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El encuentro por Cat_Game

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Notas del fanfic:

Oneshot inspirado por el juego Pokémon Let's Go Eevee; de una de las escenas que contiene el remake.

¡Espero que lo disfruten!

Todo lo que en su mente había era aquella sensación del beso que había recibido de su amigo-rival; había sido antes de entrar a la ruta hacia la ciudad Vermillion, minutos antes de adentrarse al camino subterráneo para llegar al camino hacia la ciudad. Alex había encontrado a Marcos frente a la entrada, y Marcos había acortado la distancia de una manera sorpresiva, para después plantar un beso cálido en sus labios y tocar su cabello por unos minutos. Alex había quedado imposibilitado, pues jamás había creído que Marcos haría algo así.


—Tenías en el cabello esto —había pronunciado Marcos con jugueteo al desprender sus labios pero no separar sus respiraciones—, por el cabello tan rubio que tienes, fue difícil encontrarlo. Es tuyo.


Alex no había dicho nada por unos segundos, luego movió sus ojos azules cristalinos para mantener la mirada de los ojos cafés de su amigo-rival. Marcos había tomado su mano después y había colocado el objeto sobre su palma; incluso el contacto entre sus manos había sido causa de estremecimientos para Alex. Era como un sueño, una especie de fantasía que alguna vez había tenido referente a su mejor amigo y rival de la infancia.


—Ya no tienes más Restauradores, ¿cierto? —había agregado Marcos con una voz cotidiana y una sonrisa al hacerse hacia atrás—. Aquí tienes, tengo dos de sobra para que puedas usarlos en el siguiente gimnasio Pokémon.


—G-Gracias —Alex había replicado con un rostro ruborizado. Luego agachaba la cabeza y había pensado en una manera de reponer el favor—. Ah —Alex había externado, para sacar uno de los boletos de abordaje del crucero S.S. Anne—. Puedes tomar uno de estos. Tengo dos y pues… yo…


—¿De verdad?


—S-Sí.


—Gracias.


Así había concluido aquella charla entre Alex y Marcos; aquél extraño momento en donde los adolescentes habían tenido el primer contacto real físico. Alex, sin poder desprender su mente de esa sensación, no podía creerlo; todavía se preguntaba los motivos de Marcos.


—Un momento —una voz interrumpió los pasos de Alex; era el guardia costero cerca del muelle—, antes de abordar, necesitas mostrarme tu pase. El S.S. Anne es un crucero de lujo, jovencito, así que es necesario ver tu pase.


Alex asintió con respeto frente al guardia y sacó de su mochila el pase que había conseguido con el joven Bill; el guardia no continuó y dejó entrar al adolescente. Sin embargo, unos paso más y el guardia agregó con emotividad.


—Jovencito, el pase incluye un regalo. Es un atuendo veraniego para que puedas sentir la brisa del mar sobre tu piel. Es un atuendo para ti y tu Pokémon.


Nuevamente Alex agradeció y prosiguió. Había comenzado su aventura casi unas semanas atrás, pues había capturado a Eevee y había recibido ayuda por parte del Profesor Oak para convertirse en un entrenador Pokémon; aunque, al igual que él, Marcos también había recibido un Pokémon y también había comenzado su camino como entrenador. De vez en cuando se encontraban en el trayecto, ya que buscaban ingresar a la Liga, pero nunca antes Alex había creído que Marcos lo besaría de una manera tan despreocupada.


Una vez llegó al final del puerto, Alex encontró un enorme crucero lujoso; era gigantesco y parecía tener la capacidad para contener a más de mil pasajeros. Alex escuchó a su Pokémon expresarse con entusiasmo y decidió entrar. El interior era tan elegante como el exterior, con paredes blancas, puertas cafés claras y un alfombrado azul que daba un toque exquisito.


Al llegar a la primera intersección, Alex encontró un rostro conocido. Por unos segundos Alex sintió su rostro ruborizarse y sonrió con timidez.


—¡Alex! —sonó la voz de Marcos; su expresión era tranquila y compaginaba con su rostro de seguridad que siempre portaba. Su cabello castaño oscuro estaba estilizado y resaltaba por su tez rosada—. Muchas gracias por el pase de abordaje; este lugar es muy grande y magnífico.


—S-Sí —dijo Alex con una voz tímida.


—¿También estás buscando ayuda del capitán para ingresar al gimnasio?


—¡Hey! —una tercera voz interrumpió la escena. Era el nieto del profesor Oak; vestía su atuendo de siempre, una playera azul y pantalones oscuros. Además, sus ojos mieles resaltaban por su cabellera castaña clara—. ¿Cómo les va?


—Blue —respondió Marcos con amabilidad—, ¿qué estás haciendo aquí?


—Tuve un compromiso. Una especie de fiesta privada. Como sea, no es lo importante, ¿saben algo del Equipo Rocket? Será mejor que se alejen de esos sujetos, así que tengan cuidado. En especial tú —Blue señaló a Alex—, puesto que he escuchado que los has enfrentado en varias ocasiones. Son gente que quiere usar a los Pokémon para hacerse ricos. Oh…tengo que irme. Nos veremos en otra ocasión, chicos.


El joven Blue se despidió con un ademán y dejó a los otros dos adolescentes en sus charlas.


—¿Por qué no me habías dicho que habías enfrentado a esos tipos? —recriminó Marcos—, pudiste haberme llamado. Oh, esa ropa, ¿vagarás un tiempo en el crucero?


—Sí. Pensaba cambiarme, así que iba a buscar el baño, pero…


—Ven —Marcos dijo al tomar la mano de Alex.


Los dos muchachos anduvieron por el pasillo largo hasta llegar a una puerta caoba cerca de la cocina. Marcos abrió la puerta y se adentró junto con Alex; la habitación era una especie de baño para el personal que estaba desocupado en esos momentos. Marcos cerró la puerta con seguro y dio una media vuelta para contemplar a Alex.


—¿Tú también te cambiarás? —preguntó Alex con sorpresa.


—Sí.


Alex no dudó de la respuesta del otro adolescente y guardó a su Pokémon en la pokebola para no hacerlo esperar. Luego caminó hacia uno de los cubículos para cambiar sus ropas y entró. Antes de que pudiera cerrar el compartimento, Marcos se interpuso y entró al cubículo también. Alex contempló perplejo al otro muchacho y dio unos pasos hacia atrás hasta topar con la pared; Marcos sonrió con picardía y cerró la puerta con seguro.


—¿Q-Qué pasa, Marcos? —Alex indagó con inocencia—, ¿no usarás otro cubículo?


Empero, Marcos no replicó; acortó la distancia y tocó el rostro del rubio con sus manos. Alex sintió los labios de Marcos sobre los suyos y cerró los ojos; no podía negar que la sensación ante el tacto del otro era más que placentera. Desde que habían cumplido los catorce años, Alex había comenzado a tener pensamientos confusos respecto a su amigo-rival; y ahora que habían alcanzado la edad de dieciséis, y estaban lejos de casa… Alex suspiró al sentir la mano de Marcos debajo de su playera.


—¿M-Marcos?


—Tranquilo —dijo Marcos con un tono sensual—, no te preocupes.


Acto seguido, Marcos bajó sus labios hasta el cuello del rubio y comenzó a besar con fuerza y dejar marcas en aquella piel pálida que tanto le excitaba. Alex tocó la cabeza de Marcos con suavidad y pasó sus dedos entre el cabello castaño del otro; había percibido que el castaño desabrochaba su pantalón pescador y metía sus manos dentro de su ropa interior.


—Ah —Alex emitió un sonido nuevo para él mismo; miró a Marcos, quien ahora también había detenido sus acciones y sintió su rostro caliente—. L-Lo…siento.


—¿Por qué te disculpas? —preguntó Marcos con una sonrisa.


De pronto, Marcos retiró la playera de Alex, volteó al muchacho contra la pared y comenzó a besar su espalda. Alex sintió el frío en sus manos y una parte de su rostro y pecho al contacto con la pared de mosaicos; intentaba no emitir sonidos pero sentía que su cuerpo temblaba cada que Marcos succionaba su piel. Sin previo aviso, Marcos bajó el shorts y el calzoncillo de Alex y llevó su mano hasta la boca del rubio.


—Alex —Marcos dijo con una voz sensual—, lame mis dedos.


—¿Eh? —Alex contempló la mano del castaño y obedeció.


La mano de Marcos tenía un sabor entre salado y metálico; y la lengua de Alex se movía entre los dígitos mientras suprimía su voz por los besos en su espalda. Marcos, por otro lado, había acercado su entrepierna hasta los glúteos del otro adolescente y rozaba la piel pálida y desnuda de Alex. Cuando Marcos retiró los dedos de la boca del rubio, llevó la mano hasta la entrada de Alex e introdujo dos dígitos sin previo aviso.


—¡Ah! ¡M-Marcos! ¿Q-Qué…ah…haces? —Alex dijo entre jadeos.


El interior de Alex estaba caliente, y su cuerpo se movía un poco para evitar el tacto del castaño. Marcos sujetó la cadera del rubio para impedir que se alejara; deseaba jugar con Alex en ese corto tiempo que habían obtenido gracias a esos pases de abordaje. Marcos movió con rapidez sus dedos y presionó en las paredes del interior de Alex; buscaba por un punto que sabía que podría llevar a Alex al límite. En la otra mano, Alex había llevado una de sus manos hasta su boca para evitar que su voz saliera con aquél tono que jamás había escuchado de su propia garganta; había sentido el calor concentrarse en su miembro y sabía que había comenzado a excitarse.


—¡Ah! —Alex no pudo evitar gemir con fuerza al sentir que los dedos de Marcos aplastaban un punto en su interior—, n-no…¡ahhh! ¡M-Marcos! ¡Ahh…ahh! E-Espera….¡ahh!


El cuerpo de Alex se curvaba de vez en cuando cada que su próstata era acariciada con fuerza por el castaño; su miembro ya estaba completamente erecto y de la punta salía un poco del líquido blanco de su pre-eyaculación. Marcos continuaba con el masaje; ya había bajado su pantalón y había descubierto su propio miembro. Marcos sacó los dedos del ano de Alex y sin cuidado introdujo su pene en el interior.


—M-Marcos —Alex dijo con debilidad—, ¿q-qué…haces?


Marcos acercó su rostro al oído del rubio y mordió su espalda.


—¿No es obvio? —preguntó Marcos con suavidad—, estamos jugando.


—¿J-Jugando? —Alex intentó mantener la conversación.


Acto seguido, Marcos arremetió contra el cuerpo del otro adolescente y consiguió entrar de una sola embestida. No pasó ni un segundo cuando Marcos ya había comenzado a moverse hacia afuera y dentro; empujaba con fuerza y se deleitaba con los gemidos de placer que causaba el otro muchacho. Alex mantenía sus ojos cerrados, dejaba que su cuerpo fuera estimulado una y otra vez; buscaba por algún soporte, pero lo único que podía hacer era usar la pared para no perder el equilibrio por completo. El rubio aceptó que el miembro de Marcos se sentía muy bien, y que deseaba más.


—A-Alex —Marcos susurró cerca del rostro del rubio—, A-Alex…agh…


—M-Más…Marcos… ¡Ah! ¡Sí! ¡Ahhhh! —Alex gimoteó de placer.


Marcos se quedó un poco sorprendido no sólo por las palabras de su amigo-rival; Alex había movido su cuerpo de tal manera que su trasero quedaba al aire y más accesible para el otro muchacho. Marcos aceptó el deseo y empujó con más fuerza y agresión; había llevado su mano izquierda hacia el pecho de Alex y pinchaba sus pezones, y con la mano derecha envolvía el pene del rubio e impedía que más líquido saliera de la cabeza de éste. Alex aceptó las caricias extras provocadas por Marcos y dejó a su voz salir con más libertad.


—A-Alex —Marcos habló entre jadeos—, estás…m-muy…ah… Podrían escucharte.


—Ah… —Alex intentó cubrir su boca y usó una de sus manos.


Durante unos minutos el acto prosiguió con el mismo ritmo, hasta que Marcos acrecentó las arremetidas y eyaculó dentro del cuerpo del rubio. Alex mordió su mano cuando sintió el clímax y se vino en la mano del otro muchacho. Los dos quedaron estáticos por unos segundos, con sus respiraciones pesadas y sus cuerpos conectados. Marcos dio unos pasos hacia atrás y soltó a Alex. El rubio sintió un espasmo cuando su entrada quedó abandonada; dio una media vuelta y contempló a Marcos. Los dos estaban ruborizados y sus rostros marcados por el placer.


Alex alzó el brazo y acercó a Marcos hacia él. Marcos aceptó el gesto y besó con pasión al otro adolescente. Sus lenguas se entrelazaron y el beso se acrecentó otra vez. Por unos minutos rompieron la caricia sólo para obtener aire en sus pulmones; hasta que Alex sintió su propia excitación.


—Marcos —Alex dijo con sensualidad—, ¿no quieres continuar?


Marcos sonrió.


—Por supuesto —dijo el castaño—, aunque no esperaba esto de ti.


—¿Bromeas? —renegó el rubio—, desde hace un tiempo para acá…tú…


—Entonces no era mi imaginación.


Con rapidez, Marcos volvió a besar al rubio y llevó sus manos hasta la entrada mojada de Alex; su propio esperma salía del cuerpo de Alex y esto le causaba excitación. Alex sintió las manos de Marcos acariciarlo y un dedo probar su entrada. De un salto, Alex y Marcos aprovecharon la pared y acomodaron sus cuerpos. Alex había aprisionado las caderas de Marcos y había dejado al miembro del castaño entrar de un deslice; Marcos, por su cuenta, había empujado a Alex y usaba la pared para sostener parte de su peso.


Otra vez los adolescentes comenzaron con el acto; Marcos empujaba con fuerza y buscaba un ritmo con su respiración y la del otro. Alex contemplaba con lujuria los ojos cafés de Marcos y dejaba salir a su voz para provocarlo. Marcos desprendió la mirada y mordió el cuello pálido de Alex; deseaba dejar marcas en todo ese cuerpo para asegurar que nadie más se acercara al rubio. Alex tocó la cabeza de Marcos y acercó sus labios a su oreja para gemir en voz baja.


—M-Marcos —Alex pronunció con sensualidad—, más…fuerte…¡ahhh! Sí…así…¡ahhh!


Marcos obedecía a los deseos de Alex; estaba completamente embriagado de placer al sentir el calor envolvente en su miembro y saber que Alex pedía más. Durante otros minutos sus respiraciones entrecortadas se encontraban en besos, luego regresaban con gemidos de placer y de vez en cuando por súplicas para obtener más de cada uno. Alex hizo la cabeza hacia atrás al sentir su orgasmo llegar y arrojó su eyaculación en su vientre y la playera de Marcos; había sentido un espasmo en su interior que había aprisionado el miembro de Marcos. En la otra mano, Marcos no pudo evitar la tensión que se posaba en su pene causada por los músculos de Alex y volvió a venirse en su interior.


Los dos muchachos se distanciaron un poco y Alex regresó sus pies al suelo. Alex tocó el rostro de Marcos y lo besó con ternura; Marcos regresó el gesto y abrazó de la cintura al rubio.


—T-Te manché —dijo Alex al romper el beso—, l-lo…siento.


—No te preocupes. Tengo el traje que nos ofrecieron en la entrada, así que puedo lavar la playera —aceptó Marcos con una sonrisa.


Alex sostuvo la mirada del castaño y sonrió con timidez.


—Sobra decir que me gustas, ¿verdad? —dijo Alex.


—Sí.


—Pero…


—Esto significa que no puedes salir con otros chicos, mucho menos dejar que Blue se acerque a ti, ¿queda claro?


Alex asintió con la cabeza; sus mejillas pálidas se llenaron de rubor y sus ojos azules evitaron la mirada del otro. Por fin, una de sus fantasías se había cumplido; y, lo mejor de todo, era que Marcos también sentía algo especial por él. Entonces, sin previo aviso, Alex dudó, ¿cuántas veces más se encontrarían así durante esa aventura que aún no llegaba a su final? El adolescente suspiró y esperó con ansias los siguientes encuentros con Marcos.


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