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A trompicones por Marbius

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Notas del fanfic:

Para Mimi con motivo del intercambio navideño :) Creí jamás volver a escribir de la pareja, así que agradézcanle a ella su santa mano negro para que este fic se viera realizado~

—¡Styles, hey! ¿Listo para tu primera cita del día? Es un amigo mío el que viene a tatuarse una pequeña pieza hoy, así que no la cagues. Son apenas un par de números, trabajo de críos para alguien con tu experiencia, pero es tu oportunidad para triunfar. ¿No habrás escuchado por casualidad hablar de Louis Tomlinson?

—Uhhh...

—Genial. Él será tu cliente hoy —y sin darle oportunidad a Harry de procesar lo que acababa de ocurrir, Zayn volvió a colocarse el móvil contra la oreja y a confirmar con quienquiera que estuviera al otro lado de la línea que podía llegar a eso de las 8.

Harry estaba al tanto de la existencia de Louis Tomlinson. Por supuesto, ¿y quién podía afirmar lo contrario en Gran Bretaña durante los últimos 10 años? Ciertamente nadie con ojos y oídos funcionales, pues aquel era un nombre que había aparecido de la nada, ascendido hasta lo más alto, y había llegado para quedarse. Como miembro de una banda que había ganado el segundo lugar en un programa de concursos musicales, la carrera de Louis Tomlinson no se había visto limitada a la música luego de que apareció en un par de pasarelas (a pesar de su corta estatura), formó parte de un equipo profesional de futbol de la segunda división, además de ser alguien que se diversificó en la actuación, la producción, su consiguiente carrera como solista, además de manejar su propio show de radio y dedicar su tiempo libre a varias obras de beneficencia que él mismo había patrocinado desde cero y eran ahora reconocidas a nivel internacional.

Sin exagerar, Louis Tomlinson se había labrado un camino en los últimos 10 años desde que su talento fuera descubierto por un show de televisión que ya iba para su última temporada y que después se renovó para otras más, y desde entonces había sido imparable como el ídolo para un amplio sector de la población porque su reconocida bisexualidad no sólo había abierto brechas para que otros artistas hicieran lo mismo, sino que lo catapultó como el primero en conseguirlo todo para sí.

El que Harry apenas hubiera cumplido 19 ese invierno y que Tomlinson fuera su sénior por una década no había hecho mella en la información que éste había memorizado de su persona, pues Harry solía escuchar su show por las tardes, y estaba al tanto de cualquier música nueva que sonara en la radio y que tuviera su toque, ya fuera como cantante, compositor o productor.

Los había quienes resentían que Tomlinson lo tuviera todo en apariencia, pero Harry no iba a ser de esos. No con el crush que tenía en Louis por lo menos desde los 11 años y que había comenzado con un póster suyo pegado en la puerta de su habitación del periodo en que todavía se encontraba con su banda One Direction y al que solía besar a escondidas cuando todavía no reconocía esa atracción por lo que era, y que había culminado con su salida del clóset y una declaración a sus padres fantaseando con que su historia de amor algún día se viera realizada.

Por demás estaba decir que Harry jamás había estado más cerca de Louis Tomlinson que un par de ocasiones en las que había acudido a firmas de autógrafos, y aunque las experiencias podían contarse entre las mejores de su vida, jamás habían ido más lejos que una sonrisa y un apretón de manos antes de convertirse en el siguiente de una larga fila de fans tan devotos como él.

Harry desde entonces había superado su crush (o al menos ya no le provocaba mariposas en el estómago como cuando era un crío), conseguido un par de novios, y en apariencia superado su infatuación con el ídolo de Reino Unido con el que ni por asomo tendría jamás una oportunidad porque aquella era la vida real y no una historia de ficción con final feliz incluido.

Sus caminos no podían ser más diferentes, en especial desde que Harry desistió de su fantasía a dedicarse a la música igual que su ídolo, y tras un corto periodo de introspección y análisis de sus capacidades e intereses se anotó como aprendiz a un estudio de tatuajes luego de que con varias piezas sobre su piel encontrara el arte y la pasión por la tinta como base para labrarse por sí mismo un camino.

Con el apoyo de sus padres, apenas cumplir los 18 Harry se lanzó a Londres a enviar solicitudes con sus mejores trabajos de dibujo, y quiso la suerte que el único sitio al que había aplicado y para el que no tenía ninguna clase de esperanzas porque le pertenecía a Zayn Malik (como en Zayn, otro miembro de One Direction y con el que Louis Tomlinson hasta la fecha mantenía una estrecha amistad) le respondiera de vuelta aceptándolo porque su estilo encajaba de maravilla con su estudio. Sin tomar en consideración otras cartas en las que se le informaba que habían accedido a entrenarlo, Harry firmó con Pillowtalk, y durante los primeros 6 meses que pasó ahí se cuestionó a diario si realmente había elegido el camino correcto.

La paga no era miserable considerando los estándares en la industria, pero apenas le daba suficiente para pagar sus gastos básicos y dormir en una buhardilla que Gemma y unas compañeras suyas de la universidad rentaban en grupo para ahorrar. Por fortuna para él, sus diseños, agilidad con la agenda, buen trato con los clientes y habilidad para ser el mejor aprendiz disponible le grajearon la atención de su jefe, de tal manera que el propio Zayn le ofreció una paga mejor y la posibilidad de trabajar diseños simples en sus primeros clientes.

Así que durante los siguientes 6 meses de su estancia en Pillowtalk Harry había sido el aprendiz designado para lidiar con todo aquello que los artistas principales preferían evitar, y que en su mayor parte eran símbolos de infinitos, bigotes en el dedo índice, letras de canciones, contornos de árboles o aves, sin olvidar un sinnúmero de piezas relacionadas al mundo de Harry Potter y que el tatuó con gusto porque seguían siendo una buena oportunidad de pulir sus talentos y aumentar su cartera de clientes.

Harry apenas tenía 3 meses de haberse graduado de aprendiz y ser uno más de los artistas iniciales del estudio cuando Zayn le llamó a su oficina para confirmar su disponibilidad con un nuevo cliente, pero poco le faltó para tener ahí mismo un síncope cuando el nombre Louis Tomlinson salió de los labios de su empleador y la habitación comenzó a darle vueltas.

—Oh, no es para tanto —dijo Cara, otra de las artistas del estudio al encontrarse a Harry en el baño de empleados mientras éste se mojaba la cara tratando de recuperar la calma—. Todos aquí hemos tatuado a Lou en algún momento.

—¿Lou? —Croó Harry aquel apodo que ni en un millón de años se atrevería a utilizar por parecerle de lo más irrespetuoso. Para él Louis Tomlinson era... Bueno, Louis Tomlinson. Jamás Louis a secas, ni mucho menos Lou.

—Zayn se niega a tatuar a amigos y conocidos como política personal, y Lou está de acuerdo. Si Zayn lo aprobó es porque cree en tus capacidades.

—Ya, pero soy yo ahora el que no cree en mis capacidades —masculló Harry.

—Relájate —le aconsejó Cara al tomar una servilleta de papel del dispensador y limpiarle la frente y las mejillas con suma calma—. Louis Tomlinson es un cliente más que pasa por nuestra tienda. Ni más ni menos que eso. No tienes nada de qué preocuparte.

Harry hizo un ruidito desde el fondo de su garganta que dejaba en claro su inconformidad con aquella frase, porque él era un tipo cualquiera, pero no Louis Tomlinson, ganador de un centenar de premios en distintas áreas y celebridad reconocida (y amada, que en los tiempos actuales eso era incluso más difícil que alcanzar el estrellato) cuya simple mención le ponía a sudar la palma de las manos.

¿Pero es que cómo iba a poder hacer un trabajo adecuado si en esos instantes le temblaban los dedos?

—Espera a que lo conozcas —dijo Cara al terminar con su rostro y arrugar el papel antes de lanzarlo a la papelera—. Es incluso más agradable en persona que en entrevistas. Y huele increíblemente bien. ¡Oh!, ¿y mencioné las propinas que deja? Créeme que una vez que lo conozcas y estén en la silla de tatuajes olvidarás el resto, te lo aseguro.

—Tsk, eso espero...

 

Harry atendió 2 citas que llegaron a mirar en el aparador y se decidieron por tatuajes simples y minimalistas. En un caso una flor, y en el otro el contorno de su mascota, por los que ganó su comisión base y una propina considerable que le hizo fantasear con fideos chinos de regreso a casa.

Casi había olvidado su cita de las 8, pero casi era la palabra clave, porque incluso concentrado en su trabajo y después en la limpieza de su estación, sus ojos nunca dejaron de escaparse al reloj de pared que dominaba el estudio y marcaba con su constante tic-tac el paso de los minutos.

—Relájate, Styles —pasó Cara a su lado con una amplia sonrisa traviesa—. Haz lo que yo y piensa que tu cliente está desnudo. Ayuda a desmitificar a la figura.

—Si tan sólo eso ayudara en algo... —Masculló Harry para sí, disponiendo todo en una charola metálica mientras contaba los minutos restantes.

Louis Tomlinson se presentó puntual al más puro estilo británico; es decir, llegó 15 minutos antes cuando Harry todavía no se sentía preparado psicológica y emocionalmente para verlo cruzar la puerta de entrada del estudio, y tras saludar a Taylor en recepción, se dirigió hacia el fondo del establecimiento donde Zayn tenía su oficina.

—Debo reconocer que es un bombón —dijo Liam a su lado, él ya guardando sus utensilios por el día porque su última cita había cancelado—, pero por desgracia los hombres no son lo mío. Ese es más tu campo, ¿no?

Harry hizo un ruido con su garganta que esperaba no lo comprometiera mucho.

En su lugar se dirigió a la estación de limpieza, y con mucha más minuciosidad que de costumbre comenzó a lavarse las manos hasta los codos con abundante jabón y esmerándose con el cepillo en sus uñas.

Para cuando terminó, la voz de Zayn se podía escuchar en el pasillo, y con él...

—Styles, ven para que conozcas al Hombre. Y cuando digo Hombre es con letra capital porque como él no hay otro —dijo su jefe del mejor humor que Harry lo hubiera visto jamás.

Con los pies pisando nubes (o al menos esa sensación tenía él), Harry se acercó al grupo que se había congregado alrededor de Zayn y su invitado, y aceptó la mano que Louis Tomlinson le tendió con afabilidad mientras se presentaba por nombre.

—¡Pero si claro que te conoce, colega! —Dijo Zayn, y varios rieron por su ocurrencia.

—Harry Styles —se presentó Harry con mucha menos seguridad, apreciando la suavidad de la mano más pequeña que la suya entre sus dedos.

Por supuesto que Harry estaba al tanto del 1.72m de su artista favorito. En la adolescencia, había marcado en la pared de su habitación un punto que le sirvió de base para colgar póster de medio cuerpo al que con el pestillo puesto y las cortinas cerradas besaba con adoración, pero esas fantasías no habían durado demasiado cuando él pegó un estirón y de pronto tenía que agacharse para alcanzar sus labios. Hoy en día Harry medía 1.83m, y aunque la diferencia con la imagen impresa en papel que tenía en la puerta interna de su armario no revelaba gran cosa cuando en las mañanas se llevaba 2 dedos a los labios y se despedía de ella, en vivo y en directo el contraste era diferente.

Más... apabullante.

—Es mi nuevo chico y una verdadera promesa —elogió Zayn las habilidades de Harry frente a su amigo mientras se apartaban del grupo y se dirigían a su estación de trabajo—. Llegó aquí con apenas 18 años, y aunque está apenas realizando sus primeros diseños, su agenda ya tiene reservas de casi un mes.

—Vi tus trabajos —reveló Louis al mirar a Harry directo a los ojos, y éste tuvo que hacer un esfuerzo consciente a la hora de parpadear y no perderse en el azul de su iris—. Son increíbles.

—Gracias...

—Miren, los dejaré para que hablen —dijo Zayn al retirar su brazo del hombro de Louis y apartarse—. Estaré en mi oficina, así que cuando termines pasa a despedirte. Créeme que estás en buenas manos; no recomendaría a Styles si no lo creyera con certeza.

—Eso espero.

Pasando a su área de trabajo, apenas un cubículo de 2x2 con una mesa, 2 sillas, su equipo de esterilización y unos cuantos cuadros con sus trabajos más recientes, Harry le dio la espalda unos segundos a Louis mientras cerraba la cortina que los separaba de la vista de los demás e inhaló hondo para hacer a un lado su estúpido crush y concentrarse en lo que era importante: Su trabajo, y su reputación como artista del tatuaje.

—So... —Dijo Harry apenas recuperó la calma—. ¿Qué tienes en mente para hoy? Zayn no me contó nada, salvo que le habías llamado esta mañana para agendar una cita.

Louis se retiró la chaqueta que vestía, una pieza de Gucci que seguro costaba la renta de un año en la buhardilla de Harry, y la colocó en el respaldo de su silla.

—Mi abuelo falleció la semana pasada —dijo Louis con voz monocorde y un toque de tristeza.

—Lo siento mucho.

—Ya. Era un hombre mayor y estaba enfermo, pero... Uno nunca se está del todo preparado, ¿correcto? —Louis amagó reír entre dientes, pero en un momento de vulnerabilidad su voz se quebró, y tuvo que cubrirse el rostro con una mano—. Oh, lo siento.

—No, está bien —le tendió Harry una caja de pañuelos que tenía cerca—. ¿Eran muy allegados?

—Bastante. Antes de todo esto de la fama y el dinero, vivíamos con él por temporadas, las malas que a su lado se volvían buenas. Mi madre, yo, y media docena de hermanas. Siempre trabajó para ayudarnos y que no nos faltara nada. Después tuve oportunidad de compensárselo y hacerle saber cuánto había significado su ayuda por todos esos años, pero... Nunca fue suficiente, y ahora jamás va a serlo.

Harry tomó asiento frente a él, y actuando por instinto antes que por interés le rozó la rodilla con la mano. —Apuesto que lo sabía. Seguro que sí.

—¿Lo crees en verdad?

—Sí —dijo Harry contundente—. Ayudó en tu crianza, ¿no? Seguro estaba al tanto del hombre en el que te convertiste.

Louis exhaló. —Es agradable escucharlo de alguien más. Uhm, lo siento —murmuró al limpiarse el rostro con los restos del pañuelo, y tras un profundo suspiro consiguió recobrar la serenidad—. El abuelo Keith no era muy afecto de mis tatuajes, pero sabía cuánta importancia tenían para mí. Era un veterano de la Segunda Guerra Mundial, ¿sabes? Condecorado y todo eso por misiones de alta seguridad. Era un hombre listo que trabajó para Inteligencia, y que al final de la guerra salió a celebrar con sus camaradas y bebió tanto que volvió a casa con un tatuaje en el brazo. De pequeño raras veces me permitió verlo sin camisa, pero en sus últimos años me reveló su significado.

Recargando la espalda en el asiento de su silla, Louis sacó su móvil, y tras revisar unos segundos su galería de imágenes, le mostró a Harry la fotografía de un brazo con una pequeña ave que ya había perdido algunos de sus colores y visto mejores días, pero que conservaba en sus líneas y diseño el alma de un artista y un deseo que nunca se extinguiría.

—Swift —reveló Louis—. Un vencejo. El abuelo Keith me contó una vez que su significado era simple: El deseo por volar y conocer el mundo. Que él se había anotado a las filas del ejército con esa intención, pero que su mala vista le impidió pertenecer a la RAF. Por fortuna para él su cerebro resultó mucho más valioso para atacar a las líneas enemigas, pero es obvio que la frustración estuvo siempre ahí, latente.

—¿Quieres un diseño idéntico o...?

Louis rió entre dientes. —Aunque encantador para el estilo de la época, quisiera mi propia versión. Aquí —extendió su antebrazo y mostró la cara externa. De al menos unos 15 centímetros y en blanco y negro. ¿Crees que podrías diseñarlo?

—Me tomará unos minutos.

Poniéndose manos a la obra, Harry comenzó con un diseño básico, y siguiendo las indicaciones de Louis mirando por encima de su hombro tuvo en media hora el boceto inicial.

En algún punto, Cara entró para ofrecer té, y ambos aceptaron una taza mientras Harry continuaba agregando detalles y modificando partes hasta que cerca de las 9:30 Louis confirmó que ese diseño era justo el que quería para conmemorar la memoria de su abuelo.

Salvo por un par de piezas, Harry nunca había tatuado algo tan grande o elaborado en la piel de nadie, pero no tuvo miedo o nervios al preparar la plantilla y colocarla sobre la piel de Louis.

Su mano era firme cuando sujetó la pistola, y tras mirar una vez más a Louis y confirmar con éste que ese era justo su deseo, procedió a marcar la piel.

Una línea a la vez.

 

Harry terminó los últimos detalles un poco después de medianoche.

Para entonces, el estudio ya había cerrado, y sólo Zayn se había quedado con ellos haciendo compañía con su móvil en el regazo y 3 envases de comida a domicilio que encargó de un sitio chino a la vuelta de la esquina.

Plasmando los últimos detalles en el tatuaje, Harry examinó la pieza desde varios ángulos antes de dar por terminada su labor, y Louis le sonrió al apreciar por sí mismo el trabajo de cara a cara y después en el espejo antes de que Harry lo limpiara una última vez para luego cubrirlo.

—Supongo que ya conoces el tratamiento habitual para su cuidado —dijo Harry.

—Nada de descubrirlo hasta volver a casa, no exponerlo al sol, tampoco rascarme o arrancarme las costra, aplicarme la pomada y, ¡ah sí! —Dijo Louis con fingida exageración antes de meter su otra mano en el bolsillo de su chaqueta y sacar la billetera—. Muy importante pagarle a mi artista por un excelente trabajo.

Harry sonrió, pero su expresión se volvió una sorpresa al recibirlo no el valor de su trabajo, sino 5 veces eso.

—Uhm...

—Tómalo, Styles —dijo Zayn sin apartar la vista de su móvil—. Te lo has ganado.

—Gracias.

—Nah, esa es mi línea —dijo Louis con los ojos cansados por la hora y el estrés de haber pasado por la aguja—. Dondequiera que esté, estoy seguro que el abuelo Keith aprobaría el gran trabajo que has hecho recreando su tatuaje.

—Eso espero —dijo Harry, intercambiando un último apretón de manos antes de recibir por parte de Zayn la invitación a quedarse con ellos a cenar en su oficina.

Harry todavía se demoró limpiando su estación de trabajo, y en realidad poco participó en la conversación que mantuvieron Zayn y Louis en temas que por su mayor parte le eran desconocidos, pero eso no impidió que mientras comía una delicioso rollito relleno de camarón y se llenaba la boca de arroz cantonés su mirada se posara mucho más de lo que era apropiado en Louis y en su bien agraciado rostro de perfil.

Era estúpido tener un crush con una celebridad sin importar que hubiera tenido oportunidad de conocerla como persona, pero Harry no pudo evitarlo. Genuinamente Louis Tomlinson era el hombre que siempre había imaginado que sería: Divertido, un poco ácido en su humor, pero también amable y en extremo educado.

Justo lo que Harry buscaría en un novio, pero claro... La realidad no se regía bajo las reglas de la ficción, y gran propina o no (sin olvidar la memoria de esas horas que habían pasado juntos conversando de todo y nada), al final de ese día Louis continuaba siendo Louis Tomlinson y él sólo el artista que al menos podía presumir de haber tocado su piel y dejado una marca perpetua ahí.

Que tenía su significado y contaba para algo, pero no iba más lejos que eso, y cuanto antes lo aceptara mejor sería para él.

 

***


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