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Último deseo por anomnilerr

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Notas del fanfic:

Como siempre, los personajes son de Togashi pero yo los hago contraer matrimonio porque, no se, yolo.

Estaban tirados sobre el pequeño bote, perdidos en un mar abierto lo suficientemente grande para pensar que nadie los encontraría, lo suficientemente oscuro para que las estrellas brillaran como nunca antes las habían visto. Estaba bien, estaban juntos. 

 

-Kurapika ¿Estas dormido? 

-No.

 

Leorio estaba recostado hacia la dirección contraria que el rubio, podría decirse que su cabeza apuntaba al norte, pero lastimosamente en ese punto ya no sabían lo que era norte o sur, dónde empezaban ellos y terminaba el mar y la nada. La voz de Leorio era un susurro lanzado al cielo, sin embargo la calma era tan absoluta que incluso si hubiese hablado bajo el agua, Kurapika hubiese podido escucharlo claramente. 

 

-¿Cómo te sientes? 

-¿Preguntas si aún estoy vivo? 

-Pregunto si lo estarás. 

 

Kurapika sonrió, con la mirada perdida en la estrellas. 

 

-Estare bien, deberías preocuparte por descansar. 

-Tal vez lo haga…

 

Hubo un minuto de silencio, Leorio respiró profundo y continuó, ya estaban por cumplir dos semanas en altamar, habían dejado de comer hacer cinco días y la última botella de agua potable se había dado de baja hace tres horas. 

 

-¿Estás preocupado? 

-No, pero debo admitir que está no es mi situación favorita. 

-Lo haces sonar como si pudiera ser mejor. 

-Lo sería…

-¿Cómo?

-Si no estuvieras aquí.

 

Leorio guardó silencio, Kurapika entendió que se escuchaba peor de lo que pensaba y procedió a explicarle a Leorio que no era su intención parecer un imbécil. 

 

-Yo nos metí en esto, por eso no quiero que te preocupes, nos sacaré…

-Se a lo que te refieres…-Respondió Leorio severo- Pero ya basta, es ridículo, no olvides que también soy un cazador, vine aquí como tu colega, no necesito que me cuides.

 

Kurapika bajó la vista un momento hacia la dirección de la cual provenía la voz de Leorio. 

 

-Tienes razón…-Sonrió levemente, había algo en el mal humor de Leorio que lo divertia y relajaba. 

-Claro, aún no me siento moribundo como para que un idiota como tú me subestime. 

-Ya veo, me disculpó. Ahora deberías callarte y dormir.

-No me da la gana. Estoy tratando de disfrutar alguna parte de esta desgracia. Ya sabes, en comparación a otras circunstancias esto es bastante tranquilo. 

-Sugieres que es mejor morir por causas naturales a ser perseguido y asesinado- Declaró el rubio con un sarcasmo casi molesto. 

-Sabes que lo es.

-Difiero, quedarse sin comida y agua potable índuce al ser humano a un punto de tensión crítico antes de morir, sería vergonzoso pasar mis últimos días actuando como un animal. 

-Eso no pasará, digiste que nos sacarías de esta basura y nunca declaras nada en vano, además ¿Tú actuando como un animal? Como si eso fuera posible en alguien tan pretencioso. 

-Prometí sacarte a ti de esto, pero ya me dejaste en claro que puedes hacerlo por tu cuenta. Sin esa motivación doy mi trabajo por terminado. Por lo tanto, podemos no tener suerte está vez. 

-Si tuviéramos suerte en primera instancia, no estaríamos aquí y no hagas planes de rescate que no te incluyan, sabes de antemano que los arruinare. Podemos morir juntos, sería hasta poético. 

-Claro, porque no hay nada más romántico que descomponerse bajo el sol y sal.

-Hablando de romance, podríamos…-Kurapika puso los ojos en blanco, sabía hacia dónde iba Leorio con es punto. 

-No, debemos guardar energía. 

-¡Oh, vamos! Ya me quedó claro que podríamos morir, solo estoy ejerciendo mi derecho a pedir un último deseo.

-Es un pésimo último deseo. 

-¿A si? 

-Si, es estúpido y primitivo. 

 

Leorio sonrió. 

 

-Lo dices como si tú no lo disfrutarás- Kurapika frunció el ceño ante aquella respuesta, estaba bien que Leorio no pudiera verlo desde esa posición, porque de ser ese el caso, el rubor que estaba en sus mejillas se hubiese hecho mucho más visible. 

-¡Ya basta! Estás siendo molesto a propósito. 

-Bien, bien ¿Qué pedirías tú sabelotodo?

-Un rescaté. 

-Eso es una mierda, además es ridículamente aburrido. 

-Es un último deseo práctico. 

-Es ilegal, no puedes hacer eso. 

-¿Quien lo dice? 

-Es obvio, es como la cláusula de los genios que especifica que no puedes pedir deseos infinitos. 

-Los genios no son reales, Leorio. Eso no cuenta como un argumento. 

-Aún así, es muy aburrido. 

-Te dejaré la diversión a ti, yo estoy más concentrado en salvar nuestras vidas. 

-Pues bien, entonces pides un maldito rescate…

-Si. 

-¿Definitivamente? 

-Si. 

-Que maldito desperdicio- Kurapika no había notado en qué momento todo esto se había vuelto una discusión. 

-Sigues diciendo que mi deseo es ridículo, pero no veo que tú tengas algo mejor. 

-Claro que lo tengo…

-Lo dudo mucho- Kurapika suspiró, estaba listo para darse la vuelta e ignorar a Leorio; Sin embargo el pelinegro prosiguió. 

-Quiero que te cases conmigo…

 

El rubio paró en seco, su corazón pareció apretarse tanto que su pecho quedó sin la capacidad de retener oxígeno. Había escuchado bien, lo sabía, lo tenía presente. Había definido cada palabra perfectamente en su cabeza, tragó saliva y volvió a mirar hacia las estrellas. Estaba listo para responder. 

 

-Yo, uh, no parece un buen momento. 

-No lo es, tampoco tengo un anillo. 

-¿Estas hablando en serio? 

-Claro que sí, sabes que no diría algo tan importante solo porque sí.  

-¿Porqué ahora? 

-¿Porqué no? Es decir, tú mismo lo dijiste, puede que no tengamos tanta suerte está vez.

-Eso no es muy alentador. 

-Por otro lado, si me dices que si. Tal vez sobreviva para poder casarme contigo. 

-Insinuas que debo casarme contigo para que tengas razones para intentar sobrevivir- Kurapika sonrió levemente, Leorio rió por lo bajo. 

 

-Puede ser ¿Entonces, qué dices? 

 

Kurapika miró el cielo, su cara y voz ya se habían normalizado lo suficiente. 

-Es un chantaje innecesario- Respondió con su tono usual -Siempre he pensado que eres el único.

 

Leorio sonrió, Kurapika solo era capaz de hablar de sus sentimientos amparado por el estoicismo. Pero no hacía falta un excesivo tono melodramático para esta respuesta, Paladiknight sabía que solo él tenía el privilegio de escucharle decir ese tipo de cosas, era sincero y con eso le bastaba. 

 

-Entonces es un si. 

-Lo es. 

-¿A penas toquemos tierra? 

-¿Qué? 

-Cuando lleguemos a puerto, todos los pueblos tienen una oficina conyugal. Podemos hacerlo. 

-Estamos sucios.

-¿Y? 

-Suena como una locura. 

-Lo es. 

 

Kurapika dejó salir algo de aire, sus ojos brillaban en una tonalidad rojiza que evidenciaba su estado mental, pero eso no era tan relevante, como la sensación aflorante en su estómago.

 

-Bien. 

-¿De verdad? 

-Claro que si.

 

______________________________________

 

Ambos caminaron sucios por los callejones de Bivalonia, los marineros que los rescataron no pudieron rellenar su formulario de rescate debido a que al tocar tierra, aquellos cazadores habían abandonado de forma misteriosa la nave y la compañía de la tripulación. 

La sala de espera de la oficina conyugal estaba llena, al parecer en un puerto era muy común que los marinos se casarán estando borrachos. Por lo tanto no se sintieron tan ridículos al estar completamente sucios y maltratados, al menos ellos dirían sus votos sobrios. 

-Consegui estos anillos entre la tripulación. 

-¿Con qué dinero los pagaste?- Cuestionó Kurapika. 

-Emm, supongamos que fueron parte de una apuesta en un juego de cartas. 

-¿Que ofreciste a cambio?- Leorio se tensó, rasco su nuca con algo de incómodidad mientras buscaba una excusa. Kurapika no pudo evitar asombrarse cuando entendió la implicación de estos gestos. 

-¿Dónde está tu licencia? 

-En mi bolsillo, no debes preocuparte, no la perdí. 

-Eso es por lejos lo más irresponsable que has hecho…

-No lo hubiese hecho si no fuera importante. 

-Podriamos haber esperado. 

-Sabes que no es una opción, cariño. Me niego a dejar esta ciudad sin un documento que certifique que ahora eres el Sr. Paladiknight. 

 

Kurapika se sonrojo tanto que pensó que podía mezclarse con aquellos marineros a los que el alcohol les había tostado los pómulos. Aquella declaración lo había superado, por lo tanto no pudo proseguir con su regaño. La última pareja que los antecedida entró.

 

-Seguimos nosotros. 

-Lo se. 

 

Leorio tomó ambas manos de Kurapica. El rubio aún miraba hacia el piso algo avergonzado, era inusual que se demostrarán cariño en público, no porque se avergonzaran, más bien, solo no era su estilo. 

 

-Hey ¿Estas bien?- Consultó Leorio. 

-Yo, uh, lo estoy. Solo algo nervioso. 

-Eso está bien. 

-¿Lo crees? 

-Claro, yo estoy aterrado- Kurapika levantó la cabeza ante esa confesión, miró a Leorio con el ceño algo fruncido. Se sentía vulnerable y ansioso, estaba frente a la persona con la cual había escogido pasar el resto de sus días, su estómago se reducía a un caos extraño pero agradable y sus manos temblaban sobre las de Leorio, quien a su parecer, no se veía más tranquilo. 

 

-Creo que acabo de olvidar lo que debía decir- Confesó Leorio, Kurapika dejó escapar una pequeña carcajada.

-Se a lo que te refieres- Leorio acercó una de las manos de Kurapika y la besó. 

-Estas frío.

-¿Lo estoy?  

-Kurapika…

-Leorio…

 

-Siguientes. 

 

Ambos palidecieron ante el llamado de la asistente, sin embargo, las ansias mueven hasta las piernas más débiles. Ambos dejaron atrás el umbral exterior y se adentraron. 

La ceremonia resultó sencilla, los anillos terminaron siendo algo más grande de lo que estimaban y la ceremonia duró apenas quince minutos. Sin embargo, cuando salieron de aquel lugar las calles ya no parecían ser las mismas, ellos de por sí ya no eran los mismos. 

 La tarde término con un préstamo de parte de Killua, a quien Leorio llamó para explicar que estaban sin nada de dinero en un país desconocido, con ropa sucia, días sin bañarse, rasguños frescos y claro, recién casados. Killua se encargó de hacerle saber a Leorio que era un perdedor y que no entendía como Kurapika había aceptado un matrimonio bajo esos términos, sin embargo se despidió felicitandolos y asegurándole a Leorio que él se haría cargo de los gastos de los próximos días para intentar arreglar aquella penosa situación, quedaron de verse más tarde junto a Gon para celebrar. 

 

Leorio colgó y observó a Kurapika. Estaban sentados en una acera comiendo un sándwich barato que habían comprado con los últimos centavos del rubio. La gente que pasaba los miraba extraño y el emparedado solo constaba de tomate y una rebanada de queso que sabía algo añejo, pero nada importaba en aquel momento. 

 

-Killua piensa que te casaste con un idiota. 

-Es una consejo irrelevante, eso ya lo se. 

 

Leorio lo miró desafiante y con una mirada cómplice, ambos reventaron en una risa sigilosa con la boca medio llena, la inclinación hizo que sus frentes se unieran. Tal vez la gente los miró peor después de eso, pero no era importante, porque en su mundo compartido estaban juntos. Y eso bastaba. 

Notas finales:

Espero que les haya gustado lo suficiente<3


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