Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El mismo nombre por Yoshita

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Es mi tercer fic aquí en Haikyuu!!, si tienen curiosidad, tengo un Ushijima Wakatoshi x Sugawara Koushi llamado "Amatista" y un Asumane Asahi x Nishinoya Yuu llamado "Sax and you", pueden entrar a mi perfil y buscarlos.

Antes de cualquier cosa, quiero decir que este fic lo había esrito hace bastante, solo que lo retomé. Se darán cuenta que no coincide con la actualidad del manga (precisamente porque fue escrito cuando la actualidad del manga era diferente). No quise arreglarlo a la actualidad del manga porque esa nunca fue la idea.

Gracias por leer y dejen sus comentarios, serán muy bien recibidos.

Si hay algún error gramatical, háganmelo saber.

Notas del capitulo:

Más que un one-shot, diría que es un drabble, así que solo se basa en lo que conocemos del manga. Lo demás lo aclaré en las notas del fic.

Muchas gracias por leer.

 

La profesionalidad con la que ambos ejecutaban su trabajo como jugadores de alto calibre en los equipos a los que pertenecían no disminuía el tiempo que pasaban juntos porque, cuando no estaban en sus entrenamientos respectivos, entrenaban juntos y, si no estaban entrenando, se dedicaban a hacer lo que una pareja hacía: disfrutaban ir a cine (dormir en el), ir por panes rellenos, comprar ropa deportiva o tumbarse en la cama todo el día a ver partidos, eso último había tomado más fuerza desde que el chiquillo resplandeciente había decidido mudarse al departamento del rey de la cancha. Claro que a Kageyama no le molestaba vivir con Hinata, lo agradecía, ya que significaba que podía verlo más, podía abrazarlo más, podía tocarlo más, podía... en realidad podía hacer muchas cosas al respecto con Hinata y eso le encantaba. Ambos estaban bien así: vivían juntos ya hacía un año y se las habían arreglado para compartir el mismo número de camiseta del equipo.

-        ¡Porque no podemos jugar al Volleyball usando anillos!- había dicho Hinata- ¡y quiero sentirme unido a ti en los momentos más importantes para mí!

A Tobio le había parecido tierno, infinitamente tierno, lo que Shoyo le había propuesto (e inmensamente inteligente para él, pero nunca se lo diría), así que ninguno dudó un segundo en llamar a su entrenador y demás para lograr el cambio.

Y así habían jugado por unos cuantos años, mostrando una unión por medio de números que solo ellos comprendían.

 

 

-        Tobio- murmuró Hinata una tarde- esto de los números me encanta- mostró su camisa, recién salida de la lavadora, al hombre que se preparaba un té en la cocina- pero, ¿no te gustaría que todos entendieran lo que tratamos de decir?

-        ¿Que todos supieran que estamos juntos?

-        ¡Sí! - Hinata desbordaba entusiasmo- ¿no te gustaría que dijeran “¡mira a esos dos! ¡Comparten número y apellido! ¡Son geniales!”?

Kageyama lo pensó por un momento: un escenario donde, él, en un partido, se quitara la chaqueta del equipo y en su espalda, en lugar de aparecer Kageyama solo, como se había sentido hasta que entró a Karasuno, saldría Kageyama-Hinata, y ya no estaba solo, como había estado desde que había entrado a Karasuno y conocido al rayito de sol que era Hinata. Y en la cara de Tobio se dibujó una enorme sonrisa.

-         Todavía me asustas, Kageyama-kun, cuando sonríes de esa manera.

-         ¡Hinata boke! ¡Boke, boke, boke!

Las costumbres no se perdían.

-         Pero- murmuró Kageyama, algo decaído- ¿no te preocupa el “qué dirán”?

-         ¿El qué? - preguntó Hinata mientras salía del cuarto de ropas, miró a su compañero de vida, pensativo en el sofá. El té ya se había terminado.

-         Somos hombres- murmuró entre dientes- y somos relativamente famosos, ¿no crees que podría... generarnos inconvenientes?

-         Hmm... ¿no?

-         Hablo de inconvenientes públicos, no en un partido.

-         ¡Oh! ¡Inconvenientes públicos! No lo sé en verdad- se sentó al extremo del sofá y puso sus pies sobre las piernas del moreno- no entiendo mucho de eso, ¿no debería importarnos más lo que sintamos nosotros?

Hinata, sorprendentemente, tenía razón, pero Kageyama no quería arriesgar su seguridad y mucho menos la de Hinata.

-         Creo que deberíamos esperar un poco más- dijo mientras jugaba con los dedos de os pies del bloqueador central- al menos, asegurar el terreno.

Kageyama temió lastimar las bonitas intenciones de Hinata, después de todo, era Hinata quien estaba seguro y ansioso de usar un apellido compartido.

-         Está bien, Tobio- se estiró cuán largo era él y se incorporó para besar la mejilla del armador- no frunzas el ceño, te van a salir arrugas a los 30- se carcajeó mientras veía al otro muchacho hacer un mohín y arrugar la nariz- ¡es una broma, Kageyama-kun! Mejor vamos a ver el partido de hoy- se levantó corriendo y se dirigió a su habitación, luego volvió con la misma carrerilla y le enseñó a un confundido Kageyama dos boletos para el partido del día en el gimnasio metropolitano. Los ojos de Kageyama se iluminaron.

-         ¿De dónde los sacaste? Los había estado buscando por todos lados, pero en todas las taquillas se habían agotado ya.

-         Fueron un regalo- Hinata le enseñó la lengua- yo gané.

 

 

Se suponía que debían estar a las 7:30 en el gimnasio, pero debido a la calentura, arribaron a eso de las 8, al final del primer set.

-         Es tu culpa, Kageyama idiota- soltó luego de sentarse en los puestos asignados- te dije que bañarnos juntos no era buena idea, pero tú insististe en ahorrar agua y cuidar el planeta.

-         Baja la voz, idiota, o te van a oír- la roja cara de Kageyama reveló sus pensamientos, recuerdos, de la tarde.

-         ¡Mira! ¿No es ese el gran rey?

Kageyama miró el punto que señalaba Hinata, justo en el momento en que Oikawa realizaba uno de sus saques As y anotaba un punto sin que el otro equipo lo notara siquiera.

-         ¡Es Oikawa-san! No sabía para qué equipo estaba jugando actualmente.

-         ¡Mira ahí, Tobio, al frente! ¡Es Iwaizumi-san!

Kageyama siguió la ruta señalada por el dedo de Shoyo y efectivamente, encontró a Iwaizumi rematando una de las perfectas, más perfectas de lo usual, colocaciones de Oikawa. Esos dos no hacían más que mejorar a pasos aterradoramente agigantados y su equipo no estaba nada, absolutamente nada mal. Sintió como su sangre se encendía y, a su lado, la sonrisa retadora de Hinata le indicó que su muchacho pensaba lo mismo que él: “quiero enfrentarlos”.

-        Quiero, Tobio, quiero jugar contra el gran rey e Iwaizumi-san.

-        No tienes que decírmelo, Sho, yo también quiero.

 

 

El partido terminó con una abrumadora racha de 7 saques As de Oikawa, dándole la gloria a su equipo. Hinata y Kageyama observaron al equipo celebrar y gritar y abrazarse y felicitarse, pero en el momento en que dejaron de festejar, no pasó desapercibida la mirada de ansiedad y nerviosismo que cruzaron Iwaizumi y Oikawa, pero, ¿qué sucedía con esos dos?

-        ¿Por qué el gran rey tiene esa cara? ¡Ganaron! Y también Iwaizumi-san, ¿por qué parecen tan asustados?

Kageyama se preguntaba lo mismo, ¿qué tenía a esos dos con esa expresión? ¿Qué los hacía sentir tanto miedo? ¿Por qué parecía como si alguien los estuviera persiguiendo?

-        Ven, Tobio, debemos ir a saludarlos y a felicitarlos también.

-        Sí… sí, claro- pero en la cabeza de Kageyama, lo que primaba era saber la razón detrás del comportamiento tan inusual de dos de los mejores jugadores que jamás hubiera conocido.

Corriendo detrás de Hinata, quien parecía conocer a la perfección el gimnasio, lograron encontrar a los dos jugadores que habían estado buscando.

-        ¡Chibi-chan! ¡Tobio! ¡Qué sorpresa!- el nerviosismo de Oikawa parecía haber disminuido un poco, pero agitaba su mano izquierda con un poco más de entusiasmo que el usual, también su voz se notaba algo aguda.

-        ¡Ese encuentro estuvo increíble! ¡Los saques gwaaah y los remates bam bam de Iwaizumi-san me pusieron la sangre a hervir! ¡Y ni qué decir de…! – Hinata se quedó en silencio por un momento, lo que puso a Kageyama en modo alerta, algo había visto Hinata para entrar ese mutismo súbito y no iba a permitir que nada amenazara a su pequeño rematador. Pero no era nada amenazante lo que había hecho que Hinata se silenciara- ¿es eso un anillo, Oikawa-san?

La expresión de Oikawa cambió de un momento a otro y su rostro de nerviosismo volvió a aparecer, al igual que el de Iwaizumi, quien mantenía sus manos en sus bolsillos y se veía que apretaba fuertemente. La cabeza de Kageyama, un poco más rápida que la de Hinata, comenzó a atar cabos y, como había tenido a Oikawa y a Iwaizumi como senpai durante mucho tiempo, su comportamiento y el de ellos a veces solía ser parecido. Entonces, los engranajes de la cabeza de Kageyama se conectaron y entendió el significado oculto del nerviosismo por la inocente pregunta de Hinata. Lo sabía y lo entendía porque, de estar en la misma situación, él tendría la misma cara.

-        Es un anillo de… matrimonio, Chibi-chan- respondió el castaño- estoy… recién casado con… alguien.

-        ¡Genial!

-        ¿Qué le pasa a tu rostro, Iwaizumi-san? – Kageyama intentó confirmar sus teorías y, por qué no, molestar un poco a sus senpai.

-        ¡No me pasa nada! Vámonos, Oikawa idiota- Iwaizumi comenzó a andar a paso rápido.

-        ¡Espera, Iwa-chan! –Oikawa alcanzó el paso del rematador.

Kageyama y Hinata se dieron la vuelta para verlos alejarse y ahí estaba la razón del nerviosismo y de por qué Iwaizumi aún tenía sus manos en los bolsillos. Ahí, en sus camisetas, mientras se ponían las chaquetas del equipo, Kageyama y Hinata pudieron apreciar que ya no era uno, sino dos Iwaizumi que luchaban en la cancha, juntos. Seguramente la mano que estaba en el bolsillo izquierdo del pantalón de Iwaizumi Hajime tenía el anillo que hacía pareja con el que estaba en el dedo anular de la mano izquierda de Iwaizumi Tooru. Hinata y Kageyama sonrieron con esa sonrisa que solo dedicaban a los oponentes más fuertes que se cruzaban en su camino, el deseo de vencerlos iba en aumento de manera vertiginosa.

-        No vamos a dejar que nos ganen de nuevo, ¿o sí, Tobio?

-        De ninguna manera.

 

 

Dos semanas después, por sorteos, la fortuna había elegido un enfrentamiento entre el equipo de Hinata y el de Kageyama, el primer partido oficial para los renacidos chicos de Karasuno.

-        Lavarás la loza por un mes y cocinarás el almuerzo todos los fines de semana, ya que ganaré yo- declaró Hinata la mañana del partido.

-        Te ves muy confiado, Sho, serás tú quien deba lavar ropa y el baño por un mes, ya que seré yo quien gane el partido.

-        Oh, pareces muy seguro de tu victoria, Kageyama-kun, pero no olvides que es a mí a quién te enfrentas, así que tus posibilidades de ganar son cero.

-        ¡Esa es mi línea, Hinata boke! ¡Boke, boke, boke!

El resto de la mañana se la pasaron discutiendo sobre quién ganaría y cuál sería la penitencia (o penitencias) del perdedor, pero ambos estaban tanto nerviosos como ansiosos de que el momento llegara, el momento del re-descubrimiento y el momento en que derrotarían a los dos Iwaizumi que habían visto en la cancha. Nadie más que ellos tenía el potencial de lograr semejante hazaña.

 

 

Hinata salió primero del departamento, su entrenamiento comenzaba más temprano que el de Kageyama, así que tuvo la oportunidad de ganar “quien comenzara a entrenar primero”, pero Tobio no tenía eso en la cabeza cuando Hinata salió, tenía en su cabeza derrotar a su pareja y a los dos Iwaizumi, a estos últimos, derrotarlos por completo. Sonrió de manera agresiva, ese día los vencería a todos.

 

 

Decirlo era más fácil que hacerlo y ambos lo supieron en el momento en que entraron a la cancha, con los nervios en su punto más alto y con cero ganas de quitarse la chaqueta del uniforme. Cruzaron miradas en varios momentos y ninguno pudo buscar la calma que pretendía encontrar en los ojos del otro, porque tanto Hinata como Kageyama estaban con los nervios de punta y, si Hinata no había vomitado aún, era porque había madurado, así fuera un poco y porque, claro, de ningún modo iba a arruinar su nueva camisa.

-        Hinata- llamó el capitán de su equipo- ya vamos a comenzar el calentamiento oficial, ¿por qué no te quitas tu chaqueta ya y vienes?- Hinata tragó saliva, había ganado el “quien deba quitarse su chaqueta primero” y era la primera vez que no se sentía feliz de haberle ganado en algo a Kageyama. Hinata suspiró profundo una, dos, tres veces y bajó el cierre lo más lento que pudo - ¡Hinata!

-        ¡Sí! – volvió a respirar y recordó aquella ocasión en que estrelló un saque en la cabeza de Kageyama, nada podía dar más miedo que eso. Y podía disfrutar de ganarle a Kageyama en que tuvo que quitarse primero su chaqueta y en que fue el primero en dejar de sentir nervios. No tenía por qué temer, después de todo, lo que decía en su camisa no lo avergonzaba, lo que decía en su camisa…- me hace hervir la sangre de emoción –y sonrió.

 

 

Al otro lado de la cancha, Kageyama sonrió al ver que era Hinata quien debía quitarse primero su chaqueta, al menos eso le permitía tantear el terreno, igual, alrededor, la gente no parecía inmutarse con ese diminuto hecho de que ninguno quería quitarse la chaqueta. Vio a su nerviosa pareja bajar la cremallera de forma lenta y sabía que no podía hacer nada al respecto, porque él mismo estaba en el mismo estado (¿o peor?) que Hinata. Se quedó observando al hombre, que parecía pensar algo muy profundo (raro, dado que era Hinata) y luego, sorpresivamente, esa aura intranquila que parecía rodear a Hinata desapareció y en su lugar apareció una sonrisa de esas que Kageyama conocía tan bien, la sonrisa de un oponente fuerte, de una nueva técnica. La sonrisa de cuando Hinata está encendido. Él no iba a perder ante Hinata esa noche, de ninguna manera. Tobio bajó el cierre de su chaqueta y la hizo caer al suelo al tiempo que veía la chaqueta de Hinata caer también. Chocó sus ojos con los de su oponente principal, con aquel con quien compartía el mismo número, con aquel con quien compartía el mismo nombre.

 

 

En el momento en que los narradores del partido comentaban la rotación inicial de ambos equipos para el primer set, sintieron que habían cometido un error al nombrar a Kageyama en el equipo de Hinata.

-        Espera, espera… no hay error, ¡no hay error! ¡El número 7, Hinata Shoyo, no es Hinata Shoyo! ¡Es Hinata-Kageyama Shoyo! – anunció el primer narrador.

-        ¡Es verdad! ¡Y si revisas el otro equipo, su número 7, también, no es Kageyama Tobio, es Kageyama-Hinata Tobio! – respondió el segundo narrador ante los hechos.

-        Parece que los Iwaizumi no son los únicos que quieren hacerle saber al mundo que están juntos y que no se van a dejar ganar de nadie, estos dos muchachos tienen sus objetivos claros.

-        Podríamos decir que estos chicos llevan la delantera, ya que no solo comparten nombre, también su número es el mismo.

-        No estaría tan seguro, los Iwaizumi juegan en el mismo equipo, estos dos muchachos están enfrentándose en este momento.

-        Entonces los Iwaizumi y estos chicos… Kageyama-Hinata están empatados.

Abajo, en la cancha, mientras los narradores comentaban sobre sus nuevos nombres, Kageyama se sentía orgulloso, muy orgulloso, del nombre que tenía en su espalda, pero su expresión bien podía parecer una fusión de las expresiones de los dos Iwaizumi que había visto hacía unas semanas, así que en su equipo no sabían si acercarse a felicitarlo o mantener una prudencial distancia. Todo lo contrario pasaba al lado contrario de la cancha, donde Hinata saltaba y mostraba a todos lo que ponía su camisa en su espalda y todos lo felicitaban.

-        ¡Ahora yo también soy Bakageyama!

A Kageyama no le hizo tanta gracia lo que el chico había dicho, pero era cierto.

-        Ahora yo también soy Hinata boke- murmuró.

 

 

A Kageyama-Hinata (Tobio) no le había hecho mucha gracia que el set point lo hubiera marcado Hinata-Kageyama (Shoyo) con el siempre confiable ataque súper rápido que había sido su arma secreta durante tanto tiempo. Y menos le hizo gracia cuando ese chiquillo se llevó también la victoria del partido con el punto siguiente. Los saltos de Hinata no hacían más que mejorar y, aunque fuera un hombre muy orgulloso por el crecimiento de su querido novio, Kageyama-Hinata Tobio no estaba dispuesto a perder, aunque lo hubiera hecho. Maldijo por dentro y comenzó a planear el menú de los fines de semana.

-        ¡Tobio! ¡Te lo dije! Te dije que iba a ganar – el intenso muchacho con quien compartía número (y nombre) saltaba hacia él y él lo único que podía hacer era intentar decidir sobre cómo se sentía: ¿enojado por haber perdido? ¿Feliz y orgulloso de la enorme mejora de su querido novio? ¿Avergonzado porque era la primera vez que Hinata le gritaba Tobio frente a todo el mundo? ¿Nervioso porque era la primera vez que mostraban al mundo que estaban juntos? ¿Frustrado porque Shoyo había logrado ese ataque súper rápido con alguien más y lo había usado en su contra?

Pero todo se le quedó en la garganta cuando Hinata saltó hacia él y le estampó un beso en los labios. Frente. A. Todos.

-        Ji, ji, ji, he ganado, Tobio. Y tú y yo ya le ganamos al gran rey y a Iwaizumi-san.

Tobio frunció el ceño.

-        Aún no hemos ganado por completo- murmuró.

Mientras que con una mano sostenía al bloqueador central que acababa de quitarle la victoria, con la otra rebuscaba en el bolsillo de su chaqueta. Hinata se soltó del agarre y se paró en frente del armador, esperando una explicación a lo que acababa de decir. De su bolsillo, Tobio sacó una bolsita negra y se la lanzó al muchacho frente a él.

-        Ahora si ganamos nosotros.

Shoyo destapó la bolsita y vació su contenido sobre su palma, donde cayó una delgada cadena de acero inoxidable con una argolla negra. Miró a Tobio y este sacó una cadena idéntica con un anillo idéntico, ya lo tenía colgado al cuello.

-        Así si podemos usar las alianzas mientras estamos jugando.

-        Tú… ¿jugaste todo el partido con el anillo colgado del cuello?

Kageyama hizo una expresión extraña y asintió.

-        ¡No es justo, Kageyama-kun! ¡Yo quería usarlo en el juego también! – se quejó mientras se colocaba la cadena en el cuello-ahora si ganamos, Tobio.

Las sonrisas poderosas por ambas partes no se hicieron esperar. Ahora, eran invencibles, más de lo que siempre habían sido. Ahora estaban más juntos, más de lo que siempre habían estado.

Notas finales:

Gracias de nuevo.

Dejen sus comentarios, serán muy bien recibidos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).