Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Give me your misery por Sabaku No Ferchis

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¿Motivo? Cumpleaños de Shisui.

¿Inspiración? Twenty One Pilots, Mayday Parade, un poco de Interpol y un maravilloso fanart de Jessi Mini

So, here we go. 

 

Give me your misery

 

~ ShiIta ~

. . .

 

So try to love me and I'll try to save you [Twenty One Pilots, Lovely]

 

 

You are the brightest I've seen / You are the best side of me /And just for when we we're apart / I've got a piece of your heart [Mayday Parade, Piece of your heart]

 

. . .

 

—Algún día te haré mi esposo.

El murmullo es espontáneo, como un pensamiento que llega a la punta de mi lengua antes que a mi cerebro. Te detienes y alzas la mirada, permitiéndome ver esos profundos, encantadores ojos de cuervo.

Cae sobre tus mejillas un tierno rubor. Podría usar el sharingan para congelar este momento por toda la eternidad. Pero mi repentina confesión y la sonrisa que te dedico te han abrumado tanto que ahora buscas venganza y presionas fuertemente el paño contra mi herida, arrancándome un quejido.

—No seas ridículo, Shisui.

—¡Eso duele, ‘tachi!

Mi comadreja hace una pequeña mueca. En silencio, continúas con tu tarea de curar mi hombro. Eres toda concentración y delicadeza; tus manos libres de callos retiran el exceso de sangre mientras frunces el ceño con expresión contenida, como si fuera la primera vez que tus dedos tocan ese líquido rojo.

—Dolería menos si dejaras de moverte tanto—murmuras. Y yo me dedico a contemplar los restos de rubor que he dejado en tu rostro. Es como un analgésico, ¿sabes?

Pero tú sacudes la cabeza, rompiendo el encanto. Vuelvo a sentir el ardor de mi herida y una sensación amarga en la boca del estómago ante la sombra que de pronto cubrió tu semblante. Me miras con ojos suplicantes, la misma expresión contenida.

—No vuelvas a hacerlo. ¿Me escuchas? —reclamas —. Nunca bajes tu guardia, ni siquiera por mí.

Tu voz se pierde a medida que terminas la frase. Dejas el pañuelo cubierto con mi sangre sobre el pasto y procedes a hacer las curaciones, en silencio. La forma en la que te concentras te hace vulnerable; podría tomar tu mentón para besarte y tú no serías capaz de hacer nada al respecto.

Me contengo, mi comadreja. Así como tú contienes esa expresión.

—No quiero más muertes. — susurras, casi para ti mismo.

Y eso solo remarca la ironía de la cruel realidad en la que nacimos. El círculo es infinito, mortal, suicida, como la serpiente que devora su propia cola. El hombre que me hirió yace muerto a un kilómetro de distancia. Pereció bajo tus manos, esas que definitivamente no fueron hechas para matar.

—No quiero más…—repites, presionando mi herida inconscientemente. Esta vez me reservo el quejido.

Las palabras salen parcialmente de tu boca, como si algo tirara de ellas hacia adentro para retenerlas. Afortunadamente (de alguna manera) puedo escuchar una segunda voz, escondida tras tu garganta.

“No quiero que mueras, Shisui”.

—Bueno, supongo que es algo que no se puede evitar. No en su totalidad—Mi voz corta el hilo de tus pensamientos, fijas tus ojos de cuervo sobre mí. Son mucho más hermosos cuando no activas el sharingan; cuando son negros, sé que la persona frente a mí es el verdadero Itachi y no el que te ves obligado a moldear. No el prodigio niño ANBU que asesina. No el shinobi que pertenece a este mundo cruel—. Cuando amas algo, estás dispuesto a protegerlo, aunque eso te cueste la vida.

—No necesitas protegerme. Puedo arreglármelas solo.

—Oh, comenzaba a preguntarme dónde estaba tu orgullo de niño prodigio. Podría decir lo mismo sobre mí.

—Él estaba por matarte. ¡Si tú no hubieras bajado la guardia cuando el otro me atacó, ahora mismo estarías bien!

Yo parpadeo, la calidez contrasta con la amargura que siento en mi pecho. La facilidad que tengo para descifrar tus sentimientos es un arma de doble filo, Itachi. Sinceramente, también odio haberte arrastrado a hacer algo que detestas. Pero lo haría de nuevo. Cada que alguien amenace con lastimarte, tú serás mi prioridad.

—Hey—toco ligeramente tu barbilla, haciendo que levantes el rostro—. Mírame, estoy bien. Gracias a ti.

—Tenía miedo…

—Lo sé. Está bien, ‘tachi. Estoy vivo— una pequeña pausa. Has dejado tus manos quietas, reposando sobre tus rodillas. Mi herida se adormece ante lo terriblemente adorable que eres cuando me miras con esos ojos—. Pero no puedes obligarme a hacer caso omiso si estás en peligro. A diferencia de una misión (que la hago porque me importa el bienestar de la aldea y de nuestra gente), a ti te protegeré porque te quiero.

Los segundos se alargan por un momento.

Si me esfuerzo un poco, puedo desenredar la maraña de pensamientos que se esconden tras esos ojos de cuervo. No quieres matar, no quieres elegir entre dos partes de tu alma. La tensión entre el clan y la aldea se acumula como los granos de un reloj de arena. La incertidumbre crece dentro de ti y te sentirás impotente si no tomas el control de ello.

Puedo leer claramente el pensamiento a través de tus ojos: ¿Qué mundo le espera a Sasuke, si no puedes hacer nada al respecto?

Ojalá pudiésemos encontrar la forma de acabar con el espiral de odio que envenena los corazones y propicia las guerras en este mundo ninja. Ojalá fuese tan fácil como chasquear los dedos.

En este momento, solo quiero borrar la expresión contenida en tu rostro.

—Yo también te quiero.

Resoplo una risa nerviosa. Nunca me acostumbro a escucharte decir eso. Mi corazón se agita al igual que un renacuajo dentro de un frasco.

—Tomaré eso como un “sí, acepto”.

Eres tan inocente, un poco torpe cuando te ruborizas y no encuentras qué hacer con tus manos. Así que me golpeas justo en la herida que acabas de curar.

—Tú te lo buscaste. Debes dejar de decir tonterías. — replicas, desviando el rostro, guardando en el pergamino el botiquín de primeros auxilios, mientras yo me pongo la camiseta.

—No son tonterías, hablo en serio—Me impulso sobre las rodillas para levantarme. Muevo el brazo de un lado a otro, dándome cuenta de que ya no duele más—. Cuando seamos mayores y este mundo sea un lugar mejor, le pediré tu mano a Fugaku-san. Será en una cena formal, en las vísperas de invierno. Por alguna razón, tu padre siempre está de mejor humor durante esas fechas.

—¡Te mandará al diablo!

—Huh, no es como si no esté acostumbrado al rechazo de tu familia. Sasuke-chan siempre hace mala cara cuando te recojo en tu casa. La única amable conmigo es Mikoto-san. Ella será una excelente suegra.

Amagas por ponerte de pie. Dejas tu peso sobre tu rodilla izquierda, pero trastabillas y caes. Levanto una ceja y tú haces un suave puchero.

—Parece que te lastimaste el tobillo.

—No parece.

—¿Quieres que te lleve sobre mi espalda?

—No—contestas rápidamente cuando me ves inclinarme frente a ti. Unos momentos bastan para que desvíes el rostro y me digas tu verdadera respuesta—. Sí.

Sonrío, colocándome de espaldas para que tú puedas acomodarte. Con cuidado, pasas tus brazos alrededor de mi cuello, aferrándote cuando sostengo firmemente tus piernas y me impulso hacia arriba. El calor de tu pecho es reconfortante, se extiende como una ola de calidez y ternura por todo mi cuerpo.

—Vamos. Te llevaré a dar un paseo.

 

シイタ

 

El silencio solo se interrumpe por el sonido de la cascada, a unos metros.

Nakano siempre fue nuestro lugar favorito, nuestro espacio de juegos, nuestro escondite. Ahora nos sirve para descansar boca arriba, uno al lado del otro. Miramos el cielo teñido por los colores del atardecer, pretendiendo saber cómo es que piensas que el mundo se está acabando.

—Me uní a ANBU porque quería servir a la aldea—susurras—. No para ser un doble espía entre Konoha y mi clan. Nunca fue mi intensión decepcionar a papá.

—Y, sin embargo, aquí estás.

—¿Está mal? —tanteas, girando tu rostro hacia mí. Me regalas una mirada herida.

Sacudo la cabeza, recargándome sobre mi codo para poder verte completamente.

—Es la forma que has encontrado para proteger todo lo que te importa, ‘tachi. Este es el mundo en el que nos tocó vivir.

—Desearía que fuera diferente.

—¿Cómo?

—Ojalá mi única preocupación fuera de qué manera vas a pedirle mi mano a mi padre.

Aquello me saca una pequeña risa, y ahora soy yo quien se ruboriza. Me inclino lentamente hacia ti, tus ojos expectantes hasta que mi nariz toca tu mejilla y te hace parpadear. Mi corazón se derrite siempre que haces ese tipo de cosas.

—Eres realmente adorable, Itachi. Pero puedes guardarte esa incertidumbre para el futuro. Ahora solo puedo prometerte que será un día memorable.

Casi puedo sentir el calor que inunda tus mejillas, lo cual me hace odiar la distancia que nos separa. Así que juego a quebrarla, y como tú te mantienes expectante, quieto y sonrojado, entonces presiono mis labios contra los tuyos, suavemente.

Te escucho soltar el aire, como si estuvieras deshaciéndote de toda la pesadumbre sobre tu pecho.

Justo ahora, con mis ojos nuevamente sobre los tuyos, es cuando en verdad deseo usar el sharingan para congelar este momento en el tiempo. Las sombras del ocaso juegan con tu piel. ¿Cuándo hubo tanta paz en tu rostro y en mi corazón? ¿Podrían estos pequeños chispazos de felicidad apartarnos de este mundo hostil, al menos por un instante?

—No quiero que mueras, Shisui—declaras, librándote de la expresión contenida—. Ni siquiera tengo derecho a pedirlo, pero tú y Sasuke son lo único que mantiene mis pies sobre la tierra. No quiero que te vayas. Jamás.

—Hey—levanto tu barbilla al notar las lágrimas que encapsulan tus ojos—. ¿Por qué piensas que hace falta pedirlo? Te lo he dicho antes. Nunca me iré, nunca te traicionaré, Itachi—deposito un beso cerca del lagrimal, tú parpadeas y cierras la mano sobre mi brazo, como si temieras que la oscuridad llegara a arrancarme de tu lado—. Pasaremos por todo lo que tengamos que pasar para proteger lo que nos importa. Y entonces, llegará el día en el que te haga mi esposo y la vida será mucho mejor—señalo mi cabeza—. Lo tengo aquí presente, en mi mente.

—Para eso tienes que vivir—atrapas mi rostro entre tus palmas y te impulsas hacia arriba para unir tus labios sobre los míos, un contacto tímido, pero que hace vibrar mis extremidades de forma extraordinaria.

Definitivamente haré todo por protegerte, mi comadreja. Lucharé por el clan, por la aldea, por tu familia. Por nosotros. Por todo lo que te importa en el mundo. Porque tú eres mi mundo.

—Deberíamos volver—sugieres, dejando caer tu cabeza nuevamente sobre el suelo—. Mamá hará oniguiris para la cena y prometí jugar con Sasuke antes de dormir.

Me incorporo y te ofrezco mi espalda. Tú, que estabas intentando ponerte de pie, me observas y te cuelgas sobre mis hombros, el tierno rubor coloreando tu rostro. Siento el resoplido que exhalas cerca de mi oído, te acomodas sobre mi hombro como si fuese el único lugar al que podrías llamar hogar.

—¿Quieres cenar con nosotros? —preguntas, mientras empiezo a caminar.

—¿Pretendes que pida tu mano ya mismo?

—No digas tonterías.

En ese momento, te das cuenta de que estás presionando la herida en mi hombro, así que mueves tu mano, trazando tu camino alrededor de mi pecho.

—Tranquilo, estaré bien — giro un poco el rostro. Conseguimos el momento perfecto para que nuestros labios estén separados por pequeños, tortuosos centímetros. Te decido mi sonrisa más sincera—. Podemos con todo esto, ‘tachi.

Pero una pequeña sombra vuelve a caer sobre tu rostro, la expresión contenida amenaza con volver a su lugar. Tus párpados caen lentamente, clara evidencia de lo cansado que estás. Tan, tan cansado de las misiones, de los secretos, de la muerte y de la oscuridad que parece ceñir nuestro futuro cada vez más.

—¿Y si no?

La repentina comprensión de que no somos invencibles te asalta. Conmigo llega la impotencia, esa que se acumula en mi garganta y se librera en un grito potente, perturbando la noche y haciendo volar a los pájaros que se escondían entre los árboles.

Aquello te toma por sorpresa. Estuviste a punto de estrellarte contra el suelo, pero mis manos sostienen fuertemente tus piernas, lo mismo que tus brazos alrededor de mi cuello.

—¿Qué demonios fue eso?

—Cuando sientas que todo se desborda y que no eres capaz de lidiar con eso, entonces grita. No te contengas. Libéralo todo— recupero el ritmo de mi voz, mis cuerdas vocales vibrando con cada palabra. Te miro de soslayo, encontrándome con tus ojos inquisitivos—. Y después de eso seguiremos intentándolo, aunque se agoten nuestras opciones. Aunque solo seamos tú y yo.

Tus labios se vuelven una fina línea.

—Nosotros dos no podemos cargar con toda la miseria del mundo, Shisui.

—No, pero lo haría si viene de ti—respondo, sinceramente, retomando la marcha—. Si sientes que no puedes con tu propia miseria, entonces dámela, Itachi. Dámela completamente. Puedo guardarla por ti sin problemas.

De pronto, contienes el aire. Tu pecho tenso sobre mis omóplatos. Y es entonces cuando gritas tan fuerte que el viento te acompaña en tu rebeldía, meciendo fuertemente las hojas de los árboles, salpicándonos con la brisa de la cascada. Toda la maraña oscura de impotencia, telarañas y púas ha desaparecido.

Estás bien, Itachi. El clan, la aldea no son lo suficientemente fuertes para doblegar tu corazón.

—Eso… se sintió bien.

—Bueno, sí. Pero dudo que mi oído izquierdo piense lo mismo. Me lo has reventado.

—¡Tú me lo pediste! —haces una pequeña pausa—. Lo siento…

Desvías el rostro, pero te giras a verme tan pronto como tomo la palabra. Tus facciones contraídas en un suave puchero.

—No necesitas disculparte, Itachi. Me las cobraré durante nuestra noche de bodas.

Pequeños segundos de silencio que parecen una eternidad. ¿Por qué no podemos quedarnos así para siempre?

—¿Me lo prometes? —susurras—. Que un día las cosas serán mejores y nosotros…

Puedo escuchar a través de tu voz: “Prométeme que siempre estaremos juntos”.

—Lo prometo— Es la convicción más certera que tengo en la vida—. Y si un día, por alguna razón, estamos lejos, siempre llevarás una parte de mí. A donde quiera que vayas, yo iré contigo.

Con ese pensamiento en mente y nuestros labios cubiertos del breve, dulce sabor del otro, balanceo nuestro peso sobre mis pies, tomando el camino más largo a casa, fingiendo ignorar que tú exageraste el dolor en tu tobillo solo para que me ofreciera a llevarte sobre mi espalda.

Se ha vuelto una artimaña para ti, mi comadreja. Pero lo haría gustoso por el resto de los días que me quedan por vivir.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!

Porfa, vayan a darle todo su amor a Shisui bebé porque hoy es su cumpleaños. ¡Larga vida al ShiIta!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).