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Errores duraderos por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Esta historia no se apega a cronología histórica.

Los capítulos en cursiva son hechos “pasados”, los demás son en el rango “presente”.

HC Krat

 

Era un sueño, era un paraíso.

Pero también fue un infierno.

Fueron años de enemistad, riñas, desacuerdos y diferencias de opiniones.

Pero terminaron a la par que sus esencias cambiaban de forma.

Porque todo lo que inicia, tiene un fin.

Fue entonces, cuando se respiraba tranquilidad, que se encontraron en tierras limitantes, donde no había vestigios de hogares, y solo adornaba el verde follaje y la tierra virgen.

—Cuando estás en las reuniones, te ves demasiado serio y formal… Pero viéndote así… —sonrió divertido.

—Solo estaba relajándome un poco.

Reino Unido no portaba sus impecables ropajes, se hallaba sin zapatos, sin la parte externa de su traje, y apenas cubierto con su ropa interior que protegía a su piel de la vergonzosa desnudes.

Frunció el ceño al ver al intruso, se colocó con rapidez lo que pudo y tomó la seriedad de siempre… Pero fue tarde, bien sabía, pues su vergüenza se exteriorizó a través del rubor de sus mejillas.

—Ya no te ves tan serio.

—¿Qué haces aquí?

—Lo mismo que tú —Francia estiró sus brazos y elevó su vista al cielo antes de suspirar—. Relajándome un poco ahora que puedo.

—Bueno… Me iré entonces.

—No, no… Quédate, después de todo, tú llegaste primero… Además, relajarse en soledad es un poco aburrido.

Fue ese día el primero de muchos donde se encontraban de casualidad, en la lejanía de sus tierras pobladas, con el silbido del viento envolviéndolos, con el canto de las aves o el relinchar de sus corceles.

Pláticas que empezaron cuando ambos se consideraban un vecino y no un enemigo.

Risas que surgieron por la personalidad risueña y relajada de Francia.

Pláticas largas e interesantes debido a la variedad de temas que UK adoraba.

Fue libertad.

Fue tradición.

Tan diferentes…

Tan intensos…

Tan atractivos entre sí, porque el uno tenía lo que le faltaba al otro.

—Me gusta cuando sonríes… Deberías sonreír todo el tiempo, en vez de aparentar ser el honorable señor amargado que no eres.

—¿Lo crees? —vio a Francia con inquietud—. Porque… ya sabes… No es la actitud que deberíamos tener.

—Somos representaciones, sí, lo sé… Pero también sentimos y tenemos el mismo libre albedrío que los demás.

—Me gusta tu forma de pensar, Francia.

—Y a mí me gustas tú.

El primer roce llegó a la par que su primer beso. Uno de ensueño dado en medio de juegos, el aroma a libertad, y sus sentimientos a flote.

La sonrisa risueña del inglés fue permanente desde ese entonces, porque estaba feliz.

Los galanteos del francés brotaban con facilidad, porque estaba enamorado.

Entonces una alianza, un emblema, un pacto, y muchos días felices.

En sus dedos resplandecían los anillos de matrimonio entre dos grandes representaciones.

Los sueños llegaban constantemente.

La dulzura era parte de su diario vivir.

Era tan hermoso.

—Francia, ¿qué haces?

—Exploro tu piel.

—Espera…

—Quiero revivir la noche de bodas, escuchar tu voz suavecita llena de vergüenza, adornar con marquitas cuanto me sea posible.

—Francia —reía entre pasos torpes en medio de su habitación—, es medio día.

—¿Y eso qué tiene de malo?

—Tenemos cosas que hacer.

—Eso puede esperar.

—No puede.

—Puede —un beso más, una caricia adicional— si tú me dejas seguir.

—Francia detente… —respondió a los besos, pero se negó a acercarse a su lecho—. Tenemos obligaciones que no pueden aplazarse.

—A veces olvido que eres un aburrido.

—A veces olvido que eres un grosero cuando quieres.

—Bien —un suspiro resignado—. Lo sé, lo sé… Tienes reuniones y yo las mías.

—Solo espera hasta la noche…

—Claro… Para apagar las velas y así evitar que vea tu rostro…

—Francia…

—No te preocupes —sonrió antes de besarle la mejilla—. Solo bromeo… —tomó aquella mano—. Vamos.

—Sé paciente.

—Lo seré.

—Lamento no corresponder.

—Tranquilo… Sé que te es difícil deshacerte de la vergüenza y tus creencias… Aunque sea por mí.

Eran muy diferentes. Ambos lo sabían cuando empezaron con eso. Y aceptaron el riesgo.

Pero muy difícil era mantener su palabra.


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