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La teoría de Pávlov por Yoshita

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Notas del fanfic:

Yo he vuelto a mis principios por esta cuarentena (y porque volví a leer el manga) y no me siento más feliz porque no puedo ya, además que es un Xanxus x Squalo, que los llevo tatuados en la sangre.

La idea vino de algo que alguna vez leí en alguna red social y pues, me dije, por qué no.

Espero les guste y lo disfruten

NOTA: tiene un contenido algo sensible para la comunidad cristiana/católica, si alguien que va a leer pertenece a ellas, le sugiero se salte el fragmento IV y pase al V directamente.

Notas del capitulo:

Las cosas que tengo que decir del capítulo debo decirlas al final, como notas al pie, explicando muchas cosas que pongo. También quiero añadir que no estoy segura de si haré o no una continuación.

Espero que disfruten esto, que fue delicioso de escribir.

Gracias.

Condiciones iniciales

 

- Chúpala – demandó.

Squalo de inmediato se arrepintió de haber cruzado la puerta de entrada de la oficina de su jefe. Debía haberlo supuesto ya.

- No lo pienso repetir dos veces, pedazo de mierda – lo miró fijamente con los ojos rojos apenas iluminados por la tenue luz de la lámpara de su escritorio – y si me haces repetirlo, serán malas noticias.

Squalo suspiró derrotado. Acababa de volver de una simple misión que Belphegor había rechazado por molesta y no tenía ganas gritarle ni a su jefe. Maldijo el momento en que decidió que sería buena idea darle el reporte al llegar y no a primera hora de la mañana.

- Parece que al menos sabes seguir órdenes – Squalo lo apuñaló con la mirada mientras caminaba hacia el escritorio.

- Repite eso hasta que te lo creas, jefe de mierda.

Xanxus giró su poltrona, de manera que el agujero de su escritorio quedara libre. Agarró entonces el largo cabello del espadachín y lo arrojó debajo del escritorio, ignorando los gritos, insultos y quejidos del albino.

- ¡¿Pero qué puta mierda?! – Xanxus lo miró desde la cómoda silla, colocándose de nuevo de frente al escritorio. Las ganas de Squalo de no gritarle a su jefe se habían ido a freír espárragos.

- Necesito llenar unos informes para mañana y no puedo retrasarme – sonrió altanero. Bajó su diestra hasta la boca de Squalo y la abrió a la fuerza con dos de sus dedos – así que te vas a quedar ahí hasta que no puedas distinguir entre el color de tu cabello y el de mi semen.

Squalo mordió con fuerza los dedos que jugaban con su lengua, haciendo que sangraran, aunque sabía que eso solo iba a excitar más al jefe.

- Si me muerdes la verga vas a arrepentirte, miserable – lo abofeteó y retiró la mano – empieza ahora – empujó la poltrona dentro del agujero, disminuyendo el espacio de encierro del hombre.

Squalo gruñó y Xanxus sonrió con sorna, el orgullo de doblegar a Superbia siempre le ponía en el mejor de los humores y si quería terminar de llenar esas despreciables pilas de papel que se alzaban en su escritorio, no había mejor acompañamiento que su mejor botella de Grappa y Squalo dándole una felación.

- Jefe de mierda –  masculló lo suficientemente bajo para que el aludido no se diera por enterado. Se acomodó mejor en el miserable agujero del escritorio del jefe y procedió con soltar la apretada hebilla del pantalón de Xanxus. La ajustó a propósito, el muy hijo de puta, se reprochó, tardándose un buen rato en soltar el cinturón.

- ¿Has olvidado cómo bajarle los pantalones a tu amante, ramera?

- ¡De ninguna malparida manera olvidé algo tan simple, bastardo jefe de mierda! – irritado, rompió la hebilla, los botones y la cremallera, dejando expuesto el erecto miembro viril del jefe del escuadrón de asesinos. El muy bastardo tampoco se puso ropa interior.

Tomó el falo con sus manos enguantadas y dio una ligera lamida en la punta del miembro, sintiendo como el moreno se agitaba en su lugar y oyendo como el sonido de la pluma escribiendo sobre los papeles se detenía. Sonrió con suficiencia, puede que Xanxus pensara que era él quien lo domaba por obligarle a darle felaciones, pero Squalo sabía muy bien que, en ese momento donde tenía su cabeza entre las piernas de Xanxus, era él mismo quien tenía el poder absoluto sobre el moreno. Y eso era porque sus chupadas de verga tenían la calidad Varia y esa no se improvisaba.

Comenzó a masajear de arriba abajo, solamente dando lengüetazos esporádicos sobre la punta y alrededores superiores, sabiendo muy bien que eso torturaba al moreno, estar escondido en el agujero del escritorio le daba la ventaja de que no podía ser alcanzado por los puños del jefe, pero, mierda, duele, si por sus pies.

- Te estás demorando, pedazo de basura inútil, y estoy perdiendo la puta paciencia – estrujó el rostro de Squalo con sus muslos – trágatela ya.

Una vez estuvo libre de la presión ejercida por las piernas de Xanxus, Squalo procedió a engullir el pene erecto del moreno con su boca, cosa que, secretamente, disfrutaba, más que por la sensación de chupar y lamer el pene de su jefe, era por los gemidos guturales que Xanxus había sido incapaz de esconder desde la primera vez que le había dado sexo oral, varios años atrás.

El roce de su cabello con su nariz lo distrajo, haciendo que su nariz se arrugara y que su trabajo de comerle la verga al jefe se viera perturbado. Con la zurda comenzó a quitarse los mechones blancos que le incomodaban la tarea, pero más y más cabello caía sobre su rostro y sobre la húmeda entrepierna del moreno y sin notarlo, varios mechones se habían enredado en el falo erecto y estaban embadurnados de su propia saliva. Chasqueó la lengua y liberó su boca por completo por primera vez, intentando desenredar su cabello del pene de Xanxus.

- ¿Te dije que pararas, puta?

- ¡No soy tu puta, jefe de mierda! – contestó molesto, su pelo aún seguía pegado al miembro del jefe y ahora también a su rostro.

Xanxus descorrió la silla con fuerza, haciendo un horrible chirrido con la fricción entre las patas y el suelo de madera. Tomó a Squalo por el cabello y lo alzó hasta hacer que el albino quedase a la misma altura de su rostro. El espadachín se sostuvo de los muslos del moreno para aminorar el dolor de su cuero cabelludo y desafió la furiosa mirada carmesí con sus ojos platinados.

- Eres todo lo que yo quiera que seas para mí, basura inútil de Superbia Squalo – le lamió los labios con agresividad y soltó el agarre – lárgate, me arruinaste el humor.

Squalo chasqueó la lengua de nuevo y siguió con su tarea de quitarse el cabello lleno de saliva de la cara mientras caminaba hacia la puerta.

- La próxima vez haz algo con ese cabello tuyo de mierda – habló Xanxus sin levantar la mirada de los papeles que estaba firmando – lo que sea menos cortarlo, ¿quedó claro, estúpido pedazo de basura inservible?

Squalo exhaló con fuerza y azotó la puerta al salir.

 

 

 

Primer estímulo

 

Squalo se quitó el uniforme de Varia, arrojando la ropa sudada a algún lugar olvidado de su habitación.

- Eres todo lo que yo quiera que seas para mí, Superbia Squalo – repitió mientras gruñía - ¿quién se cree que es ese estúpido? ¿Quién se cree que soy, eh? – Abrió el grifo del agua caliente y dejó que la bañera comenzara a llenarse - la próxima vez haz algo con ese cabello tuyo de mierda – miró su reflejo en el espejo, su cabello blanco había crecido bastante desde que había hecho esa promesa de no cortarlo. Pero su promesa no incluía tenerlo suelto todo el tiempo, era algo que él simplemente había elegido por voluntad propia – recogerlo no vendría mal, igual molesta al luchar de vez en cuando – tomó todo su cabello y lo sostuvo con la mano mecánica en una moña alta, dejándolo caer, como una larga cola de caballo – ahora, ¿cómo y con qué voy a recoger todo esto? – dejó caer su cabello de nuevo por su espalda y se metió en la bañera mientras esta seguía llenándose. El vapor comenzó a inundar la habitación, así que Squalo abrió el grifo del agua fría para contrarrestar un poco la temperatura del agua. Sumergió su cabeza y dejó que su cabello fuera movido por el agua. Dio un hondo suspiro de resignación.

Contrario a lo que pudiera parecer, Squalo se tomaba una buena cantidad de tiempo para lavar su cabello de manera seria. Había adquirido de Lussuria unas cuantas cremas y lociones para su cuidado, junto con una larga lista de instrucciones a seguir, escritas con puño y letra del guardián del sol, para conseguir el mejor estado de su cabello. Tomó el tarro azul marcado con un ilegible nombre francés, vertió un poco del líquido mentolado en la palma de su mano y procedió a untar todo su cabello. Masajeó su cuero cabelludo, las puntas y la raíz de manera suave, logrando que el ungüento actuara de manera efectiva, como Lussuria le había explicado ya, como siempre hacía. Enjugó con la ducha teléfono y procedió con la segunda crema, una con olor a azahar y color blanco que debía dejar por al menos 10 minutos. Mientras esperaba que el nuevo menjunje actuara como debía, se limpió con delicadeza con una esponja y jabón de avena, quitando todo el sudor y mugre recogido en la misión reciente, soltando pequeños quejidos cuando se topaba con las pocas heridas que había tenido. Maldijo por lo bajo y se enjugó el cuerpo, luego se enjugó el cabello de nuevo con la ducha teléfono. El siguiente producto era un gel verdoso con olor a aloe y licor que se untaba únicamente en las raíces, así que masajeó su cabeza en movimientos circulares por un buen rato mientras tarareaba una canción italiana. Cerró ambos grifos viendo ya alto el nivel del agua y enjugó su cabello por tercera vez.

- Suficiente por hoy – se sumergió en el agua caliente, dejando únicamente su nariz fuera para poder respirar. A Lussuria le hará gracia que quiera recogerme el cabello, comenzó a jugar con los mechones que bailaban sobre la superficie del agua, la suavidad y brillo de su cabello plateado contrastaba con el agua espumosa color azul verdoso. Nunca había pensado en su cabello de alguna otra manera que no fuera suelto, sentía que así marcaba más la promesas hecha al jefe, pero cambiar a recogerlo de vez en vez, no solo para hacerle una felación a Xanxus, sería una buena idea, sería mucho más cómodo.

Quitó el tapón de la bañera y se enjugó el jabón y el último ungüento para el cabello bajo la enorme ducha, el agua casi hirviendo le relajó los músculos y sintió el cansancio envolverlo suavemente. Si no fuera porque su cabello estaba mojado, se habría tirado desnudo a su cama para poder dormir, pero si no quería un seguro dolor de cabeza, lo mejor era dejarlo secar primero.

- Lussuria más vale tenga lo que necesito – salió de la habitación secándose el cabello con una toalla y usando únicamente un suelto pantalón café de algodón. Se encaminó a la habitación del guardián del sol, una vez en la puerta, tocó - ¡abre la maldita puerta Lussuria!

- ¡Squ-chan! – Canturreó el hombre al otro lado de la puerta – dame un minuto, ¿quieres, lindo? – Squalo escuchó cajones cerrarse y una silla correrse - ¿qué necesitas? – Lussuria abrió la puerta de la habitación luciendo una ridícula bata rosada casi fluorescente.

- Primero necesito que te apagues, asqueroso reflector ridículo.

- Eres un tonto, Squ-chan, esto es la moda en los burdeles parisinos de mejor reputación – dejó la entrada libre para que el albino entrara a la habitación.

- Estamos en Italia – recalcó – y no eres una puta ramera, Lussuria, quítate eso.

- ¿Y no me vas a invitar primero un café?

- ¡Voi, Lussuria!

- Solo bromeo – se carcajeó y entró en el baño - ¿qué quieres? – habló.

- Necesito algo para recogerme el cabello – respondió, sentándose en la silla menos extraña de la habitación de Lussuria.

- ¡Oh! – Exclamó al salir del baño, usando una bata verde bosque, adecuada para los ojos de Squalo – eso sí que es una sorpresa, cariño, ¿puedo saber la razón?

Claro que no podía saber la razón. Aunque ya todos supieran de la relación que llevaba con el jefe de Varia, no pensaba divulgar los detalles de su vida sexual y mucho menos con Lussuria. El boca floja lo iba a soltar en el momento más inadecuado y eso iba a generar que Levi no se callara por al menos unas horas, quejándose de los privilegios de Squalo, Belphegor seguramente iba a soltar barrabasadas pasadas de tono cada que los viera juntos y para completar, el jefe, primero, iba a tomar por sentado que, como todos lo sabían, no había por qué esconderse en su habitación y se lo iba a coger donde y cuando fuera lo que, segundo, no le daría un solo momento de tranquilidad. Aunque sabía que todos sabían de qué iban los días en los que él y Xanxus no salían de la habitación del último, no se había hecho una declaración tácita, así que prefería no tentar al destino.

- ¿Squ-chan? ¿Cielo, pasa algo?

- ¡Nada, voi! – Squalo gritó – es por comodidad. Al luchar me limita la visión y cuando hace calor, me hace sudar más de lo normal y eso es una mierda.

- Vaya sorpresa, lindo, pero no te preocupes, tengo lo que necesitas – Lussuria abrió uno de los cajones de su tocador y sacó una bolsa transparente con algún objeto negro por dentro – ten, estas son cintas elásticas para cabello, creo que sabes cómo se usan, ¿no? – Nunca había pensado en recoger su cabello, así que nunca le había dado importancia el aprender a hacerlo – oh, Squ-chan, no me digas que nunca has recogido tu cabello – Lussuria pasó los dedos por las hebras húmedas y si no fuera Lussuria, Squalo ya hubiera estampado el rostro del atrevido contra el suelo – sería un cambio abrumador verte de esa forma. Te enseñaré, pero no con ese cabello así. Ven aquí – tomó la muñeca del espadachín y lo arrastró hasta el mullido sillón color rosa pastel que estaba frente al tocador – es hora de ponerte verdaderamente precioso, Squ-chan, el jefe me lo agradecerá.

- Son las once de la maldita noche, Lussuria – recalcó con un bostezo – yo no quiero seducir al jefe, lo que quiero es dormir.

- Es cierto – pareció pensarlo por un momento – bien, lo que haremos será que secaré tu cabello y te irás a dormir. Mañana, a primera hora, te quiero ver aquí en mi habitación, antes incluso de que vayas a ver a tu querido novio – canturreó con picardía y Squalo solo rodó los ojos, ahogando otro bostezo - ¿está bien, Squ-chan?

 - Lo que sea – bostezó de nuevo – solo cierra la puta boca y deja de decir la palabra novio, suena a niñata de colegio y yo soy un asesino.

Lussuria sacó su secador de cabello del cajón más grande del tocador.

- ¿Pero qué putas vas a hacerme, Lussuria?

- ¿Nunca has visto un secador en tu vida? Oh, my, Squ-chan, solo quédate quieto – el aire caliente del secador le golpeó el rostro – dije que te quedaras quieto.

- Maldición, Lussuria, esto es una puta mierda – se quejó.

- Lenguaje, Squ-chan, y quédate quieto, secaré tu cabello y te podrás ir a dormir.

Squalo se resignó a dejarse hacer por Lussuria, a quien escuchaba canturrear de vez en cuando tonadas al estilo pop del verano. Había sido imposible callarle.

- Estamos listos, Squ-chan, mira qué lindo queda tu cabello – Squalo se observó en el enorme espejo del tocador de Lussuria y acarició su cabello, se sentía más suave de lo usual y se veía más brillante y plateado.

- Me importa una jodida mierda. Me voy. Te veo mañana.

- Recuerda que debes verme primero a mí que a tu novio, Squ-chan.

- De nuevo elegiste la maldita palabra incorrecta, Lussuria – se quejó. Caminó hasta la puerta y antes de salir, escuchó a Lussuria reír.

- ¿La palabra correcta es marido?

Azotó la puerta de Lussuria al salir.

 

 

Lussuria abrió la puerta luego de los tres agresivos toques y el escandaloso grito que, obviamente, provenía del espadachín de cabello platinado.

- Si, si, escuché perfectamente, Squ-chan, no tienes por qué gritar, son las… - miró su reloj de pared - … las siete. Las siete de la mañana, Squ-chan, por dios – se quejaba mientras se ataba la bata, la verde, no la molesta y horrorosa rosada, y abría la puerta - ¡Squ-chan! ¡Hace mucho no te veía de blanco! ¡Vaya preciosidad!

- Al grano, Lussuria – empujó al guardián del sol de su camino y se sentó en la abullonada silla rosa del tocador – no tengo tiempo para perder, hay papeleo por terminar, hoy es mi día libre y lo último que planeo es pasarlo en esta habitación de mierda y contigo.

- Podrías ser un poco más dulce, Squ-chan – se quejó mientras sacaba cosas del cajón más grande del tocador.

- Una jodida mierda me importa la dulzura – apoyó el codo en el tocador y descansó su mejilla mientras Lussuria conectaba un montón de cosas que desconocía - ¿qué haces? Maldita sea, vine para aprender a atarme el cabello, date prisa, no tengo todo el puto tiempo del mundo.

- ¿Es posible que digas una frase sin que contenga barbaridades, Squ-chan?

- No, ahora deja de joder la vida y ayúdame.

- Hagamos un trato, Squ-chan – canturreó y Squalo de inmediato supo que le había vendido el alma al demonio – yo te enseño, pero, a cambio, debes dejarme peinarte de vez en cuando – antes de que el albino pudiera reaccionar de una manera violenta, que sabía que lo haría, añadió – no pienso hacer nada raro, solo cepillarte y ponerte nuevos productos para el cuidado, te prometo que no haré nada raro, ¿sí?

Squalo entrecerró los ojos y lo apuñaló con sus pupilas aceradas.

- Si llegas a pintarme el cabello o cortarlo o ponerme adornos, voy a rebanarte el cuello y a bañarme el cabello con tu sangre, ¿está claro?

Lussuria tragó saliva de forma audible y se alejó unos cuantos pasos de Squalo para proteger su pellejo y poder apreciar con más atención su expresión: su ceño fruncido no dejaba espacio a dudas, así como sus labios suaves sin ninguna presión sobre ellos, listos para lanzar un mordisco a la yugular si elegía las palabras incorrectas, los ojos plateados chispeaban como si dos hojas de acero chocaran entre ellas y su pelo ondeaba con la suave brisa mañanera que entraba por una de las muchas ventanas que había en la habitación. La suave ropa blanca de lino que llevaba el hombre ondeaba también y Lussuria no pudo sentir más miedo por su integridad. Viendo a Squalo tensando sus músculos antes de saltar y arrebatarle la vida en menos de lo que se tardaría en pedir ayuda, supo el por qué Xanxus era el único que podía tener todo de ese hombre. Y viceversa.

- Lo juro – alzó sus manos con las palmas abiertas, mostrando su completa sinceridad – no haré nada raro, Squ-chan, solo déjame cuidar tu cabello, ¿sí?

Squalo no respondió, solo soltó un bufido audible y se acomodó en el sillón, dándole vía libre a Lussuria de poder intervenir con su cabello. El guardián del sol soltó todo el aire que había estado reteniendo, no había notado en qué momento había dejado de respirar. Se acercó a Squalo dando brincos de alegría y comenzó a cepillar con delicadeza las hebras blancas que caían largas hasta más abajo del nivel de la cadera del espadachín y se sorprendió de lo bien cuidadas que estaban. Bien sabía que era él mismo quien le había dado al albino varios productos de cuidado, pero no pensaba que el hombre le hubiera hecho caso y que hubiera seguido usándolos, pero el impoluto estado del cabello de Squalo le daba a entender que era la única parte de su cuerpo que se esmeraba por proteger. No tenía que pensar mucho para saber la razón.

 Procedió entonces a separar los largos mechones por partes, para poder cepillarle con más facilidad. Pasó el cepillo una, dos, tres veces, el sedoso cabello de Squalo no tenía un solo enredo, era perfecto. Gruñó internamente, ¿por qué un bruto como Squalo tenía un cabello tan perfecto y él tenía un pajar en la cabeza? La vida no era justa.

- Dame ese tarro de ahí, Squ-chan, ¿quieres? – señaló un spray rosa pastel. Squalo fue reticente a la petición.

- ¿Qué verga es eso? ¿Qué me vas a poner?

- Te dije que no haría nada raro, Squ-chan, créeme. Es una loción humectante para tu cabello, lo pondrá fuerte y brillante – Squalo, aun dudando de la veracidad de las palabras del guardián del sol, tomó la botellita y se la entregó – gracias, cielo. Ahora, tápate los ojos… no me mires así, esto es dañino si llega a caerte. No creo que quieras quedar ciego tan joven.

Squalo chasqueó la lengua repetidas veces y colocó su mano mecánica sobre sus ojos. Pudo oír el sonido del spray mientras Lussuria se lo aplicaba y el molesto olor a rosas le hizo picar la nariz y estornudar.

- ¡¿Pero qué es esa asquerosa peste?! ¡Voi, Lussuria!

- ¡Secrets de Provence, roses de l´aube! Lo mejor de Paris para ti y para mí, obviamente.

- La próxima vez, aplícame algo que no huela a marica.

- ¡Respeta, Squ-chan! – Le golpeó la cabeza con el cepillo, recibiendo un ensordecedor grito del albino - ¡cállate, Squ-chan! Esto no es olor a marica, como dices. Esto es olor a Champs Elysées, a la Semaine de la Mode, a Moulin Rouge, es olor a distinción, clase y estilo.

- Es olor a marica. Punto final.

Lussuria supo que perdía el tiempo tratando de explicarle ese tipo de cosas porque, uno, el cerebro de Squalo estaba centrado en espadas y Xanxus y, dos, a Squalo no le serviría ese tipo de información para nada. Suspiró con resignación.

- Ahora viene lo delicado, Squ-chan, así que si te mueves, voy a quemarte las orejas.

- ¡¿Qué?! – Vio a Lussuria tomar la caliente plancha para el cabello - ¡¿qué mierda Lussuria?! ¡Aleja eso de mi cabello!

- ¡Te dije que te quedaras quieto, tiburón tontín! El Secrets de Provence es también un termo-protector para el calor de las planchas, tu cabello está 100% protegido por las gloriosas manos parisinas de la moda y la belleza.

- Más te vale que eso que dices sea verdad, miserable Lussuria, o tendremos que conseguir un nuevo guardián del sol y sabes lo molesto que se pondría el jefe.

- ¿Alguna vez te he mentido respecto a un producto de belleza? – Squalo lo pensó – no. Exacto. Ahora quédate quieto.

Squalo refunfuñó durante todo el tiempo que Lussuria tardó en dejarle todo su cabello completamente liso, incluyendo el flequillo y para cuando había terminado, el reloj ya marcaba las 8:30. Lussuria aplicó un poco de silicona líquida luego de terminar.

- ¿Ves lo lindo que quedas con tu cabello así, Squ-chan? – por mucho que le doliera admitirlo, Lussuria tenía razón, su cabello tenía el espectacular potencial de ser hermoso, pero él nunca lo había aprovechado y, ahora que le había dado pase libre al guardián del sol para entretenerse con su cabello, sabía que su imagen personal iba a mejorar en un porcentaje que nunca hubiera imaginado. Y no sabía si le gustaba la idea o no. - Ahora si, por lo que viniste – Lussuria tomó una de las bandas elásticas para el cabello y la colocó en su muñeca – hacerse una cola de caballo no es difícil, Squ-chan, así que mira y aprende – Lussuria peinó el cabello de Squalo hasta tenerlo todo agarrado con una sola mano, el albino miraba fijamente lo que el otro hombre le enseñaba. Vio como Lussuria aplanó su cabello en la parte superior, eliminando todas las imperfecciones – creo que es mejor si te dejo unos cuantos mechones sueltos en la parte frontal, ¿no crees, Squ-chan? No me respondas, seguro no sabes – insultó entre risas y soltó el cabello de nuevo – date la vuelta, Squ-chan, necesito que me mires por un momento – el aludido hizo lo que Lussuria le pedía y enfrentó al guardián del sol – sí, tenía razón, es lo mejor – Lussuria tomó dos largos mechones de cabello de los laterales y los dejó al frente, separados del resto, y los ató con otra banda elástica – listo, ahora voltea de nuevo – Squalo volvió a girar para enfrentar el espejo del tocador y ver como Lussuria volvía a tomar todo su cabello con una sola mano, acomodarlo en la parte alta de su cabeza y eliminar cualquier cabello salido o mal acomodado -  ahora presta mucha atención, Squ-chan, es la parte más importante – Lussuria enhebró con maestría el cabello de Squalo a través de la banda elástica negra que tenía en su muñeca, le dio la vuelta y repitió el proceso, dos veces más. Una vez la coleta estuvo bien atada, la ajustó, dividiendo la coleta en dos partes y tirando de ellas, como si de un nudo se tratase - ¿entendiste, Squ-chan? – Squalo asintió – perfecto, ahora, da la vuelta otra vez – obedeció de nuevo a Lussuria. El hombre soltó la banda elástica con la que había atado los dos largos mechones de cabello de la parte frontal y los peinó, dejando que cayeran a los lados de su rostro y por sobre su pecho, hasta más abajo de su cadera - ¡eres precioso, Squ-chan! Si no fuera porque ya eres una posesión del jefe, te invitaría a salir.

- ¡¿Quién es una posesión?! ¡Voi!

- Tú lo eres, Squ-chan, pero eso no importa ya, ¡estás listo! Ya podemos ir a desayunar, ¡tengo demasiada hambre por culpa tuya!

Squalo se levantó del abullonado taburete rosado con violencia, casi tirándolo al suelo. Lussuria se había demorado más de lo que tenía previsto y su estómago gruñía como los mil demonios. Maldijo el momento en que aceptó ir a primera hora de la mañana. Caminó a la puerta con Lussuria siguiéndole los pasos, pero no podía importarle menos, su prioridad estaba puesta en comer y no morir a manos del jefe por haber llegado tarde.

- Descuida, Squ-chan – Lussuria le decía con confianza mientras caminaban al comedor de la mansión – el jefe estará sorprendido y encantado con tu nuevo peinado. No me sorprendería que no te dejara salir de su habitación hoy – la lascivia en la risa de Lussuria le puso los nervios de punta.

- Cierra la puta boca, Lussuria.

Sabía que era muy probable que Lussuria tuviera razón, después de todo, había dejado una mamada a medio terminar la noche anterior y esas el jefe se las cobraba bien caro, además, había hecho precisamente lo que Xanxus le había pedido con su cabello y a su jefe de mierda realmente le haría gracia ver como su tiburón estúpido si era capaz de seguir indicaciones. Entró al comedor seguido por Lussuria y, como era de esperarse, lo comenzaron a bombardear con comentarios por su cabello.

- Creo que el jefe no va a estar muy contento con ese cambio, Squalo – Levi apuntó con odio en su voz – puede que al ver lo que hiciste se canse de ti y sea mi turno – rodó los ojos ante el comentario y lo ignoró.

- ¿Qué pasó contigo? No creo que al jefe le guste cuando te vea, ushishishi, quizá tengamos que buscarte reemplazo más pronto de lo que esperábamos – Bel añadió.

- ¡Voi! A todos ustedes les importa una puta mierda lo que yo haga o no con mi cabello, inútiles malnacidos – espetó con rabia mientras se sentaba en su puesto, el olor del panino con queso madurado holandés y jamón serrano hizo que su estómago rugiera aún más fuerte.

Devoró el panino con agresividad y rapidez, sin saciar por completo su hambre, lo que lo hizo proceder con el segundo panino, de huevo duro, tomate seco y rúgula. Por último, pasó todo con succo di pesca sin endulzar y se embutió un sfogliatelle de fresa con agraz casi por completo. Eso debía bastar para amainar su matutino apetito voraz.

Supo que su jefe había entrado al comedor cuando sintió el sonido de la puerta azotarse al abrir, solo había un solo hombre en la mansión capaz de amanecer con un humor de perros luego de pasar la noche sin dormir, seguramente por terminar el maldito papeleo que tenía pendiente. Y eso no era bueno para su pellejo.

- ¡Intento de basuras inútiles! – Gritó a los sirvientes de la cocina - ¡no es difícil hacer bien un zuccotto di Amaretto! ¡Esta mierda es asquerosa! – estrelló el plato con el postre en la cabeza de uno de los cocineros. Estaba hecho una furia y sabía que le tocaría a él calmar a la bestia. Otra vez.

- ¡Voi! ¡Estúpido jefe!

- ¡¿Qué quieres, maldito…?! – Xanxus se tragó las palabras y Squalo, en ese momento, supo que estaba jodido – a mi oficina. Ahora.

Oh sí. Estaba jodido en verdad.

 

Primer sistema de señales: estímulo incondicionado

I

Abrió la pesada puerta de madera pulida sin avisar y entró dando trompicones por toda la habitación. Lo mejor era estar a la defensiva desde el principio; se despidió mentalmente de su precioso cabello que, seguramente, estaría lleno de licor y fragmentos de vidrio en poco tiempo.

- ¡Voi! ¡¿Qué mierda quieres ahora, jefe estúpido?! – Squalo esperaba ver al moreno sentado en su poltrona en el escritorio o recostado en su cama, en cambio, vio al moreno completamente desnudo sentado en la saliente interna del ventanal de su habitación, detrás del escritorio; la refracción de la luz a través de los vitrales superiores pintaba el trabajado cuerpo del jefe de Varia de los colores de las llamas del cielo. El Xanxus tranquilo le daba más miedo que el Xanxus agresivo. Tragó saliva.

- ¿Estás esperando un maldita carta de invitación, estúpido? Acércate.

Squalo obedeció sin decir una sola palabra, agradeciendo internamente que la botella de Averna que el moreno sostenía aún no hubiese ido a parar a su cabeza.

- Anoche me dejaste con una erección dolorosa y de mal humor – gruñó y tomó un sorbo de la bebida alicorada – y hoy estaba dispuesto a abrirte el culo sin piedad, pero el ver que sabes seguir órdenes me hizo convertirme en un dios benevolente y perdonarle la integridad a tu maldito trasero… por ahora – Squalo agradeció internamente a Lussuria. Xanxus levantó la pierna que tenía apoyada en el suelo y empujó a Squalo hacia la saliente del ventanal donde estaba sentado, atrapando el cuerpo del albino entre sus dos fornidas piernas, sin darle escapatoria – vas a mamarlo hasta que vomites y llores, tiburón – tomó el cuello de la pulcra camisa blanca de Squalo y lo acercó hasta su rostro – no te irás de aquí hasta que yo lo ordene – bebió un trago de Averna y besó a Squalo, empujando el licor dentro de la boca del espadachín y obligándolo a tragarla sin romper el agresivo contacto. Al separarse del albino, limpió con su lengua los rastros de licor y saliva que habían quedado en los labios y el mentón. Squalo clavó sus pupilas aceradas en los ojos carmesíes de su jefe, desafiándolo. Xanxus estalló en una carcajada – no vas a lograr apuñalarme con esos ojos afilados, Superbia Squalo; uno, porque no puedes, y dos, porque no quieres. Matarme para ti significaría un suicidio.

- No tientes mucho a tu suerte, Xanxus – posó sus manos enguantadas en los muslos de su jefe y apretó para lograr soltar el agarre sobre su cuerpo – cuando los tiburones perdemos los colmillos, nos salen unos nuevos.

Squalo deslizó la totalidad de su cuerpo sobre la saliente del ventanal, logrando dejar su cabeza sobre la ya despierta entrepierna del moreno y la tragó sin dudarlo, el amargo sabor del pene de Xanxus se mezcló con el sabor acaramelado del Averna que el moreno le había dado al besarlo. Comenzó a chupar, lamer y estimular el falo del jefe de Varia, quien no podía acallar los gemidos de placer que le causaban los labios del albino. Dio un vistazo al hombre que tenía entre sus piernas y por primera vez pudo ver su rostro sin ningún impedimento, gracias a la alta coleta que tenía. Los vitrales también pintaban el rostro de Squalo mientras subía y bajaba con el falo del moreno en su boca, la saliva escurría por las comisuras de sus labios.

Squalo sentía el sabor del jamón serrano en alguna esquina de su boca mezclándose con el licor y el sabor de Xanxus, lentamente se mezclaron también los sabores del queso y los tomates secos, causando una explosión inesperada de sabores y un golpe de ansiedad que le hizo tragar el miembro por completo, intentando buscar más. El gruñido ahogado de Xanxus le hizo omitir la arcada que le causó haberse tragado por completo la erección y siguió con su labor.

- Espera un momento, estúpido – el albino se detuvo y miró el rostro excitado del moreno. Xanxus tomó con inesperada delicadeza la coleta de Squalo y lo haló hacia atrás, sacando su miembro de la boca del espadachín, la saliva chorreando de los labios de Squalo dejó un rastro sobre el mármol negro en que estaba recostado. Xanxus acercó la botella de Averna a los labios entreabiertos de Squalo – ya sabes qué hacer.

Squalo le dio una sonrisa socarrona al moreno, quien le contestó con otra peor, enseñándole la blanca dentadura y los ojos llenos de lujuria. El albino tomó un largo trago de licor y lo retuvo en su boca antes de introducirse el miembro del moreno de nuevo a la boca y comenzar una nueva felación con el licor rodeando el pene de Xanxus. Squalo pasaba pequeños tragos de saliva y licor de manera que pudiera dejar espacio en su boca para cuando Xanxus se viniera, que supo que sería pronto por la presión de las manos del moreno en su cuello, empujando la parte trasera de su cabeza hacia adelante, marcando el ritmo y la profundidad. Cuando la presión fue máxima y Xanxus no regresó su cabeza hacia atrás, Squalo escuchó el grave rugido de los labios de su jefe y sintió su semilla derramarse dentro de su boca, mezclándose con el licor. Tragó por completo sin dejar perder una sola gota, porque eso sabía malditamente delicioso.

- Desnúdate – ordenó entre jadeos, intentando disimular que no había perdido el aliento. No le iba a aceptar a Squalo que había sido la mejor mamada hasta ahora – no hemos terminado.

 

 

II

- El Noveno ya llegó – le dijo mientras arrojaba unas carpetas de cartón sobre el escritorio de su jefe – vendrá en cualquier momento.

- El viejo de mierda no pudo esperarse hasta la mañana, que puto desagrado – frunció el ceño y arrojó el vaso de whisky que sostenía a la cabeza del espadachín.

- ¡Voi, Xanxus! ¡Esto no es mi maldita culpa, yo solo traigo la razón! Me largo, maldito jefe, este es tu problema – le dio la espalda al moreno y caminó hacia la puerta.

- Momento – ordenó. Squalo se detuvo a la espera de la orden que recibiría – quédate.

- Creo que yo no tengo que tratar temas con el Nono, no veo por qué debo quedarme. Tengo papeles por llenar.

- Si yo digo que te quedes, tú te quedas – Xanxus se levantó de la silla y se acercó a Squalo con ojos de depredador – si yo te digo que te vayas, tú te vas – apresó la cintura del albino y clavó su mirada escarlata en las pupilas aceradas del espadachín – y si yo te digo que me vas a dar una mamada mientras hablo con el viejo de mierda, tú te vas a esconder bajo mi escritorio, guardar silencio y chuparme la verga.

- ¡Voi! – Empujó sin éxito el pecho de Xanxus, intentando escapar del agarre. Al ver que no funcionaba, gritó tan fuerte como sus pulmones le permitieron - ¡¡Vooooi!!

- ¡Cállate, mierda! – Xanxus lo soltó de golpe y Squalo corrió hasta la puerta, siendo detenido por un agarre en su chaqueta de Varia - ¡eres mío, maldita sea! ¿No lo entiendes? – En un rápido movimiento, el moreno lo acorraló contra el escritorio y acercó su rostro al contrario – me perteneces, Superbia Squalo – Xanxus sabía que el guardián de la lluvia flaqueaba cada que le decía por su nombre – y harás todo lo que yo quiero que hagas, estás condicionado para eso, meneándome el culo cada vez que te quito la ropa. Eres mío y solo para mí, así que vas a obedecerme.

Squalo se dejó llevar por el salvajismo, se sentó en el escritorio y abrazó el torso del moreno con sus piernas, acercándolo a su cuerpo y apresándolo con los brazos. Lamió el cuello del moreno y dio una mordida lo suficientemente fuerte como para dejar una marca rojiza.

-Los perros muerden si no les das un premio por una buena acción – había caído en la trampa del moreno, pero no le importaba, para eso era que existía al lado de ese hombre – espero que sea un jugoso trozo de carne, Don Xanxus – empujó de nuevo al moreno y se escondió en el agujero del escritorio donde había estado dos noches atrás. El haberle dicho Don había distraído al moreno por un momento, el tiempo perfecto para ocultarse bajo el escritorio y ahorrarse la pena de que el Noveno los encontrara en una situación comprometedora. No era secreto tampoco para el Noveno la existencia de la relación que llevaban, pero el viejo no necesitaba ver como manejaban su intimidad.

- Hola, Xanxus – saludó el viejo Timoteo al entrar, seguido de Coyote y Ganauche III.

- Podías haber esperado a mañana, maldito viejo – caminó hasta la poltrona y se sentó. Squalo, tan pronto tuvo la entrepierna de su jefe al alcance, procedió a sacarla del pantalón, ya bien excitada. Antes de comenzar con la felación, Xanxus pudo ver como el albino ataba su cabello con un poco de dificultad por el estrecho espacio en que se encontraba. El moreno disimuló un gemido al sentir los labios de Squalo sobre su erección.

- Bueno, tenía un poco de prisa, además, hace mucho no pasaba a saludar – la fresca sonrisa de Timoteo le molestó. Squalo notó la incomodidad pulular en el aire y engulló por completo la erección hasta que rozara con las paredes de su garganta - ¿estás bien?

- Perfectamente – logró articular y maldijo internamente el momento en que había tenido la idea de dejar que Squalo se la chupara mientras el Noveno hablaba con él.

- ¡Fabuloso! Tomaré un poco de este Limoncello que tienes aquí – se sirvió un poco de la bebida alicorada que estaba en la despensa personal que tenía en su habitación y se sentó en una de las sillas que tenía Xanxus frente a su escritorio - ¿cómo van las cosas aquí?

- Muy bien – respondió ante la succión que había sufrido en su miembro. El caliente aliento del albino cuando respiraba sobre la punta de su pene le estaba enloqueciendo.

- ¿Cómo está mi querido yerno? – Timoteo sabía que Xanxus odiaba que se refiriera a Squalo de esa manera, sonaba familiar y muy íntimo y él no estaba para ese tipo de títulos y mucho menos el albino. No negaba que era la posición que tenía, pero odiaba esos molestos términos cariñosos con los que el Noveno se dirigía a su guardián de la lluvia. Chupándome la verga era la respuesta correcta, más no la indicada.

- Vivo – respondió y tosió para esconder un gruñido al sentir pequeños mordiscos sobre su miembro, Squalo se la estaba pasando en grande. El Noveno rio.

- No es a lo que me refiero – tomó un sorbo de Limoncello – esto está bastante bueno – alabó – pero no es lo que quiero decir. No diré que no me sorprendí cuando lo supe, pero sabía que Squalo era el único capaz de seguirte el ritmo sin cansarse. Yo pensaba que nadie iba a poder manejar a mi hijo, pero resultó que encontraste la lluvia adecuada – Xanxus torció el gesto, El Noveno tenía razón, pero no había necesidad de ponerlo con esas palabras tan ridículas y bobaliconas. Squalo era de su propiedad. Punto final. Eso era todo lo que le importaba. Sintió al aludido detenerse en su actividad por escuchar la conversación, así que lo golpeó con la rodilla. A cambio, recibió una filosa mirada platinada que ignoró.

- ¿A qué viene toda esa mierda? – espetó y movió las caderas hacia adelante, penetrando la boca de Squalo por un momento.

- Estoy viejo, Xanxus – y habló como el abuelo Timoteo y no como el Nono Vongola – y nada me haría más feliz que asistir al matrimonio de mi hijo.

Si no estuviera desnudo de la cintura para abajo y tuviera a Squalo pegado como sanguijuela a su pene, se habría puesto de pie, azotado el escritorio y tomado al viejo del cuello. Pero Squalo había mordido su miembro por la impresión y él no podía dejarse en evidencia ante el Noveno. Golpeó la mesa con ira y apuñaló al hombre con su mirada carmesí.

- ¡El matrimonio es una puta mierda inservible para mí! Soy un asesino, yo no me caso, yo cuento cabezas – su mano comenzó a brillar tenuemente.

- ¿Piensa Squalo de la misma forma? – el Noveno no se inmutó ante el ataque del moreno.

- Squalo es igual que yo – habló serio, intentando contener la rabia que pugnaba por salir – es un asesino. Y ninguno de nosotros necesita que un hombre que no nos conoce nos diga que podemos estar juntos. Me importa una mierda el matrimonio y los compromisos. Squalo es de mi propiedad y eso no debería ser asunto de nadie más que mío – bajo el escritorio, el albino sentía que un calorcito fuera de lugar lo recorría. No sabía cómo llamar a la sensación de calidez que lo envolvió al oír a Xanxus pronunciar aquellas palabras frente al Noveno, pero no tenía tiempo para ponerse a pensar en eso.

- Ya veo – dijo el Noveno, terminando de un sorbo su trago y dejando el vaso sobre el escritorio – entonces busca algo que hacer con esto – puso un saquito de terciopelo negro frente al moreno.

- ¿Qué es esto? – miró con desconfianza al viejo que sonreía frente a él.

- Averígualo.

Xanxus tomó la bolsita y la abrió con dificultad, su pulso temblaba por culpa de la lengua caliente de Squalo recorriendo toda su erección.

- No te pongas nervioso, Xanxus – el aludido solo chasqueó la lengua con irritación.

El moreno sacudió el contenido de la bolsita sobre el escritorio y el tintineo de los dos objetos cayendo le llamó la atención. Entrecerró los ojos. Esos no eran los anillos que había esperado nunca recibir del Nono Vongola y dado que los que quería ya los tenían los molestos mocosos japoneses, nunca pensó que el Noveno le daría otros.

- ¿Qué es esto? – repitió.

- No te crie como un tonto, Xanxus, sabes perfectamente qué son.

- ¿Para qué quiero yo estos anillos, viejo?

- No seas grosero –el Noveno tomó las dos argollas de plata negra en sus manos y las acarició con ternura – pienso que ambos las lucirían muy bien.

La succión repentina que sintió en la punta de su pene le dio a entender que Squalo estaba igual de sorprendido que él. Por primera vez desde que el Noveno había entrado a la habitación, cruzó miradas con el albino bajo su escritorio. Ambos estaban igual de confundidos.

- Es tu decisión, Xanxus – se puso de pie y caminó hasta la puerta – termina de reclamar a Squalo como tuyo. Adiós.

Sin la presión del Noveno en la habitación, Squalo comenzó a moverse con mayor velocidad sobre el pene del moreno, el chapoteo de la saliva hacía eco en el pequeño agujero donde estaba. Xanxus tomó los dos anillos y los miró con cuidado, eran dos alianzas de plata negra completamente lisas sin ningún adorno. Bajó la mirada de nuevo a donde Squalo estaba a punto de hacerlo llegar al orgasmo y no pudo evitar apretar los puños al sentir como se corría en la boca del albino. El espadachín se separó del miembro del moreno e intentó recuperar el aliento.

- Sal de ahí, basura – ordenó el moreno y corrió la silla hacia atrás, dándole espacio al espadachín de poder ponerse en pie. El guardián de la lluvia limpió sus labios con la zurda.

- ¿Entonces tendré mi premio, Don Xanxus? – tentó al moreno, sentándose en uno de los reposabrazos de la poltrona, encarando al jefe desde una posición de mayor altura.

Xanxus abrió su palma y lanzó con el pulgar uno de los anillos al aire, como si de una moneda se tratase. La joya dio unas vueltas en el aire antes de ser atrapada por las diestras manos del guardián de la lluvia.

- ¿Premio? – Se permitió por un momento dejar caer la ira y demostrarle al albino lo importante que era para él - ¿es esto suficiente, Don Squalo?

 

III

Lussuria encontró el sobre a la entrada de la mansión Varia y le pareció que era algo fuera de lugar. ¿Qué asuntos tendría la comunidad del Duomo di Milano con ellos? Los eclesiásticos no mataban gente, al menos no para conocimiento público, y si tuvieran que encargarse de algún asunto que estuviese generando peligros o amenazas a la iglesia, irían primero a pedir ayuda al Vaticano. O hablarían directamente con el Noveno. Pero nunca, nunca, recibirían un directo del Duomo di Milano. Ni en toda la historia de Varia. Pero él no era quién para sacar conjeturas. Si alguien debía solucionar problemas con esa correspondencia inesperada era el jefe. Y con la curiosidad picándole la punta de los dedos, caminó, casi corrió, hasta la oficina del moreno.

- Jefe – avisó antes de entrar – ha llegado correspondencia, pero no creo que sea para nosotros – dejó el sobrecito blanco sobre el escritorio de Xanxus – tal vez fue un error…

- Cierra la puta boca – demandó y Lussuria guardó silencio. El moreno tomó la carta sellada y la abrió de golpe, del interior sacó un delicado pergamino marcado con el sello de la comunidad – largo – el guardián del sol dio vuelta sobre sus talones – dile al tiburón estúpido que si no está aquí en cinco minutos, lo voy a despedazar – Lussuria asintió y tragó saliva antes de salir de la habitación.

 

- Empaca tus cosas, basura, nos vamos a Milán – Squalo no había siquiera cruzado la puerta de la habitación de Xanxus cuando recibió la orden – salimos en 10 minutos.

- ¡Voi! ¡¿A qué viene esto?! ¿Milán? Si alguien debe ir a un desfile, ese es Lussuria.

- No vamos a ir a un desfile de mierda, estúpido inútil, ¿para qué quiero ir a algo como eso?

- ¿Entonces a qué puta mierda vamos a ir a Milán? No tenemos asuntos allá y el Noveno no ha dicho nada. ¿Y por qué tengo que ir contigo, estúpido jefe?

- Porque me da la putísima gana y si me sigues cuestionando, voy a llevarte en trozos.

Squalo azotó la puerta abierta del armario de donde Xanxus sacaba un poco de ropa y guardaba en una sencilla maleta de cuero negro.

- ¡Primero me dices qué asuntos tenemos en Milán! ¡Vooooi! ¡Es mi maldita semana de descanso, mierda!

Xanxus perdió la paciencia y agarró con violencia los muslos del albino, alzándolo y empotrándolo contra la recién cerrada puerta del mueble. El golpe sordo hizo que el guardián de la lluvia se quedara sin aire momentáneamente, cosa que aprovechó el moreno para besarlo con desespero y causarle unas cuantas heridas en los labios. Squalo se aferró con fuerza al cuello de su jefe y le abrazó el torso con sus piernas para evitar caer.

- Escuchaste al viejo, quiere vernos en un puto altar y esas mierdas de matrimonio.

- ¿Vas a decirme que nos vamos a casar en el Duomo di Milano porque tu anciano padre vino, hace un mes, a pedírtelo?

- No te creas tan importante, basura de tiburón – aprisionó el cuerpo de Squalo aún más contra el mueble de madera pulida y comenzó a simular estocadas contra el trasero del albino – he reservado el Duomo di Milano por una noche. Te voy a follar en el atrio de la iglesia bajo la mirada del Santo Padre.

 

La recepción en el Park Hyatt Milan fue más sencilla de lo que esperaba. Xanxus había hecho la reserva con un mes de antelación, cosa que no se esperaba, y como era Xanxus, el Xanxus de Varia, había reservado la suite presidencial, el muy bastardo, para tres noches, en donde una la pasarían en la prestigiosa catedral de la ciudad. El moreno lo había dejado en la puerta del lujoso hotel, obviamente cinco estrellas, y se había largado sin decirle una sola palabra.

- Oh, signore Xanxus – reconoció la muchacha tras el mostrador luego de que el albino preguntara por la reserva.

- Superbia Squalo, en realidad – corrigió.

- ¡Oh! Aquí dice que es signora Superbia, tal vez fue un error – el albino maldijo internamente porque sabía que ahí no había ningún error, el malnacido de Xanxus lo había registrado como una mujer – necesito sus documentos y los de signore Xanxus para proceder con el registro. No tardará mucho, ustedes son clientes especiales. ¿Desea que el botones lleve su equipaje hasta la habitación?

- Claro – su equipaje no era más que dos maletas tamaño normal de cuero, solo eran tres días. La muchacha llamó por un intercomunicador y en minutos, un muchacho ataviado de negro y blanco recibió sus maletas y desapareció en el elevador

- El botones lo espera a la entrada de su habitación – la muchacha le entregó un papel para que firmara como responsable y le dio la tarjeta de ingreso a la suite – que tengan una excelente estadía en el Hyatt, estamos para servirle – Squalo le agradeció, pero antes de retirarse del mostrador, la muchacha lo detuvo – los trajes que ordenó estarán llegando en unas horas, así que le haré saber para que los lleven a su habitación.

- ¿Trajes? – preguntó confundido.

- Los trajes que solicitó, por supuesto.

- Claro – eso era obra del jefe, estaba seguro. Caminó hacia el ascensor soltando maldiciones, si el jefe le había pedido un vestido blanco lo iba a destajar. Y también al vestido.

 

El calor del verano de Lombardía le estaba haciendo sudar a montones, pero no planeaba encerrarse en la lujosa habitación con el aire acondicionado porque no, porque Milán no lo ameritaba y porque, dios, tenía una terraza de 46 metros cuadrados con vista a la ciudad para él solo, sin gritos, tirones de cabello o licor estrellado en su cabeza. Se estiró para quitarse el entumecimiento del viaje.

- Estúpida basura – la conocida voz a sus espaldas lo hizo dar un respingo.

- ¡Vooooi! ¿En qué momento llegaste?

- Para un intento de asesino a sangre fría, eres muy descuidado, pedazo de tiburón inútil – Xanxus se acercó lentamente hasta quedar detrás del albino – arrodíllate en el sillón – ordenó.

- ¡No me des órdenes, jefe de mierda! – se dio la vuelta para poder gritarle en la cara.

- ¿A quién le dices jefe de mierda, estúpida basura? Estoy pagando por esto, todo lo que está aquí me pertenece, incluido tú, así que arrodíllate en el puto sillón.

Squalo espetó vulgaridades hacia el moreno mientras caminaba hasta el sillón frente a él, arrojó los cojines al suelo y se sentó de rodillas, dándole la espalda a Xanxus.

- ¿Es que acaso eres imbécil? – Xanxus lo tomó de del cabello y le obligó a girar el cuerpo, encarando el respaldo del mueble – chúpala.

- Últimamente has tenido una extraña adicción por las chupadas de verga, ¿no es así? – Desafió alzando una ceja y encarando al moreno - ¿vas a decirme la razón o voy a tener que…? – Xanxus había comenzado a jugar sus dedos y la lengua del espadachín.

- Eres muy ruidoso, tan molesto… darte verga es lo que te mantiene en silencio – Squalo chasqueó la lengua en señal de molestia y se acomodó el cabello en una coleta alta para que el cabello no le molestase, la fresca brisa vespertina le removió los cabellos que había dejado fuera de su agarre. Ató la coleta con una de las bandas elásticas que Lussuria le había dado y la ajustó, sintiéndose a gusto con la sensación de frescura y comodidad que le otorgaba su peinado.

Xanxus acercó su erecto miembro a los labios del albino, quien lo sostuvo entre sus manos, la zurda enguantada, y comenzó a frotarlo contra sus labios y su rostro. Comenzó a recorrer el falo con su lengua de arriba abajo, soltando su cálido aliento al ritmo de su vaivén. Apretó los labios sobre la punta del pene del moreno y este no pudo aguantar más los gruñidos de placer que se acumulaban en su garganta. Xanxus enredó sus dedos en la coleta de cabello blanco de Squalo y comenzó a acelerar el ritmo. El respaldo de la silla comenzó a humedecerse por el exceso de saliva que caía de las comisuras de los labios del guardián de la lluvia.

- Esto es para lo único que sirve esa jodida boca ruidosa que tienes, maldición – insultó entre jadeos roncos – agradece que por eso no te la he cerrado a puñetazos, mierda, Squalo – espetó con agresividad, apretando el agarre sobre el cabello del albino y empujando su cadera hacia adelante, penetrando el interior de la boca del espadachín, embistiéndolo.

Squalo tragaba la enorme erección del moreno casi por inercia, acostumbrado ya a su tamaño y su agresividad. Nunca iba a admitirle al jefe que amaba chupársela porque eso iba a significar que nunca se iba a poder sacar esa verga de la boca y no, gracias, él quería descansar. Comenzó a gemir también, haciendo que su garganta vibrara y, con ella, la erección del moreno. Xanxus soltó un largo gemido lleno de lujuria y enterró sus pupilas en los, inesperadamente sumisos, ojos acerados del espadachín. La mirada lasciva en los ojos platinos y la visión de Squalo tragando todo su miembro pudieron con su autocontrol. Embistió de forma agresiva los labios del albino, aumentando la cantidad de saliva que caía sobre el mueble, la frecuencia de los gemidos de Squalo y el volumen de los suyos, culminando en un ronco gruñido de placer al sentir como se corría en la boca de su guardián de la lluvia. Sin darle un solo respiro para recuperarse, levantó al espadachín del sillón y lo arrojó contra el sofá de suave tela negra de la sala de recepción de la habitación.

Squalo supo que esa noche cenarían tarde.

 

IV

Sabía que era la tercera noche cuando despertó desnudo en la cama King size de la suite, sin Xanxus cerca, y vio un papel pegado al respaldo de la cama con la letra del moreno.

Secondo guardaroba a destra. Duomo di Milano. 22 hrs.

¿Segundo armario a la derecha? ¿Tenía que llegar solo a la iglesia? Ugh, vaya prometido de mierda. Se pasó las palmas abiertas por la cara, intentando despejarse el sueño, y sintió un objeto frío contra el rostro.

- ¿Qué mierda? – se miró la mano derecha, la argolla negra estaba en su dedo anular. Frunció el ceño, desde que Xanxus le había dado la alianza, él la había mantenido colgada de su cuello con una cadena de plata, ¿en qué momento había terminado en el anillo en su dedo? – Estúpido Xanxus del culo – murmuró sonriendo.

Se puso de pie y caminó hasta el baño, estirándose en el proceso. Al llegar frente al espejo de cuerpo completo frente al lavabo, acarició con delicadeza las marcas rojizas y purpúreas que se notaban sobre su piel blanquecina, mordiscos, arañazos y marcas de dedos adornaban su figura y se preguntó cómo estaba el cuerpo de su jefe. Seguramente en un estado parecido al suyo. Antes de meterse en la bañera por un rato, miró el reloj de la mesa de noche y se fijó que marcaba las 6 de la tarde.

- Cuatro horas – masculló con molestia, bien podía haber dormido otro poco.

 

El segundo armario a la derecha tenía el traje que la muchacha había mencionado el primer día. Él no recordaba haberlo recibido, así que debía haber sido el moreno, mientras él dormía luego de la intensa sesión de sexo (luego del sillón de la sala, la mesa del comedor el escritorio, uno de los ventanales, la habitación extra o el espejo de cuerpo completo del baño, cualquiera podría ser). El magnífico Zegna, por el que Lussuria habría golpeado innumerables cabezas para ponerle las manos encima, colgaba impoluto de un gancho, listo para usarse. El pantalón blanco y la chaqueta blanca casi podían confundirse con su cabello, al igual que la corbata y, contrastando, la camisa era negra. La línea fina del elegante traje seguía la tradición de un delgado y estilizado diseño que reflejaba la naturaleza del hombre italiano. Xanxus no podía ser más italiano porque no era más viejo.

Dejó caer la toalla y comenzó a vestirse, mirándose en el espejo de cuerpo completo de la habitación. El pantalón blanco liso, sin rupturas en la bota, se ajustó perfectamente a sus piernas y a su cintura, la chaqueta blanca, de hombreras algo acolchadas, se ajustó a su torso como un guante. Ajustó la corbata blanca y acomodó el pañuelo negro en la solapa del lado izquierdo. Le extrañó que no hubiese un sombrero a juego.

Terminó de arreglarse y tomó la tarjeta del compartimento antes de salir. Esperaba encontrarse a Xanxus afuera de la habitación, esperándole, pero era imposible que un gesto tan agradable viniera por parte del moreno. Presionó el botón del ascensor. Seguramente tampoco lo iba a estar esperando en la recepción.

- ¿Cómo llego al Duomo di Milano? – preguntó a la muchacha de la recepción, una vez en el lobby.

- Saliendo por la vía Tommaso Grossi, gire a la izquierda hasta chocar con la Giuseppe Mengoni. De ahí, gira a su izquierda y sigue derecho por la avenida hasta encontrarse con la Piazza del Duomo, es fácil de reconocer por la estatua de Vittorio Emanuele II. Allí está el Duomo. Si necesita una guía un poco más detallada, aquí tengo un mapa.

- No será necesario.

Squalo salió por la principal y giró a su izquierda, como había dicho la mujer. Al fondo vio autos pasar, así que supo que esa era la Giuseppe Mengoni, por donde tendría que bajar hasta la Piazza. Caminó por el andén, entre los restaurantes de la vía y la gente. Muchas personas reparaban en él, por su elegante vestimenta y el cabello blanco ondeante por la brisa veraniega y los autos pasando por la carretera. Sintió que iba a una misión de alto calibre y no pudo evitar una sonrisa peligrosa en su rostro, no se equivocaba, porque era una misión igual de peligrosa que asesinar al líder de una familia enemiga. Solo que, en ese instante, era él quien iba directo a la boca del lobo. Acarició el anillo en su mano derecha, ¿quién hubiera pensado que caminaría a su boda?

- Faltan diez minutos – murmuró al ver la hora en el reloj de pared de uno de los restaurantes que pasó de largo. Hubiera sido buena idea haber tenido una cena más decente que un panino de prosciutto con ricota y tomates secos y una copa de Strega. Al menos esperaba que la bebida le hiciera efecto y la legendaria pócima de amor le ayudara a aguantar la noche en el Duomo.

Al llegar a la plaza, vio como la entrada de la iglesia estaba completamente acordonada y vigilada por hombres en traje negro, el uniforme de Varia. Chasqueó la lengua, ese jefe suyo era la peor de las mierdas.

- Comandante Squalo – habló uno de los hombres, reconociéndolo – el jefe lo espera dentro – el perímetro alrededor de la iglesia empezaba justo después de la estatua de Vittorio. ¿Por qué Xanxus tenía que ser tan exagerado?

- Vooooi – el hombre le permitió pasar de las barreras colocadas y Squalo caminó directo hacia la puerta de entrada del Duomo, donde lo esperaban otros dos hombres, que abrieron la pesada puerta de entrada para permitirle el ingreso.

- El jefe lo espera en el altar – tan pronto oyó a uno de los hombres decirle eso, la puerta se cerró con un golpe sordo. Esa frase había sido una orden del moreno, estaba seguro.

Y hablando de Xanxus, distinguió su figura en medio del final del pasillo, al otro lado de donde estaba de pie, con un traje igual al suyo, pero con los colores invertidos.

- ¿Entonces es esto? ¿Vas a mandarle una foto al Nono para que cumpla su sueño? – Comenzó a caminar en dirección del moreno con un paso acompasado, el sonido de sus zapatos elegantes contra los baldosines del suelo hacía eco en toda la catedral.

- Voy a transmitirlo en vivo, estúpido – contestó sin moverse del lugar.

- No creo que dentro de los deseos del Noveno se encuentre ver como tenemos sexo en una de las iglesias más importantes de Italia, ¿o sí?

- Será un extra – el tono altanero de Xanxus le hizo soltar una risotada.

- ¡Entonces si se lo piensas mostrar! ¿No tienes vergüenza? – Casi a mitad de camino, se detuvo y cruzó miradas con el moreno.

- ¿Qué haces ahí parado, inútil? ¿Te has acobardado? – Se burló.

- ¿Cómo puedo acobardarme de algo a lo que ni siquiera accedí? –Desafió aun en su lugar – me arrastraste hasta Milán, me mantuviste encerrado en una habitación de hotel, en donde, por cierto, estoy registrado como una mujer, y ahora pretendes que camine hasta el altar del Duomo di Milano a sabiendas de que, luego de esto, no podré escapar de ti. Y sin siquiera invitarme por un trago – bromeó –  ¿no crees que tengo argumentos suficientes para detenerme aquí?

- Dime qué es lo que quieres, pedazo de basura.

- No. Dime qué es lo que tú quieres, jefe de mierda. Esto no es por orden del Noveno.

- Digamos que el viejo tenía razón en algo – alzó su diestra, donde la argolla a juego con la del albino reposaba en su dedo anular, y lo señaló – es momento de que termine de reclamarte como mío por completo.

- ¿Firmarás mis escrituras? No me jodas la puta vida, Xanxus, no necesitamos de esto – casi corrió para llegar a la altura del moreno y lo encaró – dime la puta verdad, Xanxus.

Por primera vez, el moreno se sintió intimidado por su guardián de la lluvia, la determinación en los ojos de Squalo le indicaban que estaba molesto y listo para soltarle un puñetazo en medio de la cara.

- Quiero esto. Una marca más grande y personal que los mordiscos o golpes. Algo inamovible, algo perpetuo, como una voluntad. Pero compartida – soltó sin apartarle la mirada.

- Y asumes que yo lo quiero también – no se la iba a dejar fácil. Él ya había aceptado todo lo que Xanxus le había dicho, desde hacía mucho se había deshecho de su voluntad personal para volverla una extensión de la de ese hombre que se paraba en frente de él.

- Yo no lo asumo, pedazo de basura. Yo lo sé – la seguridad en los ojos de Xanxus lo desarmó, era como si estuviera siendo leído por las pupilas carmesíes que brillaban bajo las luces de los candelabros de la catedral. Squalo soltó un suspiro, vencido.

- No puedo engañarte, ¿o sí? – Se rindió ante el hombre del cielo – no tienes que terminar de reclamar lo que voluntariamente ya es tuyo, Don Xanxus.

- Eso fue algo patético, Don Squalo.

- Pensé que podría engañarte – se adelantó al moreno y caminó hasta el púlpito de la catedral. Subió los escalones que llevaban al domo central y se dio la vuelta para encarar al moreno – pero yo no puedo engañarme a mí mismo.

- Oh – resopló y caminó hacia el albino, acortando lentamente la distancia que los separaba – te crees bastante como para intentar algo como eso, basura – llegó hasta donde estaba el albino – vas a tener que ponerte de rodillas y pedir perdón.

- ¿Estás seguro que es para que te pida perdón que me quieres de rodillas?

- Y yo que pensé que tu boca solo servía para chuparme la verga, resulta que puedes decir cosas inteligentes de vez en cuando.

- Voy a hacer que te tragues esas palabras, jefe de mierda – amenazó mientras se ponía de rodillas frente al moreno.

- ¿Así como te tragas toda la verga?

- Eres un maldito pervertido de mierda, Xanxus – de rodillas, lo apuñaló con la mirada.

- ¿Y tú no?

Squalo no pudo seguir contestando porque sabía que el moreno tenía razón, porque no había puesto ningún problema por haber estado empalado por casi tres días en la habitación del hotel ni por lo que estaban a punto de hacer en una de las catedrales más emblemáticas del país. Sujetó su cabello en una coleta alta, como costumbre, pero cuando intentó atarla, notó que no llevaba encima ninguna banda elástica. Iba a dejar caer su cabello, cuando sintió un trozo de tela deslizarse por su cuello y luego enlazarse por sobre su coleta con un nudo doble, sosteniendo su cabello. La corbata de Xanxus sería el perfecto reemplazo.

- Te estás tardando mucho, maldito inútil.

- Estás muy impaciente – silbó al jugar con la hebilla del cinturón de Xanxus.

- Ansío el aperitivo, pronto – demandó.

- ¿Conque aperitivo? – desabrochó el cinturón de Xanxus y el botón del pantalón, encontrándose con la caliente erección del moreno - ¿pero qué es esto? Apenas y lo he tocado.

- Este es mi estado natural, tiburón de mierda.

- No puedes engañar a tu prometido, yo sé que este amigo no está así todo el tiempo – dio un hondo respiro desde la base del miembro hasta la punta, embriagándose con el aroma del pene del moreno – lo conozco más que tú.

- ¿Entonces? – intentaba guardar la calma, pero sabía que era imposible si tenía a Squalo sobre su erección.

- Es por verme – aseveró con seguridad antes de comenzar a chuparlo. La maestría con la que deslizaba la lengua sobre la extensión del falo que estaba en su boca hacía que el miembro aumentara de grosor, si es que era posible. El lento vaivén que llevaba el albino estaba haciendo que Xanxus perdiera la paciencia.

- Apresúrate, maldita sea – demandó con ansiedad, no podía soportar los tortuosos ritmos lentos con los que su guardián de la lluvia disfrutaba tentarlo.

- Calla, estoy de rodillas y dando mis plegarias, no me apresures.

- ¿Y cuáles son tus plegarias, maldita basura?

- Beati gli invitati alla cena del Signore.

- Dannato bestemmiatore di merda.

Squalo soltó una risotada que retumbó por toda la catedral como una oración mal pronunciada.

- Come.

Xanxus tomó los extremos sueltos de la corbata con la que había atado el cabello de Squalo y comenzó a halarlos, como si de unas riendas se tratase, para marcar el galope de la boca del albino sobre su erección. El sonido de la succión orquestaba un duetto junto con los gemidos del moreno, a quien no le importaba estar en la casa del Señor, a él solo le importaba ese hombre que estaba arrodillado frente a él, a su merced, dándole todo el placer posible en la vida. Cuando comenzó a desesperarse, apuró el ritmo con las riendas improvisadas con su corbata, haciendo que el espadachín tragara más rápido y más hondo, ahogando las arcadas con ahogados jadeos y ronroneos. Era muy raro no oír a Squalo gritar, pero eso lo arreglaría pronto. Sintió su orgasmo llegar con calor y se aferró más a esa corbata que sujetaba el cabello de su amante, atrayéndolo a si al tiempo que empujaba su cadera, penetrando por completo la cavidad bucal de Squalo y corriéndose en el acto. Un gruñido de placer resonó en la catedral.

- ¿Tan rápido? – Bromeó el albino luego de tragar.

- Te mostraré lo que es rápido, basura.

 

V

- No lo puedo aceptar – Levi golpeó la mesa del comedor, regando una que otra copa de vino sobre la madera pulida – no puedo. ¿Por qué?

- No te importa, intento de basura estúpida – Xanxus respondió con tranquilidad mientras devoraba un trozo de carne enorme. Cuando levantó el tenedor, la alianza negra que compartía con Superbia Squalo brilló bajo la luz del candelabro de los Varia.

- ¡No puede compartir argollas con Squalo! – El grito de Levi no interrumpió en lo más mínimo la cena de los Varia.

- ¡¿Cómo dices que no?! – Lussuria le lanzó una manzana a la cabeza – son adorables, son románticos y están recién casados, cállate la boca y come, Levi, antes de que Squ-chan vuelva y te rompa la cara. Llegaron de Milán del mejor de los humores, no lo arruines, ¿quieres?

- ¡Se escaparon a Milán a casarse! – El guardián del rayo seguía gritando – Squalo no vale la pena de nada. No está a la altura del jefe.

Xanxus golpeó la mesa con el puño, dejando la sala sumida en un peligroso silencio. Miró a Levi con los ojos carmesíes hirviendo de furia.

- Todos, largo – habló sin despegar la mirada de Levi. El salón se vació en menos de un instante, dejando a Xanxus a solas con el moreno de los paraguas – ¿crees que eres mejor que el tiburón? – Xanxus se puso de pie y caminó hasta el ventanal del comedor, recostándose en el vidrio – pruébalo.

Levi miró a su jefe confundido, pero con un deje de ilusión en sus pupilas, ¿le había dado una oportunidad? Eso parecía. Se acercó al moreno e intentó darle un beso, pero Xanxus lo apartó con molestia. Intentó de nuevo, pero solo consiguió un puño en la mejilla y quizá dos dientes menos. Frunció el ceño ante la impasibilidad de Xanxus ante sus acciones, ¿cómo era posible que no lograra un solo acercamiento? No, si quería realmente lograr obtener al jefe, debía jugar su mejor carta, o al menos eso esperaba.

- Jefe – se arrodilló en frente del hombre y comenzó a desatarle el cinturón, junto con el botón del pantalón. Xanxus chasqueó la lengua con molestia. Levi tomó en sus manos el flácido miembro del moreno y comenzó a masajearlo, sin obtener ninguna respuesta ante el estímulo. Maldijo por lo bajo antes de comenzar a chuparla.

- ¡Voi! ¡¿Qué mierda estás haciendo, asqueroso Levi?! – Squalo había entrado a la habitación cargando un montón de papeles.

- ¡Probándole al jefe que soy mejor que tú! – Exclamó y siguió lamiendo el miembro no erecto de Xanxus, quien rodó los ojos con molestia y dio un largo bostezo.

- Eres un estúpido, Levi – Squalo dejó los papeles sobre una silla, se acercó hasta el hombre y lo pateó en el estómago, lanzándolo hasta el otro extremo de la habitación – mira cómo se hace – Squalo tomó su cabello y lo ató en la coleta alta que Lussuria le había enseñado y Levi notó la manera en la que el miembro del moreno reaccionaba ante la acción, aumentando de tamaño y comenzando a gotear.

Squalo se arrodilló frente a Xanxus, donde antes había estado Levi, y dio una lamida desde la base hasta la punta, arrancando un grave gemido gutural de la garganta del jefe. Levi lo miró incrédulo, mientras las agresivas pupilas platinadas le apuñalaban con soberbia, ¿cómo era Squalo capaz de arrancar un gemido con solo un lengüetazo y él había obtenido un bostezo de aburrimiento con engullir por completo el miembro? ¿Qué clase de truco de puta barata usaba el albino para enloquecer al moreno como veía que hacía? Vio como los dedos de Xanxus se enrollaban en la coleta de cabellos canos y marcaban un ritmo pausado y continuo sobre su entrepierna, los jadeos de ambos le retumbaron en los oídos con molestia. No podía soportar eso.

- Mira bien, intento de perra de barrio – Xanxus lo miró con sorna mientras dibujaba una enorme sonrisa de suficiencia en el rostro – esta es la verdadera calidad de Varia – señaló al albino entre sus piernas – y a esto – acarició las hebras platinas del albino y las dejó deslizarse sobre sus dedos hasta el hombro del espadachín, creando una cortina entre la mirada de Levi y la deliciosa felación que Squalo le estaba dando – a esto no le llegas ni a los talones.

 

Respuesta incondicionada

 

Lussuria le había dado una bolsa nueva de bandas elásticas a mitad del verano porque no se aguantaba el calor con el cabello suelto y la última banda se había estallado luego de una jornada de entrenamiento en el patio trasero de la mansión. Ya se había casi que acostumbrado a llevar el cabello recogido y, aparte de la comodidad, realmente le gustaba como se veía, aunque eso no se lo iba a admitir a Lussuria.

- Mira, Squ-chan, aquí tienes – Lussuria llegó al jardín privado de la mansión donde todos los Varia, menos el jefe, disfrutaban de la lujosa piscina nueva, gracias a la gestión del guardián del sol.

- Maldita sea, ya era hora – arrebató de un manotazo la bolsita y la abrió de golpe, casi regando el contenido por el suelo.

- ¡Pero mira que eres bruto, Squ-chan!

- ¿Qué esperas de una basura, Lussuria? – Xanxus hacía aparición en el jardín.

- ¡Vooooi! ¡¿Quién es una basura, puto jefe de mierda?! ¡¿Eh?! – mientras le gritaba, ataba la coleta alta para poder refrescarse.

Xanxus se perdió en el gesto de Squalo. Lo miró con confusión, sintiendo como su miembro se endurecía con el solo acto de ver al albino atar su cabello. El guardián de la lluvia le devolvió la mirada, extrañado, y miró a los lados, buscando algo fuera de lo común que lograra descolocar al jefe. Luego estudió al moreno de pies a cabeza y obvio notó la pronunciada erección escondida en la pantaloneta negra del moreno, pero eso no veía a lugar, Xanxus acababa de llegar y no había nada que pudiera excitar a Xanxus aparte de él, con ropa de verano y apenas enseñando piel. Lussuria, a su lado, estaba igual de confundido. Xanxus soltó una sarta de barbaridades y se volvió hacia la mansión.

- ¿Qué le hiciste, Squ-chan? Se veía que venía de buen genio.

- Yo no hice nada, solo le grité y… - Y. Y se había atado el cabello, como todas las veces que había ido a chuparle la verga. Y como Xanxus era más animal que persona, había terminado asociando el cabello atado con una buena felación. Luego de tanto tiempo que había intentado controlar los agresivos impulsos del moreno y encontrar un patrón para sus acciones, al fin había podido condicionarlo en un ámbito. Había condicionado al gran Xanxus con un estímulo completamente indirecto hacia una acción que el hombre realmente deseaba.

Sonrió con picardía. Tenía a Xanxus atado a su cabello.

Notas finales:

Ahora si, las explicaciones de todo, en el orden en que van presentándose:

Grappa: es una bebida alicorada italiana hecha a base de la fermentación de semillas, tallos y cáscara de uva. Puede encontrarse también con una variedad de frutas o hierbas.

Secrets de Provence, roses de l´aube: secretos de Provenza, rosas del alba. Esto realmente es un nombre francés bien fresa que me inventé, aunque, de existir, seguro Lussuria lo usaría.

Champs Elysées: los campos Elíseos, una famosa avenida en París, con tiendas de marca y esas cosas lujosas donde Lussuria compraría ropa y zapatos.

Semaine de la Mode: semana de la Moda. Seguramente Lussuria se colaría a uno que otro desfile.

Moulin Rouge: el Molino Rojo, el bar cabaret más famoso de París (tal vez del mundo) junto con el Lido.

Panino:panini, la palabra italiana para emparedado o sandwich.

Succo di pesca: jugo de durazno.

Sfogliatelle: es un postre italiano elaborado en base a un hojaldre trabajado a mano y rellenado con ricotta, fruta confitada, crema pastelera y sémola.

Zuccotto di Amaretto: el zuccotto es un tipo de bizcochuelo remojado en licor, en este caso, Amaretto, que es un licor hecho a base de huesos de albaricoque, frutas, plantas aromáticas, almendras y azúcar.

Averna: bebida alicorada a base de mezcla de hierbas, raíces, cítricos y caramelo.

Don: es una de las muchas maneras de llamar al jefe o capo de una familia de la mafia. Podemos referenciarnos a El último Don, de Mario Puzo (autor de El padrino).

Limoncello: bebida alicorada elaborada a base de cáscara de limón, alcohol, azúcar y agua.

Duomo di Milano: la hermosísima catedral de Milán. Domo o Duomo se le llama a la iglesia (catedral) más importante de una ciudad.

Park Hyatt Milan: una cadena hotelera, de las mejores en el mundo, y a unos cuantos minutos del Domo.

Signore signora: señor y señora en italiano, respectivamente.

Secondo guardaroba a destra. Duomo di Milano. 22 hrs.: segundo armario a la derecha. Domo de Milán. 22 horas (10 pm).

Zegna: una marca de ropa muy italiana y muy famosa.

Piazza del Duomo: plaza del Domo.

Prosciutto: jamón.

Ricotta: es un tipo de queso.

Strega: es un licor fuerte con multitud de variedad de hierbas, con un color amarillento teñido por el azafrán. Tiene una leyenda en la región de Benevento, de donde es originario, que dice que era usado como poción de amor por la brujas.

Beati gli invitati alla cena del Signore: Dichosos los invitados a la cena del Señor (fragmento de la misa apostólica del Cordero de Dios).

Dannato bestemmiatore di merda: maldito blasfemo de mierda.

 

Ahora me toca a mi. Se preguntarán por qué puse tantos licores italianos y no whisky o ron o coñac como suelen poner en los fics. Les diré la verdad: para mi, Xanxus no es italiano, es italianíssimo, y siento que el 95% de bebidas alcohólicas de su gusto serían italianas. Me dirán pero pusiste whisky, si, puse whisky porque necesitaba estamparle a Squalo un vaso de licor en la cabeza y siento que Xanxus no sería capaz de derramar licor nacional.

La escena con Levi fue la primera escena que creé de todo el fanfic, así que me siento muy orgullosa de ella.

La interacción entre Lussuria y Squalo me encanta, así que la pongo. Lussuria es esa mamá pervertida/amigo gay y por eso Squalo sólo le permite a él (y obvio al jefe) tocar su cabello.

No puse sexo sabroso porque quería enfocarme en las felaciones, pues era el tema principal del condicionamiento clásico. Veré si hago un buen lemon para la próxima.

Admito que creé la escena en la catedral de Milán mientras oía el recital de Andrea Bocelli del domingo de pascua. Pecadora yo, pero tambien ustedes si lo leyeron y disfrutaron. Pero no se preocupen, el Papa ya nos absolvió a todos.

En fin, este es el final, muchas gracias por leer. Dejen sus reviews, son muy bien recibidos.

Saludos y cuídense,

Y


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