Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

96. Su Pequeño Vampiro (10) por dayanstyle

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Te juro que tienes algún tipo de enfermo placer, en lanzar a la gente.

Ki Ho hizo caso omiso de la indignación del hombre con los ojos adormilados. No era la primera vez que alguien se había quejado de su actitud irritable, y no sería la última. —Trae tu culo de vuelta aquí, y te mostraré cuánto hay de verdad, en que me gusta lanzar a la gente. —Se aseguró de que el borracho estuviera lo suficientemente lejos, antes de cerrar la puerta con un portazo irritado.

Los borrachos eran los peores. Si no era alguien que había bebido demasiado, eran los hombres que pensaban que tenían derecho de dormir con una bailarina porque le tiraron un dólar o dos, en el escenario.

Normalmente era una persona malhumorada, y ahora estaba aún peor. Desde que lo habían detenido, por hacer su trabajo como guardia de seguridad, había estado en el borde, y tratar con pendejos solamente lo empeoraba.

 

—Jong Bin necesita traer su culo de vuelta aquí. —Mino comentó, mientras se unía a él, en la puerta. —Incluso los bailarines están cruzando la raya.

Asintió. Había encontrado a dos de ellos, inhalando una línea  con un chico en unas de las habitaciones reservadas para bailes privados. Jong Bin no lo permitiría si hubiera estado allí. De hecho, estaba seguro de que los dos no sólo habrían sido despedidos, sino que el hada les habría pateado el culo.

Él no tenía la autoridad para despedir a nadie, y no creía en poner sus manos sobre alguien más pequeño que él, no podría hacer mucho sobre su comportamiento, solo podía poner fin a los disturbios y expulsar a los clientes alborotadores. Y la falta de autoridad le molestaba, sólo porque todos sabían que sus manos estaban atadas, se aprovechaban de ese hecho.

Gruñó, mientras observaba a uno de los bailarines llevar a un tipo hacia el fondo. Fue suficiente.

Saco el teléfono del bolsillo trasero y llamó a Jong Bin. Algo tenía que hacerse. Silk Room era un buen lugar para trabajar, pero se estaba convirtiendo en un burdel y en una casa de drogas.

—Hey, Ki Ho —, dijo Jong Bin, cuando contestó el teléfono.

—Necesitamos hablar. —Señaló al bailarín. Mino asintió y salió tras él.

—Sí, lo haremos —dijo Jong Bin. —Voy a estar allí, en una hora.

Había esperado, que el hada preguntara qué necesitaban discutir. ¿De qué quería hablar Jong Bin? —Hasta entonces.

Con el regreso del jefe, tal vez todo el mundo trataría de actuar como si tuvieran una pizca de sentido común. Sabía que cualquier tipo de disturbio en el club, era caldo de cultivo no sólo para problemas, sino también para las drogas. Había estado en muchos bares, había visto las ofertas, y fue testigo de más de una pelea, sobre algunos negocios que fracasaron. No quería trabajar en un lugar en donde su uso se estaba saliendo de control. Llamar la atención sobre sí mismo no era algo sabio, y no quería que los policías asaltaran el lugar. Jong Bin había trabajado muy duro para conseguir hacer funcionar Silk Room, y él no quería ver el negocio en el suelo.

—¿El Jefe vendrá? —Mino apoyo la espalda contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho.

Frunció el ceño, guardando su teléfono. —Qué curioso.

—Estas de pie junto a mí. No puedo evitar escuchar ambos lados de la conversación.

Echando un vistazo a la habitación, se mantuvo alerta. El club estaba lleno de gente, algunos ajenos al mundo oscuro que los rodeaba. Muchos de los humanos tenían víctima escrito por todas partes, y shifter, demonios, vampiros, etc. estaban esperando la oportunidad correcta de hacer que eso sucediera. Un par de twinks caminaron cerca, sus sonrisas decían todo. Uno lo miró.

No es que no disfrutara del sexo. No le diría no a un chico sexy, pero estaba trabajando. Asintió, guiñó un ojo, pero volvió a prestar atención a Mino.

—¿Piensas que Jong Bin ya no estará de vuelta, a tiempo completo?— Mino movió el peso y miró a la multitud.

—Esa es una de las cosas que planeo preguntarle.

Lo que no dijo, fue que quería comprar el negocio. No sólo eso le daría el derecho de limpiar la casa, sino también hacer las mejoras necesarias. Jong Bin le había hecho un favor al contratarlo, y quería devolvérselo al hada. Este club era un éxito, y pretendía mantenerlo así.

Una hora después, Jong Bin pasó a través de la puerta, con una carpeta debajo de su brazo. Parecía tan impecable como siempre e incluso llevaba una sonrisa. Mino se había ido a interrumpir una pelea, y los otros guardias estaban vigilando las cosas. Phillip estaba detrás del bar, sirviendo bebidas.

 

Eso le dio tiempo para hablar con Jong Bin.

—Voy a agarrar un Sprite, y luego podemos hablar —, dijo Jong Bin al pasar cerca de él. —Puedes encontrarme en mi oficina.

Ki Ho señaló a Mino, dejando que el vampiro supiera que iba a estar fuera de la vista, por un minuto. Tras arrastrar a la pareja a la puerta, Mino asintió.

La oficina de Jong Bin era pequeña. No había espacio allí para que Ki Ho se sintiera cómodo. No estaba, ni de lejos, de ser tan pequeño como Jong Bin, y tuvo que girar hacia un lado, mientras se movía alrededor del escritorio para sentarse en una de las sillas. Cuando Jong Bin entró en la oficina y tomó asiento, Ki Ho se deslizó ligeramente en la silla, listo para poner su oferta sobre la mesa.

—Quiero hacerte mi socio —, dijo Jong Bin, antes de que pudiera hablar. — Tengo mis manos llenas en casa, y no estoy dispuesto a renunciar a mi tiempo con los niños. —Plegando las manos sobre la mesa, Jong Bin lo miró.—Sé que esto es repentino… pero quiero que lo pienses.

Aunque esa era la misma razón por la que había querido hablar con Jong Bin, no tenía sentido hacer esto demasiado fácil para el tipo. No quería torcer el brazo del hada, pero él quería negociaciones justas.

—¿Participación plena?

Jong Bin asintió con la cabeza. —Pero habrá algunas cosas que me niego a dar.

—Comprensible. —No podía creer lo fácil que había sido. Había esperado que el hada diera batalla, lamentando que esto era su bebé. Y lo era. Pero el tipo tenía que tener mucha confianza en él, para hacerle la oferta.

No mucha gente había puesto su fe en él. Jong Bin no sabía qué tan lejos había ido con él.

El hombre pareció avergonzado, sonreía. —Espero que no creas que soy un presumido, pero ya tengo los documentos elaborados.

Una risotada escapó de Ki Ho. —¿Qué pasó con darme tiempo para pensarlo?

—¿Cómo suena una semana?

Era demasiado tiempo en su opinión. Estaba ansioso por limpiar la casa tan pronto como fuese posible, pero convertirse en un socio en los negocios no era algo que quisiera aceptar, sin saber en lo que se estaba metiendo.

 

—Déjame tener una copia del papeleo, para poder mirarlo, antes de tomar mi decisión.

Quería ver las estipulaciones que Jong Bin había bosquejado. El dinero que recibía no estaba mal, pero de nuevo, esto no era algo que tomaría a la ligera. Recogiendo la carpeta que Jong Bin había traído con él, se la pasó a Ki Ho.

—Sé que trabajas rápido, pero como no voy a estar aquí tiempo completo, necesito alguien en quien pueda confiar, para cuidar el lugar.

Ki Ho mantuvo la carpeta en la mano, pero no la abrió. Lo haría al llegar a casa. Necesitaba la tranquilidad para leer todo, sin Jong Bin mirando sobre su hombro o escuchando el ruido del club.

—¿De qué querías hablar conmigo? —Jong Bin se recostó, poniendo los pies sobre el escritorio, parecía relajado.

—Que los bailarines se están saliendo de control.

Era cierto, pero no la razón por la que quería hablar con él.

 

—Una vez que firmes el papeleo, si los firmas, —Jong Bin rectifico, —vamos a hablar de lo que hay que hacer por aquí. Tenía algunas ideas en mente, pero hasta que estés completamente a bordo, no quiero decir nada más.

Al tener unas ideas propias, Ki Ho asintió con la cabeza. —Voy a llevar esto, a mi motocicleta. —Sostuvo la carpeta hacia arriba. —Si no hay nada más, tengo que volver al trabajo.

—Nada más —, Jong Bin se puso de pie.

Después de atravesar el club, Ki Ho entró en el estacionamiento. Una sonrisa al lado de su boca, cuando vio a los hermanos Kim Remus apoyados contra sus motocicletas, jodiendo uno con el otro.

—¿Qué te trae por aquí? —Guardó el archivo en su alforja, aseguró el pestillo y luego se volvió hacia Dong Wan.

Los cinco hermanos parecían no estar de acuerdo, pero tenían la misma mirada todo el tiempo.

—Negocios —, dijo Dong Wan.

—Tratando de matar el tiempo —, agregó Kidoh. —Nakta está dentro.

Debió haberlo sabido. El shifter oso no era apodado Nakta por nada. Su apetito sexual era legendario entre los sobrenaturales.

—De todos modos, quería hablar contigo. —Dong Wan se levantó del sitio que había acaparado y se le acercó.

El alfa se rascó la barba en su barbilla, y en voz baja, dijo: —Una chica ha estado preguntando por ti.

 

Los cabellos se le pusieron en punta, Ki Ho frunció el ceño. Nadie debía preguntar por él. El grupo al que solía pertenecer, estaba a cinco estados de distancia. Se había asegurado de poner la mayor distancia entre él y los Red Devils tanto como fuera posible. En los dos años, en los que había estado trabajando con Jong Bin, no había oído nada de su ex equipo. Esa fue una de las cosas que le había cabreado, cuando había estado detenido hace unas pocas semanas. Había estado haciendo su trabajo, echando a un vampiro pedazo de mierda llamado Vincent fuera del club, cuando este lo había atacado. Había neutralizado la situación, aunque Vicent no salió ileso.

De hecho, él no huyo. El bastardo había llamado a la policía, y una ambulancia lo había llevado al hospital. Los cargos por agresión aún estaban pendientes.

Jaycee Chan, líder de los Red Devils, tenía un largo alcance. Si él estaba monitoreando a la policía, podría haber oído de su detención. La posibilidad lo tuvo en el límite, durante las últimas semanas.

—¿Dio un nombre? —Preguntó.

 

Dong Wan sacudió la cabeza. —Fue realmente evasiva. Bonita cosa, también. Tenía un cuerpo agradable, pelirroja, curvas en todos los lugares correctos. Me dijo que era tu hermana, pero estoy absolutamente seguro de que no tienes una.

En realidad tenía una hermana, pero no era pelirroja, y nadie sabía de Woo Ri o su hijo. Ella no le preguntaría Dong Wan por él. Uno, Woo Ri no sabía de Dong Wan. Y dos, tenía su número de teléfono, y él la llamaba si ella lo necesitaba. Había mantenido su vida privada lejos de los Red Devils, y con un gran costo, se había asegurado de que no pudieran estar conectados con su hermana o sobrino. No necesitaba los usaran para chantajearlo, mientras había estado en el club y, definitivamente, no mientras huía de ellos.

—Lo siento, no puedo ser de más ayuda —, dijo Dong Wan. —Pero si regresa, voy a asegurarme de obtener su nombre.

—Gracias —, le dijo.

Conoció a Dong Wan y sus hermanos a través del adjunto Byung Joo en Dalton Falls y habían congeniado. Ninguno de ellos sabía de su pasado, y planeaba mantenerlo así. De hecho, la única persona que sabía era Jong Bin. Era difícil mantener las cosas ocultas, de esa pequeña hada.

—Necesito volver a entrar —, dijo. Sin saber quién era la mujer, se sintió repentinamente vulnerable. —Todavía voy contra el reloj.

 

Dong Wan asintió y golpearon los puños. Se había girado, dirigiéndose hacia la puerta, cuando un Lexus negro entró en el aparcamiento. Era el coche de J.Jun.

Jong Bin se había ido hacía cinco minutos y el compañero del hada ya estaba persiguiéndolo.

Esperó. Se había llevado bien con el vampiro, y decir hola no haría daño.

Sólo que no era J.Jun quien salió. Ki Ho no reconoció al conductor. Pero sin duda era el coche de J.Jun. Las placas pertenecían al tipo.

Había conocido a algunos de los hombres que se habían trasladado a Dalton Falls. Y algunos no.

—Qué tal, Hong Seok —, dijo Dong Wan, con un movimiento de cabeza.

Hong Seok le devolvió el saludo. El chico era guapo, pero no su tipo. Él no tenía gusto por los hombres que parecían como si fueran los dueños del mundo. Incluso a distancia sabía que Hong Seok era un macho alfa.

La puerta del pasajero se abrió, y su respiración quedo atrapada.

 

continuara...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).