Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BAJO LA PIEL por LadyCalabria

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

TAMBIÉN DISPONIBLE EN WATTPAD. https://www.wattpad.com/story/217681313-bajo-la-piel-bl 

ACTUALIZACIONES DIARIAS.

Hola, grácias por darle una oportunidad a esta historia. Ya la subí en su día en esta página (en mi cuenta vieja) pero la web le cambió las tildes por simbolitos. Decidí subirla actualizada y editada. 

Contiene sexo, drogas y lenguage vulgar. y una relación incestuosa en los primeros capítulos.

Esta historia es muy importante para mí, me ayudó a salir de un mundo peligroso y quizá por eso algunas escenas podrían ser demasiado descriptivas.

 

Espero que sean de su agrado.

David abrió la puerta del coche negro, un coche elegante y caro, no entendía de coches pero saltaba a la vista que no era un vehículo que se pudiera permitir cualquiera. Le incomodaba ir en él, porque la gente se giraba a verlo pasar por la carretera e incluso llegaban a hacerle fotos.

Entró acomodándose en los asientos de cuero.

Miró por la ventana la enorme mansión de color blanco. Y a su padre despidiéndose de él con la mano. El coche arrancó y pronto se alejó de allí.

Y allí estaba él, en aquel cochazo de lujo, con un conductor a su servicio y sabiendo que en su cuenta en el banco haba más dinero del que había visto jamás

Genial.

Pero aún así notaba algo incómodo en él, algo no iba bien... No era feliz. David siempre haba vivido con su madre, lejos de su padre, porque se habían separado antes de que él naciese.

Se crió en un barrio normal de clase media-baja, nada de coches caros, nada de mansiones o piscinas en el jardín Y a él le gustaba aquello.

El mundo de los ricos no era para un chico como él.

No estaba acostumbrado a los lujos y tampoco le interesaba estarlo.

Su vida era un mal cliché de telenovela. 
Cuando cumplió los diez, su madre le confesó que su padre era un famoso actor que había conocido antes de que él actuase y que tuvieron una corta relación, de la que David surgió accidentalmente.

En aquellos tiempos pensó que molaba eso de tener un padre famoso, veía sus películas pero realmente no le importó nunca quién era, podría haber sido el panadero de la esquina o el carnicero, o el presidente.

A él no le importaba un carajo porque estaba con su madre, y recibó todo el cariño que podía recibir una persona, de su madre y de sus abuelos, de sus amigos del barrio e incluso de los vecinos.

Pero su madre enfermó y sus abuelos no pudieron hacerse cargo de él. 
¿Quién quedaba?

Oh. ¡Sí! Un padre perdido por Hollywood y allí le mandaron con sus cosas a conocer al padre perdido.

No era mal tipo, era buena personal, no sabía que tenía un hijo y en el momento en el que lo supo se hizo cargo de David con ilusión.

Le llevó a su casa. E insistió en proporcionarle la mejor educación, a demás de su apellido. 
David no era el mejor alumno del país, ni sus notas eran la octava maravilla del mundo, pero se dejó llevar. Fue inscrito en el Saint Mayor College.

En resumen, una institución cara y un lugar de niños pijos, según David. Como las abejas en su panal, ellos se sentían en su salsa allí. Debido a lo ocupado que estaría su papá David se quedaría a dormir en la residencia del instituto. La mayora de los alumnos volvían a sus casas tras el horario escolar, pero algunos se quedaban como haría él.

Pero por muy ocupados que estuviesen, los padres debían aguantar a sus hijos en vacaciones, porque el colegio cerraba sus puertas y no dejaba quedarse a nadie. Aquemlo no era Hogwarts (Para decepción de David).

A David no le importaba quedarse en el instituto o en la casa de su padre, ninguna de las dos era su verdadero hogar.

El teléfono de última generación que le haba regalado su padre sonó. La palabra Abuelo estaba escrita en la pantalla.

Descolgó deslizando.

-¡Hola!- dijo contento de poder hablar con ellos de nuevo. Solo llevaba una semana sin verles pero les echaba muchísimo de menos.

-¡David!- dijo la voz de su abuelo- ¿Qué tal? ¿Ya has llegado a ese instituto de ricos?

-No, abuelo- le dijo él riendo- Estoy en el coche de camino. Tendrías que ver este coche ¡Es una locura! Incluso tengo un chófer. Cuando llegue te prometo que te llamo.

-Vale, muchacho- le dijo él, le oyó reir- Me tienes que contar todo.

-Claro.

-Y cuidado con los ricos pijos- dijo bromeando- En otros colegios los niños medirían el tamaño de sus pollas, allí los chavales miden el tamaño de sus bolsillos. No te conviertas en uno de ellos.

-¡Claro que no!

*****************************************************************

David bajó del coche cuando aparcó frente al instituto.

Se quedó con la boca abierta. Era un edificio enorme de piedra. Tenía un aire serio y regio. Las paredes eran grises, las persianas eran grises ¡hasta el suelo era gris piedra!

Justo sobre las puertas estaba el escudo del instituto. Miró el uniforme que le obligaban a usar. Pantalones grises, camisa blanca, jersey gris, americana negra, y corbata burdeos a rayas negras, a juego con el escudo bordado en la americana y en el jersey sin mangas.

Todos iban igual. Las chicas llevaban falda gris. Esa era la única diferencia. Parecían fotocópias idénticas. No le gustaba, no le gustaba nada de nada.

Siguió a todos los jóvenes, que entraban dentro. Para asistir a la ceremonia del primer día del curso.

La directora era una mujer no muy alta y de mediana edad, que no pareca haber sentido un poco de amor por ningún ser vivo desde hacía muchos años. 
Era estricta y seria, se le notaba a leguas por su forma de apretar los labios. Daba miedo cuando la vena de su cuello se hinchaba y parecía que iba a explotar.

David se sentía totalmente fuera de lugar cuando salió del gran salón de ceremonias solo.

Fue a secretaría, para que le diesen su horario y la llave de su habitación, como el resto de los alumnos.

La ciento cuatro era su suya. Según le contó la secretaria, la residencia no tenía pérdida. Detrás del jardín del patio interior. Residencia de hombres a la izquierda, mujeres a la derecha. Ambas residencias estaban separadas por un muro enorme, a demás de que había vigilantes en ambas, para evitar escapadas nocturnas. Cosa que David pensó inútil. No puedes meter tantas hormonas en un mismo lugar y esperar que nadie rompa las normas.

David llegó a la habitación ciento cuatro. Dentro ya estaba su compañero de habitación.

Era un chico de cabello oscuro, perfectamente cortado y peinado, poseía unos llamativos ojos grises. Era guapo, y tenía un cuerpo bien formado y fuerte, era alto y el uniforme le quedaba de infarto.

¿Por qué demonios a él no le quedaba así?

El chico le miró de arriba a bajo, con cara extraña. Y alzó una ceja.

-¿Tú eres mi nuevo compañero?- preguntó el chico con una sonrisa, era una sonrisa extraña, no de felicidad, ni sarcstica, ni amarga. Esa era una sonrisa pícara, mezclada con la maldad de la manipulación.

-Creo que sí- le dijo él serio. David no había crecido en un barrio conflictivo para acabar amedrentándose por un niñato- Si no te has equivocado de habitación, claro.

-¡Vaya! ¡Si el chico tiene carácter!- dijo el tranquilamente-¿Cómo te llamas?

-David.

-¿David, qué más?- dijo él sentándose en la cama con el aplomo de quien siente todo lo que había allí algo suyo.

-David Castan- dijo con disgusto, no le gustaba aquel nuevo apellido que le haba otorgado su padre al tener su custodia.

-Castan, ¿Como el actor?- preguntó mirándole a los ojos directamente. David se puso nervioso cuando le miró así. Era como rayos X.

-Sí- El chico sonrió ampliamente, como si hubiese pasado un aprueba- ¿Y tú?

-Soy Maximiliano III Leblanc- le dijo con un mohín, David asintió y el chico le miró extrañado de que no reconociese su nombre- El hijo de Margerite Leblanc, la escritora.

-Ah- dijo él sin darle la importancia que esperaba el otro.

-¿Eres nuevo aquí verdad?- le dijo mirándole de nuevo de arriba abajo- Creía que conocía a todos.

-Sí, soy nuevo- le dijo él dejando la maleta junto al armario. Se volvió para mirarle, aquel chico le parecía prepotente, pero a la vez le gustaba, era seguro de sí mismo, elegante y sofisticado.

-¿Por qué te quedas a dormir aquí?- preguntó el chico interesado- ¿Eres un sinpadres?

-¿Un sin qué?

-Sinpadres, así llamamos aquí a las personas como nosotros- le dijo tumbándose en la cama y mirando al techo- Las personas que sus padres están vivos, por lo que no se les pueden llamar huérfanos, pero sus padres bueno... No están. Están apagados o fuera de cobertura. No hay padres.

David supuso que haba muchos de esos Sinpadres allí. La mayoría de los ricos no tenían costumbre de pasar demasiado tiempo con sus hijos por lo que había oído, la mitad de ellos pagaban para que otros se ocupasen de ellos.
¡Pero ese no era su caso! Bueno... no del todo.

-Yo tengo padres- dijo algo ofendido- Pero mi padre está ocupado y mi madre está enferma...

-Eres la definición de Sinpadres- le dijo el otro tercamente.

-¿Y tú? ¿Por qué no vas a casa a dormir?

-Porque no me apetece, ni a ellos les apetece verme a mí - le dijo levantándose y yendo hacía la puerta, cuando puso la mano en el pomo se giró hacia David- ¿Vienes?

-¿A dónde?- preguntó el chico con curiosidad. No le gustaban los pijos, pero su peor temor era quedarse solo allí, sin amigos. No quería ser como ellos, pero tampoco quería ser diferente. Tenía tanto miedo de no encajar...

-A saludar a la gente- le dijo el chico sonriendo con arrogancia- Aquí no tienes amigos ¿Verdad? No te quedes solo aquí, anda, ven conmigo.

David lo pensó un segundo, pero acabó asintiendo y siguiéndole por el pasillo. La verdad es que una mano amiga, aunque fuese un pelín paternalista, en un lugar extraño siempre se agradecía.

Siguió al chico por los corredores de la residencia. Todos le saludaban y miraban a David por el rabillo del ojo con menosprecio y curiosidad a partes iguales. David agradeció estar acompañado en aquel momento, lo hubiese pasado mal lidiando con todas aquellas miradas si llegase a estar solo.

Fueron al jardín, allí había una fuente y alrededor de esa fuente un montón de bancos de madera.

-¡Max!- gritaron un grupo de chicos para llamar su atención.

David se quedó un poco cortado. Todos tenían el mismo porte que Max, eran elegantes y altivos.
Había un chico de piel mulata y cabello moreno, el más fuerte y alto de todos. A su lado se sentana un chico con gafas que leía un libro, una chica rubia y otra de cabello rojizo. Todos eran atractivos.

David se preguntó si era necesario ser guapo, a demás de rico, para entrar en ese instituto. Justo en ese momento pasó un chico poco agraciado y supuso que no...Solo había que ser guapo para formar parte de los amigos de Max.

-¡Chicos!- dijo Max sentándose en el respaldo del banco. Todos se quedaron mirando a David- Este es mi nuevo compañero de habitación. Se llama David.

El chico moreno alzó una ceja y miró a Max con una mirada llena de significado para ellos, no así para David, que no entendió por qué todos sonrieron o miraban a Max de forma rara.

-David, ellos son mis amigos- le dijo él ignorándolos a todos.

Y le comenzó a decir el nombre de todos. Y hablando con ellos descubrió algunas cosas.

El moreno de espalda ancha se llamaba Nickolas Surrey, pero le gustaba más que le llamasen Nick. No hablaba mucho, era tranquilo y sereno, pero amable todo el tiempo.

Fue el único que le ofreció asiento a David, y el único que se molestó en hablar con él porque Max estaba ocupado coqueteando con la chica rubia. Nick le cayó bien casi al instante.

El chico de gafas se llamaba Google. Por supuesto eso no era su verdadero nombre, pero le llamaba así porque siempre tenía respuestas para todo. Según Nick, era una biblioteca con piernas. Google era tímido y asustadizo. Era menor, tenía quince años y el único motivo de que estubiera sentado allí con ellos era porque era primo de la chica rubia a la que Max comía con los ojos.

La chica rubia era la hermana de un famoso cantante, se llamaba Hillary. Era tal vez la que peor le caía a David. En pocos minutos vio que era egocéntrica, superficial y narcisista.

La pelirroja era simpática. Pero callada. Se llamaba Ellen.

Y luego estaba Max. Era un ligón, de eso no tenía la menor duda. Era carismático y manipulador (O eso le habían dicho entre bromas) .

-¿Qué tal os ha ido el verano?- le preguntó Max para sacar un tema en común, ya que todos estaban hablando en parejas.

-Bien- dijo Nick a media voz.

-Podría ser mejor- añadió la chica pelirroja mirando a un lado.

David pensó que seguramente aquel abría sido un verano perfecto para cualquier chaval, con todo su dinero y todo lo que tenían, pero ellos no pensaban lo mismo...

Se hizo un silencio incómodo entre todos.

-¿Habéis oído lo de Alex?- dijo la rubia para romper el silencio, los chicos asintieron, algunos sonrieron con amargura.

-Muy fuerte... - dijo Google.

-Pues sí. ¿Quién lo encontró?

-Supongo que el ama de llaves- dijo Max, no parecía importarle- su madre estaba en una fiesta por las vegas, demasiado drogada como para pensar en otra cosa que no sean luces y colores, no se enteró de nada hasta dos días después.

-Pobrecillo- suspiró la rubia, aunque parecía que tampoco le importase mucho.

-¿Dónde está?- preguntó Nick mirando alrededor buscando al chico.

-Sigue en la clínica.

David preguntó quién era y que le había pasado.

-Dicen que se encerró en su habitación con la música a todo volumen, todos los cuchillos que había en la casa y se hizo cortes- le dijo la pelirroja imitando el acto de cortarse el antebrazo repetidas veces.

David no supo qué decir, así que cerró la boca. Y cuando se hizo un nuevo silencio, se quedaron sin temas de conversaciones.

Miraron a David, y comenzaron a preguntarle.

¿Quién es tu padre? ¿De dónde eres? ¿Cuántos años tienes?

David contó que antes vivía en un barrio obrero y el motivo de estar allí.
Todo, les contó toda la historia del tirón.

-¿De qué está enferma tu madre?- preguntó Nick.

-Esquizofrenia- le dijo.

-¡Vaya! Complicada enfermedad, pero interesante- dijo Google sin apartar la vista de su libro. David se encogió de hombros.

Un nuevo silencio, solo roto por el pasar de páginas de Google, les invadió.

-Chicos - llamó Max- ¿Fiesta esta noche?

Google apartó el libro.

-¿Dónde?

-En casa de Maggie.

-¡Genial!

Nick se acercó a Max.

-¿Quién te ha invitado?- preguntó de manera inquisidora.

-Selena- dijo él con una sonrisa arrogante.

-¿Selena?- inquirió- ¿No será otro truco para que me quede toda la maldita noche entreteniendo a su primo?

-¿Qué? ¡No!

-Max- le advirtió él- No pienso hacer de niñero de ese chaval para que te acuestes con Selena.

-¡Claro que no! ¡Yo nunca te pediría eso!

-¡Dirás "De nuevo"! - exclamó- ¡Porque ya me lo pediste la última vez "No te pediría eso DE NUEVO"!

La chica rubia se puso en pie, y tiró de la mano de la pelirroja. Se le veía algo celosa.

-¡Pues yo me voy de compras!- dijo.

*******************************************************************

David se despidió de los chicos y se fue hacia su habitación preguntándose si encontraría el camino de vuelta.

-¡Espera!- dijo la voz de Nick tras él- te acompaño.

-No hace falta- le dijo extrañado por tanta amabilidad.

-Tengo que ir a ver a algunos amigos y me viene de camino- le dijo con una sonrisa. El muchacho le sacaba por lo menos cabeza y media, y aunque David no era especialmente bajito se sintió minúsculo caminando junto aquella mole musculosa- Así que compartes habitación con Max.

-Sí.

-Yo era su anterior compañero de habitación, siempre lo he sido, desde primero- le dijo el chico con tono extraño- pero este año tengo que volver a casa a dormir.

-¿No te gusta estar en casa?

-No- le respondió el joven sin decir nada más, no le gustaba hablar de sus padres, por lo que parecía- ¿Qué te parece Max?

-¿Qué? ¿Max? Pues bien...

Nick rio. A pesar de ser un tipo tan atlético su sonrisa era cálida y sus ojos irradiaban una bondad que resultaba una curiosa contraposición con su cuerpo.

-Le conoces desde hace solo dos horas, por supuesto que te parece bien- le dijo rascándose la cabeza en un completo gesto de inseguridad- En realidad él es una persona difícil... tiene un carácter tirando a malo y es... Bueno, es... un maldito egoista que solo piensa en sí mismo, pero en el fondo es una buena persona. Solo hay que tener un poco de paciencia con él. Mucha paciencia, la verdad.

-Tú le conoces bien ¿verdad?

-Mejor que él mismo. Y sé que aunque presuma de ser una máquina sexual, de no tener corazón y que sea borde. Solamente quiere... no quedarse solo. Así que, por favor, no le hagas daño aunque se comporte como un gilipollas.

-¿Una máquina sexual?- inquirió sorprendido el otro.

-Sí- le dijo Nick- y créele cuando lo diga. Lo es.

-¿Cómo lo sabes?

Nick se puso algo colorado por las mejillas. Y miró a unos chicos que estaban en la esquina.

-¿Eh?... me lo han contado- dijo nervioso- ¿Vas a venir con nosotros esta noche? Te enseñaremos lo que es una fiesta de verdad.

-No. Creo que el primer día me quedaré aquí- dijo David mientras subían la escalera- Creo que a tus amigos no le caigo muy bien...

-Bah, casi nadie les cae bien a la primera, son así- le dijo, luego se dio cuenta de lo que había dicho y intentó arreglarlo- quiero decir que... que hay que ganarse su confianza.

Llegaron a la habitación de David. Y el chico abrió la puerta y Nick se despidió yéndose con los chicos rápidamente.

********************************************************************

David se tumbó en su nueva cama, Max ya se haba ido con sus amigos. Se suponía que haba vigilantes por los pasillos y que no podían salir del recinto, pero por lo visto no habían tenido muchas complicaciones para hacerlo. Se había quedado solo.

Deshizo la maleta y se instaló en la parte derecha de la habitación, lo puso todo a su gusto y cuando estuvo todo listo se quedó sentado y aburrido mirando el horario de clases.

El móvil sonó. Era su abuelo.

-¡Abuelo!- exclamó- ¿No me ibas a llamar?

-Me olvidé de hacerlo cuando llegué, lo siento- le dijo bajito, se tumbó en la cama- Abuelo, este sitio es muy raro. La gente es rara. Y no me gusta.

-¿Por qué?

-Los pijos son arrogantes...

-¿Pero habrá gente normal no?

-Bueno- pensó en los amigos de Max- algunos no son tan snobs como pensaba que serían.

**********************************************************************

David ya estaba durmiendo cuando la puerta se abrió de par en par haciendo mucho ruido. El chico se despertó con un sobresalto y vio a Nick y a Max en la puerta.

Nick empujó a Max hasta la cama. Ambos no paraban de reírse, estaban mojados de arriba abajo. David vio como la camisa empapada de Max se pegaba a su cuerpo fibroso y sintió un extraño hormigueo en el estomago. Se asustó mucho por lo que acababa de pasar por su mente.

¿Es que se estaba volviendo loco?

Se levantó y cerró la puerta que habían dejado abierta. Los dos chicos reían, parecían borrachos y seguramente drogados. Las dudas de David fueron disipadas por el fuerte olor a porro que despedían.

-¡Selena es una artista del sexo!- le dijo Max con una sonrisa, y abrazó a Nick- ¡Y tú también lo eres Nick! ¡SÍ señor!

-¡Maldito cabrón!- le dijo Nick empujándole. Con su considerable fuerza consiguió que Max perdiese el equilibrio- ¡No me gusta ese chico! ¡Y otra vez he acabado aguantándole para que tú te liases con Selena!¡OTRA MALDITA VEZ!

-¡Sí!- rio Max.

-Chicos, no gritéis- susurró David. Nick le miró.

Max asintió y se puso serio.

-Creo que me voy a tener que quedar aquí- le dijo el chico moreno- porque así no puedo aparecer por mi casa.

-Vete a la mía, ni se darán cuenta de que no eres yo- le dijo Max quitándose la camiseta, ambos chicos se quedaron mirando su torso musculoso y perfecto...

David tranquilizó su conciencia heterosexual diciéndose que solo le miraba así por envidia. 
Envidiaba su perfecto cuerpo, por sus músculos, su ojos claros, su sonrisa...por su piel...

-¿Qué dices?

-Creo que ni siquiera recuerdan mi cara.

-Ya me gustaría a mí que no recordasen la mía- le dijo Nick quitándose la camisa también.

David se sentó en la cama sin saber que decir o hacer. Se quedó mirando, incómodo, como los chicos se desnudaban.

No podía apartar los ojos de Max.

Cuando se quiso dar cuenta, Max se acercó a Nick y le besó.

Eso le sorprendió mucho, pero más le sorprendió que Nick no le apartase, y que le respondiese al beso apasionadamente. No sospechaba que eran gay. Frunció el ceño.

Pero Nick se apartó y salió corriendo al baño para vomitar.

Max miró a David, el chico sintió su corazón dar un bote. Y se fue hacia el escritorio, preguntándose por qué estaba tan nervioso.

Max se acercó a él y le acarició la espalda, para luego pegar su cuerpo al suyo por detrás.

-¿Qué haces?- preguntó intentando que su voz no temblase.

-Te gusto- le dijo al oído. Apretó los dientes- He visto como me miras.

-No es verdad- gruñó David.

¿Cómo le miraba? Es más ¿Él le miraba? No.

-Claro que lo es- dijo acercándose a su cuello. David tembló de arriba abajo, Sintió una sensación muy rara, que le asustó. Se dio la vuelta violentamente para estar frente a él y apartarle de un empujón.

-Somos hombres - le dijo rotundamente.

-Sí ¿Y qué más da? ¿Eres del siglo XIV?

-Yo no soy así- le dijo el chico intentando apartarle de nuevo. Max le miró con el ceño fruncido. Su mirada borracha parecía completamente consternada.

-¿Me estás rechazando?- preguntó atónito.

-Sí. Y estoy intentando ser amable porque estás borracho. Pero como vuelvas a acercarte te meto un puñetazo- le dijo el chico- No me gustan los tíos.

-Vale, vale- le dijo negando con la mano- solo te mientes a ti mismo, pero tú te lo pierdes hay que ver con el niño este... Ya te darás cuenta...

David lo pensó, quizá era raro para Max. Y quizá sí lo era, porque le había puesto muy nervioso al sentir sus besos y sus caricias.

Pero no. Ese chico no le caía bien. Era arrogante y borde. Y era un hombre, para más inri.

**********************************************************************

David se despertó con un canto gregoriano resonando en sus oídos. ¡Era horrible!

-¿Qué coño es eso?- preguntó de mal humor tapándose los oídos.

-El himno de la escuela- dijo Nick bostezando después. David lo vio tumbado en la cama de Max, frunció el ceño mirando al techo- ¿Qué pasó anoche?

-¿No lo recuerdas?

-Pues me acuerdo del primo de Serena y de la botella de whisky,
pastillitas de colores y de Max besándome y creo que recuerdo una piscina.

-Oh, sí, la piscina estuvo bien- dijo Max saliendo del cuarto de baño, con el uniforme puesto y preparado.

-¿Qué pasó?- preguntó Nick bostezando de nuevo.

-Pues estábamos con Google, y las chicas, y recuerdo que tiré a Google a la piscina, luego las chicas me tiraron a mí y yo me agarré a ti y nos caímos los dos. Fue divertido.

-¿Qué piscina?- preguntó Nick extrañado. Max frunció el ceño pensativo.

David se levantó ignorándoles, se vistió con el uniforme, cogió sus cosas y los dejó a los dos sentados en la cama intentando recordar en qué clase de piscina habían estado metidos la noche anterior.

Le parecía increíble que no recordasen lo ocurrido en la noche, bueno Max no haba dicho nada de que no recordar nada, probablemente lo hacía, pero no le daba importancia alguna.

¡Le haba metido mano! ¡Le haba propuesto follar! ¡A él!

¡Un chico! ¿Es que eso no era importante?

Bufó de la rabia.

Se enteró de que el himno de la escuela lo debía poner un alumno diferente cada día, cosa que todos odiaban, e ir entre clases para informar por el megáfono del menú del día o comunicados de la dirección. David aprendió algunas cosas en el primer día de clases.

Uno:

Las clases eran duras. El nivel era extremadamente alto y los profesores eran estrictos, exigían muchísimo más de lo que esperaba.

Dos:

Aquella gente tenía dos caras.

En clase todos parecían angelitos atentos al profesor que cogían apuntes y participaba en clase. Max era el ejemplo perfecto, era tremendamente educado con cualquier profesor, pero en cuanto salía de clase pareca transformarse en otra persona.

Los otros no eran una excepción, en cuanto el timbre que indicaba el final de la clase sonaba, todos parecan volverse demonios. Se metían en la vida de los demás y hacían correr cotilleos falsos para hacer daño.

Lo que había dicho Nick era cierto, a aquella gente no les caía bien las personas a la primera, ni siquiera entre ellos. Eran falsos...

David salía del laboratorio de química cuando un chico chocó con él a propósito. Ser el nuevo era lo peor del mundo. No tenía amigos, no conocía donde estaba nada, y la gente se alejaba de él como si tuviese la peste.

Vio a los amigos de Max sentados en un banco en el jardín, al parecer pasaban la mayor parte del tiempo allí. Estaba harto de estar solo todo el tiempo. Pensó que podía acercarse, eran los únicos a los que conocía.

Se acercó lentamente. Ellen, la pelirroja le saludó.

-Hola, eh.. Mmm... ¿Tu nombre era...?

-David.

-Oh, sí- le dijo ella hacindole un hueco para que se sentase.

David se sentía un poco incómodo allí. Todos estaban pensando en sus cosas y Hillary se pintaba las uñas.

-¿Te gusta esto?- preguntó, parecía tan aburrida como él.

Quizá por ese motivo le haba invitado a sentarse con ellos.

-Pues...

-Claro que no- interrumpió Hillary- ¿A quién le gusta esto?

-No está tan mal- dijo David para llevarle la contraria a la rubia. No le gustaba desde el principio, tal vez porque le parecía una estúpida pusilánime o tal vez porque besaba a Max cada vez que él le dejaba. Y eso le irritaba sobremanera.

En ese momento llegaron Nick y Max.

-Te digo que era una piscina - le dijo Max tozudamente.

-Pues yo no estoy tan seguro- le dijo Nick sentándose en el suelo- Hola chicos.

-Hola- dijeron todos a la vez, siguiendo con sus cosas.

David se preguntó si siempre eran así o solo era porque estaba él, que no era del grupo todavía, quizá se sentían incómodos por su presencia.

Entonces la chica pelirroja abrió mucho los ojos.

-¡Mirad chicos!- dijo señalando a un chico con el dedo- ¡Es Alex!

Todos se quedaron mirando al joven.

Alex era un chico menudo, de pequeño cuerpo delgado, y fracciones muy suaves, Lo que le daba un extraño aspecto andrógino (había que fijarse mucho para saber si era hombre o mujer) Su cabello era rubio bastante claro, Estaba corto y despeinado, cada mechón parecía estar de punta como si estubiera dispuesto a rizarse si se le daba la oportunidad.
El chico vestía el uniforme como todos los alumnos. Pero llevaba unos zapatos con los cordones de colores diferentes (amarillo y azul), tenía las mangas de la americana recogidas, por lo que se poda ver sus antebrazos. En el derecho llevaba muchos relojes, en el izquierdo ninguno. Llevaba la corbata mal puesta.

El chico estaba tumbado en el césped mirando al cielo, parecía realmente fascinado.

-Ese chaval va más flipado que la abeja maya esnifando polen- susurró Max.

Los chicos se acercaron a él. Alex frunció el ceño porque la figura de Max le tapaba la vista. Se echó a un lado.

-Alex, hola- saludó Ellen.

El chico suspiró y les miró como si fuese en ese mismo momento cuando se daba cuenta de que estaban allí.

-Oh. Hola- saludó con la sonrisa más feliz que David hubiese visto nunca, una sonrisa muy bonita. La voz del chico era suave, y parecía soñadora.

Era una rara forma de hablar, como si estuviese distraido... más en las nubes que en la conversación, pensativo y perdido.

-¿Qué tal?-preguntó Nick.

-¿Estás mejor?- añadió Max vacilante.

-¡Vaya! ¡Qué raro! ¿verdad?- dijo Alex con una sonrisa, sus ojos se abrieron mucho al hablar- Ahora todos quieren hablar conmigo para preguntarme lo mismo, y hace unos meses yo era como el anticristo, todos huían al verme. Si hubiese sabido que solo necesitaba intentar suicidarme para que me preguntasen si estoy bien... lo hubiese hecho hace años en vez de, simplemente, tener aspecto de necesitar ayuda psicológica. Pero bueno, así es la vida ¡oh! ¡Vaya! Creo que no me acuerdo de quiénes sois...

Les dijo tranquilamente sin perder el tono alegre. Hablaba muy rápido. 
Todos se removieron incómodos. David alzó una ceja, era sorprendente la sinceridad del chico y le había bastado cinco segundos para llamar a sus compañetos cotillas, falsos e hipócritas.

-Eh... Es que no hemos hablado nunca mucho... - dijo Max.

-¡Vaya! ¡Qué curioso! ¿Yo he hablado con alguien alguna vez?

-Una vez yo te pedí un bolígrafo- Le dijo Google. El chico le miró interesado.

-¿y te lo dejé?

-No.

-¡Vaya! - suspiró, al perecer esa palabra le gustaba mucho- ¿y qué queréis?

-Preguntarte cómo estás- le contestó Ellen.

El chico sonrió con más alegría si cabía.

-¡Genial!- les contestó alegre- Ya estoy mucho mejor. Me han dado el alta clínica, puedo volver a casa. En la clínica me han enseñado que la vida es buena aunque a veces necesitas medicación para darte cuenta... que no está bien hacerse daño- suspiró hastiado- y que hacer daño a los demás está mal y que las drogas son malas, y demás cosas super obvias. Técnicamente estoy desenganchado ¿Sabéis?

-Muy bien- dijo Max contrariado.

-Sí, pero creo que no saldrá muy bien- dijo el rubio jugueteando con uno de sus relojes, más interesado en eso que el la conversación que mantenía, una sonrisa traviesa se dibujó en su cara.

Sus brillantes ojos eran azules cobalto, muy bonitos. Su cara era de fracciones dulces pero angulosas, y tenía cierto aire de inocencia que a David le recordaba a los angelitos albinos de las películas- ¿Queréis algo más? Me tapáis el sol.

David rio por lo bajo, el chico podía estar un poco desquiciado, pero era sincero al cien por cien. Le caía bien. Miró la hora de alguno de los múltiples relojes que tenía en el brazo.

-¿Por qué llevas tantos relojes?- preguntó Ellen extrañada.

-Uno por cada zona horaria - le contó él acariciando los relojes- Así puedo saber la hora que es ahora mismo en Japón, Londres o Nueva York...

-¿Por qué querrías saberlo?

-¿y por qué no iba querer?- repuso Alex tranquilamente. David se sentó en el césped porque estaba cansado de estar de pie, Alex le miró y le sonrió.

Bueno, no había parado de sonreír en ningún momento desde que había llegado, pero aquello fue diferente.
Le sonreía a él. Solo a él.

Como si durante ese escaso segundo lo único que el chico viese, lo único que al chico le importase, fuese David. Cuando aquel chico dedicaba una sonrisa uno se sentía inmensamente amado, cálido e importante.
Y luego, en el siguiente segundo su sonrisa fue para otra cosa.

El chico feliz se sacó del bolsillo unas pastillas blancas.

-¿y esas pastillas?

-Son para mi cabeza- le dijo el muchacho tranquilamente- hacen que me sienta bien ¿entiendes?

-No.

-Eso es porque no estas loco, como yo- dijo el rubio.

Las chicas se miraron con cara compungida.

-Eh... nosotras nos vamos- dijo Ellen, la rubia asintió. Se marcharon rápidamente.

-Yo voy a la biblioteca- le dijo Google.

Max se marchó sin decir nada, no parecía ver necesario poner una escusa. Nick pareca querer decidirse entre quedarse o irse, optó por irse con la escusa de ir a comer algo.

-¿Te importa si te hago compañía?

-No- les dijo cerrando los ojos.

David miró divertido a Alex. El chico buscó un mechero en su bolsillo y también sacó un cigarrillo de cannabis, lo que en su barrio se llamaba un porro.

-¿Eso también es para tu cabeza?- le dijo bromeando. El chico rio.

-No, esto es por ocio recreativo- le dijo el joven estirándose y mirando las estrellas.- ¡oh, vaya! Mira que bonitas son las nubes.

-Sí que lo son.

-¡Vaya! Las nubes parecen tan cómodas ¿verdad?, pero solo son masa visible formada por cristales de nieve o gotas de agua suspendidas en la atmósfera. Son solo fachada, apariencia, como las personas... Aparentan ser nubes, pero solo son microcristales de agua en el cielo ¿verdad?

El chico estaba hablando realmente rápido. Encendió el cigarro y le dio una calada.

A David le gustaba esa metáfora, era una curiosa forma de decir que las personas eran falsas que un billete de cartón.

El chico le ofreció el cigarro. David lo cogió y le pegó una calada, al instante se puso a toser por el humo. Alex se lo quitó.

-¿Tienes comida?- le preguntó.

-No- le dijo tumbándose a su lado.

-Vaya- susurró apenado, pero en seguida sonrió de nuevo- Bueno... Comeré después. Tengo comida escondida en el almacén del gimnasio pero que la bruja no se entere ¿vale?

-No diré nada. Ni de eso, ni del... - dijo señalando el cigarrillo.

El chico rio. Le miró a la cara fijamente.

-¡Vaya! A ti no te haba visto nunca.

-Es que soy nuevo.

-Oh, Chiconuevo. - le llamó rápidamente, pronunciándolo todo junto.

-Me llamo David- le corrigió el chico.

-Claaaaaaaro, chiconuevo.

****************************************************************

David se dirigió a su habitación con paso lento. El efecto de la droga le dejaba algo atontado, pero como solo le haba dado algunas caladas apenas se notaba.

Se tumbó en la cama y cerró los ojos.

Cuando despertó se puso a hacer los deberes y a estudiar. Max entró en la habitación. No le saludó, y David tampoco lo hizo.

Intentó ignorarle y seguir con los ejercicios, pero hacía mucho ruido.

-No me puedo concentrar- le dijo dejando el boli en la mesa con fuerza.

-¿Y qué quieres que haga?

-Deja de hacer ruido.

-De acuerdo princesita- gruñó Max rebuscando algo en su mochila. David se giró de golpe.

-No me llames así- gritó perdiendo la poca paciencia que tenía.

-Oh, la princesita tiene mal genio.

David sintió la ira consumirle y sin saber muy bien lo que hacía cogió lo primero que pudo coger, que fue un cojín de la silla, y se lo tiró a la cara con todas sus fuerzas.

-¡TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ!- le gritó. Max se enfadó.

-¿PERO QUÉ HACES? - le gritó poniéndose en pie.

-¡RETÍRALO! - le orden el chico. Max se acercó cruzando la habitación en dos zancadas. Le agarró del cuello de la camisa.

-No voy a retirar nada, princesita- le dijo pronunciando la última palabra con malicia. David le empujó y le dio un puñetazo. Max se llevó la mano a la mejilla enrojecida. Le devolvió el golpe al chico. Y comenzaron a forcejear. Tiró a David sobre la cama de un empujón. Y se puso encima de él.

Inmovilizándole.

A pesar de la rabia que sentía en aquel momento, notó perfectamente la cercanía del chico. Estaba justo sobre él, sentado sobre una zona bastante íntima de su anatomía.

Sintió calor por todo el cuerpo. Rogó a dios por que se quitase de encima suya antes de que Max se diese cuenta de su sonrojo.

Max le miró enfadado, su labio tenía un corte debido a un puetazo de David. Se miraron a los ojos. Los ojos grises de Max relucían de una forma extraña. Y fue en ese momento cuando le besó.

David intentó resistirse. Una parte de su cuerpo le pedía a gritos que disfrutase del momento, que dejase que metiese su mano bajo el uniforme del colegio y que le besase,que olvidase que eran dos hombres y que siempre le habían enseñado que aquello no estaba bien.

Pero otra le decía que si hacía caso a esa parte se arrepentiría, porque su conciencia le atormentaría.

Intentó apartarle. Pero su beso era demasiado bueno para, simplemente, resistirse a él. Y cuando su cuerpo y su mente comenzaban a rendirse a los encantos de Max. El momento se rompió en mil añicos cuando la puerta se abrió.

Nick se quedó muy sorprendido en la puerta.

-Oh, eh... siento interrumpir- exclamó nervioso. David se dio cuenta de lo que estaba haciendo y le dio un empujón a Max para quitárselo de encima. Max bufó y se giró hacia Nick.

-¡Por el amor de dios cierra esa maldita puerta!- le gritó.

-Lo siento- susurró Nick, iba a cerrarla, pero se quedó mirando a David de nuevo.

-¡Vete!- le gritaron los dos chicos a la vez. Nick cerró la puerta.

David se quedó respirando rápido por varios motivos. La excitación, los nervios, la vergüenza, la rabia...

Max le miró.

-Te dije que eres tan marica como yo- le dijo triunfante. 
y David se puso colorado y furioso a la vez.

-Tengo que irme- dijo atropelladamente y salió por la puerta con un sonoro portazo. Max le dio un puñetazo a la almohada.

-¡Maldita sea!- masculló.

**********************************************************************

David estaba muy nervioso, Su cuerpo y su mente parecían estar librando una verdadera batalla campal. Su cuerpo deseaba correr junto a Max y disfrutar. Su mente quería que su cuerpo le diese una patada en la cara al chico por aprovechado y otra a sí mismo por pensar esas cosas tan impropias de él. No estaba bien. Dos hombres no deban hacer esas cosas, o eso le habían dicho siempre.

¿Entonces por qué se sentía tan bien sus besos?

Se llevó la mano a sus labios. Oh, vaya beso. Realmente el chico besaba bien.

Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza.

Iba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que chocaba con alguien. Miró hacia arriba para mirar a la cara a Nick. Sus labios, un poco gruesos, estaban apretados en una mueca avergonzada.

-Lo siento- gruñó. Intentó irse, pero Nick le siguió.

-Oye, siento haber interrumpido...

-No has interrumpido nada, no pasaba nada.- le dijo muy serio y con tono severo- Y no pasará nada. Nunca, Jamás.

Nick le miró fijamente, como si intentase ver sus pensamientos a través de una visión láser. David estaba muy incómodo.

-No sabía que fueses gay- le dijo Nick bajando la voz para que no lo oyese nadie a su alrededor.

David respiró hondo.

-Yo no soy eso- le dijo tozudamente- tú sí ¿verdad?

-Sí.

David apartó la mirada.

-¿Y Max?

-Max es diferente. No es solo que sea bisexual, A él le gusta el sexo, le da igual con quien- dijo. Ese comentario hirió profundamente a David, aunque no supo decir el motivo.

-¿Tú te has acostado con él alguna vez?- le pregunt David al acordarse de que el moreno y Max habían compartido habitación antes.

-Sí- le respondió con sinceridad. David bufó- ¿Qué es lo que te molesta tanto?

-No lo sé- le dijo David con la verdad por delante- Yo... tengo que irme.

********************************************************************

Así que era costumbre del chico acostarse con sus compañeros de habitación.

Pues David rompería ese ritual, no volvería a tocarle. No solo porque fuese un chico sino por que no le caía bien. Porque era arrogante y...

Y... Y a demás el sexo debía significar algo ¿no? Eso de sexo con desconocidos no era lo suyo, y apenas conoca al chico...

¡ERA UN CHICO!

Suspiró.

¿A quien pretendía engañar?

Cerró los ojos apoyando la cabeza en la fría pared de color gris.

La cosa pintaba mal cuando tenía que buscarse motivos a sí mismo para no volver a tocar al chico. Debía convencerse a sí mismo que aquello estaba mal. Muy mal.

En los altavoces repartidos por todo el centro resonó la voz enfurecida de la directora.

-¡A todos los alumnos! Quiero encontrar al responsable de la obstrucción del filtro de la fuente con un calcetín! Está completamente prohibido bañarse en la fuente del patio!

David sonrió. Por fin quedaba resuelto el misterio de la piscina.

 

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado. Dejen comentarios, por favor.

 

El próximo capítulo el protagonista será MAX.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).