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Porque te amo... (Y me amas) por Marbius

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2.- Lleno de espinas.

 

Hoseok acordó salir con Jackson el sábado, así que en preparación Yoongi se armó de sus enseres de aseo y se dispuso a darle una limpiada a su piso como si al día siguiente fuera a presentarse la casera para una revisión sorpresa con guante blanco. Todo para mantener ocupada la mente, y sobre todo las manos, pero claro, no contaba con que apenas colocarse recogerse el cabello de la frente con unos clips y revisar indeciso las etiquetas de un par de productos nuevos que recién había comprado, alguien tocaría a su puerta.

Y no ‘alguien’ en singular, sino Jimin y Jungkook, que atentos como siempre a lo desastroso de su situación al parecer se habían tomado como responsabilidad propia el pasar al departamento Sope y cerciorarse de que Yoongi no hubiera decidido ahogarse con la cabeza en el retrete para lidiar con su corazón roto.

—¡¿Estás loco?! —Reclamó Yoongi—. Yo jamás haría eso. De hecho, planeaba hacer algo productivo hasta que ustedes dos par de inoportunos se presentaron sin anunciar.

—¿Limpiar mientras escuchas canciones románticas? —Adivinó Jungkook al revisar su móvil conectado a una pequeña bocina y revisar la lista de reproducción—. Wow, en verdad planeabas limpiar y llorar...

—Dame eso —se lo quitó Yoongi, y con el dorso de la mano se apartó un rebelde mechón de cabello del rostro—. Estoy bien. No tenían por qué venir para cerciorarse de que no me he suicidado. No es la primera vez que Hoseok sale en una cita y lo saben.

—Ya, pero si mal no recuerdo... —Dijo Jimin, y procedió a enumerar otras citas en las que Yoongi había afirmado de igual manera ser capaz de tolerar la idea de Hoseok en plan romántico con alguien más y en su lugar había acabado hecho un desastre.

Eran ya varias salidas de Hoseok en las que Jimin había tenido que correr con prisa desde su propio piso porque Yoongi le hablaba ebrio del bar que se encontraba en la esquina, o peor todavía, casi catatónico de algún sitio público que no era aconsejable visitar después de ciertas horas, como un parque donde se congregaban pandillas y vagabundos.

Esta vez, le hizo saber, se ahorrarían ese paso de dejarlo lidiar con la soledad por su cuenta y le harían compañía para ahorrarse las sorpresas.

Con una mueca, Yoongi le lanzó un trapo a cada uno. —Pues si piensan quedarse, al menos ayuden a limpiar.

—Vale, pero escucharemos mi música —accedió Jungkook, eligiendo ritmos más alegres que el festival de llanto que Yoongi había seleccionado y que pondría a llorar a cualquiera antes de finalizar la primera canción.

Armados con productos de limpieza, la aspiradora y un plumero, limpiaron por 30 minutos antes de que Jungkook se quejara de que eso no era necesario.

—Este sitio está inmaculado, ¿para qué tenemos que limpiar debajo de los sillones si no hay siquiera una mota de polvo? Esto es ridículo.

—Es limpieza —dijo Yoongi.

—Es terapia —dijo Jimin al mismo tiempo, y los dos intercambiaron una mirada de reto entre sí.

Jungkook simplemente exhaló con pesadez y les dio la espalda, porque aunque ese par era conocido por ser dos de los mejores amigos en el mundo, sus peleas también eran épicas y quedarse entre fuego cruzado era una misión suicida.

—Vale, pues si no quieres ayudarme limpiar en primer lugar ni siquiera estabas invitado —dijo Yoongi con sequedad, y Jimin le puso los ojos en blanco.

—Esto no sería necesario si en lugar de embotellar todo tu desamor por Hoseok-...

—¡Yo no hago eso!

—... tuvieras de una vez por todas el valor de hablar con él y aclarar las cosas. Porque lo hemos discutido antes, y yo no te recomendaría eso si no creyera que tienes una alta probabilidad de éxito.

—¿Qué? ¡No!

—¡Claro que sí!

—¡Hoseok me llama mommy! —Rebatió Yoongi—. Así es como me ve, ¿te parece eso que tengo oportunidad con él?

—Yo llamo a Jimin daddy y estamos juntos —se metió Jungkook en la conversación, fingiendo que barría aunque la escoba ni rozaba el suelo.

—¡No te metas! —Le gritaron al unísono Jimin y Yoongi, y Jungkook agachó la cabeza y siguió en lo suyo.

—¡Esto es ridículo!

Pero antes de que ninguno tuviera oportunidad de abrir una vez más la boca, del piso de abajo les llegaron varios golpes, con toda seguridad un inquilino que lamentaba lo barato de la renta porque no incluía un aislamiento correcto para todo el ruido que estaban armando en el quinto nivel.

—¿Es que no puede tener uno su crisis emocional en paz? —Gruñó Yoongi para sí, y lo absurdo de su comentario rompió la pelea que segundos antes estaba escalando hasta las más altas cimas.

—No discutamos —dijo Jimin, tirando hacia atrás el plumero que tenía en manos y echándole un brazo encima a Yoongi—. Aunque por favor considera la idea de cambiar estas sesiones de limpieza por algo más saludable como...

—¿Beber vino? —Apunto su novio.

—Me volvería un alcohólico —rebatió Yoongi.

—Vale, alcohol no, pero quizá... ¿Te interesa el punto de cruz?

—Jimin...

—Ok, ok... Sólo era una sugerencia. Y no es que no piense que limpiar sea un mal mecanismo de distracción, pero si sigues puliendo este piso vas a dar antes que después con los cimientos del edificio.

—¿Entonces qué sugieres? —Preguntó Yoongi con mucho más patetismo del que se le hubiera escuchado antes.

Jimin suspiró, porque por encima de todo, le dolía ver a su amigo así. —Ni idea, ¿ok? Pero algo pensaremos... Tú déjamelo a mí.

 

Pese a lo que los rumores contaban, Hoseok no se había hecho demasiadas ilusiones a lo que una cita con el muy cotizado Jackson Wang podría entrañar. Vale, el tipo tenía dinero, rostro, cuerpo y personalidad, y eso sólo por contar lo que a simple vista se podía deducir, así como una buena docena de dones que parecían sacados de una típica novela romántica. Eso si el protagonista fuera abiertamente bisexual y con el suficiente valor para serlo sin ocultarse.

Con toda honestidad, Hoseok nunca había creído ser del tipo de Jackson. Vamos, que Jackson tenía un club de admiradores en la universidad que por una cuota mensual extendía un número de membresía y hacía entrega de fotografías y un boletín virtual que relataba los pormenores académicos, deportivos, artísticos y sociales de su ídolo. Si alguien tenía oportunidad con un ejemplar como Jackson, sería un equivalente similar a él de los que se encontraban en otros grupos, no Hoseok, que en su opinión no era nada fuera de lo ordinario y tenía poco que ofrecer para una persona que claramente estaba destinada a triunfar en lo que se propusiera en la vida.

Sin embargo, Hoseok tenía que reconocer que era halagador que alguien como Jackson le brindara su sincera amistad y después le manifestara un interés por tornar su relación hasta ese momento escolar en algo más. Jackson no se había ido por las ramas durante una de sus sesiones de estudio y declarar que encontraba a Hoseok atractivo, y como si fuera lo más natural para él, invitarlo a una cita y cerciorarse de si eran compatibles en el ámbito romántico.

En primera instancia, Hoseok lo había rechazo. ¿La razón? Ni él mismo la conocía. Simplemente no se imaginaba al lado de alguien como Jackson, y no por falta de autoestima o miedo a las represalias de sus fans más intensos, sino por simple desinterés. Jackson era un excelente amigo y compañero de estudios, alguien con quién pasar varias horas en la biblioteca sintiendo que su tiempo era bien empleado, y también un ocasional compañero para ir al cine o a almorzar, pero... Faltaba algo. Una especie de chispa.

Con infinita paciencia Jackson había escuchado sus argumentos, y haciendo uso de una de esas sonrisas suyas que podían desarmar a cualquiera (incluido Hoseok) lo había convencido de darle una oportunidad, sólo una le pedía para demostrarle que podían hacer que lo suyo funcionara, y si no era el caso, entonces sin rencores retomarían su amistad y fingirían que nada de eso había ocurrido.

Hoseok se había visto bastante tentado de rechazar el ofrecimiento a sabiendas de que Jackson respetaría su decisión, pero claro, la curiosidad a veces sacaba lo peor de él. Creía él recordar que el amigo de un amigo de Taehyung había salido el año pasado unos meses con Jackson y que entre sus citas se encontraba un fin de semana en Tokyo con todos los gastos pagados y un paseo por helicóptero sobre los alrededores de Seúl. Hasta cierto punto se creía Hoseok inmune a los encantos del dinero por tratarse de un pobre estudiante con un empleo de medio tiempo como el resto de sus amigos, pero... ¿Resistirse a una cita de ese calibre? Nah. Si al final de la velada conseguía al menos comer en un restaurante de lujo se daría por bien servido y consideraría su tiempo bien invertido incluso si no llevaba a nada.

Con ello en mente, Hoseok se presentó puntual en el punto de encuentro al que Jackson lo había citado, y casi se llevó un chasco cuando en lugar de presentarse en una limusina y cargando un fastuoso ramo de flores, Jackson simplemente arribó caminando y elogió su bufanda.

—Ah, gracias —se sobrepuso Hoseok—. Fue sugerencia de mi compañero de piso. Insiste en que más rato hará frío y que debería cuidarme de los resfriados de temporada.

—Mmm, claro. El famoso Yoongi —asintió Jackson una vez—. ¿Listo para partir?

Si bien la cita no resultó ser del lujo y calibre que Hoseok había imaginado en primer lugar, Jackson no lo decepcionó al llevarlo al museo para un exposición a la que había mencionado querer ir pero no tener recursos suficientes porque los boletos de admisión tenían un precio prohibitivo para un estudiante de artes y después a cenar en un restaurante de comida internacional que no tenía los precios incluidos en el menú.

—Pide lo que quieras —ofreció Jackson con naturalidad—. Hoy pago yo.

Hoseok repasó la lista de platillos y comentó: —Oh, tienen sopa de cebolla.

—¿La has probado antes?

—Una vez. Yoongi la preparó en verano con afán de darle un toque temático a nuestras noches de jueves. Creo que era por los días de la revolución francesa o algo así.

—¿Entonces me la recomendarías?

—Ni idea. Quién sabe si esté tan deliciosa aquí como la que preparó Yoongi.

Hoseok pasó por alto el leve fruncimiento en el ceño de Jackson, que consiguió recuperarse rápido y por su cuenta mencionar algunos platillos que ya había probado con anterioridad.

—¿Eres aventurero al comer?

—Quiero creer que sí —respondió Hoseok con un atisbo de risa nerviosa.

—Entonces deja elijo por ti.

Fue así como Hoseok terminó con un platillo para parejas que incluía una pieza completa de pato rodeado de verduras y patatas. En realidad, su cena consistió en varias entradas hasta culminar con aquella pieza excepcional, y que aderezada con buena conversación y un excelente vino resultó ser una especie de velada idílica en la que Hoseok se cuestionó a cada oportunidad por qué si se la estaba pasando de lo más genial no conseguía sumirse por completo en la atmósfera romántica.

Jackson pareció ser de esa misma idea al pedir un postre con 2 tenedores, y a su mesa llegó una exquisita pieza de tarta de manzana que todavía humeaba como si recién hubiera salido del horno.

—¡Woah! Espera... —Pidió Hoseok al sacar su móvil y tomarle una fotografía.

—¿Para Instagram? —Preguntó Jackson.

—También, pero Yoongi tiene que ver esto —dijo Hoseok, la vista fija en la pantalla de su móvil y por lo tanto incauto de las reacciones que provocaba en su cita.

—Perdona que lo diga, pero... —Abordo Jackson con cautela el tema—. ¿Ese compañero de piso tuyo es algo para ti?

Mommy —dijo Hoseok sin pensar, y luego sonrió abiertamente—. Lo siento, es una broma tonta. En realidad es algo así como mi mejor amigo, no sólo mi compañero de piso.

—Mmm, ya veo.

Hoseok alzó la vista, y por primera vez apreció las líneas de tensión alrededor de la boca de su acompañante. —¿Pasa algo?

—No. Es sólo que... Te perecerá tonto, pero por un instante creí que ese tal Yoongi era tu ex o-...

—¡¿Yoongi?! ¡Qué va! —Se exaltó Hoseok, y de la mesa de al lado recibió un par de miradas de reproche—. Ops. Lo siento...

Jackson utilizó su tenedor para picotear el postre que ninguno de los dos se había atrevido a tocar todavía.

—Es por la frecuencia y la manera en que lo sacas a colación. Creo que a estas alturas sé bastante más de él de lo que es prudente.

—¿En serio? Yo... No me di cuenta, perdona. A veces hablo sin considerar su voy a aburrir a los demás con mi conversación.

—No pasa nada. Es bueno tener amigos cercanos. Tan sólo quería cerciorarme de que fuera eso.

—Oh, puedes apostar que sí.

—¿Tienen tiempo de conocerse?

—Desde el primer día de clases en la universidad. De hecho, es casi una historia graciosa porque... —Y sin proponérselo así, Hoseok se lanzó a una larga tirada de casi 10 minutos del día en que él y Yoongi habían cruzado sus caminos por primera vez.

En realidad, la historia no tenía nada destacable o que le confiriera un valor especial. Simplemente los dos habían estado perdidos entre un mar de estudiantes que buscaban sus aulas y no podían siquiera dar con sus facultades. Yoongi buscaba con desesperación el edificio de mercadotecnia y publicidad mientras que Hoseok estaba en comunicaciones y publicidad. Por tecnicismos sus facultades tenían que estar sobre el mismo bloque, aunque ninguno conseguía dar con su paradero. Un estudiante de cursos superiores que traía una insignia de ‘¿Puedo ayudar?’ los emparejó y con direcciones vagas los envió en dirección opuesta a donde debían moverse, con el resultado de que perdieron las primeras 2 clases de la mañana tratando de encontrar un edificio que no estaba en ese lugar, y el resto en decidir que después de todo era el primer día de clases y seguro no pasaba nada por una vez faltar.

—Al final resultó que nuestros dormitorios eran contiguos, y como ese primer día la pasamos genial juntos no tardamos en volvernos los mejores amigos —completó Hoseok su relató, sosteniendo un trozo de tarta de manzana con su tenedor y ajeno a la intensa mirada que Jackson le dirigía.

—Y... ¿Sólo amigos?

Hoseok arqueó una ceja. —Claro.

—Creo que no me entiendes...

—Te entiendo a la perfección —dijo Hoseok con tirantez, y depositó su tenedor de vuelta en el plato—. Y no es lo que piensas. Yoongi y yo sólo somos amigos.

—Por supuesto, perdona por pensar lo contrario.

Con el resto de su estancia en el restaurante a todas luces arruinada, Jackson pagó la cena e hizo su mejor intento por recomponer la cita al sugerir que dieran un paseo por los alrededores. El área era reconocida como uno de los sitios más populares en Seúl para las felices parejas, y Hoseok no tuvo corazón de negarse cuando Jackson volvió a disculparse por su desliz.

—Lo siento por lo de antes. No era mi intención poner en duda tus palabras.

—No hay problema.

—Debe ser genial tener un amigo como Yoongi.

—Lo es.

—¿Y dices que es parte de un grupo de amigos más grande?

Aprovechando la rama de olivo que Jackson le extendía, Hoseok se soltó contándole de la amistad que lo unía con el resto de sus amigos, empezando por el hecho de que todos habían estado en el mismo piso de residencia durante su primer año de universidad, pasando por las mudanzas que habían hecho entre sí a partir de segundo año, y la adición de Jungkook a su grupo apenas meses atrás.

—¿Y a tu amigo Jimin no le molesta que llames a su novio ‘crío’ o ‘peque’ o...?

—Nah, sabe que sólo lo hago para fastidiar. En realidad Jungkook ha sido una buena adición al grupo, y lo mejor que le pudo ocurrir a Jimin después de su desastrosa vida amorosa.

—¿Alguna buena historia?

Hoseok se rió con ganas. —Varias. ¿Quieres escuchar alguna?

—Encantado.

Así su paseo por los alrededores estuvo aderezada primero con las tragicomedias románticas de Jimin, y después fue turno entre sí de compartir sus propios fracasos. Hoseok fue honesto: No tenía demasiada experiencia. Había salido con un par de chicas antes de entrar a la universidad antes de concluir que no eran lo suyo, y después unos cuantos novios que nunca superaban la marca de los 3 meses porque o algo fallaba o no conseguía acoplarse a su grupo de amigos y ser uno más. Hasta cierto punto Hoseok había asumido que por su parte era un egoísta de lo peor al intentar hacer que sus parejas se volvieran uno más del grupo y que pedía demasiado, pero ahora que Jungkook se había sumado y lo había conseguido casi sin esfuerzo ya no estaba tan seguro, y por unos minutos no dejó de calibrar si Jackson a pesar de todo su carisma encajaría con ellos o fallaría como el resto.

El relato de Jackson respecto a su vida amorosa no era tan diferente a lo que Hoseok había escuchado en los pasillos de la universidad. Por descontado que Jackson había un considerable número de parejas sin tomar en cuenta el sexo, y la manera sutil en la que éste dio a entender que pese a sus incontables dones tenía mala suerte para encontrar a la persona indicada hizo a Hoseok reír entre dientes involuntariamente.

—¿Te parece gracioso? —Le chanceó Jackson, y Hoseok tuvo que reconocer que sí.

—Es increíble pensar que a ti, que precisamente a ti, alguien se atrevería a engañarte. ¿Cómo es eso posible?

—Ah, ni idea —se encogió Jackson de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta—. Un gran número de mis exes se ha aburrido de mí, o me ha sido infiel, o sólo ha estado conmigo por...

—¿Tu apariencia y dinero?

—No sé cuál de esas dos opciones es la menos deprimente... Pero sí. Afortunado en todo menos en el amor.

—Llegará alguien para ti, ya lo verás —dijo Hoseok, aunque sin colocarse a sí mismo como el candidato más idóneo.

La cita, aunque en parámetros normales había sido un éxito, carecía de ese factor extra que la hacía especial, irrepetible, y a la vez, que le hiciera desear una segunda vez.

—Bueno, lo cierto es que no dejo de buscar e intento ser más selectivo. Decidí que no iba a desperdiciar mi tiempo con cualquiera, ¿sabes?

Hoseok no respondió nada, y en cambio tuvo un microsobresalto cuando Jackson se pegó a su lazo e hizo rozar sus brazos.

—¿Considerarías salir conmigo otra vez?

—Yo... —Con la mente en blanco porque no hacía sino un par de minutos atrás que Hoseok había concluido que él y Jackson funcionaban mejor como amigos que como novios, abrió la boca repetidas veces sin dar con una frase adecuada que dejara en claro su sentir sin lastimar a su acompañante.

—No te divertiste, ¿es eso?

—Oh no, la pasé genial.

—Entonces salgamos otra vez. Tengo boletos para una presentación de danza contemporánea. Recuerdo que mencionaste que querías verlos así que conseguí asientos en área preferencial.

Hoseok se giró hacia Jackson y abrió grandes los ojos por la sorpresa. —¡¿Dices lo que creo que dices?!

Jackson se sonrió satisfecho. —Ajá. Boletos en primera fila para ver a Big Bang. Así que qué dices, ¿vienes conmigo?

—¡Acepto!

Y sin más, hizo planes que conllevarían consecuencias.

 

Yoongi tomó con entereza la noticia de que Hoseok faltaría a su cena de los jueves porque tenía una cita con Jackson. Corrección: Saldría con Jackson a ver a su grupo de danza favorito para el que casi nunca había boletos disponibles y cuando era el caso los precios eran tan prohibitivos para su presupuesto de estudiantes que era imposible siquiera considerarlo, pero... Seguía siendo una cita, ¿ok? Con todas sus letras. Porque Hoseok se ducharía y vestiría acorde a la situación, y Jackson pasaría por él a su piso, dejando a Yoongi con la terrible realización de que la primera cita había sido tan exitosa como para garantizar una segunda.

Haciendo acopio de todo el buen talante que le quedaba, Yoongi consiguió mantenerse en una pieza mientras Yoongi lo consultaba respecto a la camisa que esa noche vestiría y si debía o no hacer algo diferente con su cabello. Después de todo, quería lucir bien, y Yoongi tuvo que morderse la lengua para no expresarle que se veía bien incluso recién despertado y con aliento matutino.

En su lugar eligió para él una camisa verde mente que en su opinión iba bien con su complexión y que en sus más selectas fantasías era la que llevaría puesta si es que ellos dos... Pero no. Mejor no adentrarse en el pozo de sus fantasías y beber de su amarga agua.

—¿Seguro que me veo bien? —Preguntó Hoseok 5 minutos antes de que Jackson pasara por él, y Yoongi se posicionó frente a él para arreglarle la corbata. Al fin y al cabo, Big Bang iba a presentarse en un teatro de categoría internacional, y nadie tenía permitido acudir en atuendos casuales.

—No me hagan inflarte el ego.

—Estoy nervioso, ¿vale?

—Mmm... Es normal para una segunda cita —dijo Yoongi sin dejar traslucir ningún sentimiento en particular.

—No por eso. ¡Big Bang! ¡Voy a ver a Big Bang en vivo! Es como un sueño hecho realidad, ¡y gratis además! Sé que Jackson no apreciaría que acepté salir con él por esos boletos, pero mi alma sólo tiene un precio, y esos boletos eran justo el monto preciso.

Yoongi chasqueó la lengua. —¿No convierte eso a Jackson en tu sugar daddy?

—¿Qué, por unos boletos en primera fila? Nah, además ¿para qué quiero un daddy si ya tengo a mommy? —Y enfatizó sus palabras pellizcándole a Yoongi la mejilla.

Con un falso gesto de molestia, Yoongi se quejó, mas no se apartó. —Deja eso. Tu corbata ya está lista —dijo al dar un paso atrás y examinarlo de pies a cabeza sin tener que explicarse. Sacudiéndole el flequillo que caía por su frente, dio su veredicto—. Perfecto.

—¿Tan perfecto como para que Jackson quiera comprarme una camiseta de recuerdo?

—Ah, como sugar baby eres incorregible.

—Sólo por ti, mommy.

Hoseok recibió de Jackson el aviso de que ya estaba abajo esperando por él en su automóvil, por lo que tras un último vistazo en el espejo se despidió de Yoongi no sin antes pedir que lo disculpara en su nombre por faltar a la cena de ese jueves y cerrar la puerta con prisa tras de sí.

Apenas Hoseok estuvo fuera de su alcance, un violento puchero se instaló en el rostro de Yoongi, y éste se tuvo que forzar a no parpadear para impedir que la picazón que sentía en los ojos se convirtiera en algo tan vergonzoso como un acceso de llanto.

—Respira, Yoongi —se dijo a sí mismo mientras se cubría el rostro con ambas manos, y tras respirar hondo repetidas veces conseguir un atisbo de normalidad.

Por fortuna, los preparativos de la cena de ese jueves ocuparon sus manos y distrajeron su cerebro, y ya que había sido Seokjin el que quisiera darle variedad a los platillos de esa velada pidiendo unos cuantos de cocina japonesa que Yoongi jamás había probado con anterioridad, de algo le sirvió centrar su atención en el libro de recetas que había comprado expresamente para la ocasión y que incluía paso a paso lo que debía hacer.

Taehyung fue el primero en llegar y con soltura aceptó el papel de cortar las verduras que esa noche servirían como base para un nutritivo yosenabe. Mientras tanto Yoongi se encargó de la carne, y justo cuando pensaba que no estaría mal agregar una olla de arroz blanco llegaron el resto de sus amigos en grupo y conversando entre sí en voz baja.

—Menos charla y más acción —les llamó Yoongi desde la cocina—, a menos que prefieran cenar después de medianoche.

Su broma, que en otro momento habría acarreado un par de respuestas jocosas cayó en oídos sordos cuando uno a uno sus amigos le dirigieron una mirada que Yoongi ya se había acostumbrado a recibir de Jimin y no le gustaba en lo absoluto.

Yoongi apretó la mandíbula, y se dirigió a Jimin con reproche: —¡Les contaste!

—Juro que no —se excusó su amigo, mostrando las palmas de las manos en actitud defensiva—, porque dicho sea de paso no había ninguna necesidad.

—Cualquiera con 2 ojos de frente sería capaz de deducirlo por su cuenta —dijo Namjoon, y confirmó así que todos los ahí presentes estaban al tanto de los sentimientos no correspondidos de Yoongi.

—No pienso tener esta conversación aquí y ahora, mucho menos con ustedes —resopló Yoongi, apartando cualquier intención que tuviera de seguir cocinando y buscando una salida de su cocina, pero sus amigos lo acorralaron en el estrecho espacio con la mejor intención de intervenir.

—Habla con nosotros —dijo Seokjin asumiendo el mando—. Para eso somos tus amigos, ¿o no?

Yoongi se cruzó de brazos y se negó a responder.

—Basta, lo están molestando —lo defendió Jimin, pero al intentar acercarse Yoongi lo esquivó.

—Les dije que sería mala idea intentar acorralarlo así —dijo Taehyung, que continuaba cortando hongos en rebanadas para la sopa.

—¿Es que habían planeado esto con anterioridad? —Siseó Yoongi, paseando la vista por cada uno de sus amigos y encontrando gestos culpables en todos, excepto Jungkook, que tomó el mando de la situación a pesar de su corta edad o ser el miembro más reciente de su grupo de amigos.

—Bueno, ¡pues sí! ¿Qué otra opción dejan ustedes dos con su terquedad y ceguera? Porque es obvio que un día de estos vas a reventar de amor por Hoseok y el muy idiota va a acabar salpicado sin comprender qué ocurrió. Ustedes dos son demasiado cabezaduras para un final feliz si no reciben la ayuda de un tercero.

—Unos terceros —corrigió Jimin.

—Técnicamente somos 5 —contó Seokjin.

—Ya, pero la frase es ‘terceros’ sin importar el número —explicó Namjoon, y Yoongi estalló.

—¿Pueden dejar eso? Me están poniendo de nervios, ¡caray!

Como muchas otras veces en el pasado quedó patente que el papel de madre entregado a Yoongi y asumido por éste con facilidad no era simple pantalla sino una realidad velada cuando todos bajaron la vista avergonzados y a la espera de un castigo. Que no llegó. Porque Yoongi intuía en sus acciones las mejores intenciones del mundo, pero... No por eso esa invasión a su vida personal le resultaba más sobrellevable.

—Ustedes son... un hatajo de entrometidos.

—Pero con mejor deseo de ser una ayuda —dijo Jungkook, que guardó silencio cuando Jimin le dio un fuerte codazo en las costillas—. Oh, lo siento.

Yoongi esbozó una mueca y se llevó las manos a las sienes, masajeando sus dedos ahí y procurando mantener la inexistente calma que lo corroía.

—Entonces... mis sentimientos por Hoseok son... no son... uhm, ¿los conocen?

El gruñido fue colectivo.

—Sólo Hoseok parece no darse cuenta —dijo Jimin.

—Y a veces sospecho que es porque no es demasiado listo —secundó Jungkook.

—¡Hey!

—En esa área al menos.

—Hay que ser honestos —se sumó Namjoon—. El resto hemos ido atacando cabos gradualmente, pero con Hoseok esperar lo mismo es casi imposible.

—Y mientras tanto tú sufres —dijo Taehyung con considerable tacto.

—Y por eso decidieron que es buena opción utilizar nuestras cenas de los jueves como terapia de grupo, ¿es eso? Porque si es el caso, es mucho más bajo de lo que creen.

—Oh vamos —dijo Jimin con falsa jovialidad—. Si colectivamente no creyéramos que tienes una oportunidad con Hoseok, claro. Probaríamos métodos de tortura de la CIA para hacerte olvidarlo.

—Pero sucede que tenemos ojos y oídos —se sumó Seokjin—, y nos parece que Hoseok es un poquitín idiota, mas no insensible a tus encantos.

—Basta —resopló Yoongi, cubriéndose los ojos con una mano y rogando porque el piso se abriera y se lo tragara hasta las entrañas mismas de la tierra.

—Por una vez deja que seamos nosotros los que cuidemos de ti, ¿ok? —Pidió Jimin, que acercándose despacio a él como quien se aproxima a un tigre herido, le pasó un brazo sobre los hombros e instintivamente Yoongi se giró hacia él y enterró el rostro en su clavícula.

De ese modo pasó Yoongi a ocupar el asiento más cercano, y con una caja de pañuelos y la primera botella de vino que se iba a descorchar esa noche de varias, dio indicaciones de cómo preparar la cena mientras alternaba con ellos relatos de la incondicionalidad de su amor por Hoseok.

—Me siento tan humillado —masculló entre dientes Yoongi, y fue Jungkook el que se arrodilló a su lado y con torpeza pero mucha ternura le dio unas palmaditas en la pierna.

—¿Pero al menos más ligero por compartirlo con tus amigos? —Una pausa—. ¿Aunque sea un poquito?

Yoongi puso los ojos en blanco y suspiró. —Si lo pones así... Sí, un poquito.

Y al menos de momento, volvía la labor de respirar algo más tolerable.

 

Todos terminaron cenando una versión de yosenabe que estaba deliciosa con su variedad de verduras, mariscos y especias, pero que en conjunto concluyeron que habría quedado mucho mejor si Yoongi hubiera participado más en su elaboración. Sin embargo, no por ello admitieron haberse equivocado al apartarlo de la cocina y dosificarle soju sin parar para así hacerle bajar las defensas.

Yoongi había visto a través de sus intenciones, pero por una vez estaba harto de jugar el papel de mamá para todos ellos, así que aceptó una y otra vez que rellenaran su vaso con más alcohol y no paró hasta sentir calor y el rostro ardiente por su consumo.

Fue Seokjin quien se encargó de servir su plato, y Yoongi contempló apático su porción de yosenabe a pesar de lo abundante que estaba de camarones y vapor que ascendía hasta espirales a su nariz.

—Come un par de cucharadas al menos —le aconsejó Jimin—. Te hará falta reunir fuerzas.

—Mmm, ya qué —replicó Yoongi en voz baja, cogiendo su cuchara y deglutiendo bocado tras bocado hasta conseguir vaciar su plato de yosenabe y también su tazón de arroz.

Fue el primero en terminar de comer, y se sirvió otro vaso de soju que contempló con párpados perezosos mientras el resto intercambiaba miradas entre sí a la espera de un momento adecuado para hablar.

—Yoongi... —Asumió el mando Seokjin—. ¿Por qué no lo has intentado? Con Hoseok, quiero decir. Si tanto te gusta...

—Ya... —Respondió éste—. A me gusta Hoseok, y ese es el problema. El muy... bobo aceptaría salir con cualquiera porque esa es su versión de justicia... Y yo... No podría creer que soy diferente al resto si se limita a darme una oportunidad.

—Hoseok no sale con cualquiera —defendió Taehyung a su amigo, pero apenas pronunció aquellas palabras, comprendió que había mentido.

Vale, que Hoseok no salía con cualquiera, pero sí con cualquiera que reuniera valor y lo invitara a salir. Que se hubiera visto envuelto con Jackson Wang era prueba de lo poco que significaba para él salir en citas, porque todos tenían su oportunidad siempre y cuando demostraran valía para hacerle pasar un buen rato.

—Podría decirme que no, o decirme que sí, y Hoseok me lastimaría por igual —farfulló Yoongi, pasando su dedo índice por el borde del vaso en repetitivos movimientos circulares—. Da lo mismo, porque sería igual que el resto.

—¿Pero si Hoseok te invitara a salir? —Aventuró Jungkook, y Yoongi tuvo para él un gesto vago con una mano y un ruido gutural de desdeño.

—Como si eso fuera a ocurrir...

—Quizá no ocurre porque no te das la oportunidad.

—Jungkook... —Le advirtió Jimin que se estaba pasando de la raya, pero su novio lo ignoró.

—¿Qué? Vinimos aquí con intenciones de hacer algo para que este par de idiotas actuara por su cuenta de una vez por todas con la tensión sexual que se respira en este piso, y en su lugar... ¡Bah! Es frustrante —estalló Jungkook, y empujando su silla con violencia se apartó de la mesa y si dirigió hacia la cocina para beber un vaso de agua.

—Lo siento —se disculpó Jimin por su novio—. Iré a hablar con él.

—No, iré yo —se mostró Yoongi tajante al respecto, y ya fuera porque era su piso (y sus reglas) o su instinto maternal estaba más fuerte que nunca, no se lo impidieron.

Tambaleante por el soju en sus venas, Yoongi agradeció que al menos su cocina tenía una separación que contaba como privacidad, y se acercó despacio a Jungkook, que iba por su segundo vaso de agua intentando calmarse.

—No me disculparé —refunfuñó Jungkook apenas percatarse de su presencia, y Yoongi le chasqueó la lengua.

—No vine a eso, pero... Estás en mi piso y al menos deberías mostrar más respeto. No a mí, sino a tu novio. Porque si haces sufrir a Jimin...

Jungkook relajó los hombros. —Sólo tú podrías ser tan despreocupado por ti mismo y venir aquí buscando velar por los intereses de Jimin antes que los tuyos.

—Es mi amigo, de los mejores. Merece tener a alguien que lo quiera y respete, porque exes que no lo han conseguido no han durado viniendo a nuestras cenas de los jueves, ¿entiendes?

—¿Es una especie de amenaza?

—Interprétalo como prefieras.

Jungkook exhaló un silbido de admiración. —Eres único, Yoongi. Una verdadera madre leona con sus cachorros. Si tan sólo dejaras de lado ese papel para Hoseok creo que ustedes dos conseguirían mucho más de lo que tienen ahora. El incesto nunca fue bueno para nadie, ni siquiera en juego...

La esquina de la boca de Yoongi se elevó un ápice. —¿Eso crees? Mmm, puede ser...

Pero borracho como estaba, lo iba a tener que considerar para otra ocasión. Una en la que la habitación no le diera vueltas y la sensación pegajosa de su nuca no fuera tan acuciante como ahora.

—Ven, vamos de vuelta a la mesa —le guió Jungkook de regresi, que en contraste a su preocupación, le ayudó a sentarse y le volvió a llenar el vaso.

 

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Notas finales:

Y por si no se notaba, tengo un crush con Papito Wang y por lo tanto lo trato como un Gary Stu al que por desgracia no le va a tocar un final feliz porque... Sope. Uno más y finalizamos el experimento.
Graxie por leer~!


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