Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El secreto del pueblo. por PlaybooksmadKILLMEplis

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

OK, ¿Cómo explicarlo sin sentirme patética? Bueno, no importa. Antes se llama ‘’MI RARO ACOSADOR’’ y yo lo cambie hace unos días, en Wattpad, perooooo, mi cuenta como es una reverenda mierda, no me dejo entrar a la página, así que, esta es mi CUARTAAAAAA cuenta que hago para entrar, así que eso, BYE.

Enserio, es horrible TODAS LAS VECES QUE ME METI INTENTANDOLO,

T-T

Es… extraño. Nunca había sentido extrañeza, creo. No suelo sentir muchas cosas, es casi insólito de mi parte sentir diversas emociones como un adolescente hormonal debería sentir. Pero no es la gran cosa, solo me ha llegado otro ‘’regalo’’ con una notita blanca rectangular con letras rojas impregnada en ella, que decía lo de siempre; ‘’espero que te guste. Con amor. Atte. Tu acosador’’. Por lo menos era directo el tipo, me agradaba, pero sentía esa cosa… extrañeza. ¿Seguía confundiendo la dirección? Es que no entiendo en verdad. A pesar de que los regalos que me han llegado han sido de mi completo agrado, de igual forma es extraño. Un tipo mandando regalos a otro, es extraño, lo malo es que no puedo mandarle una respuesta para decirle que soy un chico, y que quisiera saber si en verdad me las envía a mí. Lo intente preguntándole la dirección al cartero, dijo que estaba anotado en alguna parte del envoltorio, y era cierto, pero no existía, lo busque en internet y sale que es un lugar abandonado afuera del pueblo Mar, con eso me sentí confuso, pero deje que pasara, pensando que se daría cuenta solo, pero ya han pasado dos meses desde los regalos cada fin de semana. Libros, comic, frases, pinturas, libretas, incluso un anillo, que quise usar, pero no me atreví, no era mío, creo. No es que sea raro, raro, soy gay, así que el hecho de un hombre me ‘’acose’’ no me es sorpresa, pero no me agrada del todo, no está bien, aun así quería abrir el regalo.


Me adentre a mi casa viendo la caja envuelta en papel rojo, mi color favorito, ¿será que escribe con ese color porque me gusta el rojo? Tal vez si sean para mí los regalos que he abierto sin vergüenza alguna.


-¡Me voy a comer el ultimo yogurt con cereal!


-Haz lo que quieras, Dante.


Hubiese querido decir lo mismo que Lorenzo que estaba inmerso en su Tablet leyendo sin mirar a nuestro hermano que sacaba el yogurt y el cereal que me correspondía. Nuestra madre había dicho ayer que eran míos.


-¿Te molesta acaso?-Desde el isla que estaba ya el pocillo y la cuchara encima para comer un delicioso cereal, mi hermano me encaro con su redondo rostro tosco que sus ojos azules iguales de Lorenzo suavizaban.


-No… no me modesta….


-‘’No… no me modesta’’. Es; ‘’molesta’’, Andrés, modula, mo-du-la.


Lorenzo, burlándose de mi desde el sillón mientras me dijo eso, genero una risotada en nuestro hermano que con brutalidad comenzó a comer lo que hubiese sido mi desayuno.


-Lo sé. No me molesta.


-Eso, así se hace. Ahora sonríe.


Siguió hablando  Lorenzo, poniendo sus dos dedos índices a cada lado de su boca mientras sonreía y seguía sosteniendo la Tablet en su mano izquierda.


Púdrete.                                             


-No, gracias. Iré arriba.


-¿Otro regalo? Ese amigo tuyo de internet debe ser alguien rico, si te manda regalos cada fin de semana.


-Ya lo creo. Podrías vender eso.


No quiero Dante, son míos.


-Tal vez hago lo haga.


-Otra vez se enredó con las palabras. Eso pasa cuando no hablas durante los dos meses de vacaciones.


Estaba cansado, y no estaba de humor de aguantar a Lorenzo con sus críticas de vocales y a Dante grotesco apoyando cada palabrería que salía de nuestro hermano solo porque no sabe más que hacer. Son unos idiotas.


-Sí, ya se. Iré arriba.


-Ya lo dijiste, largo.


Creo que fue lo que dije Dante con todo el cereal en la boca y el delicioso yogurt de durazno saliendo por los bordes de la comisura de su labio. Asentí, y subí curioso de saber que había adentro.


En mi habitación solo entra mi madre, y si no quiero que entre le pongo pestillo, que ahora, que por alguna rareza suya, le pongo más seguido ya que le ha dado por entrar en momentos inoportunos para mí, así que apenas entre lo puse, y fui hacia mi cama sin ordenar con diversas libretas con escrituras al azar para abrir ya la caja.


-Que será.


Estaba ansioso. Lo abrí, y lentamente mire lo que había adentro, y lo que había adentro me lleno de dicha y me hizo olvidar del amargor de lo ocurrido hace unos minutos. Era más dibujos, lápices de colores y más libretas en donde escribir mis tonterías.


-Que genial.


Con estos tipos de regalo era cuando me entraba en la duda, si eran para mí, pero luego me mandaba notas de amor, anillos, joyas, como si fuera chica. No me gusta eso, no me interesan esas cosas, no me producen  ninguna emoción.


-¡Andrés, vino Claudio!


Corrí hacia el pasillo y en el pasamano de la escalera en donde me afirme vi a mi amigo flacucho con su cámara que le tapaba todo el pecho en la puerta con su mirada fija en Dante. No lo asustes, idiota.


-Oye Dante, ya nos vamos.


-Sí, sí, váyanse.


Mi pobre amigo que con su sonrojo hizo notar sus pecas en su piel pálida similar a la mía, excepto por las pecas, las reemplazo con ligeras espinillas que serán mis amigas por el resto de mi vida si no me trataba esta piel grasa.


-Ya vámonos.


No se cómo mi amigo no se orinaba ahí mismo con el miedo que le tenía a mi robusto hermano.


-Andrés, cariño, ¿comiste tu desayuno?


Y como si alguien hubiese llamada a la loba con el sudor del miedo, apareció mi madre. Sabía que si le decía que Dante se comió lo que era mío, se enojaría con él, y él se enojaría conmigo, y Lorenzo saldría en defensa de Dante justificando que yo no me queje y le iba a dar el discurso a mi madre de que dejara de sobreprotegerme, mierda, no tan temprano.


-Sí, lo comí, Dante iba a lavar el pocillo.


-Ah, ya que bien, ¿Cómo estas, Claudio?


-Bien, señora.


-Ja, le salió un gallo.


-No seas, malo, Dante,-Giro su cabeza para  mirar a un Dante apoyado en arco de la pared, con una mirada que definiría engreída.-a ti también te pasaba.


-Neh.


-No me faltes el respeto.


-Lo siento, mamá.


Y cuya mirada desapareció dándose vuelta, no lo lamentaba.


-Como sea.-Giro bruscamente para mirarnos sonriendo, como si nada con su dulce voz.-Recuerda llegar antes de las una, después tenemos que ir al dentista, por fin te sacaran tus frenillos.


-Eso no cambiara su rostro, seguirá igual de amargado.


No sé en qué momento lavo Dante el pocillo pero se sacudía las manos mientras iba camino a sentarse con Lorenzo que ni nos miraba.


-Y tú serás castigado, si no dejas de decir tonterías. Vayan con cuidado.


-Solo iremos a mi casa, señora Fernández. Adiós.


-Adiós.


Yo no dije adiós, la vería en unos minutos más.


La casa de Claudio se ubicaba a seis casas desde la nuestra. El vecindario, casi americano, es uno muy tranquilo, estábamos ubicado en un campo unido al bosque, de hecho todo el pueblo está rodeado del bosque Skeel, nombrado así por el fundador del pueblo Mar; Alejandro Skeel, el pueblo debería de llamarse igual que él, pero dice la historia que le puso así al honor a su hija no nacida que la iban a nombrar María; pero al final la señora murió con su bebe adentro cuando llego la peste, aunque en verdad siempre me dio la duda de como sabía que era niña en esa época, a pesar de que la repuesta es la misma, del hecho de que había una bruja que decía el sexo de los bebes y les atinaba, eso para mí me parece más una coincidencia que brujería.


-Mi padre me compro un soporte de cámara, dice que quiere ir a escalar. Dios me libre, por favor, de solo pensarlo me lanzo a la carretera y que me atropellen. Ah, y también, me compraron una cámara nueva, es este, es grande, y tiene un buen sensor, aparte me compraron una correa de cámara también, aparte de eso… nada interesante paso.


-¿No dijiste que irían a Italia?


-Sí.


-¿Y nada interesante paso en Italia?


Lo vi dubitativo, como si no supiera si responder o no, mientras se rascaba su gran cabellera crespa, que parecía un casco de hojas enormes cafés.


-Eh… bueno… el lugar era lindo.


-Ya veo.


No le intereso el lugar o mintió respecto a Italia.


-¿Quieres unos ‘’Golpes’’? mi padre compro una caja entera cuando vinimos aquí. Sobraron diez.


-Claro.


Entramos a su casa y saludo a los padres de Claudio, que se fueron volando a su tienda de florería, y no salude a nadie más, no tiene hermanos, suerte la suya.


-Oye, ¿sigue mandándote regalos tu amigo de España?


-Eh sí, me llego una libreta, y lápices.


-Oh, qué bien, a mí me gustaría hacer una amistad por internet, pero a todos los desconocidos con he chateado son unos pervertidos después. Tienes suerte.


Si, tener un acosador es tener suerte.


Tanto mi familia como Claudio creen que es un amigo de internet que conoci. No quería decirles la verdad, quería resolverlo yo solo, hasta que vi que no había dirección, y después de eso deje que durante los dos meses de vacaciones me mandara regalos, nadie se quejó o dudo, me hubiese gustado que alguien lo hubiese hecho, pero ya no importa, no creo que este acosador sea violento, no me ha mandado nada malo, y ni me ha dado indirectas de que me sigue, si sigue así, pues mejor me callo, es mejor no tener problemas.


-Hoy habrá una fiesta en la casa de Emilia, me la encontré en el supermercado y nos invitó, apuesto que estarán los del equipo de Basquetbol.


-Claro que estarán, ella es la novia del capitán.


-Que mal, ellos acaparan la atención de todas las chicas, los de futbol también irán, entre los dos equipos, nos quedaran las escobas para ligar.


No me molestaría tener una escoba dentro de mí.


-No seas exagerado. Aparte sabes que no me interesa eso.


-Lo sé, y tengo una teoría respecto a eso, ¿serás asexual?


-¿Por qué nunca he tenido un amor?


-Pues… nunca me dices quien te gusta o te atrae, así que sí.


Soy homosexual, me masturbo con videos violentos homosexuales, donde se muestra que el deseo sexual del activo es más importante que del pobre pasivo que opacan sus gritos y gemidos para no estorbar y eso me atrae, y sobre todo, me excita. Pero no podía decirle eso.


-No es así. Solo no he encontrado el amor, o no me ha atraído alguien, eso es todo.


-Si lo dices.


-Aparte, tú tampoco me has dicho quién te gusta.


Atragantado, trato de sacar el dulce de chocolate con relleno de miel de su garganta sobre su cama con diversos lentes de cámara.


-Veo que toque un punto sensible, ¿te gusta alguien?


-A veces me incomoda tu rostro,-Me señalo, como reprochándome, es mi rostro, no pedí nacer con este rostro.-preguntándome algo así con tu rostro serio, es como ver a un psicólogo que quiere ver tu alma.


-Es un si entonces, ¿Quién?


-Nadie, enserio, nadie.


Que mal que no me tengas confianza, es algo… se siente…. Un ¿dolor? ¿Tal vez? Un golpecito en el pecho ver que mi único amigo no me tenga confianza.


-Está bien, no te presionare.


-Y le das, que no me gusta nadie. Pero ya no importa. ¿Iras a la fiesta?


AGH, no, que fastidio, tantas personas, gritando, bailando, no gracias.


-Ahí veré.


No hablamos mucho del tema, pero si lo que podría pasar al ingreso a clase el martes. Que aburrido es el ingreso a clase, es estresante, y también es como si nunca hubiese tenido vacaciones, siempre me he sentido así, es como si solo hubiese sido dos semanas y ya.


-Adiós.


-Adiós.


El ambiente se puso pesado desde mi pregunta si le gustaba alguien o no, no veo el problema en decirme, nunca le he fallado como amigo, ¿Por qué el sí a mí? Desde luego, me tuve que ir, se notaba en sus cortas respuestas, y tampoco estaba de ánimo de seguir con  el cuándo podría escribir en mis libretas que me dieron gratis.


-¡¿Iras a la fiesta?!


Su grito desde su puerta, mientras yo ya estaba lejos me dejo dudoso, no quería ir, pero si eso hacia olvidar el mal rato de hace unos minutos pues qué más da, aparte no hablaría con nadie. Asentí porque no me apetecía gritar, gritar para mi es fastidioso, agotador.


Llegue a mi casa para almorzar y después fui con mi madre al dentista a sacarme los frenillos. Me lo sacaron, aun así tenia mis dos dientes de conejo al frente en mi redondo rostro inexpresivo.


Desde niño me han dicho que sonríe, que mi rostro se vería más amigable si sonriera, pero no me apetece, no quiero, no hay porque sonreír, fue tantas veces que me lo repetí, que luego mi rostro se endureció por completo. Ahora solo tengo un pétreo y pálido rostro que pasa desapercibido, eso y toda mi presencia.


-Mamá, ¿puedo ir a una fiesta en la casa Emilia?


Le pregunte mientras miraba el paisaje de casas y los arboles atrás mientras sentía el vibrar del auto a punto de llegar a casa. 


-¿Emilia? ¿Cuál Emilia?


-Mi compañera, esa…. -¿Cómo era su apellido? Tantos años viéndola, y todavía mi cuesta.-Santini, Emilia Santini.


-Oh, ella. Es encantadora, claro que sí, espera… ¡tus hermanos también irán!-¿Qué?, ay no.-Ellos me dijeron en la mañana, ve con ellos.


-No.-Me apresure al decir.-Iré con Claudio, iremos juntos desde su casa.


-Ah, bien, bien, pero llega temprano.


-¿Hasta qué hora le diste permiso a los chicos?


-A la hora que quieran, pero tú a las una.


-Eh…-Siempre he tenido problemas con la sobreprotección de mi madre, en cierto punto abuso de eso como ahora. Un adolescente que quisiera salir se quejaría, y haría  negociaciones pero en mi caso no diría nada, con gusto llegare temprano, aunque igual debo quejarme, no quiero que se dé cuenta de mi verdadero poco interés en la fiesta.-Pero… a los chicos les diste permiso toda la noche.-Ni si quiera me esforcé en elevar mi voz.


-Lo se cariño, pero ellos están acostumbrado, han ido a muchas fiestas, en cambio tú, apenas celebras tu propio cumpleaños.


-Mm-No me importa.-Esta bien, llegare temprano.


No me dio la gana de seguir fingiendo que en verdad me importaba la fiesta.


-Ve a saludar a tu padre, acaba de llegar del trabajo, ve.


No quería, pero no había porque decir que no.


Mi padre trabaja como profesor de filosofía, tuvo que entrar antes a clases en la Universidad del pueblo llamada Siti Mar para ordenar sus programas. Entre a su despacho y estaba leyendo un libro parado mientras Lorenzo le hablaba.


-Los chicos están raros desde mi discusión con Miguel, no sé qué hacer.


-Seguramente los puso en tu contra sin que te dieras cuenta, trata de decirles tu versión y mostrarles quien dice la verdad, los actos dicen más que las palabras, y lo sabes.


-No se…. ¿Qué pasa, Andrés?


Por alguna extraña razón Lorenzo y Dante no les gusta que me meta cuando hablan con nuestro padre, Lorenzo es dos años mayor que yo y Dante solo uno, pero se comportan de forma contraria a su edad.


-Solo vine a saludar a papá.


-Hola, ¿Cómo estás?


Me acerque incomodo por la mirada de visible molestia que tenía Lorenzo. Sus ojos azules, iguales de nuestro padre son mucho más intensos que de papá que me miraba como si fuera estúpido.


-Bien, ¿ya almorzaste?-Tenia que preguntarle algo, como si me importara lo que hubiese hecho.


-Sí, estuvo delicioso.


-Que bien, adiós.


Iba a irme cuando me tomo de mi hombro, ¿Qué quiere?


-Eh… tengo que hablar contigo, Lorenzo por favor déjanos solo unos minutos, después podemos hablar tranquilos en el patio.


-Sí.


Me miro cuando paso a mi lado y yo solo lo mire de reojo, estúpido, no soy yo quien te hecho del despacho de papá.


-Siéntate.


No, no quería.


-Claro. ¿Qué pasa?


-Bien… sé que esta conversación será algo raro, ya que viene de la nada. Pero estas por entrar a tu penúltimo año de escuela, y… quiero… que seas más independiente de tu madre.


-¿A qué te refieres?


-Me refiero a que te levantes solo. Tu madre solo se despierta temprano por ti, ni si quiera despierta a tus otros hermanos porque ya están despiertos solos, también que ordenes tus cosas, que vayas a la escuela solo…


-Pero no soy el único chico al que sus padres lo dejan a la escuela.


-Lo sé, pero ya debes salir solo. A eso voy, salir solo, si vas de compras; con tu madre, si vas a llamar a alguien; que lo haga tu madre; quieres ir a una fiesta; con tu madre, quien es que te deja, si tu madre no está, no sales a ninguna parte, a ninguna. Has pasado todos los días de las vacaciones aquí encerrado, Andrés, es preocupante, incluso creo que debes ir psicólogo.


-No.-Eso sí que no, los detesto con todo mi ser.-Yo… iré a una fiesta con Claudio, iremos solos, enserio.


-Si tu madre…


-Me ofrece llevarnos, diré que no, enserio. Solo me tengo que hacer a la idea.


-Claro que sí. Oye, no es porque no me guste su relación, me gusta que seas en cierto modo unido a tu madre. Pero debes ser independiente en algunas cosas, hablar más incluso. Y también… podrías trabajar en las próximas vacaciones.


No, no me apetece trabajar para nadie.


-Podría ser, podría ser buena idea, papá.


Mi pobre padre suspiro creyendo mis palabras, sé que mi madre no lo permitiría, así que me confió en eso.


-Bien, puedes retirarte, iré a ver a Lorenzo ahora.


Que me importa.


Jamás he sentido mucha cercanía con mi padre, pasaba la mitad del tiempo en sus clases, con sus alumnos iba acampar por la filosofía, y cuando volvía, volvía solo para hablar con Dante y Lorenzo, porque sé que no tengo tema de conversación. Como no tengo más amigos que Claudio, y mi vida solo consiste en ir a la escuela, volver a casa, y nada más, pues no le es interesante mi vida, ni si quiera a mí.


Espere a que fuera de noche. No sabía a qué hora se va a una fiesta, así que espere a que los chicos se arreglaran y se fueran, para hacerme una idea.


Claudio:


¿Nos vamos?


                                                                                      Aun no se van, espera y te aviso.


 De acuerdo.


Escuche como se reían, de que conquistarían a chicas, y no sé qué más, escuche un auto, era de unos de los amigos de Dante, entraron, y se fueron, espere seis minutos y le mande el mensaje a Claudio que nos juntáramos  en la esquina de su casa.


-¿Tu madre no nos va a dejar?


-No.


No quería hablar de eso.


-Uh… bien, podemos caminar, no es tan lejos.


-Como quieras.


-Iremos a nuestra primera fiesta de penúltimo año, suena genial.


-No es tu primera fiesta.


-No lo es, pero esta es de penúltimo año, somos más grandes, cerca de la final.


Quise preguntarle si hablaba enserio, parecía a esos personajes de las telenovelas que son tan cursis, como; ‘’amigos para siempre’’, o ‘’esta pizza está súper, súper, súper, genial y deliciosa’’. Estúpido.


-Sí, claro.


Fue lo único que dije, ya que quería irme rápido, estar rápido ahí, he irme rápido. Recién eran las once, y tenía plazo hasta la una, que bien.


La casa de Emilia Santini. La chica popular, agradable, que se maquilla como si fuese adulta y no le dicen nada, es la chica del capitán, pero aparte de todo eso, es en verdad agradable, muy habladora pero agradable.


-¡Vinieron! Hola, ¿Cómo les fue en las vacaciones?


-Genial, fui a Italia.


Claro, a tu amigo solo le hablas de cámaras que no entiendo absolutamente nada, y a los demás les cuentas de la maravillosa Italia.


-Wow, y yo los chicos también. Fuimos en grupos con nuestros padres.


-Que bien.


-¿Y a ti, Andrés?


-Bien.-Quiero irme, por favor, un temblor, terremoto, incendio, lo que sea, pero que acabe ya.-Voy a entrar, gracias por la invitación.


-De nada. Adentro Isabela está sirviendo tragos, si quieren algo de alcohol, deben pedírselo a ella.


-Estupendo.


Claudio no paraba de sonreír como si le hubiesen cocido la boca y le dejaron así, de solo verlo me pareció doloroso en las mejillas.


-Ahí está Isa. ¿Quieres algo?


-No, iré a sentarme por ahí.


-Oh, vamos, Andrés, no seas así, toma algo.


Que fastidio.


-Bien, bien, pide lo que quieras.


-Está bien, no te muevas.


-Como si pudiera.


Ya se había ido cuando dije eso. No tomo, no fumo, y el debería saberlo, solo porque esta sea mi primera fiesta real, no significa que tenga que tomar. Me senté en el sillón donde había unos tipos hablando que empezaron a empujarme hacia al rincón, me molesto tanto eso que le di un codazo al tipo que me empujaba y recién se dio cuenta de mi presencia.


-Perdón, no te vi.


Ni me sentiste, idiota.


-Está bien.


Me levante y fui en busca de Claudio, y lo vi conversando con Miguel Ángel, ¿Qué hace hablando con él? Jamás lo he visto juntos en otros años a pesar de que estamos en el mismo curso.


Me acerque y vi que Claudio tenía dos vasos rojos con liquido rosado. Vi también el perfil moreno de Miguel Ángel, nariz respingada, cabello lacio, ojos cafés extremadamente intenso, labios gruesos rojos, el cuerpo de un bailarín como él. Es el chico príncipe, todas vueltas locas por él, y más por el hecho de que es el amigo del capitán de Basquetbol y sub capitán, David y Fernando.


-¡Hola, malditos!


Que entraron justo al momento de recordarlos. Quien grito fue Fernando, el payaso del grupo, y de tras David con Emilia colgada de su brazo. Vi también como casi corría Miguel Ángel hacia ellos y vi a mi amigo con una mirada rara, ¿Qué mirada es esa? No logro identificarla del todo, no se…. ¿triste? No creo, ¿de que estaría triste?


-¿De qué son los tragos?


-Ah…-Creo que recién se dio cuenta que vino conmigo y no solo, al verme por unos dos minutos, ¿Qué le pasa?-Este… es tequila margarita, o frambuesa, Isabela le echo algo de frambuesa, creo, te va a gustar.


-¿No crees que el tequila es muy fuerte para mí? Nunca he tomado.


-Te va a gustar, créeme, toma.


Note ligera molestia en su voz.


-¡Claudio, aquí!


Ambos giramos a ver a un grupo de chicos y dos chicas con sus celulares mientras se reían de algo.


-¡Hola, chicos! Iré con ellos, ¿vienes?


Me miro luego de saludarlos tan eufóricamente, que cuando me pregunto tanto ímpetu, que casi saltaba, sentí que lo fastidiaría.


-No, ve, tranquilo.


-Está bien.


Fue como si se hubiese liberado de un peso cuando vio al grupo de chicos que le gusta la fotografía.


Entre Claudio y yo, él tiene más amigos, en cambio, él es mi único amigo. En los grupos de trabajo él me tiene que unir a los otros, o pedirles a los otros que me incorporen al grupo, o si no los profesores estarían atrás de mi todo el tiempo diciendo; ‘’metete a un grupo, metete a un grupo’’, una y otra vez. En cierto punto el me salva de eso, y el hecho de que él sea mi único amigo se debe al hecho de que no me apetece a conocer más personas, es agotador mantener una conversación con desconocidos que quizás no tenga nada en común, así que prefiero mantenerme al margen de las personas.


Probé el trago, era un ardor impresionante en mi garganta que tosí muchas veces, pero Claudio tenía razón, era rico, dulce, con toque salado por los bordes.


-¡El que tome el trago al seco, se gana estos hermosos billetitos!


El loco de Fernando no paraba de gritar, y David junto el resto del grupo solo se reían. El grupo, compuesto por; David, el líder, Fernando, Miguel Ángel, Emilia he Isabela, son los que más resaltan de todos en la escuela, por el hecho de que son buenos en todo, en los estudios, deportes, Isabela cada año es la presidenta estudiantil, Emilia la organizadora de fiestas, David y Fernando está en el equipo con más trofeos le han otorgado a la escuela, y Miguel Ángel es el primer chico bailarín con premios reconocidos, cada uno es el orgullo de la escuela, pero viéndolos de lejos, son solo chicos normales.


Me agota pensar en los demás, es inevitable, cuando tu vida es completamente aburrida, y no queda más que enfocarse en la vida de los demás, en lo físico, o detalles, aunque me cueste algunas cosas, puedo distinguir las miradas, aunque a veces me equivoque.


-¿Qué haces aquí?


Estaba en el patio trasero, con piscina y estaba llenísimo de chicos y justo me encontré con Dante y su grupo de futbol.


-Vine a la fiesta.


Pensé que era obvio.


-¿Quién te invito?


-Emilia le dijo a Claudio y vinimos.


-¿Y… tenemos que irnos…?


Me quedo claro que se refería que si nos fuéramos juntos al señalarnos a los dos con su dedo y su ceño arrugado como si no entendiese algo.


-No, no, me iré con Claudio solos.


-¿Sin mamá?


-Sí.


-Uy, el niño está creciendo.


-¿Oye, Dante? ¿Ese es tu hermano?


A pesar de que sé que Dante tiene amigos, y lo conozco por verlos en los partidos, ellos no saben del todo mi existencia, no sé si es que le doy vergüenza o qué, pero no me conocen.


-Este… si, si… es mi hermano menor… oigan, vi a Joaquín Sánchez con una de nuestras animadoras.


-¿Qué hace un basquetbolista con nuestras animadoras? Son nuestras


Que imbéciles, les dio vuelta la tortilla sin que se dieran cuenta. Dante me miro, hizo un  ademan de despedirse, pero quedo como un simple gesto. No me molesta que no me presente con sus amigos, no me es relevante en mi vida, sé que eso no significa que no me considere su hermano, con ese pensamiento me conformo y sigo caminando.


En nuestra escuela hay dos grupos de animadoras, las de futbol, donde está mi hermano Dante que hace de arquero, y los basquetbolistas, son grupos innecesariamente divididos por los premios que otorgan a la escuela. Lamentablemente los basquetbolistas llevan las ventajas, y no solo en eso, sino que por muchos grupos de la escuela, los chicos de basquetbol son considerados más amigables, y es verdad. Ya que Dante y su grupo son un grupo de chicos a punto de graduarse la gran mayoría con un genio insoportable, y la manía de clasificar grupos por más a menos importantes en relaciones, y con eso se han ganado el desprecio de muchos.


El trago que estaba tomando era fuerte, pero dulce cuando le quite la sal del borde, sin eso, el trago estaba buenísimo. Y por eso fui a pedirle más a Isabela, pero no estaba, sino que estaba un chico que nunca había visto en la escuela pero no me importo pedirle más de ese trago. Me lo dio, tome un sorbo y está mucho más fuerte, se notaba por lejos, pero delicioso también. Nunca había tomado, así que no sabía qué hacer cuando ya me había terminado el segundo, y fui a pedir otro, el chico me miro extrañado, y me pregunto si estaba seguro, claro que si, por eso fui a pedirle más, que estupidez. Me lo dio y me lo comencé a tomar con mi boca adormecida y mi lengua ligeramente blanda, nunca me había sentido tan bien. Vi algunos riéndose, gritando, todos de una manera extraña, como si fueran humos, desapareciendo mientras apartaba la vista, fue raro. Más raro fue sentir un golpecito en el hombro. Un chico desconocido con un papel en mano.


-Me pidió que te lo diera, y me dijo que te digiera que obedezcas lo que haya en la nota. Adiós.


¿Qué te dijo, me dijo, me dijeran que? No entendí. Pero igual abrí la nota sin soltar del maravilloso trago que casi bote al ver las letras rojas: ‘’ven al bosque, te tengo un regalo, mi amor. ’’ ¿Mi amor? Mierda, no, no quise ir, pero luego pensé; que sería una oportunidad de tal vez conocerlo, y preguntarle si en verdad son para mi sus regalos, así que no tuve de otra que ir.


Nunca he ido al bosque, a pesar de que vivo cerca, pero nunca me ha apetecido ir, incluso mi familia fue acampar, pero yo no quise, así que me quede con Claudio mientras ellos fueron a pasarla bien. No es que no me guste, pero lo encuentro tan lejos, que no me da la gana, aparte podría perderme y no quiero hacer el ridículo en perderme en un bosque que desde niños nos han hecho memorizar cada zona por si pasara algo. Yo nunca me lo memorice, ni aunque tuviese la intención, mi memoria no da abasto a información que no me importa. Lo peor de todo, es que no puso hasta donde llegar cuando me adentre al bosque lleno de hojas caídas, vi hacia atrás por si estaba ahí entre el pasto verde con pequeñas flores que sin querer aplaste por mi torpeza, pero no había nadie. Me adentre más, mas, mas, y más, no sabía dónde estaba, pero… era hermoso, ¿Por qué fui tan estúpido en no venir nunca aquí? Es maravilloso, los arboles inmenso tocando el cielo estrellado, por poco sentí que se me acababa el aire al ver tan magnitud de belleza.


-¡Oye, tu!


Me tropiezo y caí al darme la vuelta, que mal, se me cayó el trago. Escuche pisadas fuertes y rápidas, vi hacia arriba una mano tosca y toda arañada, era el guardabosques, aunque en verdad no tenía el verdadero oficio como un cartel que diga que lo es, pero él conoce todo el bosque como la palma de su mano, lo cuida de los estúpidos que quieren hacer desastres y guía a los estudiantes pequeños en excursión, así que todos lo conocemos como guardabosques.


-Señor Jorge, hola… yo-¿Cómo decirle que me iba a juntar con un acosador?


-Toma, tenlo, y no me preguntes mierda. Espero que con esto me deje tranquilo.


Lo último que murmuro me dejo en blanco, y más al ver la nota: ‘’ve al lago’’. ¿Por qué ahí? ¿Por qué el señor Jorge participaba en esto? De igual forma tenía que ir, aunque no sabía dónde quedaba. Me levante y con ligera humillación le pregunte;


-Señor Jorge, ¿Dónde queda el lago?


Sentía que la D me era muy pesada.


-¿No sabes? ¿Qué no te guie cuando eras niño? O ¿te dieron el mapa? Todos los jóvenes saben dónde está el lago, ahí hacen sus cochinadas y estupideces.


-Eh… yo…pues.


-Oh… de verdad no sabes.


Negué, me sentía raro, quería irme, pero quería saber la verdad.


-Bien, bien, sígueme.


Seguimos hacia adelante, mas adentro, y de vez en cuando miraba arriba, giraba y giraba para ver las estrellas girar, casi me caí dos veces, pero miraba al señor Jorge que no estaba nada feliz al parecer y me ponía más serio de lo que ya estaba. Me acerco al lago, y luego me empujo.


-Y más te vale memorizarte el bosque, niño estúpido, y no me preguntas cosas, ¿entendido?


Asentí, igual le preguntare mañana, cuando este más sobrio, ahora solo quiero ver quien me acosa.


Él se fue, y yo me quedo solo en el gran lago Wisimil, nombres raros, el fundador creo que no pensó bien en el nombre. Aunque si es hermoso, eso podría compensarlo por el nombre, un lago inmenso, estaba a punto de tocarlo con mi zapatilla pero....  escuche unas pisadas. Mi espalda entera se congelo y endureció, fue como si mi cuerpo se hubiese puesto a la defensiva por instinto. Gire lentamente, iba a ver por fin su rostro, saber quién era de los regalos y notas, tome aire y cuando por lo tuve de frente…


-¿Qué?


Su rostro, todo era humo, de color grisáceas, eso era su ‘’rostro’’, que estaba envuelto en la capucha negra de su sudadera negra.


-¿Cómo…?


Tenía su mano en su rostro, no se lo sacaba de ahí, el humo salía y salía, entre sus dedos. Estaba tan inmerso en preguntándome como era eso posible, hasta que vi que sacaba algo de su bolsillo con su mano derecha, era una cajita, roja, pequeña, la dejo entre las piedras, saco su mano de su rostro, pero el humo seguía.


-¿Yo… soy a quien acosas? ¿No te has equivocado de persona? Soy un chico.


Vi sus hombros moverse de arriba y abajo como si estuviera riéndose, pero no salió ningún sonido de ahí, nada. Luego su cabeza negó, y cuando estuvo dispuesto a irse, me acerque para verlo, quería saber quién era, no podía irse así como si nada. Pero lamentablemente mi mente no pensó lo mismo al ver todo borroso, las piedras le salían vapor, y la caja, la veía de costado, y luego como el humo, desapareció, todo desapareció en forma de humo.


-¡Andrés….! ¡Andrés…!


-No despierta, ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a mamá?


-No, espera. Está abriendo sus ojos, ¿Andrés?


Las voces sonaban como profundas, y lentas, lejanas y como tambores golpeando mi frente. Mire hacia arriba, y vi a mis hermanos y a un Claudio que creí que por poco ver su cerebro por sus fosas nasales que estaban muy abiertas por su rostro que al parecer, era de afligido.


-Mierda, Andrés. Nos asustaste, gracias a Dios que abriste los ojos.


-¿Qué paso?


Oh mi voz, me dolía la garganta, mi cabeza, mi cuerpo entero.


-Fue mi culpa, Andrés, te deje solo y tomando con ese trago fuerte. Perdón, amigo, enserio, perdón…


-Ya cállate, o te golpeare por idiota.


-Dante


-¿Qué? Este imbécil lo deja solo en su primera fiesta con un maldito tequila margarita. Quizás cuanto tomo y se puso así, míralo, parece que fuera a vomitar.


-Claro que sí, si no dejas de hablar, cállate, y ayúdame a cargarlo.


Pusieron mis brazos alrededor de sus cuellos, cargándome entre los dos. Me metieron a un auto junto con Claudio que no paraba de mirarme.


-Deja… de mirarme… así.


Me dolía mucho la garganta maldición.


-Lo siento, en verdad.


-¡Ya cállate! Lo encontramos, y ahora tú te quedaras callado. Aquí no pasó nada, ¿entiendes?


-Sí.


¿Qué paso? Ugh, mi cabeza me dolía, quería dormir. Por suerte mis hermanos me llevaron a nuestra casa, pero por desgracia nos encontramos con nuestros padres en bata, no, por favor, no.


-¡Son las cuatro de la mañana! ¿Dónde estaban los tres? ¿Acaso no tienen celulares? ¿Por qué no me contestaron?


-Lo sentimos mucho, mamá, es que… se nos pasó la hora…


-¿Y tú Andrés? –Ni si quiera dejo que le explicara Dante que me sostenía más fuerte que Lorenzo.-Tu primera fiesta y ya llegas tarde. Te dije a las una…


-Cariño, cariño… los tres están bien, míralos.


Ni si quiera mi a padre al escuchar su agotada voz, el me agota, todo me agota.


-Solo veo a dos hermanos con cara de preocupados y a uno al medio que parece que va….


Vomite, mierda, mi estómago. Me siento mal.


Luego de eso, dejaron el tema de tras, y me dieron de tomar café, y me acostaron con mi pijama, todo hecho por mis hermanos bajo vigilancia de nuestros padres, no fue buena idea salir.


-¿Qué es esto?


-No sé, es suyo, déjaselo ahí.


Y todo se acabó.


Suelo ser alguien neutro en todos los ámbitos, pero a noche, a noche fue una noche que me genero emociones diversas, confusión, miedo, y una sensación que esto iba a conllevar una aciago camino si no paraba esto del acosador. Por eso, cuando me obligaron a tomar una pastilla, agua, jugo, y comer muchas verduras, pensé en ir a ver al señor Jorge, el vio su rostro, creo. Es que lo de ayer fue casi fantasioso, es imposible que ese sea su rostro, debió estar fumando, y más el efecto del alcohol que había en mí, debió haber generado ese efecto de vista. Esa sensación de que él era inaccesible y que todo haya quedado en misterio. Eso se acabaría hoy.


Como pude me vestí lentamente, y le dije a mi madre que estaba escribiendo que iría a ver a Claudio.


-No iras. Estas castigado.


-¿Qué?


Ni si quiera me miro, en cuando me dijo eso ni el resto.


-Que estas castigado. No iras a ver a Claudio durante dos semanas, tus hermanos también están castigados, no saldrán, ni irán con sus amigos a ninguna parte.


-Pero…


-Dije que no. Y si quieres salir o hablar con alguien, pues dile a tus hermanos, pueden hablar y ver a otras personas, entre ustedes.


Esto no puede estar pasando, no. ¿Con que excusa les digo que quiero ir a ver al señor Jorge? ¿Cómo? ¿Qué hago?


-¿Quieren ir a tomar helado?


No se me ocurrió otra cosa cuando los vi a los dos en la habitación de Lorenzo haciendo nada.


-¿Qué?


-Mamá dice que podemos salir, solo los tres, así que salgamos.


-¿Los tres? ¿Juntos?


-Sí, Lorenzo, los tres juntos-Sé qué hace años no salimos todos juntos, pero no se me ocurría que más inventar.-Es que… quiero ir a ver al señor Jorge, ayer fui al bosque y creo que se me quedo ahí.


-¿Así que ahí fuiste?


Se paró como resorte de la silla deslizante Dante, con pelota en mano me miro con su ceño arrugado, creo que se enojó.


-Sí.


-Estuvimos buscándote horas. Tu amiguito vino corriendo cuando fueron las una y no estabas en una ninguna parte, estuvimos toda la maldita noche buscándote en toda la casa, cuadras, y resulta que estabas en el bosque al que supuestamente no te gusta.


-Sí.


¿Más lógica que quiera decirme?


-Lo siento. Estaba ebrio.


-Si nos dimos cuenta.


-Ya cálmate, Dante. Fue su primera borrachera, déjalo. Yo te acompaño.


-Yo me quedo.


No me interesa.


-Vamos,-Lorenzo se acercó a Dante poniendo su brazo alrededor de su cuello mientras que con la otra le daba cortos golpes en su pecho.-durante las dos semanas no saldremos, aparte no salimos los tres juntos hace tiempo.


-Está bien, pero yo conduzco.


Hagan lo que quieren, pero ya muévanse. Fácilmente pude irme solo, pero no quería liderar con la desconfianza de nuestra madre que no desconfió cuando le dijimos que iríamos a buscar algo a donde el señor Jorge en el bosque.


-Regresen antes de tomar té, compre un dulce pie de limón.


A pesar del castigo nuestra madre consentía a mis hermanos de igual forma, digo a ellos porque no me gusta el pie de limón.


-Y a ti te compre un pastel de naranja.


Y a mí también me consintió. Me sentí mal por romperle la condición, primera vez que salía y ya la desobedecía, era lógico que nos pusiese el castigo.


Dante tomo las llave de papá que estaban colgadas y fuimos a la cabaña del señor Jorge. Pasamos por el sendero, escuchando la radio, veía los pájaros, el cielo gris, se acercaba el otoño. Y cuando baje la mirada, un hombre desnudo colgado de una rama de un árbol, con el rostro tapado por una bolsa de plástico.


-¿Qué te pasa Andrés? ¿Andrés?


Por instinto creo, apreté el brazo de Lorenzo sin poder respirar, pasamos de largo, para el auto, ¡para!


-¿Andrés? ¿Qué pasa?


-¿Qué mierda le pasa? Se puso más pálido de lo normal.


-Atrás… atrás… miren… atrás…


Les señale el lado derecho, hacia atrás, donde habíamos pasado ya, dejando el cuerpo de largo, como si fuese una exhibición que solo vimos por accidente.


-¿Qué mierda es eso?


-¿Qué es Lorenzo? No veo. Mierda, voy a salir.


Dante salió del auto al igual que Lorenzo, yo no, no, no, ¿Qué mierda era eso?


-Hay que llamar a la policía, ¿Quién trajo celular?


Negué rápidamente y bloquee mi vista periférica, no quería ver otra cosa como esa.


Eran ya pasadas de las siete y los criminalísticas seguían ahí, los detectives llegaron después que la policía  y nos interrogaran solo si fuimos nosotros que llamamos y porque estábamos por aquí. Se acercaron al cuerpo que aún no sacaban la bolsa, cuando lo hicieron, mi corazón entero se congelo.


-Es el guardabosque, mierda.


Fue lo que pensé, pero Dante lo dijo mejor. Por alguna extraña razón, Lorenzo nos apartó un poco de los demás que pasaban por el sendero y que al ver la escena se quedaron como cuervos morbosos.


-¿Andrés? ¿Tú hablaste con él a noche?


-Sí.


-¿Y que hablaron? O ¿Qué paso después?


-¿Por qué me preguntas eso?


-¿Qué paso?


-Pues… fui al bosque, me lo encontré, y le pregunte donde estaba el lago, me guio y se fue.


-¿Solo eso?


-Sí. Luego quede inconsciente.


-¿En el lago?


-Sí.


-Andrés… -Me sobresalte un poco al escuchar el susurro de Dante cerca mío-nosotros te encontramos en la vereda, porque un chico dijo que te vio acostado ahí. No en el lago, ¿no recuerdas nada más?


-No…


-Bien, bien, bien. Diremos esto, dirás todo lo que le dijiste a la policía sobre buscar algo que perdiste y lo que me dijiste, MENOS, que te quedaste inconsciente en el lago, dirás que luego te quedaste inconsciente justo cuando nos encontramos en la vereda, tú también dirás lo mismo Dante.


-¿Por qué? No hice nada…


-Pero ellos no creerán lo mismo, decir eso, seria sospechoso, fuiste el último en verlo, serás el sospechoso número uno, así que te quedaras callado respecto a lo último, ¿entiendes?


-Está bien.


-Bien. Se acercan los detectives, recuerden lo que les dije.


Nos preguntaron lo mismo que los policías al acercarse, solo que fueron más distantes, y fríos, también cuando les dije que lo vi a noche nos pidieron acompañarlos para hacernos unas preguntas más serias.


-Llamaremos a nuestros padres.


-No es necesario.


-Son nuestro derecho. Somos menores de edad, tenemos que estar con un adulo presente a pesar de que solo serán preguntas amigables.


Era verdad, Lorenzo tenía razón. Los detectives no les quedo de otra que llamarlos.


Cuando llegaron, nos interrogaron por separado, primero a Lorenzo, luego a Dante y después a mí. Todos entramos con nuestros padres, pero solo mi madre entro conmigo ya que papá quiso llevarse a los chicos primero porque no los veía bien, ¿y yo que?


-Bien, Andrés. Tu viste al señor Jorge Pérez a noche, ¿cierto?


-Sí.


-¿Habías hablado con él, antes?


-Pues… no. Solo cuando hicimos esa excursión cuando niños y eso.


-Bien, bien. ¿De qué hablaron a noche?


-Este… yo fui al bosque, y quería ir al lago, pero como estaba algo ebrio me sentía perdido, y justo me encontré con él, le pedí ayuda y me guio hasta ahí y se fue.


-¿Solo eso?


-Sí.


-¿Y qué era lo que perdiste? Lo que tú ibas a preguntarle al señor Pérez si lo había visto.


Mierda, no me imagine que preguntara eso. El suish, suish del lápiz contra el papel me desesperaba, ¿Qué tanto escribía? ¿Qué expresión tengo que tanto mira? No tengo nada en mi rostro, mi rostro plano, blanco, inexpresivo, nada… suish, suish, lápiz, lápiz rojo.


-Una cajita roja, era algo me regalo un amigo del extranjero y me lo lleve sin querer en la chaqueta, cuando desperté no estaba.


-Bien, ¿solo eso?


-Sí, solo eso.


Ese era yo. Inexpresivo, neutro, monótono, no el chico asustadizo de ayer ni de hoy.


Terminado el interrogatorio salimos de la estación de policía y vimos el auto de papá estacionado con los chicos afuera.


-No quisieron dejarte solo.


-¿Qué paso?


Dante pareció un cachorro mirándonos.


-Nada. Ya todo termino, vamos a casa, cariño.


Nuestra madre acaricio el rostro de Dante con el cariño de madre que le sale a flote casi siempre.


La noche fue raro, casi nadie hablo del tema, solo que mis padres rezaron un poco al igual que Lorenzo y Dante, yo no. No soy muy creyente, creo en fantasmas, en ángeles, en ciertas cosas, pero en esto… no veo necesidad de rezar.


-Cariño, duerme, mañana tienes tu primer día de clases.


-Está bien, mamá.


La vi irse por unos segundos pero volvió y se sentó en el borde la cama.


-¿Lo de la caja es real?


Me molesto su pregunta, pero no se lo hice saber, no había porque.


-Sí, ahí está.


Le señale la cajita roja que me había encontrado al entrar a la habitación después de volver de la estación que estaba sobre el buro donde escribo casi todas las noches.


-Oh… ¿tu amigo…?


-Sí.


-Bien. Dios, que terrible que hayan visto eso.


-Ya paso.


-Si se, solo quisiera que borraran eso de sus cabezas.


-Lo haremos, está bien.


-Sí. Si tienes pesadillas, dime.


-Claro.


No se lo diría, no quería meterle la horrible imagen a mi madre, no se lo merece. No se merece tener un hijo mentiroso como yo, no les dije ni a los chicos, ni a los policías, ni a nadie sobre el acosador. Sobre el tipo que me dejo esa cajita roja que en cierto modo me salvo. Cuando se fue, apague las luces, pero no podía quedarme dormido,  estaba con la tentación de ver la caja, que había ahí adentro.


Me levante rápidamente, la tome y me metí de nuevo a la cama. Rompí el envoltorio y cuando lo vi era una anillo, otro, no lo quise pero esta era distinto, no era fino, era metálico, casi grueso, el centro redondo con los bordes rojos, como una tapita con un diseño de media luna, lo toque y note algo raro, volví a tocarlo, y cuando roce el relieve de la media luna entendí, se podía abrir. Tome con cuidado el borde y lo abrí de poco, había un  papel adentro increíble, decía;


-‘’Te veías hermoso en pijama de ositos en la noche de ayer’’ ¿Ayer? Antes de ayer… ¿ositos? ¿Cómo…?


No podía ser, abrí mi closet y ahí estaba mi playera de oso que tengo desde niño que en verdad era de mi padre y me lo puse una noche cuando tenía miedo de los truenos. Me gustaba su olor, me sentía protegido. Pero ahora, me sentía vulnerable, no es posible, vi la nota, la pequeña notita y vi que había algo detrás.


-‘’Espero que las otras notas también te hayan gustado’’


El aire me empezó a faltar, abrí la ventana de golpe y sentí una luz en mi cara desde abajo, mire y había un tipo con capucha negra de sudadera negra, con mascara negra y cámara, ¿era él? ¿Me estaba sacando fotos? ¿Qué mierda se cree? No podía gritar o si no mis padres vendrían a verme, ¿Qué les diría? No podía asustarlos, o meterlos en problemas, mentí sobre porque fui de verdad al bosque, aun así los detectives no tienen como saberlo, ¿pero y si encuentran evidencia que había alguien más? Imposible. De repente sentí un golpe en mi rostro, otra nota, lo vi montarse a una bicicleta y se fue como si nada con su cámara. Entre, cerré y vi la nota.


-‘’Te veré mañana’’


¿Mañana? Regreso a clases, ¿es un estudiante? ¿Un compañero mío? No sabía nada, no entendía nada, mucho menos al revisar los regalos anteriores, algunos los habita botado porque no me gustaron o porque se habían gastado ya, pero de los que quedaba, algunos, que eran la mayoría las pinturas, frases y libretas decía cosas que me dejaron en claro que si me seguía, que es un verdadero acosador.


Lo que hubiese sido solo un acosador raro, ahora era un acosador serio, una cosa seria, solo que siempre lo fue y yo no me di cuenta al ver las notas diminutas. Era un maldito tramposo, maldito acosador y yo un estúpido en no hacer nada, en verlo como algo a la ligera. Esto empeoraría mi vida, mi serena vida, no quería que un invasor la complicara. Estos sentimientos, todos mesclados, ¿Qué era esto? ¿Miedo? ¿Incertidumbre? ¿Qué?


De primera debí decirles a mis padres, de segunda, no debí aceptarlos, ni abrirlos, ni acostumbrarme a ellos, debí notar las intenciones, debí haber hecho algo. Lo que haría una persona normal, demandar, pero si decía algo, los detectives sabrían que mentí, ¿en qué mierda me he metido? Maldito raro acosador.


 

Notas finales:

Gracias por leer, y disculpen alguna mala ortografía.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).