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Seven Deadly Sins por LuchoDigimon20

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Notas del fanfic:

Este fic es una continuación directa de los eventos de Sandman. 

Espero que les guste este trabajo :)

Notas del capitulo:

Bienvenidos a los nuevos lectores que desean darle una oportunidad a esta historia.

En este capítulo me propongo a establecer las relaciones entre algunos de los personajes principales. No duden en dejarme recomendaciones, ya que no soy el mejor escritor de la vida.

Espero que disfruten

:)

 

Su mente se veía inundada con toda clase de imágenes y recuerdos desagradables, con memorias de un pasado caótico. El accidente con las escaleras de la escuela, las visiones de antiguas batallas, el intento de suicidio y las pesadillas de un futuro post-apocalíptico lo perseguían una y otra vez. Podían aparecerse en cualquier momento, ya sea mientras dormía en su alcoba o cuando se encontraba despierto, dejando en él una sensación de temor y ansiedad continua.

Él deseaba salir de ese pozo. Aunque la lucha para mantener su salud mental nunca fue fácil, ahora tenía una motivación para querer mejorar. Takato Matsuda se sentía en deuda y fue, por ese simple hecho, que decidió no renunciar.

Sus padres no podían estar más contentos y aliviados al notar el cambio de aptitud de su unigénito, al igual que sus amigos. Por supuesto, ninguno de ellos estaba dispuesto a quitarle los ojos de encima, y por muy molesto que fuera a su privacidad, él entendía el porqué. El susto que les dio fue cosa de muerte.

Para ese entonces, Takato cumpliría 17 años en menos de dos días, y tenía toda la intención de divertirse. Pensaba que tendría que invitar a alguien y luego recordó que no tenía muchas opciones de donde escoger. Si tan sólo hubiese hecho más amigos en estos años, se lamentó.

Por ahora, solo había dos personas en su mente en este momento. Los hermanos gemelos, Kouji y Kouichi. Ellos parecían ser la solución a su actual predicamento. De hecho, ellos se presentaban como una solución a todos los problemas que atravesaba. Fue un acto de magia que sus caminos se hubiesen cruzado justo cuando se hallaba en su peor momento.

Inevitablemente, aun sentía culpa de haber entablado una amistad con el Digimon que representaba su peor enemigo. Más aun cuando aún sentía un profundo afecto, comparable al que solía sentir por Guilmon.

¿Cuál era esa conexión tan profunda que sentía hacia el ángel caído? Preguntó sin hallar respuesta. Los sueños con Lucemon habían terminado y no daban indicios de retomarse, sin embargo, Takato supo que pronto sabría del Digimon. Por otro lado, Lucemon había dejado tras de sí un verdadero desastre en su mente. Lo único que tuvo que mencionar era la culminación de su ideología para infectar la mente de Takato con una deliciosa y terrible oscuridad.

Takato debía luchar contra sí mismo.

Pero, sus pensamientos ahora se salían por la tangente. Se permitiría a sí mismo evadir ideas amargas acerca del destino y se centraría en lo que le parecía más importante.

Tomó su teléfono celular y buscó a sus contactos. No tardó mucho en descubrir que los gemelos ya le habían escrito esa mañana a través de la aplicación de WhatsApp.

'Hola Takato'.

Empezó a leer y responder los mensajes dejados por Kouji.

'Hola Kouji', respondió.

'¿Cómo te encuentras?'. Kouji escribió a los pocos segundos.

¿Cómo se encontraba? Bueno, había amanecido con migraña causada por una pesadilla de la cual no se acordaba. Por supuesto, decidió no contar ese pequeño detalle pues no deseaba causar más problemas de los que ya había creado. Además, había tomado un par de pastas para el dolor.

No hay nada de qué preocuparse, ¿verdad?

'Muy bien, ¿y tú?'.

Esperó unos segundos, en los cuales consideró ver los mensajes de Koichi.

'Lo mismo digo. ¿Qué andas haciendo?'.

Y entonces supuso que la oportunidad había llegado.

'No mucho. Oye, resulta que mi cumpleaños será en dos días y quisiera que hiciéramos algo para ese día. También pensaba hablarle a Koichi al respecto', escribió y dudó por unos segundos en enviar el mensaje mientras su cabeza empezaba a inundarse de pensamientos. ¿Los gemelos querrían pasar ese día con él? ¿Y si interrumpía algo que ellos debían hacer para ese día?

Si no te quieren acompañar, entonces no son dignos de ti.

Una voz resonó en su cabeza.

Posteriormente, un nuevo mensaje por parte de Koji lo trajo de nuevo a la realidad. Sin haberlo querido, Takato había enviado su propio mensaje y su amigo lo había visto.

'Me parece fantástico. Planearé los detalles. Ve y cuéntale a mi hermano, apuesto que él estaría MUY ENCANTADO DE SABER QUE QUIERES QUE SEA PARTE DE TU CUMPLEAÑOS'.

Estaba contento de que Koji hubiese aceptado su petición y que le dijera que Koichi probablemente lo haría, pero. ¿Por qué había escrito eso último en mayúsculas?

Parecía haber intención e intensidad. Sería mentira si dijera que aquello no lo puso nervioso. Sentía la necesidad de preguntar, sin embargo, logró contenerla. De ahora en más, vigilaría muy bien lo que escribía y enviaba a sus contactos.

'Muy bien, le contaré'.

Abandonó el chat y buscó el contacto de Koichi. El primer mensaje que leyó del aludido rezaba lo siguiente.

'Buenos días, Takato. ¿Cómo vas? :)'

Takato suspiró y contestó.

'Muy bien. Hace poco le escribí a tu hermano y le conté que dentro de dos días será mi cumpleaños y le pregunté que si quería pasar ese día conmigo. Por supuesto, te hago la misma petición'.

Él espero la respuesta con el corazón en la mano. Koji y Koichi se habían convertido en una parte importante de su vida. Después de todo, eran sus únicos amigos en el momento.

'Seguro, vamos a celebrar en grande. Prepara tu hígado para ese día, ¿de acuerdo? ;)'.

Koichi fue mucho más directo. Mientras Koji se reservaba sus planes para el día de su cumpleaños, su hermano era mucho más abierto con el tema. A Takato le parecía bien, sin embargo, surgió un pequeño problema.

¡Takato nunca había bebido alcohol en su vida!


Koji dejó el teléfono en la mesita de noche y se dispuso a cambiarse, colocándose el uniforme de su escuela. Hasta hace poco se encontraba en la ducha y habiendo salido de esta se había dispuesto a revisar los mensajes de texto de su celular, curioso de saber si Takato contestaba o no.

Sus razones para llamarlo eran muy simples. Una de ellas asociada al hecho de que Takato tenía la desafortunada costumbre de quedarse dormido, generando un historial de llegadas tarde. Otra era que simplemente le agradaba, mucho más de lo que le gustaría admitir.

Pero, volviendo al primer punto, era una casualidad curiosa saber que Takato ya se encontrara despierto. Era bueno para su registro de llegadas, claro, mas sospechaba que había otra cuestión detrás.

Habían pasado semanas desde que su hermano le presentó a Takato en persona, tiempo suficiente para que aprendiera un par de cosas de su nuevo amigo. Koji conocía de sus problemas de depresión, ansiedad y terrores nocturnos. Takato parecía ser una persona muy receptiva a los sueños, los cuales parecían ser premociones más que cualquier otra cosa. Solo tenía que recordar los dibujos que había hecho acerca de la antigua batalla de los Diez Guerreros Legendarios contra Lucemon y su representación del encuentro entre Duskmon y Beowolfmon.

Los sueños de Takato parecían ser especialmente pesados para él, siendo capaces de empujarlo al límite. No sería extraño encontrarse con él y descubrir bolsas debajo de sus ojos el día de hoy.

A pesar de eso, Koji se dio cuenta que no lo conocía lo suficiente cuando pensó en que preparar para su cumpleaños. No era como Koichi, a quien conocía perfectamente como la palma de su mano.

¿Qué era realmente significativo para Takato?

Su mente comenzó a urdir un plan. Paso número uno, llamar a su hermano gemelo.

Koji buscó entre sus contactos y presionó el número. Tan solo tuvo que esperar unos cuantos segundos.

'Koji, hola', escuchó la exclamación de Koichi al otro lado de la línea.

"Koichi, ¿Takato te contó que en dos días será su cumpleaños?", dijo, directo al grano.

'Acaba de hacerlo', Koichi le respondió. 'Me escribió que también te lo había contado'.

Koji pudo notar la emoción en la voz de su hermano, sacando una leve sonrisa en su rostro.

"Perfecto. Necesito un favor de tu parte, pero debe ser hoy".

'¿De qué se trata?'.

"Te cuento. Pienso organizar una fiesta sorpresa con algo que sea significativo para Takato. Pero necesito hacer trabajo de investigación primero, cosa que haré hoy en la tarde. Necesito que lo mantengas distraído, lejos de casa. ¿Crees que puedas hacer eso?". Koji explicó, tal vez demasiado rápido.

'Por supuesto'.

Afortunadamente, Koichi entendió cada palabra. Por otro lado, Koji sabía que su hermano estaría muy agradecido de tener a Takato solo para él por un día entero. Su plan tenía doble propósito.

Por un lado, quería sacar a relucir una sonrisa genuina en Takato, en pocas palabras, hacerlo feliz por un día al menos. Por supuesto, ignoraba la razón de su deseo, solo sabía que era muy importante. Además, era su amigo y los amigos estaban ahí en los momentos importantes.

El otro, acercar a Koichi y Takato, facilitar sus interacciones y esperar que su relación evolucione en algo más. Koji sabía que hermano amaba al joven Matsuda, aunque no lo admitiese en voz alta, y además de lo obvio, lo cual descubrió al revisar sus mensajes de texto por mero accidente. En cuanto a Takato, aún no lo conocía lo suficiente como para saber si prefería sexualmente a los hombres o las mujeres, pero si tenía esa sensación que lo inclinaba a la balanza de su hermano.

'¿Aunque puedes organizarlo antes de que llegue la noche? Pensaba invitar a Takato a uno de mis bares favoritos. Puedes venir también si quieres…'.

"Debo rechazar la invitación, tengo que terminar un trabajo de la escuela y necesito todo el tiempo disponible", mintió.

Pero si tienes tiempo de organizar su fiesta, ¿no?

'Es una lástima hermano. Hace mucho tiempo que no nos divertimos juntos'

"Si a diversión te refieres tener jaqueca y nauseas al día siguiente, no gracias", Koji bromeó. "Pero a Takato podría gustarle, invítalo. Nos vemos hoy en la escuela, tengo que colgar".

'Ahí te veré hermano'.

Independientemente, a pesar de su alocado estilo de vida social, Koichi era una amable y gentil, una buena persona. Koichi se merecía ser feliz, que mejor que con el chico que le gusta.


Koichi yacía en su salón de clases fingiendo prestar atención y tomar apuntes. Escribía de vez en cuando alguna ecuación sin estar seguro de lo que significaba realmente. En cambio, su mente parecía estar más interesada en centrarse en su compañero de clases, el cual mantenía su cabeza sobre la palma de su mano izquierda mientras se apoyaba sobre el pupitre con su codo y miraba a la ventana.

Koichi se preguntó que podía estar pensando Takato en un momento como este. ¿Tal vez algún sueño sobre una deseada libertad? Por lo menos ya no parecía estar tan deprimido como solía ser, a pesar de cargar en su rostro ojos cansados.

También era bueno descubrir que Takato había tomado apuntes esta vez, o por lo menos eso pudo determinar al ver garabatos en las hojas blancas de su cuaderno desde la distancia. Sonrió ante el hecho de que su amigo mejoraba, aunque sea un poco. Por otra parte, se moría de ganas de pasar toda la tarde con él.

Era una ventaja que su hermano decidiera hacer su proyecto de investigación. Si no lo conociera, diría que Koji también gustaba del chico peli-castaño.

Un momento. ¿Acaso eso era posible?

Sin embargo, dejaría esos nuevos pensamientos de lado cuando captó la señal del final de clases. Era hora de que hiciese su parte y que mejor excusa que…

"Takato, ¿qué planes tienes hoy?", Koichi preguntó sonriente, gesto que fue devuelto de la misma forma.

"No lo sé. Tal vez hacer mis deberes", Takato respondió.

"Nos podemos ayudar con eso. ¿Quisieras pasar a mi casa?".

Koichi hizo uso de su mejor actitud galante pues el éxito o fracaso de la misión dependía enteramente ahora de la palabra del joven Matsuda, quien parecía tomarse su tiempo. Y aunque disfrutase su natural nerviosismo ante las propuestas directas, Takato estaba poniéndolo en suspenso.

Podía enmascarar su ansiedad bien en el exterior, pero en el interior se había formado un caos total. Empezando por su corazón, que había empezado a latir con más fuerza y rapidez.

"Si… solo deja que avise a mis padres".

Ufff…

Sintió que podía respirar nuevamente. El plan de su hermano podía continuar sin complicaciones.


Kouji supo que su hermano había tenido éxito. No había sido necesario un mensaje de su parte para poder saberlo. Por lo tanto, su conocimiento podría deberse a una 'cosa de gemelos'.

En consecuencia, Kouji pudo llegar a la panadería Matsuda con total confianza de que Takato no se aparecería. Entró y buscó con su mirada a los padres del muchacho que, como siempre, se encontraban ocupados atendiendo su negocio y a las necesidades de sus clientes.

Se veían tan entregados que por un momento sintió culpa de interrumpir sus laborales, sin embargo, se regañó mentalmente. Esto era por Takato, por ver una sonrisa genuina de felicidad en su rostro, y por lo tanto no debía haber nada que negase su cometido.

"Buenas tardes, señores Matsuda", saludó de forma cordial.

"Buenas tardes, Kouji", Mie respondió mientras su esposo seguía en sus labores. "¿Qué te trae por aquí? Espero que no sea por Takato, porque nos acabó de llamar diciendo que pasaría a la casa de tu hermano".

"Descuide, señora Matsuda", Kouji comentó. "Realmente vine aquí para pedirles un poco de su ayuda. Creo que ya saben que Takato cumple años en dos días y mi hermano y yo queremos hacer algo especial para él. Pero necesitamos ayuda para eso".

En ese instante, la sonrisa de Mie iluminó el lugar. "¿En qué puedo ser útil?".

"Bueno, tú lo conoces más que nadie", Kouji respondió. "Eres su madre. Quisiera que me contaras que cosas son significativas para él. Lo que pasa es que no suele hablar mucho de sí mismo", admitió con vergüenza.

"Comprendo", Mie sonrió. "Takato se ha vuelto muy reservado estos últimos años. Igual, estaría muy encantada de ayudarte. De hecho, de eso estaba hablando con mi esposo hasta hace poco".

"¿Qué tiene en mente?", Kouji preguntó.

"Mi esposo y yo planeábamos hornearle un pastel de chocolate, es su sabor favorito", Mie respondió.

Chocolate.

Kouji tendría que recordar ese detalle para futuras oportunidades.

"¿Hay un lugar que Takato prefiera?", preguntó impulsivamente. "Podríamos pasar toda la tarde en ese sitio".

"¿Por la tarde?", Mie lo cuestionó.

Kouji dudó por unos momentos. No había pensado, hasta ese momento, la reacción que tendrían los padres de Takato cuando contara que su hermano pensaba emborrachar a su hijo en la noche de su fiesta de cumpleaños. El problema, además de que los padres parecían ser un poco sobreprotectores desde que estuvieron conscientes de los problemas emocionales de su hijo, era que Takato y Kouichi aún eran menores de edad. Simplemente no podía decirles que planeaban escaparse a un bar.

"Mi hermano pensaba en organizar una pijamada", mintió, a pesar de sus propias dudas. Sin importar que, Kouji confiaba en Kouichi.

Pudo ver como Mie funcia el ceño como una señal de que la propuesta no agradaba de todo.

"Ufff… acabé de atender dos mesas de cinco personas cada una", Takehiro, el padre, suspiró con un tono agotado. "¿Qué sucede querida?".

"No estoy segura de esto", Mie mencionó con nerviosismo. "Querido, ¿podemos permitir que Takato se quede por fuera de casa?".

"Por supuesto, no veo porque no pueda hacerlo", él dijo con naturalidad.

"Pero… ¿Y si tiene otro ataque de pánico?", Mie exclamó preocupada.

"Un momento… ¿De quién fue la idea de que Takato se quedara por fuera de casa?".

Por poco se habían olvidado que Kouji aún seguía ahí, y lo hubiese preferido. Ser el centro de atención de los dos adultos lo hacían sentirse en medio de un huracán de tensión. Kouji tragó saliva.

"Mi hermano…", respondió. "Pueden confiar en él. Les aseguro que no tienen nada de que preocuparse".

Los segundos de silencio fueron especialmente estresantes.

"Bueno, confío en tu hermano para que cuide de nuestro hijo", Takehiro dijo al final, ocasionando un sonido de queja de su esposa.

"Pero… querido".

"Kouichi y Kouji están al tanto de la situación", pero el hombre la interrumpió. "Y realmente se preocupan por nuestro hijo. Además, Takato debería hacer lo que todos los chicos hacen a su edad. Impedírselo le hará más mal que bien".

Kouji tenía que sentirse agradecido por un hombre tan comprensivo como lo era el padre de Takato. "Si tan sólo supiera que los jóvenes de su edad se escapan de vez en cuando para beber en bares nocturnos".

"Está bien", Mie cedió finalmente. "Te encargo mucho a mi hijo. Ahora, regresando al tema del cumpleaños…".

"¿Estaban hablando de su cumpleaños?", Takehiro volvió interrumpir, lo que le hizo merecedor de una mirada severa por parte de Mie.

"Si, hablando de eso", Mie recapituló. "Hay varias cosas que quisiera contarte, Kouji".

Los tres se sentaron en una de las mesas del local y empezaron a discutir los gustos de Takato. Paralelamente, Kouji se preguntó que estaría haciendo su hermano en este momento.


Takato pasó directamente al cuarto de Kouichi, sin detenerse a revisar el interior de la modesta casa, tal vez a causa de que su madre no se encontraba. El dueño de habitación dijo que lo esperara un poco mientras iba a la cocina y volvía. Situación que permitió que el joven Matsuda investigara el lugar en el que se encontraba con su mirada.

Había una cama, un armario y un escritorio. Nada fuera de lo usual y que no se encontrara en su propia casa. Aun así, el espacio era justo para una sola persona y no pudo evitar sentirse fuera de lugar.

Una lucha interna empezaba a gestarse, protagonizada por su indecisa mente y una silla de la mesa del escritorio, la cual era solo una. No podía simplemente sentarse en esa silla, la cual iba a ser usada por Kouichi más adelante, por lo cual sería irrespetuoso. Y, luego, estaba el borde de la cama, opción que desechó al instante. De modo que permanecería de pie, sin importar cuanto dolor tuviera que soportar sus piernas, hasta que Kouichi le indicara que sería lo más apropiado.

¿Cuánto tiempo pasó?

¿Diez? ¿Dos minutos?

¿Por qué se sentía en un momento eterno?

"Ya regresé", Kouichi mencionó sonriente, atravesando la puerta de su habitación con una bandeja de madera, la cual sostenía dos bebidas y dos sándwiches. "¿Por qué aun sigues de pie?".

"No había lugar donde pudiese sentarme", Takato respondió avergonzado.

"¡Cómo no! Tienes la silla de mi escritorio".

"Es tu silla", replicó. "¿Dónde te sentarías tú?".

"Podríamos compartir", Kouichi respondió con simpleza. "Pero si es por espacio, podríamos sentarnos en el borde de mi cama". Acto seguido, el joven Kimura se sentó sobre el borde de su colchón y dio un par de palmaditas para que Takato hiciese lo mismo.

Demasiado cerca, se dijo Takato.

Y como detestaba que los latidos de su corazón comenzaran a molestarle. Además, pudo sentir calor acumularse en sus mejillas. Ahora, debía reclamar el control sobre sí mismo.

Entonces, Takato sonrió y se sentó al lado de Kouichi, tal como este le había indicado, aparentando normalidad. Sin embargo, lo último era realmente difícil cuando los ojos negros de su amigo se posaron sobre él.

"Takato… ¿sucede algo?", Kouichi pregunta.

¡Genial!

"No sé de qué me estás hablando", Takato respondió en un pésimo intento por permanecer relajado.

Kouichi solo lo estudió en silencio, con una expresión en su rostro indicando que no le creía nada en absoluto. Posteriormente se levantó y dejó la bandeja de madera encima de la mesa de su escritorio, el cual estaba hasta ese momento sobre sus piernas, para luego regresar al mismo lugar.

"Creo que saber qué es lo que tienes", Kouichi dijo de repente.

"¿A sí?", Takato pregunta al borde del pánico.

"Es una suposición, pero es lo que más tiene sentido para mí", Kouichi comenzó a explicar. "Simplemente no estás acostumbrado al contacto físico con otras personas. Puedo ayudarte si me lo permites".

Takato se encontró sin aliento. Intentaba desesperadamente decir algo, sin embargo, lo único que lograba era ponerse más incómodo. Le era más fácil desviar el tema.

"¿No deberíamos estar haciendo los deberes de la escuela?".

"No, esto es más importante", Kouichi sonríe y, sin previo aviso, coloca una mano sobre la suya.

Takato tuvo un sobresalto mayúsculo, por no decir menos. La frecuencia de los latidos aumento más, al igual que su respiración, al punto de notarse insoportable y sus mejillas ardieron.

"¿Qué haces?", preguntó alterado.

"Solo respira", Kouichi dice. "La gente suele subestimar mucho el poder del cuerpo, ¿no crees? Mira lo que un simple toque es capaz de hacer".

"Bueno, ya probaste tu punto", Takato comenta con rapidez, esperando que Kouichi terminara con lo que sea que estuviera haciendo, aunque él no era capaz de separarse del contacto.

O tal vez no quería.

Por supuesto, Kouichi parecía tener consciencia de su conflicto. "Dime, ¿Te gusta?", pregunta fortaleciendo su agarre.

"Yo… yo no sé".

Takato lo único que podía ver era como los dedos de Kouichi se aferraban a su mano temblorosa.

"Intenta ser sincero conmigo, para eso estamos los amigos…".

Bueno, era cierto que eran amigos. Podía intentar ser sincero.

"Se siente cálido", respondió, con voz baja, al final.

"Ya veo", la sonrisa de Kouichi se ensancha y su voz se escucha casi como un murmullo. "No olvides decirme siempre como te sientes, ¿de acuerdo?", y, acto seguido, con su mano libre toma la cabeza de Takato y hace que se recueste sobre su clavícula.

Estaban demasiado cerca el uno del otro, tanto que Takato podía sentir la respiración agitada del propio Kouichi y el latir de su corazón. Supo que Kouichi estaba nervioso, al igual que él.

"Nuestros cuerpos pueden decir más de lo que nuestras palabras pueden llegar a hacer", Kouichi habló mientras tanto. "El contacto puede revelarnos muchas cosas acerca del otro. Yo puedo darme una idea mucho más cercana de ti y tu obtienes una idea más cercana de mí. Siempre he dicho que es la manera más sincera de comunicación que pueda haber"

Takato solo permanecía en silencio, dejándose llevar por las nuevas sensaciones. No se sentía como los abrazos constantes de su madre, o el apretón de hombro que le daba su padre con sus pesadas y ásperas manos. Era definitivamente distinto.

Su respiración agitada se calmó con el tiempo, pero el bombeo de sangre seguía fuerte y sus mejillas aun mostraban ese carmín intenso.

"¿Puedo hacerte una pregunta? Espero no ser inoportuno", Kouichi cuestionó.

"Pregunta", Takato respondió.

"¿Te has enamorado alguna vez?".

Takato solo podía recordar una vez que sintió algo parecido a amor por otra persona en su niñez. Era Jeri Katou, la chica amable que perdió a su camarada Digimon en una guerra que no le correspondía, la chica que se terminó alejando, al igual que sus otros viejos amigos.

¿La hubiese podido retener a su lado si alguna vez se hubiese atrevido a contarle lo que sentía?

"Si, pero fue hace mucho tiempo", dijo.

"¿Y ahora?".

La siguiente pregunta lo tomó por sorpresa, para la cual no tenía respuesta alguna.

"Descuida, no tienes que responder eso último si no quieres", Kouichi dijo. "Solo disfruta del momento, ya después tendremos mucho tiempo para hablar sobre eso".

Kouichi, hasta el momento, era muy asertivo. Parecía ser alguien que comprendía mejor sus emociones de lo que él mismo era capaz de hacer. Era una sombra que lo protegía, que lo ayudaba a comprender. Takato deseaba quedarse ahí para siempre.

Ya habría tiempo para pensar y hacer todo lo demás.


Ese día Takato no había ido a la escuela, probablemente a causa de una recaída repentina. Kouichi podía saber que eran constantes y tan poderosas como para obligarlo a quedarse en cama todo el día. Siendo así, solo faltaba un día para su cumpleaños.

Kouichi esperaba que para entonces lograra sentirse mejor.

Mientras, su mente divagaba en los momentos que pasaron juntos el día anterior, los cuales atesoraría por lo que le quedaba por el resto de vida. Kouichi sonrió al pensar que, aunque Takato no lo hubiese dicho, era bastante evidente que el gustaba de los chicos y que no había tenido ninguna experiencia antes. Él estaba más que ansioso de mostrarle y enseñarle todo acerca de la sexualidad que no había consentido antes.

Por supuesto, Kouichi no podía saberlo todo.

"Kouichi, no esperaba encontrarte por acá", una voz lo sacó de sus propios pensamientos.

"Takuya, también es un gusto verte".

Kouichi miró a su amigo con complicidad, sabiendo que él también lo hacía. El puente en el que se hallaban traía recuerdos a su mente. Se trataba de un lugar especial al cual siempre volvía, aun cuando esa etapa de su vida hubiese terminado. Aquella etapa que tenía nombre y que, ahora, se encontraba acompañándolo. Takuya Kambara.

"Es la primera vez, después de tanto tiempo, que nos vemos en este lugar", el peli-castaño dijo. "¿Qué te trae por acá?".

"Quería tener un momento para mí", Kouichi respondió con sinceridad. "No me quedaré mucho tiempo. Debo acompañar a mi hermano a comprar el regalo de Takato".

"Diecisiete años, ¿no?", Takuya comentó.

Kouichi simplemente asintió.

"Hablando de Takato, ¿Cómo se encuentra?".

"Tan bien como podría estarlo", Kouichi respondió cortante.

Por el rabillo del ojo, vio fruncir el ceño de Takuya. "¿Cuánto más crees que estará en control?".

"Él es fuerte, podrá ganar esta lucha", el joven Kimura lo quería creer con convicción.

Nadie más que él sabía lo difícil que era mantener la oscuridad a raya. Él mismo probo una porción de esa dulce perdición cuando fue obligado a confrontar a su hermano y a sus amigos en el Mundo Digital. Él solo tuvo que acercarse al borde del abismo y mirarlo para caer en este.

Al igual que Takato, quien, a diferencia suya, era capaz de resistirse. Lo que a sus ojos lo hacían más admirable.

"Temo que no pueda hacerlo", Takuya dijo.

Como olvidar la promesa de Lucemon. El ángel caído había jurado que el chico caería y luego lo seguiría todo lo demás. Su hogar, el Mundo Digital, todo sería destruido.

Había días en los que se cuestionaba su decisión de haber salvado a Takato de su suicidio, sabiendo todo lo que sabía. A veces temía haber condenado el mundo.

Pero no podía permitirse pensar de esa manera.

"Nos aseguraremos de qué pueda hacerlo", era su responsabilidad después de todo. "Podrías ayudarnos, estar todos juntos, tal como la primera vez".

El grupo ya no estaba tan unido como cuando eran niños. Los integrantes ya empezaban a trazar sus propios proyectos de vida, los cuales los separaría inevitablemente.

"Las cosas están a punto de cambiar por aquí, ya nada será como antes. Sin embargo, siempre me tendrás para lo que necesites. Aún podemos estar juntos", Takuya comentó.

Kouichi confrontó a su amigo, mirándolo directo a los ojos. "Sabes porque no podemos estar juntos".

Takuya ocultaba secretos oscuros. Secretos que Kouichi consideraba peligrosos y que atentaban contra la confianza que alguna vez había depositado en él.

"Siempre creíste que podías leer el corazón de las personas, conocer sus más oscuros secretos. Sin embargo, hay cosas que es mejor dejar enterradas".

"Por eso no puedo confiar en ti", Kouichi reclamó ante la mirada serena de Takuya. "Eres bastante hipócrita. Lo juzgas sin siquiera mirarte a ti mismo. Lo que sea que estés ocultando, de seguro que nos matará a todos algún día".

"¡No lo juzgo!", Takuya exclamó. "Sé que no lo entiendes ahora, pero todo lo que hago es por su seguridad. Me importan todos ustedes, me importas tú".

Kouichi fue testigo de su mirada culpable. Dolorosamente, reconoció un alma que se sacrificaba a sí misma para cumplir con un objetivo, un bien más allá. Takuya siempre había sido abnegado, esa era su mayor fortaleza y su mayor debilidad.

"Tan solo quisiera que confiaras más en mí", Kouichi confesó.

Pero el silencio fue solo un recordatorio de la gran pared que ahora los dividía. Apretó sus puños con furia y miró hacia otro lado. En ese instante, su celular sonó.

"Debo irme", Kouichi dijo.

Y sin decir más, abandonó el lugar.


Takato era llevado por Kouji a oscuras, debido a un vendaje que cubría sus ojos, sin indicios de su destino. Fue el día de su cumpleaños cuando un auto apareció a la entrada de su escuela. Dentro, se encontraba una pareja, un hombre y una mujer, ambos de cabello negro y corto, y detrás, Kouji lo observaba.

"Entra", dijo.

"¿Qué es esto?", Takato preguntó.

"Son mis padres", respondió, mientras los aludidos lo saludaban. "¿Estás listo para tu cumpleaños?".

Sus labios se curvaban en una sonrisa e intentaba adivinar el plan de Kouji para ese día. Takato, por su parte, solo planeaba pasar su tarde con ellos y luego regresar a casa para comer la torta que sus propios padres de seguro habían preparado. Sería perfecto, sin embargo, su curiosidad le ganaba.

"¿Entonces entro?", preguntó con nerviosismo.

A lo que Kouji asiente energéticamente. "Y también ponte esto", dijo, sacando el vendaje de uno de sus bolsillos.

El resto del viaje en automóvil se mantuvo en silencio. Podía escuchar las conversaciones y responder un par de palabras de vez en cuando, pero nada más allá de eso.

Cuando se detuvieron, Kouji lo ayudó a bajarse del vehículo, y ahora lo guiaba a través de lo que parecía ser varios escalones. Por supuesto, el progreso era lento, pero no había razones para apresurarse. Kouji lo sostenía de los hombros, en un apretón cálido que no pudo evitar comparar con el abrazo que Kouichi le había dado hace un par de días atrás.

"Vas muy bien", Kouji dijo. "Casi llegamos".

"Siento que ya he estado aquí", Takato murmuró en respuesta.

Sentía el rozar de hojas duras y humedad en sus piernas y brazos, y la luz del sol de medía tarde sobre su rostro. Se sintió como un niño de nuevo, en los tiempos en los que fue más feliz a pesar de enfrentar los problemas que venían de parte del Mundo Digital. Podía imaginarse a sí mismo en ese viejo escondite bajo el ardiente sol buscando el portal hacia otro mundo.

Una sonrisa nostálgica apareció en su rostro.

"Ya estamos", se detuvieron, él casi tropieza y cae. "Puedes quitarte la venda".

Cuando lo hizo, Takato se descubrió en el viejo escondite de Guilmon, en compañía de sus padres, una mesa de madera, unas sillas, una torta de chocolate, Kouichi y un enorme objeto envuelto en papel regalo. La situación se le hizo muy extravagante, había quedado sin habla.

"Nada mal para preparar todo en dos días, ¿no?".

Takato apenas podía poner atención cuando su mente se inundó de recuerdos de sus primeros días como Tamer. El nacimiento de Guilmon. Su primer encuentro con Jenrya, su mejor amigo durante algún tiempo, y Terriermon. Su primera batalla con Renamon y Ruki. Recuerdos que no espero que volvieran a resurgir.

Lagrimas empezaron a salir de sus ojos mientras divagaba en el mundo de las memorias. Los presentes se preocuparon, pero el ofreció una sonrisa tranquilizadora, una de esas sonrisas genuinas que expresaba solo agradecimiento.

"Gracias", dijo mientras pasaba la manga de su saco por sus párpados húmedos. "Gracias".

Le habían regresado sus buenos recuerdos. Era impresionante lo que un lugar era capaz de provocar en él.

"Tengo que admitirlo, cuando sugerí a tus padres que hiciéramos la reunión en este sitio, temí por un momento ser causante más dolor que bien, pero...".

"Nunca podrías", Takato interrumpió, volteándose a verlo. Observó a Kouji sonreír cálidamente, otorgando esa expresión de cariño solo para él, lograba que se sintiera completo.

El gesto de Kouji, las caricias de Kouichi, pequeñas cosas que lo hicieron feliz.

Takato se permitió actuar impulsivamente, tomó la mano de Kouji y ambos corrieron presurosos donde los otros aguardaban.

Era innecesario agregar que todo había salido perfecto esa tarde. La torta, el regalo, un gran lienzo, paleta, pinceles y pinturas; los amigos y la familia. No podría haber querido pedir cualquier otra cosa. Sin embargo, lo más interesante llegaría en la noche. Era su cumpleaños, después de todo.


Se había sorprendido de la descarada mentira que los gemelos a sus padres, quienes nunca le permitirían salir a un bar en la noche y beber alcohol, cosa que nunca había hecho, hasta el día siguiente. La mentira de la pijamada fue ingeniosa, aunque resultara extraño que su madre accediera a ello cuando aun sufría de terrores nocturnos.

La noche ya había caído hace un par de horas, habían comido y ahora se encontraban haciendo fila para entrar al bar. Takato, por obvias razones, estaba nervioso.

"¿Ya has estado aquí antes?", preguntó.

"Por supuesto, ya varias veces", Kouichi le aseguró. "Te sorprenderías de la cantidad de establecimientos que incumplen con las reglas cuando se les presenta una cara bonita".

Bueno, era cierto que Kouichi era atractivo, pero aún le sorprendía que se manejara en el campo de la ilegalidad.

Un momento, ¿pensó que Kouichi era atractivo?

"¿Y cómo es?".

"Ya lo verás", Kouichi le tomó la mano. "No tienes nada de qué preocuparte, estás aquí para divertirte".

"Sí, claro", Takato asintió, intentando ocultar el sonrojo en sus mejillas sin mucho éxito. Kouichi lo podía ver claramente.

¿Qué estaría pensando cuando lo veía a él? ¿Qué idea cruzó por su cabeza que hizo que entrelazaran los dedos de sus manos por primera vez?

"Identificaciones", una voz autoritaria dijo.

Mierda, ahora sí que los habían atrapado.

"Hiroki", Kouichi exclamó con una sonrisa. "Hace tiempo que no te veía".

Pronto, la dura expresión del guardia de seguridad desapareció y, posteriormente, respondió con la misma alegría que Kouichi. "Lo mismo digo. ¿Quién es tu amigo?".

Takato, en todo ese tiempo, permaneció en silencio y dejó que Kouichi se hiciese cargo de la situación.

"Él es Takato, estudiamos en la misma escuela".

"Hola", dijo a duras penas.

"Resulta que es su cumpleaños y pensamos celebrarlo en este lugar", mientras el joven Kimura continuaba la charla. "No quisieras arruinarlo, ¿verdad?".

El guardia, identificado como Hiroki, negó con la cabeza. "A ti nunca te negaría nada. Solo no te metas en problemas".

"Muchas gracias", Kouichi pico con uno de sus ojos al hombre mayor, su rostro parecía expresar algo sugerente. Takato apenas podía imaginarse de que se trataba, algo que, por supuesto, lo hizo enrojecer. "Vamos Takato, tenemos toda la noche por delante".

"Si", asintió, entrando junto con Kouichi a su primer bar.

El ambiente lo golpeó de inmediato, la música se sintió especialmente estridente y la temperatura cambio abruptamente. Había una gran cantidad de personas en el lugar que bailaban y bebían, muchos de ellos adultos, aunque con sorpresa descubrió a chicos y chicas de su edad. Entonces, recordó las palabras de Kouichi que rezaban que había reglas que el establecimiento rompía.

Por ahí decían que las reglas estaban para romperse y finalmente empezaba a verle el lado atractivo a dicha idea.

"Ven, acerquémonos a la barra", Kouichi gritó.

Tenía que hacerlo, de otro modo no podría escucharle.

Kouichi empezó a guiarlo, aun tomados de la mano. La sensación era demasiado agradable como para dejarla ir. Y, apenas llegaron, el barman les ofreció dos copas como cortesía de la casa mientras les entregaba el menú.

"Este lo tienes que tomar derecho. Es una bebida fuerte, así que no la saborees".

"Entiendo", Takato exclamó con nerviosismo y emoción mezclados. Era su primer trago, por todos los santos.

De ahí en más, debía imitar los pasos de Kouichi con su propia copa. Vio como este colocaba el borde del envase en sus labios y volteaba la cabeza hacia arriba, dejando que la bebida alcohólica fluyera dentro de su boca. Fue testigo de los efectos inmediatos tales como el rubor en las mejillas de Kouichi y la mirada levemente nublada.

"Es tu turno", Kouichi animó.

Y Takato así lo hizo. Sentía su garganta arder con el paso del líquido a través de esta, tuvo que toser poco después. La temperatura de todo su cuerpo subió de golpe y tuvo una leve sensación de mareo.

"Wow", fue todo lo que dijo mientras intentaba recuperarse.

"Eso es para que entres en calor", Kouichi sonreía. "¿Cómo te sientes?".

"Bien", Takato respondió con especial animosidad. "Sin embargo, es amarga".

"Así se supone que debe ser", Kouichi rió un poco.

El barman regresó poco después, Kouichi entonces pidió para ellos dos botellas de saque y pagó al momento. Mientras bebían, Kouichi explicaba cómo había conocido el bar y al guardia de seguridad, en una historia digna de irreverencia y descontrol hormonal absoluto. Takato se limitaba a escuchar sus relatos de como el joven Kimura expresaba su sexualidad como un espíritu libre y desenfrenado, lo cual lo hacía intrigante.

Takato bebía y se dejaba llevar por el ambiente. Se dejaba perder en el mar de sensaciones provocadas por el alcohol y la música. Fue fácil aceptar la invitación a la pista de baile, aun cuando no sabía cómo bailar de manera adecuada. Su sentido de raciocinio, para ese entonces, estaba totalmente adormilado.

Su cuerpo estaba demasiado cerca al de Kouichi en esa pista de baile, en parte gracias a la alta concentración de personas que se hallaban en el lugar. Podía sentir sus manos en sus caderas, acercándolo aún más, y los movimientos que lo mantenían en un estado de desconexión con el resto de la realidad. Su mente estaba concentrada en el tacto que se le otorgaba, las manos rozando su espalda baja y sus los muslos de sus piernas; en la mirada intensa y el calor del momento.

Recordó lo bien que se sentía tener la mano de Kouichi sobre la suya y captar su respiración y latidos acelerados. Sin embargo, no era nada como las corrientes de electricidad que atravesaban su columna por cada roce. Su cabeza traía a colación las experiencias sexuales de su actual pareja de baile, los toques y los besos, que lo embriagaban a tal punto de desear ser protagonista en ellas.

Para ese entonces, sus hormonas empezaban a hacerse cargo.

"Eres muy lindo", Kouichi murmuró con voz ronca, cerca de su oído, logrando estremecerlo.

Takato no tenía palabras para responder, no sabía cómo corresponder al halago. Solo que era algo que no parecía importarle a Kouichi, quien ya se mostraba especialmente satisfecho.

Kouichi tomó el rostro de Takato con una de sus manos, mientras la otra le sujetaba desde la cintura. Takato, por su parte, se sostenía de sus hombros. La cercanía era tal que sus narices se rozaban la una a la otra y sus bocas eran capaces de compartir las bocanadas de aire.

Takato cedió a sus instintos más primitivos y cerró sus ojos, dejando a un lado toda vergüenza que hubiese podido sentir en el último momento. Kouichi fue receptivo al mensaje, profundizando el contacto físico al posar sus labios sobre los suyos. El beso fue suave, inició como un roce y evolucionó a algo más intenso. Los labios del heredero de la oscuridad comenzaban a moverse encima en una danza lenta, incitando a Takato para que lo imitara.

Takato realizaba su mejor esfuerzo, sin embargo, por seguir su paso. Su falta de experiencia hizo que decidiera terminar con el beso. Ahora, respiraba pesadamente.

"¿Cómo te sientes?", Kouichi realizó la misma pregunta por segunda vez en esa noche. Para él, era importante la comodidad de su acompañante. Takato lo sabía.

"Lo siento. Me hubiera gustado hacerlo mejor", admitió.

"No tienes por qué presionarte", Kouichi murmuraba. "Solo debes dejarte llevar", dijo con voz sugerente.

Fue cuando volvió a besarlo, pero con mayor intensidad que antes. Takato sintió los dientes de su pareja morder el labio inferior con fuerza, quejándose y abriendo su boca un poco, oportunidad que Kouichi aprovechó. La lengua húmeda invadió el interior de su cavidad, arrancando un gemido ahogado.

Se sentía bien, pero tenía que separarse al final, cuando notó que el aire comenzaba a hacerle falta.

Takato miró a Kouichi a los ojos, pensando por primera vez en las consecuencias de esa noche. Los efectos del alcohol ya habían disminuido.

"Feliz cumpleaños, Takato".

¿Qué sucedería de ahora en adelante?


Una sombra negra emergió entre los callejones oscuros de la ciudad. Había regresado después de lo que pareció ser una eternidad, a este mundo lleno de dolor y desgracias. Detestaba haber vuelto y nunca lo habría hecho de no haber sido necesario. No importaba si su familia se preocupaba o no por él desde su partida, ninguno de ellos significaba algo para él más que una simple atadura.

Él estaba ahí porque tenía una misión sagrada que cumplir. Él liberaría a los Elegidos de las cadenas de ese mundo material y corrupto, los llevaría a la tierra prometida. Tan sólo debía encontrarlos.

Él sonrió a la nada misma, prometiéndose a sí mismo que, por lo menos, se divertiría. Detrás suyo, la maldad y la locura lo seguirían.

Notas finales:

Preview: los noticieros anuncian recientes desapariciones. Las causas, plenamente desconocidas. Dos fuerzas se involucran para resolver dicho misterio, mas la respuesta a este podría encontrarse en una pintura.


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