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La Unión Patricia por midhiel

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~capítulo 1~

Logan era un dux romano de una familia de la aristocracia de los visigodos, que por sus servicios al Imperio acababa de conseguir la mano de una joven patricia. Su hermano mayor Víctor, que velaba por el honor de la familia, no podía estar más satisfecho, y era todo risas y bromas mientras cabalgaban en procesión hacia la Ciudad Eterna para que el soldado conociera y se enlazara con su prometida.

Los hermanos habían conseguido la ciudadanía romana gracias a su madre, hija de comerciantes romanos de la plebe, que se había casado con el padre de ellos, un noble emparentado con el rey de los godos.

Logan había viajado desde niño a Roma para entrenarse en el ejército y su desempeño militar en combate lo había hecho célebre. Víctor, en cambio, continuó viviendo con su pueblo para ocuparse de los asuntos familiares y había sido él quien con mucha diplomacia, consiguió comprometer a su hermano con la hija de un senador de la gens Wanda, que decía descender de Eneas y su madre Venus, o sea, que estaba emparentado con héroes, dioses, la Casa de Troya y hasta el mismísimo Emperador.

La joven se llamaba Wanda, ya que al ser mujer llevaba el nombre de su familia, y tenía un hermano gemelo llamado Pietro. Su padre no era otro que el senador Erik Wandus.

Logan estaba ansioso pero por su formación en la milicia, lo disimulaba con una actitud pensativa y se había mantenido taciturno durante todo el viaje. A decir verdad, era un hombre de pocas palabras así que su hermano se encargó de llevar adelante la plática para hacer más pasajera la travesía.

Al entrar en la ciudad, Víctor quedó fascinado con sus edificaciones, su gente, el bullicio y la actividad que se notaba en las calles. Era lo opuesto a la sencilla aldea donde había crecido.

El cortejo llegó hasta la casa señorial de Wandus. Era un “domus” que quitaba el aliento aún desde la fachada. El senador se encontraba aguardándolos en el vestíbulo con un grupo de sirvientes que se encargaron de los equipajes, los animales y el cortejo.

Los hermanos saludaron a Erik con un beso, mientras se lavaban las manos en la vasija que una doncella les acercaba; después pasaron al atrio. Si la fachada quitaba el aliento, el interior lo devolvió para quitárselos otra vez; Logan había estado en otros “domus” pero este definitivamente tenía una elegancia, sencillez y distinción que marcaban la clase a la que su dueño pertenecía. Víctor estaba más sorprendido que él ya que conocía poco y nada de viviendas romanas más allá de alguna que otra villa en la que hubiera estado.

Era la primera vez que el futuro suegro y el futuro yerno se veían y aunque los dos fueron corteses, no se llevaron una buena impresión, porque al senador el militar le pareció un bárbaro de aspecto tosco ya que tenía la barba oscura crecida, patillas, era fornido y el cabello peinado hacia arriba formando dos puntas que le daba un aspecto lobuno; Erik hizo un comentario al respecto y Víctor respondió rápidamente que su hermano se peinaba así para emular a la famosa loba que amamantara a Rómulo y Remo. El senador no rió y a Logan el chiste no le cayó en gracia así que prefirió entrar enseguida, conocer a su prometida y cumplir con el enlace.

─He aquí un problema ─ comentó Erik con la tonada latina tan patricia que disgustaba a Logan.

Él había crecido en el ejército con personas de la aristocracia y también plebeyos, y le disgustaba ver cómo los nobles se distanciaba de estos últimos aún desde el lenguaje. Después de todo, su madre provenía de la plebe. El senador definitivamente no le agradó y se creó un ambiente tenso entre los futuros suegro y yerno.

─ ¿Cuál es el problema, senador? ─ preguntó Víctor preocupado.

Erik les hizo una seña para que lo siguieran. No quería discutir de un asunto tan especial en el patio y prefirió la intimidad del “peristilum”. El senador consideró que el jardín fresco y florido era el sitio ideal para que les comunicara la decisión que había tenido que tomar a último momento.

Esperaba que ese par de bárbaros comprendiera que lo había hecho por el honor de su familia. Después de todo, siendo su madre romana, ellos debían entender las vicisitudes que tenía que pasar un noble para proteger el nombre y la estirpe familiar dentro de la Ciudad Eterna.

Los guió hasta las columnas ricamente ornamentadas y allí, entre el trinar de los pájaros y el sonido constante de las fuentes, les explicó:
─Mi hija Wanda, que fue dada en matrimonio a usted hace una luna, Logan, contrajo nupcias ayer con el hijo de otro senador. Me urgió casarla por motivos personales y para cuidar el buen nombre que mi familia ha llevado desde la época de República.

─ ¿Cómo? ─ Reclamó Víctor desencajado por la sorpresa.
Logan no cambió su expresión y solo masculló un “patricios” despectivo que llegó a oídos de Erik.

El senador se veía afectado y tuvo que confesar:

─Confiando en su discreción les añado que la situación me forzó a hacerlo. Es el honor de mi hija el que protegí más que el de mi familia y si la casaba con usted, Logan, lo hubiera engañado y usted me habría reclamado justicia con todo su derecho.

El dux era hombre de mundo así que entendió rápido.

─Está embarazada de ese tal hijo de un senador y como es de familia patricia como ustedes, usted aceptó el enlace.

A Erik solo le quedó asentir.

Víctor no sabía cómo reaccionar. Su trabajo diplomático había resultado infructuoso. Todos los meses de encuentros, intercambios, reuniones, toda la burocracia había sido desperdiciada para que su hermano y su familia por medio de él, resultaran humillados.

El senador trató de enmendar la situación con una propuesta que ya había pensado como solución posible.

─Tengo un hijo de la misma edad de Wanda, como saben ustedes, que está soltero y al que me sentiría honrado de ofrecérselo en matrimonio.

─Un hijo varón no podrá procrear con mi hermano ─ declaró Víctor con gravedad ─. Sería un matrimonio estéril y sabe que estos enlaces se realizan pensando en la descendencia.

─Mi hijo es fértil.

─ ¿Qué quiere decir con eso? ─ demandó Víctor ofuscado.

Logan intervino.

─Quiere decir que el joven es uno de los pocos patricios que cuentan con el don particular de los dioses. Creí que se trataba de una leyenda.

─No lo es ─ contestó el senador ─. Mi familia desciende de la diosa Venus y por medio de ella tenemos el don de la fecundidad en algunos de nuestros varones, que pueden gestar y parir. Pietro es uno de ellos.

Logan miró a Erik a los ojos. Podía leer que le era sincero pero él no iba a casarse con un muchachito por más gen patricia que tuviera. Dio media vuelta, listo para marcharse, tosco y cortante como solía actuar cuando algo lo fastidiaba. Su hermano diplomático quiso atajarlo del brazo pero el militar se sacudió y abandonó el jardín. Regresó al “atrium” donde exigió su caballo y abandonó la casa a todo galope.

Erik se mantuvo adusto en el “peristilum.” Se sentía culpable pero también había dado una solución así que no era un remordimiento profundo el que lo agobiaba. Es más, como patricio sentía que había sido demasiado benevolente con ese bárbaro parido por una plebeya. Víctor, en cambio, había olvidado su enfado y ahora se deshacía en excusas ante el senador por el accionar de su hermano.

Desde una de las ventanas que daban al patio, un jovencito de cabellos plateados y tez pálida sonreía con sus dos hoyuelos dibujados. Su padre le había permitido espiar desde allí la plática y aunque no podía oír qué habían discutido, vio a su prometido y ese aspecto lobuno y salvaje que molestó al senador, a él le había parecido fascinante. Pietro se había enamorado.

Continuará...


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