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109. El Deseo de Navidad de Mino (13) por dayanstyle

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—Hola, soy Jelly-P y seré quien te haga la visita. Si tienes alguna pregunta, siéntete libre de hacerla. —Jelly-P sonrió sin separar sus labios—. Sólo hay algunas reglas que seguir, pero aparte de eso, creo que disfrutarás trabajando aquí.

Taehyun se quedó de pie, su boca colgando abierta mientras asimilaba todos los colores brillantes y relucientes del almacén. —La agencia de trabajo temporal me dijo que tenía un trabajo en un almacén de distribución.

—Tontito. Esto es un almacén de distribución. El más grande del planeta. Reclutamos cada año para ayudar a los elfos.

 

Parecía que Jelly-P había tomado demasiado alcohol o drogas. Aunque el lugar estaba engalanado para Navidad, no había forma de que Taehyun creyera que este era el taller de Santa. Jelly-P estaba muy mal de la cabeza. Pero Taehyun necesitaba el dinero, por lo que mantuvo la boca cerrada.

—Te necesito en la sección de alcohol y armas de fuego. —Jelly-P tocó su portapapeles rojo y verde que estaba salpicado de pegatinas de Navidad—. Aunque somos bastante tolerantes aquí, espero que trabajes duro. Y ni siquiera pienses en robar alcohol. Tuvimos que despedir a algunos chicos por hacer eso.

Taehyun lentamente se giró, preguntándose si todavía estaba en la cama soñando. La Sra. Main, la mujer que lo había llamado para este trabajo, había dicho que estaría trabajando en un entorno divertido y excitante, y que la paga era de primera categoría. ¿Había sabido ella a dónde lo enviaba?

Las paredes eran de un rojo vívido, con tiras de blanco envueltas alrededor de… todo. El lugar olía como una menta grande, coronas navideñas colgadas de barandillas, muérdago de cuerdas como estrellas de cartón en un baile de promoción. Villancicos retumbaban en los altavoces. Taehyun odiaba los villancicos.

 

 

La purpurina cubría el suelo, la gente con walkie-talkies lentamente deambulaba a través de la multitud de trabajadores, y la mesa más grande que Taehyun había visto jamás estaba en el centro de la sala. Un mapa del mundo estaba estirado sobre la mesa. Tampoco era cualquier tipo de mapa, por lo que podía ver, pequeñas luces brillaban por toda la cosa.

Se quedó ahí impresionado mientras Jelly-P se alejaba para hablar con alguien. Taehyun se movió más cerca, preguntándose qué significaban todas las luces.

 

 

—Las luces rojas indican lugares a los que no se nos permite ir — explicó Jelly-P como si pudiera leer la mente de Taehyun. Taehyun no había visto a Jelly-P acercarse, pero el tipo estaba justo detrás de él—. Esas zonas son lo que en el taller llamamos “Las Zonas del Gladiador”. Son los barrios más hostiles y sólo los Elfos de la Élite viajan allí.

—Por casualidad te automedicas, ¿verdad?

La risa de Jelly-P era ligera, despreocupada y rotundamente irritante. Cómo alguien se las arreglaba para tener una risa hermosa mientras insertaba resoplidos, no lo entendía. —No, tontito. Es la atmósfera festiva. Pronto te atrapará el espíritu de Santa.

Taehyun recordó que el chalado había dicho algo sobre reglas. — ¿Entonces cuáles son las reglas que tengo que seguir?

La sonrisa de Jelly-P se tensó. El brillo en sus ojos morados se apagó ligeramente. Si Taehyun no lo conociera mejor, el pirado parecería algo asustado.

—Bueno, sólo hay dos reglas que tienes que obedecer. Y no se pueden eludir. —Se acercó más, ahuecando su mano a un lado de su boca. Cuando habló, su voz fue sólo un susurro—. La regla número uno es no calentar a Dick.

 

 

Taehyun no estaba seguro de si estaba hablando sobre una persona o si la junta tenía algún tipo de regla anti-gay. Habría pensado que a estos tipos no les importaría considerando que el lugar era lo bastante festivo para alojar un baile gay y Jelly-P era tan extravagante que debería estar flotando en lugar de caminando.

—Lo entiendo —dijo Taehyun—. No calentar ninguna polla.

—También tienes que saber la segunda regla —dijo Jelly-P como si no acabara de escuchar a Taehyun—. Si Dick viene volando por aquí, agáchate y corre.

 

 

Taehyun estalló en risas. Rio tan fuerte que apretó sus manos en sus rodillas mientras las lágrimas bajaban por su rostro. Dios, había necesitado esto. Su vida era una completa ruina, y no había tenido nada por lo que sonreír en mucho tiempo.

—Ríe todo lo que quieras —dijo Jelly-P con tono brusco—. Pero rompe esas reglas y sentirás la ira de Dick.

Taehyun rio incluso más. Alzó una mano. —L-lo siento.

—Lo que sea. —La sonrisa brillante y alegre de Jelly-P volvió—.Vamos a llevarte a la sala de licor y armas.

—No creo que esas dos cosas deban mezclarse —dijo Taehyun—. Suena peligroso.

—No es nuestro trabajo juzgar, tontito. Todo lo que hacemos  es darle a la gente lo que pide. —Jelly-P tocó su portapapeles colorido—. Las listas lo son todo. Vivimos y morimos por ellas, y no damos reembolsos, cambios, ni substituciones. Lo que una persona pide, lo consigue.

¿Vivir y morir? Alguien se tomaba el trabajo demasiado en serio. —¿Entonces qué haré yo?

—Rellenar los pedidos, tontito.

Si el tipo lo llamaba así una vez más, Taehyun cogería el portapapeles del hombre y ese boli molesto con plumas esponjosas en la punta y se los metería dónde no brillaba el sol. —Enséñame el camino. —Sonrió tenso.

—Hey, Taehyun, ¿Cómo va? —dijo un tipo que era tan bajo que Taehyun tuvo que mirar abajo para verlo. Tenía una camiseta verde a cuadros y pantalones rojos que no le llegaban a los tobillos. Sus tirantes eran blancos, y para ser honesto, parecía como si tuviera que formar parte del Gremio Piruleta. Era redondo, su flequillo rubio con gel haciendo una espiral hacia arriba y tenía un extraño sonido tembloroso en su voz. Sostenía lo que parecía ser un reloj de bolsillo antiguo. Lo miró y se lo metió en los pantalones.

—¿Cómo sabes mi nombre?

 

 

El tipo sonrió, mostrando su boca sin dientes. —Es nuestro trabajo conocer a cada niño y niña.

Taehyun sacudió su cabeza confuso mientras el hombre redondo se alejaba.

—No le hagas caso a Lollipapa. Le falta un regalo a su árbol. — Jelly-P resopló por su propia broma—. Ahora vamos, tontito. Tienes que empezar si queremos tenerlo todo envuelto para Navidad. —Presionó una delgada mano en su pecho y rio algo más—. Me encanta ese juego de palabras.

Taehyun no había estado allí ni una hora y ya sentía una migraña acercarse. Si no le hubieran dicho que pagaban 20 pavos la hora en el trabajo, se habría dado la vuelta y salido de allí. Se sentía como si estuviera entrando en la película Willy Wonka. La película le había causado a Taehyun pesadillas durante un mes.

 

 

Jelly-P lo llevó por una serie de pasillos antes de parar en una de las puertas rojas. Había una señal encima de la puerta que decía. “Tragos y balas”. Eso no era reconfortante.

—Que no te moleste la señal. —Jelly-P dijo con una risa ronca—. Es divertido trabajar con los chicos y chicas de ahí.

Taehyun habría estado de acuerdo en trabajar con Satán si lo alejaba de Jelly-P. Sólo quería saber su tarea y ponerse a ello. La visita no había sido necesaria. Este era un curro temporal que acabaría en una semana. Taehyun no planeaba conocer a nadie y todo lo que necesitaba saber era dónde estaba el baño y la sala de descanso.

Jelly-P hizo un espectáculo al abrir la puerta. Ahuecó su boca para hacer un ruido raro entusiasta y luego giró el pomo doblándose con una floritura.

 

Taehyun no estaba seguro de qué esperaba ver, pero no era a seis personas sentadas delante de ordenadores. —¿Dónde están los tragos y armas?

—Oh, sólo tenemos tragos a mano para celebraciones. Tener alcohol y armas en las instalaciones es pedir problemas.

Taehyun estaba confuso de siete formas diferentes. —Pero dijiste que tuviste que despedir a algunos trabajadores por emborracharse.

—Robaron una botella del alijo de Santa. —Jelly-P sonrió—. Pero realmente no lo llamamos Santa. Nos referimos a él como Nick.

—¿Entonces qué se supone que tengo que hacer?

—Eso se te explicará. —Jelly-P le dio un beso mojado a Taehyun en la mejilla. Taehyun quería darle un puñetazo por tomarse esas libertades, pero lo dejó pasar.

Necesitaba el dinero.

—Ahora entra ahí e impresióname, tontito.

—Mi nombre es Taehyun.

—Lo sé, pero me gusta más mi mote.

 

 

Los ojos de Taehyun se ampliaron cuando Bobble le palmeó el culo y se alejó pavoneándose. Antes de rodear la esquina, miró atrás y le guiñó un ojo. —Me gustan los hombres con un poco de amortiguación. Vivo en la cabaña tres si quieres un masaje más tarde.

Taehyun rápidamente entró en la sala y cerró la puerta.

—Siéntate —dijo un tipo—. Ya te he metido en el sistema. Tu usuario y contraseña están al lado de tu teclado.

—¿Usuario para qué?

El tipo giró en su silla. Llevaba tejanos, una camiseta gráfica, Vans y un gorro, y le recordó a Taehyun a un porrero—. Tienes una lista de nombres en tu ordenador. Mira qué quieren y búscalo. La mayoría de las veces lo encontrarás en Walmart, pero Amazon también es un buen lugar para buscar.

 

 

—No le escuches —dijo una mujer mientras sonreía a Taehyun—. Él es un vago y esos son los únicos lugares en los que busca. He incluido muchos lugares en tus favoritos. —Deslizó una pierna sobre la otra y colocó sus manos en su regazo—. Soy Zinni  y ese es Ryan.

—¿Sin nombres indignantes? —preguntó Taehyun.

Ella rio suavemente. —Eso es para los raros de ahí que viven aquí todo el año.

—¿Dónde es exactamente aquí? —Taehyun podría haber jurado que había entrado en un almacén en Bakin Street, pero cuando miró más allá de Zinni por la ventana, todo lo que vio fue el lateral de un establo.

—Te lo diría —dijo—, pero dudo que me creyeras.

 

—Estamos en el Polo Norte —dijo un hombre con gruesas gafas y el pelo corto por delante y largo por detrás—. Cuando entraste en el almacén que fuera al que te enviaran, un portal te trajo aquí.

—Tienes razón —dijo Taehyun—. No voy a creer una palabra de esa mierda.

Ryan rió. —Eso es lo que yo dije. Me dijeron que tú te quedarías conmigo en la cabaña cinco.

—No —Taehyun dijo mientras sacudía su cabeza—. Voy a ir a casa después de mi turno.

Los hombres y mujeres en la habitación se miraron y empezaron a reír. Taehyun se sentía como si hubiera entrado en un sueño estrafalario y esperaba despertar pronto. Bueno, quizás podía despertar después de que le pagaran.

 

—Lo siento, Taehyun —dijo Ryan—, pero no se puede salir de aquí hasta que se acabe el trabajo.

—¿Qué quiere decir que estás aquí para escoltarme hasta mi cabaña?

—Taehyun había tenido suficiente de esta locura. Eran casi las siete y necesitaba ir a casa. Su casero había amenazado con darle una notificación de desalojo si no tenía su alquiler a las seis. No tenía el dinero, pero tenía que intentar comprar más tiempo.

Jelly-P se pasó una mano por su pelo rosa de punta, sus rasgos ligeramente contraídos, como si luchara por mantenerse tranquilo. Mordía su chicle un poco fuerte, masticando unas cuantas veces antes de sonreír.

—Te dije que te habían asignado una cabaña. Ahora deja de ser difícil, campeón, ¿o planeas ser una de esas personas?

—¿Qué?

—Está hablando sobre huir, —dijo Zinni desde detrás. Apoyó su barbilla en el hombro de Taehyun, y no estaba muy seguro de que le gustara que ella fuera tan familiar con él—. Algunas personas se vuelven locas e intentan huir.

 

 

—¿Huir? —A Jelly-P le vino un tic bajo el ojo—. ¿Por qué usan esa palabra? Este es un lugar maravilloso, y nadie intenta escapar.  Simplemente no ven el panorama general.

—A esto se le llama secuestro. —Taehyun le clavó un dedo a Jelly-P—.Ordeno que me dejes ir a casa.

—Va a intentarlo —Ryan dijo vagamente detrás de él.

—No, no lo hará. —Jelly-P sonrió tenso a Taehyun mientras se ponía sus delgadas manos en las caderas. Había reto en sus ojos morados, como si retara a Taehyun a contradecirlo.

—Sólo síguele el rollo —susurró Zinni en la oreja de Taehyun—.Luchar contra Jelly-P hará que tu tiempo aquí sea miserable.

 

—No seas tontita —dijo Jelly-P—. Nadie aquí es miserable. —De nuevo, apareció el tic bajo el ojo—. A todos les encanta estar aquí.

¿El tipo intentaba convencer a Taehyun o a sí mismo? Por el tic en el ojo, Taehyun tenía la sensación de que Jelly-P se rompería al instante si cualquiera intentaba explotar su burbuja de arcoíris sobre que éste era el lugar más increíble del planeta.

Todavía no estaba convencido de haber pasado por un portal como el friki informático de gafas había sugerido. Esto tenía que tener una explicación lógica y Taehyun la descubriría.

Tan pronto como saliera de aquí.

—Voy a casa. —Taehyun se empujó más allá de Jelly-P.

El hombre le agarró el brazo. Taehyun miró la mano antes de alzar la mirada al pirado. —Sácame la mano de encima.

La expresión en los ojos morados de Jelly-P ya no era tan feliz. — Vale, veo que tendremos que hacer las cosas a la manera difícil.

Taehyun se soltó el brazo y se fue rápido por el pasillo. Le llevó un minuto encontrar el camino hacia la sala principal. Rodeó la esquina y vio a dos hombres vestidos de rojo y blanco, cada uno con un walkie-talkie y dirigiéndose hacia él. Tenían que ser de seguridad. Su mirada bajó a los festivos cinturones de herramientas para ver si llevaban armas de fuego. No llevaban. Llevaban pistolas eléctricas. Pistolas eléctricas muy grandes.

 

 

Taehyun esquivó hacia la izquierda y se apresuró a pasar a un grupo de mujeres charlando mientras buscaba una señal de salida. No vio ninguna. Cada puerta que pasaba estaba marcada como un taller: “Muñecas y vestidos”, “Gatitos y caramelos”, “Ropa interior y malas decisiones”. Paró en esa puerta por un segundo luego sacudió la cabeza antes de seguir.

Y las puertas siguieron y siguieron. Taehyun se dio cuenta de que estaba corriendo en un gran círculo, lo cual no era difícil porque el almacén era del tamaño de una ciudad. Pero ninguna de las puertas tenía señal de salida.

 

Mirando por encima de su hombro, Taehyun vio a los dos hombres acercándose. No eran delgados como Jelly-P ni amplios como Lollipapa. Eran altos, fornidos y con expresiones idénticas que decían que Taehyun pagaría por hacer que lo persiguieran.

¡Por fin! Taehyun notó una puerta más adelante con una ventana de cristal. Detrás del cristal vio nieve. En un intento de llegar a esa puerta, chocó con gente, saltó sobre un carrito de pastas, y esquivó a un grupo de hombres con orejas puntiagudas.

Ni siquiera iba a dejar que ese pensamiento penetrara. Tenía que estar viendo cosas en su estado de pánico. Nop, no tenían orejas puntiagudas. No voy a pensar en eso.

Taehyun agarró una vara roja y giró por un momento, dirigiéndose hacia la puerta. Acelerando, golpeó sus manos en el cristal y salió del almacén.

Jelly-P se quedó allí, de brazos cruzados sobre su pecho rojo. —Has pasado por todo eso sólo para acabar aquí de todas formas, tontito.

Alzó su mano cuando los dos hombres de seguridad atravesaron la puerta. —Tengo esto controlado, GoUp y Bok Eun . Gracias por ayudar.

Jadeando en busca de aire, Taehyun miró alrededor. No estaba en Bakin Street. Habían desaparecido las tiendas de la acera de enfrente, el aparcamiento de al lado y la creencia de que esto era sólo un sueño loco.

 

De hecho, no había edificios excepto un mar de cabañas de color marrón crema. Tenía que haber al menos tres docenas, y cada una de ellas tenía un número pintado en su puerta roja.

A su derecha, vio un gran establo con fardos de heno amontonados junto a las puertas dobles.

A su izquierda había una gran casa roja y blanca con un porche que la rodeaba, flores de pascua en los escalones y una corona navideña colgando de la puerta.

Taehyun maldijo ligeramente mientras el peso completo de la situación lo alcanzaba.

Realmente estaba en el taller de Santa y no se iba a ir pronto.

 

continuará...


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