lo besaba, era real y yo era tan feliz que podría haber fallecido en aquel beso. Al separarnos y mirarlo supe que todos aquellos temores habían sido en vano que sin importar lo que pasará, sin importar los años que transcurrieran, aunque que él lo olvidará, aunque lo nuestro se perdiera Mafuyu siempre sería la mejor parte de mí, y esperaba algún día convertirme en la mejor parte de él.

La mejor parte de mí era que estaba enamorado de él.

 

 


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