Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Somebody Save Me por JennVilla

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡Hola! Vengo con un nuevo fanfic por aquí :3

Espero que les guste y que me acompañen por el resto de la historia.

Hermione movió un alfil sin prestar demasiada atención al juego.

Últimamente no podía conciliar el sueño y definitivamente, eso le ponía de mal humor. Era su último año en Hogwarts y quería recuperar todo el tiempo que había perdido en la guerra, para así ponerse al día en sus estudios y conseguir unas notas aceptables para poder aplicar a la Medimagia.

Su novio aprovechó el mal movimiento en el tablero de ajedrez y movió su reina, ganando por quinta vez en el trayecto que llevaban en el Expreso de Hogwarts.

—Jaque mate. —dijo Ron con una sonrisa.

Hermione se concentró en el presente y no se perdió la sonrisa de Ron; cuando sus ojos azules le miraron con un tenue brillo, ella forzó un puchero sólo por hacerle sonreír más. No podría desaprovechar ninguna oportunidad por ver de nuevo al antiguo Ron.

Ron bostezó y estiró los brazos, simulando chocar con los hombros de Harry, quien se encontraba a su lado con la vista fija en la ventana. Ron suspiró audiblemente al no recibir respuesta de su amigo.

Ron sabía por todo lo que estaba pasando Harry. Desde la muerte de Cedric Diggory, Harry había cargado en su conciencia el peso de la culpa, la responsabilidad de la muerte de un inocente; lo mismo había pasado con Sirius y todo empeoró en la batalla. Todas las muertes habían doblegado a Harry, convirtiéndolo en un chico melancólico y taciturno.

Ron sabía que Hermione aún temblaba al ver en su brazo la abominable marca de la tortura sufrida a manos de la hija de puta de Bellatrix; sabía que tendría que pasar mucho tiempo para que su novia pudiera olvidar ese fatídico momento.

Ron sabía que él mismo estaba incompleto. Su familia siempre había estado unida -a pesar de los inconvenientes con Percy-, los Weasley habían sabido sobrellevar todos los obstáculos e incomodidades que se le presentaban... habían sido una familia feliz, y perfecta.

Fred ya no estaba. George, aunque aún vivía, tampoco estaba; le faltaba su otra mitad. Su madre, ya no era la misma... en fin, ningún Weasley había podido superar la pérdida.

Un pequeño quejido lo sacó de su ensoñación. Era Harry, al parecer se había quedado dormido y ahora tenía una pesadilla. Como Ron. Como Hermione. Pero para Harry era diferente.

Hermione también escuchó a Harry y compartió una mirada con Ron, para luego acercarse al azabache y arrodillarse frente a él.

—Harry... despierta. Regresa con nosotros. Estamos aquí para ti, Harry. —los ojos de Hermione ya escocían y Ron se apresuró a confortarla mientras que con otro brazo daba suaves palmaditas a Harry.

Harry despertó con una fina capa de sudor en su frente y miró asustado a sus amigos. Había soñado con lo mismo de siempre; un montículo de cadáveres en el patio de Hogwarts, con los que murieron en la batalla y con los que no. En la cima del montículo había podido ver a una inconfundible cabellera castaña, junto a una pelirroja. Harry era el único superviviente, y estaba sobre sus rodillas contemplando con angustia a todos los caídos.

Respiró profundo y se obligó a sí mismo tranquilizarse. Ni Hermione ni Ron tenían que soportar sus tonterías. Forzó una sonrisa perezosa y entrelazó su mano derecha con la de Hermione, al mismo tiempo que se acercaba más a Ron.

—Me he quedado dormido de nuevo, chicos. Debería jugar de nuevo al ajedrez... ¿Qué dices Ron? Al parecer hoy el viaje en el tren está más largo que de costumbre.

El gesto preocupado de Ron cedió un poco y con un movimiento de varita organizó todo el tablero en su posición original. Hermione suspiró y sonrió débilmente, decidiendo darle tiempo a Harry para hablar sobre sus pesadillas.

—Lo que pasa es que está yendo más lento de lo común, la profe- la directora McGonagall ha...

Un grito se escuchó fuera del compartimiento y Harry se estremeció.

—No pasa nada, Harry. Seguramente es alguien haciendo una broma. —le tranquilizó Ron.

—Harry, ¿dónde pasarás las vacaciones? —dijo Hermione cambiando de tema— Acuérdate que en mi casa tenemos una habitación libre, puedes pasarlas ahí.

—Obvio no, Mione. Él irá conmigo a la Madriguera. Mamá me ha estado insistiendo en que Harry tiene que estar allí. Además, no puedes dejarme solo, Harry. George no está muy bien… y bueno, mis padres no cuentan, además de que Ginny-

Ron fue interrumpido por un golpe de su novia.

—Lo siento. —murmuró.

Ron agradeció el golpe de Hermione, ya que hubiese sido muy extraño que él mismo se golpeara al soltar lo que estaba a punto de decir. Está bien que Ginny fuera su hermana, pero Ron no quería ni verla. Esa chica se había vuelto insoportable, y ni la muerte de Fred era excusa para ese comportamiento. Siempre estaba de mal talante, y no tenía compasión con los nervios de su madre. Además de que ahora había abandonado a Harry en el peor momento y coqueteaba con cualquier chico que se le pasará por delante.

—No te preocupes, Ron. —musitó Harry con una mueca.

Hermione bufó fastidiada y preguntó de nuevo:

— ¿A dónde irás, Harry?

Harry suspiró y sonrió imperceptiblemente.

—Agradezco las invitaciones, chicos, de verdad. Pero creo que es mejor que pase un tiempo solo.

Hermione bajó la mirada y Harry se apresuró a continuar:

—Chicos, ustedes son lo único que me queda; los quiero... pero creo que me haría bien... nos haría bien estar un tiempo aparte ¿no creen? No me refiero a todo el verano, sólo los primeros días. Luego podremos reunirnos en la Madriguera y desatrasarnos de todo... nos lo merecemos.

Hermione no pudo evitar que unas lágrimas rodaran por sus mejillas, pero aun así sonrió y asintió.

—Nos lo merecemos. —repitió Ron sonriendo también.

—Estarás muy solo en Grimmauld Place.

—Estaré con Kreacher, Hermione. La mejor compañía.

Los tres rieron para ser interrumpidos abruptamente en el momento en que la puerta del compartimiento se abría y un segundo después, Blaise Zabini y Draco Malfoy eran empujados dentro, y detrás de ellos Pansy Parkinson.

— ¡Hijos de puta! —gritó ella furiosa— ¡Se arrepentirán por esto!

Los tres Gryffindor estaban paralizados. La intromisión había sido tan sorpresiva, que ni siquiera habían acatado en sacar sus varitas.

Pansy cerró la puerta con fuerza y giró hacia ellos con su mejor cara de furia.

— ¡Granger te exijo que castigues a esos mocosos de cuarto año! Nos han atacado en nuestro compartimiento y ahora Daphne y Millie están inconscientes. ¡Draco! ¡Muéstrale lo que te hicieron!

Draco se encogió de hombros y se acomodó en el asiento que había ocupado Hermione. Se sentía bastante incómodo con el Trío de Oro tan cerca.

— ¡Draco! —chilló Pansy.

—Pansy cálmate... No ganaremos nada con esto, ven siéntate aquí y esperemos a llegar a la estación. —dijo Blaise en voz baja.

Pansy pisoteó fuertemente y se sentó al lado del italiano. Los tres Slytherin se apretaron entre ellos como buscando protección, una imagen enternecedora a ojos de Hermione.

Si le preguntaban a ella, la relación entre los seis magos desde principios de año había cambiado considerablemente; no eran los mejores amigos, ni siquiera amigos, pero por lo menos ya no existía la infantil rencilla de los años anteriores. Hablaban lo indispensable y nada más; pero seguía siendo un cambio considerable.

— ¿Por qué están acá? —preguntó Ron recuperando el habla.

— ¡Ronald! —amonestó Hermione.

—No te preocupes, Weasley. No te haremos el favor de hablarte —siseó Pansy—. Granger, ¿les vas a castigar?

Hermione suspiró y se puso de pie, tambaleándose un poco por el rápido movimiento. Ron y Harry se apresuraron en sostenerla.

—A ver, Parkinson... ¿Qué te hicieron?

—Me han hecho un hechizo zancadilla y caí sobre algo muy caliente. ¡Mira mis rodillas!

Pansy mostró sus rodillas enrojecidas y heridas mientras Blaise miraba en otra dirección con el ceño fruncido.

—Lo siento mucho, Parkinson. Ahora dame los nombres y cuando regresemos después del verano, se los daré a la directora. Ya todos sabemos que este tipo de ataque no puede ser admitido y-

—Bueno, ¿pero que más podía esperar yo de Granger? —interrumpió Pansy mirando a Draco y Blaise— Después del verano, dice ella. ¿De qué nos sirve eso?

—Parkinson, estamos en vacaciones, no puedo hacer nada.

—Draco cuéntale lo que te hicieron a ti. —dijo la Slytherin ignorando a la castaña.

—No. —habló el rubio por primera vez.

—Está bien, como quieras. A Draco lo agarraron como un saco para golpes de esos Muggles. ¡Le golpearon en todas partes! Milagrosamente le dejaron la cara en paz. ¿Aun así, los acusarás después del verano, Granger?

Hermione se estaba enfadando.

—Ya te dije que-

—A Blaise le han insultado y golpeado también, no tanto como a Draco pero no importa; un Ravenclaw le ha hecho golpear contra una ventana del tren. ¡Su cabeza sonó como un huevo! —terminó Pansy desesperada.

Todos se quedaron en silencio hasta que Ron no pudo aguantar más y rio estruendosamente. Pansy, ofendida, abrió mucho los ojos y se puso de pie para intentar golpearlo, pero la risa de Blaise la detuvo.

— ¿Pero qué-?

— ¿Como un huevo dices? —dijo Ron riendo, recibiendo un manotazo de Hermione quien disimulaba mejor su diversión. Hasta Harry tenía una tenue sonrisa.

— ¿Y qué te hace gracia, Weasley? ¿Y tú por qué también te ríes, Blaise?

—No importa, Pans... mejor quédate aquí y no hagas más escándalo.

— ¡No! ¡Estoy cansada de guardar silencio! ¡Estoy cansada de que nos desprecien y nos llamen mortífagos! —gritó Pansy enfadada.

—Pansy...

—Déjame Draco. Ustedes tres no tienen nada de qué preocuparse ¿eh? El Trío de Héroes blah blah ¡nadie los molesta! Pero nosotros…

—Ya basta Pansy —siseó Draco—. Cállate y aguántate. Ya casi llegamos a la estación.

Y era cierto. El largo viaje al fin parecía concluir.

Hermione se sentía muy incómoda. Entendía por lo que estaban pasando los Slytherin; ellos a diario eran víctimas de burlas, acosos, ofensas y maldiciones en Hogwarts por ser hijos de mortífagos y en el caso de Malfoy, por haber sido uno. Harry les había contado que Malfoy había actuado coaccionado, y Hermione sabía que nadie podía ser juzgado por lo que hicieran sus padres; así que por su parte, ella les entendía y trataba en lo posible por hacer uso de su poder como Prefecta para que nadie les molestara.

Ron carraspeó incómodo.

—Ahm... ¿Y en dónde pasarán las vacaciones?

Hermione y Harry le dieron miradas reprobatorias y Ron se excusó:

—Ya lo sé, lo siento. Es sólo que no sé de qué hablar.

—No es de tu incumbencia saber a dónde vamos, Weasley —dijo Pansy—. Pero ya que tienes tanta curiosidad, te lo diré.

—Pansy... —advirtió Draco nuevamente

—Como ya saben, nuestros padres se encuentran en Azkaban así que no tenemos de otra que ir a dormir en la calle. La madre de Blaise no está en Azkaban, pero no quiere saber nada de que vayamos a pasar los días allí; Blaise ha accedido entonces a dormir con nosotros en la calle, como buen amigo que es. Eso es todo.

Draco y Blaise rieron muy a su pesar. Pansy era capaz de hablar tan fresca del tema, sólo por no poner las cosas más sombrías.

— ¿¡Van a dormir en la calle!? —exclamó Hermione sorprendida.

—Pansy está exagerando, Granger —dijo Blaise—. Creo que iremos al Caldero Chorreante.

—Pues yo preferiría ir a la calle —rebatió Pansy molesta—. Por lo menos allí no hay pulgas.

—Bueno, pues pueden dormir en la calle y conjurar mantas y almohadas. —dijo Ron seriamente.

Hermione rodó los ojos, preguntándose por qué Ron parecía no tener sensibilidad en algunas ocasiones.

—Te equivocas, Weasley, no podemos utilizar magia fuera de Hogwarts.

— ¡Eso es para los menores de edad!

—Y para los hijos de mortífagos. —sentenció la Slytherin.

El compartimiento se sumió en el silencio y Harry se sintió de repente muy mal. Por lo menos por Malfoy, ya que había intentado testificar a favor de su madre, pero sólo había conseguido una mínima rebaja de condena. Ahora el rubio estaba solo, y sus amigos también, sin poder defenderse o apañárselas bien.

— ¿Y tu mansión, Malfoy? —preguntó Ron.

— ¡Ronald! —Hermione le regañó.

—Lo siento ¿vale? No sé ni que decir... todo esto es muy... raro.

—Mi casa está en poder del Ministerio, Weasley —dijo Draco con voz aburrida—. Lo mismo que la de Pansy, ya que estamos.

—Oh...

—Sí. Oh...

—Ya estamos llegando —intervino Blaise poniéndose de pie y buscando acabar con la tensión en el ambiente—, fue un placer que nos hayan visto Trío Dorado, pero ya es hora de partir.

Pansy y Draco se levantaron.

— ¿Dónde tienen sus equipajes? —preguntó Hermione.

—Le hemos pedido a Slughorn que les hiciera un encantamiento reductor. —respondió Pansy.

Draco moduló palabras con sus labios, y Pansy le entendió.

—Casi se me olvida... chicos, sáquenlos y que Granger nos ayude con eso.

— ¿Por qué no lo hacen ustedes? —preguntó Ron con curiosidad genuina.

— ¡Ron, por favor!

— ¿Ahora qué hice?

— ¿Acaso no te enteras, Weasley? —preguntó Blaise con una sonrisa petulante— Tenemos unas varitas vigiladas por el Ministerio. Cualquier hechizo despertaría sospechas sobre nuestro futuro plan de dominar al mundo. Así que mejor evitamos problemas y sólo usamos los indispensables.

—Eso no es justo. —dijo Harry sin pensarlo.

—Nada es justo en esta vida, Potter. —dijo Draco mirándole.

Harry sintió una leve picazón en su nuca, sintiéndose incómodo por la extraña mirada de Malfoy. Hermione lo notó y le miró interrogativamente. Él se encogió de hombros.


Ya en la estación, los seis chicos estaban juntos sin saber que decir o hacer. Los Slytherin ya tenían su equipaje del tamaño adecuado.

— ¿Tienen con qué pagar en el Caldero Chorreante? —preguntó Hermione.

—No te preocupes, Granger. Lo que paga es que yo me abra de piernas y listo, los tres estamos salvados. —dijo Pansy en voz baja.

Blaise se enfadó y la zarandeó por los hombros.

—Ya te dije que no volvieras a decir eso, Pansy —le susurró—. Tengo dinero, se lo he robado a mi madre. Con eso bastará.

Pero Hermione lo había escuchado todo. Así que, rogando fuerzas y paciencia a Merlín, decidió exponer en lo que había estado pensando en los últimos minutos en el tren.

—Parkinson... tú vienes conmigo a casa. Allí hay una habitación libre.

— ¿Qué?

—Zabini, tú irás a la Madriguera con Ron. No te preocupes, allí hay espacio suficiente para el que quiera quedarse.

— ¿Qué te pasa, Granger? No vamos-

—Y Malfoy, tú acompañarás a Harry en Gimmauld Place. Ya no está bajo Fidelius y es muy grande para Harry. Además de que esa casa fue de los Black.

—No iré-

—Está bien, me alegro de que todo se haya solucionado. —concluyó Hermione sin prestar atención a las quejas de los Slytherin. Se giró hacia sus amigos quienes estaban pálidos.

—Mione, yo-

—Tú nada, Harry. Y tú menos Ron. Nos reuniremos a mitad de verano. No quiero quejas ni Howlers en mi casa. Ellos no tienen dónde ir, así que ustedes harán lo que yo diga. —dijo con su mejor tono de mamá gallina. Recordó la primera vez que Ron le había llamado así, y sonrió inconscientemente.

— ¡Hermione!

—Los quiero, mándenme lechuzas semanalmente —besó a Ron en los labios y abrazó a Harry—. Adiós.

Giró nuevamente sobre sus talones para ver a los tres Slytherin pasmados y con la boca abierta.

—Adiós... Malfoy, Zabini. Cuiden mucho de Harry y Ronald. Nos veremos a mitad de verano. Vamos, Parkinson.

— ¡No! —chilló ella.

— ¡Si! —y con esto, arrastró de una estupefacta Pansy Parkinson hacia la plataforma para luego desaparecer.

—Bueno... las chicas son las que mandan. —dijo Harry después de un largo momento de silencio incómodo.

Draco alzó una ceja con desdén y se cruzó de brazos.

—No me mires así, Malfoy. No es que yo esté muy contento con lo que hizo Hermione.

—Se llevó a Pansy como si fuera su mascota. No nos despedimos. —replicó el rubio.

—No será para siempre. Nos veremos todos a mitad de verano en la Madriguera.

— ¿¡Qué!? —exclamaron a coro Draco y Ron.

— ¡Claro! Allí siempre nos reunimos los tres. —explicó Harry sintiéndose de repente muy entusiasmado.

Ron pudo ver cómo los ojos de su amigo brillaban y sólo por eso no dijo nada más.

— ¿Y qué estamos esperando para irnos, Weasley? Tengo hambre. —dijo Blaise pensando en la afamada comida de la matriarca Weasley, según algunos rumores.

—Eh... mamá aún no ha llegado. Tenemos que esperarla.

— ¿Aún tiene que recogerte tu mamá, Weasley? —se burló Draco.

Harry viendo a su amigo nervioso, intervino:

—Ese no es tu problema, Malfoy. Tú te vienes ya conmigo.

— ¿Qué te has creído? —exclamó Draco ofendido.

Harry se agachó para alzar el equipaje de Draco, pero el rubio rápidamente se lo arrebató.

—No te iba a robar nada, sólo quería ayudarte.

—Eres un imbécil, Malfoy. —dijo Ron enojado.

—Suficiente los tres. Weasley, vamos a Aparecernos en tu casa. Estoy cansado y tengo jaqueca.

— ¡No! —contestó Ron muy nervioso

— ¿Eh?

—Ya te dije que vamos a esperar a mamá. Harry, no te vayas aún. Espera a despedirte de ella. —dijo Ron atropelladamente.

Blaise observó al pelirrojo con curiosidad; se le veía muy inquieto, más exactamente después de que mencionara el tema de Aparecerse. Sin embargo, no le dio importancia y decidió esperar a la Weasley.

Quien por cierto llegó en ese mismo momento acompañada por su esposo.

Ron suspiró aliviado y se adelantó para recibirlos para ser casi derribado por su hermana, quien pasó a zancadas junto a él. Ginny ni siquiera les miró y caminó con paso desenfadado en dirección a sus padres

Ron giró para mirar a Harry para ver si había notado lo de Ginny, pero el azabache en ese momento estaba discutiendo con Malfoy. Mejor, pensó él, no tiene por qué soportar a esa chiquilla.

—Vámonos, Zabini.

— ¿Iremos por Traslador?

—No, por Flú.

Draco abrió mucho los ojos y volvió a girarse hacia Potter.

—Ni creas que me llevarás a mí también por Flú.

—Entonces quédate en el Caldero Chorreante. Me da igual. —dijo Harry.

Molly Weasley llegó a ellos y abrazó a Harry.

—Oh... —dijo al reparar en los dos Slytherin.

—Mamá, Zabini pasará las vacaciones en casa. Hermione me ha obligado.

Blaise pasó por alto el comentario. No iba a perder tiempo ofendiéndose cuando le esperaba una casa y comida.

Molly parecía sorprendida, pero sonrió a Blaise.

—Bueno, entonces vámonos. ¿Tú también vienes, Harry?

—No, señora Weasley —dijo Harry apenado—. Iré a Grimmauld Place. Con Malfoy.

Molly miró a Draco sin expresión para luego decir:

—Ambos pueden venir a la Madriguera. No querrán estar solos todo el tiempo en esa casa tan grande.

—Hermione ha obligado a Malfoy a ir con Harry. —dijo Ron.

—A mí no me ha obligado nadie. —aclaró Draco.

—Pues entonces vete al Caldero Chorreante.

—No. Voy con Potter porque me da la gana.

—Está bien chicos, no discutan. Por lo menos vengan los últimos días a casa.

—Así será señora Weasley. —sonrió Harry.

—Bueno, es hora de irnos. Le han prestado un auto a Arthur así que iremos más cómodos.

Blaise, discretamente, suspiró aliviado y Ron le imitó. Despidiéndose, Molly se fue, seguida por su hijo y el Slytherin.

—Te escribiré, Harry. —prometió Ron girando la cabeza y moviendo su mano.

—Yo igual. —contestó Harry desde su lugar.

— ¿Por qué no mejor se casan ustedes dos? —dijo Blaise burlonamente— Parecen no querer separarse.

—Cállate, Zabini.

Los Weasley junto con Zabini, desaparecieron por la plataforma.

—Bueno, es hora de irnos. —dijo Harry titubeante, después de otro silencio tenso. De repente se sentía muy incómodo con Malfoy. No sabía cómo tratarle si no era con insultos o hechizos, como lo había hecho en los años anteriores.

— ¿Nos Apareceremos?

Harry suspiró y asintió. Permitió que Malfoy le sujetara del brazo y los Apareció, tratando de ignorar la cálida sensación en el agarre del rubio.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).