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Seguro por Herr

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Notas del fanfic:

Todos los derechos reservados a sus respectivos autores.

Lo estaba esperando en la entrada de su templo, quería saber cómo estaba después de la reunión con el patriarca. Últimamente le habían insistido más con el puesto del patriarca y quería apoyarlo luego de rechazar esa oferta cada que era propuesta, aunque si le preguntaban a él también apuntaría al caballero de Sagitario. No sabía que esperar de esta, pues fue repentina a esas horas de la noche sin luna.


 No se movió al sentir como le pedía permiso para atravesar el templo, se giró para mirarlo cuando escuchó las pisadas y el peculiar sonido de la armadura. Esa noche especialmente oscura, le impidió verlo, no hasta que salió completamente de la edificación. La expresión en el rostro contrario era muy diferente a la que solía ver, era una mezcla de preocupación y tristeza. Usualmente regresaba algo tenso, pero mantenía una sonrisa para no darle más importancia a lo que sucedía en esas reuniones.


Se acercó y el castaño sólo bajó la mirada, se limitó a señalar el escalón para que ambos se sentaran. Esperó a que lo hiciera primero para asegurarse de que todo iba medianamente bien, no se percató de que se quedó observando el perfil de su compañero, el que le dedicó una sonrisa muy leve para que reaccionara. Cuando se sentó, Sísifo alzó una mano y señaló el cielo. La oscuridad sumada al cielo despejado, dejaban una vista impresionante de las estrellas, la belleza de lo presenciado retuvo la atención de ambos, aunque para uno era una belleza triste.


—La guerra está muy cerca —. El tono de voz que usó Sísifo era tan suave que, de no estar sentados juntos, no habría sido escuchado por el español. —El patriarca le da un mes para las primeras apariciones de los espectros — suspiró largamente, sin dejar de mirar el cielo sabiendo de la mirada seria que tenía encima.


—Estamos listos para eso —dijo serio, sin comprender porque el mayor estaba tan preocupado.


—No dudo de la fuerza de ninguno de los santos, ni de la devoción que tengan a nuestra diosa —bajó la mirada, encontrándose con una mirada firme. De estar más tranquilo, seguro se hubiera acercado al español para robarle un beso pues sabía que nadie estaría fuera de sus templos a esa hora. —Estoy hablando del sufrimiento que viene para muchos, las personas y familias en los pueblos cercanos, la fragilidad de nuestras mentes para soportar una guerra —tuvo que apartar la mirada al notar que El Cid fruncía el ceño. —Pero sobre todo el dolor que le causará a la señorita Athena, ella no quiere ver a las personas sufrir y tendrá que soportar todo lo que viene —nuevamente suspiró y volvió a alzar la mirada.


El caballero de Capricornio se quedó en silencio aun mirándolo, sabía de los sentimientos paternos del heleno para con la diosa, aquellos que guardaba por no faltar el respeto a la divinidad.


—La constelación de Pegaso brilla más que las otras —. El Cid quiso hablar, pero aquella mención sólo le hizo entender que su compañero había aceptado esa preocupación y debía actuar conforme a su rango.


—Sísifo —esperó obtener la atención del castaño antes de volver hablar. —Lucharemos juntos y te apoyaré en cada decisión que tomes —aseguró con un tono firme. Sísifo no dudaba de él y era por ello que se encontraba ahí exponiéndole todo el conflicto que le causó la información que el patriarca le había dado.


—Confío en ti, confío en que podemos cubrirnos las espaldas al luchar —esta vez la sonrisa que le dedicó fue sincera. Tomó la mano del español y le dio un leve apretón, El Cid la atrajo para darle un beso en los nudillos, un beso que sólo era su manera de asegurar lo dicho por el caballero de Sagitario.


A Sísifo le gustaba esa acción, no lo diría en voz alta porque estaba seguro de que dejaría de hacer si lo hacía. Era impresionante la manera en que El Cid sin hacer mucho, más que su presencia le calmaba y hacía sentir seguro. Se acercó un poco más al azabache y volvió a señalar el cielo.


—A veces sólo busco tu constelación guardiana para asegurarme de que estás bien, cuando vas a tus misiones — fue lo último que dijo antes de caer en un silencio que ambos disfrutaban cuando estaban juntos. Se quedaron ahí sentados mirando el gran manto estrellado, tratando de aprovechar esos últimos momentos de paz que tendrían.

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado.

 

Gracias por leer.


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