Habían pasado algunos días desde que le había confesado a Yue los sentimientos que tenía hacia Yukito, después de eso hablé con él y le dije la verdad de que él no era un ser humano, de que todos sus recuerdos y familia que él pensaba que tenía en realidad no existían, pero que siempre estaríamos juntos y que siempre mi familia estaría apoyándolo en todo.
Aunque en realidad no habíamos hablado directamente de la confesión que había hecho, supongo que él había escuchado o estaba consciente de esa confesión, pero no me atrevía a tocar el tema... me daba tal vez miedo, hasta que ese día tuvo que llegar.
Ese día nos habíamos reunido, para estudiar Yuki había hecho varios dulces y sirvió el té, nos sentamos a estudiar, yo tomé un libro y empecé a leerlo, pero la mirada de Yuki me desconcentró, suspiré, cerré el libro y lo mire.
—¿Que pasa?— Pregunté, Yuki desvió la mirada lo notaba algo nervioso.
—Nada... Es solo que estaba pensando en algo...—
Tomé un sorbo de té y nos miramos fijamente, sabía que el momento había llegado.
—¿El te dijo?— Pregunté serio.
—Lo escuché, pero creí que no había oído bien... creí que había sido un sueño, él termino por confirmarme todo...—
Suspiré, me toque la frente y alborote un poco mi cabello, los nervios me estaban matando pero me calme.
—Si, lo dije...— Mi corazón latía tan rápido...Yuki se sonrojo, se tocó el pecho. —Tu eres la persona a la que más quiero... siempre me has gustado.—
Las mejillas de Yuki se volvieron rojas, quería decirme algo, pero no podía, por alguna razón las palabras no salían de su boca.
—Creo que tengo que irme...—Me levante, tomé mi mochila y me dirigí a la puerta. —Te veré mañana.—
Estaba a punto de abrir la puerta cuando me alcanzó.
—No, no te vayas por favor...—Yuki me abrazo por la espalda.— Perdón... Touya, tu también eres la persona que más quiero, siempre me has gustado también...—
No sé si estaba loco o exageraba, pero podría jurar que sentía los latidos de su corazón en mi espalda...me gire a verlo, él tenía la cabeza abajo, le tome la barbilla y alcé su rostro.
—¿Puedes decirlo de nuevo?—
Sus mejillas seguían rojas, sus ojos brillaban como si estuviera a punto de llorar.
—Me gustas...—
Me acerque más a él, tome su cintura sin dejar su barbilla y lo acerque lentamente a mis labios...y entonces esa confesión por fin culminó en lo que tanto había anhelando...un beso con la persona que más quiero.
Dejé mi mochila en el piso, me quite los zapatos y volví con él a si recámara, sentía ganas de besarlo y nunca dejarlo ir, estaba muy feliz, pero de repente, la imagen de Sakura cruzo por mi mente.
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