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Amor desde la inocencia por darkwinter

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-Ya me voy mama- Yugi se despidió desde la entrada cargando un mochila.

-Ok, cuídate, llámame cuando llegues a casa de tu amigo- el pequeño asintió saliendo, había pedido permiso para dormir en la casa de un amigo, aunque claro no dijo que  ese amigo era Yami. Caminaba de buen humor dando saltos en los charcos recién creados por la lluvia, desde hace unos días Jonoichi no lo había vuelto  a hostigar, incluso, parecía evitarlo.

-Yami, ya llegue- abrió la puerta adentrándose a la oscura casa, Yami le había contado que la electricidad no funcionaba y para evitar problemas lo mejor sería moverse a oscuras, se quedó parado contra puerta acostumbrando su vista escuchando unos pasos acercarse.

-¿Ya puedes ver?-Yugi sonrió saltando abrazar al mayor.

-Vamos, hay pizza en la cocina, por fin vencí a las hormigas-se encaminaron a la cocina, allí una lámpara apuntando al techo le daba un poco de luz a la estancia, aparte de tener la ventana tapada una gruesa tela impidiendo ser vistos desde el exterior, una vez haber terminado de cenar se dirigieron al dormitorio, Yami acomodo algunas sabanas gruesas en el piso para dormir hay y dejarle la cama a Yugi, después de contar algunas historias de terror llego la hora de dormir.  Unos susurros lo despertaron, medio levantándose descubrió la fuente de aquel ruido, Yami se retorcía inquieto sobre las cobijas.

-Basta…..basta-murmuraba dando débiles manotazos como si tratara de alejar algo.

-Yami- lo llamo sin obtener respuesta decidiendo levantarse, bajo de la cama acercándose sacudiéndolo para despertarlo, Yami sobresaltado despertó de golpe, viendo a todas direcciones para fijarse al final en Yugi pareciendo calmarse.

-Perdón si te desperté con mis pesadillas, trata de volver a dormir-sin embargo, Yugi se acomodó junto a Yami.

-Dormiré contigo, así las pesadillas no volverán-se tapó pegándose al mayor.

-Pero, si vuelven podría llegar a lastimarte-no muy convencido se volvió a costar.

-No pasara, yo te cuidare- sintió su corazón saltar ante aquellas palabras, el tono de voz amable y la sonrisa le dieron seguridad dejándose vencer por el sueño.

La luz del día atravesó las desgastadas cortinas, pesadamente abrió los ojos tratando de estirarse para recordar al último que Yugi dormía a su lado.

El sol brillaba con intensidad mientras Yami ajustaba algunos engranajes de la motocicleta, alcanzando a distinguir una sombra acercarse, salió recibiendo un gran abrazo por parte del pequeño.

-Yugi, ¿hoy toca educación física?-pregunto al notar el uniforme, un short arriba de las rodilla color verdeagua y una playera blanca, asintió sin quitarse de encima, quedando sin querer en una posición un tanto comprometedora, Yami un tanto sonrojado lo tomo con cuidado bajándolo al piso.

-¿Quieres ver lo que encontré en el sótano?, aun tienes tiempo para llegar a la escuela-asintió en respuesta. Yugi esperaba sentado en la sala, Yami tardo solo unos minutos de volver del sótano sosteniendo el su mano un alhajero, aun con el polvo se notaba su anterior  color dorado, sentándose a lado de Yugi entregándoselo, quien lo miraba con fascinación moviéndolo entre sus manos, en ese momento, la vista de Yami se vio atrapada en las piernas del mas joven, llevo la mano derecha tocándolo de la rodilla, Yugi parecía no darse cuenta por estar jugando con el alhajero, Yami empezó a llevar su mano mas arriba, acariciando la suave y pálida piel, sobresaltándose retiro la mano girando la cabeza al otro lado, Yugi noto esto dejando e objeto en la mesita a lado suyo.

-Yami ¿estas bien?-preocupado trato de acercarse, más Yami se levantó de inmediato.

-Se te hace tarde vete- sin ni siquiera mirarlo salió de la sala, extrañado por la actitud del otro se fue. Yami se encontraba sentado en la esquina de su habitación abrazado de rodillas respirando fuertemente, se sentía fatal por lo que acaba de hacer, Yugi era solo un niño, igual a el hace años atrás, no podía hacerle lo mismo que el sufrió, no podía arruinarle la infancia, no entendía en primer lugar porque lo hizo, fue algo involuntario, solo se dejo llevar sin tomar en cuenta nada.

Llovía a cantaros al salir de la escuela, combatía contra el viento únicamente con un paraguas el cual amenazaba con romperse en cualquier momento, no tenia planea ir directo a casa, si no con Yami, aun se sentía preocupado por lo de la mañana; al llegar toco fuertemente la puerta, pero nadie abrió, tomo el picaporte entrado, normalmente el mayor iría recibirlo, aun mas preocupado fue a buscarlo.

-Yami- lo llamo sin obtener respuesta alguna, su a la habitación hallándolo acostado en la cama dándole la espalda.

-Yugi, vete-dijo sin voltear a verlo.

-¿Estas bien? ¿estas enfermo? -trato acercarse cuando Yami volteo a verlo de manera amenazante.

-Solo vete-Yugi estuvo apunto de protestar estornudando, Yami volvió a voltear viendo que estaba completamente mojado, la ropa la tenia pegada al cuerpo y escurría agua, se levanto a buscar unas toallas.

-Quítate la ropa y sécate-ordeno en un tono frio entregándole las toallas, obediente se despojó de la húmeda ropa dejándola en una esquina y cubriéndose con una toalla.

-¿Hice algo malo?-pregunto por la extraña actitud del otro, Yami siempre había sido amable con él, ¿Por qué ahora actuaba así?.

-No….no es eso-respondió sentado a la orilla de la cama viendo al piso.

-Y ¿Qué es?, si no hice nada malo, ¿Por qué estas molesto? -dejo de agarrar la toalla dejando al descubierto su desnudo cuerpo, Yami lo vio sintiendo de nuevo ese deseo.

-¡Yugi, ponte la toalla!-asustado por el grito retrocedió, entonces Yami se calmó, despacio se acerco tomando la toalla volviéndolo a cubrir.

-Perdón, no fue mi intención gritarte, solo….no quiero lastimarte-sosteniéndolo de los hombros empezó a llorar, el ojiamatista se soltó para abrazarlo, correspondiendo al abrazo continuo llorando un rato, permanecieron así incluso después que dejo de llover, al separarse Yami acaricio el rostro ajeno. Aun con el uniforme mojado se dirigió de vuelta a casa, observando desde la ventana alejarse hasta perderlo de vista volvió acostarse. Ya arropado y con las luces apagadas Yugi se disponía a dormir, sin embargo, una duda surgió, ¿a que se refería Yami con no querer lastimarlo?, optando por mejor no darle importancia conciliando el sueño, por otra parte, el ojicarmesi despertó exaltado, nuevamente tuvo esas pesadillas, limpiándose el sudor de la frente alcanzo su termo bebiendo un poco de agua, tocando la cicatriz que tenia en el costado, recordando esas horribles palabras.

“Tú siempre serás mío”

 

 

 


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