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Solo por un momento|Yoonmin| por Kammy

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Notas del fanfic:

 


 


"por esas noches en vela que vienen acompañadas de recuerdos"

Notas del capitulo:

Hola!

Les dejo un os que nació en algún momento entre la madrugada y el ocaso.

¿Les he dicho ya que padezco de insomnio?

Estaba sucediendo de nuevo. Gimiendo entre sueños, Jimin se remueve un poco en las mantas, sintiéndose tan sofocado por ellas que su piel sudaba. Puede sentir las gotas perlando su frente, corriendo por su espalda, era un tanto incómodo pero no es eso lo que le lleva a abrir los ojos.

Parpadeando lentamente para habituarse a la penumbra de la habitación, él trata de despejarse el sueño de encima e incorporarse un poco antes de que un agradable cosquilleo le hiciera estremecerse, naciendo en su vientre contraído por la agradable sensación de calor alrededor de su miembro húmedo.

Oh.

Soltando un jadeo ahogado, Jimin baja la mirada para ver, no con cierta sorpresa, la cabellera rubia que se cernía sobre sus piernas extendidas sobre la cama, acunando un par de hombros anchos y pálidos, contrastando visiblemente con el bronceado de su tierna piel febril. No puede ver su rostro, es difícil hacerlo en la oscuridad pero no es necesario que lo haga para que sepa quién es la persona que se ha colado a su habitación, y ya puestos, en su cama, a esas horas de la madrugada.

“Yoon” murmura un poco sin aliento, estirando una mano para hundir sus dedos en esa cabellera platinada para detener el delicioso vaivén que ha impuesto.

La succión se detiene pero el calor no abandona su miembro. El rosto de Yoongi emerge de entre su ingle y le mira en silencio, un par de ojos almendrados que se asemejan a los de un gato por su extraña forma. Esta sonrojado y sudoroso, la respiración pesada erizándole la piel del estómago descubierto. Sus delgados labios aún rodeaban la cabeza de su pene, aplicando pequeñas succiones que hacen a Jimin echar su cabeza hacia atrás, arqueando su espalda por lo sensible que está. Dios.

“¿Qué…?” toma un respiro tembloroso, los traviesos dedos del mayor abriéndose paso por entre el pliegue de sus nalgas apenas cubiertas por los calzoncillos flojos que suele usar para dormir “¿Qué estás haciendo aquí?” logra decir, ahogando un gemido al morderse el labio.

No es la primera vez que sucede, el que Yoongi entre a hurtadillas a su cuarto, pasaba con más frecuencia de la que a Jimin le hubiese gustado, no es que se quejé de ello, no siempre, pero de los dos es el más sensato cuando se trataba de ser cuidadoso. Yoongi suele decir que es un paranoico, bromeando acerca de lo tonto que es Jimin al mirar alrededor como si estuviesen siendo espiados, bueno, a él le gusta pensar que es alguien precavido y para ser sinceros, el miedo a ser descubiertos alienta ese nerviosismo que suele embargarlo cuando estaba cerca de su hermano.

“¿No es bastante obvio?” Yoongi le contesta, su cálido aliento soplando contra su glande le hace estremecerse.

“Estuvimos juntos toda la mañana” balbucea en respuesta, incorporándose sobre sus codos para mirar al platinado.

Yoongi ladea la cabeza, bajo la pobre luz que se cuela a través de la ventana abierta, él puedo apreciar una vez más los bellos rasgos que conforman el rostro de su hermano, es mayor que él por cuatro años y son tan diferentes como el invierno y la primavera.

“Se suponía que lo estaríamos todo el día” dice Yoongi, dejando un beso en el interior de su muslo derecho.

Jimin se estremece, los labios de su hermano sintiéndose como la seda en su sensible piel.

“Lo sé” corrobora con un suspiro. Sus padres habían llegado más temprano de lo previsto de su viaje a Japón para celebrar su aniversario y Jimin esta infinitamente agradecido que su madre le hubiese llamado más temprano en la mañana para decirle que estaban en camino o de lo contrario Jimin no quiere ni imaginar lo que pudo haber sucedido si sencillamente abrían la puerta con las maletas a cuestas.

No, Jimin no quiere pensar en eso. No quiere seguir dándole vueltas a todo lo que pudo haber ido mal.

“Has estado muy serio toda la tarde” Yoongi se alza sobre sus rodillas para acercarse a su rostro, estirando una mano para alisar el profundo surco entre sus cejas castañas. “¿Qué pasa?”

Él casi sonríe, apoyándose en la palma que acuno su mejilla mientras baja la mirada, observando su desnudez con las mejillas ligeramente sonrojadas.

“Lo de siempre” se limita a decir.

Yoongi no dice nada por un momento. Su toque quemando en su cadera, los dedos fuertes y largos hundiéndose en la piel en un agarre firme al que Jimin se ha acostumbrado con los años. Su hermano es gentil y amable, tan dulce, pero en momentos como esos, envueltos en la intimidad de su habitación, solo con las cuatro paredes rodeándoles, la vena posesiva que tiene se hace presente en la forma que toca a Jimin.

Una brisa fresca viene del exterior, causándole un escalofrío cuando sopla en su cabello revuelto por sus horas de sueño. Él se abraza a sí mismo, el calor irradiando del cuerpo de Yoongi invitándole a hundirse en su pecho y cerrar los ojos, envuelto en su aroma a jabón y menta después de la ducha.

“Minnie…”Yoongi comienza, levantando su rostro con el pulgar, sus ojos castaños posándose sobre los suyos con preocupación y amor. “Está bien, vamos a estar bien” promete, dejando un beso en su mejilla, el fresco aliento haciendo cosquillas.

“Pero Yoon…”

“Confía en mí, amor, por favor confía en mí”

Él en verdad quiere hacerlo.  

Cerrando sus ojos, Jimin se aferra a las mantas bajo sus manos mientras los labios de Yoongi se desplazan por su rostro y cuello, dejando pequeños besos húmedos que erizan su piel de la manera en la que solo Yoongi puede.

A veces parece tan sencillo, tan jodidamente sencillo ignorar todo aquello que está mal y simplemente dejarse llevar, una vez más, por caricias y besos, por susurros y jadeos. Respiraciones pesadas que se escuchan demasiado altas en el silencio de una casa que estaba colmada de recuerdos que no les permite olvidar quienes eran. Lo que eran.

Jimin gime despacio, el pesado cuerpo Yoongi lo mantiene cálido mientras una tormenta se avecinaba fuera. Los relámpagos surcan el oscuro cielo sin luna para iluminar los cuerpos que sudan sobre las mantas, las caricias dadas en la clandestinidad de la noche cuando nadie miraba, cuando escucha, cuando nadie juzga. 

Los gemidos ahogados en la almohada al igual que las lágrimas. Esa culpa tan asfixiante sintiéndose en la garganta.

Yoongi empuja fuerte, los músculos de su espalda contrayéndose en el proceso mientras Jimin lo toma. Sus piernas cerrándose alrededor sus caderas con la suficiente fuerza como para apremiarlo a ir tan profundo como quiera, faltando las palabras por temor a ser escuchados más allá del delicioso sonido que sus cuerpos están provocando. La adrenalina del momento bombeando en sus venas, amplificando sus sentidos, aumentando el miedo y la expectación. Apremiándoles a ir más rápido, más fuerte, más alto. Como si no fuese suficiente.

Un trueno rompe en la lejanía.

Y Dios, Jimin chupa la salada piel del hombro de su hermano en un desesperado intento por permanecer en silencio.

Su hermano.

Esta tan mal, tan incorrecto, tan enfermo, pero al mismo tiempo, es el único lugar donde siempre ha querido estar. Entre los brazos de la persona que sostuvo su mano desde el momento en que dio sus primeros pasos, ese niño que le enseñó el mundo con la paciencia y la ternura que siempre albergaba en su corazón para su mimado hermanito menor.

Riendo y llorando, amando y pelando. Deseando y huyendo.

Jimin no puede recordar en qué momento su relación había tomado el rumbo que ahora tiene, tal vez fue desde siempre, o aquella ocasión donde obtuvo su primer beso. Él no está seguro, y de todas formas, ¿qué más da?

Si, la culpa está ahí, seguía ahí, pesada y asfixiante. El remordimiento latente, la desdicha constante, y la felicidad sublime de quien ama y es amado, de quien arriesga y ha ganado, de quien está dispuesto a todo para no perder esa pequeña y dulce dicha que ha encontrado.

 “Te amo” murmura, sin pensar, en un jadeo entrecortado. Mirando a través de sus parpados pesados el cuerpo tendido de su hermano, las mechas platinadas húmedas que se pegan en su frente, las mejillas sonrojadas, la sonrisa de dientes pequeños.

Yoongi vuelve a besarlo, lento pero apasionado, invadiendo su boca con la lengua, tragando sus gemidos, adueñándose de todos sus sentidos mientras le embiste, deliberadamente lento, desesperadamente profundo. Sus manos tocando y amasando, recorriendo y poseyendo.

Nunca tendrá suficiente de Jimin y todo lo que implica. Sus sonrisas, su voz, sus sonrojos, su manera tan linda de maldecir, su forma de provocarle, las carcajadas que cierran sus ojos. Las cosas que provoca, lo que significa, lo que son, lo que no quiere dejar ir, todo lo que anhela.

“Te amo también” finalmente susurra sobre sus labios regordetes, mirándole a los ojos, observando las galaxias en esos orbes que expresan el caos de emociones que lleva por dentro, todo aquel tormento.

Y Yoongi quisiera decirle tanto, lo que sea que fuese necesario para quitar esa angustia que a veces le embarga, y otras tantas le sobre pasa. Hacer mil promesas, cumplir cada una de ellas, pero en el fondo sabe que eso no cambiaría nada.

Son lo que son, antes, ahora y siempre. La sangre que corre por sus venas, las similitudes que se aprecian a simple vista, el apellido que condena. Pero… pero para Yoongi eso no significa nada. Nada es más importante que lo que siente por Jimin. Absolutamente nada.

“Está bien” su voz agitada, el sudor corriendo por sus cienes. “Está bien” dice como una mantra mientras lo acaricia.

Lo ve gemir, lo ve encorvarse y echar la cabeza hacia atrás. Su boca firmemente cerrada mientras lo monta, el errático vaivén que no se detiene, el punto culminante donde sus ojos se abren. El grito silencioso que le rompe en cada pequeño pedazo, haciéndole temblar y jadear.

Yoongi lo sostiene, adorando cada parte de él, amándolo por cada defecto y lunar, por todo lo que es.

El vaivén se detiene pero los besos no.

Jimin lo abraza, todavía sintiéndole dentro. La sensación cálida abriéndose paso en su cuerpo, y tiembla por las réplicas. Una risita histeria subiendo por su garganta.

No puede detenerlo. No quiere hacerlo.

La lluvia sigue, las luces se han encendido en la primera planta, y Jimin se acurruca en el costado de Yoongi, desnudos y enredados en extremidades que se reconocen desde siempre.

“Un año más” el mayor suspira, estrechándolo más cerca, “solo un año más”

La libertad está tan cerca pero su corazón se sigue encogiendo ante la idea.

Jimin suspira y cierra los ojos, escondiendo su rostro en el cuello del mayor, se permite disfrutar de ese dulce momento.  

Para cuando los golpes en la puerta le despiertan, Jimin descubre que el lado derecho de su cama está vacío y la cama se siente fría. Suspira y traga el nudo en su garganta, mirando las nubes grises arremolinadas en la colina.

“¿Jimin, cariño?” su madre insiste.

Él se levanta y cubre las marcas con su polera, cruzando la habitación para asomar la cabeza por la rendija de la puerta, mirando a su madre con una pequeña media sonrisa cargada de inocencia.

“Hola, mami”

Ella está cruzada de brazos, no luce muy feliz pero de todos modos le devuélvela sonrisa, está tan radiante como acostumbra.

“¿Has visto a tu hermano?” pregunta, mirando la hora en su reloj de muñeca.

“No desde anoche, ¿por qué?”

Su madre solo resopla y niega con la cabeza, parece apurada. “Parece que de nuevo trajo a alguien a casa a escondidas y él conoce las reglas. No puede ir y venir cuando se le da la gana, apenas y le hemos visto esta semana”

Jimin se encoge, aferrando la manija de la puerta.

“No me he enterado de nada” murmura.

Suspirando, Yaerin le resta importancia al asunto con un movimiento de su mano derecha, recuperando la serenidad y calma que le caracteriza. Ella parece haberse resignado a lidiar con la rebeldía de uno de sus hijos.

“Anda, date una ducha y baja a desayunar que se nos hace tarde para ir a la iglesia. Trata de no demorarte más, ¿de acuerdo?”

Jimin asiente y cierra la puerta cuando ella baja por las escaleras. Él regresa hasta su cama para sentarse, el sueño se ha esfumado y su celular sobre la mesita de noche vibra con un nuevo mensaje, curioso, lo toma entre sus manos.

“Siento haberte dejado Minnie, no quería lidiar con papá y su sermón de siempre. Prometo llevarte a cenar tan pronto salga de la universidad a tu restaurante favorito, ¿pasó por ti a las 8 en la cafetería de Tae?”

Ahí está, la sonrisa de siempre, deslizándose en su rostro adormilado. Las líneas de la almohada grabadas en su mejilla y gran parte de su cara.

¿Es una cita?

Si te digo que sí, ¿puedo raptarte otra noche?

Jimin muerde su labio inferior, sus dedos volando sobre la pantalla. No necesita pensar la respuesta.

Pediré permiso para quedarme donde Tae.

Ese es mi niño, te veo más tarde, ¿bien?

Bien.

¿Y Jimin? Te amo, cariño”

Un suspiro. El inconfundible cosquilleo en el estómago. La increíble sensación que le inunda el pecho. Jimin se deja embargar por ella y se tumba de espaldas sobre las mantas, enamorado, ilusionado, lleno de esperanza.

“También lo hago, hyung”

Y tan mal como está, justo ahora a Jimin no podría importarle menos porque el sentimiento es real y nunca antes ha sentido algo tan dulce y tomentoso como esto.

Así que, solo por un momento, él sonríe y decide olvidar todas las razones por las cuales ellos no deberían amarse como lo están haciendo.

Notas finales:

Las quiere, Kam <3


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