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Dulce Terry [2020] por Caballero de la Luna

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Notas del fanfic:

Lo que hace la cuarentena. Este fic ya lo había publicado aquí mismo, pero la verdad es que es medio chafa la narrativa, así que me animé a darle una leída, quitarle cosas, ponerle otras, incluso el final puede ser diferente. En fin, espero lo disfruten.

Notas del capitulo:

Esto funciona como una "continuación" del anime, sin embargo, aunque los hechos de los que provienen son los mismos, la época es actual, esto con el fin de hacerlo un poco más gracioso, aunque no sé si funciona. Eh, ya veremos.

PRIMERA PARTE: UNA NOCHE CON TERRY GRANDCHESTER

Habían pasado ya cinco años desde que nos despedimos en el lobby de aquel teatro. Desde ese momento fue como si mi espíritu me abandonara, un muerto en vida que sólo existe por el simple hecho de que debe hacerlo, un ser sin aspiraciones ni sueños. Por supuesto nadie se daba cuenta, y no es que fuese el mejor actor, la verdad hasta ese talento con el creí que había nacido se estaba esfumando, pero a la gente no le importaba, querían más y más de mí, como si les perteneciera, ansiaban tomarme fotografías mientras caminaba ebrio por las calles, esperaban con ansias cualquier momento de debilidad mía para explayarse en las columnas de tabloides. ¿Pero qué más da? Que escriban y digan lo que quieran, poco me importaba. De lo único de lo que me avergüenzo es de ser el cliché viviente de que los días del colegio son tu mejor etapa de la vida. Pero es inevitable esbozar una sonrisa cuando pienso en todo lo que viví en aquel colegio católico. Amistad, amor, felicidad, realización, en una palabra, vida.

- ¡Buenas noches querido publico! Bienvenidos a la primera emisión de nuestro programa “Una Noche Con…”. En esta ocasión tengo a bien presentar al galán de teatro Terrence Grandchester, adelante, un aplauso por favor.

Las palabras de aquel presentador de televisión me sacaron de mis pensamientos. Mi representante había decidido que necesitaba rehabilitar mi imagen. Es cierto que la gente ama a los tipos malos, pero con el tiempo llegan a aburrir e incluso a fastidiar. Las propuestas de trabajo ya no llegaban como antes, y es que me había encargado de destruir la imagen de chico bueno que se gana en automático al ser novio de una chica discapacitada.

- Muy buenas noches a todos, me alegra que me hayan invitado, ya se habían tardado. – Entré al set con la mejor sonrisa que pude actuar en ese momento. Las luces del escenario eran tan cegadoras como siempre, aún no me podía acostumbrar a ellas. Me era imposible distinguir a la gente del público, podría presentarse mi propio padre y ni siquiera me daría cuenta. Pero por un momento, algo atrajo mi atención en el fondo; cabellos rubios, rostro con pecas, ¿acaso era ella? No, imposible. De nuevo la mente me estaba jugando una mala broma, respiré hondo y me dispuse a interpretar mi papel.

- Bueno, Terry… Puedo decirte Terry, ¿verdad? – Los presentadores de night shows me parecen todos iguales, siempre quieres hacerse los simpáticos, en fin, le contesté que sí aunque no me gusta que la gente que no me conoce me llame de una manera tan familiar – Así que Terry, ¿Cómo has manejado el repentino éxito que te ha llegado? ¿Es abrumador? Debe ser raro vivir con una cámara sobre el rostro 24/7, no imagino cómo es que logras llevar tu vida privada ante tanto escrutinio. Anda cuéntanos a todos.

- Pues… – respiré y empecé a contestar algo que había respondido unas cien mil veces ya. – fíjate que me va muy bien, digo más que nada porque sabes que lo que tú haces le agrada a la gente, todo el tiempo se me acercan a decirme que estoy haciendo muy buen trabajo, que siga así, y claro que inevitablemente eso como que te infla el ego, no te lo voy a negar, pero también me hace esforzarme mucho más, porque sé que allá afuera hay alguien que está rezando por mí y no pienso decepcionarla. – La verdad no sé por qué dije eso último, supongo que esperaba que me estuviera observando, aunque luego me acobarde y tuve que decir… – me refiero a mi querida esposa Susana, por supuesto. – El público se conmovió.

- No es por quedar bien con mi invitado, querido público, pero la verdad es que hacen una de las parejas más hermosas que yo personalmente he conocido dentro de este medio, ojalá y les vaya tan bien como a mis queridos amigos Brad Pitt y Jennifer Anniston, que déjenme decirles, yo creo que pronto habrá reconciliación. – El público rio. - En fin, volvamos con nuestro invitado. Cuéntanos ahora, sé que es algo personal y no quiero incomodarte, pero al público le interesa saber cómo es tu relación con Susana, sabemos que tú la has apoyado incondicionalmente en su situación, así que por favor cuéntanos.

- Mira, no te voy a mentir, la verdad si ha sido muy cansado y difícil, porque yo tengo que ser su pilar, ella se deprime e incluso ha llegado a amenazarme con suicidarse, pero es precisamente en estos momentos en que yo no debo de rendirme y demostrarle lo hermoso que es la vida que hay que echarle ganas y que yo nunca… – Desgraciadamente – …la dejaré.

La entrevista siguió con no sé cuantas preguntas más, pero yo ya estoy entrenado para eso, aunque mi cara muestre fuerza, seguridad, felicidad, por dentro… cada vez siento que me cuesta respirar, quisiera pensar que esto me hace mejor actor; y así, mientras respondía y pensaba en cualquier cosa, oigo que el tipo este presenta a otro invitado.

-Bueno, para seguir deleitándole la pupila a las señoras en su casa, presentamos al multimillonario, líder de las empresas Andry, el carismático ¡Archivald Cromwell!

Mi cerebro no daba crédito a lo que oía. Ni el ruido de los aplausos del público podía impedir que mi mente viajara al pasado. Por fin alguien que me puede dar razones de ella, aunque no estaba seguro que él me quisiera hablar luego de lo ocurrido, y no es como que en aquel tiempo fuéramos los amigos más cercanos, pero tenía que intentarlo, en este punto de mi vida, ya no tengo nada más que perder.

- Bienvenido, Archie, es un honor para nosotros contar con alguien de tu altura en el programa, sabemos que eres un hombre muy ocupado por lo cual agradezco enormemente que te des tu tiempo para venir. – Archie, estaba exactamente igual de cómo lo recordaba. Su cabello castaño claro ahora estaba corto, pero le quedaba perfecto para un hombre de su edad. Y su traje azul marino era recordatorio de la importante posición que ahora manejaba en su empresa. Su voz… Por Dios, su voz retumbó en mi cabeza llenándome el cerebro de tantas vivencias que ahora no representan más que nostalgia.

- Muchas gracias, que va, el placer es todo mío, no sabes qué gusto me da que reconozcan todo el esfuerzo que le he invertido a la compañía, y más ahora con la Fundación Hogar de Pony que protege a los niños sin padres. – Yo no dejaba de verlo, estaba impresionado. Pero él ni siquiera hacía contacto visual, se centraba en el conductor y en sonreír para las cámaras.

- Y dime, Archie, ¿ya conocías a nuestro otro invitado? ¿Has visto alguna de sus telenovelas u obras de teatro?

- Por favor, para ver y escuchar estupideces iría a visitar a mi ex esposa. – Sonó el típico toque de platillos de cuando alguien hace un chiste, y el público estaba fascinado con el carisma de mi antiguo compañero de instituto.

- Uy, Archie que declaraciones tan fuertes, pero según tengo entendido, ustedes estudiaron juntos en el mismo internado en Londres, ¿o me equivoco?

- Sí, tienes razón, es verdad que conozco al señor, pero otra cosa muy diferente es que disfrute de su trabajo o peor aún que sea su amigo.

Yo sólo escuchaba con la cabeza baja todo lo que Archie decía, si bien es cierto que nunca habíamos simpatizado del todo, Albert, Steer y él eran los únicos que podría llamar amigos. Bueno, era un verdadero patán en esa época, pero era parte de mi encanto. No me di cuenta de cuándo acabó el programa, de repente todo fueron aplausos y ruidos y me dirigí a la salida. En el estacionamiento, vi que ya se iba, así que me animé a hablarle, era ahora o nunca.

- Disculpa. Archie. – No acabé de decir la frase cuando el enfurecido me respondió.

- ¡Estúpido! ¿Cómo te atreves a dirigirme la palabra? Sabes perfectamente que eres el ser que más odio por haber roto su corazón. – Esas palabras se me clavaron como una daga en el pecho.

- No es mi intención molestarte, es sólo que tengo algo muy importante que decirte.

- ¿Y qué es eso tan importante? – Preguntó con ironía. - ¿A lo mejor quieres que te diga si ya tiene novio, o que le lleve entradas para una de tus obras? En serio eres un estúpido si crees que haría algo de eso y además…

- Siento – Interrumpí. –mucho lo de Steer, él era un excelente hombre, sólo te quería decir que no merecía lo que le paso y…

- En serio que eres un estúpido, tú menos que nadie tiene derecho a pronunciar su nombre. –Se notaba la furia en sus ojos y en su tono de voz, era evidente que estaba controlándose para no darme un golpe en la cara.

- Aunque no lo creas, él siempre fue muy amable conmigo, incluso hoy lo considero mi amigo, como sea, sólo quiero decirte que lo siento mucho, también lo de tu divorcio, quiero decirte que cuentas conmigo para lo que necesites, ahora más que nunca me doy cuenta de lo importante que son los amigos y...

- Estúpido. –el tono de esa palabra no fue igual al de las otras, pude notar un tono muy familiar en ella, sin duda era la soledad, pude ver cómo se humedecían los ojos y entonces me dijo… – Ella ya no está aquí, se fue a África con su esposo, es la presidenta de la Fundación de Pony, y mientras ella cuida y alimenta niños pobres, Albert la acompaña y la ayuda en todo lo que puede; te aconsejo que desistas de tus sueños, ella es muy feliz ahora y sólo te recuerda como un gran amigo.

Por un lado, esas palabras terminaron con las esperanzas que tenía de volver a estar con ella, pero al mismo tiempo, me hizo muy feliz que ella haya encontrado el amor y que finalmente fuera correspondido; estaba seguro que Albert la haría mil veces más feliz de lo que yo la pude haber hecho. Mis preguntas habían sido respondidas, agradecí a Archie, me di media vuelta y empecé a caminar rumbo a mi departamento con Susana, el lugar al que menos deseaba regresar y del que nunca podría escapar.

Volteé hacía al cielo para ver las estrellas, pero no había ninguna, sólo unas enormes nubes tormentosas que sin aviso dejaron caer sus furiosas aguas sobre mí. Seguí caminando, no me importó, de alguna forma pensé que el agua lograría limpiar la suciedad de mi existencia. Decidí que no quería pasar esta noche con Susana, así que fui a alquilar una habitación a un hotel y poder, al menos por una noche, olvidarme de todo y descansar. Cuando salí del elevador, rumbo a mi habitación vi a un hombre sentado en el piso cubriendo su cabeza, se trataba de Archie.

- Archie, ¿eres tú? ¿Te encuentras bien? – Me sorprendió verlo en ese estado. ¿Lo habrían asaltado? Quise acercarme a él, pero me detuvo.

- ¿Tu qué haces aquí? Deberías estar con la paralitica. – Qué despectivo, no debemos ser groseros con las personas con capacidades diferentes a las nuestras.

-Decidí tomarme una noche de descanso y de soledad. – Le comenté con una sonrisa, y pude apreciar que los músculos de su cuerpo se iban relajando, tal vez ya no estaba tan a la defensiva.

-Cuidado con la última, si la buscas demasiado ya luego no te podrás deshacer de ella, créeme yo lo sé.

-En ese caso, te invito a tomar un café a mi cuarto, sirve que ninguno de los dos estará solo.

-Está bien, pero tú invitaras la comida, porque la verdad me muero de hambre. - Entramos a mi habitación y de inmediato pedí que me llevaran dos órdenes de tacos al pastor, costillas BBQ, hamburguesas y por supuesto refrescos de dieta, no puedo darme el lujo de perder la figura.

Mientras comíamos, me platicó que Albert lo había dejado a cargo de la compañía mientras él acompañaba a su esposa enfermera a salvar el mundo, y aunque esto había sido bueno laboral y económicamente, le trajo muchos problemas con su esposa, Annie, debido a las horas que pasaba en el trabajo, yo había leído algo de eso en los periódicos y en las revistas de sociales que compra Susana. Pero lo que verdaderamente me dejó sorprendido fue ver como comía, sólo había visto a una persona comer así y era mi compañero actor Gokú que graba la serie Dragon Ball al lado del estudio donde yo estaba grabando un capítulo de La Rosa de Guadalupe. Sí, ya sé, mi carrera iba en picada.

- ¡Cielos, Archie! – Exclamé, dejando ver mi sorpresa cuando lo vi agarrar todo como si no hubiese comido por todo un sexenio. - Aunque hayas ido a un colegio de élite, no tienes nada de clase o buenos modales, los cubiertos no están de adorno.

- Mira quién habla, la verdad es que llevo un mes haciendo dieta porque iba a aparecer es ese programa de televisión, así que ahora puedo desapretarme el cinturón un poco, tu a lo tuyo y déjame comer.

- Nunca pensé que te importaran ese tipo de cosas, das la impresión de ser alguien muy seguro. – Tomé un poco de refresco.

-No seas estúpido, claro que me importan, tengo que hacer el doble de dietas y el triple de ejercicio para tener un cuerpo la mitad de bueno que el tuyo. – Ese último comentario me hizo escupir mi trago y solté una carcajada.

- Por favor, la verdad es que yo nunca hago ejercicio, creo que es el cigarro lo que me mantiene delgado, y tampoco soy muy moderado al comer.

- Qué injusta es la vida. - ¿Acaso le había dado otro motivo para odiarme?

- Lo que trato de decir es que no soy tan guapo como tú crees, tal vez sea un poco más musculoso y bien formado, pero nada más. Mis dientes son blancos y están alineados, y eso que nunca usé brackets. Mi cabello se ondula naturalmente y no tengo que usar ningún tratamiento especial, el champú del supermercado me basta. Pensándolo bien, sí soy muy guapo, qué loco. – Sonreí mientras que con mi mano derecha rascaba mi nuca.

- Tú no sabes cuándo callar. A ver quítate la camisa, anda, vamos a comparar. – Se paró de la mesa y comenzó a desabrocharse los botones de la manga de su camisa blanca.

- ¿Pero qué dices? ¿Es que te has vuelto loco acaso?  

- Anda vamos, no me digas que te da pena, si he visto que sales encuerado en las películas que pasan en el canal Golden a las 12 de la noche.

Por un momento no supe qué hacer, él no era del tipo exhibicionista, nunca me imaginé que de verdad se empezará a quitar la camisa en frente de mí. Un minuto, ¿había visto mis películas? Bueno, continuando, me sorprendí bastante al ver su blanco y bien formado abdomen, en efecto, era verdad que hacía mucho ejercicio y totalmente valía la pena; no sé por qué, pero me sonroje al verlo en esta situación y algo empezó a crecer dentro mi pantalón, debo admitir que me excitó ver al líder de la poderosa familia Andry de esa manera.

- Mira, ¿apoco no estoy de buen ver? Apúrate y sácate la remera que me voy a resfriar. –Me encanta su vocabulario argentino.

-Pues ya que insistes. – Me fui desabotonando poco a poco mi casa, y pude ver que esto lo calentaba, así que decidí prolongarlo lo más que pude. – ¿Qué, apoco te gusta lo que ves? –Me animé a preguntarle, no sé muy bien por qué.

-No es nada del otro mundo; – Aunque quería aparentar que no le provocaba nada, se empezó a tocar su miembro por encima del pantalón, se lo acariciaba mientras me veía desprenderme de mi camisa, era evidente que esta situación no iba a parar en eso. – sabes, Grandchester, hace tiempo que no estoy con nadie, no sé por qué te dije esto. – Inmediatamente desvió la mirada, sus mejillas estaban sonrojadas.

-La verdad es que yo tampoco, no puedo ni siquiera mirar a Susana, pero bueno, no hablemos de ella, es evidente que te excito, así que hagamos algo al respecto.

-Ahora sí eres el Terry Grandchester que conozco.

Algo en mí volvía a resurgir, la energía, la fuerza, la pasión, la vida. No podía resistir más, me acerqué a Archie plantándole un ardiente beso en la boca, el cual correspondió con más lujuria de la que pensé; nos seguimos besando por un buen rato, sólo separándonos para poder recuperar el aliento.

- Quiero hacerte el amor. – Apenas pude articular las palabras para decirle eso, me tenía a mil por hora, sólo deseaba hacerlo mío y ser suyo.

- Pues ¿qué esperas?

Esta confirmación me provocó aún más, como pudimos nos acercamos a la recamara sin dejar de tocarnos y besarnos, aventé a Archie a la cama y bruscamente le quité el cinturón y le bajé los pantalones, pude ver, bajo su pequeño bóxer color rosa, que le gustaba lo que estábamos haciendo.

- Anda, chúpamela Terry.

- Te haré gozar como nadie lo ha hecho.

Lo que hice fue bajarle su ya apretado bóxer y en eso momento pude ver su prominente hombría que rogaba por atención. La agarré con mi mano y empecé a masajearla, mi mano subía y bajaba mientras con mi lengua lamía sus testículos, sólo podía escuchar sus gemidos; me pedía por más. Con mi lengua, lamí su rojo glande, lo que produjo en él más gemidos, poco a poco fui metiéndomelo todo a la boca; mientras hacía esto, introduje uno de mis dedos al ano de Archie, luego fueron dos, y al final tres; Archie sólo se llevaba las manos a la cabeza y gemía y se retorcía del placer que le estaban provocando mis movimientos.

- Ya no aguanto más, métemela, Terry. ¡Por lo que más quieras!

- Está bien, creo que ya estás listo.

Dejé por un momento su excitado miembro, lo volteé, me bajé los pantalones de una sola vez y dejé ver mi hombría al descubierto, me escupí en la mano y tallé mi miembro, luego escupí en su entrada para lubricarlo.

-Asco. – Replicó Archie.

-No seas princesa, no hay lubricante, era esto o aceite de cocina.  

 Fue todo lo que le dije y de un solo golpe se la metí. Exclamó un grito, me reclamó que lo estaba lastimando. Le susurré al oído que aguantara, que no sería así por mucho tiempo.

- Es que esta es la primera vez que hago algo como esto, ten cuidado. – Me suplicó.

- ¿En serio? No lo aparentas.

-Estúpido.

Lo tranquilicé, le dije que confiara en mí, que sabía hacer mi trabajo. Poco a poco nos fuimos acoplando el uno al otro, fui metiendo y sacando mi miembro lentamente para que se acostumbrara a tenerlo. Me pidió que aumentara el ritmo, y yo obediente, complací su pedido. Aceleré el ritmo de mis embestidas, ambos comenzamos a gritar de placer; yo le decía que me encantaba ser su primer hombre, que nunca se olvidaría de este día. Cuando sentí que estábamos a punto de acabar, lo volteé y quedamos ambos de frente, podía ver su mirada y sus gestos mientras le hacía el amor como a nadie se lo había hecho.

- Archie, estoy a punto de correrme.

- Hazlo dentro de mí, por favor, déjame sentirte por completo.

Le susurré que ya no podía más, y él me confirmó que estaba igual que yo. Derramé todo mi semen en su interior, y el suyo cayó sobre su pecho, el cual lamí saboreando hasta la última gota de su delicioso néctar, para luego fundirnos en un apasionado beso y caer dormidos abrazándonos.

No pensamos que ese día iniciarían una serie de problemas y conflictos, y mucho menos imaginábamos que ese día comenzaría nuestro dulce amor.

 

 

-CONTINUARÁ-

 

Notas finales:

Al principio mi idea era quitarle todo el lemon y las escenas homoeróticas, pero bueno, ya a ver qué sale.

Gracias por leer el capítulo 1.


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