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Película por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Día 13 del fictober 2020

La noche anterior había sido fría y ventosa. Las tormentas de verano habían dejado paso a las frías lluvias de otoño y el clima era voluble por decirlo menos. La mañana estaba gris, llena de nubes y niebla.

 

Tomando todo eso en cuenta, Ryou ni siquiera intentó buscar argumentos para negarle a su insistente yami la petición -más bien, berrinche- por quedarse en casa y faltar a la escuela.

 

—Solo mira esas nubes. Va a volver a llover en cualquier momento y si te mojas de camino a la escuela te vas resfriar —siguió argumentando el espíritu de la sortija, mirando por la ventana de la habitación mientras su yadonushi terminaba de cepillar su cabello y alistarse para ir a clases.

 

El muchacho solamente suspiró, tomando su maletín del escritorio antes de salir de la habitación y dirigirse a la puerta.

 

—Para eso se inventaron estas cosas —dijo sencillamente, sacando un ancho paraguas negro, de un contenedor alargado en el genkan*, mientras se acomodaba los zapatos.

 

Bakura resopló, inconforme con su respuesta. Flotó a su alrededor mientras extendía sus sombras hacia su hikari, acariciando su aura gentil y luminosa en otro esfuerzo por convencerlo —no vayas a clase hoy, yadonushi. Podríamos volver a la cama —ronroneó tentativamente, su boca cerca de la oreja del menor. Sonrió confiado cuando vio el escalofrío que erizó la apetecible piel lechosa de su luz — ¿No te gustaría eso, u-sa-gi? —deletreó lentamente —la habitación a oscuras, tú y yo bajo un cómodo edredón tibio —sus labios proporcionaron un toque fantasma, apenas perceptible, debajo de su lóbulo —te haré lo que me pidas.

 

En un movimiento que lo sorprendió, Ryou se había girado y forzado sus bocas juntas en un beso duro y sin preámbulos. La lengua del más bajo se adentró en la boca de su protector, quien respondió de inmediato con la misma pasión. El beso de Ryou hablaba de todo el autocontrol que le estaba costando no ceder y decir que sí a las seductoras proposiciones de su pareja.

 

—Podemos hacer eso después de clases. Y añado un baño caliente antes de todo eso —respondió del tirón, jadeando para recuperar aire, pero sin darse tiempo a retractarse. Soltó a su yami y abrió la puerta para salir.

 

Bakura se quedó perplejo un segundo, procesando lo que acababa de pasar. Justo antes de que Ryou cerrara la puerta, hizo un mohín disconforme y se desvaneció al interior de la sortija, cálidamente resguardada dentro del uniforme de su hikari.

Ryou se estremeció de gusto cuando lo sintió cruzar el pasillo entre sus almas para instalarse en su habitación del alma, provocando que una dulce tibieza se extendiera por su pecho mientras se internaba en las calles llenas de niebla.

 

.

 

Había llegado perfectamente seco y a salvo a su escuela, sin tener que abrir su paraguas. Mientras se cambiaba de zapatos para entrar, vio a su alrededor a varios otros estudiantes con bufandas o guantes para combatir el clima templado.

 

Estaba por darse la vuelta e ir a su salón a esperar el inicio de las clases -porque sí, había llegado al menos quince minutos temprano- cuando detectó, por el rabillo del ojo, movimientos bruscos, lo que lo hizo volverse instintivamente hacia el frente.

 

Los estudiantes que, hacía un minuto, estaban caminando tranquilamente aceleraron de la nada, y los que venían más atrás, aún por la calle, empezaron a abrir torpe y rápidamente sus sombrillas. 

Ryou detectó, aún con la niebla levantada, como el torrente de grandes gotas de agua venía bajando desde dos calles hacia la escuela. También notó una conocida cabellera tricolor que esprintó desde la mitad de la entrada hacia el interior del edificio.

 

Yugi había estado a dos metros, más o menos, de la entrada, cuando escuchó el rugido de la lluvia corriendo detrás suyo. Sin perder tiempo en voltearse para comprobar, corrió lo que restaba de camino, y casi tropezó en el peldaño que separaba el suelo de la entrada con la zona donde los estudiantes cambian de calzado. Giró rápidamente para hacer ver que simplemente se desplomaba sobre el suelo de madera y levantó la vista para ver cómo se formaban grandes puntos oscurecidos en la tierra y el cemento frente a él, solo para que todo quedara empapado en cuestión de cinco segundos —en el último instante —resopló una risilla, sintiendo la pequeña descarga de adrenalina.

 

—En el momento perfecto, si puedo comentar —se rió suavemente Ryou, mientras se paraba a su lado y le tendía la mano —ohayou, Yugi.

 

Yugi dirigió sus ojos amatistas al albino y le sonrió de vuelta, aceptando su ofrecimiento y permitiendo que Ryou tirase de él en pie —ohayou, Ryou. 

 

— ¿Los demás no vinieron contigo? —preguntó el peli-blanco, caminando a su lado mientras Yugi buscaba sus propios zapatos.

 

—Joey tenía turno repartiendo periódicos esta mañana, así que no —contestó el más bajo —además, usualmente caminamos juntos a la escuela solo cuando hay exámenes o trabajos grupales ¿Recuerdas? Para repasar las clases mientras caminamos.

 

Ryou lo sabía, pero pensó que solo era en esos momentos en que lo invitaban a caminar con ellos hacia la escuela —oh, entiendo, solo pensé que ustedes lo hacían más —explicó, enredándose ligeramente con las palabras.

 

Yugi le dio una ligera mirada reprobatoria — ¿Por qué lo haríamos sin decirte? También eres nuestro amigo, Ryou —aseguró claramente.

 

Ryou simplemente le sonrió, apenado, mientras Yugi se quitaba la bufanda negra que apenas notó que llevaba. Una vez ambos listos, el tricolor se alzó un poco en puntillas hacia su amigo, y este correspondió inclinándose para que ambos frotaran suavemente sus mejillas, en un saludo propio que ya era más que habitual. Compartieron entonces una sonrisa y Yugi señaló el pasillo —¿Vamos? —se refirió a su salón de clases.

 

El más alto asintió y ambos siguieron su camino hacia el aula solo para encontrar que no había más que unos cuatro o cinco alumnos además de ellos. Lanzaron un 'buenos días' al entrar, recibiendo el mismo saludo de vuelta mientras se dirigían a sus asientos.

 

—Sé que es muy temprano para que Tristán o Joey estén aquí, pero medio me esperaba ver a Tea —mencionó Ryou, dejando su maletín en el escritorio y sentándose en su silla.

 

Yugi asintió, tomando su lugar a su lado izquierdo —tal vez la alcanzó la lluvia, no la vi de camino aquí —volteó hacia los ventanales cerrados del aula.

 

—No creo que vengan muchos más estudiantes si la lluvia no cesa antes de la hora del receso.

 

—Estoy de acuerdo con eso.

 

—Por mientras ¿Te gustaría ir a la cafetería por un chocolate caliente o algo así? —Yugi lo miró, confundido por la repentina sugerencia —vi que traías bufanda al llegar ¿Hacía mucho viento por tu casa? 

 

El tricolor se sonrojó ligeramente —oh, no es eso. Yami y yo olvidamos cerrar la ventana antes de irnos a dormir anoche y la habitación enfrió bastante —se llevó una mano al cuello —solo estaba tratando de evitar un dolor de garganta, también tomé medicina antes de salir.

 

Ryou le envió una mirada preocupada y acercó la mano derecha a la garganta de Yugi, apenas rozando la piel con la yema de sus dedos —espero que no te enfermes —ofreció sinceramente.

 

Yugi disfrutó del pequeño contacto, las manos de Ryou estaban tibias —gracias por tus buenos deseos —contestó en el mismo tono gentil sintiéndose, de hecho, mejor mientras la luz de Ryou alimentaba la suya y viceversa — ¿Quién rechazaría un chocolate caliente con este clima?

 

Ryou se rió entre dientes mientras se levantaba de su asiento — ¿Deberíamos, entonces…?

 

—Deberíamos —afirmó el menor, levantándose también.

 

La caminata hasta Cafetería estuvo llena de ruido ajeno. Si bien no había muchos estudiantes, tampoco había profesores en los salones, por lo que la mayoría de los adolescentes charlaban sin cuidar el tono o deambulaban por los pasillos.

Compraron sus bebidas calientes y continuaron caminando por los pasillos mientras charlaban. Se detuvieron abruptamente cerca de los salones de clubs al oír ruido dentro y discutieron su echar un vistazo o no. Finalmente decidieron asomarse, solo para encontrar el salón de audiovisuales ocupado con algunos estudiantes preparando el equipo y, particularmente, un joven de último año, tocando una guitarra clásica en medio del salón, y rodeado de varios más.

 

El muchacho de piel dorada tenía el cabello castaño claro, rebelde, que iba en todas direcciones y parecía ligeramente más largo atrás, pues estaba parcialmente atado en una coleta baja; había un pendiente en su oreja izquierda, con una piedra de color turquesa, y usaba la chamarra azul del informe abierta y ligeramente desarreglada, dando un aire relajado. Estaba rodeado de chicos y chicas que escuchaban la melodía, algunos siguiendo el ritmo con las manos sobre los escritorios.

 

Una chica que estaba ayudando con el equipo los notó y se acercó —toca genial ¿Verdad? —les habló con una sonrisa.

 

—Sí, uh, nosotros… sentimos molestar —balbucearon los menores, apenados.

 

—No, no se disculpen, tranquilos —los calmó la chica —estamos preparando el salón para proyectar una película, ya que no hay casi alumnos por clase y apenas hay uno o dos profesores.

 

— ¿Nosotros también podemos quedarnos? —Yugi preguntó.

 

La chica asintió sin perder la sonrisa —claro, si no hay suficientes de su clase o no ha venido su profesor, pueden decirle al resto de sus compañeros. Después de todo, el servicio meteorológico dijo que la lluvia da para largo, así que no es probable que más personas lleguen a partir de ahora.

 

Ambos hikaris sonrieron y afirmaron, decidiendo ir por sus cosas al salón y regresar para ver la película.

 

¿Lo ves, yadonushi? Te dije que no vinieras a la escuela, pero ¿Me escucharías? No —se quejó el espíritu de la sortija, apareciendo a un lado del albino menor, solo visible para las dos luces —y viniste para nada porque no hay clases —refunfuñó, con los brazos cruzados tras la cabeza.

 

¿Estás de mal humor porque estás aburrido? —habló Yami, también al lado de Yugi, antes de que Ryou pudiera contestar al mayor —oh, no, es cierto. Esa es tu actitud usual. 

 

Bakura bufó simplemente —que poco original. Estás perdiendo el toque —molestó de vuelta.

 

 —Vamos, vamos. Calma ustedes dos —intervino Yugi, con una risilla nerviosa ante la típica escena.

 

—No es completamente una pérdida, Kura. Tengo curiosidad de qué película veremos —lo tranquilizó su luz.

 

—Los demás van a perderse una sesión de cine gratis —bromeó Yugi, cuando volvieron al salón para recoger sus cosas y vieron que nadie más había llegado, así que avisaron a sus compañeros de la película y pasaron por la cafetería una vez más para comprar bocadillos para la película y rellenar sus chocolates calientes antes de volver a la sala de audiovisuales.

 

Escritorios dobles estaban organizados en el salón, ahora que le daban un vistazo entero, en el resto de espacio libres había sillas individuales. En cuanto más estudiantes empezaron a llegar, las cortinas oscurecidas se movieron sobre las pequeñas ventanas altas del salón, desde dónde se podía ver aún el tremendo aguacero que caía. Aprovechando la oscuridad, hikaris y yamis, se acomodaron en asientos al final del salón y se acurrucaron con su respectiva pareja para disfrutar de la próxima hora y media -o dos horas, aún no sabían qué película iban a ver- mientras charlaban en voz baja y el equipo audiovisual terminaba de ajustarse.

 

El día demostraba empezar bastante bien a pesar del clima poco favorable.


*Genkan: son áreas de entrada tradicionales japonesas para una casa o un departamento.


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