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Porque te amo... (Y me amas) por Marbius

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Notas del fanfic:

Y... un día los de BTS son clones inidentificables entre sí y al siguiente Yess me convence del poderosísimo Sope.
Cualquier error que vean es mío y me disculpo de antemano.

1.- Lleno de soledad.

 

Es una ley no escrita entre cualquiera que abrigue sentimientos no correspondidos que cuanto más fuertes sean estos, cuanto más alto sea el ascenso, más dolorosa será la caída. Y vaya si Yoongi lo tenía claro y estaba preparado para cuando el momento por fin llegara, porque un amor como el suyo (abnegado, desinteresado y puro... o al menos con intenciones de serlo) estaba destinado a fracasar incluso antes de existir.

En ese estado que a veces era una exquisita agonía y otras una agonía a secas, Yoongi seguido se cuestionaba si lo suyo era masoquismo puro o simple terquedad, ¿porque si no entonces cómo justificaba que el objeto de su devoción no era otro más que Hoseok? Un amigo, vale, al que la lista de títulos en su vida le iba corta porque también era su compañero de piso, colega de la universidad, confidente, compañero de crimen las noches en que se reunían con su grupo más amplio de amigos a jugar al póker, y... mucho más. Siempre más. La lista podía extenderse a objeto de sus más bajos deseos, prototipo de hombre ideal y ganador a la sonrisa más cautivadora en los Yoongi Awards que mentalmente celebraba en su honor cada que era él el receptor de una, pero si había un título que faltaba en esa colección era novio. O amante. Yoongi no habría de ponerse quisquilloso con las tecnicidades, porque hasta amigo con derechos le sonaba bastante decente, pero no era parte de la realidad que le tocaba vivir a su lado.

En su lugar, él y Hoseok eran amigos cercanos que compartían un piso próximo a la misma universidad a la que ambos asistían como estudiantes de último año. Yoongi incluso podía considerarse afortunado de que al finalizar su primer año obligatorio en los dormitorios hubiera sido Hoseok quien se acercara a él y lanzara la propuesta de buscar un mejor sitio que los atestados dormitorios dobles a los que estaban sometidos por la universidad, porque entre su grupo de amigos él no había sido siquiera su primera opción, sino Namjoon.

En todo caso, Yoongi había concertado cita con un par de arrendadoras y antes de unos cuantos días tenía varios prospectos que podían no ser de su agrado, pero sí el de Hoseok. La destartalada pero limpia vivienda que rentaban en un quinto piso desde hacía ya casi 3 años era prueba de que podían no ser perfectos juntos ni embonar a la perfección, pero la convivencia era lo bastante buena como para que a ninguno de los dos le pasara por la cabeza modificar su arreglo.

Al menos de momento, y Yoongi era del tipo que sabía contar sus bendiciones.

Haciendo uso de un autocontrol que seguido era la razón por la que su grupo de amigos se mantenía unido a pesar de haberse conocido en un evento universitario en su primer día de clases y que hoy en día era el único punto de conexión entre 6 personas que no podían ser más diferentes entre sí, Yoongi era a veces apodado la madre entre ellos, y éste no podía afirmar que el apodo le resultara molesto cuando era Hoseok el que a veces actuaba como crío en su presencia y como parte del juego se dejaba mimar como tal.

Yoongi suponía que la fama de madre en su círculo de amistades le estaba bien ganada cuando era por cuenta suya que al menos una vez por semana se reunían mínimo 5 de los 6 miembros originales, ya fuera a comer, beber, ver alguna película, charlar o simplemente pasar el rato. La discrepancia en sus horarios, actividades y responsabilidades a veces complicaba que todos estuvieran presentes, pero cuando ocurría (al menos la mayoría de las ocasiones) las risas estaban a la orden del día y era poco lo que entre ellos no se confiarían.

En jueves, porque incluso si a la mañana siguiente había algunos de ellos que tenían que madrugar para asistir a clases o a algún empleo de medio tiempo, todos se congregaron sin falta en el piso Sope, apodado así por alguna extraña razón que ya nadie recordaba su origen pero que se había quedado entre ellos como una clave para verse en el departamento que ya era un hogar para todos tanto como para Yoongi y Hoseok.

El plan era simplemente cenar y pasar un buen rato, que con Seokjin y el propio Yoongi a cargo estaba garantizado al menos en la primera parte.

Uno a uno fueron llegando al piso cargando víveres, alcohol y buen humor, así como el frío que a inicios de ese diciembre se dejaba sentir con ganas en los huesos.

—Pero mira a quién tenemos aquí —escuchó Yoongi desde el fregadero a Hoseok recibir a los recién llegados, y poniendo los ojos en blanco adivinó a la primera de quiénes se trataban—. Pero si es nuestro querido Jimin y su mocoso favorito.

—El único —defendió Jimin a su novio Jungkook, pues era una adición reciente al grupo y contaba con la desventaja de también ser menor que todos ellos.

Las bromas, aunque no del todo desencaminadas, habían empezado desde el año anterior cuando Jimin trabajó dando tutorías en una academia cercana para ganar un dinero extra, con la suerte de que uno de sus tutorados resultó ser el precoz y siempre lanzado Jungkook. Jimin juraba que nada había ocurrido entre ellos dos mientras de por medio había una relación profesional, pero apenas terminar el semestre se habían comenzado a ver en plan de amigos a pesar de la notoria diferencia de edad de 3 años, y Jungkook se había lanzado con todo hasta que en verano oficialmente comenzaron a salir como pareja.

En su grupo de amigos, las opiniones estaban divididas, entre quienes consideraban que hacían una linda pareja (aunque melosa), y los que temían por Jimin y el mocoso precoz que ahora lo tenía comiendo de la palma de su mano. Hoseok pertenecía a ese último grupo, y no perdía oportunidad de resaltarlo en cada ocasión posible.

—Cero alcohol para ti esta noche —dijo Hoseok mientras Jimin y Jungkook se demoraban en la entrada desvistiéndose de las voluminosas prendas de invierno que cargaban encima—. Los menores de edad no tienen permiso de beber en este piso. Es contra las reglas.

—Ya vamos a empezar —suspiró Jimin poniendo los ojos en blanco, porque si algo sabía ese par era cómo mantener una discusión fútil.

—Como si me importara —declaró Jungkook, pasando de Hoseok para dirigirse a la cocina y dejar sobre la mesa las verduras que habían comprado para la cena—. Mmm, huele increíble.

—Nunca es novedad eso en esta cocina —se sumó Taehyung, que en calidad de ayudante estaba rayando una col.

—Pues si lo dicen para que siempre sea yo el que cocine —dijo Yoongi—, desde ya se lo pueden ir a ahorrando sus halagos. Además, prefiero ser yo el chef ejecutivo de esta cocina. Y no es que no aprecie sus intentos...

—Pero nuestros experimentos culinarios nunca han sido de tu agrado, ajá —completó Namjoon aquella idea—. Vale. Lo has dejado claro antes.

Y vaya que si Yoongi lo había hecho, porque en las memorables ocasiones en las que por alguna razón no había podido llegar primero para encargarse de los preparativos de la comida, sus amables amigos habían entrado al quite con las mejores intenciones, sí, pero también sin la menor idea de qué hacer. Sus conocimientos en cocina eran uno por cabeza, y en su mayor parte no servían demasiado siquiera para armar un platillo decente.

Sin ir más lejos, apenas unas semanas atrás Yoongi había tenido que detenerse en una tienda diferente de lo habitual para comprar carne, y ese retraso de 15 minutos valió para que apenas cruzar el dintel de su puerta se encontrara un cuadro tragicómico con Taehyung lavándose una fea quemadura en la palma de la mano, sangre en la tabla de picar por cortesía de Jimin, y un puchero enorme en el rostro de Hoseok por su enorme fallo en la cocina, que dicho sea de paso atendió primero porque... Bueno, favoritos. Yoongi tenía favoritos y no podía ocultarlo.

Como regla para evitar otro incidente similar, Yoongi había establecido que nadie tenía permiso de utilizar sus cuchillos o la estufa en su ausencia, y las pullas de “mamá ha hablado” volvieron a la carga con renovado brío. A Yoongi no podía importarle menos; a su parecer, cuidar de aquellos idiotas era trabajo de tiempo completo simplemente porque eran sus idiotas y bien gracias. Además no era el único. Seokjin ostentaba en su grupo el dudoso honor de ser ‘papá’, aunque como en la misma realidad, eso implicaba responsabilidades diferentes y mucho menos performativas como imponer el orden y luego cruzarse de brazos esperando que su voluntad fuera ley. Machismo puro en su rol más tradicional, e irónico para el tipo de familia que conformaban todos ellos.

—Da igual. Si quieren comer pronto, necesito más manos en movimiento —pidió Yoongi, y por poco perdió el agarre de sus palillos frente al fogón cuando Hoseok se posicionó detrás de él, y valiéndose de ese par de centímetros que le sacaba de ventaja, apoyando el mentón sobre su hombro.

—¿En qué puedo ayudar? Oh, en verdad huele bien.

—L-Lava las hojas de... de... —Luchando con un temblor que irradiaba desde la base de su estómago hacia el resto de sus extremidades, Yoongi hizo un gesto vago hacia el fregadero, donde los ingredientes para una ensalada esperaban por una buena desinfectada—. Ve, anda.

Hoseok le obedeció, no sin antes rozar su mejilla contra la de él, y fue una ventaja para Yoongi estar habituado a aquellos mimos felinos o se habría ido de cara directamente sobre el fogón. A sabiendas de que había cierto par de ojos sobre él, Yoongi miró por el rabillo en dirección a Jimin, que tenía a Jungkook sentado en su regazo como el crío que era, pero que atento a la escena de antes sonreía para sí.

Bah, culpa suya por haber cedido a la tentación de buscarse un confidente y haberle revelado a Jimin durante una borrachera que tenía un masivo crush en Hoseok. Hasta la fecha, Yoongi no sabía si lo peor era la humillación de haber balbuceado su triste y patética admisión, que después de hacerlo le atacara una serie de arcadas que lo hicieran vomitar en el callejón trasero del bar donde se habían reunido, o que Jimin dándole golpecitos en la espalda mientras lo sostenía le revelara que ya estaba al tanto. Bueno, que lo sospechaba, pero que con esa confirmación le bastaba.

De eso hacía más de un año, y la paranoia no dejaba en paz a Yoongi, que más veces que no creía ver esa misma mirada de reconocimiento en el resto de sus amigos, aunque por salud mental se resistía a creer que fuera cierto.

En todo caso, era precisamente el dueño de sus afectos el único que parecía no percatarse de que Yoongi era una hoguera, y que hasta el más inocente de sus roces era como arrojar gasolina. Simplemente un día lo haría estallar, y Yoongi prefería ahorrarles a ambos el caos que seguro acontecería.

Sin embargo, pese a sus nervios y que el ruido en el reducido departamento pronto llegó a niveles de fiesta, Yoongi no pudo afirmar que estaba en sus planes cambiar lo que tenía.

En su lugar continuó con los preparativos de la cena y sus ayudantes se encargaron de seguir todas y cada una de sus indicaciones, de tal modo que antes de la hora ya tenían la comida sobre la mesa y se habían congregado alrededor con expresión satisfecha.

Seokjin festejó que esa noche no hubiera habido accidentes mayores como en otras ocasiones, y sacó del refrigerador una botella de vino que descorchó y pasó alrededor de la mesa.

Beber alcohol era reciente en esas cenas. Al fin y al cabo eran estudiantes con ingresos reducidos, pero Seokjin había conseguido un empleo que pagaba mejor que el anterior y se había tomado muy en serio el cliché de que una buena cena gourmet merecía un licor que le fuera a juego.

A Yoongi aquello le parecían patrañas, pero no por ello dejó de servirse generosamente vino en su copa y paladear el sabor fuerte que pensándolo bien ida de maravilla con los platillos que se servirían esa noche.

—¡Nada para Jungkook! —Declaró Hoseok, haciendo que la botella se saltara su lugar y acabara en las manos de Jimin—. Los críos pequeños ni siquiera deberían desvelarse.

—Ah, ahí vamos de nuevo —dijo Namjoon, que procedió a ignorarlos para favorecer la abundante porción de su plato.

Jungkook no perdió en ningún momento el temple, y aunque se ganó un par de gestos de desconcierto, sacó de la bolsa que colgaba de su respaldo un cartoncillo de leche de plátano que ostentosamente perforó con su pajilla y procedió a beber con mucha más alegría que un crío de primaria.

—Justo cuando pensé que las bromas de pedofilia no podían hacerse peores... —Rió Taehyung entre dientes, y Jimin exhaló con pesadez.

Bien sabía que todos apoyaban lo suyo con Jungkook porque no eran ciegos y veían lo feliz que le hacía, pero eso no lo exentaba de bromas a sus costillas por tener un novio menor que todos ellos y además un poco infantil con su tendencia a beber leche de plátano siempre que le era posible.

—No molesten al crío —lo defendió Hoseok, porque adoraba tomarle el pelo y sólo él tenía ese derecho—. Después de todo, sigue en etapa de crecimiento.

—¿Quieres ver todo lo que me sigue creciendo, Hoseok? —Le respondió Jungkook, y alrededor de la mesa brotó una algarabía de risas.

A Yoongi el ruido le sentó bien. Los momentos que pasaba con sus amigos se contaban entre los más valiosos de su semana, en especial, porque le permitían distraer su atención de asuntos mucho más melancólicos de los que a ratos se sentía capaz de tolerar.

Con la mesa llena y el ruido de simultáneas conversaciones, Yoongi podía olvidar al menos por un par de horas el lío amoroso secreto en el que estaba envuelto, en donde corazón le pertenecía indiscutiblemente a Hoseok y Hoseok...

—Delicioso como siempre —elogió éste por tercera vez en la noche uno de sus platillos, y Yoongi consiguió formar una sonrisa.

—Ya.

Que no en balde era su comida favorita, aunque ni el mismo Hoseok lo había notado. Ese era trabajo de Yoongi, que vigilaba siempre en la adición de nuevas recetas a su cocina cuánto dejaba en su plato después de comer o si se servía dobles porciones.

A la cena siguió una agradable sobremesa, y fue el momento perfecto para que todos compartieran en qué aventuras habían estado envueltos en la última semana. La ventaja de asistir a la misma universidad (aunque en distintas carreras y con horarios dispares) era que de algún modo se hacían un panorama general de lo que hacían el resto, y durante esas reuniones terminaban de enterarse de los pormenores.

Así era el caso de Namjoon, de quien Yoongi sabía que había aplicado meses atrás para una beca pero apenas esa noche estaba al tanto de que la había ganado.

O también la última novedad de Jimin y Jungkook, que habían adoptado como suyo un gato callejero que rondaba su piso y esa primicia la había tenido a comienzos de semana, pero no que el gato macho que en un inicio habían llamado Saja por su abundante pelaje y parecido a un león era ahora una hembra y no pensaban cambiarle el nombre.

Divertido en el ambiente festivo de bromas y risas, Yoongi se cuestionó si la velada no podría ser mejor con Hoseok a su lado y amodorrado por el vino apoyando su cabeza en su hombro, pero claro, nada como apreciar la felicidad para perderla con la misma rapidez que se chasquean los dedos.

—Ah, casi lo olvido —se exaltó Taehyung de pronto, recordando algo—. ¿Qué es ese rumor de que Hoseok y Jackson tienen una cita?

—¿Una cita? —Repitió Jimin, volteándose hacia su amigo pero de paso mirando de perfil a Yoongi con las facciones congeladas en su sitio—. Espera, ¿Jackson Wang? ¿Estamos hablando de ese Jackson?

—¿Es que acaso hay otro con ese nombre? —Preguntó Taehyung en confusión sin entender el matiz de la cuestión.

—No una cita cita —dijo Hoseok como si nada, levantando la cabeza del hombro de Yoongi, y con ligereza elevar la esquina de su boca—. Es más bien una salida entre amigos, sólo para cerciorarnos si, ya saben, somos compatibles de algo más.

—Cualquiera quisiera ser compatible con Jackson —fue el comentario atinado de Taehyung, y dicha sea la verdad, no iba muy desencaminado.

Levantando su copa para beber hasta el fondo el vino que le quedaba, Yoongi hizo un esfuerzo sobrehumano por no revelar la maraña de pensamientos confusos que de pronto le atacaba, porque... ¿Jackson Wang? Oh, no podía joderle más duro el destino.

A diferencia de todos ellos que eran simples estudiantes buscando sobrevivir en Seúl a base de esfuerzo y mucha dedicación por sus propios medios, Jackson Wang se encontraba en una liga muy diferente a la suya. Yoongi jamás había cruzado caminos con Jackson, pero en su universidad eso no era necesario para saber de su existencia. Jackson era una especie de leyenda entre el alumnado y los profesores por igual gracias a sus incontables dones, porque no sólo era atractivo y carismático, sino también miembro del equipo deportivo de esgrima y uno de los primeros lugares de su promoción. Lo que era el colmo, además era modesto en sus logros y por eso tenía la simpatía de la mayoría.

No la de Yoongi desde hacía 30 segundos, pero sí la del resto de los que estaban sentados alrededor de la mesa, que no tardaron en atosigar al achispado Hoseok con toda clase de preguntas.

—¿Pero cómo? —Preguntó Namjoon, resumiendo así la cuestión más importante.

—Ah... Pues trabajamos juntos en un proyecto el semestre pasado y da la casualidad que ahora tenemos juntos un par de clases. Se ofreció a ayudarme con una materia y seguido vamos a una cafetería que él conoce por tener las mejores pastas de hojaldre a kilómetros a la redonda. Casi siempre hablamos de la universidad, así que a mí mismo me sorprendió cuando me invitó este sábado a salir.

—Jackson no pierde tiempo —dijo Jimin con sequedad, pero Hoseok no pareció darse por enterado.

—Es que es su único día libre. Con todas las actividades extraescolares que tiene.

—Un verdadero hombre ocupado —secundó Jungkook la noción con un comentario irónico, y desde su sitio, Yoongi decidió que era necesario intervenir.

—Uhm, seguro que te divertirás. Escuché por ahí que Jackson sabe planear citas inolvidables.

—Y entre líneas eso debe significar que sale en muchas citas, ¿no? —Apuntó Jimin al asunto—. Si la fama lo precede...

Hoseok rió con verdadero humor. —Basta. Lo hacen sonar como una especie de playboy en ciernes y Jackson no es así. Tal vez sólo me invitó a salir para pasar el rato, no tiene por qué significar nada más que eso.

—¿Siquiera te gusta? —Insistió Jungkook, y lo incisivo en su tono de voz impuso un cambio de atmósfera alrededor de la mesa.

Intercambiando una mirada con Seokjin, Yoongi se dispuso a abrir la boca y poner orden, pero Hoseok se le adelantó, y sus palabras le resultaron tan dolorosas como una puñalada en el pecho.

—Da la casualidad que sí, mocoso. ¿Qué no hay para gustar en alguien como Jackson Wang? Es agradable, guapo, ¿y han visto la tableta de chocolate que es su estómago? Tiene al menos media docena de cuadros por abdominales.

—Ya, y seguro no te importaría darle un mordisco, ¿eh? —Le chanceó Namjoon, y aquel fue el momento decisivo para que Yoongi decidiera ponerse en pie y con prisa dirigirse al refrigerador para descorchar una segunda botella de vino.

—¿Estamos sedientos, eh? —Le llamó Hoseok, pero Yoongi lo ignoró.

Usando de pretexto los restos de comida, Yoongi se pasó los siguientes 5 minutos guardando sobras en el refrigerador mientras a 2 metros de distancia Hoseok continuaba narrando la naturalidad con la que Jackson había sugerido para ambos una tarde de sábado con tintes románticos para conocerse mejor y ver si tenían potencial como algo más que amigos o no.

—En lo personal creo que Jackson es atractivo, pero como en una especie de... ¿Demasiado atractivo? ¿Es eso posible? —Divagó Hoseok—. No sé, a su lado hace sentir a cualquier como inadecuado.

«Dímelo a mí», pensó Yoongi dándole la espalda, porque si de competencias se trataba, Jackson ya le llevaba la delantera con el simple hecho de haber sido tan valiente como para invitar a Hoseok a una cita. Eso sin mencionar su apariencia, personalidad y dinero. Básicamente Jackson Wang era un contrincante que las tenía todas consigo para ganar, y en cambio Yoongi lo que tenía era exceso de sentimientos y el corazón roto.

—¿Pero qué haces aquí? —Sacó Jimin a Yoongi de sus pensamientos al seguirlo a la cocina, y con un regaño en la punta de la lengua recordarle que su lugar no estaba ahí—. Los demás limpiarán la cocina después. Vuelve con nosotros, ¿qué diantres haces guardando sobras de comida?

Yoongi bien podría haber esgrimido una excusa como ‘lo hago ahora o se echarán a perder’, pero ambos sabían que eso era una mentira, así que se encogió de hombros con resignación y contó la verdad.

—No quería escuchar a Hoseok hablar de...

—¿Señorito Perfección?

—Tú ya lo has dicho.

—Vamos, que son exageraciones de todos. Jackson no es tan perfecto.

—¿Tan? ¿O sea que sí es perfecto? —Sin darle oportunidad a Jimin de rebatir, Yoongi suspiró con frustración—. Déjalo. No es la primera vez que paso por esto. Ya debería de tener práctica.

—Nadie debería decir eso cuando habla de su corazón roto.

—¿Eso crees? Pues mírame.

Jimin le contempló unos segundos con pesar, y pese a todo volvió a insistir. —Al menos vuelve a la mesa. Verte aquí entre las ollas sucias y los restos de comida me deprime mucho más de lo que estoy dispuesto a tolerar.

«Ya, y eso sería terrible para alguien que tiene un novio que venera el piso por donde camina», pensó Yoongi con mucha envidia, pero al instante se reprimió porque no era culpa de Jimin, ni mucho menos de Jungkook por haberse encontrado y ser felices juntos. De hecho, el que Hoseok no correspondiera a sus sentimientos no era culpa de nadie, incluso de él mismo, pero no por eso era más fácil intentar mantenerse a flote cuando a sus piernas llevaba anudados el peso del desamor y sentimientos no recíprocos.

—Ven, tienes aspecto de necesitar mucho más vino que nunca —volvió Jimin a la carga, y tirando de su brazo lo convenció de volver a la mesa, donde por fortuna Hoseok ya no hablaba de la delicia que era Jackson Wang para cualquier ser humano del planeta y en su lugar se estaba burlando del hecho en que todos iban por su segunda o tercera copa de vino mientras que Jungkook ya llevaba en el estómago medio litro de leche de plátano.

—¡No tienes un novio, Jimin, sino un... un hijo pequeño! —Chanceó a su amigo apenas éste volvió a la mesa luego de asegurarse de que Yoongi hiciera lo propio y le sirviera la copa de vino más grande alrededor—. Puede que en 20 años no importe esa diferencia de edad, pero ahora es tan gracioso.

—Mejor para mí, así puedo llamar daddy a Jimin, ¿no crees? —Dijo Jungkook con una sonrisa ladina, y alrededor de la mesa varias exclamaciones de asombro hicieron sus rondas entre los presentes.

—Bah, ¿quién quiere un daddy cuando yo tengo una mommy aquí mismo? —Rebatió Hoseok sus palabras al inclinarse hacia Yoongi e igual que haría un gato refregarse contra su costado—. Mi mommy es mejor que tu daddy, ¿así que quién gana aquí?

—Woah, esto se está poniendo demasiado perverso para mi gusto —intervino Namjoon—. ¿Podríamos guardar esta conversación para otra ocasión?

—Ten, esto te ayudará —le sirvió Seokjin más vino, y de paso hizo lo mismo con su copa.

Incluso si las razones de Hoseok para refregarse a su costado e imitar los mimos que Jimin y Jungkook compartían era una estrategia suya para fastidiar a la feliz pareja, Yoongi no podía decir que estuviera molesto por sus actuales circunstancias. Y porque seguro estaba al tanto ya que entre él y Jimin no había espacio para secretos, Jungkook estaba haciendo de las suyas al jugar con el cabello de su novio y besar su mejilla, retando a Hoseok a hacer lo mismo y éste cumpliendo su parte del trato sin tomar nota de que cada vez más estaba Yoongi enrojeciendo y pronto se quedaría sin sangre en circulación.

—Para ya, Hoseok —dijo Taehyung—, vas a matar a Yoongi con tus tonterías.

—Sí, colega —secundó Namjoon—. Lo vas a matar de un sonrojo. ¿Qué no ves que sufre?

—Nah, Yoongi no sufre —dijo Jungkook, que desde su silla pero con las piernas sobre el regazo de Jimin, tenía una expresión casi diabólica que para nada iba con el cartón de leche de plátano que tenía entre manos y al que le daba el ocasional sorbo.

—Bebé, no los molestes —amonestó Jimin a su novio, y éste exhaló un exagerado suspiro.

—Vale, sólo intento ayudar.

Lo críptico de su mensaje no echó raíces en nadie salvo en Yoongi, que como siempre no paraba de cuestionarse cómo podía ser tan obvio con lo mucho que la compañía de Hoseok le afectaba y en su grupo de amigos nadie arqueaba siquiera una ceja para señalarlo. Quizá la suerte estaba de su lado, porque de no estarlo, seguro que haría ya tiempo atrás que Hoseok lo habría confrontado, roto el corazón en una perfecta mitad tomando consigo la porción que la correspondía, y después mudado lejos de él.

Cambiando de tema alrededor de la mesa, Seokjin consiguió darle un toque de normalidad a su cena, y de esa manera no tardó en llegar medianoche y con ello el grupo disolverse para empezar a ayudar con la limpieza.

La regla era la misma de siempre: Yoongi había sido el que coordinara todo y quien cocinara, así que era el que menos debía trabajar.

Al propio Yoongi aquel designio le parecía ridículo porque al fin y al cabo aquel era su piso y el mismo privilegio no aplicaba para Hoseok, pero hasta el mismo Hoseok afirmaba que como él apenas había movido un dedo al cocinar lo menos que podía hacer era cerciorarse de que la cocina continuara tan impecable como a Yoongi le gustaba mantenerla.

Repantingado en su asiento y con la copa de vino a medias, al menos Yoongi tenía para sí un momento de tranquilidad antes de que fuera hora de despedir a todos en la puerta y lidiar con la soledad inherente que era compartir piso con Hoseok cuando entre ellos sólo había una amistad. Una increíble, indescriptible e valiosa amistad que era la que le mantenía convencido de no terminar con todo por medio de una absurda confesión que arruinaría lo que tenían.

—Jimin me envió a rellenarte la copa —lo sacó Jungkook de su abstracción, y Yoongi le miró con ojos cansados mientras éste sujetaba la botella a la mitad de su contenido pero no hacía lo que había sido enviado a hacer—. Yo pienso que en realidad necesitas alguien con quien hablar.

—Estoy bien.

—Pensé que dirías eso.

—Oh, Jungkook...

A diferencia de Hoseok y el resto de sus amigos, Yoongi había sido el único que aceptara a Jungkook en su grupo sin el menor rastro de reticencia de su parte. Después de todo, él conocía mejor que nadie a Jimin y a su faceta romántica e idealista, pero también destructora, que lo había llevado a sostener un par de relaciones amorosas que lo habían dejado en ruinas. Por la confianza que se tenían era que Yoongi había sido el confidente principal de Jimin cuando éste le contó que se estaba sintiendo atraído por uno de sus tutorados menor de edad y que no sabía cómo mantener su atracción a raya porque tenía la impresión de ser correspondido.

De buena intención le había aconsejado Yoongi durante el año que ese par actuaron como adolescentes enamorados en un estira y afloja de sentimientos y seducción, y de paso había sido quien con cabeza fría le dijera a Jimin una vez que Jungkook cumpliera la mayoría de edad que reuniera valor e hiciera lo que su corazón le dictara. Irónico viniendo de alguien que por casi 4 años albergaba sentimientos por su mejor amigo, y Jimin mismo se lo había hecho saber, pero desviando la atención de su persona Yoongi le recordó que Jungkook nunca había hecho un secreto de lo mucho que le gustaba y bien valía la pena intentarlo.

Así que mientras a la mayoría de su grupo de amigos la inclusión de Jungkook era algo relativamente reciente en sus vidas, para Yoongi había sido como darle la bienvenida a alguien que conocía a través de los relatos de Jimin, y que era y no a la vez justo como éste lo había descrito.

Claro, porque Jungkook tenía todas las virtudes que Jimin citaba de él, pero también media docena de defectos que éste había omitido al verlo a través de un prisma color rosa, y entre los que se contaban a ratos la falta de tacto y prudencia al inmiscuirse en asuntos que no eran de su incumbencia, justo como intentaba hacer en esos instantes.

—No la tomes en contra de Jimin, pero él me contó que-....

—Shhh, no aquí —le previno Yoongi con el ceño fruncido.

—Vale, pero estoy al tanto y pienso que deberías hacer algo al respecto.

—¿Sí? Yo pienso que no deberías de meterte en mis asuntos.

—No te enojes —dijo Jungkook, adoptando una actitud contrita al tomar asiento a su lado y servirle el vino—. Sólo quiero ayudar. Jimin también quiere ayudar, y estoy seguro que los demás igual si les permitieras-...

—No —le interrumpió Yoongi, y con presteza se llevó la copa a los labios y bebió un buen necesitado sorbo—. Lo único que yo quiero y necesito es que no metan las narices en mis asuntos, ¿estamos?

Con un puchero que seguro funcionaba con Jimin pero no con él, Jungkook accedió a regañadientes.

—Ok, pero si cambias de idea...

—No lo haré.

—Ya, pero si llegara a pasar, sabes con quién acudir.

«Ah, a esto ha llegado mi vida», pensó Yoongi con acritud, «un crío que todavía no produce vello facial me aconseja en mi inexistente vida amorosa...»

—Gracias por el detalle —dijo en su lugar, y por unos minutos más Jungkook y el resto de sus amigos le dieron el espacio necesario para recomponerse, finiquitar lo último de su copa y volver a ser el de siempre.

Como era también su tradición, Seokjin los detuvo en la puerta de salida y preguntó por próximos eventos.

—Ok, antes del próximo jueves ¿quién tiene algo?

—Una de mis fotografías competirá por un premio. A partir del lunes estará colgada en la galería de facultad —dijo Taehyung—, y aunque el voto depende totalmente de los profesores, sería genial si pudieran ir a verla.

—Convenido. ¿Alguien más?

—Hazlo —codeó Jimin a Jungkook, que hasta ese momento no había participado ni una vez en una de esas sesiones, y éste encogió un hombro antes de atreverse a levantar la mano como alumno de escuela.

—Erm, yo. No es la gran cosa pero conseguí vender uno de mis dibujos para alguien que planea tatuárselo. Obviamente no podemos estar ahí en la tienda mientras ocurre, pero prometió enviarme una fotografía y pensé que podríamos, no sé, ¿celebrarlo con un café?

—Woah, felicidades —celebró Yoongi su triunfo, siempre al corriente de su carrera como artista plástico y que se mantenía al tanto por medio de Jimin del interés que esa otra vertiente tenía sobre él—. ¿Qué día será eso?

—El miércoles.

—Mmm, yo podría el miércoles en la tarde —dijo Namjoon, y la mayoría coincidieron excepto Hoseok.

—¿No podría ser el jueves? Los miércoles Jackson y yo nos vemos en la tarde para estudiar. O sea, no es la cita pero... Mis grados se van a resentir.

—¿Algún problema por moverlo el jueves antes de la cena? —Censó Seokjin entre los presentes, y ninguno lo tuvo. Tampoco Yoongi, que se aguantó la desazón.

—Vale, ¿nadie más?

Con negaciones entre el resto de sus mejores amigos, acordaron organizarse para esos 2 eventos pendientes y también para su tradicional cena de los jueves, y pronto fueron saliendo del piso Sope a cuentagotas y tras prometerse escribir que habían vuelto sanos y salvos.

Los últimos fueron Jimin y Jungkook, que con abrazos a Yoongi intentaron reconfortarlo dentro de los límites de sus posibilidades.

—No te comas la cabeza, no es la primera vez que Hoseok sale en citas. Seguro que Jackson es perfecto, pero no para él —aprovechó Jimin para susurrarle al oído, y sólo las manos de Yoongi ciñéndose a su chaqueta de invierno le conformaron que éste le había escuchado.

Tras desearles un buen retorno, Yoongi cerró la puerta tras ellos, y en el piso sólo quedaron él y Hoseok.

—Buena cena, ¿eh? —Dijo Yoongi con afán de encontrar la normalidad.

—Como siempre. Ahhh... —Hoseok se estiró, y al verlo de reojo Yoongi apreció una franja de estómago que apareció entre su camiseta y pantalón—. Estoy cansado, y mañana tengo clases temprano. No sé por qué no movemos esta cena a otro día de la semana.

—Porque siempre ha sido en jueves, y nos gustan las tradiciones —le recordó Yoongi con suavidad, no por primera vez.

—Tienes razón. Nuestra familia no es tradicional así que tenemos que seguir tradiciones para compensarlo, ¿correcto? —Bromeó Hoseok, y en un impulso extendió la mano y rozó la mejilla de Yoongi, en el último momento pellizcándole casi con adoración.

—¿Y eso?

—Lo siento, la... tentación. Estoy cansado, me iré a la cama. ¿Vienes?

Yoongi tragó saliva. Porque esa invitación no era a su cama, sino simplemente a dormir, pero la mente podía ser su peor enemiga...

—Claro, vamos.

Y tras apagar las luces en aquella área del piso, le siguió a oscuras al final del pasillo, donde a cada lado se encontraban sus respectivas habitaciones.

—Buenas noches, mamá.

—En ese caso... Buenas noches, Hobi.

 

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Notas finales:

El fic está completo y tiene 3 capítulos. Esperen actualizaciones rápidas~


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