-Señor, los cachorros acaban de nacer- dijo un hombre entrando en un estudio casi bañado por la oscuridad, salvo por el gran ventanal ubicado detrás del escritorio donde se encontraba una figura sentada, la cual no se dejaba ver.
-Bien, deshaganse del cachorro omega- dijo la voz gruesa y profunda de la figura sentada.
-Como ordene, señor- sin esperar nada más el sujeto salió del estudio dispuesto a cumplir con la orden de su señor; siempre leal y siempre efectivo, sin ningún error en su historial.
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-¡Apresúrate por favor! Sácalos rápido de aquí, el no tardará en venir por ellos- una bella omega, suplicaba entre llanto.
Suplicaba por la vida de sus cachorros, por el cruel destino que la había llevado a esa cama, al borde de la muerte, porque sabría que no saldría indemne de esta.
-Pero mi señora, está sangrando mucho, no lo soportará- replicó la joven beta que había atendido su parto.
De verdad le partía el corazón ver a la mujer que le había dado una oportunidad de vivir, en aquella situación.
-¡AHORA!- gritó reuniendo la poca fuerza que le quedaba.
La beta sin más obedeció la orden y puso a los recién nacidos en una canastilla. Saliendo a toda prisa de la pequeña casa donde se encontraban escondidas desde que el embarazo de la omega empezaba a hacerse notorio.
Encendió el auto que estaba estacionado al frente de la casita oculta en un bosque no muy lejos de la ciudad. Las lágrimas en sus ojos no le dejaban ver el camino.
Ella sabía la historia, sabía que sería la última vez que vería a su señora, sabía que la vida de esos cachorros ya estaba sellada por el dolor y la injusticia, y también sabía que era el fin de ella, porque él no los dejaría escapar, les daría ventaja, pero jamás la salida. Pero aún así iba a cumplir su última orden, por ella.
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Un fuerte llanto se escucha en un callejón de la ciudad, si alguien se acercaba a la escena vería a un pequeño cachorro recién nacido cubierto con una manta manchado con la sangre de su reciente nacimiento y con la propia.
Ƹ̵̡”œÌµÌ¨Ì„Æ· 15 años después Ƹ̵̡”œÌµÌ¨Ì„Æ·
-¡Tae, apúrate que nos están persiguiendo! - decía mientras corría un hermoso chico de una belleza tan soberbia, que le robaba el aliento a cualquiera.
-Minnie, mis piernas no dan para más, no sé si lo logre, sálvate tú- Taehyung se detuvo un momento, él había llevado la peor parte, una brutal golpiza para proteger al pequeño omega al momento de ser descubiertos en pleno robo.
Taehyung y Jimin, se conocen desde que tienen memoria, creciendo y protegiéndose en el infierno al que llamaban orfanatorio, donde según toda la sociedad, iba a parar el despojo, lo que no servía y lo que nadie quería, basándose en la creencia de que si fuesen útiles, el destino y la Madre Luna no los habrían colocado allí.
Lograron escapar cuando Jimin tenía 14 y Taehyung 15, ya que nadie iría a rescatarlos ni darles una buena vida, a pesar de que desde muy pequeños se esforzaron por ser los mejores entre todos los niños, estudiando todo el día y siendo los poseedores del mejor comportamiento, para ver si alguna de las dos o tres parejas que iban a visitar el orfanatorio en completo secreto cada año para adoptar, los elegían. Pero siempre era lo mismo, buscaban solo bebés alfas de meses, y Jimin llegó siendo un omega, mientras Taehyung siendo alfa, llegó de dos años.
Así que en ese mundo tan cruel e injusto que no les brindaba ninguna oportunidad, solo podían robar para sobrevivir.
Jimin se paró abruptamente al escuchar las palabras de su hermano, porque eran eso, ni más ni menos.
-Oye idiota- le recriminó acercándose a él y tomando su rostro con ambas manos- el día que mueras, será conmigo, y hoy no tengo ganas de morir- ambos sonrieron ante lo dicho.
El sonido de una puerta abriéndose los distrajo de su momento y vieron a un chico a punto de salir de la parte trasera de un almacén. Jimin lo vio claro, tenía que derribar a ese chico y dejarlo inconsciente para poder ocultarse allí.
No subestimen al pequeño omega de 15 años, aunque su naturaleza omega le reclamaba ser frágil y débil, la vida le reclamaba ser rudo y fuerte; y la vida es una p*erra que hace lo que quiere.
Así que tomando impulso corrió lo más rápido que pudo derribando al chico, y cuando ya estuvo en suelo con el hombre aturdido, le conectó un puñetazo en la cara, estampándole la cabeza contra el piso y dejándolo inconsciente.
Ayudo a Tae para entrar en el almacén y cerraron la puerta, dejándose caer en el suelo.
-Jimin, de verdad no podemos seguir así, es muy peligroso para tí y cada vez es más difícil. No sé lo que haría si llego a perderte- a Taehyung le invadió un fuerte sentimiento de impotencia, su Minnie era lo único que tenía en la vida, sin él estaría solo y desamparado en este mundo asqueroso- Tampoco quiero pensar cuando empiecen tus celos- eso era otro punto importante a considerar, aunque su primer celo no pasaría antes de los 16 años, Tae sabía que cuando ocurriera y Jimin desarrollara su olor, sería aún más difícil protegerlo, y el no estaría siempre para enfrentar los peligros juntos.
Tae, no nos preocupemos por cosas que no han sucedido, ¿sí? Yo estoy seguro que saldremos de esto y estaremos bien, de una forma u otra- a Jimin le embargaba el mismo sentimiento, Taehyung era su todo, estaban vivos porque siempre estuvieron juntos, luchando contra el mundo, y desarrollaron un amor tan grande de hermandad que nada podía destruir- si hemos llegado hasta aquí, llegaremos más lejos.
Eran las dos de la mañana cuando pudieron llegar a su escondite del momento en un edificio abandonado, esperando a que Taehyung se recuperar de la golpiza que recibió. Jimin admiraba a Tae, el recibió todo el daño de esos gorilas alfas súperdesarrollos de tres metros. Sería sin lugar a dudas un alfa muy poderoso cuando terminara su desarrollo.
-¿Tienes hambre?- preguntó el menor.
-¿Qué hay para comer?- contestó el alfa aterrizando en su cama, si se le podía llamar cama.
-Nada... Porque no tenemos cocina ni refrigerador- ambos rieron a carcajadas. Ellos sabían sacar lo bueno de su desgracia.
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-¿Cómo que lograron escapar?- Dijo incrédulo el joven alfa entrando a su casa. Llegando de su viaje para recibir la desagradable noticia.
-Los sentimientos Señor, pero no lograron robar nada- dijo uno de los guardias a cargo de la seguridad de la casa.
-¡No me importa! ¿Cómo dos ratas logran violar un sistema de seguridad de última generación y a un grupo de élite altamente capacitado de incompetentes? Por lo visto- miró con desprecio al hombre frente a él.
Señor Jeon, no se preocupe, repararemos nuestro error- El sabía por experiencia propia que nadie le fallaba a la familia Jeon y vivía para contarlo.
Eso espero, de lo contrario ve buscando un agujero para esconderte- Todavía no había nacido la persona que se burlara de él, o eso era lo que creía.
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Jimin salió temprano con el escaso dinero que tenía, para comprar alimentos y unas pocas medicinas para curar las heridas de su Tae.
Mientras tanto dentro de un Lykan Hypersport negro que corría a toda velocidad por las calles, ya que su conductor en ese momento venía consumiendose en el odio, la indignación y deseos de venganza valiéndole madres la seguridad y la vida de los demás.
Un joven omega venía cruzando la calle confiado en la luz roja del semáforo y en la falta de autos transitando por allí. Pero un fuerte ruido lo trajo de los pensamientos a la realidad y si no hubiese sido por sus buenos reflejos el auto lo hubiese aplastado en vez de conectarle un golpe en una de sus piernas.
Mientras Jimin se encontraba en el suelo con el corazón el la boca y tratando de verificar que estaba en cuerpo y no en espíritu. El auto se detuvo abruptamente y de el salió un imponente alfa dispuesto a quitarle la vida a aquel que se había atrevido a cruzarse en su camino.
De pronto las fosas nasales del pequeño omega captaron el olor más exquisito que había percibido en sus escasos años. Olia a madera, a frutos rojos y la tierra recién bañada por la lluvia, sentía que ese olor lo envolvía y le presentaban una libertad y una seguridad que no conocía.
Y para remate cuando vio el rostro del dueño de tremendo aroma, se dijo que absolutamente había muerto y ese devastadoramente apuesto ángel venía a llevarse su alma seguramente al infierno, porque podía ver el odio en sus ojos.
Jeon Jungkook por primera vez en su vida se sintió descolocado, porque cuando estuvo a punto de despedazar al pobre infeliz que se le interpuso, se encontró con la criatura más hermosa que había visto en su veintidós años de edad.
Lo que ambos ignoraban, es que a partir de ese encuentro, sus vidas- sobre todo la del pequeño omega- cambiarían de tal manera, que hubiesen deseado no haber llegado a conocerse.