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Príncipe Kakaroto por Jyan-chan

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La noche fría se hizo presente, todos los habitantes del Planeta Vegita estaban durmiendo como de costumbre en sus casas, lo cual eso era notorio debido a que ningun indicio de luz estaba presente en la oscuridad. El ambiente se encontraba silencioso y solo podía escucharse el sonido del viento meciendo las hojas de los árboles. A la lejanía, una enorme estructura al borde de un gran acantilado, con numerosas edificaciones, cada una con diferentes funciones que conectaban desde el suelo hasta la parte superior, ese era el Palacio del Rey Vegeta, y era el único edificio que se encontraba con las luces encendidas, especificamente la última torre que componía la estructura total del Palacio: la habitación del Rey.

 

-¡¿Qué?! -gritó el Saiyan mayor sin salir de su asombro, sus ojos estaban abiertos descomunalmente producto de las impresionantes palabras de su padre, no podía creer que justamente él le haya propuesto tal cosa, quisiera saber en que cabeza cabía semejante idea disparatada.

-Lo que escuchaste, tienes 18 años Vegeta, a esta altura es normal que tengas ya a alguien en mente para presentar a la familia Real. -dijo el Rey de los Saiyajin en un tono de voz tranquilo sentado en el borde su cama de dos plazas y con sus piernas cruzadas, al mismo tiempo que se quitaba el dedo de su oido izquierdo producto del colosal grito de su hijo que por poco lo deja sordo.

-Yo ya te dije que no me interesan esas cosas, ¿cuántas veces tengo que repetirtelo? -preguntó Vegeta mayor en un tono de voz hostil y lleno de incomodidad. -Y además, ¿porqué no le has dado esta misma charla a Tarble?

-Porqué Tarble aún es menor de edad. -respondió el Rey ya harto de la actitud tan incondescendiente de su hijo mayor. Suspiró, Vegeta se quedó parado con un leve tic nervioso en su ojo izquierdo, parecia que de pronto le iba a entrar un colapso cerebral si continuaba guiando sus emociones por el camino de la ira y la locura. -Escucha, en una semana habrá una fiesta, en honor al cumpleaños número 17 de Tarble, vendrá mucha gente importante para darle sus bendiciones a tu hermano, y estoy seguro de que allí puedes conocer alguna chica para…

-¡Ni loco! -gritó Vegeta sacando valor desde lo más profundo de su ser, no quería terminar comprometido al lado de alguien que no conoce y que no ama, porque conociendo a su avaricioso padre, conocer a alguien en esa fiesta no puede tener otro propósito más que de querer atarlo a alguien en matrimonio.

-¿Por qué no? -pregunta de repente el Rey. - ¿Acaso estas saliendo con alguien?

-¡Si! ¡Estoy saliendo con alguien! -el Principe no sabía si golpearse la cabeza contra la apred por semejante estupidez, seguir con el juego del noviazo inexistente, o decirle que se trató de un error. Optó por continuar con lo segundo, ya que la cara de su padre cambio rotundamente a una de alivio.

-Entonces invítalo. -dijo el Rey con una sonrisa de medio lado. -Debes entender que tu eres un Príncipe, no eres un cualquiera, por lo tanto, espero que tu acompañante sea alguien digno de poder.

-Lo es. -dijo ya con sus últimas neuronas en huelga y sin ansias de seguir haciendo sinapsis, ahora solo decía palabras al azar con tal de complacer a su padre y que dejara de ostigarlo con eso del matrimonio. -Es un Príncipe del Planeta Morver.

-¿Planeta Morver? Nunca habia escuchado de ese planeta. -dijo el Rey colocando sus dedos debajo de su barbilla, tratando de indagar en sus pensamientos si alguna vez habria estado en ese planeta, o si por lo menos lo habria escuchado en alguna parte.

-Está a unos 780.000 kilómetros de aquí, es obvio que ni tu ni nadie habrá escuchado de ese planeta, es muy lejano, y los poderes de sus habitantes son igual de desconocidos. -respondió Vegeta con una gota de sudor resbalándole por la nuca, nunca había mentido, y esta era la primera vez que lo hacia, y que hasta él mismo se sorprendia de tirar una tras otra mentira acerca de su supuesto noviazgo, para ser alguien que no mentia, ahora mismo lo estaba haciendo muy bien.

-En ese caso no hay objeción, será una fiesta de gala y asegúrate de decirle que vaya con sus mejores atuendos. -pronunció el Rey al mismo tiempo que se levantaba de su cama y caminaba hacia su hijo, para luego colocarle suavemente su enorme mano sobre su hombro. -¡Felicidades, hijo! ¿Cómo se llama el afortunado?

-¿C-cómo se llama? -no podia arriesgarse a tanto, solo se le venia a la mente la figura de una sola persona que estaba seguro que lo ayudaría en este desmadre, no estaba seguro si debia o no mencionar su nombre, no tenia conocimiento de que si su padre lo reconoceria si lo confesaba. -Ka-Karoto.

-¿Karoto? Mmmm, ese nombre me suena.

-¡No! ¡No te suena! ¡Los nombres de los habitantes del Planeta Morver no le suenan a nadie! -gritó nervioso y ya sacado de quicio, se quito la mano de su padre de su hombrro y se dio media vuelta. -¡Si ya no hay más nada que decir, padre, me voy a mi habitación! -dijo dando por terminada la conversación, abrió la puerta y la cerró detrás de si. Gracias a su visión periferica, pudo notar que alguien estaba parado a su lado, más especificamente apoyado contra la pared con sus brazos cruzados: era su hermano Tarble, quien habia escuchado parte de la conversación.

-Te va a crecer la nariz como a pinocho. -comentó de forma burlezca.

-¡Cállate, fue un acto desesperado! -dijo molesto, dándole la espalda a su hermano, encaminandose a sus apocentos, Tarble se separó de la pared y comenzo a caminar detrás de él.

- Eres consciente de que si padre descubre que mentiste te hará caminar desnudo por todo el planeta al mismo tiempo que te dará azotes en la espalda, ¿verdad?

-¡Diablos, ya lo sé! -contestó mientras una vena resaltaba en su frente, la presencia de su hermano ya le estaba fastidiando. -Es solo que no quiero estar atado a alguien que no quiero.

-¿Y porqué no se lo dices y ya?

-¡Estoy harto de decirselo! ¡Pero parece que mientras más se lo niego, más aumentan sus ganas de querer comprometerme, no me quedó otra más que seguirle el juego!

-¿Y ya tienes pensado quien fingirá ser tu acompañante? -preguntó Tarble arqueando una ceja, solo una persona debería estar rondando la mente de su hermano, el Saiyajin más tonto y bondadoso que existe en el planeta, que a pesar de hacer sacar canas verdes a su hermano, lo tiene loco de amor.

 

… … … … … … … … … … …

 

Un nuevo día ha iniciado, y que mejor forma que comenzar con el pie derecho entrenando. El principe Vegeta y su fiel amigo y compañero, Kakaroto, se encontraban entrenando en un sector alejado de las aldeas y del palacio Real, casi alejados de todo, no era bien visto que un guerrero de clase baja y alguien de la realeza estuvieran juntos, denigraria la imagen del principe si alguien los veía; dando golpes y patadas con tanta potencia que hacia el suelo retumbar. Lanzando ráfagas de ataque que el otro facilmente podía esquivar, algunas piedritas del suelo se elevaban por los aires cuando su ki aumentaba con intensiones de provocar un daño físico a su contrincante y luego se terminarían llendo cada uno a sus hogares con algun que otro hueso roto. Ese sería un entrenamiento sumamente estimulante, de no ser porque Vegeta se encontraba muy distraido; a duras penas golpeaba con fuerza a su oponente, no tenia los reflejos que acostumbraba a tener en una pelea y en más de una ocasión los golpes de Kakaroto le han dado en el cuerpo, y fue hasta el golpe final que un tremendo puñetazo del Son le dio de lleno en la cara, lo que lo hizo caer desde los cielos hacia el suelo de espalda bruscamente y totalmente mareado.

 

-¡Vegeta! -gritó Kakaroto, bajando a toda velocidad hasta tocar tierra firme y ponerse al lado de su amigo. -Vegeta, ¿estás bien?

-Me duele la cabeza. -y no miente, no solo por el tremedo golpe, sino porque no ha dejado de pensar en la charla de ayer con su padre y en como le pediria a Kakaroto semejante favor.

-Creo que deberíamos parar por hoy. -mencionó Kakaroto, estaba a punto de levantarse para tomar su armadura, lo cual fue temporalmente quitada para facilitar sus movimientos en el entrenamiento, pero su muñeca fue sostenida con tal fuerza que el impidió moverse de su sitio, Kakaroto dirigio sus ojos hacia el responsable. -¿Vegeta?

-Kakaroto yo…estoy en problemas. -dijo con un hilo de voz que apenas se pudo oir, Kakaroto parpadeo varias veces al ver esa imagen, Vegeta no lo miraba y se dedicaba a esconder su rostro lejos de esos ojos negros que tanto lo enloquecian.

-¿Qué…qué sucede, Vegeta? -dijo en un susurro y no puede evitar estremecerse, no es normal que Vegeta hable de sus problemas, no podia hacer otra cosa más que escucharlo. -Sabes que somos amigos y puedes contarme lo que sea. Yo haré lo que este a mi alcanse para ayudarte y….

-Mi padre quiere comprometerme. -dice Vegeta cortando abruptamente el discurso de Kakaroto. -Le eh dicho que estoy saliendo con alguien, con un principe de un planeta que yo mismo inventé, pero ese príncipe no existe. -Kakaroto le mira confundido, siente un nudo en la garganta y no sabe como responder a eso, ver a su amigo angustiado por una situación tan compleja como esa es algo que no veía todos los días. -Yo…no sé que hacer.

-Si no te desagrada, puedo fingir ser ese príncipe. -Vegeta le devolvió la mirada atónito, estaba buscando las palabras correctas para pedirle dicho favor a Kakaroto, jamás se esperó que él mismo se ofreciera a formar parte de su mentira.

-¿Harías eso por mi?

-¡Claro, somos amigos después de todo! -dijo esbozando una gran y radiante sonrisa, sonrisa que a cada momento que Vegeta la ve se le hace un nudo en el estómago y hace que un calor extraño comienze a burbujear en su interior. Sus ojos negros son como dos abismos profundos a lo desconocido y su sonrisa es la luz que ilumina esa oscuridad.

-Amigos, solo me ve como eso…-esa palabra retumbo en las paredes cerebrales del príncipe un poco defraudado. -Entonces, esto es lo que vas a hacer. -dijo poniendose de pie por si mismo, Kakaroto le imita y se pone de pie también, pero Vegeta le está dando la espalda. -La fiesta es en honor al cumpleaños 17 de Tarble, es en una semana, asi que debes vestirte con las indumentarias típicas de un príncipe.

-No hay problema.

-Y debes saber comportarte como alguien de la realeza.

-No es dificil.

-Y también debes tener el porte y la elegancia que solo un príncipe puede tener.

-Espera, ¿qué?

-Debes saber como comer, caminar, bailar, expresarte frente a gente poderosa y muchas otras cosas más. -Kakaroto le miro con una ceja levantada llena de incredulidad, no sabia que fingir ser alguien poderoso requeria tantos conceptos, hasta donde él sabia, creyó que con solo la ropa y el comportamiento eran suficientes, ¿ahora también debia aprender a comer y bailar? -¿Es demaciado para tu cerebro? -preguntó en forma burlona, eran muchas cosas que problamente el cabeza de chorlito de Kakaroto olvidará al dia siguiente, y teniendo en cuenta el tiempo que necesitarian para convertir a Kakaroto en todo un principe, no podria esperar muchos cambios.

-¡Claro que no, es pan comido! -dijo con determinación, si su amigo lo necesitaba nada lo detendría.

-En ese caso, te espero en una semana. -dijo Vegeta caminando a paso tranquilo en busca de armadura superior. -Vendré a recogerte para llevarte a la fiesta. -se colocó la armadura y sin esperar a que Kakaroto preguntara nada concentró un poco de poder y partió vuelo de nuevo al palacio. Kakaroto se quedó viendo el rastro de la trayectoria que Vegeta tomó para irse, suspiró, esto iba a ser complicado para explicar a su padre.


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