Advertencias
Descripciones de violencia, abuso físico y psicológico, y comportamiento suicida.
Prólogo
La explosión de dolor que surgió en su cuello le dejó estático. Su respiración se detuvo, sus manos temblaron y el único pensamiento coherente fue: "¡imposible!". ¡Era imposible! ¡Absurdo! No había forma que le estuviera sucediendo eso... El creciente dolor en su cuerpo decía lo contrario.
Aquello realmente estaba sucediendo.
Cada célula en su cuerpo quemaba como si su misma sangre fuera ácido. Exhaló lentamente, sintiendo su mandíbula crujir por la fuerza con que apretaba los dientes. Podía soportarlo...tenía que soportarlo.
Ajenos a su infierno personal, el Consejo junto al comité de investigación a cargo, discutían acaloradamente la implementación de las nuevas pastillas de sangre. Era un tema importante que debía ser tratado cuanto antes, por lo que se había organizado una reunión extraordinaria.
El peor momento para eso ocurriera.
Sólo podía contener la respiración y rogar que el dolor mermara, que le diera un respiro para poder pensar en cómo escapar de allí. Contrario a sus deseos, el dolor no hacía más que aumentar en oleadas constantes, asfixiándolo poco a poco. Si no fuera por su tolerancia al dolor —cosa que no le enorgullecía en absoluto— ya estaría retorciéndose en el suelo, pero esa tolerancia tenía un límite y estaba peligrosamente cerca de alcanzarlo.
Tenía que actuar ya...
—Suficiente. Continuaremos luego—por suerte, su voz logró emitir la suficiente firmeza para que los nobles quedaran estáticos en sus lugares. Se miraron entre ellos sin creer que la reunión había terminado de esa manera, dudosos entre acatar la orden y pedir explicaciones. Él no tenía paciencia para eso— Retírese. Todos —ordenó más agresivo de lo que hubiera querido.
Rápidamente los nobles y el personal de servicio abandonaron el salón en completo silencio, temerosos de enfadar aún más a su rey. Más tarde recibirían una escueta explicación al respecto, y ese episodio no pasaría del mero capricho de un sangre pura.
Justo a tiempo.
Cuando al fin estuvo solo, dejó caer su cabeza contra la mesa. Los jadeos, que había contenido hasta el momento, se convirtieron en quejidos lastimeros. Se abrazó a sí mismo para contener los violentos temblores que sacudían su cuerpo. En algún momento, el sudor comenzó a escurrir por su frente y sus sentidos se distorsionaron.
Frío, calor, el propio sonido de la sangre recorriendo sus venas...cada mínimo cambio parecía llevarlo a un nuevo nivel de agonía.
Se desplomó en el suelo, incapaz de mantenerse apoyado únicamente en la mesa. Su mente se sumió en un torbellino de emociones tormentosas y él solo pudo rogar porque todo eso terminara.
Hubo un tiempo, durante esa lejana niñez que apenas recordaba, donde ansiaba la llegada de ese día, el día en que sintiera esa mágica conexión con otro ser. Soñaba con encontrar a esa persona que estaría siempre a su lado, que le apoyaría y le amaría incondicionalmente, esa persona a quien le entregaría todo, su destinado.
Por supuesto, luego de miles de años, comprendió que para los vampiros es prácticamente imposible encontrar a su destinado; incluso para los mismos humanos es una cosa difícil. Los destinados solo eran una incomprendida conexión que las abuelas llenaron de ilusiones de amor. El tiempo transcurrió implacable, llevándose consigo ese deseo infantil.
Kuran Kaname jamás pensó que, tras miles de años de existencia, sentiría a su alma gemela, y mucho menos que esa alma gemela estuviera convirtiéndose en un nivel E.