Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Zodiaco (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 1:

(ARIES)

DECLARACIÓN DE GUERRA

 

Porque Marte es el dios de la guerra.

 

 

 

Tras mirar con verdadero rencor —y pena— su vieja motocicleta estropeada, Eren maldijo una vez más su eterna mala suerte y se preguntó por qué demonios acabó haciendo caso omiso de la advertencia que Armin le hizo aquella mañana.

Antes de salir de casa, su rubio amigo le había insistido hasta el hartazgo sobre el hecho de que el horóscopo de ese día auguraba una suerte nefasta y poco favorable para los aries como él, por lo cual debería irse con cuidado si deseaba tener una jornada más o menos pasable. Por supuesto, Eren se había reído de aquellas tonterías y le aseguró a este que nada malo podría ocurrirle, ¿quién creía en esas idioteces en primer lugar? No obstante, en ese momento, mientras acariciaba con cariño la desgastada carrocería negra de su moto, tuvo que reconocer que Armin tenía razón al advertirle que los hados no estaban de su lado, ni siquiera porque ese mismo día fuese su cumpleaños.

Intentando ahogar lo mejor posible su rabia y aminorar su subida de temperamento, pensó en todas las posibilidades que en ese momento tenía. Eran pasadas las nueve, por lo que ya iba tarde para la reunión de trabajo que tenía programada para aquel día —¡La primera reunión de su primer proyecto en su primer trabajo!—, y aunque llamase al idiota de Jean para pedirle que le echase una mano con la motocicleta, no creía que su amigo alcanzara a repararla a tiempo para intentar salvar, en lo posible, la situación.

Oh, Dios… Aunque le doliese aceptarlo, Eren sabía que su mejor opción sería sacrificar parte de su orgullo y lloriquear por ayuda a su padre, cuya consulta médica estaba bastante cerca. Si tenía suerte, quizá su atraso no fuese tan catastrófico y el regaño por parte de Erwin Smith —su jefe y uno de los dueños de la pequeña compañía de diseño gráfico para la que trabajaba— sería menor; si era que este no lo despedía apenas una semana después de haberlo contratado, claro.

Luego de armarse de valor y decidirse a llamar a su padre —que lo regañó por su irresponsabilidad durante los cinco largos minutos que duró la conversación—, esperó pacientemente recostado contra su moto a que este llegara, enviándole un mensaje tras otro a Historia para que avisara a su jefe sobre el percance que acababa de ocurrirle. Por supuesto, la muy traidora ni siquiera se dignó a mirarlos a pesar de estar conectada, de seguro demasiado entretenida mensajeándose con Ymir, su novia, como para pensar que él estaba a punto de sufrir un colapso nervioso.

Una vez su padre llegó, entre ambos dejaron aparcada la motocicleta en un sitio seguro, y tras hacerle prometer que llamaría a alguien para que se hiciese cargo de ella, y no para llevarla al depósito de chatarra precisamente, Eren se montó en el coche y aceptó con valentía la reprimenda de su progenitor, sabiendo en el fondo que se la merecía.

Demonios, se dijo mientras observaba las transitadas calles de Shiganshina desfilar frente a sus ojos, en verdad su suerte para ese día no hacía más que empeorar a cada segundo que pasaba. Como odiaba a Armin por siempre tener la razón, sobre todo porque estaba seguro de que su rubio amigo tan solo soltaría un resignado «te lo dije» cuando él volviera a casa y le contara todas las desgracias de ese día.

Aquel estaba lejos de ser un feliz cumpleaños.

 

——o——

 

En cuanto llegó a la oficina de la compañía Smith & Ackerman, Historia Reiss, la rubia y diminuta chica que fungía como secretaria de sus jefes —y la amiga más traidora del mundo— sonrió de forma radiante al verlo entrar, haciendo que parte de la desazón de su corazón se mitigara a causa de una llamita de esperanza, la misma que se extinguió cuando esta abrió la boca y soltó su condena:

—¡Eren, al fin llegas! El señor Smith no ha parado de preguntar por ti, toooda la mañana. Creo que va a matarte; yo al menos lo haría después de todo lo que los has hecho esperar. Ya voy por la tercera ronda de cafés, ¿sabes? —señaló su amiga con una absurda alegría que contrastaba por completo con su brutal amenaza—. Además, el señor Ackerman hoy está de muuuy malhumor, peor del habitual. De seguro pedirá que te despidan. Ya de por si cree que eres un irresponsable y acabas de confirmárselo.

Sintiendo que el estómago se le estrujaba a causa del terror al pensar en aquel despiadado hombre, le preguntó a esta con auténtico espanto:

—¿Y no les dijiste que había tenido un problema en el trayecto hacia acá? ¡Si te envié como mil mensajes, Historia!

Los enormes ojos aguamarina de esta se abrieron con asombro, pareciendo un gatito atormentado.

—¿Lo hiciste?

—¡Por supuesto que lo hice! —bufó él, tomando de manos de esta el fólder que le correspondía para la reunión—. Si me despiden, mi cesantía pesará sobre tu consciencia y tu corazón. ¡Y tendrás que ayudar a mantenerme hasta que consiga un empleo nuevo!

Levantándose de su escritorio con expresión de arrepentida tristeza —o de terror ante la posibilidad de tener que prestarle dinero— Historia lo abrazó.

—¡Lo siento mucho, Eren, de verdad; pero Ymir…! Oh, por cierto, ¡feliz cumpleaños! Aunque no parezca tan bueno de momento…

Agradeciéndole a esta con un par de palmaditas en la cabeza —a pesar de no merecérselo, en su opinión—, él inspiró profundo y se dirigió hacia la sala de reuniones, llamando a la puerta mientras intentaba captar lo que decían algunos de los murmullos que eran audibles al colarse entre las paredes.

El seco «pase» pronunciado por la profunda voz de su jefe, Erwin, lo hizo estremecer de miedo, pero Eren apretó unos segundos entre sus dedos su colgante de llave y adoptó su mejor expresión de circunstancias, haciendo su entrada e intentando mantener lo que quedaba de su seguridad y orgullo, saludando a todo el mundo con educación.

Tal y como había supuesto que ocurriría, todos los presentes en aquella espartana y funcional sala se volvieron a verlo en cuanto llegó. Hannes, que era el encargado de Recursos Humanos, pareció tan aliviado que él no pudo más que sentirse un poco culpable por poner al hombre mayor en esa complicada situación, sobre todo porque había sido este quien lo recomendó a la compañía. Por su parte la jefa del departamento de Publicidad, Rico Brzenska, despedía un enfado glacial que ni siquiera las gafas que ocultaban parcialmente sus ojos grises lograron disimular, lo que quitó la respiración a Eren durante unos momentos. Erwin, sin embargo, se mantuvo tan calmado e imperturbable como de costumbre, bebiendo un sorbo de su taza de café e indicándole con un ligero gesto de su mano el único puesto vacío que quedaba en la redondeada mesa de juntas.

—Buenos días, Eren, me alegra que al final pudieses unirte a nosotros. Estábamos esperando por ti para continuar con la reunión. Toma asiento, por favor.

Si las palabras tuviesen el poder de herir a muerte, Eren estaba seguro que después de aquel sutil, pero efectivo, regaño por parte del alto y rubio hombre, él debería estar agonizando; no obstante, se tragó la vergüenza lo mejor que pudo y sonrió a todos los presentes al tiempo que se sentaba para comenzar a preparar su exposición, una sonrisa que murió en sus labios en cuanto vio quien se hallaba sentado enfrente suyo y la condescendiente expresión de total desprecio con la que lo contemplaba: Levi Ackerman, el mejor amigo de Erwin y su socio en la compañía, y quien además, según Hannes, había sido el que más se opuso a que él ingresara a trabajar allí.

Sí, se dijo ahogando sus imaginarias lágrimas, definitivamente aquel día ni siquiera debería haberse levantado de la cama. ¡Maldito horóscopo!

—Bueno, Eren, mientras esperábamos por tu llegada, hemos estado analizando en profundidad el proyecto que has presentado y creemos que está muy bien realizado a pesar de que es tu primera propuesta formal. Aun así, cuenta con pequeños fallos, por lo que necesitará de algunos ajustes antes de poder presentarlo a nuestro cliente —señaló su jefe hojeando el fólder frente a él. Eren tragó con algo de dificultad, pero asintió obediente—. Debido a ello, he llegado a la conclusión de que lo mejor será que trabajes directamente con Levi durante un tiempo. Él tiene mucha más experiencia que tú en este tipo de proyectos y podrá guiarte. Estoy seguro de que ambos se llevarán muy bien y aprenderás mucho bajo su supervisión.

En cuanto su verde mirada colisionó con aquellos afilados ojos grises llenos de desprecio, Eren tuvo plena certeza de tres cosas. La primera de ellas era que, si algo no deseaba Levi Ackerman, eso era trabajar con él, porque con total seguridad lo consideraba un caso perdido de estupidez. La segunda, fue de que ambos no se llevarían bien ni en sueños, ¡si ya de entrada sus ojos hablaban de muerte lenta y dolorosa! Sin embargo, su tercera certeza fue la convicción de que este lo haría porque así lo ordenaba Erwin, pero al mismo tiempo se encargaría de convertir aquel trabajo en un infierno del que él jamás en su vida se olvidaría.

Demonios, estaba perdido, pensó Eren sintiéndose temblar como un cervatillo frente a los ojos del cruel cazador. Aquel día, definitivamente, la suerte no estaba para nada de su lado.

Maldito fuese su cumpleaños. ¡Qué le diesen a los astros y sus predicciones!

 

——o——

 

Cuando la reunión por fin acabó y todos pudieron retirarse, Eren, sintiéndose satisfecho con el resultado de su presentación, volvió a respirar tranquilo y se preparó con valentía para el regaño de su jefe; pero antes de que Erwin pudiese abrir la boca para comenzar con este, recibió una llamada y, tras despedirse con un sutil cabeceo de ellos, salió de la sala de reuniones sin apenas prestarle atención.

Aliviado a más no poder, reunió con rapidez sus cosas, desesperado por escapar a la oficina que compartía con otros dos chicos de la compañía y esconderse allí hasta que ese nefasto día acabase; sin embargo, antes de que pudiese abandonar la sala, el desconcertante peso de una mirada sobre él lo hizo levantar la cabeza, encontrándose frente a frente con Levi, quien, a pesar de ser bastante más bajo, le hizo sentir profundamente intimidado; un efecto al que Eren ya debería estar acostumbrado, pero que seguía sin ser así en absoluto. Aquel hombre tan pálido y frío, tan perfectamente pulcro con su liso cabello negro bien peinado y sus trajes impecables, lo hacía sentir siempre en falta, demasiado consciente de sí mismo y sus carencias. Totalmente insuficiente en su vestimenta informal de vaqueros y camisetas, y su largo cabello castaño desastrado.

—Oi, mocoso, mañana quiero que llegues a las ocho en punto, y sin retraso alguno. Tengo mucho trabajo que atender y no puedo estar perdiendo todo mi tiempo contigo, por mucho que Erwin me haya exigido que fuese tu niñera —soltó este con evidente animadversión hacia su persona—. Una sola oportunidad, Jaeger. Si vuelves a cagarla y te quedas dormido, estás fuera del proyecto.

—¡No necesito una niñera! ¡Y no me quedé dormido! —explotó Eren enfadado, no solo por aquella cruel calumnia, sino que también por ser considerado un «mocoso» cuando ya tenía veintitrés años, exactamente recién cumplidos—. Si llegué tarde a la reunión, fue tan solo porque mi motocicleta… se estropeó.

Nada más dejar salir aquellas palabras de su boca, él comprendió lo absurda que sonaba esa excusa, por muy verdadera que fuese; algo que corroboró al ver la mirada de frío desprecio que mostró el otro hombre al oírlo.

—Tch, condenado crío. ¿Me estás diciendo que nos has tenido esperándote más de una hora por una jodida motocicleta?

A pesar de sentir sus mejillas arder a causa de la vergüenza y la rabia, Eren asintió.

—Es una buena motocicleta, pero ya tiene sus años y está un poquito cansada, por lo que a veces se niega a cooperar. ¿A caso no tiene usted también sus días malos, señor?

Llenándose de horror al comprender que prácticamente acababa de llamar «viejo» a uno de sus jefes sin proponérselo, se preparó para comenzar a disculparse y pedir una nueva oportunidad; sin embargo, Levi solo rodó los ojos con exasperación y chasqueó la lengua.

—Ya estás advertido, Jaeger: solo una oportunidad más. Si me vuelves a dejar esperando, sea por el motivo que sea, yo mismo me encargaré de que Erwin patee tu culo fuera de la compañía, ¿me has entendido? —le dijo este entre dientes apretados y una mirada mortal que lo hizo estremecer. Él asintió sumiso; sin embargo, antes de dar media vuelta para dejarlo solo con su bochorno y enfado, aquel hombre masculló con total altanería—: Joder, esto es por qué detesto trabajar con mocosos.

Sintiendo que su sangre se calentaba aún más a causa del malintencionado comentario del otro —a pesar de comprender que la puya estaba bien merecida por su desliz anterior—, él finalmente acabó por perder la cabeza y tiró todo su sentido común a la mierda, dispuesto a enfrentar a este, aunque luego se arrepintiera.

Sujetando el brazo de Levi sin considerar las consecuencias, Eren lo obligó a volverse en su dirección, decidido a aclarar las cosas de una buena vez entre los dos y hacerle comprender que no era el «mocoso» que tanto le reclamaba ser; un reclamo que a su parecer ni siquiera venía al caso —y mucho menos era válido— al salir de labios de una persona que aparentaba tener muchos menos años de los que en verdad tenía. No obstante, debido a la suerte del demonio que al parecer el destino estaba empeñado en obsequiarle ese día, el móvil que el otro sostenía en ese momento escapó de sus palidísimas manos, estrellándose de canto contra el suelo y desarmándose casi por completo.

Si desde el primer momento que se conocieron Eren había temido el malhumor de Levi Ackerman, porque este era explosivo y malhablado cuando la frustración lo golpeaba, aun así, él nunca imaginó lo mucho que podría aterrarle su enfado. La gris mirada que este le dedicó presagiaba tormenta, y sus finos labios estaban tan apretados debido al enorme disgusto, que apenas eran una descolorida línea en su atractivo rostro.

—Yo… yo… lo lamento mucho, señor Ackerman. No era mi intención. Lo compensaré, ¡se lo juro! —se apresuró a disculparse, arrodillándose a toda prisa para recoger los trozos del aparato, el cual lucía tristemente desmembrado en el piso. Levantando su verde mirada hacia el otro, le preguntó con cierto tono dubitativo—: ¿Tal vez pueda… repararse?

—Jaeger —fue todo lo que Levi dijo, pero su tono, cargado de furia nada disimulada, le dejó muy claro a Eren que ya estaba más que muerto. Aquello era la guerra, y al parecer él se encontraba en el bando perdedor.

Sí, definitivamente aquél era el peor cumpleaños en la historia de los cumpleaños.

Notas finales:

Lo primero, muchas gracias para todos quienes hayan llegado hasta aquí. Realmente espero que el primer capítulo de esta historia haya sido de su agrado y que por lo menos quede un poquito de curiosidad por lo que se viene.

Para quienes no me conocen, soy Tessa, ¡un gusto y gracias por la oportunidad! Si alguien ya se ha topado con alguna otra de mis historias, ¡un gusto nuevamente y muchas gracias por darme la oportunidad, otra vez!

En esta oportunidad, vuelvo a arriesgarme con una historia de capítulos cortitos, un poco más extensa que una viñeta pero que de todos modos será limitada a mil quinientas palabras por entrega. Al mismo tiempo, tal y como hace referencia su título, cada capítulo será referente a un signo del zodiaco y alguna de sus características, por lo que serán doce entregas publicadas los días treinta de cada mes.

Este primer capítulo ha correspondido a Aries y su temperamento un poco belicoso, que muchas veces hace que la sangre se suba a la cabeza y cause desastres, algo que pienso se ajusta mucho a Eren, así como su perseverancia, y por eso mismo, ¡feliz cumpleaños, Eren! Este es mi regalo para ti y solo espero que Isayama se digne a darte un final justo, sea el que sea.

Por otro lado, esta pequeña historia es al mismo tiempo un obsequio para mí, ya que comparto día de nacimiento con este temperamental chico, así que decidí escribir esta tontería y darme en el gusto. Por eso, para todos los aries como yo y Eren, que ya han cumplido o están por cumplir añitos, ¡muchas felicidades! Espero que, a pesar de lo difícil que está todo, sus deseos para este nuevo año se cumplan, y que lo ocurrido sirva para hacernos más sabios, más pacientes y más fuertes.

Y con eso ya sería todo. Realmente espero que les gustará el primer capítulo de esta historia un poco extraña y que esperen por su continuación, dedicada ya a todos los tauros.

Un abrazo a la distancia, mis mejores deseos y mucha salud para todos ustedes. Hasta el siguiente mes.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).