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91. Mío para Siempre (05) por dayanstyle

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Notas del fanfic:

EL FIC QUE ESPERABAAAANNNNN

 

sorry por la demoras mis nenes, es que he estado full atareada con el trabajo

Que broma. No había nada lujoso acerca de la tienda de ropa en Dalton Falls. Se veía más como una tienda de segunda mano, que alguien había tratado de disfrazar de elegante, pero que fracasó estrepitosamente.

—Oh, demonios—Yi Jeong le echo un vistazo a la tienda, preguntándose cómo alguien podía llamar a este lugar boutique. No había ni una prenda de ropa de diseño, en todo el lugar, y tenían... Palideció, sacando la lengua. La camisa de flores en su mano, tenía que ser quemada.

—¿Qué pasa con ella? —Preguntó Jung Shin, mientras miraba la camisa.

Yi Jeong acababa de conocer, esa mañana, al shifter cisne y al instante le gustó el tipo. Jung Shin era alto y sorprendente. También era gracioso. A Yi Jeong le gustaba cualquier persona, que tuviera un gran sentido del humor. El chico siguió y siguió hablando sin cesar, sobre los depredadores que trataban de comérselo y cómo nunca salía de casa, sin su Taser.

Sin embargo, todavía se estaba acostumbrando a Jong Bin. Nunca antes había conocido a un hada. Aunque tenía sus alas escondidas, Yi Jeong las vio.

Desde que podía recordar, Yi Jeong había sido dotado con la capacidad de ver a los paranormales, por lo que realmente eran. Ese talento le había sido útil en los últimos años. Como cuestión de hecho, le había salvado el culo en más de una ocasión.

—¿En serio?—Preguntó Yi Jeong, mientras ponía la camisa de nuevo en el estante. Le podía gustar el cisne, pero el tipo tenía un gusto horrible en cuanto a la ropa.

—A menos que seas un hombre de cincuenta años de edad, que va de vacaciones al trópico, no deben atraparte, ni muerto, con eso puesto.

Yi Jeong buscó entre los estantes, tratando desesperadamente de encontrar una pieza decente de ropa.

—Como que me gusta. —Jung Shin tiró de la camisa del estante y la sostuvo en alto. —Es chula.

¿Quién demonios dice chulo?

—Estoy de acuerdo con Yi Jeong—, dijo Jay, arrugando la nariz.—Es francamente fea.

 

—En ese caso, yo la voy a comprar—Jung Shin tenía una sonrisa burlona brillando en su rostro, cuando llevó la camisa para el mostrador. Yi Jeong tenía una necesidad de abordar el cisne y arrancar el material ofensivo de las manos del hombre.

Jong Bin negó con la cabeza. El hada apoyó su brazo en el estante y suspiró.

—Si le dices a Jung Shin que no debería hacer algo, lo hará por fastidiar.

—¡Esa camisa es estupenda! Debes seguir adelante y comprarla —, gritó Yi Jeong, pero Jung Shin no le hizo caso. Oh bien. Yi Jeong sabía que no podía vestir al mundo, a pesar de que le gustaría poder hacerlo.

—Entonces, ¿qué dijo Kyung Il, cuando descubrió que habías conducido hasta aquí, solo? —Preguntó Jay, mientras examinaba la ropa en el estante delante de él.

—Me nalgueó—Yi Jeong sonrió. —Me dan ganas de conducir de vuelta a Villa Kim y hacerlo de nuevo.

Jay giró sus ojos. —Demasiada información, Yi Jeong.

 —Sabes que quieres oír hablar de mi vida sexual —, bromeó Yi Jeong. El problema era que no tenía una vida sexual. Kyung Il no lo había nalgueado. Le había dado a Yi Jeong una charla, durante más de una hora, sobre la seguridad y luego lo invitó a cenar. Habría preferido los azotes por sobre la charla. O cualquier tipo de castigo, que requiriera la desnudez, en lugar de escuchar de todos los horrores que podrían haber caído sobre él.

Ambos habían acordado, que esperarían hasta el momento adecuado, para tener sexo y consumar su apareamiento. Yi Jeong estaba dispuesto cada segundo de cada día. Estaba tan caliente, que un poste de luz le parecía lo suficientemente bueno para follar. Kyung Il, por otro lado, se mantuvo firme. Cada vez que se ponía el ambiente caliente entre ellos, el shifter enfriaba los ánimos.

Yi Jeong estaba listo para atar a su pareja a la cama y hacer todo el camino, con él. Entendía los temores de Kyung Il, realmente lo hacía. Cuando tenía diecisiete años, algunos atletas en la escuela, lo habían arrastrado a los vestuarios y trataron de violarlo. Había tardado mucho tiempo para poder superarlo, lo que casi, le había sucedido.

Pero, estaba sobre ello. Lo había superado hace años. Estaba dispuesto a seguir adelante, pero Kyung Il se había quedado atascado en neutral y no conduciría su relación hacia adelante. Tenía la sensación de que había algo más que la mojigatería de Kyung Il, pero cada vez que trataba de abordar el tema, el shifter se mantenía firmemente callado.

—Deberías trabajar en The Running Bunny—, dijo Jong Bin sin ceremonias, mientras veía a Jay escarbar a través de los bastidores.

 

—Encajarías perfectamente.

Repartir café todo el día, no era la idea de Yi Jeong de diversión.

—O podría ir a trabajar en tu club —, dijo.

Eso tiraría el cabello de Kyung Il. Tal vez ver a todos esos hombres medio desnudos, inspiraría algo dentro del shifter. Reemplazándolo con lujuria, Kyung Il posiblemente podría derribarlo, lo suficientemente, como para terminar la frustración sexual de Yi Jeong. La idea tenía mérito.

—No lo creo—, dijo Jong Bin cuando recogió un par de pantalones cortos a cuadros, hizo una mueca, y luego volvió a ponerlos en el estante. —He conocido a tu pareja. Prefiero usar las camisas hawaianas por el resto de mi vida, que hacer que venga detrás de mí.

El hada vestía como si no tuviera ni idea sobre la moda. Jung Shin, por el contrario, llevaba pantalones cortos de jean que eran demasiado holgados, zapatos tenis destartalados, calcetines de tubo que alcanzaban sus rodillas, y una camiseta impresa con un tipo raro en la parte frontal. La leyenda decía, "Deshuésame y Tú Me Posees".

Tal vez debería pedirle prestada esa camisa.

—No sería un bailarín —, le dijo a Jong Bin. Los exóticos movimientos de baile se perdían sobre Yi Jeong. Podría sacudir su trasero, pero eso era todo. Dejaría los estiramientos, retorsiones y contorsiones a los profesionales. —Podría ser un mesero o alguien que registre los abrigos.

—No tengo un registrador de abrigos—, dijo Jong Bin. —¿Alguna vez serviste mesas?

No, ¿pero qué tan difícil podría ser? —Sí.

—Si Kyung Il dice que está bien, ven a mi casa y hablaremos—, dijo Jong Bin, antes de mirar a su alrededor. —Lo siento, pero tengo que salir de esta tienda, antes de que la policía de la moda me derribe.

—yo también —, dijo Yi Jeong, antes de girarse hacia Jay. —Nos encontraremos fuera.

—Debiluchos—Jay recogió una atroz camisa roja, llena de lunares blancos.

La urticaria amenazó con explotar sobre el cuerpo de Yi Jeong. Corrió hacia la puerta y salió a la calle.

—Dime que hay algún lugar por aquí, donde puedo conseguir una manicura y pedicura.

Yi Jeong había vagado por Dalton Falls casi toda la mañana, pero no había visto a un Starbucks en ningún lugar. Echaría de menos el ir a la ciudad, para que lo mimen.

 

—Puedo hacer eso por ti —, dijo Jong Bin.

—¿Puedes?

—Por supuesto que no—Jong Bin dio una risa ligera y aireada, que hizo que Yi Jeong sonriera. —Pero si eres serio, puedo hacerle a mi hermana una llamada.

—Hazlo—, dijo Yi Jeong. Vio a Taehyung y Jimin frente a Bungle Hardware, saliendo de su Charger naranja quemado. Yi Jeong había luchado contra el mudarse a Dalton Falls. Lo había estancado todo el tiempo que pudo, hasta que Kyung Il había exigido que empacara sus cosas.

Aunque la ciudad era pintoresca, no era Villa Kim. Ya extrañaba el activo pueblo. A Yi Jeong no le gustaban los cambios, no desde que había sido secuestrado cuando era un niño y lo habían llevado al reino de los demonios. No fue sino hasta años más tarde, que se enteró de que la persona que se lo había llevado, planeaba subastarlo al mejor postor.

Todavía se estremecía, al pensar en lo que podría haberle ocurrido, si Tae Heon no lo hubiera salvado. Acostumbrarse a Dalton Falls sería su primer objetivo.

Su segundo objetivo sería echar un polvo. Tal vez ese debería ser su primer objetivo. En este punto, sería su único objetivo.

—Vamos a tomar un latte —, dijo Jong Bin. —Creo que Jay y Jung Shin tardaran algún tiempo.

Yi Jeong se giró y empezó a caminar por la calle, cuando vio acercarse a Kyung Il en su motocicleta. El tipo tenía un tatuaje de manga en el brazo derecho, un pañuelo en su cabeza, y llevaba una chaqueta de cuero y gafas de sol oscuras. Yi Jeong necesitaba pasar sus ojos, más allá de su pareja robustamente guapo. Los más de 1,82 mts de él.

¿Cómo puede alguien, que se ve tan duro, seguir siendo virgen? A juzgar por toda la apariencia del shifter, parecía que corría con la banda de motociclistas más duros, aunque Yi Jeong sabía que era lo contrario. Aun así, Kyung Il no era nadie con quien jugar. El tipo era parte dragón. Malo. Malhumorado. Y a veces, francamente antisocial. Pero sin importar lo frustrado que el shifter lo ponía, Yi Jeong quería a su pareja. Desde hacía tanto, como podía recordar, ellos habían sido los mejores amigos, y toda la frustración sexual del mundo, no cambiaría eso.

Kyung Il detuvo su motocicleta, junto a la acera, levantó las gafas de sol de su rostro, y las colocó sobre su cabeza. Su sonrisa era la cosa con que lo sueños húmedos estaban hechos, y sus dientes eran tan blancos y rectos, que podría haber hecho anuncios de pasta de dientes.

 

Yi Jeong se sentía como el hombre más afortunado, aunque el más sexualmente frustrado, en el planeta.

—¿Necesitas un paseo, guapo? —Preguntó Kyung Il.

El tipo de paseo que Yi Jeong quería, Kyung Il aún tenía que dárselo.

Pensamiento sexual aparte, no estaba vestido para montar, pero no pasaría una oportunidad de envolver sus brazos alrededor del delicioso cuerpo de Kyung Il. Se giró hacia el hada y sonrió. —Lo siento, Jong Bin. Hablaremos más tarde.

Malditamente cerca de correr a la motocicleta, Yi Jeong se subió. Kyung Il le entregó un par de gafas de sol. Presionando su ingle tan cerca de Kyung Il, como le era posible, deslizó las gafas en su sitio. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura gruesa de su pareja, inhalando el olor a cuero que lo hizo suspirar.

Antes de su pareja pudiera arrancar, un auto de policía se detuvo frente a ellos, bloqueando a Kyung Il. Este maldijo, mientras Yi Jeong se preguntaba lo que estaba pasando.

Tan alto como él era ancho, el policía salió del auto. Su cabello castaño era corto, corte militar, y se dirigió hacia ellos, con paso decidido. Yi Jeong no conocía al chico, pero su instinto le dijo que el policía era un verdadero idiota. Había arrogancia en sus ojos –los ojos más azules que Yi Jeong había visto nunca.                

—Byung Joo —, dijo Kyung Il.

La palabra fue dicha, a través de una apretada mandíbula. Los músculos de la pareja de Yi Jeong se apretaron bajo su abrazo. ¿Kyung Il había tenido antes, un altercado con este tipo? Tuvo que tenerlo. Kyung Il no habría dicho el nombre de Byung Joo de esa manera, si no lo hubiera hecho.

—Hemos tenido antes, esta conversación —, Byung Joo dijo, mientras se acercaba a ellos. Una mano se posó sobre la culata de su arma, mientras el policía observaba a Yi Jeong. Cada músculo dentro de este se anudó con esa mirada.

—Los cascos deben usarse, en Dalton Falls.

Una bocina pitó, haciendo que Yi Jeong mirara por encima de su hombro. Taehyung esquivó un auto, mientras cruzaba la calle, dirigiéndose directamente hacia ellos.

—¿Problemas, adjunto? —, preguntó, cuando estaba lo suficientemente cerca.

Byung Joo bajó la cabeza, mirando a Taehyung, sobre el borde de sus gafas de sol. Se las quitó, antes de meter el par en el bolsillo de la camisa del uniforme.

—Cascos—, dijo Byung Joo.—Pensé que habías dicho que hablarías con tus hombres, acerca de esta constante batalla.

 

 

Taehyung le dio una incisiva mirada a Kyung Il, y Yi Jeong sabía que no iba a dar un paseo. Tanto como para capturar alguna sensación, mientras Kyung Il conducía. Esa sería la primera vez en que Yi Jeong podría acariciar a su pareja, ya que el shifter no podría huir.

Al instante, no le gustó el adjunto bloquea pollas.

—Eres consciente, de que hice a Kyung Il mi beta —, Taehyung le dijo a Byung Joo.

Esa era una novedad para Yi Jeong. Pero, de nuevo, Kyung Il tenía la mala costumbre de no decirle nada. El tipo era igual que su padre shifter dragón. Terco, letal, sin sentido del humor, y cómo Yi Jeong deseaba que Kyung Il todavía fuera el mismo chico despreocupado y aventurero, que había sido cuando era niño. Tan pronto como la pubertad lo había golpeado, Kyung Il había cambiado, y no para mejor.

Había pasado de reír, jugar y compartir secretos, a gruñón, terco, y reservado. Había momentos en que quería golpearlo en la cabeza, con un palo feliz.

—Respeto el hecho de que Kyung Il, es ahora, el beta de esta ciudad —, dijo Byung Joo. La verdad estaba en su voz. —Pero también respeto la ley. Cascos.

El policia se dirigió de nuevo a su auto, entró, y se apartó.

 

—Al menos no incautó mi moto —, se quejó Kyung Il.

—¿Creía que hablamos sobre esto? —Preguntó Taehyung.

—La maldita cosa es una molestia. Siento como si no pudiera respirar, cuando la tengo —, discutió Kyung Il.

Yi Jeong se bajó de la parte trasera de la moto. Colocó sus gafas de sol en la parte superior de la cabeza y suspiró. —Voy a tomar un café.

Kyung Il no lo detuvo. Su pareja se quedó allí, sentado en su moto discutiendo con Taehyung. Yi Jeong sabía que el shifter lo amaba, pero había veces que se sentía como alguien invisible para el hombre.

—¿Qué pasó? —Preguntó Jong Bin cuando Yi Jeong alcanzó al hada. Yi Jeong negó con la cabeza, ocultando el dolor que sentía.

—No es nada. Vamos a ir a tomar café.

Miró hacia atrás, para ver a Kyung Il todavía allí sentado. El hombre no había mirado en su dirección. Yi Jeong se sentía como un cachorro pateado, cuando entró en la cafetería, preguntándose por qué se había molestado en mudarse allí.

 

 

Más tarde, esa noche, Yi Jeong condujo a casa de Jong Bin. Era serio sobre el trabajo en Silk Room. Ningún otro negocio en la ciudad le interesaba. No iba a servir café o arreglar flores o incluso atender mesas en el restaurante. Y tendría que estar muerto y enterrado, antes de trabajar en esa tienda de ropa con olor a naftalina.

Nop. El club de striptease era donde quería trabajar. A su tío le daría un ataque si se enteraba, pero Yi Jeong ya no vivía bajo el techo de Min woo. Podía hacer lo que quisiera, con tal de que nadie le dijera a su tío.

O Kyung Il. O Tae Heon.

O su hermano Jin Hong.

Aparcó frente a la casa de Jong Bin y tuvo que mirar dos veces. La casa le recordó a una de los del El Hobbit. Claro, no estaba bajo una colina, pero la sensación era la misma. Había plantas y flores por todas partes, así como vides verdes oscuro, que crecían sobre la mitad de la casa.

La puerta principal era, incluso de madera y redonda.

 —No te siguieron, ¿verdad?Yi Jeong se acercó, a un camino de piedra, al salir de su coche. Esto era bastante genial. Sentía como si acabara de entrar en la Comarca. Llamó a la puerta y esperó. Jong Bin respondió, segundos más tarde, alzando la cabeza, para ver más allá de Yi Jeong, mientras observaba a su alrededor.

Miró sobre su hombro. —Um, no que yo sepa. ¿Debería preocuparme porque alguien me siguiera?

Jong Bin abrió la puerta y se hizo a un lado, permitiéndole la entrada.

—Es sólo que tengo algunas plantas, que podrían ser mal vistas—Las coloridas alas de Jong Bin revoloteaban en su espalda.

Que hombre tan extraño. Mientras miraba a su alrededor, se dio cuenta de que casi todo en la casa era de madera, y parecía que una tienda de flores había explotado en el lugar. Había un sofá con flores, colocado en el medio de la sala de estar, y aunque Yi Jeong odiaba los motivos florales, parecía funcionar.

—Supongo que Kyung Il dijo que sí—Jong Bin cerró la puerta. En lugar de caminar, revoloteó a la sala de estar.

Todavía sorprendía a Yi Jeong, cuan sorprendentemente hermoso, era Jong Bin. El tipo era delgado como el infierno, pero compensaba su altura, con su aspecto. Su cabello rubio caía por su espalda, y sus puntiagudas orejas sobresalían a ambos lados de su pelo. Su oreja izquierda estaba perforada desde la parte superior al lóbulo, y su piel era de un exótico color caramelo.

 

 

—Uh, seguro —, dijo Yi Jeong. Ni siquiera se había molestado en preguntarle a su pareja. Kyung Il había estado muy ocupado con Taehyung la mayor parte del día y, cuando había llegado a casa, se fue directamente a su habitación, evitándolo, mientras había estado sentado en el salón.

Harto, se había metido en su auto y se fue. ¿Quién quería pasar un viernes por la noche, viendo la televisión cuando podrían ir al club? Un club gay. Aunque Yi Jeong nunca había estado en un club nocturno un día de su vida.

—Voy a tener una charla con Ki Ho —, dijo Jong Bin mientras se dejaba caer en el sofá. —Él es mi barman y encargado de camareros. También es uno de mis guardias y es indispensable. Estoy seguro de que te amará.

Un ceño se frunció entre los ojos del hada. —Creo—Con un gesto con la mano, despidió a Yi Jeong. —Él te amará.

Yi Jeong no estaba convencido, pero estaba decidido. Golpeó con sus manos, las caderas. —Puedo deslumbrar, a cualquiera.

 

—Estoy seguro de que puedes, pero recuerda, no serás un stripper, así que no te pongas demasiado acogedor con los clientes. No quiero que Kyung Il arranque mis alas—Jong Bin se estiró, y Yi Jeong se quedó mirando al hombre por un segundo. No podía creer lo aniñado que parecía el hada.

—Entonces—dijo Yi Jeong, —¿cuándo puedo empezar?

Jong Bin suspiro. —Tenía planeado ir al Silk Room, un poco más tarde, pero creo que podemos ir allí ahora.

—No te esfuerces demasiado por mí—, dijo Yi Jeong. —No me gustaría que te rompieras una uña.

—Eres tú el que está en estado de pánico por una manicura y pedicura —Jong Bin señaló. —Yo acabo de cortar mis malditas uñas.

Yi Jeong no podía evitar ser quién era y no pondría ninguna excusa, por ello. Una vez que había llegado a la pubertad, todo había cambiado. Había sido algo lento al principio, como tener sus uñas o preocuparse sobre que ponerse, y desde allí, su personalidad había florecido.

Hablando de... —Dime que hay una peluquería en la ciudad.

—Sí, si eres un mujer de noventa años—dijo Jong Bin. —Si no, tienes que ir a Sugar Creek. —Se dio la vuelta y se tocó el labio superior. —Tal vez deberías ir allí, para así hacerte también tus uñas.

—¿A qué distancia está Sugar Creek?

—Alrededor de una media hora, en coche —dijo Jong Bin.

 

Eso no parecía ser algo demasiado malo. Yi Jeong podía hacer treinta minutos. Tal vez exploraría Sugar Creek mañana. Podía llevar a Ho Seok o Jay con él. Un día de chicos. Yi Jeong finalmente tenía algo que esperar, con impaciencia.

Cuando salieron de la casa, Yi Jeong se metió en su auto y siguió a Jong Bin, al club. El edificio era de ladrillo y se veía como cualquier otro, a excepción de los juerguistas que merodeaban afuera. Algunos estaban vestidos con ropa casual, mientras que otros apenas estaban vestidos. Había una mezcla de hombres y mujeres, pero eran los hombres medio desnudos, quienes le llamaban la atención. Yi Jeong trató de no mirar, pero sólo era humano, y los hombres parecían francamente deliciosos.

—Bonito, ¿eh? —, preguntó Jong Bin. —Montones de dulces para los ojos.

Y Yi Jeong no podía disfrutar de su diente dulce. Para ser honesto, no quería. Deseaba que Kyung Il estuviera allí, de fiesta con él. Pero uno, Yi Jeong estaba allí para un trabajo, no para ir de fiesta. Y dos, Kyung Il no sería atrapado ni muerto en un lugar como este.

Había momentos en los se preguntaba si el destino no se había equivocado, con su apareamiento. Él y Kyung Il eran como la noche y el día. Mientras que Yi Jeong era sociable, con una personalidad sarcástica, Kyung Il era un introvertido a quien no le gustaba mucho nada.                                     

Caminaron dentro, al ritmo de Lady Gaga. Yi Jeong contempló el escenario, para ver a un hombre vestido con un uniforme de policía. El stripper comenzó a girar alrededor, lanzando pedazos de su uniforme en el escenario.

Su mandíbula cayó. Buen señor, el hombre estaba aceitado y construido como una casa de ladrillo. Se movía como si follara allí mismo, en el escenario. Como hombre gay, a Yi Jeong le encantaría saber cómo era el sexo gay. Estaba definitivamente recibiendo algunas pistas del Sr. Poli aceitado.

El chico continuó quitándose la ropa, hasta que bailaba usando, nada más, que un par de calzoncillos de seda blanca. Su culo era tan redondo, que tuvo un impulso de pellizcarlo. Los hombres y las mujeres alrededor del escenario, se volvieron salvajes, tirando su dinero al stripper, mientras el policía cayó al escenario y comenzó a follar eróticamente el suelo.

Ahora podía ver, que iba a volver a casa cada noche con una furiosa erección. Mierda. Tal vez no debería trabajar aquí. Tendría que masturbarse cada noche, sólo para aliviar la presión.

No es que no lo hiciera, de todos modos.

—Cierra la boca, cariño—Jong Bin tocó a Yi Jeong, debajo de su mandíbula floja.

—Sígueme.

 

 

Escaneó la multitud y vio una combinación de humanos y shifters. Había incluso algunos demonios. No estaban en sus formas sobrenaturales, pero no obstante, sabía lo que eran.

Una sonrisa floreció. Iba a divertirse mucho trabajando aquí. La multitud estaba animada, la música a punto, y había tanta homosexualidad en el aire, que se sentía débil.

Una vez que llenó el papeleo, requerido para el trabajo, se dirigió hacia la barra y pidió una bebida con sabor a fruta. Se giró, se sentó en el taburete, y observó a los strippers actuar. Era realmente triste, que esta noche estuviera resultando ser, el mejor momento que había tenido desde la infancia.

Cuando el policía terminó, la música se hizo más fuerte. Twinks balanceaban sus caderas en jaulas elevadas, mientras que otros continuaron su fiesta, cuando Silk Room se convirtió en un club de baile febril.

Yi Jeong. Estaba. En. El. Cielo.

¿Por qué no había ido antes a un club de striptease? Había estado perdiéndose de mucho. Podría no tener permiso para tocar, pero mirar a cada pedazo de culo caliente que caminaba por allí, mantuvo una amplia sonrisa en su rostro.

 

Terminó su bebida y comenzó la siguiente, mirando a su alrededor buscando el hada.

No tenía idea de dónde había ido Jong Bin y honestamente no le importaba. Todo lo que quería hacer era bailar. El ritmo de la música golpeó su camino a través de él, haciéndolo poner de pie y trabajar su paso hacia la pista. Se echó a reír, mientras balanceaba sus caderas. No le importaba bailar sólo consigo mismo. Yi Jeong estaba en el mejor momento de su vida.

—¿Necesitas un compañero? —Preguntó un hombre, de alrededor de seis pies de altura. Yi Jeong vio rastros débiles de tigre de Bengala bajo el rostro del hombre y sabía que estaba tratando con un shifter dominante.

—No, gracias—Se dio la vuelta y siguió bailando. Entre las canciones se tambaleó a la barra, por otra bebida, aspiró el brebaje con sabor a fruta, y luego meneó su camino de regreso a la multitud. La mayoría de las personas bailando a su alrededor, eran de buen carácter. Le sonrieron, bailaron durante unos segundos con él, mientras se reían, y luego se apartó. Yi Jeong no veía ningún daño, siempre y cuando nadie lo tocara.

Y nadie lo hizo. Tenía la sensación de que Jong Bin había extendido la palabra de que estaba fuera de los límites. Eso estaba bien con Yi Jeong. A él le gustaba bailar sin tener que impedir que alguien lo manoseara. Sólo deseaba que Kyung Il estuviera allí, bailando con él. Eso nunca sucederá.

 

Yi Jeong empujó el pensamiento deprimente de su mente, mientras se abría camino la barra por otra bebida. Para la hora del cierre, era como si fuera tres hojas al viento y no tenía ninguna una preocupación, en el mundo. La vida es jodidamente fantástica, pensó, mientras se balanceaba a través del club.

Tambaleándose hacia la puerta, con el resto de la multitud, Yi Jeong casi se desmayó. El aire fresco de la noche hizo su cabeza girar, mientras trataba de encontrar donde había aparcado su auto.

Para su sorpresa, unos pocos machos calientes y sudorosos se despidieron de él, mientras encontraron sus autos y se marcharon. Había hecho algunos amigos y ni siquiera lo había sabido. Pero ¿cómo Yi Jeong podía ser feliz, cuando Kyung Il no estaba allí para divertirse con él?

Deja de ir allí y disfruta de tu embriaguez. Se rió entre dientes. Estaba condenadamente borracho. Se necesitaron tres intentos para que pudiera sacar las llaves de su bolsillo delantero. Se tambaleó hacia atrás y hacia delante, haciendo todo lo posible para caminar en línea recta hacia su auto.

Parpadeó ante las llaves y luego echó un vistazo a su auto. No se suponía que condujera... ¿verdad? Negó con la cabeza. —Nop. Nop. Nop. —Podría estar más borracho que una cuba, pero su sentido común estaba intacto.

Barriendo una mano por su cara entumecida, pensó en llamar a uno de los gemelos, para que lo recogieran. Eso sería lo más inteligente de hacer. Era una lástima que no podía recordar dónde había puesto su celular.

—¿Qué demonios? —Dijo alguien junto a él. Los fiesteros corrieron hacia sus autos, mientras mantenían sus miradas hacia el cielo.

Yi Jeong parpadeó un par de veces, se balanceó un poco, y luego levantó la vista, entrecerrando los ojos hacia el cielo.

Su boca se abrió.

Un dragón verde oscuro, voló por el cielo nocturno, la luna perfilando sus enormes alas y cuerpo correoso, antes de que se lanzara directamente hacia Yi Jeong. Incluso desde la distancia vio que sus ojos color lila, estaban llenos de ira.

Kyung Il lo había encontrado.

 

Continuara...


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